[b]PRÓLOGO[/b]

"Siento cómo me pesa el cuerpo... cómo sucumbo a la pesadez del cansancio... Solo unos metros más... y podré acabar con esta vida en la tranquilidad de mi antigua casa... Mi hogar. El hogar… de mi patética infancia"

Había caído varias veces al suelo por el camino, pero siempre volvía a levantarse para seguir caminando. Andar... al lugar que le vio nacer, un lugar maldito por el destino de su familia, un lugar maldito por el rencor y las ansias de venganza de los primeros miembros de aquel odiado clan.

El joven levantó la vista, con los ojos entrecerrados para que la continua lluvia no le dañara. Su propia vista se tornaba roja constantemente al mezclarse con su propia sangre, pero nada importaba, solo importaba llegar hasta allí, hasta su antigua casa. Quería morir donde todo había empezado, donde había visto, diez años atrás, a sus padres muertos.

Volvió a caer y, tendido sobre el suelo, empezó a retorcerse con la intención de ponerse a cuatro patas primero, para luego levantarse con sus últimas fuerzas y dar unos pasos más.

"Llegar donde no hay nada... es lo único que importa, lo único que todavía me deja caminar..."

No había ni un alma en la calle, había llegado en el momento exacto para no encontrarse con miradas curiosas, para que no vieran cómo el [i]traidor[/i] regresaba a la gran Konohagakure. Otra vez en el suelo, cuando ni siquiera había dado dos pasos. Se sentía derrotado, débil y... acabado.

Intentó por todos los medios arrastrarse por el suelo, para seguir avanzando, pero había hecho un largo viaje, y estaba exhausto, demasiado cansado y debilitado para seguir avanzando.

Su vista, nublada.

Sus músculos, agarrotados.

Su cuerpo, cubierto de sangre. La sangre de su propio hermano, su propia sangre...

Cierto, había derrotado a su hermano. Había podido vengar a su familia. Había conseguido su único propósito en la vida... Ahora solo le esperaba la muerte, por eso volvía a su casa. Porque quería morir en el sitio exacto para cerrar el círculo, para que la historia no se volviera a repetir.

[b]Oscuridad[/b]

"Hace años… cuando todavía era un patético niño… todo acabó para mí." Su respiración era agitada, pero seguía luchando por levantarse. "Pensé… que una vez te matara… podría estar en paz. Reconstruir…" empezó a toser, escupiendo sangre y mostrando una mueca con absoluto dolor por el esfuerzo que estaba haciendo, pasando sus límites, desde hacía semanas. "… mi clan, el Clan Uchiha. Pero… sé que la única forma de estar en paz, será ir al infierno…"

[b]Sangre[/b]

"Sé que no estarás, hermano… Tú me salvaste, aunque debiste haber acabado conmigo. Incluso… intentaste hacerme ver que la huída… era el camino hacia la luz. Itachi… tú eras el tonto."

[b]Sangre y muerte[/b]

"Mierda… tengo que cerrar el círculo... ¡tengo que seguir! ¡Tengo que conseguirlo, maldita sea!" Intentó moverse una vez más, gimiendo por el dolor y sin moverse ni un centímetro. "Si me ven... ¡no me dejarán en paz! ¡Solo quiero que me dejen tranquilo! ¡Que me dejen morir en paz!" Ante su patética impotencia, una mueca cubierta de sangre y barro fue lo que apareció en su cara, muy lejos de parecer la sonrisa de medio lado que caracterizaba al muchacho.

"Siempre estaré muy por debajo de ti... Itachi"

Un hilillo de sangre salió de la comisura de sus labios. ¿Ese era su fin? Bueno, cuando los aldeanos despertaran él ya no estaría con ellos...

Por lo menos se conformaba con eso.

Cerró los ojos nuevamente, respirando cada vez más dificultosamente. Escuchando solo el incesante golpeteo de la lluvia en el suelo y sobre su cuerpo, sobre su cabeza, martilleándole.

Y de repente... un golpe sordo.

Pasos y lluvia.

Y luego... el traidor de la villa de la Hoja dejó de escuchar, y sucumbió a la total y completa oscuridad en la que siempre había estado encerrado.