LA DESAPARICIÓN DE HERMIONE

CAPÍTULO 10: LA TRAMPA DE PANSY PARKINSON

Ultimo capítulo

Los primeros rayos del sol alumbraron el dormitorio de las chicas, Hermione se tapó la cara con la sábana, deseando dormir cinco minutos más. Una lechuza blanca entró volando por la ventana y fue a posarse sobre su cama, batió las alas y ululó con fuerza, haciendo lo imposible para llamar la atención.

-¡Ya te oí, Hedwig! -dijo Hermione, descobijándose.

Hedwig dejó de hacer ruido, se paró con la elegancia que acostumbraba y estiró la pata para mostrar el paquete que traía atado.

Hermione dio una caricia a la lechuza y tomó el paquete. Apenas terminó de quitar las envolturas, dio un grito agudo y soltó la caja.

Aquel grito fue lo suficientemente alto como para despertar a sus compañeras.

-¿Por qué gritas? -exclamó Patil.

Hermione volvió a gritar, aunque el paquete había caído al piso, aún podía ver la cosa horrible que contenía.

-¿Quieres dejarme dormir? –dijo Lavender, echándose las cobijas encima.

-Lo siento –dijo Hermione sonriendo apenada, después tomó todo el valor de una Gryffindor, levantó el paquete que había tirado al piso, lo cerró y lo colocó sobre la mesita de noche-. ¡Potter me va a oír!


-¿Y bien? -preguntó Harry a Hermione en cuanto la vio bajar a la sala común.

-¿Y bien qué? -exclamó Hermione, tratando de aparentar disgusto.

-¿No te gustó mi regalo? -preguntó él con un aire inocente, haciendo un esfuerzo por contener la risa.

-Claro, me fascino. ¿Cómo se te ocurrió tan brillante idea? ¿Con que amigote compraste eso?

-La mandé pedir. Espera a que Ron la vea… ¡Se va a morir del susto!

Hermione lo fulminó con la mirada.

-¿No te gustó? –preguntó Harry.

-No. ¿Qué te hizo pensar que me gustaría esa cosa?

-Que era un obsequio mío.

-Pues será tuyo, pero no lo quiero.

-¿Me desprecias?

-No te queda hacerte el digno, fue una broma de muy mal gusto. ¿Cómo se te ocurrió regalarme una araña negra, peluda y fea? Es enorme, no tienes idea del susto que me dio.

-¿Enorme? Se nota que no conoces a Aragog –dijo Harry con una sonrisa de medio lado que hacía que ella le perdonará todo.

Hermione suspiró comenzando a reír, era inútil discutir con él.


-Hola –saludó Parkinson a Harry y a Ron, una tarde al verlos entrar al castillo. Ambos venían del campo de Quidditch y cargaban un par de escobas.

-Hola –saludó Harry, mientras que Ron la miraba con severidad.

-¿Cómo sigues? –preguntó Parkinson, dirigiendo su mirada a Harry e ignorando a Ron-. La última vez que te vi estabas en la enfermería y tengo que admitir que me quedé preocupada por ti.

-Estoy bien, gracias –dijo Harry-. No había tenido oportunidad de agradecerte lo que hiciste por mí esa noche, si tú no hubieras avisado a Hermione…

-No tienes nada que agradecer –se apresuró a decir Parkinson-. Era mi deber. Además tú también me ayudaste: intercediste para que nos levantaran el castigo a Millicent y a mí. McGonagall habló con Snape, y él nos perdonó.

Harry asintió, eso le había costado un buen disgusto con Hermione.

-Supe que tuviste un duelo con Malfoy –dijo Parkinson, tratando de mantener la charla a pesar de la mirada impaciente de Ron.

-¡Harry le ganó! -dijo Ron cortando-. Malfoy terminó en la enfermería con un par de huesos rotos… Era lo menos que se merecía después de lo que hizo.

-¡Por lo visto eres muy bueno en los duelos! –dijo Pansy mirando a Harry y comenzando a reír.

Harry asintió, pero sus ojos se posaron en el reloj de la torre, pronto sería la hora de la cena y él debía encontrarse con Hermione en el gran comedor.

-Tenemos que irnos –dijo Harry, despidiéndose.

-Claro, por supuesto –dijo Parkinson disfrazando su desilusión con una sonrisa. Harry y Ron se fueron, Parkinson se quedó a mitad del pasillo con los ojos clavados en un Harry que se alejaba rápidamente, sin volver la vista atrás.

-¿Desde cuándo le hablas tan bien a Potter? –preguntó Millicent a Parkinson, apareciendo de la nada.

-No sé de qué estás hablando –dijo Pansy tratando de ocultar la incomodidad que le provocaba que Millicent la hubiera descubierto viendo a Harry.

-¿No? Lo encuentras "accidentalmente" en los pasillos y lo saludas. Entramos a clase y lo primero que buscas es su pupitre para ver si ya llego, y cuando estamos en el Gran Comedor tienes los ojos clavados en él.

Parkinson la miró como si su gran secreto hubiera sido descubierto.

-Todo el tiempo te la pasas viéndolo –agregó Millicent-. ¿Por qué ese afán de vigilarlo? Desde hace días no haces más que seguir sus pasos, hasta parece que estás enamorada de él.

-No seas tonta –exclamó Pansy, poniéndose roja

-¿Te gusta?

-Por supuesto que no.

Millicent sonrió.

-Me alegra escuchar eso –dijo Millicent-. Realmente comenzaba a preocuparme por ti, pero veo que nada ha cambiado. Mi mejor amiga aún conserva la cordura y eso me tranquiliza.

Pansy sonrió.

-¿Sabes una cosa? –exclamó Millicent-. Creo que ha llegado la hora de vengarnos de Granger y Potter.

-¿Vengarnos de ellos? ¿Por qué?

-¿Ya se te olvido que durante un mes completo tuvimos que lavar todos los baños del colegio sin magia?

-Fue un castigo por lo que hicimos, además Potter intercedió por nosotras y nos perdonaron.

-¡Eso ya no importa! –dijo Millicent-. ¡Deseo vengarme! Ya me canse de ese par. Quiero verlos sufrir y la única forma de conseguirlo es separándolos. ¡Quiero que terminen de una vez por todas!

-¿Qué estás planeando? –preguntó Pansy con renovado interés.

-¿Me vas a ayudar?

-Por supuesto –dijo Pansy, sonriendo al imaginar a Harry libre-. Vamos a necesitar una muy buena estrategia.

-Tengo el mejor plan del mundo -dijo Millicent-. Ya verás, en unos días Potter no va a querer saber nada de la sangre sucia.

-¿No? ¿Y qué harás?

-Mira -dijo Millicent sacando una botella con poción multijugos.

-¿De dónde la sacaste?

-Snape la tenía en su despacho, sólo tomé una poca.

-¿Qué vas a hacer con ella?

-Yo nada, pero tú te convertirás en Granger.


Aquella tarde en la sala común, Hermione y Lavender estudiaban Encantamientos, cuando un grito de terror proveniente de alguno de los dormitorios, interrumpió su estudio.

-¿Qué fue eso? -preguntó Lavender.

-No lo sé -dijo Hermione-, pero juraría que era la voz de Patil.

-Mejor vamos a ver.

Las dos chicas abandonaron sus cosas y subieron corriendo las escaleras.

-¿Patil? -llamó Hermione-. ¿Te encuentras bien?

La chica volvió a gritar horrorizada.

Hermione abrió la puerta de su dormitorio y al entrar rápidamente encontró la razón de los gritos de Patil.

-¿Qué haces con esa araña? -exclamó Hermione.

Patil volteó a ver a Hermione entre asustada y apenada.

-Lo siento -se disculpó Patil, poniéndose roja-. Solo quería ver qué era el paquete que Harry te envió. Fue simple curiosidad…

Hermione le dirigió una mirada severa. Patil le devolvió la mirada, sonriendo apenada.

-Eso te enseñará a no meter las narices en las cosas ajenas -dijo Lavender comenzando a reír.

-Lo siento –dijo Patil, muerta de pena.


El despertador sonó, Ron abrió los ojos lentamente, no quería pararse de la cama, quería fingir que estaba enfermo para evitar la clase de pociones.

-Vamos, levántate –dijo Harry, lanzándole una almohada.

-Ya voy –dijo Ron perezosamente, mientras que su mejor amigo ya estaba bañado y vestido.

Ron se paró de la cama y fue directo a su baúl con la intención de sacar su túnica. En cuanto abrió éste, pegó un gritó de terror… Su peor pesadilla estaba allí.

-¡Una araña! –gritó Ron, dando pasos hacia atrás.

Harry soltó la risa, Neville, Dean y Seamus también lo hicieron.

Ron retrocedió aún más, estaba blanco del miedo.

-¡Una araña! –volvió a decir con una voz apenas audible.

-Ron, no hace nada –dijo Neville.

-Es una broma de Harry –dijo Dean.

-Es un juguete –completó Seamos, quien fue y tomó la araña, queriendo demostrarle a Ron que era totalmente inofensiva, pero Ron no permitió que Seamus se le acercará con semejante cosa entre las manos… Miró a sus cuatro "amigos" molesto y se metió directo al baño para ducharse.


-¡Genial, Harry! –exclamó Hermione, cuando ambos bajaron al gran comedor para desayunar-. ¿Cómo pudiste hacerle eso a Ron sabiendo la fobia que les tiene a las arañas?

-Vamos, Herm, no es para tanto –dijo Harry aún riendo

-Si hubiera sabido que me pedías la araña prestada para espantar a Ron, jamás te la hubiera dado.

-Dijiste que no la querías –dijo Harry.

-Pues si estás pensando espantar a todo el colegio, prefiero quedarme con ella –dijo ella mirándolo seriamente, pero Harry reía y aunque ella intentó resistirse, él le contagió su risa.

-Es tuya –dijo Harry, rodeando su cintura en un abrazo. Ella sonrió, se paró de puntitas y lo besó en los labios.


-Bien -decía Parkinson a Millicent, cuando las dos chicas se dirigían a clase de Cuidado de criaturas mágicas-, no se te olvide que tenemos que conseguir un poco de cabello de Granger.

-¿Quieres que la deje calva? –dijo Millicent, arremangándose la túnica y sosteniendo su varita.

-¡No! Nadie puede sospechar de nosotras

-¿Entonces?

-¿Alguna vez has visto un demiguise? –preguntó Pansy sonriendo.

-¿Te refieres a esos monos de ojos negros y pelo plateado?

-Exacto –dijo Pansy entusiasmada-. No vas a creerlo pero encontré uno en el bosque, lo tengo atado a un árbol.

-¿Y?

-Voy a encantarlo para que ataque a Granger durante la clase, él será el encargado de quitarle el cabello a la sangre sucia.

-A veces me sorprendes –dijo Millicent.

Pansy sonrió y le guiño un ojo.


Todos los alumnos de Slytherin y Gryffindor se reunieron para la clase de Hagrid, esta vez les tocó estudiar a los augureys, quienes resultaron ser unas criaturas bastante tranquilas comparadas con las otras criaturas mágicas que solían ver con Hagrid.

A media clase, misteriosamente un demiguise apareció brincando de un árbol a otro, era una criatura tan hermosa que inmediatamente llamó la atención de todos los alumnos, pero sin lugar a dudas, el más impresionado fue Hagrid.

-¡No puedo creerlo! –exclamó el guardabosques entusiasmado-. El demiguise es originario del extremo Oriente, es muy difícil de encontrar, aún para los magos expertos. Sus ojos casi siempre están ocultos por su pelo; puede hacerse invisible, pero en realidad es una criatura herbívora, noble y muy pacífica.

Pero nadie le creyó porque justo en ese momento, el demiguise se lanzó sobre la clase, comenzando a brincar de una cabeza a otra, hasta posarse en Hermione Granger, comenzando a tirar de su espesa cabellera.

Rápidamente Ron y Harry ayudaron a Hermione, quitándole de encima ese demiguise, a pesar de que Hagrid seguía diciendo que era inofensivo.

Harry sostuvo el demiguise, a través de su espeso pelo plateado pudo ver unos ojos negros, enormes y brillantes. El animal intentó soltarse, pero cómo Harry lo aprisionaba, inmediatamente se hizo invisible y pudo escabullirse fácilmente.

-¿Estás bien? –preguntó Harry a Hermione.

-Sí –dijo ella son una sonrisa, sin darle importancia al asunto-, solamente me ha arrancado un par de cabellos.

-Es inofensivo –repitió Hagrid-, estoy seguro que sólo quería jugar.

-¿Podemos continuar con la clase? –exclamó Millicent con impaciencia.

Hagrid asintió y siguió hablando de los augureys, y aquel misterioso demiguise no volvió a hacerse presente el resto de la clase.


-¡No puedo creerlo! –exclamó Millicent sosteniendo con fuerza al pobre demiguise que hacía lo imposible por soltarse-. ¡Lo conseguimos! ¡Tenemos el cabello de la sangre sucia!

-Te dije que sería sencillo –dijo Pansy, sosteniendo los cabellos de Hermione y ofreciéndole al demiguise un puño de hojas, que la criatura se comió inmediatamente-. Ahora solamente falta que me convierta en Granger.

-¿Y cuándo será eso? -preguntó Millicent.

-Mañana mismo –dijo Pansy liberando por completo al demiguise.


Hermione se levantó temprano sintiendo una punzada en el pecho, no sabía por qué pero tenía un mal presentimiento.

"Todo está bien" –pensó la chica, contemplándose en espejo después de bañarse y arreglarse-. "Por primera vez todo está perfectamente bien. No hay nada de qué preocuparse".

Y sin embargo, no podía evitar sentir una ansiedad indescriptible.

"Aún es temprano, Harry seguramente sigue dormido, es mejor que salga a caminar, necesito despejar la mente".

Hermione atravesó el retrato de la dama gorda y caminó por los diferentes pasillos del castillo. Todo estaba en silencio, solamente los prefectos hacían sus rondas. De repente, por uno de los pasillos que conducían a la biblioteca, Hermione se encontró con un chico al que por nada del mundo quería ver.

-¿Adónde vas con tanta prisa? -le preguntó el chico, cerrándole el paso.

-¡Mark! –exclamó Hermione, reconociendo al chico de sexto curso, jefe de prefectos-. ¿Qué haces aquí?

-Es lo mismo que yo quiero saber –dijo Mark amenazadoramente-. ¿Qué haces tú aquí? Podría bajar 10 puntos a la casa de Gryffindor. No son horas de andar paseando.

-Si quieres bajar puntos a mi casa, hazlo –dijo Hermione sin dejarse intimidar y dispuesta a marcharse.

-¿Adónde vas? –preguntó Mark, sosteniéndola del brazo para impedir que ella se fuera.

-¡Suéltame!

-¿Qué has pensando? -dijo Mark, bruscamente-. ¿Vas a ir al baile conmigo?

-¡No! Te he dicho mil veces que no –exclamó Hermione apartándolo.

-Veo que no has cambiado nada -dijo Mark con total presunción-. Pensé que dándote tiempo te convencerías de tu error, pero veo que no, sigues siendo una inmadura... Parece que estás molesta porque me aleje de ti, quise castigarte un poco, para que te dieras cuenta de tus sentimientos hacia mí...

-Yo no siento nada por ti -dijo Hermione-. Nunca me fijaría en alguien como tú. ¡Déjame tranquila!

-Ya vendrás a mí, Hermione -dijo Mark con autosuficiencia-. Ya verás, muy pronto vas a cambiar de actitud.

Y sin decirle más, se marchó por donde había venido.

Hermione muy molesta siguió su camino, deseando jamás haberse topado con Mark. Lo que Hermione no sabía es que dos personas más, habían visto y escuchado su conversación con él.

-¡No puedo creerlo! -gritó Millicent furiosa en cuanto ella y Parkinson estuvieron en un lugar donde nadie pudiera oírlas-. Mark es uno de los chicos más guapo de todo el colegio y esa tonta le dice que no.

-De manera que a Mark le gusta la sangre sucia -dijo Parkinson maliciosamente-, esto va a mejorar mi plan.

-¿Qué vas a hacer? -preguntó Millicent, levantando las cejas intrigada-. Ya bastante grave es lo que planeamos hacer para que encima de todo agregues algo que pueda delatarnos.

-Esta vez, todo va a salir bien -dijo Parkinson tranquilamente.

-Entonces manos a la obra, tenemos dos horas para preparar todo.

-¡Suerte! -dijo Parkinson, dándole una palmada en el hombro a Millicent.

-Igualmente


Millicent llegó a la lechucería, buscó a la preciosa lechuza blanca, aquella que estaba segura que pertenecía a Harry Potter.

-Ahí está –exclamó Millicent, estirando sus manos para agarrarla. La lechuza se opuso inmediatamente e intento soltarse, batiendo las alas con violencia, pero Millicent era mucho más fuerte y no tardó en retenerla-. ¡Tranquila! ¡Tranquila!

Hedwig se quedó quieta, Millicent sonrió y le ofreció un poco de alimento que la lechuza no dudo en aceptar.

-Solamente quiero que le entregues una carta a Hermione Granger –dijo Millicent acariciándola-. Ella es la novia de tu amo, él se enojaría mucho contigo si tú te negarás a entregar esa carta.

Millicent estuvo segura que a pesar de ser un animal, la lechuza entendió cada una de sus palabras, porque enseguida estiró su pata para que Millicent le atara la carta.


Hermione abandonó la biblioteca con un par de libros en la mano, a pesar de que ese mal presentimiento no la dejaba tranquila, por lo menos había acudido a su lugar favorito y ahora tenía dos interesantes lecturas en las cuales pensar.

De regreso a su sala común, decidió tomar un camino diferente, por nada del mundo quería encontrarse de nuevo con Mark. Tenía que darse prisa, seguramente a esas horas, Harry ya debería estar en la sala común, esperándola para ir a desayunar.

-Hola –saludó Hermione a Harry en cuanto paso el retrato de la dama gorda.

-¿Dónde andabas? –preguntó Harry sorprendido-, pensé que aún estabas en tu habituación, arreglándote.

-Me levanté temprano y aproveché para ir a la biblioteca –dijo ella con su mejor sonrisa.

Harry le devolvió la sonrisa, ella se acercó y lo besó en los labios, él aprovechó el contacto físico para abrazarla y prolongar el beso el mayor tiempo posible, hasta que Hermione lo apartó cuando sintió que le faltaba el aire para respirar.

-¿Bajamos a desayunar? –dijo Harry, tomándola de la mano, disimulando una sonrisa pícara.

-Claro –dijo ella-, solamente dame un minuto, iré a dejar los libros a mi habitación.

El asintió, Hermione desapareció por las escaleras y entró a su habitación, Hedwig estaba parada sobre su cama, esperándola.

La chica dejo los libros sobre su mesita de noche, se inclinó y le dio un par de caricias a la lechuza, Hedwig le mostró la carta que tenía atada. Por un momento, la chica pensó que la nota era de Harry, pero su reciente encuentro con él, sin que él le hubiera comentado algo al respecto, descartó la idea.

Era una carta de Hagrid, pidiéndole que bajara a verlo a su cabaña después del desayuno, que había un asunto urgente que atender y que solamente podía confiar en ella.

Hermione guardó la nota en la bolsa de su túnica y bajó a reunirse con Harry.

-¡Listo! –dijo ella

Harry abrió sus brazos y ella sin dudarlo corrió a su encuentro, abrazándolo como si quisiera fundirse con él.

-¿Qué pasa? –preguntó Harry, pues desde el momento que la vio entrar a la sala común supo que algo andaba mal.

-Tengo un mal presentimiento –dijo ella.

Harry llevó su mano hasta la fina línea de la barbilla de Hermione, regalándole una caricia y obligándola a mirarlo.

-Estamos juntos y siendo así, nada malo puede pasar –dijo él.

Ella miró los hermosos ojos verdes del chico, y no pudo evitar sonreír. A su lado se sentía tan bien, totalmente a salvo y lejos de cualquier peligro. Él tenía razón, no había nada que temer. Abrió la boca para decírselo, pero antes de poder hacerlo, Harry le tomó el rostro con ambas manos y acercó sus labios a los de ella, uniéndose en un beso.

-¿Me amas? –preguntó Harry al cabo de unos instantes.

-Más que a nada en el mundo –respondió ella, sin dudar.

Harry se inclinó cariñoso y cubrió su boca entreabierta con la suya, ambos volvieron a fundirse en un largo y apasionado beso.

Los dos bajaron a desayunar y todo transcurrió sin mayor problema. Harry, Ron, Seamus y Neville pronto se encontraron platicando animadamente sobre Quidditch a raíz de recibir el nuevo ejemplar de "El mundo de la escoba", mientras que Hermione prefirió hablarles a Ginny y a Lavander sobre los derechos de los elfos domésticos. Las chicas la escucharon, pero no se mostraron entusiasmadas por el tema, por lo que Hermione recordando la nota de Hagrid, decidió suspender la charla.

-Iré a ver a Hagrid –anunció la chica.

Harry se olvidó de "El mundo de la escoba" y se giró inmediatamente hacia ella.

-¿Y la clase de Pociones, señorita Granger? –exclamó Harry tratando de imitar su voz regañona.

-No tardaré –dijo ella con una sonrisa.

-¿Quieres que te acompañe?

Ella negó con la cabeza.

-Sólo será un momento, te veré en clase – le dio un beso rápido en los labios y se marchó corriendo, antes de que él pudiera detenerla.


Hermione tocó la puerta de la cabaña de Hagrid un par de veces, pero absolutamente nadie abrió.

-¡Hagrid! ¿Estás aquí? –exclamó Hermione, abriendo la puerta con su varita.

Nadie le contestó, él único que salió a saludarla fue Fang, Hermione acarició las orejas del perro, al tiempo que con su mirada abarcaba cada rincón de la cabaña, buscando a Hagrid

-¡No está! -exclamó Hermione en voz alta-. Seguramente se le olvidó que vendría.

El perro dio un bostezo y fue a acostarse debajo de la mesa.

"¿Qué será eso tan importante que tiene que decirme? ¿Con qué nueva criatura salvaje tendrá problemas? Sólo espero que no sea ilegal, porque si el ministerio se entera, podrían castigarlo severamente".

Hermione dio media vuelta dispuesta a marcharse a clase, pero para su sorpresa la puerta estaba cerrada, cuando ella al entrar la había dejado abierta.

-Quizás la cerró el viento -pensó

Y sin darle mayor importancia al asunto, tomó la manija de la puerta e intento girarla, pero ésta parecía atorada.

-No puede ser -pensó la chica, al tiempo que tomaba su varita-. ¡Alohomora! -pero la puerta no abrió. Hermione realizó varias veces más el mismo hechizo, pero todos sus intentos fueron fallidos.

-No puedo creerlo -exclamó Hermione, desesperada, dándose cuenta que estaba encerrada y que no tenía forma de salir de allí hasta que Hagrid apareciera. ¡Maldición! La clase de Snape empieza en cinco minutos.


-Listo -dijo Millicent, llegando al escondite de Parkinson-, ya me deshice de Granger, ya puedes salir.

-¿No hay peligro? -preguntó Parkinson, ya una vez convertida en Hermione

-Ninguno

-¿Cómo me veo? -preguntó Parkinson, mirándose en el espejo

-Pareces la sangre sucia

-¡Qué horror!

-Apúrate, no tenemos todo el día -dijo Millicent

-Tienes razón, la clase de Snape empieza en 5 minutos y no podemos llegar tarde -dijo Parkinson, sonando exactamente igual a Hermione.

-Será mejor que no nos vean juntas -dijo Millicent

-Te veré en clase –dijo Parkinson.

-Buena suerte


Parkinson esperó a que Millicent desapareciera para así poder dirigirse a la mazmorra de Snape. No había caminado mucho, cuando dio vuelta por un pasillo y allí, inesperadamente se encontró con Harry.

Parkinson no pudo evitar temblar al ver a Harry sonriente caminar hacia ella.

-Hola -la saludó Harry

-Hola -saludó nerviosamente Parkinson

"Si logro convencer a Potter de que soy la sangre sucia, podré convencer a cualquiera" -pensó Parkinson

-¿Cómo te fue con Hagrid? -preguntó Harry

-No lo encontré -contestó Parkinson, cada vez más nerviosa por la mirada de esos ojos verdes que le encantaban-. Vamos a clase, por favor.

Harry asintió y los dos comenzaron a caminar hacia la mazmorra de Snape, pero en el camino, Harry rodeó la cintura de la chica, y Parkinson tembló al sentir el abrazo de Harry.

"¿Por qué me gusta tanto?" –pensó ella, siguiendo los pasos de Potter.

Antes de entrar al aula, Harry se detuvo, por un segundo Parkinson temió que él hubiese descubierto todo.

-¿Entramos? -preguntó la chica nerviosamente.

-Quiero un beso

¿Un beso? -pensó Parkinson, sintiendo un ligero escalofrío recorrer su espalda-. "Un beso de Harry"

-Vamos, acércate -ordenó Harry

Y sin dudarlo más, Parkinson acercó sus labios a los de Harry, disfrutando de un beso que había deseado por meses.

¡Qué bien besa! -pensó Parkinson, sintiendo los labios húmedos de Harry contra los de ella, cerró los ojos para concentrarse en cada una de las nuevas sensaciones que estaba experimentando, pero mucho antes de lo que ella esperaba, él dio por terminado el beso.

-¿Qué pasa? -fue la pregunta de una Hermione confundida.

-No lo sé -dijo Harry, más confundido que Parkinson, sintiendo una sensación muy extraña.

Parkinson volvió a acercarse y besó al chico, tratando de ser lo más tierna posible. Harry le correspondió, pero en cuanto se separaron, él no volvió a besarla.

-Vamos a clase -dijo Harry.

Parkinson asintió y no dijo más palabras para no causar sospechas. Harry la tomó de la mano y los dos entraron a la mazmorra de Snape.

¿Qué ocurre? -pensó Harry confundido mientras tomaban asiento-. ¿Por qué me sentí diferente al besarla? Sentí como si estuviera besando a otra chica. Nada que ver estos últimos besos con los que nos dimos hace un momento en la sala común. Aquellos habían sido dulces, cálidos y apasionados. En cambios los últimos… Ni siquiera encontraba la palabra correcta para describirlos.

-Todos a sus lugares -gritó Snape entrando a la mazmorra.

Todos los alumnos se dirigieron a sus pupitres, pero Millicent no lo hizo, en vez de ir a su lugar, fue a sentarse a una mesa que estaba justo detrás de Neville. Snape tomó un gis y comenzó a apuntar los ingredientes de la poción de ese día. Hermione volteó a ver a Millicent lo más disimuladamente posible y le guiñó un ojo, indicándole que era el momento de poner en marcha la siguiente parte de su plan. Millicent asintió y siguió copiando los ingredientes de la poción, Hermione hizo lo mismo.

Cinco minutos más tarde, Millicent abandonó su caldero y aprovechando que Neville seguía copiando los ingredientes, colocó una bomba fétida en su caldero.

Neville terminó su apunte, tomó el primer ingrediente de la poción y lo vació en el caldero... Al instante el caldero explotó.

-¿Y ahora qué hiciste? -exclamó Snape, volteando a ver a Neville con disgusto, al tiempo que toda la clase se cubría la nariz con la mano a causa del terrible olor

Neville tembló sin entender lo que había pasado, lo único que había hecho era seguir las instrucciones de la poción.

Snape fue con disgusto al lugar de Neville y revisó el caldero, al instante encontró los restos de la bomba fétida

-¿Quién ha hecho esto? -exclamó Snape furioso

Nadie contestó

-¿Quién lo hizo? -volvió a preguntar el maestro

Otra vez no hubo respuesta

-Última vez -repitió Snape mirando con enojo a toda la clase-. ¿Quién puso una bomba fétida en el caldero de Longbottom?

En toda el aula se produjo un silencio sepulcral

-¿Nadie fue? -exclamó Snape-. Me parece muy bien, entonces tendré que castigar a todo el grupo... Ya pensaré en un castigo ejemplar... Les enseñaré a todos ustedes que a mi clase no se viene a jugar.

-¿Por qué no nos hace examen? -sugirió Hermione

Todos los alumnos voltearon a ver a Hermione con enojo, Millicent cruzó los dedos disimuladamente para que su plan diera resultado.

Snape iba a contestar a Hermione que él único que decidía qué castigo imponer era él, pero al ver la cara de enojo con que todo el grupo mirada a Hermione decidió hacerles el examen. Snape disimuló una sonrisa, estaba seguro de que hasta Potter le había dirigido una mirada de reproche a su novia ante semejante idea.

-¡Saquen un pergamino en blanco! –ordenó Snape-. A petición de la señorita Granger habrá examen.

La mayor parte del grupo fulminó a Hermione con la mirada, Snape sonrió para sus adentros y comenzó a dictar las preguntas más difíciles que le vinieron a su mente.

-Tienen media hora para terminar -dijo Snape en cuanto terminó de dictar la pregunta número veinte.

Los chicos todavía muy molestos con Hermione, se limitaron a contestar aquel examen en silencio.

Pasaron quince minutos y nadie había entregado el examen todavía, todos trataban de contestar lo poco que sabían. Snape por su parte, se paseaba en silencio por los pupitres.

-¿Qué tiene en las manos, señorita Granger? -exclamó Snape, mirando de pronto a Hermione

Todo el grupo apartó la vista de su examen y volteó a ver a Hermione

-Nada -dijo Hermione nerviosamente

-¿Cómo que nada? -exclamó Snape-. ¡Enséñeme sus manos!

-No es nada

-Entonces, muéstreme sus manos.

Harry iba a protestar por la forma en la que Snape estaba tratando a Hermione, pero para sorpresa suya, Hermione extendió las manos y aquello bastó para que Snape sonriera con malicia: Hermione sostenía una pequeña lupa.

A Ron casi se le cayó la mandíbula cuando vio la lupa, sabía perfectamente que era un instrumento para hacer trampa en los exámenes, a través de su lente podía leerse la información de diferentes libros sin necesidad de tenerlos físicamente presentes. Era como tener los libros abiertos… Múltiples libros para ser consultarlos y poder contestar correctamente las preguntas.

-¿Qué tenemos aquí? -murmuró Snape con malicia-. ¿De manera que la señorita Granger hace trampa para poder pasar los exámenes? La gran Hermione Granger, ganadora de la medalla a la mejor alumna de Hogwarts, no es más que una tramposa…

-Profesor, yo...

-Nada -exclamó Snape, recogiéndole el pergamino-. ¡Tiene cero!

-Profesor Snape…

-¡Cero! -gritó Snape-. ¡Ya puede retirarse de mi clase!

Hermione tomó su mochila y se dirigió a la puerta de la mazmorra.

Todo el grupo tenía la vista clavada en la chica. Harry estaba hundido en su asiento, totalmente en shock. No podía creer que la chica a la que él consideraba la más inteligente del mundo, hubiera hecho trampa en el examen.

-Todos los demás sigan con su examen -ordenó Snape al resto del grupo

Millicent volvió a su examen con una sonrisa triunfante, aquello había resultado mejor de lo que esperaba.

De repente, Harry se puso de pie, entregó su examen y salió corriendo detrás de Hermione.

-¿Por qué? -exclamó Harry, sujetándola del brazo en cuanto la alcanzó en el pasillo-. ¿Por qué hiciste eso?

-Porque no sabía nada

-¿Y si no sabías nada por qué le dijiste a Snape que nos hiciera examen?

-Porque creí que podía copiar sin que él se diera cuenta, como lo he hecho en otras ocasiones…

-¿Desde cuándo haces trampa?

-Desde que entré a Hogwarts

Harry se negó a creer aquella respuesta. No podía ser cierto, y sin embargo acababa de verlo con sus propios ojos.

-¡Es imposible! ¿Cuántas veces hemos estudiado juntos y me has demostrado que sabes? Tú no necesitas de ninguna trampa para poder pasar

Parkinson trató de disimular lo mejor que pudo, pero no dejaba de disfrutar la gran confusión que se reflejaba en los ojos de Potter.

-¡Hermione, me niego a creer esto! ¿Qué hay de todas las veces que un maestro hace una pregunta en su clase y tú levantas la mano y recitas el libro de memoria? Contestas acertadamente porque realmente sabes y no porque...

-También en esas ocasiones hago trampa -interrumpió Parkinson

-¿Cómo?

-De muchas formas, soy experta copiando, pero nunca hasta hoy me habían descubierto.

-¡No puedo creerte! -dijo Harry

-¿Estás decepcionado de mi?

-Mucho -admitió Harry

Parkinson tuvo que hacer un gran esfuerzo para no sonreír en ese momento

-Harry, lo siento -dijo Hermione-. Todo este tiempo te he fallado... Entiendo que estás muy decepcionado de mí y no es para menos... Creo que es mejor que aquí termine todo.

Harry se quedó perplejo, por un momento sintió que la persona que tenía enfrente no era Hermione.

-No merezco ser tu novia, mejor olvídate de mí.

Y antes de que Harry pudiera detenerla, ella echo a correr escaleras abajo.


¿Y ahora qué hago? –pensó Parkinson, Harry no se había quedado contento con sus palabras y la estaba siguiendo muy de cerca-. ¡Maldición! Pronto va a terminar el efecto de la poción multijugos y tengo que desaparecer, de lo contrario él va a descubrir todo.

-¡No corras por los pasillos! –gritó una voz varonil-. ¡Diez puntos menos para Gryffindor, Hermione Granger!

Parkinson se detuvo, no podía creer su buena suerte, el prefecto que le había llamado la atención era Mark. El mismo chico que en la mañana había insistido en ir al baile con Hermione Granger.

-Lo siento, Mark –se disculpó Hermione, dedicándole su mejor sonrisa.

-¿Qué haces fuera de clase? –preguntó Mark, acercándose a ella.

Parkinson no lo pensó ni un segundo más, Potter estaba a unos cuantos metros y no tardaría en llegar junto a ellos. Era su gran oportunidad para que Potter se decepcionara definitivamente de Hermione Granger y nunca más quisiera volver a estar con ella.

-Mark, quiero decirte que si acepto ir al baile contigo –exclamó Parkinson lo suficientemente alto para que Potter escuchará.

Mark la miró boquiabierto y Harry se paró en seco, creyendo haber escuchado mal.

-¿Lo oíste, Harry? –gritó Parkinson-. Voy a ir con Mark al baile, porque quiero estar con él. ¡Entre tú y yo todo ha terminado!

Harry clavó sus ojos en ella y Parkinson vio cuánto lo estaba lastimando. Los ojos de Harry reflejaban decepción, coraje, tristeza y dolor, pero a pesar de todo, también había amor en ellos.

¿Cómo puede quererla tanto? –pensó Parkinson con furia. Y en un arrebato desesperado para terminar de romperle el corazón a Harry y hacer que se olvidará para siempre de su querida sangre sucia, se lanzó sobre Mark y lo besó en los labios.

Harry se quedó paralizado sin poder creer lo que sus ojos estaban viendo. Estuvo seguro que su corazón se detuvo a consecuencia de la daga que Hermione acababa de enterrarle en el pecho. Seguramente estaba soñando. Esa chica no podía ser Hermione, solamente era alguien que se parecía ella. ¿Cómo alguien puede cambiar tanto de un momento a otro? Hace apenas un par de horas en la sala común, ella le había asegurado que lo amaba.

Mark aún no podía creer el beso de Hermione, pero no la rechazó, todo lo contrario, apretó sus labios contra los de ella y rodeó su cintura con sus brazos.

-¡Suéltala! –gritó Harry, reaccionado muerto de celos, jalando a Mark de la túnica, haciendo que se separara de Hermione.

-¡Déjalo! –dijo Parkinson aferrándose a Mark y mirando a Harry con altivez-. ¿No lo comprendes? ¡Lo nuestro terminó! ¡Quiero estar con él!

Harry poso sus ojos en Hermione y después en Mark, para nuevamente posarlos en Hermione, pero está vez, Parkinson advirtió que los ojos de Harry eran dos témpanos de hielo.

-¿No escuchaste, Potter? –dijo Mark, abrazando a Hermione-. ¡Ella quiere estar conmigo!

Parkinson vio el puño de Harry dirigirse al rostro de Mark y acertar el primer golpe. Mark cayó al piso, pero inmediatamente Harry se lanzó sobre él, golpeándolo nuevamente, una vez, dos veces, tres veces más.

-¡Basta! –exclamó Parkinson realmente alarmada, nunca antes había visto a Harry así, transformado en un basilisco.

Harry se volvió bruscamente hacia ella y sus ojos la acribillaron. Pansy comenzó a respirar rápidamente y su cuerpo falso tembló de miedo. Harry la sujetó del brazo con poca delicadeza y la pegó contra la pared, después colocó una mano a cada lado de su cara para que ella no pudiera escapar. Hermione cerró los ojos aterrada.

-¡Mírame! –gritó Harry.

Ella abrió los ojos instintivamente. Los ojos de Harry eran dos balas mortales. Hermione dejó escapar un par de lágrimas, Harry no se dejó conmover por ellas, ella lo había herido de muerte.

-¿Eso es todo lo que sabes hacer? ¿Llorar? ¿Y traicionar?–dijo Harry con voz fría y mirándola con profundo desprecio-. ¡Olvídate de todo! No quiero volver a verte… ¡Pensé que valías la pena! ¡Qué equivocado estaba!

Pansy dejo correr las lágrimas por sus mejillas. Mark se contrajo de dolor en el suelo. Harry les dirigió una última mirada y se alejó por el pasillo.


Harry entró a su habitación, azotó la puerta, golpeó el perchero, tiró del dosel de su cama, rompiéndolo, y pateó con furia su baúl repetidas veces, pero nada de eso, absolutamente nada, le hizo sentirse mejor.

¿Por qué? ¿Qué le había hecho a Hermione Granger para que jugara así con él? ¿Por qué lo había traicionado? ¿Por qué?

La rabia, la impotencia y el dolor se apoderaron de él, llenando cada poro de su ser. Y entonces explotó, terminando por destruir todo aquello que tenía a su paso, pero ni siquiera así el dolor cedió por un instante, todo lo contrario, parecía que había llegado para acompañarlo el resto de sus días.


Una hora más tarde, en la sala común de Slytherin

-Todo salió de maravilla -dijo Parkinson a Millicent muerta de risa-. Toda la escuela habla de la traidora y copiona Hermione Granger.

-Tengo que reconocer que tu plan funcionó muy bien.

-Mucho mejor de lo que esperaba –dijo Parkinson-. Hasta puse fin a esa tonta relación de Potter y Granger, pero para ser honestas, Potter me espanto mucho, estaba convertido en una bestia salvaje.

-Está herido, su querida sangre sucia lo ha decepcionado en todos los sentidos.

Parkinson sonrió radiante.

-Lo único malo es que ahora el pobre de Mark está en la enfermería con una costilla rota –dijo Millicent-. La señora Pomfrey le dio una poción y dice que mañana lo dará de alta.

-Deberías ir a verlo –dijo Parkinson, guiñándole el ojo-, no besa nada mal.

-¿Quién besa mejor? ¿Potter o Mark?

"Potter, por supuesto" –pensó Parkison para sí, sonriendo al recordar sus besos.

-Mark –mintió.

-¡Odio a Granger! –dijo Millicent-. Es tan insignificante y tan poca cosa. ¿Cómo puede tener la atención de dos chicos al mismo tiempo?

-Ya me imagino la cara de la sangre sucia cuando se entere, va a querer morirse –dijo Parkinson-. Hablando de ella. ¿Dónde está? ¿Sigue encerrada en la cabaña del guarda bosques?

-Por supuesto -dijo Millicent-. ¿Qué te parece si la dejamos encerrada? Tengo entendido que Hagrid se fue a Londres y no regresa hasta mañana

-Pues dejémosla allí -dijo Parkinson triunfante, sin el menor remordimiento.


Ron entró a su habitación, sin lugar a dudas, un tornado había pasado por ahí y había arrasado con todos los muebles, destruyéndolos en el acto. Asombrado, Ron tomó su varita para empezar a reparar sus cosas, pero en ese momento se percató de la presencia de Harry, estaba sentado en un rincón de la habitación, con las manos cubriendo su cara.

Harry levantó el rostro al notar la presencia de alguien, y Ron no supe si aquel que lo miraba, era un fantasma o simplemente alguien que se parecía a su mejor amigo. El rostro de Harry estaba lívido de dolor, tenía el pelo alborotado, el rostro pálido, y los ojos rojos como si hubiera estado llorado…

-¿Qué ha pasado? –exclamó Ron, alarmado.

-¡Vete! ¡Déjame solo!

-¿Es por Hermione? ¿Qué tiene de malo que haya copiado en un examen? A cualquiera le hubiera gustado sacar una lupa mágica para ver las respuestas del libro de pociones.

-Ojalá nada más hubiera sido eso –dijo Harry con voz áspera.

-¿Qué pasa?

-Ni siquiera quiero hablar de eso.

-¿Es su imagen que se ha derrumbado ante ti? ¿No puedes juzgarla por un simple examen?

-¡No es la primera vez que lo hace! –dijo Harry

-Yo tampoco puedo creerlo -dijo Ron-, es algo que me resulta imposible. ¿Cuántas veces no me ha explicado un tema? Todas esas veces me ha demostrado que sabe y que no necesita de ningún objeto mágico para poder pasar los exámenes.

Harry sonrió con tristeza, le sonaba ilógico pensar que la persona que siempre les decía que debían estudiar y ser honestos, fuera la única que hacía trampa.

-Hay que reconocer que lo hace muy bien –dijo Ron-, mira que en cinco años, nadie la había descubierto nunca. ¿Crees que quiera enseñarme?

Harry se encogió de hombros, como si aquello le diera igual.

-¿Qué te ha hecho? –dijo Ron.

Harry se refugió en el silencio, ni siquiera encontraba las palabras para decir que Hermione lo había terminado esa tarde y que había besado a Mark en sus narices.

-Todo ha terminado –dijo Harry con profunda tristeza.


Hermione miró por la ventana de la cabaña, ya había anochecido desde hace un buen rato, todo el bosque estaba oscuro y Hagrid no había vuelto todavía. Por lo pronto, ella se había perdido todas las clases del día y estaba segura que tendría serios problemas en sus futuros exámenes.

Dio un trago al té que se había preparado. Aquel té hecho a base de hojas secas, parecía lo único comestible que existía en esa cabaña.

¿Dónde estaba Harry? –pensó con disgusto-. ¿Acaso no le había dicho que iba a la cabaña de Hagrid? ¿Por qué él no la había buscado después de notar su ausencia en la clase de Pociones? ¿Acaso seguía con sus amigos hablando de Quidditch? No podía creerlo, él no la había buscado en todo el día. Aquello sonaba ilógico, porque Harry siempre la vigilaba y cuidaba como si fuera su más grande tesoro.

Un golpe se escuchó a través de la puerta. Hermione sonrió esperanzada, pensando que finalmente Hagrid había llegado.

Los ruidos a través de la puerta siguieron escuchándose, Hermione creypó que Hagrid estaba tratando de abrir la puerta, pero al cabo de varios intentos, se dio cuenta de que ni siquiera Hagrid con su enorme tamaño podía abrir esa puerta. Entonces escuchó el ruido de una fuerza descomunal y acto seguido, vio que Draco Malfoy había derribado la puerta. Hermione abrió los ojos como platos, sin poder creer su presencia en aquella cabaña.

-¿Estás bien, Granger? –preguntó Draco con la voz más indiferente que pudo

Ella asintió, Malfoy se tranquilizó al comprobar con sus propios ojos que aquello era verdad.

-Debí suponerlo –dijo Hermione-. Fuiste tú él que me ha encerrado.

Malfoy quiso ponerse a gritar. Llevaba horas buscándola por todo el castillo, para que encima de todo, ella pensara mal de él y lo acusará de algo tan bajo, aunque creíble viniendo de un tipo como él.

-No fui yo –dijo Malfoy cortante.

-¿Entonces?

Malfoy se encogió de hombros, pero sus sospechas eran Millicent y Parkinson. Desde el momento que notó la ausencia de Parkinson en la clase de Pociones, el cambio de lugar de Millicent y el comportamiento extraño de Hermione, supo que algo habían tramado esas dos brujas.

-¿Has estado aquí todo el día? –preguntó Malfoy

Hermione asintió, sin poder creer que por primera vez en su vida estaba teniendo algo parecido a una conversación con Draco Malfoy.

-¿No fuiste a ninguna clase?

Ella negó con la cabeza.

-¡Salgamos de aquí! –dijo Malfoy, atando todos los cabos y pensando por primera en el gran daño que le habían hecho esas dos Slytherin a la chica, por lo pronto todo el colegio hablaba de lo ocurrido en la clase de Snape, y la noticia de que Mark estaba en la enfermería después de que Potter lo golpeó violentamente, se había corrido como pólvora. A esas horas de la noche, no había un solo alumno de Hogwarts, a excepción de Hermione Granger, que no supiera que ella había besado a Mark delante del mismísimo Harry Potter.

Hermione salió de la cabaña, Draco tomó la tabla a la que el guardabosques llamaba "puerta" y la colocó en su sitio.

-Gracias –dijo Hermione

Malfoy asintió.

-Es tarde, te llevaré a tu torre –dijo Malfoy-, conozco un camino que Filch no conoce.

Draco la vio dudar y se sintió como un estúpido por tratar de protegerla, solamente le estaba ofreciendo una ruta alterna para evitarle todos los murmullos y señalamientos de los estudiantes de Hogwarts. Algo vio Hermione a través de los ojos de Draco, y supo que a pesar de todo, podía confiar en él.

-Vamos –dijo ella, Draco asintió y la guió a través del castillo.

-Gracias –dijo Hermione a Malfoy en cuanto llegaron al retrato de la dama gorda.

-Ten cuidado con Millicent y Parkinson -dijo Draco, intentando prevenirla.

-¿A qué te refieres?

-Esas dos no hicieron nada bueno este día –dijo Malfoy, dando media vuelta.

Hermione atravesó el umbral, la sala común estaba completamente vacía, no había ningún desvelado haciendo tarea a esas horas. La chica se dirigió a su dormitorio, dispuesta a descansar, ya después se encargaría de investigar todo lo que había sucedido durante su ausencia.


Draco bajó las escaleras de la sala común de Slytherin y entró a la habitación de Millicent y Pansy, despertándolas en cuanto azotó la puerta.

-¿Qué te pasa? –exclamó Pansy

Draco se acercó a su cama y la sujetó por los hombros con fiereza.

-¡Fuiste tú!

-¿De qué hablas?

-¡De la poción multijugos que bebiste! –gritó Draco, sacudiéndola.

-¿Estás loco? –dijo Parkinson fingiendo no tener ni la más remota idea de lo que él estaba hablando-. ¿De qué poción multijugos hablas?

-No te hagas la tonta –dijo Malfoy, echando chispas por los ojos.

-¡Malfoy suéltala! ¡La estás lastimando! –gritó Millicent alarmada.

Malfoy la soltó, únicamente para volverse contra Millicent y encararla violentamente.

-¿Desde cuándo te sientas junto a Longbottom y pones bombas fétidas en los calderos? –gritó Malfoy.

-¿Realmente has perdido el juicio? –dijo Millicent-. No sé de qué hablas

-¿No lo sabes? ¿No tienes idea de quién encerró a Granger en la cabaña?

-Por supuesto que no –dijo Millicent. Malfoy le lanzó una mirada asesina.

-¿Tanto te importa la sangre sucia? –dijo Parkinson, sin poder creer que el herededo de Salazar Slytherin hubiera puesto sus ojos en un ser tan inferior como Hermione Granger.

-¡Cállate! –gritó Malfoy, volviéndose hacia ella-. ¡No vuelvas a llamarla así!

Millicent descendió de tamaño, sin poder asimilar que Draco estuviera defendiendo a Hermione Granger.

-¡Lo que hoy hicieron estuvo muy mal! –exclamó Draco-. Se los advierto. ¡Las cosas no se van a quedar así! ¡Tarde o temprano todo cae por su propio peso!

Y dicho esto, abandonó la habitación dejando a las dos chicas, sumidas en un mar de contradicciones.


En cuanto los primeros rayos del sol entraron por el dormitorio de las chicas, Hermione se despertó.

-Hola Lavender, buenos días Patil -saludó Hermione

Las dos chicas se limitaron a barrerla con la mirada y a darle la espalda, comentando quién sabe qué a sus espaldas. Por su culpa ahora tendrían una mala calificación en Pociones.

-¿Quieren decirme qué les hice? -preguntó Hermione

Ninguna le contestó, Patil y Lavender le dirigieron una última mirada y ambas salieron de la habitación.

"Esto no me gusta nada" -pensó Hermione, tomando una toalla para meterse a bañar, media hora después bajó a la sala común con la ilusión de encontrar a Harry, pero él no estaba ahí. ¿Acaso se había bajado a desayunar sin ella?


Harry escuchó un par de golpes llamar a la puerta, seguramente al despistado de Neville se le había olvidado su chivatoscopio y había regresado por él.

-Adelante –dijo Harry al tiempo que se echaba la capa de Gryffindor sobre los hombros, mirándose frente al espejo. A pesar de que no tenía ni el más mínimo deseo de abandonar esa habitación y encarar al resto del mundo, incluida a Hermione Granger, tenía que hacerlo. Tenía que levantarse con la frente en alto y seguir adelante, el mundo no iba a detenerse porque su corazón estuviera hecho añicos.

Hermione abrió la puerta y sonrió al verlo. Harry se sorprendió de su falta de dignidad. ¿Acaso había venido a mofarse de él?

Hermione se acercó a él, dispuesta a saludarlo con un beso, pero grande fue su sorpresa cuando Harry se volvió hacia ella, y la encaró con unos ojos que eran unos auténticos icebergs.

-Te dije que no quería volver a verte –dijo Harry con voz áspera.

Hermione entornó los párpados, creyendo haber escuchado mal, pero la mirada de desprecio que Harry le estaba dirigiendo, le confirmó sus palabras.

-Harry, por favor, no entiendo qué está pasando –dijo ella

-¿Qué es lo que no entiendes? –dijo Harry

-Todo

Harry quiso sacudirla con todas sus fuerzas, por su mente paso la idea de volverla a pegar contra la pared hasta que ella tuviera el valor de aceptar las cosas.

-Harry, dime qué te hice –dijo Hermione.

La paciencia de Harry llegó al límite, no podía creer su cinismo. No supo cómo, pero la agarró del brazo con fuerza y caminó con ella hasta la puerta.

-¡Vete! –dijo Harry abriendo la puerta para que ella pudiera salir antes de que él cometiera alguna locura, pues estaba seguro que si la tenía un segundo más delante de él, apretaría ese hermoso cuello hasta causarle tanto dolor como el que ella le había causado a él.

-¡Harry! –exclamó Hermione.

-¡Lárgate a ver a Mark! –dijo Harry, cerrándole la puerta en las narices.

Hermione contuvo las lágrimas que querían salir de sus mejillas, miró la puerta incapaz de creer lo que Harry acababa de hacer, pero el dolor de su brazo, le confirmó que aquello era cierto.

-¡Ron! –gritó la chica, corriendo escaleras abajo para buscarlo, sólo él podía explicarle qué estaba pasando.

La chica atravesó la torre de Gryffindor, a pesar de que estaba buscando al pelirrojo, no le paso desapercibido que la gente la señalaba. Inclusive escuchó a sus espaldas calificativos tan graves como: tramposa y zorra.

-¡Ron! –gritó Hermione al encontrarlo en uno de los jardines.

-Hola -saludó el pelirrojo.

-Necesito hablar contigo –dijo Hermione, respirando agitadamente.

-¿De qué, Hermione? –preguntó Ron-. ¿Vas a contarme por qué jugaste con los sentimientos de mi mejor amigo? ¿Me vas a enseñar tus trucos para pasar los exámenes?

Hermione entornó nuevamente los párpados, seguramente estaba en una pesadilla y era el momento de despertar.

-¿Por qué dices qué jugué con los sentimientos de Harry?

Ron la miró indignado. ¿Cómo podía tener el descaro de preguntárselo cuando todo Hogwarts hablaba de ello?

-Ron, por favor –dijo la chica con ojos desesperados-, no sé qué pasando. Harry me corrió de su habitación y me dijo que no quería volver a verme… La gente me señala como si tuviera lepra. Y tú me miras como si hubiera traicionado tu confianza.

Ron dio media vuelta, dispuesto a dejarla sola. Hermione lo detuvo

-¡Escucha! –dijo Hermione con la voz a punto de quebrarse-. Ayer después del desayuno fui a buscar a Hagrid, alguien me tendió una trampa y me encerró en la cabaña, pase ahí todo el día, y cuando finalmente logró salir de ahí, descubro que todo mi mundo se ha derrumbado.

-¿De manera que no estuviste ayer en la clase de Snape? –preguntó Ron sorprendido.

-No

-Entonces, ¿quién fue? –preguntó el pelirrojo

Hermione negó con la cabeza.

-Por favor, cuéntame lo que paso.

Ron la miró aún indeciso, pero la angustia y desesperación que se reflejaba en los ojos de Hermione, le hicieron creer nuevamente en ella y en todas sus palabras.

-Ven –dijo Ron, tomándola de la mano-, vamos a sentarnos.

Los dos se dirigieron a una banca apartada del resto de los estudiantes.

-Ayer en clase de Snape –dijo Ron-, alguien hizo explotar el caldero de Neville con una bomba fétida, por supuesto que Snape se puso furioso y reto a todo el grupo, tú le propusiste que nos hiciera un examen.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que yo no fui a clase? –gritó Hermione.

-El caso es que Snape nos hizo examen, y a los pocos minutos, te descubrió copiando.

Hermione se llevó las manos a la cara en señal de frustración, Ron le puso una palmada en el hombro.

-Snape te reto y te recogió el examen, no sin antes reprobarte. Tú abandonaste el aula, Harry salió detrás de ti, y ahí, según lo que Harry me contó, tú le dijiste que siempre habías hecho trampa para pasar los exámenes y enseguida terminaste con él.

Hermione dejo caer su mandíbula, no podía creer lo que estaba escuchando.

-Harry te siguió para exigirte una explicación, pero en el camino te encontraste con Mark, y después de decirle que irías al baile con él, lo besaste en los labios delante de Harry.

La chica dejó escapar un par de lágrimas. Las palabras de Harry le retumbaron en sus oídos:

¡Lárgate a ver a Mark!

Y también recordó las palabras de Malfoy

Ten cuidado con Millicent y Parkinson… Esas dos no hicieron nada bueno este día

-Fueron ellas –pensó Hermione en voz alta.

-¿Quiénes?

-Millicent y Parkinson

-Por supuesto –dijo Ron-. Parkinson no estuvo en clase y seguramente fue Millicent la que puso la bomba fétida en el caldero de Neville. Estoy seguro que fueron ellas, no encuentro a nadie más que te odie tanto.

Hermione asintió.

-Ven –dijo Ron, jalándola de la mano-. Tenemos que hablar con Harry.


Ron y Hermione se dirigieron al gran comedor para buscar a Harry, pero en el camino se encontraron con la profesora McGonagall.

-Señorita Granger, tengo que hablar con usted -dijo la maestra, dirigiendo una mirada bastante severa a la chica.

-Sí, profesora -dijo Hermione, tragando saliva

-Venga conmigo a mi despacho, y usted señor Weasley, vaya a desayunar

Ron obedeció y dejo a Hermione, la chica se limitó a seguir a la profesora hasta su despacho.

-Siéntese -ordenó la maestra

-¿Sobre qué quiere hablarme? -preguntó Hermione obedeciendo.

-Primero tengo que decirle que estoy muy decepcionada de usted. Siempre la considere un orgullo para la casa de Gryffindor y después de lo de ayer, la buena impresión que tenía de usted ha desaparecido por completo.

-Profesora, yo...

-Segundo -continuó McGonagall, sin dejar que Hermione le explicara nada-, tengo que informarle que dadas las circunstancias, usted ya no recibirá la medalla al mejor Alumno de Hogwarts.

-Pero, ¿por qué?

La maestra miró a Hermione, como si la chica se estuviera burlando de ella.

-Y tercero -dijo McGonagall-, le prohíbo terminantemente la entrada al baile

-Profesora McGonagall, permítame explicarle

McGonagall clavó la mirada en Hermione y continuó hablando:

-Ya dije todo lo que tenía que decir, ahora Srita Granger, salga de mi despacho

Hermione la obedeció, por más intentos que hiciera, McGonagall no iba a escucharla.


La castaña llegó al gran comedor bajo las miradas burlonas de los estudiantes que la veían pasar, desde la puerta buscó con los ojos a Harry y a Ron, pero no los encontró.

-Buenos días, Hermione -la saludó un chico que estaba justo a sus espaldas.

Hermione volteó a ver quién le hablaba, Neville le sonreía ampliamente.

-Hola Neville, buenos días -saludó Hermione-. ¿Has visto a Harry y a Ron?

-Harry bajó a desayunar hace un momento, pero Ron llegó diciendo que quería hablar con él y ambos se fueron.

-Ya veo -dijo Hermione, con la discreta esperanza de que Ron le contará la verdad a Harry.

En ese momento, Cho y amistades entraron al gran comedor, al hacerlo Hermione pudo darse cuenta que se burlaban de ella.

-Yo sí creo en ti -dijo Neville con una sonrisa-, tú eres incapaz de copiar en un examen, me has ayudado cientos de veces con mis estudios y en todas esas veces, me has demostrado que realmente sabes

-Yo también creo en ti -dijo una pelirroja

-¡Ginny!

-Sé que tú jamás harías semejante cosa -dijo la chica.

Hermione no pudo evitar abrazar a Ginny.

-Cuenta con nosotros para todo -dijo Ginny, dándole unas palmaditas en el hombro.

-Gracias -dijo Hermione, sintiéndose mucho mejor.


-¿Y bien? -preguntó Harry a Ron en cuanto los dos estuvieron en la sala común de Gryffindor-. ¿De qué quieres que hablemos?

-Es sobre Hermione -dijo Ron

-¡Basta Ron! ¡No quiero saber nada de ella!

-Vas a escucharme aunque tenga que amordazarte –dijo Ron, clavando sus ojos en Harry.

-¡No! –dijo Harry, dando media vuelta.

-¡Parkinson bebió poción multijugos para hacerse pasar por Hermione! –gritó Ron.

Harry se detuvo.

-Hermione no fue ayer a clase de Snape, Millicent la encerró en la cabaña de Hagrid para que Parkinson se hiciera pasar por ella –continuó Ron.

-¿Qué dices? –dijo Harry, volviéndose hacia Ron.

-Que no fue Hermione la que hizo que Snape nos hiciera examen, no fue ella la que estaba copiando.

-Por supuesto que fue ella.

-¿Acaso viste ayer a Parkinson en clase?

Harry negó con la cabeza, la verdad Parkinson le era tan indiferente que le tenía sin cuidado si asistía a clases o no, pero lo cierto es que el día anterior, no la había visto por ningún lado, cuando últimamente casi siempre la encontraba "accidentalmente" en algún sitio. Otro recuerdo más vino a su mente, el día anterior a esas horas, había besado a Hermione en la sala común y después cuando la encontró en el pasillo antes de entrar a clase de Snape, la besó, pero se separó de ella al sentir otros labios "diferentes".

-No fue tu amada Hermione la que terminó contigo y besó a Mark a mitad del pasillo –dijo Ron ante la mirada aún confundida de Harry.

El ojiverde dejó escapar una sonrisa, por un momento sintió que su alma volvía a su cuerpo.

-Sabía que no había sido Hermione -dijo Harry con un nuevo semblante-. Algo dentro de mí, me decía que la chica de ayer no era Hermione.

-Nuestra Hermione es incapaz de semejantes acciones –dijo Ron con una sonrisa.

Harry asintió, totalmente convencido.

-Hermione te ama –agregó Ron-, ella no sería capaz de cambiarte por Mark ni por nadie.

Era cierto, Hermione lo amaba. Ella misma se lo había dicho el día anterior y se lo había demostrado en incontables ocasiones. Harry comenzó a reír, de repente, el mundo volvía a ser un lugar hermoso.

-Será mejor que vayas a hablar con ella –dijo Ron-, está muy triste por tu actitud.

Harry se llevó las manos a la cara, por su mente pasó la escena de su habitación y quiso tener un giratiempo para volver atrás y abrazar a Hermione con todas sus fuerzas, en vez de apretarla del brazo y sacarla de su habitación, echándole la puerta en las narices.

-Gracias Ron –dijo Harry, sin querer perder un minuto más, tenía que hablar con ella.

-¿Qué harían sin mí? –dijo Ron con autosuficiencia.

-No lo sé –dijo Harry, saliendo por el hueco del retrato.


Hermione salió del gran comedor, había desayunado lo más rápido posible para evitar todas esas miradas acusadoras. Tenía que hablar con Harry y si tenía que usar Verisatum para que él le creyera, no le importaba.

-¡Hermione!

La chica la giró para ver quién le hablaba. Grande fue su disgusto al distinguir a Mark.

-La señora Pomfrey acaba de darme de alta –dijo Mark.

Hermione recordó que Ron le había dicho que Harry lo había golpeado.

-¿Bajamos a desayunar? –dijo Mark con una sonrisa.

Ella negó con la cabeza.

-Escucha, Mark. Olvida lo que paso ayer

-¡Me besaste y dijiste que querías estar conmigo!

-No fui yo.

-¿Esperas que te crea? Te lo advierto, Hermione, no voy a permitir que juegues conmigo. Vas a venir conmigo al gran comedor. Ya todo el colegio sabe dejaste a Potter por mí.

-Te estoy diciendo que no era yo –dijo la chica.

Mark la miró con determinación, Hermione mantuvo la mirada, sin dejarse intimidar, pero su mente le decía que lo mejor era alejarse lo más pronto posible, Mark era peligroso. Dio un paso para alejarse, pero Mark la detuvo.

-No te vas a escapar de mí –dijo Mark, aprisionándola

-¡Suéltame! –exclamó Hermione.

Mark dejo escapar una sonrisa de autosuficiencia, sus ojos se clavaron en los labios de Hermione

-Bésame como lo hiciste ayer –ordenó Mark

Hermione negó con la cabeza, Mark se inclinó sobre ella para besarla él mismo, pero antes de que pudiera tocar sus labios, un fuerte puño lo golpeó en la cabeza.

-¡No te atrevas a tocarla! –gritó Harry echando chispas por los ojos y lanzándole un nuevo golpe, esta vez en el abdomen.

Mark se volvió para encararlo, pero Harry era mucho más rápido y acertó un tercer golpe.

-¡Te mato si vuelves a acercarte a ella! –dijo Harry, sujetándolo de la camisa con violencia y golpeándolo contra la pared.

Mark quiso desafiarlo con la mirada, pero Harry sostenía su varita con tal determinación que Mark supo con certeza que a Potter no le iba a temblar el pulso para lanzarle un Adava Kedvara si él volvía a acercarse a Hermione Granger.

-¡Vete! –dijo Harry con profundo odio-. No queremos volver a verte.

Mark salió corriendo como el cobarde que era. Harry no le prestó más atención y se volvió hacia Hermione. Su expresión cambio por completo al verla.

-¿Estás bien? –dijo Harry acercándose a ella.

Hermione asintió, su cuerpo estaba pegado a la pared y temblaba discretamente.

-¿Te hizo algo ese infeliz?

Ella negó con la cabeza, agradeciendo a todos los cielos la presencia del chico y sin poder evitarlo, le echo los brazos al cuello, comenzando a llorar sobre su hombro. Harry no tardó ni un segundo en abrazarla con todas sus fuerzas.

-Yo no tuve nada que ver con Mark –dijo Hermione entre sollozos-, te lo juro, él a mi no me interesa.

-Lo sé -dijo Harry intentando calmarla-, sé que no fuiste tú.

Hermione lo interrogó con la mirada.

-Ron acaba de decírmelo –dijo Harry

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Hermione y las lágrimas cesaron, Harry la besó en la frente.

-Tenía miedo de que no me creyeras -dijo Hermione.

-Una parte de mí, sabía que no eras tú la chica de ayer –dijo Harry.

-¿Cómo?

-Jamás nadie me ha besado como tú –dijo Harry con una sonrisa. Ella le devolvió la sonrisa y antes de que ella pudiera decir cualquier otra cosa, Harry la besó en los labios

Y de repente, Hermione supo que no importaba que todo el colegio la señalara y que McGonagall no quisiera escucharla, ni siquiera la medalla que había ganado importaba… Todo estaba bien si Harry estaba a su lado.

Y Harry, él la beso como un verdadero loco, porque después de haber pasado una de las peores noches de su vida, ahora volvía a tenerla entre sus brazos, sabiéndola solamente suya. Y aquel dolor mortal que había sentido el día anterior, había desaparecido sin dejar rastro.


Hermione y Harry entraron al aula de Encantamientos tomados de la mano. Las miradas acusadoras se posaron sobre Hermione, Harry apretó su mano para hacerle saber que él estaba con ella y ambos tomaron asiento. Una mirada de Harry dirigida al resto de la clase, bastó para que todos supieran que nadie, absolutamente nadie podía meterse con ella.

La clase de encantamientos resultó fatal para Hermione. El profesor Flitwick dirigió una pregunta a toda la clase, Hermione no tardo en levantar la mano, pues sabía la respuesta. Justin también levantó su mano y el profesor Flitwick prefirió darle la palabra a Justin.

-Ánimo, Herm -susurró Harry

-Tranquila -dijo Ron-, todo se va a aclarar.

Hermione asintió y volvió a prestar atención al profesor Flitwick. El resto del día, transcurrió de manera similar, no hubo un solo profesor que le diera la palabra a Hermione. Ni siquiera en Astronomía o Botánica. Y por otro lado, las miradas acusadoras de los estudiantes de Hogwarts no la dejaron en paz durante todo el día. Cuando el día llegó a su fin, Hermione cansada le pidió a Harry que se olvidaran de la cena y se fueran a la sala común, no podía soportar una mirada más.

Harry asintió y los dos fueron a ocupar su sillón favorito en la sala común.

-Hermione –dijo Lavender, acercándose. La castaña le dirigió una mirada-. Perdóname, Ron me explicó lo sucedido, admito que pensé muy mal de ti.

Hermione simplemente le sonrió. No había nada que perdonar.

-Lamento que McGonagall te haya negado la medalla –dijo Lavender-, tú ganaste limpiamente.

-No tiene importancia –dijo Hermione, acurrucando la cabeza en el hombro de Harry, él la beso en la sien. Lavender sonrió al verlos y salió en busca de Ron.


Al día siguiente, Harry fue el primero en levantarse, todavía no amanecía cuando salió de la sala común cubierto con su capa invisible, pasó el retrato de la dama gorda y fue directo a las cocinas a buscar a Dobby.

-Señor Potter, que gusto verlo -dijo Dobby en cuanto Harry se quito la capa invisible

-Hola Dobby -saludó el chico, al tiempo que Dobby le daba un fuerte abrazo.

-¿Qué lo trae por aquí? -preguntó Dobby, soltando a Harry.

-Necesito pedirte un favor.

-Él que usted quiera -dijo el elfo feliz de poder ayudar.

-Necesito que consigas un poco de poción de la verdad.

-Eso es muy sencillo -dijo Dobby contento-, el profesor Snape tiene bastante poción de esa en su mazmorra, puedo conseguirla sin ningún problema. ¿En qué más puedo ayudarlo?

-Quiero que esa poción la eches en el vaso de Millicent Bulstrode y en el de Pansy Parkinson

-¿Las chicas de Slytherin?

-Sí, necesito que beban Verisatum a la hora de la comida

-No se preocupe, señor Potter, yo atenderé la mesa de Slytherin y pondré el Verisatum en el jugo de calabaza de las chicas.

-Gracias, Dobby -dijo Harry

-No tiene nada que agradecer -dijo el elfo-, Dobby está muy contento de poder ayudar.


-Hola, buenos días -saludó Hermione a Harry aquella mañana antes de darle un beso en los labios.

-Hola, bonita. ¿Qué tal dormiste?

-Más o menos

-¿Por qué? -preguntó Harry abrazándola.

-En tres días es el baile y McGonagall me prohibido ir

-Yo en tu lugar no me desvelaría por eso, dentro de muy poco todo estará resuelto.

Hermione sonrió sin muchos ánimos.

-Eso espero -dijo la chica, abrazando a Harry.


Los dos chicos bajaron a desayunar y posteriormente fueron a clase de Transformaciones. Para alivio de Hermione, McGonagall la trató como siempre, como si nunca hubiera hecho trampa.

Al finalizar la clase, Hermione había logrado transformar un bolígrafo en un foco, siendo la primera alumna de la clase en poder hacerlo.

-10 puntos para Gryffindor -dijo McGonagall.

Hermione sonrió feliz, sintiéndose mucho mejor

-Señorita Granger -la llamó McGonagall antes de que Hermione abandonara el aula

-¿Si, profesora? -dijo Hermione volviéndose

-Sé que no fue usted -dijo la maestra

-¿Cómo lo sabe? -pregunto Hermione

-Porque conozco a mis alumnos y usted es una de las mejores alumnas que he tenido

-Y sin embargo ayer, usted me dijo...

-Sé lo que dije -interrumpió la maestra-, tenía que decir todo eso para saber si estaba hablando o no con la verdadera Hermione Granger.

Hermione sonrió ya más tranquila. McGonagall miró a Hermione comprensiva y le dijo:

-Después de que el profesor Snape me informó lo que había pasado en su clase, me vi obligada a tomar medidas y una de ellas fue vigilar más de cerca a sus alumnos de Slytherin

-Fue Parkinson la que se hizo pasar por mi -dijo Hermione

-Lo sé, ahora solamente hay que esperar a la hora de la comida.

-¿A la hora de la comida?

-Sí -dijo McGonagall-, también vigiló a mis alumnos de Gryffindor y sé de sus planes.

Hermione la miró sin entenderle nada.

-¿Todo bien? -le preguntó Harry al verla salir del aula.

-Sí -dijo Hermione sonriente-, McGonagall sabe que no fui yo

-Menos mal -dijo Harry-, yo sabía que McGonagall no podía ser tan testaruda.


Hermione se dirigió a su clase de Aritmancia y Harry no tuvo más remedio que ir a su clase de Adivinación, pero en cuanto la clase terminó, Harry corrió escaleras abajo, buscando a Pansy Parkinson entre los pasillos. No tardó en encontrarla afuera del aula de Historia de la Magia.

-Hola, Harry -lo saludó la chica

-Hola -contestó Harry, sintiendo asco de solo recordar que la había besado.

-¿Qué tal tu clase? -preguntó Pansy

-Terrible -dijo el chico

-Yo acabo de tener un examen de Historia de la Magia y creo que no me fue muy bien, pero por lo menos no necesito copiar para pasar un examen...

Harry la miró furioso, todo el colegio señalaba a Hermione, por su culpa. Tuvo que hacer un esfuerzo para no lanzarle una maldición.

-No te vi en la última clase de Snape - dijo Harry con intención-. Te perdiste un buen examen.

-Me sentí mal y fui a la enfermería -dijo Pansy

-¿Y cómo te sientes? ¿Ya estás bien? -preguntó Harry, fingiendo preocupación

-Sí, gracias -dijo Pansy sonriendo.

-Deberías cuidarte un poco más -dijo Harry-, no te ves bien.

Pansy se paso las manos por la cara, preguntándose si realmente tenía cara de enferma.

Harry aprovechó para sacar unos dulces de su capa.

-¿Quieres un dulce? Son de Honey Dukes -dijo Harry, extendiendo la mano para que Pansy tomara uno

La chica miró los dulces sorprendida por la repentina cortesía de Harry.

-Vamos, no tienen veneno -dijo Harry riéndose, tomando uno y echándoselo a la boca.

Pansy también rió y tomó el par de dulces que Harry ofrecía.

-Gracias -dijo la chica, llevando un dulce a su boca y guardando el otro en su capa.

-De nada -dijo Harry a Parkinson-. Adiós, recupérate pronto.

Harry se alejó, la primera parte de su plan había salido muy bien. En realidad, le había dado a Pansy dulces de los gemelos Weasley, los dulces hacían que la persona que los probará se enojara y peleara a gritos con toda persona que se le pusiera enfrente.

-Te vi hablando con Potter –dijo Millicent a Pansy, mientras las dos se dirigían al gran comedor.

-Solamente me saludo –dijo Parkinson-. Parecía preocupado por mí, se dio cuenta que no fui a clase de Snape, seguramente me echo de menos.

Millicent rió.

-¿Quieres un dulce? -dijo Pansy, ofreciéndole a su amiga el otro dulce que Harry le había dado.

-Sí, gracias -dijo Millicent, tomando el dulce y echándoselo a la boca.


Las dos chicas entraron al gran comedor y fueron a ocupar sus lugares en la mesa de Slytherin. A los cinco minutos, Hermione y Harry aparecieron ante la vista de todos en el gran comedor, juntos y tomados de la mano.

-Mira ahí viene Potter -dijo Millicent

-Viene con la sangre sucia –exclamó Pansy con disgusto antes de probar su jugo-. ¡No puedo creerlo! ¿Cómo pudo perdonarla? Claramente bese a Mark delante de sus anteojos.

-¿Y si ya sabe que usaste poción multijugos?

Pansy negó con la cabeza

-Si lo supiera no me hubiera saludado

-En fin, todo resulto fue inútil –dijo Millicent dando un sorbo a su jugo de calabaza-, a pesar de todo, siguen juntos.

-Al menos ya nadie cree en la sangre sucia –dijo Parkinson.

-Y todo gracias a nosotras -dijo Millicent

-¿Nosotras? -exclamó Pansy, mirando a su amiga con enojo-. Fui yo la del plan

-Yo te ayudé -gritó Millicent-. ¿Quién fue la que encerró a la sangre sucia en la cabaña de Hagrid?

Todos en el gran comedor voltearon a verlas, pero Millicent y Pansy no lo advirtieron

-¡Yo hice la mayor parte! -gritó Pansy-. ¡Fui yo la que me hizo pasar por ella!

-¿Y quién fue la que hizo que explotará el caldero de Longbotton? Por si ya se te olvido, fui yo.

-Yo conseguí los cabellos de la sangre sucia –dijo Parkinson, bastante acalorada en la discusión.

-Yo hubiera podido conseguirlo sin tu ayuda -gritó Millicent-. No necesite de ti para robarme poción multijugos de la mazmorra de Snape.

-¡Ya basta! -gritó Snape, se había levantado de la mesa de profesores y ahora estaba parado por un lado de Parkinson y Millicent.

McGonagall y Dumbledore lo siguieron.

-¿Quieren explicarnos qué pasa aquí? -dijo McGonagall.

Millicent y Parkinson palidecieron al mismo tiempo, sin darse cuenta se habían delatado a sí mismas.

Harry sonreía satisfecho, su plan no pudo haber resultado mejor. Hermione por su parte, no salía de su sorpresa, no podía creer la forma en que la verdad estaba saliendo a la vista de todo el colegio.

-¿A quién le llaman "sangre sucia"? -preguntó McGonagall, para que quedará claro delante de todo el colegio que Parkinson se había hecho pasar por Hermione.

-A Hermione Granger -contestó Parkinson, bajo el efecto del Verisatum

-¿Cuándo se hizo pasar por ella?

-Ayer, en la clase del profesor Snape.

-¿Fue usted quien saco la lupa mágica? –preguntó Snape, molesto.

-Sí

-Creo que ya no hay nada más que explicar -dijo Dumbledore con voz calmada-. Todos sabemos que la señorita Granger es una excelente alumna. Ella no necesita hacer trampa en los exámenes ni usar objetos mágicos para obtener las mejores calificaciones.

Hermione sonrió entre incrédula y feliz, sin poder explicarse las cosas.

-Señorita Granger -dijo Dumbledore, dirigiéndose a Hermione, pero también a todo el colegio-. Ahora que sabemos que no fue usted la que copio en el examen del profesor Snape, me es muy grato informarle que mañana recibirá el premio a la mejor alumna de Hogwarts como todo estaba previsto.

Hermione volvió a sonreír.

-Gracias, profesor -dijo la chica.

-No hay nada que agradecer -dijo Dumbledore-. Es lo justo.

-Creo que todos aquí estamos muy orgullosos de usted, señorita Granger –dijo Snape, admitiendo que ella era sin lugar a dudas su mejor alumna.

Harry y Ron comenzaron a aplaudir y pronto, todo el colegio los imitó.

-En cuanto a ustedes -dijo Dumbledore, dirigiéndose a Millicent y a Pansy-. Tienen prohibida la entrada al baile. Profesor Snape, creo que 100 puntos menos para Slytherin serán suficientes.

Snape miró a sus alumnas furioso, esa simple mirada les bastó para saber que recibían un castigo ejemplar aparte.

-Y ahora -dijo Dumbledore alegremente, dirigiéndose a la mesa de profesores-, sigamos comiendo, porque no pienso dejar a la mitad una exquisita tarta de frutas.


-Aún no puedo creerlo -dijo Hermione a Harry en cuanto los dos estuvieron en la sala común-. ¡No puedo creerlo!

Harry sonrió, ni él mismo se imagino que las cosas salieran tan bien

-Estoy feliz -dijo la chica-, todo está aclarado.

El asintió.

-Gracias –dijo Hermione-, no sé qué hiciste, pero estoy segura que tuviste algo que ver.

-Sólo fueron un par de dulces y un poco de Verisatum –dijo Harry antes de abrazarla y besarla, primero en la frente, luego en las mejillas y finalmente en los labios.


Poco antes de que amaneciera, Hermione despertó sintiéndose completamente feliz. Sonrió y volvió a cerrar los ojos, deseando dormir unos minutos más, pero unos golpecitos en la ventana de la habitación le hicieron abrir nuevamente los ojos.

Hermione se puso de pie y fue directo a asomarse a la ventana: Hedwig revoloteaba ansiosamente, esperando a que la chica abriera la ventana y la dejara entrar.

-Pasa Hedwig -dijo Hermione abriendo de par en par la ventana.

La lechuza entró y comenzó a dar vueltas en círculo por toda la habitación. Hermione cerró la ventana y enseguida Hedwig fue a posarse en su hombro, mostrándole a Hermione una carta.

Hola brujita:

Despierta, te espero en la sala común.

No tardes

Harry

Hermione se sorprendió, a esas horas seguramente nadie estaba despierto en el castillo, nadie a excepción de Harry y ella. ¿Por qué Harry se había levantado tan temprano?

Sin más remedio, Hermione tomó su capa, se la puso sobre los hombros y bajo a la sala común.

-Buenos días -la saludó Harry en cuanto la vio bajar.

Hermione caminó hacia Harry, interrogándolo con la mirada, pero Harry se limitó a sonreírle y a darle un beso en los labios, en cuanto la tuvo cerca

-¿Ocurre algo? -preguntó Hermione.

-No

-¿Entonces? ¿Por qué me hiciste bajar si todavía ni amanece?

-Ven conmigo –dijo Harry, mostrándole su capa invisible.

-¿A dónde?

-A la torre de astrología.

-¿A qué?

-A ver el amanecer –dijo Harry, echándole la capa invisible sobre los hombros.

Desde la torre más alta, Harry y Hermione contemplaron un cielo oscuro que poco a poco fue adquiriendo un color azul radiante. El sol se posó sobre sus cabezas y dio luz al castillo, al lago y a los jardines.

-¡Es hermoso! -dijo Hermione, contemplando el paisaje, con la cabeza apoyada en el hombro del chico-. ¿Habías visto algo mejor que esto?

-Por supuesto que sí –dijo Harry besando distraídamente sus rizos.

Hermione frunció el entrecejo.

-¿Qué es?

-Tu sonrisa –murmuró Harry antes de cubrirla de besos.


Eran las siete y media de la noche y la sala común estaba abarrotada de gente. Las chicas iban y venían con sus vestidos largos y los peinados altos, mientras que los chicos, hacían gala de sus trajes y corbatas. Harry terminó de arreglarse y bajo a la sala común, Hermione no tardaría en bajar. Se paró al pie de la escalera y espero un par de minutos. Estaba tan guapo que más de una chica, le guiñó el ojo al pasar.

Hermione no tardó en bajar y al encontrarse con Harry en las escaleras, ninguno de los dos supo quién se quedo primero con la boca abierta. Harry estaba más guapo y galante que nunca vistiendo un elegante traje negro, mientras que Hermione lucía espectacular con un vaporoso vestido de chiflón de seda blanco y su cabello recogido en un hermoso moño.

-¡Estas bellísima! -dijo Harry con voz galante

-Gracias -dijo Hermione sonriendo, admitiendo la galantería de Harry con la mayor sencillez-. Tú también estás muy guapo.

-Creo que tienes razón –bromeó Harry-, antes de que bajaras tuve que rechazar como veinte invitaciones de otras chicas.

Ella rió. Harry la tomó de la mano y la hizo darse una vuelta, haciendo que le modelara su vestido. Después la abrazó y la besó en los labios, antes de ofrecerle su brazo para bajar al gran comedor.

Al llegar al vestíbulo, Harry y Hermione se encontraron con la profesora McGonagall y con la profesora Sprout.

-Los estaba esperando -dijo McGonagall al verlos

-¿Están listos? –preguntó la profesora Sprout

Ambos asintieron.

Las puertas del gran comedor se abrieron, la orquesta empezó a tocar y todo el colegio aplaudió al verlos entrar. Los dos caminaron al centro de la pista y comenzaron a bailar una melodía suave y lenta. Todas las miradas estaban clavadas en ellos, Harry pudo ver que hasta Snape tenía una mueca parecida a una sonrisa, mientras que Dumbledore, Flitwick, McGonagall, Sprout, Hagrid y muchos otros, no dejaban de aplaudir.

-¿Estás contenta? -le preguntó Harry a Herm mientras bailaban

-No podría ser más feliz -contestó Hermione

-Yo tampoco -le confesó Harry.

Y los dos siguieron bailando tranquilamente, dejándose llevar por la música, olvidándose de las miradas que tenían encima, únicamente disfrutando el momento, como si por un instante, solamente existieran ellos dos en el mundo.

Cuando la melodía que bailaban se terminó, Dumbledore tomó la palabra:

-Señorita Granger, es todo un honor para mí, hacerle entrega de esta medalla, como premio a su gran desempeño académico. Este año usted ha demostrado ser la mejor alumna de Hogwarts y todos estamos muy orgullosos de usted. ¡Enhorabuena!

Dumbledore se acercó hasta Hermione y le colocó la medalla en el cuello. Todo el colegio volvió a aplaudir.

-Gracias –dijo la chica

Hermione contempló su medalla feliz y pronto tuvo a su alrededor a más de veinte compañeros y amigos queriendo ver su medalla, todos ellos felicitándola por ser la excelente alumna que era.

-Felicitaciones, Granger –dijo Draco Malfoy, acercándose disimuladamente entre la multitud.

-Gracias –contestó la chica.

Él esbozó una discreta sonrisa y salió del gran comedor.

-¡Todos a bailar! –gritó Dumbledore, tomando de la mano a la profesora Sprout y dirigiéndose al centro de la pista para bailar la pieza que las Brujas de Macbeth comenzaban a tocar.

Muchos obedecieron, incluidos Ron y Lavender. Harry tomó la de Hermione y los dos comenzaron a bailar como si no hubiera un mañana.

Al cabo varias horas de bailar sin parar, Harry le propuso a Hermione, ir a dar un paseo por la fuente.

-No podemos salir -dijo Hermione

-Si podemos -dijo Harry-, nadie se dará cuenta.

-Está bien, vamos -dijo Hermione tomando la mano del chico y abandonando junto con él, el gran comedor.

Los dos chicos llegaron hasta la fuente cuya agua cristalina, reflejaba la hermosa luz de la luna.

-¿Por qué quisiste venir aquí? -preguntó Hermione

Como única respuesta, Harry tomó el rostro de la chica con ambas manos, aproximó sus labios a los de ella y la besó.

-Porque quería estar contigo -dijo Harry, poniendo sus manos en su estrecha cintura-, quería decirte lo orgulloso que me siento de ti.

Ella sonrió

-También quería felicitarte por haber ganado esa medalla, sé que ya lo escuchas mil veces, pero eres una alumna excelente

-Gracias -dijo Hermione con humildad

-Y también quería decirte que te amo -dijo Harry-. Te amo, porque vives y me haces sentir vivo.

-Yo también te amo –contestó Hermione-. Te amo, porque me haces soñar despierta y todos mis sueños me llevan a ti.

-Prométeme que siempre vas a estar conmigo –dijo Harry.

-Siempre –murmuró Hermione mirándolo a los ojos antes de sellar su promesa con un beso.

F I N


¿Fin? ¿De verdad?

Sí, después de miles de renglones, aquí está el último capítulo.

Espero que este fanfic les haya dejado un buen sabor de boca.

Aprovecho para agradecer sus reviews, no solamente aquí en fanfiction, sino también en el foro de WarnerBros hace 12 años y en Potterfics, por cierto subí los comentarios de esa página aquí, espero que no les moleste... Gracias a todos por sus mensajes, sus muestras de cariño y su apoyo a lo largo del tiempo.

Me despido recordándoles mi cariño.

PD. No se olviden de dejar un review, es el único pago a tantas horas de trabajo.