Disclaimer: Harry Potter no es mío, pero alguien se lo dejó tirado en mi puerta. ¿Me lo puedo quedar?

Notas: viñeta. Viñetas, si todo sale como quiero. Distintos personajes e historias, en pocas palabras y escritos muy rápido. Si os gusta, bien; si no, creo que sobreviviré igual.


Caramelos (Minerva)

Minerva McGonagall suspira, y se sienta. Conoce este despacho desde que era una niña, once años y ya estaba aquí. Era un pequeño demonio, entonces; señorita McGonagall, espero que su comportamiento mejore, o tendremos que adoptar medidas serias, le decía el director Dippet, y ella asentía y bajaba la cabeza para ocultar la sonrisa.

Albus Dumbledore también le sonreía, a veces, cuando bajaba. Era joven, el profesor Dumbledore, entonces, y le gustaban los alumnos enérgicos, como ella. Más aún si era Gryffindor. Solía decir que era una actitud muy propia de esa casa, la suya, que los leones tienen un temperamento difícil, y que por eso son más divertidos. A la pequeña Minerva le caía bien, ese profesor. La hacía sonreír, después de los castigos, y, el año en que se fue de Hogwarts definitivamente –o casi-, Minnie McGonagall le llevó una bolsa enorme de caramelos de limón. Para que se acuerde de mí, profesor Dumbledore. Él sonrió.

Años más tarde, a la muerte de Dippet, Albus Dumbledore se convirtió en el nuevo director de Hogwarts, y la eternidad que ella pretendía pasar lejos del castillo se vio sensiblemente acortada.

Bienvenida, profesora McGonagall. Estoy seguro de que puedo confiar en ti para este puesto.

Y la invitó a unos caramelos de limón. Siempre caramelos, recuerda que pensó. Ahora piensa lo mismo, cuando, al abrir el viejo escritorio, encuentra una bolsita vacía en uno de los cajones. Y sonríe, nostálgica. Qué difícil va a ser empezar, sin él.


Os lo dije; era corto. Muy corto, en realidad. Así que nada; nos leemos.

Danny Pendragon