Summary:Su mundo monocromatico era solo eso, blanco y negro... pero y si,ese resplandor casi cegador y divino que veía en el cabello y los ojos del hombre ¿era color?

Aqui reportandome con otra de mis locas ideas...umm...les pido que lean primero y luego les doy mis explicaciones de ciertas cosillas...ah, y hay humanos y vampiros revueltos, ustedes deduzcan quien es vampiro y quien no...

Todos los personajes pertenecen a S. Meyer....


Monocromía

Isabella pestañeó perezosamente pues sabía que siempre al despertarse, encontraría de nuevo su mundo monocromático y falto de vida; homogéneo y carente de eso que llamaban color, el cual no conocía debido a su anomalía congénita, que le privaba de la fantástica experiencia que suponía el color.

La castaña se removió las cobijas de encima, se frotó los ojos, y se dirigió a al baño para tomar una ducha caliente, antes de ir a la escuela. Se metió bajo el agua humeante y cerró los ojos, para deleitarse con la sensación del agua sobre su piel color crema. Al salir del baño, se arregló rápidamente con la ropa que su mamá le escoge a diario. Bajó las escaleras para encontrarse a su madre quien ponía el desayuno sobre la mesa, a su padre leyendo el periódico en su uniforme policial y a su alto hermano acomodándose en la mesa.

- ¿qué hay, Bella? – dijo él muchacho de cabello castaño y ojos azules, los cuales su hermana no distinguía

-genial, Em – se sentó a su lado – algo somnolienta porque Midnight no me dejó dormir con sus ronroneos – miró de reojo al estilizado gato negro, repantigado en su pequeño cojín y volvió la vista hacia el muchacho.

- un día de estos, voy a sacar a ese gato de la casa – dijo el padre de la chica con la vista fija en el diario

- no, Charlie. Ese gato me lo regaló Alice de cumpleaños, no podría botarlo – comentó Isabella al recordar a su amiga entre tanto su madre le servía el primer alimento del día. – Le romperías el corazón y sé que no te gustaría eso – la castaña le recordó al jefe de policía su simpatía por la amiga de su hija y desechó la idea de botar el gato.

- a desayunar, jovencita. Alice estará muy pronto aquí para recogerlos.- la voz de la mujer sonó casi como un regaño forzoso; no era el tipo de madre que reprendía a sus hijos.

- sí, mamá. – murmuró la chica mientras su madre le ponía unas píldoras junto a su desayuno.

- y que no se te olviden los medicamentos para la taquicardia, y también recuerda que tienes una cita de revisión en el hospital – dijo la mujer yendo hacia el fregadero que estaba a unos pasos de la mesa.

- ¿a qué horas? Y ¿con qué doctor? Por cierto, ¿de qué es la revisión?

-andas despistada por estos días ¿no? – la muchacha se encogió de hombros mientras comenzaba a comer – tienes cita de revisión rutinaria a las 4:30 pm – recitó la mujer leyendo el recordatorio pegado en la nevera – con el doctor Miller. Supongo que en la oficina de siempre – Isabella simplemente asintió con la cabeza al tiempo que sonaba una bocina en las afueras de la casa; los dos adolescentes se miraron y soltaron las cucharas sobre los platos que estaban a medio vaciar.

- adiós, papá, adiós mamá – corearon al levantarse de la mesa para tomar sus mochilas en la sala.

-Hasta luego, mis niños. – dijo Reneé con tono cariñoso.

-adiós – replicó el policía entre tanto cruzaban la puerta los muchachos, sacaban goma de mascar de los bolsillos. Ambos se acercaron rápidamente al auto blanco en el cual Alice esperaba.

- no terminaron de desayunar ¿no es así?– comentó la chica de cabello negro cuando entraron sus dos amigos.

- se saluda con un buenos días – comentó el muchacho con intención de fastidiarla mientras ella arrancaba el motor.

- cállate, si no fuera por ella tendríamos que ir a la escuela en la patrulla de Charlie.

- sabes que me gusta molestarla, de vez en cuando – le sonrió a la chica desde el asiento de atrás, la cual le sacó la lengua al voltear su cabeza hacia a la derecha.

De camino a la escuela, los jóvenes cruzaron unas cuantas palabras acerca de sus estudios, algunas bromas y lo que habían hecho el día anterior. Al llegar al estacionamiento del instituto, sus miradas se centraron el foco de la atención de aquel momento. Una chica y un chico, ambos rubios se bajaban de un convertible rojo justo al otro lado de donde estaba el auto de Alice. Obviamente, el par de rubios eran nuevos en el pueblo, nadie al parecer les había visto, pero además de ello, eran espectacularmente hermosos, perfectos, elegantes y llamativos de pies a cabeza, dejando a cuanto estudiante pasara por su lado con la boca abierta.

- ¿y esos quiénes son? – preguntó Emmett admirando la escultural figura de la chica al otro lado del aparcamiento.

- son nuevos en Forks. – habló Alice – yo vi a la chica en el supermercado ayer e iba con una mujer a la cual le decía mamá, pero la mujer era demasiado joven como para serlo; oí que ella se llama Rosalie. Y al chico nunca lo he visto, pero deben de ser familia. – los tres salieron del auto hacia los edificios.

- ¿a quién con esa pinta, se le ocurre venir a vivir a Forks? –casi gruñó Bella, puesto que ella destetaba ese pequeño pueblo, no solo por la lejanía que tenía con la ciudad, sino por el clima lluvioso y nublado que predominaba. Recordaba con añoranza y algo de distancia, su querida Phoenix, la que tuvo que dejar a sus cortos 5 años por sus problemas de visión; pues el sol de Arizona, le impedía ver bien a la niña, entonces su familia tuvo que mudarse al lugar más falto de luz solar del país.

Alice e Isabella se fueron hacia su clase de Química, mientras que Emmett se dirigió hacia gimnasia, puesto que él era solo un año mayor que su hermana, así que estaba un curso más avanzado. Los tres se verían más tarden en el almuerzo, en la mesa de siempre, luego de que el muchacho estuviese en su segunda clase, la de literatura y las chicas en Arte.

Cualquiera pensaría que Isabella, con su impedimento con el color, no participaría en artes, pero en cambio, ella era la mejor de la clase en cuanto a pinturas se refería. Pintaba sin conocer los colores, ella solo veía una paleta de grises en varios tonos; pero para quien pudiese ver el color, eran perfectas obras de arte las que creaba. Mezclas irreales e imposibles de colores, desplegaba la chica con su pincel en el lienzo.

En el almuerzo, de nuevo la atención se centraba en la mesa del par de chicos nuevos; todos se volteaban a verlos, pero cuando uno de ellos cruzaba miradas con algún estudiante, éste de inmediato se intimidaba por la extraña aura que los rodeaba y el particular color de sus ojos, que obviamente Bella no percibía. Ella se aventuró a detallar al par de rubios, a mirarlos de arriba abajo con reparo. Estaba maravillada con cada detalle lleno de suntuosidad del par.

La muchacha, Rosalie le miró con hostilidad, pero sin embargo Bella le sostuvo la mirada, hasta que la rubia giró para ver a su acompañante en la mesa. Isabella se preguntaba que había de especial en ellos, que les hacía tan atractivos. Y realidad eran como un par de imanes visuales para cualquiera, solo que algo les hacia retroceder como un acto reflejo; había algo diferente casi mágico en los "nuevos", pero nadie podía determinar que era.

Luego el muchacho cruzó miradas con Isabella; ella se mordió el labio al ver el atractivo de éste, pero él en cambio parecía tener el rostro marcado por mil emociones diferentes, dolor, alegría, curiosidad y pena a la vez. La castaña en cuestión de minutos estaba bajo una especie de encanto, una magia que les rodeaba a ambos. Pensaba que se estaba volviendo loca, pero al ver a su hermano en la misma situación con Rosalie, carcajeó y trató de concentrarse en comer.

- ¿Qué es tan gracioso? – exigió Alice

- mira a Emmett, parece un niño mirando un dulce inalcanzable – ambas se echaron a reír pero el muchacho ni siquiera notó el comentario. – Alice, ¿me acompañarías al hospital a la salida? Es que tengo una cita y…

- claro, no hay problema. Ojalá que sea con el doctor Miller, es tan lindo. Me encanta ir contigo al hospital por eso – suspiró la chica de cabello corto y la otra se rió – lo único es ...¿quién lleva a Emmett a tu casa? no creo que quiera acompañarnos al hospital.

- tiene planes…con una chica o algo así.

- ¿qué yo qué con quien? – reaccionó el castaño musculoso

- nada, tú sigue viendo a la rubia – le replicó Alice y él volvió a su distracción – entonces si voy contigo. ¿Es con el guapo doctor de siempre?

- obvio. No me gustan los otros – ambas siguieron riendo hasta que sonó la campana para dar por terminado el almuerzo. Isabella dio un rápido vistazo al solitario par de la mesa frente a ella y tomó a su amiga de gancho para ir a sus siguientes clases.

El tiempo se les fue volando a las chicas en las clases; para ellas era un día de esos ligeros sin mucho ajetreo con respecto a trabajos en durante las clases o tareas, a pesar de que estuviesen en el penúltimo año de preparatoria. Muy animadas salieron ambas hacia el aparcamiento donde hablaron con Emmett sobre los planes que tenían de ir al hospital y los planes del muchacho; se despidieron de él y subieron al auto blanco.

Estando ya en el hospital, se acercaron a la recepción en el vestíbulo del primer piso, donde estaba la recepcionista que sonrió al ver al par de jovencitas.

- Bella! – dijo la mujer tras el mostrador

- Marie, que gusto verte. – dijo la interpelada sacando sus documentos para confirmar su asistencia a la cita médica

- igual me siento al verlas a las dos – volvió a sonreír la trigueña – que las trae por acá?

- cita con Miller- le entregó su documento de identidad para verificarlo en el sistema.

- Me temo que el doctor Miller, tuvo una calamidad doméstica, por lo cual remitió sus pacientes a otro doctor por el momento – Alice resopló decepcionada pero Marie se veía demasiado…radiante por el anterior comentario – pero Bella, no te imaginas con qué Doctor! Dios! Parece un modelo, te lo juro que eso creí cuando lo ví de primera vez. – la mujer iba incrementando el tamaño de sus sonrisa mientras hablaba – es nuevo, pero a quien le importa eso, cuando le ves a la cara se te olvida hasta cómo te llamas. – Marie se mordió el labio recordando al doctor.

- no exageres.

- no exagero, cuando lo veas te vas a dar cuenta. Por cierto, eres muy afortunada, siempre te toca con los doctores guapos, aunque Miller no le llega ni a los talones a éste otro. – siguió Marie flotando en su nubecilla mientras Alice se hacia la aburrida

- mejor, dame el numero de la oficina y el nombre, ya me está entrando intriga con lo que dices – le dijo Isabella mientras la recepcionista buscaba los datos en el ordenador.

- Doctor Cullen, oficina 408, cuarto piso. Pero debes hablar primero con su secretaria, que muy maldita y convenientemente es enfermera…y su esposa. – bufó la chica de ojos negros.

- rayos! Si que eres chismosa. Te sabes la vida de todos aquí. – le riñó Bella

- ese el trabajo de una recepcionista. –sonrió para luego voltearse a contestar el teléfono.

- está loca – murmuró la más baja de las chicas mientras se alejaban hacia el ascensor. Al estar en el piso correcto, ambas buscaron por los pasillos hasta llegar a una pequeña sala donde se encontraba una mujer preciosa en uniforme blanco. Alice de inmediato reconoció a aquella mujer, era la misma del supermercado, la que iba con Rosalie, la rubia exótica que habían visto en la escuela. Para Alice no tenía sentido alguno la interesante conexión de hechos, pero lo dejó pasar sin que Bella se diese cuenta y se acercaron al mostrador.

- buenas tardes, vengo para una cita con el Doctor Cullen – dijo tímidamente Bella al ver aquella mujer perfecta; no pasó desapercibido para Isabella, el encanto que ella desprendía, era similar al de los rubios de la escuela.

- claro, por supuesto. Supongo que eres…- su voz melodiosa repicó como una campanilla al tiempo que miró el computador sobre su escritorio para confirmar datos – Isabella Swan. – la casi pelirroja sonrió al decir el nombre y Alice frunció el ceño extrañada por aquella sonrisa intimidante pero sublime.

- sí, esa soy yo.

- me temo que tendrás que esperar unos momentos en la oficina, el doctor está tomándose un receso, pero vuelve en 5 minutos. – se levantó de su asiento para guiarla a la oficina, abrió la puerta y estiró el brazo para invitar a la castaña a entrar – entra, siéntate, no hay problema. Pero tu acompañante tiene que quedarse afuera, solo el paciente entra. – Alice torció el gesto y fue a sentarse en las sillas de espera.

- le agradezco, señorita…

- Esme, Cullen. – se puso seria por unos segundos al pronunciar el apellido pero volvió a su actitud amable. – simplemente Esme. No me gusta mucho el Cullen, es demasiado formal. – Alice alzó la ceja aprovechando que Esme estaba de espaldas y Bella la miraba con un pie dentro de la oficina.

- gracias, Esme. – Bella entró al lugar y la puerta se cerró detrás de ella. La oficina era más pequeña de lo que parecía ser desde el exterior, pero acogedora y tenía un aroma amaderado y reconfortante. No se parecía a un lugar donde un doctor trabaja, más bien parecía una sala de té con bellísimos cuadros y escritorio imponente; lo único que hacía evidente su función era la camilla y los implementos médicos que se encontraban detrás de un panel acrílico de baja altura. La chica se sentía muy cómoda allí y decidió sentarse en la silla frente al escritorio.

Jugó varios minutos con sus dedos mientras admiraba los cuadros de las paredes; luego oyó varias voces afuera y se puso recta en la silla. La puerta a sus espaldas se abrió pero ella no volteó, seguía maravillada con las pinturas del lugar aunque las viese en blanco y negro.

- buenas tardes, señorita Swan – aquella voz masculina y agraciada le hizo voltear casi como un instinto. La chica tuvo un vuelco repentino, no solo por el atractivo físico casi angelical del doctor, sino por lo que estaba presenciando en él; no podía ser, era imposible; su condición oftalmológica no tenía reversa ni cura, pero por increíble que fuera, su mundo monocromático parecía adquirir uno nuevo tono. ¿Acaso era color lo que veía? Ese resplandor casi cegador y divino que veía en el cabello y los ojos del hombre ¿era color?

La emoción, el susto y la impresión de aquel nuevo efecto visual, repercutieron en su corazón, haciendo que su mundo se desvaneciera rápidamente en negro…

Continuará…


1.sé que se preguntan..es real lo que sufre Isabella? si, es real, se llama acromatopsia e impide distinguir los colores, todo es blanco y negro, además quien la padece, es hipersensible a la luz... 2. Los sintomas de la taquicardia, son desmayos, mareos y pulso acelerado...eso es todo..me he puesto a investigar mucho..jeje..me encanta..soy médica frustrada.. :S

que tal?.. vale la pena seguir? que dicen?recibo todo tipo de criticas, ideas, recomendaciones y dudas.. :D lo que sea .. lo que sea...

con cariño,Ginny3001 ^^