Los personajes de este fic no me pertenecen a mí, sino a su respectivo creador.
Hola a todas. Mis más sinceras disculpas. Sé que es un poco tarde para decir esto pero aún así FELIZ NAVIDAD A TODAS.
Este fic atrasado es mi regalo de Navidad a todas quienes siempre se toman la molestia de leer mis fics y dejar reviews así que… Ilusion-chan, Ellie-Kino, pilar, Neith Akemi, Jamie Black 5, anni_fer, dn_angel, LalaCleao, Eiko Hiwatari, Tsubakiland, Sara4ibiza, Naoko-eri, anita, Laly_sempai,Karina Natsumi,sandriuskar, valeryxxx29, LunayKiri Hikari Nightroad Ryu, nadilu chan
Si me falto alguien de mencionar por favor háganmelo saber.
Les deseo a todas lo mejor en estas fechas y les mando un fuerte abrazo.
Este fic será un Two-Shot . En el siguiente capitulo….Lemmon jojojo
Navidad Con La Familia
— ¡Shikako! —Le llamó la atención Ino.
La niña dejo caer el regalo a sus pies. La habían atrapado espiando el interior de los regalos de navidad…de nuevo.
—Mamá… quiero abrirlos ahora.
—Ya te dije que no—contestó Ino de manera estricta haciendo una negación con el dedo índice—. No hasta que llegue tu papá. Ya lo hemos discutido.
— ¿Llegará pronto? —la niña preguntó emocionada. Sus enormes ojos chocolates brillaban ilusionados entre pestañeos. Para Shikako sería la quinta navidad de su vida. Y una de las pocas en las cuales podría hacer uso de memoria cuando fuera mayor.
—Sí, ya veras, que sí—dijo Ino tratando de convencer a su hija como a sí misma—. Ahora ve a jugar a otro lado. Te lo advierto Shikako, no quiero que te acerques a los regalos hasta que sea el momento ¿Entendido?
Shikako afirmo con la cabeza, dando a entender que sería buena niña. Se dirigió al pasillo y subió las escaleras mientras desaparecía de la vista de su madre.
Ino suspiró entristecida. Solo faltaban siete días para navidad y no había señales de que su esposo regresara en poco tiempo.
—Shikamaru…—susurró melancólica.
« ¿Quién demonios te estás creyendo? ¡Eres un maldito vago, Shikamaru Nara!» pensó Ino al escuchar la respuesta del mensajero, quien le dijo que no había noticias sobre el grupo que lideraba el padre de sus hijos. El rostro se le deformo en una expresión sombría y llena de rabia. Era preferible especular que Shikamaru estaba perdiendo el tiempo por ahí, en vez de pensar que algo terrible le pasara. Al menos eso quería creer. Desde el fondo de su corazón, se aferraría a ese maldito destello de esperanza. Le era más fácil estar enojada que sentirse triste y hacerle frente a la desconsolación.
El pobre mensajero al contemplar la cara de pocos amigos de Ino hizo una respetuosa reverencia y huyo lo más rápido que pudo. La señora Nara cerró la puerta de un portazo, llevándose una mano al pecho trato de tranquilizarse. Los niños no tardarían en bajar para comer.
« ¿Dónde estás ahora?, Hoy llega la Navidad ¿Por qué no vuelves a casa?» Ino no podía imaginar la cena y la mañana navideña sin el perezoso e inteligente hombre con quien prometió compartir el resto de su vida. El árbol, las luces, los regalos y la cena no sería lo mismo sin él. Y no solo ella lo resentiría. Sus hijos: Shikako e incluso Inomaru, quien ya era un bebé de un año, notarían su ausencia y eso probablemente los deprimiría. Sobre todo a Shikako, quien estaba esperando ansiosa este día y era muy unida a su padre.
«Lo prometiste…tu me dijiste que regresarías antes de navidad. »Le reclama en el interior de su mente. Un hueco comenzaba a formarse en su pecho. Su fuerte espíritu se transformaba en uno temeroso ante una posible tragedia. Era bueno aplicar la frase «Las malas noticias llegan rápido. » Si algo malo hubiera pasado, ya se hubiera enterado ¿Verdad?
No.
No podía darse ese privilegio.
Pensar que algo malo le ocurriera a su esposo era imperdonable.
Debía tener más fe en él. Shikamaru era un gran shinobi y probablemente el más inteligente de todo Konoha. Si se encontraba en un aprieto, rápidamente lo resolvería de la mejor manera.
Siempre y cuando su fuerte y estúpida moral no se interpusiera para verse obligado a salvar a los miembros de su equipo a costa de sí mismo Así que mientras algo así no pasará todo estaría bien.
Era sin duda alguna, el mayor vago y el mejor hombre del mundo... por eso que Ino se enamoró de él.
Pero ahora, no se trataba de sus sentimientos, sino los sentimientos de sus hijos. Ellos no tenían porque angustiarse.
Cerró la puerta antes de tomar aire. Se llevó las manos a la sien y busco en su cabeza recuerdos felices para mejorar su estado antes de llamar a su hija.
— ¿Shikako?
— ¿Sí? —respondió la niña. Shikako, quien no se encontraba muy lejos de ahí, había estado jugando con sus juguetes viejos, imaginando que ella era la "Pequeña princesa ninja" (Una nueva serie de televisión infantil muy popular, sobre todo entre las pequeñas kunoichis de la aldea) y se encontraba en lo que parecía ser una nueva aventura.
— ¿Qué te parece si damos un paseo?
Shikako la miro sorprendida antes de asentir con un movimiento de cabeza.
—Entonces ve y busca un abrigo. Vamos a ir a pasear por la aldea—Le dijo su madre con una sonrisa.
Una distracción no les caería mal a los niños. Además era algo que Ino sentía necesitar.
— ¡Qué divertido!—Mencionó la niña exaltada dando brincos. Shikako dejo los juguetes en el piso y se dirigió a su habitación lo más rápido que sus pies le permitieron. Tomó un abrigo y también se llevo una bufanda color lila como las flores. Cuando la pequeña bajo observo a su madre con su hermano en brazos. Mientras colocaba a Inomaru en la carriola, Shikako se colocaba un gorro para cubrir sus orejas del cruel frío. Ino vio de reojo a su pequeña niña: parecía una muñeca de invierno. Su cabello negro envuelto en un gran moño y ese vestido adornaban toda la belleza de sus facciones. Sonrío, pero muy en su interior deseaba compartir ese momento son Shikamaru. Hasta el reconocía el encanto de su pequeña, pese a que todo el tiempo se quejaba de lo imposible que era. « Es tan problemática y escandalosa como tú» repetía su marido una y otra vez en cada oportunidad.
Arropó adecuadamente a ambos niños antes de salir de la casa.
— ¡Vamos! —dijo Shikako exaltada.
Las calles de Konoha estaban decoradas con luces de colores y adornos propios de la época. En las entradas de cada casa había alegres decoraciones y se podía notar el árbol navideño dentro de cada hogar desde las ventanas. Era como estar dentro de una película de Navidad. La gente que se atravesaba con ellos les deseaba una feliz navidad e incluso una amable pareja de ancianos encontraron a Shikako tan linda que le ofrecieron caramelos navideños a ella y a su hermano menor.
Ino se alegro de haber sido muy estricta en cuanto a cubrir a sus hijos con la ropa adecuada: el frío le penetraba hasta los huesos. Inomaru estaba protegido por las mantas y toda la ropa que su madre le había puesto, apenas podía moverse entre tantas prendas, pero eso no importaba mucho, no era muy activo que digamos. El frío a Shikako no parecía afectarle. La tierna niña caminaba a paso veloz y señalaba todo aquello que capturaba su atención, a la vez que lo comentaba a su madre para que también pudiera apreciarlo. Incluso su perezoso bebé parecía atraído hacia la magia del ambiente y prestaba atención. Inomaru abría sus grandes ojos castaños de miraba cansada y observaba fijamente desde el interior de su carriola a las luces de colores de algunas ventanas.
— ¡Papá! —gritó de repente Shikako dejando caer el caramelo.
Ino llevo sus ojos hacia la dirección que apuntaba Shikako.
A lo lejos se distinguía lo que parecía ser la llegada de un grupo de chunnis en la entrada de la aldea. Y muy al fondo de este grupo resaltaba un cabello oscuro como el ónix, erizado en una coleta.
—Shika…—dijo Ino en tono bajo.
Tomando el manubrio de la carriola aceleró el paso, sin embargo Shikako fue quien tomó la delantera. El corazón de Ino se aceleró y se lleno de felicidad. Su esposo nunca le había fallado y ahora no iba a ser la excepción. Tenía tantas ganas de abrazarlo, besarlo, escuchar el sonido monótono de su voz llamándola «Mujer problemática.»
—Pa-pi…
— ¿Disculpa? ¿Puedo ayudarte en algo pequeña?
Habían andado a toda velocidad solo para comprobar, con mucha desilusión, que ese hombre que estaba ahí, no era Shikamaru Nara.
Ino se disculpó por la afirmación de su hija con el ninja recién llegado. El hombre no le dio mucha importancia al asunto y deseándoles felices fiestas.
« Shikamaru y su estúpido peinado erizado» Le culpó ¿Por qué su marido tenía que elegir un peinado tan común y aburrido como ese? ¿Qué no sabía que así se peinada casi la mitad de los hombres de la aldea?
—Mejor regresemos a casa—le dijo Ino a su hija tomándola de la mano. Los ojos de la pequeña y los de Ino compartían la misma desilusión.
Ambas problemáticas junto con Inomaru regresaron a casa a esperar noticias. Llegando ahí joven esposa decidió encender un rato la calefacción cerca de la mesa.
Para distraer a su familia, dejo a Inomaru en el coral acompañando así a sus peluches favoritos (La mayoría consistía en forma de tiernos jabalís y ciervos, por parte de sus abuelos) luego le pidió a Shikako que le ayudara a redecorar el árbol de Navidad. Esa idea funciono….pero no por mucho.
—Mami…
— ¿SÍ?
— ¿Dónde está papá?
Emm…en una misión.
— ¿Ya va a regresar?
—Emm…si…pronto—le dijo ella nuevamente a su hija mientras colgaba guirnaldas en una pared y Shikako la observaba inconforme.
—Eso dijiste hace días—La acusó su niña.
¿Qué podía decirle ahora?
—Es que…Shikako…
Su mente buscaba la respuesta la adecuada para la pequeña. Sabía que a partir de ahora las cosas se pondrían delicadas para ambas.
Milagrosamente se escuchó unas pisadas en la entrada.
« Shikamaru…» « Papi…»—pensaron Ino y Shikako respectivamente.
Luego empezaron a tocar la puerta.
—Parece que a tu padre se le olvidaron las llaves—mencionó Ino a niña guiñándole el ojo. La pequeña solo río con gracia propia de quien realiza una travesura, llevándose las manos a la cara, las mejillas se le pusieron más rosadas.
Se dispusieron a abrir la puerta a la cuenta de tres y con una sonría ambas dijeron: —Bienvenido a casa.
—Cielos…gracias… no pensé que tendría tan cálido recibimiento—comentó Inoichi sorprendido rascándose la nuca. Entró con una sonrisa y en ambos brazos cargaba cajas de regalos para sus dos nietos y su (sin importar que ahora fuera una mujer casada) bella niñita. También un detallito a Shikamaru porque aparentemente sabía cuidaba de Ino como se lo había prometido.
—Papá…— le surgió una mezcla de emociones, entre desilusión y alegría. —Por favor, pasa—Le invitó. Estaba tan concentrada y ansiosa por la llegada de su marido que había olvidado que su padre llegaría como invitado a la cena.
A paso veloz Inoichi entró en la residencia para calentarse del cruel frio, tomó asiento en la mesa en la parte más cercana al calentador. —Shikako, ven a darle un fuerte abrazo de Navidad a tu abuelo preferido ¿Y dónde está tu hermano?
Shikako le dio gusto a su abuelo Inoichi, quien le extendía los brazos con una amable sonrisa. Luego fue a saludar a Inomaru, quien aún jugaba en el coral con la compañía de sus juguetes. Tomó a su nieto en brazos y comenzó a decir cuánto orgullo le daba que su nombre se parecía al de él.
— ¿Y dónde está Shikamaru? —preguntó el padre de Ino.
—Eso es lo que yo también quisiera saber—contestó frustrada.
Inoichi la miro confundido y luego movió la cabeza en señal de desaprobación. No le había entregado a Shikamaru su flor más preciosa para que la dejara sola en Navidad a ella o a sus nietos.
El tiempo siguió pasando lenta y angustiosamente. Ino comenzó a sentirse muy estresada y no quería que su padre lo notara o peor aún...Transmitirles toda esa carga a sus hijos.
—Papá voy a estar un rato en la cocina preparando la cena ¿Podrías vigilar a los niños?
—No hay problema—contestó Inoichi.
Ino se refugió en la cocina y para distraeré comenzó a lavar y cortar vegetales antes de ponerlos a hervir en la cacerola. Preparó aperitivos y los dulces favoritos de su hija además del platillo principal.
—Oye Ino— la interrumpió su padre.
— ¿Sí?
—Creo que hay gente en la entrada.
—Oh, gracias papá, iré a ver.
Se dirigió a la puerta nuevamente ilusionada por la llegada de Shikamaru y nuevamente se equivoco.
— ¡Shikaku-san! ¡Yoshino-san! Qué alegría, por favor pasen—les dijo tratando de sonar alegre. Al igual que Inoichi, Shikaku sosteniendo una montaña de regalos para sus nietos, era tan alta que constantemente se tambaleaba.
La verdad era que el hecho de que Shikamaru no llegará la estaba preocupando demasiado, pero quería negarse a tener un mal presentimiento. No iba a permitirse que un augurio negativo penetrara su alma.
Los abuelos Nara entraron y se reunieron con Inoichi antes de que Yoshino hiciera la triste pregunta: — ¿Dónde está Shikamaru?
—Este…yo…aún no recibo noticias de él—dijo en tono lo suficientemente bajo como para que solo los adultos escucharan. Los señores guardaron discreción por el bien de la pequeña, quien estaba acomodando sus nuevos presentes cerca del árbol.
—Bueno… los dejo en su casa, pónganse cómodos. Iré a seguir preparando la comida.
Ino dejó a los invitados en la mesa para que pudieran charlar. Se estaba aguantando las ganas de llorar por la decepción, pero los demás no tenían porque cargar con su inseguridad. Eso sería demasiado egoísta.
Ya en la cocina mientras el platillo terminaba de prepararse llego Yoshino Nara a acompañarla.
— ¿Necesitas ayuda? —ofreció con amabilidad.
—Yoshino-san, no se moleste. Yo puedo…
Pero Yoshino entro y comenzó a ayudarla en lo que hacía falta. Ino asintió agradecida con su suegra. Las mujeres se concentraron en sus respectivas tareas mientras los abuelos vigilaban a los niños. Al cabo de un rato Yoshino, quien mantenía una sonrisa amable y una mirada comprensiva empezó a decirle:
— ¿Sabes, Ino-chan? No te preocupes, ya verás que Shikamaru estará aquí en menos de lo que te imaginas.
Ino se sorprendió por las palabras de su suegra. ¿Acaso había sido tan obvia? ¿No sabía disimular su tristeza por la ausencia de su marido?
—Yoshino-san…
—Conozco a mi hijo…—empezó a decir con firmeza—y es un vago irremediable. Es igual que su padre. Pero también, al igual que Shikaku, es un gran shinobi y lo que tienen de pereza lo tienen de inteligencia. No creo que le ocurriera nada grave. Mi instinto de madre me lo dice. Tú ahora sabes de eso. Así puedes estar tranquila. El volverá pronto como lo prometió. —aseguró Yoshino con la frente en alto—.Pero por sobre todas las cosas, Ino-chan…mi hijo realmente te ama—al decir esto Yoshino puso su mano en el hombro de Ino como señal de apoyo. Ella y su marido siempre apoyaron la relación entre la rubia y su hijo. Sabían que no había nadie mejor que Ino para estar al lado de Shikamaru—.Desde que era niño, siempre te amo. Y ahora tú y mis nietos son lo más importante en su vida—La mirada de Yoshino se llenaba de orgullo al decir tales palabras mientras Ino sentía que sus ojos se humedecían. Su suegra siempre había sido tan amable con ella, como estricta era con Shikamaru y su marido. Pero que le dijera tales palabras, solo podían ser transmitidas de una madre a una hija. Significo mucho para ella. La verdad eso era Ino para la señora Nara, la quería como si se tratara de su sangre, desde que se dio cuenta que ella también amaba a su holgazán hijo con todo su corazón
Ino tomando un poco de aire se tranquilizo.
—Gracias.
Compartieron un abrazo y ambas regresaron a la sala a reunirse con los demás.
El olor a comida estaba invadiendo a cada rincón de la casa y los hombres no tardaron en percibirlo.
Los dos abuelos estaban compitiendo por la atención de su nieta « Mira preciosa, el regalo que te trajo tu abuelo Inoichi es grande »« Pero el regalo que tu abuelo Shikako trajo es más grande.» Alegaban los viejos amigos.
Se la pasaban diciendo muchas cosas así para impresionar a la pequeña, quien reía entre por cada respuesta.
Luego tuvieron la misma discusión con Inomaru, cuando el niño se levanto y se coloco a una esquina del coral, el alboroto que tenían sus parientes lo había levantado. Sin embargo el bebé a diferencia de su hermana, se mostraba más indiferente ante la insistencia de los señores. La expresión de fastidio que hacía era como si encontrara todo demasiado problemático.
— ¿Y ese ruido?—preguntó Yoshino.
—Ino…
— ¿Si?
—Creo que en la puerta….
— ¡Shikamaru! —mencionó exaltada con las mejillas tono carmesí, como las demás personas no estuvieran.
—Sabía que llegaría pronto—comentó Yoshino complacida.
Todos se acercaron a la entrada antes de que Ino abriera la puerta.
— ¡Bienvenido! ¡Feliz Navidad!
—Feliz Navidad a todos—contestó Choji acompañado de su familia. También los acompañaban Choza y la madre Choji.
Ino sintió que ya era hora que se acostumbrara a la desilusión y que se hiciera a la idea de que Shikamaru no llegaría a tiempo para Navidad. Solo rezaba para que donde quiera que estuviera, él se encontrara bien. Incluso Yoshino resintió la ausencia de su hijo.
Choji con su cara regordeta y su sonrisa bonachona pasó directamente con su esposa a la mesa. Aprovechó la zona de juego de Inomaru para dejar a su hijo (quien era una versión pequeña de su padre). Los nenes no tardaron en hacerse compañía en una comunicación basada en sonidos y balbuceos propios de bebés, en la cual solo ellos podían entenderse. Se compartían juguetes y mantas mientras los adultos los contemplaban enternecidos. El padre de Choji se sentó junto a sus amigos y su señora esposa comenzó a conversar con Yoshino, poniéndose al tanto de las últimas novedades de la aldea
El tiempo pasó, todos los invitados tomaron asiento en la mesa, hasta que posponer más la cena en espera del esposo de Ino era una falta de respeto para los invitados, quienes seguramente ya se encontraban hambrientos.
—Bien…vamos a comer—anunció Ino con una sonrisa. Una triste sonrisa.
—Pero mamá…papá todavía no llega—señaló Shikako.
Ino se puso de rodillas y le susurró a Shikako: —Tenemos que ser educadas con la gente que nos está acompañando. Y todos están hambrientos hija, a tú papá le vamos a guardar un poco para cuando llegue ¿Entendido?
Shikako no quedó muy contenta con eso, pero lo acepto.
En la mesa se percibía un ambiente tenso. Todos comían en silencio. Shikako observaba de reojo el asiento vació. El lugar que debía ocupar su papá, justo al lado de Ino. Shikako al igual que su madre, jugaban con la comida del plato y miraban el reloj. Finalmente dieron las once de la noche.
Shikako comenzó a bostezar pero cuando Ino quiso llevarla a su habitación, la pequeña se negó.
—No.
—Pero Shikako, tienes sueño.
—No mamá, no tengo sueño.
—Sí tienes.
—No, mamá n-no—negó la pequeña entre bostezos.
Shikako se soltó del agarre de su mamá y se fue directamente al árbol de navidad. Se sentó cerca de este y empezó a contemplar las luces de este.
Ino y los demás no tardaron en comprender las intenciones de la niña.
—Oh, ¿Quieres abrir tus regalos, Shikako-chan? —sugirió Yoshino.
—Este…yo…—balbuceo la niña.
—Vamos pequeña —le animo su abuela.
Shikako se sintió algo presionada, así que con lentitud tomó un regalo que estaba cerca y comenzó a deshacer la envoltura en mil pedazos. Se encontró con una hermosa muñeca de la "La Pequeña Princesa Ninja".
Yoshino emocionada le ordenó a su esposo que fuera por la cámara. Shikaku dirigió el lente hacia donde estaba Shikako y dijo: — ¡Sonríe!
—Yo…—comenzó a la niña mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.
— ¿Qué sucede Shikako-chan? ¿No te gusto la muñeca? ¿Esa no era la que querías? —preguntó su abuela alarmada.
Shikako comenzó a sollozar cada vez con mayor intensidad. Su respiración se fue acelerando como si le fuera a dar un ataque de asma, los ojos se le llenaban de saladas lagrimas que hacían gruesos caminos por sus ahora, muy coloradas mejillas. Fue hasta que su llanto se hizo muy alto y profundo que grito con voz aguda: — ¡QUIERO A MI PAPÁ! ¡QUIERO A MI PAPÁ!
Reflejando su alma despedazada se giro hacia donde estaba su madre y empezó a decir: —Mamá…tú dijiste que no podía abrir los regalos hasta que llegará mi papá. P-pero… y-yo ya los abrí…y el no llega… y yo quiero verlo, mamá.
Las lágrimas de Shikako llegaron hasta su vestido, marcándolo en charcos salados. Las manos de la niña estaban en puño y temblaban sujetando la orilla de la falda.
A la niña no le importo el escándalo que se estaba haciendo, ni que la gente opinara que lucía muy fea llorando, ni siquiera que su mamá la regañara y probablemente la castigara después de esto. Solo quería, desde el fondo de su corazón, que su papá estuviera con ella en Navidad. No le importaba quien se lo llevará, le estaría eternamente agradecida, así fuera su madre, el Hokage o el propio Santa Claus, pero por favor, que alguien escuchara su petición y le trajeran a su papá para poder festejar la Navidad en familia.
—Mamá…
Ino comenzó a acercase a donde estaba su hija con paso firme. A Shikako comenzaron a temblarle las piernas y cerró los ojos fuertemente en espera de las llamadas de atención que le daría su mamá. Pero solo pudo sentir las manos de su madre dándole caricias en la espalda y el olor que desprendía su cabello penetro su pequeña nariz, pronto se encontró despegada del suelo por los brazos de su madre. Ino se disculpó con los invitados y se llevó a Shikako a su habitación aunque, la niña todavía sollozaba con debilidad. Cuando pasó cerca del corral de Inomaru, el bebé con expresión de angustia, dejo de jugar e intento acercarse a ambas estirando los bracitos, pero su madre no lo noto. La rubia dejó a su hija en la cama y fue a buscarle el pijama. Dejo que Shikako llorara en su regazo hasta que se quedo sin energía y finalmente se durmió.
Bajo las escaleras y se encontró con todos los invitados recogiendo los abrigos y deseándole una feliz Navidad al momento que se despedían.
Yoshino se acerco a abrazarla y le susurró cerca del oído: —Dale un golpe de mi parte cuando llegue.
Ino tomó a Inomaru en brazos y después de que tomó su biberón, quedo dormido como un ángel. Lo llevó a su habitación para dejarlo en su cuna.
Finalmente después de tan agitada noche, llego a su recámara y se puso una bata para dormir color blanco de tirantes que le llegaba hasta la rodilla. El regalo de Navidad que Shikamaru le había dado el año pasado. Se lavó los dientes y soltó su cabello para poder desenredarlo.
—Shika…—susurró con agonía.
Tomó una almohada y la puso en su cara para ahogar sus gritos. Deseaba con toda su alma, con todas sus fuerzas que Shikamaru estuviera bien. Que regresara pronto con sus hijos y con ella. El clima se ponía cada vez más frío y todo parecía gris. Los fuertes sentimientos que la ataban con su ser la quemaban por dentro ¿Acaso él no sentía lo mismo?
Cada segundo era un minuto y cada minuto era un día cuando estaba lejos.
Ansiaba su voz ronca, su maldita sonrisa, el calor de su cuerpo, su olor, y cuando la miraba con esos ojos perezosos color avellana con miradas llenas de amor y deseo, ella se sentía en el paraíso. Todo le hacía falta. Y esta noche más que nunca.
Lo deseaba tanto ahí con ella. A su lado.
Finalmente pudo sacar todo el dolor, la desilusión y la angustia de ver a sus pequeños tristes por la ausencia de Shikamaru. No sabía si debía sentirse decepcionada, enojada o preocupada. Y al igual que Shikako se metió entre las sabanas y lloró hasta quedar profundamente dormida.
Lo extrañaba tanto. Lo extrañaba un infierno.
Había sido la peor Noche Buena de toda su vida.
No fue sino hasta la madrugada que Ino entre sueños tuvo la sensación, entre sueños, de manos ásperas acariciando sus mejillas. Un fuerte y agradable olor corporal le llegó a la nariz. Un pulgar descendía examinándole todo el rostro. Y por último, Unos labios con sabor maravillosamente familiar la besaban con pasión y melancolía descendiendo de su boca hasta el inicio de sus pechos. Ella empezó a jadear, el aire le escaseaba como el agua en el desierto.
—Ino…—la llamó la voz de Shikamaru.
—Mmm…—dijo ella adormilada.
—Ino—le llamó con mayor intensidad.
Ella pesadamente fue abriendo los ojos, una sombra negra estaba frente a ella, y una silueta conocida se hizo presente.
— ¿Shika?
—Ino…estoy en casa.
—Shikamaru…
A Ino le pareció que desde la oscuridad que había en la habitación, Shikamaru estaba esbozando una sonrisa. Su perezosa sonrisa.
—Feliz Navidad, mujer problemática.
La chica ante eso estalló.
¿Cómo Shikamaru podía ser tan cínico?
— ¿Feliz? ¿Feliz? ¡DE FELIZ, NADA! —le gritó la rubia Shikamaru. Lo tomó del cuello del chaleco y comenzó a zarandearlo con mucha fuerza, llena de furia y de dolor.
Ino comenzó a sollozar.
—Ino ¿Qué te pasa?
Ella se abalanzó sobre él atrapándolo debajo de su cuerpo. Luego comenzó a darle una serie de golpes en todo su cuerpo
— ¡Ay!.... ¡Huy! Pero ¿qué? Pensé que estarías feliz de que llegara... ¡Ino! Con un demonio ¿Qué te pasa?
— ¡Eres…imbécil….Shikamaru…Nara!
— ¿QUÉ ME PASA? ¿QUÉ ME PASA? ¿CÓMO TE ATREVES A PREGUNTAR? ¡IMBECIL! ¡VE INMEDIATAMENTE A DISCULPARTE CON TU HIJA!
— ¡Ino, cálmate! —le contestó Shikamaru mientas se cubría los golpes en el pecho que le propinaba su esposa.
— ¡No me digas que me calme! ¡No te atrevas a decirme que me calme!
Hizo de su mano un puño y comenzó a darle una serie de golpes con dedicación: — ¡Este es por Yoshino-san! — Le dijo—. ¡Este otro por Inomaru! ¡Y este último…es por Shikako! —concentrando energía en su puño arremetido contra el pecho de Shikamaru. Si le había roto alguna costilla, bien se lo merecía.
Shikamaru puso una cara de agonía inmensa. El dolor le era insoportable.
— Y este…cariño— le indicó con una sonrisa torcida—. Este es por mí
Lo tomó del cuello del chaleco nuevamente y lo besó con violencia.