Disclaimer anti-derechos de autor: Los personajes son de Daisuke Moriyama. (Échale mano, a ver quién rayos es ese tío...)

A GemCia's Chrono Crusade fanfic...

Se trata de un universo alternativo de esos. La época data los 1920 o 1930, pero nunca se sabe... Y el lugar de la acción es algún sitio donde la religión se tome muy en serio.

Normas de lectura de este fanfic:

-Cosas que se hablan-

"Cosas que se piensan, y que si no las piensa Rosette, puede oírlas Chrono" (esto ya lo explicaré...)


LA HISTORIA DE UN DEMONIO Y UNA MONJA.

Capítulo 1: El encuentro.


La madre superiora Kate observó perpleja cómo aquella tranquila mañana, una paloma entró volando por su ventana, se aposentó sobre la mesilla y cual si fuese un mensaje del cielo desapareció dejando una estela de plumas sobre la estampa de la santa María Magdalena.


La madre Kate espetó en voz alta a todas las hermanas -Hoy es el bicentenario de la santificación de nuestra patrona, y por tal motivo tendremos la tarea de repartir comida entre los más necesitados.

Rosette murmuró con desgana -¡Jo, qué rollo! Siempre trabajo...

-No obstante,- continuó la madre Kate -al ser una ocasión especial, solo, solo por esta vez, iremos a la plaza.

Ante esto, las oreja de Rosette se alzaron con interés y su rostro se iluminó de puro entusiasmo. Desde su entrada en el convento de clausura de Santa María Magdalena, hacía más de cinco años, ni ella ni ninguna de las hermanas habían salido al exterior. Todo lo hacían a puertas cerradas. Este discurso fué realizado hace un par de horas solamente.

Por eso, Rosette tenía ahora mismo un brillo especial en su cara, y saltaba de un lado a otro comentandolo con sus compañeras mientras lavaban la ropa. -¡El exterior! ¡Me pregunto si seguirá estando todo igual...!

La hermana Mary suspiró resignada -Es posible. Aunque...

La hermana Claire se extremeció y susurró temblorosa -¿Y si nos topamos con un hombre con malas intenciones?

La hermana Anna se encogió de hombros. -No tendremos tan buena suerte...

-¡Oye!- exclamaron las otras dos escandalizadas.

Ella las miró una por una, un poco avergonzada. -E... Es decir, no se fijarán en nosotras, estamos casadas con Dios y... además, estas ropas no...

Claire negó con la cabeza. -No lo entiendo, desde luego... Los hombres son demoníacos...

Rosette sabía porqué decían lo que decían. Anna había sido una chica bastante promíscua en su adolescencia, y aquello del voto de castidad no le acababa de agradar. Mary había enviudado al poco de haberse casado, siendo demasiado joven. Claire, sin embargo, temía a los hombres con toda su alma. Las tres eran monjas obligadas por sus padres.

En cambio, el destino de Rosette había acabado allí por voluntad propia. Era la única huérfana. La enfermedad de su hermano Joshua había empeorado hasta que terminó en aquel extraño coma, entre el mundo de los vivos y el de los muertos, y hasta la fecha no ha podido despertar. Rosette se instaló en el convento y rezó todos los días, esperando que algún día su hermano volviese a abrir los ojos, nunca perdiendo la sonrisa de su cara ni la esperanza de su corazón...

Pero aquel lóbrego lugar que era el monasterio de Magdalena, sin una sonrisa, ni luz, estaba minando gota a gota su vida. Tanto, que ha meses que no rezaba, y muchas noches oscuras y silenciosas una súbita tristeza la azotaba. Aquella cárcel debía ser su penitencia autoimpuesta.

-¿No lo sabéis?- continuó Anna, aunque Rosette hacía rato que había perdido el hilo de la conversación. Es verdad, había incluso olvidado que estaban lavando. -¿Saber qué?

-¡Se dice que esta salida está organizada únicamente porque la madre Kate ha tenido una aparición!

Mary parpadeó. -Qué raro...

Rosette se rió -¡Jaja, y os lo creéis!

-¡Es cierto!- continuó Claire. -¡Una paloma ha entrado a su cuarto de madrugada!

Rosette habló irónica -¡Sí, claro una paloma volando por la mañana es lo más raro del mundo!


Llegó la tarde esperada. Los músicos llenaban la plaza de alegría mientras todo tipo de mercaderes intercambiaban animales, dinero, telas, etc...

Una fila enorme se extendía hasta donde las hermanas se encontraban, repartiendo un plato caliente a todo aquel que se lo pedía.

El Sol deslumbraba a Rosette, que no se atrevía a cerrar los ojos. Le parecía una pena que ella tuviese que llevar aquel horrible atuendo que la cubría de pies a la cabeza e impedía que el Sol iluminase su piel, pero al menos se encontraba en el exterior. Era una gigantesca diferencia, estaba fuera por primera vez en cinco años. Tenía poco de que quejarse.

Fué un atardecer precioso. Las hermanas volvían al monasterio. Al entrar tras las puertas, cada una volvió a sus quehaceres... Hasta que dos horas más tarde, la alarma se extendió por todo el convento.

-¡¡Falta una hermana!!

El rostro de la madre superiora pronto se contrajo, y tras contarlas a todas, gritó -¡¡Rosette Christopher se ha perdido!!


Los feriantes habían recogido sus puestos y la plaza estaba más oscura, aunque las farolas permitían a los viandantes cruzar de acá para allá, hasta que pronto no hubo nadie más que Rosette. No se había perdido, es que no quería volver. Se sentó en un banco, demasiado libre y alegre para preocuparse de volver al monasterio. Sabía la riña tremenda que recibiría al volver, pero no le importaba en absoluto. Era libre por aquella noche.

Abrió los ojos hacia las estrellas y suspiró -Joshua... ¿Qué ha sido de tí? ¿Has podido despertar?

Una paloma descendió justo delante de Rosette. Ella parpadeó. ¿Una paloma de noche?

La paloma la miraba, desafiante. Rosette pensó "¡Te vas a enterar!" y se lanzó para cogerla, cayendo tontamente al suelo cuando la paloma se movió un poco.

Rosette se levantó y gritó -¡Esto es la guerra!- e inició una estúpida persecución tras la paloma, que se adentraba en la zona arbolada de la plaza...


Una paloma se había posado sobre su hombro. Él la miró y rugió. -¡Apártate, estúpida! ¿Qué haces volando de noche?- Cuando la paloma no se movió, él la miró con furia y gritó con los ojos "¡Soy peligroso! ¡Márchate!"

Justo en ese preciso momento, una mujer chocó bruscamente con él, cayendo los dos al suelo. Una mujer cubierta de los pies a la cabeza con un atuendo de novicia, y unos deslumbrantes ojos azules.


Había chocado con un chico. Tan concentrada había estado en la paloma que no notó su presencia. Se levantó disculpándose, roja como un tomate. -¡Lo siento, lo siento mucho! ¿Estás bien?

Era un chico que vestía una gigantesca tela marrón, bastante harapienta, que le cubría hasta casi los pies descalzos. Su despeinada cabellera larga era de un extraño color púrpura, pero lo más sorprendente fueron sus ojos rojos, del color de la sangre.


El chico parecía hipnotizado mirando la mano de la mujer. Estaba completamente quieto, sin acabar de comprender que la chica le estaba tendiendo la mano, ni tampoco porqué sentía calor en el rosto.

Rosette se preocupó realmente de haberle hecho daño, porque no se movía en absoluto, así que se arrodilló para comprobarlo.

-¿Te encuentras bien? ¿Te has roto algo?

La sangre le golpeaba furiosamente las mejillas. No lo entendía. No podía escucharla. Sus pensamientos no llegaban a sus oídos. De haberlo hecho, no habrían chocado.

-Estoy bien- dijo, cuando recordó cómo se hablaba.

Rosette sonrió diabólicamente. -¡Vaya, pero si resulta que hablas mi idioma!- ella le tendió de nuevo su mano -¡Venga, deja de limpiar el empedrado del suelo!

Él se dejó levantar, sintiéndose humillado. Perfecto, ahora una humana le tomaba el pelo.

-Mi nombre es Rosette. ¿Cuál es el tuyo?- Preguntó curiosa a unos penetrantes ojos rojos.

-...Chrono.

Rosette asintió. -Es peligroso ir de noche por la calle solo... ¿dónde están tus padres?

Chrono la miró, confundido. -¿Mis... padres?

Ella asintió. -Sí, tus padres. Venga, te ayudaré a buscarlos, seguro que andan como locos buscándote.- dijo, y le cogió de la mano. Chrono se apartó al instante, una chispa eléctrica había saltado. Rosette parpadeó.

-Vete, porfavor... Soy peligroso...

Rosette volvió a parpadear, incrédula. -¿Peligroso?- preguntó. No le parecía peligroso. Peligroso era un asesino con una motosierra, un violador maníaco, pero no un niño mal vestido. ¿Sería un ladrón? ¿Qué le iba a robar a una monja, que no tenía nada suyo? -Anda, no bromees, vamos a buscar a tus padres...

Chrono susurró incrédulo -¿Es que no te doy miedo?

Ella le miró de nuevo. Era un niño, aunque segundo a segundo pareciese menos desvalido y más fuerte, pero seguía siendo un niño. -¿Porqué me ibas a dar miedo?

Chrono examinó atónito su alrededor. Los pájaros, todos, habían huído. Ningún perro ni gato se había atrevido a acercársele. Ni siquiera los pocos humanos que le habían visto habían tenido el valor de dirigirle la palabra, huyendo despavoridos. ¿Es que esta era la unica humana tonta capaz de abrazar a la muerte sin abrir los ojos?

-No tengo padres.- explicó Chrono.

Rosette se sonrojó al instante, de la cabeza a los piés. -Lo... lo siento, debí suponerlo, siempre pienso que todo el mundo tiene familia... es un problema... ¿Te cuídan tus tíos?

Chrono negó con la cabeza. -Estoy solo.

Rosette se entristeció en extremo. ¿Cómo podrían dejar a un niño abandonado? Negó con la cabeza, pensando en lo injusto que era aquello. -Te llevaría al convento a pasar la noche, pero a las hermanas no les gustaría la idea... No dejan entrar a nadie en el convento, ni siquiera al repartidor...

-¡¡Rosette!!- se escuchó llamar desde el otro lado. Rosette se llevó las manos a la cabeza -¡Auhg, mierda, me van a encontrar! ¡No quiero volver, no quiero!- pataleó cual niña de ocho años.

Chrono clavó su mirada en el suelo. No podía oír sus pensamientos. ¿Tendría o no tendría miedo de él? Lo cierto es que el silencio alrededor de ella era agradable, pero ya comenzaba a oír el llamado de quienes la buscaban. Y apretó los puños con fuerza. -...¿No puedes quedarte un poco más?- preguntó.

Rosette iba a responder cuando...

-¡¡¡AQUÍ ESTÁS!!!- gritó Anna, cogiéndola del brazo. -¡¡Nos tenías preocupadas!!

La hermana Mary la seguía muy de cerca, advirtió a sus espaldas -¡Detened la búsqueda! ¡La hemos encontrado!

Claire se acercó -¡Rosette, cuánt...!- al reparar en la presencia de Chrono, un súbito pánico le entró. Era la sensación de estar cerca de la muerte, algo irracional. -¡¡¡UN HOMBRE!!!- chilló escandalizada.

Mary se contagió de esa sensación de miedo. Los ojos del chico eran extraños. Anna también lo sintió, aunque decidió que debía de ser por una tontería. -E... es de noche... y... ¡No es un hombre Claire, solo es un niño!

A pesar de ello, ninguna de las tres dejó de sentir miedo. Lo cierto es que había demasiado silencio para ser de noche, ni siquiera los grillos chillaban. Rosette las miraba de hito en hito. -¿Que os pasa? Oye Chrono, ¿qué...?- calló de pronto. Chrono no estaba. Se había ido.

En lo alto de la estatua, la paloma poco a poco iba tomando una forma más humana y bella, de rizos dorados y deslumbrantes ojos, llenos de alegría y sabiduría. Se alegraba de haber actuado. "Dos almas tan cándidas... Se estaban echando a perder. He hecho bien en presentarles..."

Y así, María Magdalena ascendió hacia la Luna envuelta en un manto de plumas blancas que iluminó la noche.

Continuará...


NO, NO HE ABANDONADO MIS FANFICS... Es que... si abandono esta idea, no la haré nunca... Nunca dije que solo fuese a escribir fanfics de Ranma, es que esa es mi serie predilecta... Volveré pronto, aunque no lo puedo prometer...