Regalito para Coco. La verdad es que me salió medio meloso y no me gusta, pero a mí no me gusta nada. Coco, cariño, se adelantó la navidad (L)

Durante el día, nadie lo diría. Nadie podría darse cuenta, ya que ambos son muy buenos actores. Bueno, él es lo suficientemente cerrado como para que consideren que no tiene vida sexual. Realmente, la gente lo ve como una máquina de matar, un ejemplo del asesino perfecto, del Ninja perfecto. Capaz de sacrificarse por sus amigos y compañeros, pero siempre distante. Nadie sabe nada de él, y cae, quizás, en la idealización de algunos. Una carrera brillante, Chuunin a los seis, y luego ANBU y jounin.

Es casi un toque pintoresco que siempre esté leyendo novelas eróticas. Como una pincelada naranja en un cuadro de colores fríos. Nadie diría que sus emociones son tan intensas como las de cualquier ser humano.

Pero lo son. ¡Ah! Las emociones contrapuestas son tan terribles… y tan hermosas. Sentir las manos femeninas recorrerla, los latidos desenfrenados. Y saber que esos latidos le pertenecen, aun cuando no le corresponde.

Sacudió la cabeza, como queriendo deshacerse de sus estúpidas reflexiones filosóficas. Se deslizó como una serpiente, o quizás como un Ninja, adentro de la habitación de la mujer, que se estaba cepillando el cabello desprevenidamente. La alzó en brazos, provocando sus risas, y la besó, aun a través de la tela.

Ella emitió un suspiro contra su boca, y pronto ambos se habían olvidado de todo. De las culpas, de los deberes, de que eran ninjas y de que podían morir al día siguiente, dejando al otro sumido en la desesperación. Ahora no eran ninjas, no eran maestro y alumna, eran simplemente, un hombre y una mujer. Sakura le bajó la máscara para morderle los labios, y sólo interrumpió los besos cuando terminó de sacarle la ropa. Enredados, ambos sentían el lazo que los unía, como si una cadena al rojo vivo los fundiera.

Kakashi suspiró, y se separó de ella, rodando boca arriba. La miró, narcotizado de placer, levantarse y vestirse con el corto camisón de seda verde jade que tenía puesto antes. Él apenas pudo reunir su derretido cerebro para ponerse el pantalón. Luego se dejó caer de cualquier manera en la cama. Sakura sabía que estaría dormido en segundos, y que a la mañana siguiente, luego de un par de besos amargos y la abrazaría fuerte, para decirle que no debían hacer eso, que era incorrecto. Finalmente, pasarían una semana o algo así sin tocarse, y él sucumbiría ante el incendio de la mirada de Sakura. Y así el ciclo volvería a empezar…

El nacimiento de sus cabellos plateados en la nuca fue lo primero que vio al despertar. Ella estaba acurrucada contra su cabeza, y los labios de él rozaban su muslo.

-Sakura…- murmuró Kakashi, con voz pastosa, y se levantó para mirarla. Ella no contestó, renuente a aguantar otro ataque de escrúpulos de su profesor. Estaba por interrumpir para decir algo como "ya sé que eres mucho mayor que yo", pero él sonrió, haciendo que abortara el plan.

-Sakura, ya no puedo seguir negando que te amo.- Sonrió, ante su expresión sorprendida, y continuó –Pero… tendremos que mantener esto en secreto, o Tsunade-sama me matará.

Sakura se echó a reír, dividida entre la felicidad y la imagen de lo que sería la cara de la hokage. Cuando paró, se levantó para vestirse e ir a arriesgar su vida. Una vez más.