El sol resplandecía, augurando un hermoso día, el reloj marcaba las doce del día. Apartó la mirada de la revista que tenía enfrente de sí, dirigiéndola ahora a su izquierda, desde donde miró por la ventana el paisaje que se le ofrecía. Las nubes pasaron lentamente frente a sus ojos de un color jade. Suspiró al ver que el avión comenzaba a descender, pronto llegaría a su destino. Se colocó su gorra favorita sobre su cabello negro con reflejos azules.

Apenas los pasajeros comenzaron a descender, los imitó, tomando la revista "Pro tennis" que instantes atrás leyera. Se colocó los audífonos para escuchar un poco de música mientras se dirigía a recoger su equipaje. Al llegar al aeropuerto ya le esperaba su familia.

Distinguió la silueta de su abuelo y su madre. Su madre era una mujer muy hermosa, aparentaba ser más joven de lo que en verdad era, su cabello era largo, también de color negro con reflejos azulados. Llevaba un vestido debajo de las rodillas, liso, sin mangas y de color amarillo claro con zapatos blancos de poco tacón. Su abuelo llevaba un kimono tradicional de color negro, calzaba sandalias; tenía una barba blanca, todo en él inspiraba confianza.

De pronto, su madre le distinguió entre la multitud y empezó a saludarle con la mano desde lejos tratando de llamar su atención, ocasionando que se sonrojara.

-¡¡¡Makoto!!! ¡¡¡Por aquí!!!

-Hija, no deberías de ser tan ruidosa, vas a abochornarle.

-Tonterías, papá; soy su madre y tenía muchas ganas de verle.

-Lo bueno fue que dejaste esa tonta bandera en el auto, no entiendo en qué pensabas al traerla aquí.

-Pues agitarla para que nos distinguiera pronto, además, me había quedado muy bonita. Me pasé toda la noche haciéndola y hasta le bordé su nombre. ¡¡¡MAKOTO!!!

Pronto, a su lado se encontraba una silueta de aproximadamente doce años. Llevaba tenis blancos, un pantalón azul marino, una chaqueta azul marina con unas franjas blancas que combinaba con su atuendo y una gorra negra sobre su cabeza. Su cabello con reflejos azul marino resaltaba en comparación con sus ojos verdes. Llevaba una gran mochila al hombro.

-¡Me alegra tanto verte, Makoto! ¿Qué tal el viaje? –preguntó su madre.

-Tranquilo –dijo sin mostrar emoción alguna.

-Supongo que tendrás hambre, vayamos a casa, tu madre preparó una deliciosa comida para festejar tu regreso. Yo me haré cargo del resto de tu equipaje.

Así, instantes después los tres viajaban en un auto azul deportivo con rumbo a su casa. Makoto miraba por la ventana, tratando de memorizar el paisaje. Pronto llegaron a su destino, en donde ya los esperaban. El resto de la tarde fue de fiesta, pues hacía mucho tiempo en que la familia no se reunía. Makoto había crecido en Italia, con su padre, mientras que su madre permanecía en Japón. Aunque no era un matrimonio divorciado ni separado, el trabajo de él le impedía pasar el tiempo con ella.

Después de festejar, Sora Masayoshi, la madre de Makoto, se dirigió a su padre.

-Papá, ¿crees que hayamos hecho bien?

-Por supuesto, Seigaku es una fantástica escuela. Además, la institución ha destacado en el tennis, justamente el deporte que practica Makoto, así que no veo ningún inconveniente en que asista allí.

-Acaba de llegar, yo pienso que debería descansar por lo menos un par de días.

-De ninguna manera, mañana mismo iniciará clases en el Seigaku, entre más pronto mejor. Además, ya le inscribí.

De nada sirvieron los peros que Sora puso, sabía que cuando su padre se proponía algo, nada ni nadie lo hacía cambiar de idea. Así que se dirigió a la habitación de Makoto, quien se encontraba en el suelo, mirando por la ventana la luz de la luna que en ese momento brillaba alta en el cielo.

-No hace falta que digas nada, madre. Aunque mi abuelo me hubiese permitido descansar, yo iría mañana mismo al Seigaku, he tenido la oportunidad de leer folletos sobre él y sé que es de las mejores escuelas de todo Japón –lo anterior lo había dicho sin mirarla, contemplando todavía el cielo.

-Pues sí, pero pensaba permanecer más tiempo contigo, el viaje fue muy largo y pensé que te gustaría descansar.

-Descansaré el fin de semana. Si me disculpas, ya quiero dormir, mañana será un día largo y pienso llegar temprano a la escuela –mencionó mientras se paraba del piso.

-De acuerdo.

Su madre se acercó y le dio un beso en la frente antes de salir del cuarto, aún se detuvo en la puerta y dijo antes de salir:

-Eres igual a tu abuelo.

A la mañana siguiente, Makoto se levantó temprano, se bañó y, como aún no tenía el uniforme del Seigaku, se vistió con un pantalón blanco con una franja azul cielo en los costados, chaqueta blanca con una franja azul cielo y una gorra blanca también, con una estrella azul cielo bordada al frente. Tomó su mochila y bajó a la cocina, en donde ya le esperaba su madre con el desayuno.

Después de sólo tomar un vaso de jugo de naranja (aunque su madre le pedía comiera algo más), se despidió de su familia y salió en dirección a Seigaku. Caminó por una calle poco transitada y pronto distinguió que adelante iba un muchacho con el mismo rumbo.

-Disculpa, ¿a qué escuela asistes? –mencionó Makoto apenas alcanzó al desconocido.

-Al Seigaku –mencionó el muchacho.

Makoto notó que tenía el cabello de un color rojizo, una bandita en la mejilla derecha y rasgos gatunos. El desconocido le sonrió ampliamente.

-¿Por qué lo preguntas?

-Hoy inicio clases allí.

-¿Ah? ¿Y piensas ir vestido así?

-Aún no tengo el uniforme, así que no me queda otro remedio. Y dime, ¿en serio el club de tennis es tan bueno?

-Ya veo, quieres entrar en el equipo, ¿cierto?

-Así es…

-Hoy podrás comprobarlo, el día de hoy se eligen a los titulares. ¿A qué año entras?

-A primero.

-Lástima, los novatos aún no pueden jugar; pero espero disfrutes de los encuentros.

Makoto agachó la mirada y, sin que el muchacho lo notara, sonrió. Pronto llegaron hasta la entrada del edificio. El chico se volteó para enseñarle a Makoto la institución pero ya no había nadie con él, algo fastidiado cruzó los brazos por detrás de la nuca y, haciendo puchero, dijo:

-Ahhh… ¿dónde se habrá metido?

-¡Kikumaru!

Eiji volteó para distinguir quién lo había llamado, topándose con el resto de los titulares. Estos se acercaron a él, rodeándole.

-¿Qué ocurre?

-La entrenadora quiere que nos reunamos, perderemos las clases para comenzar a practicar -comentó Oishi.

-¿Ahh? ¿Tan temprano? –se quejó.

-¿Algún problema con ello? –interrogó Inui.

-No, no, ninguno, ¿verdad "cachorro"? –sonrió Eiji.

-A mi me da igual… -dijo Echizen.

La práctica comenzó con 20 vueltas alrededor de la cancha, lo que fatigó a los titulares. Luego se enfrentaron entre sí para probar sus habilidades. Finalmente salieron el resto de los juniors y seniors para competir entre sí. Como antes, se dividieron en Bloque A, B, C y D. Cuando hicieron los equipos, se dieron cuenta que en el Bloque A faltaba un integrante para poder competir.

-Entrenadora, falta un chico.

-Ya me di cuenta, Inui. Es un alumno nuevo, por lo tanto todavía estaba en la dirección alistando trámites. No debe tardar en llegar.

-Mmm… Masayoshi Makoto –inquirió el de lentes, leyendo la hoja de registro.