Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. Todos son humanos.

CHANTAJE PASIONAL


Cap. I

-¿Te apetece ir a tomar algo esta noche?

Mi secretaria, la cual había comenzado a trabajar para mí hacía unos pocos días, comenzó a hiperventilar. Sentí como una sonrisa de suficiencia enmarcaba mi rostro, no pude evitarlo, hacerles sentir algo así a las mujeres era algo con lo que inevitablemente disfrutaba.

Era consciente de lo que era capaz de provocar en las féminas y me sentía orgulloso. Hacía algunos años me juré no volver a sufrir por ninguna de ellas y ahora eran ellas las que caían gustosas en mis redes creyendo tal vez que podríamos llegar a algo más serio.

¿Amor? ¿Qué significaba esa palabra para mí? Hacía bastantes años que no significaba nada, absolutamente nada.

-Supongo que eso es un sí.- Susurré más cerca de su rostro, acariciando con mi aliento su rostro. El ascensor abrió sus puertas y me erguí. - Paso a buscarte a las 11.

-Esto.. Sí… ¿Sabes donde vivo?- Salí del ascensor, sin hacerle caso.

Aunque con gusto le habría recordado que era yo el jefe de la empresa y podía disponer a mi antojo de las informaciones de mis trabajadores.

Me subí en mi Volvo, y dejé el maletín sobre el asiento del copiloto, entonces sonó mi móvil.

-Oh, no… - Bufé fastidiado, al saber de quien se trataba. - Tanya… creo que te lo había dejado claro.

-¿No podemos vernos esta noche?- Preguntó ella.

Si había algo que me diese rabia era que las mujeres se pusieran pesadas. Y con Tanya cometí un error fatal. Era una de las modelos que habían pasado por la revista, y había consentido tener una especie de aventura con ella, nada serio, nada que ella no supiera, sin embargo no dejaba de molestarme y de presionarme siempre que podía.

-Imposible, tengo otros planes. - Colgué.

Arranqué mi Volvo después de aflojar el nudo de mi corbata, la verdad es que necesitaba descansar, aunque no sabía si podría descansar mucho ya que le había prometido a Emmet salir a jugar un poco de fútbol con otros amigos. Suspiré, la idea me dejaba más cansado aún con el simple hecho de retenerla en mi cabeza.

Alguien se cruzó de repente al salir de las instalaciones de la empresa y frené bruscamente.

-¡¿En qué estabas pensando?! - Grité asomando la cabeza por la ventanilla del coche.

-¡¿En qué estabas pensando tú?! ¡Si no te has dado cuenta no hay mucha visibilidad y por esa razón no tenías que haber venido a esa velocidad!- Gritó la chica exasperada.

No podía negar que la chica era bastante guapa, su pelo castaño caía sobre su espalda hasta la cintura, su cara era fina y sus ojos eran grandes y marrones, su figura era bastante graciosa, sus curvas se marcaban bastante con esa falda negra, alta y ajustada que llevaba, y aunque no podía negar que me había hecho gracia su reacción, tenía que admitir que me había sacado de mis casillas. Ella se acercó hasta mi ventanilla.

-Deberías disculparte.- Decía por el camino, hasta que se paró en mi ventanilla. Sonreí con suficiencia al notar que no era tan diferente a las otras chicas y que ni por asomo podía resistirse a mí.

-A lo mejor eres tú la que debería disculparse.- Dije prepotentemente. - Y ahora disculpa, acabo de salir de trabajar, quiero llegar a mi casa.

Salí de las instalaciones dejándola atrás con el ceño fruncido, me dio la sensación de que se había enfadado, a lo mejor por dejarle con la palabra en la boca. Esa idea me hizo reír.

Aparqué mi Volvo en el estacionamiento del bloque en donde vivía y subí las escaleras pesadamente, la verdad es que no tenía ganas de ir a ningún sitio, solo quería tirarme en el sofá. Abrí la puerta del apartamento esperando que Emmet ya estuviese listo, pero me sorprendí al verlo tirado en el sofá viendo la televisión.

-¿Qué haces ahí tan tranquilo? - Le pregunté dejando el maletín en la mesa del comedor.

-Se ha cancelado el partido.- Una ola de alegría me invadió por algunos segundos y no pude evitar sentirme algo más desahogado, podría estar descansado completamente y esta noche lo daría todo para estar con Jane.

-Bueno, entonces voy a descansar un poco.

Me quité la corbata dejándola tirada en la mesita de centro, me hice un sitio en el enorme sofá, donde Emmet se encontraba y subí mis piernas para que quedaran estiradas en el reposapiernas extensible del sofá.

Emmet y yo nos habíamos ido a vivir juntos cuando empezamos la universidad, él había estudiado Educación Fisica y yo empresariales. Mi padre Carlisle dirigía junto a mi tío una empresa de revistas de moda, una de bastante prestigio en Phoenix, Breaking rules. Mi padre y mi tío habían decidido dejar la empresa en mis manos entregándome todas las acciones y provocando así que yo quedara como el único accionista, era algo que no se daba con mucha frecuencia, pero ya habíamos hablado anteriormente de todo aquello.

Era un jefe por lo general bastante jóven, solo contaba con 27 años, y ya llevaba solo en la empresa 2. Y todo iba viento en popa o eso parecía, solía concentrarme mucho en mi trabajo, era lo único que me importaba, bueno a parte de Emmet, a quien consideraba como mi hermano, aunque debía admitir que últimamente estaba dejándome de lado por una chica.

Después de descansar un poco, cogí el portátil y miré mi e-mail para encontrarme con una sorpresa algo desagradable. La representante de una empresa que comercializaba lo mismo que la mía acababa de proponerme algo. Una fusión. Comencé a reírme nerviosamente, ¿pero qué se pensaba esta mujercita?

-¿De qué te ries? - Preguntó Emmet.

-Ah… nada, tranquilo.- Dije calmado.- Tonterías de los e-mails.

No iba a aceptar algo así jamás, mi revista era de las más vendidas en el país y no pensaba sacarle las castañas del fuego a esa pequeña empresaria, no. Aunque bueno a lo mejor estaría bien conocerla. Solo era cuestión de verla y saber si era mi tipo o no, la verdad es que no perdía nada. Así que decidí contestarle.

Estimada Señorita Swan,

le agradezco mucho que me haya informado por vía mail. Pero me gustaría tratar estos detalles con algo más de profesionalidad en el despacho de Breaking rules. ¿Le parecería bien pasarse mañana por la mañana?

Un cordial saludo.

Atentamente, Edward Cullen.

Y enseguida recibí la contestación, bueno había aceptado. Sonreí con picardía, esperaba que aquella mujer y yo llegáramos a algo más que a una simple negativa, porque realmente no estaba dispuesto a fusionar mi prestigiosa empresa con la suya, eso ni en mis peores pesadillas.

Apagué el portatil, cené, y me dirigí a la ducha para asistir a mi cita de las 11. Me puse un suéter beige con unos vaqueros oscuros y me peiné de manera casual. Después me puse un poco del perfume de Jean Paul Gaultier, y ya estaba listo para salir.

-Emmet, me voy, no sé a que hora voy a llegar, si llego. - Reí.

-Vaya, tú y tus ligues. Bueno creo que yo también voy a salir un rato, he quedado con…

-Rose.- Dijimos al unísono, yo puse los ojos en blanco.

-Te estás enamorando.- Me mofé de él. Emmet se limitó a girar la cabeza, volviendo a mirar la televisión.

-Hasta mañana Edward.

Emmet, mi viejo amigo Emmet. Habíamos compartido muchos años juntos y jamás lo había visto quedar con la misma chica más de tres veces, pero con esta Rosalie era diferente, bastante diferente, y esto ya me estaba oliendo bastante mal.

A él también lo iban a engañar y estaba viendo como iba a sufrir. En mis años en la facultad comencé a salir con Ángela, una de las chicas que asistía a mi clase. Mi amor por ella se había vuelto incondicional, estaba loco por ella, nunca se me habría pasado por la cabeza dejarla porque la consideraba mi compañera en todos los sentidos, pero esa consideración quedó atrás cuando me dejó, diciéndome que ya no sentía nada por mí.

Mi corazón quedó destrozado y me prometí a mi mismo no volver a enamorarme, solo jugar con ellas, pasar una noche, quizás dos, según la que fuese. Había guardado mi corazón en una caja de cristal, protegiéndolo así de cualquier sentimiento relacionado con el amor. No volvería a permitir que ninguna de ellas jugara conmigo.

Paré enfrente del bloque de Jane, quien se había vestido de manera peligrosa para mí. Sus blancas y largas piernas quedaban descubiertas gracias a la falda azul marino que llevaba, su chaqueta negra no escondía la forma de sus bien pronunciados senos y su cabello color dorado caía lacio sobre sus hombros.

-Buenas noches.- Saludé cuando entró en el coche.

-Hola.- Respondió tímidamente.

-Estas preciosa.- Dije poniendo una mano en su rodilla. Noté al instante como cerró los ojos y se tensó.

-Gr… acias.- Tartamudeó.

Mi cita transcurrió como otra más, no habíamos hablado mucho, ya que era algo que tampoco me permitía hacer. Buscaba la salida más fácil, no quería conocerlas, solo pasar un buen rato, así que a las 12 ya nos encontrábamos en la cama de su apartamento.

Era algo sencillo, fácil y a la vez placentero. Lo que todo hombre buscaba, citas fáciles, chicas fáciles, una cosa llevaba a la otra. Me desperté temprano, aún no había amanecido, miré la cabeza que reposaba en mi pecho y sonreí con suficiencia. Había caído rendida y es que no podía negar que sabía perfectamente como se sentían entre mis brazos. Aparté su cabeza y el brazo que me rodeaban cuidadosamente para no despertarla. Me gustaría ver su cara al despertar y no encontrarme allí, pero… tenía que volver al piso para prepararme, con suerte esa noche volvería a tener otra cita.

Abrí el grifo de la ducha y dejé caer el agua caliente sobre mi cuerpo, eso me relajaba bastante. Después salí y mi rostro cambió por una expresión de fastidio cuando vi las marcas de mi cuerpo. No me gustaba en absoluto que las mujeres me marcaran y Jane lo había hecho, así que si había considerado el hecho de volver a salir con ella, lo acababa de rectificar en ese mismo instante.

-Buenos días Emmet.- Dije sacando el zumo de naranja del frigorífico.

-¿Cómo te fue con tu ligue? - Preguntó probando una tostada.

-La verdad, es que las ha habido mejores.

-Eso quiere decir que no vas a quedar con ella otra vez.

-Correcto. - Dije riendo. Cogí un vaso y vertí el zumo, después cogí una de las tostadas de Emmet.

-¡Eh!

-¿Qué pasa? Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo.- Dije tirándole un beso burlonamente.

-Sí claro…

-¿Sabes qué? Tengo una reunión importante.

-¿Qué reunión?

-Bueno… es una "reunión de negocios".- Dije haciéndole las comillas con los dedos.

-¿Y eso que quiere decir?

-Una ilusa pretende fusionar su pequeña empresa con la mía, pero… yo solo quiero conocerla a ella.- Dije sobradamente.

-Ajá, típico en ti. - Comenzamos a reír.

Después de desayunar me anudé la corbata, me puse la americana, cogí el maletín y me dirigí hacia el estacionamiento para subirme en mi Volvo. Tenía suerte de ser el jefe ya que ya llegaba tarde de una hora.

Subí por el ascensor hasta la 3 planta y cuando se abrieron las puertas vi a Jane, mi secretaria, con su usual moño. Al verme, noté como sus mejillas se sonrojaban y retiró su mirada en mi dirección. Nunca entendería esas reacciones, solo habíamos pasado una noche juntos.

-Buenos días Jane, ¿algo nuevo?

-Bu… enos días.- Dijo con voz temblorosa.- La señorita Swan te está… - Cerró los ojos y rectificó.- Le está esperando en su despacho. Intenté impedirlo explicándole que tenía que pedir cita primero conmigo, pero insistió en que ya había hablado contig… - Volvió a hacer el mismo gesto.- Con usted.- Intenté reprimir la risa que me producía su comportamiento, pero lo mejor era eso, no quería que confundiera términos.

-Claro, ya hablé con ella, tenía que habértelo dicho, lo siento Jane, hasta luego.

Avancé y me dirigí a mi despacho, suspiré esperando que la mujer que hubiese dentro fuese un total cañón y sonreí. Abrí la puerta, había una jóven figura femenina sentada en una de las butacas de mi despacho, dándome la espalda. Dejé mi maletín junto a mi mesa y me dirigí hacia ella para saludarla. Extendí mi mano.

-Mucho gusto señorita… Swan… - Y sí, me quedé helado, y parecía ser que igual que ella.

-No puede ser.- Dijo llena de fastidio con el ceño fruncido. Rasqué mi cabeza.

-Vaya, podemos confirmar que las coincidencias existen. - Ella soltó un bufido, que la hizo parecer adorable.

-Tenía que haberle hecho caso a mi padre.- Me pareció escucharla murmurar.

-¿Perdón?

-Nada, simplemente estaba maldiciéndote. - Volví a quedarme de piedra, normalmente las mujeres no me trataban de esa manera, al contrario, eran amables, nunca me atacaban, aunque no podía negar que me sentía bastante atraído por las reacciones de... Bella.

-¿Debería darte las gracias?- Pregunté irónico.

-Deberías no ser el director de esta empresa. - Dijo refunfuñando. Negó con la cabeza provocando que las ondas de su cabello rozaran sensualmente sus hombros. Mi mente de manera inconsciente comenzó a imaginarla de más de mil maneras y todas ellas incoherentes, sacudí mi cabeza entonces, intentando volver en razón.

-¿Has cambiado de opinión?- A lo mejor ya había reconsiderado la fusión.

-Naturalmente que no, no me rindo fácil. - Eso estaba bien, por fin una mujer con carácter, aquello me excitaba más aún.

Mis ojos no pudieron evitar bajar hasta el escote de su camisa blanca, el cual era algo sugerente, dos de los botones se encontraban desabrochados, dejando al descubierto un par de centímetros del canalillo de sus pechos. Algo hizo eco en mí y carraspeé, dejando de observar aquella fatídica vista.

-¿Piensas dejarme así? - Intenté sonar simpático. Aún tenía la mano extendida, pero ella no respondía. Seguía mirando mi mano con algo de resentimiento. -¿Qué tal si empezamos de nuevo? - Sonreí de aquella manera de la cual sabía que podía dejarlas totalmente aturdidas, aunque su reacción causó que aquella certeza cayera a máxima velocidad, dejándome una vez más sorprendido. - Edward Cullen. - Su expresión cambió por un momento y dejé de sentirme amenazado por su profunda mirada.

-Bella Swan. - Dijo estrechando su mano finalmente con la mía. Sentí al instante como ese contacto solo era el primero y el más formal e inocente de todos, y en ese momento, supe que había comenzado el más duro reto personal que jamás me había planteado, o… a lo mejor no tan duro.


Pf, no sé como saldrá esto, pero allá vamos con un Edward algo más malote. :)

MUUÁ