EPILOGO II: MI HOGAR

"I've been keeping all the letters that I wrote to you
Each one a line or two:
"I'm fine baby, how are you?"
I would send them but I know that it's just not enough.
My words were cold and flat
and you deserve more than that…

Another aeroplane,another sunny place,
I'm lucky, I know
But I wanna go home

I've got to go home…"

(Home-Michael Bublé)

***

El avión acababa de aterrizar procedente de Nueva York. Nada más pisar tierra en el aeropuerto de Seattle, me precipité a coger el primer taxi que viera. Llovía a cántaros, pero era la última de mis preocupaciones. La lluvia era una compañera casi diaria en el estado de Washington y ya casi no me podía imaginar vivir sin ella.

Había pasado una semana en Nueva York, cubriendo la semana de la moda, y estaba tan agotado que casi no podía caminar. Por mi trabajo, tenía que pasar al menos una vez al mes 2 o 3 días allí para hacer sesiones fotográficas para las revistas de moda que me contrataban.

Emmet y Jasper solían bromear sobre ello cada vez que me veían. Según ellos, tenía el mejor trabajo del mundo al poder fotografiar a mujeres medio desnudas sin parecer un pervertido. Yo me reía, por supuesto. Si ellos supieran…para mí no era más que trabajo. Para mí no había en el mundo otra persona más preciosa y deseable que Bella

Mientras el taxi corría a toda velocidad por las calles vacías de la ciudad, miré la hora en el salpicadero. La una y media de la madrugada. Bella y mis hijos estarían durmiendo, probablemente a pierna suelta. Quería darles una sorpresa, ya que no me esperaban hasta mañana, pero tampoco quería molestarlos. La única que lo sabría sería mi mujer. Tendría que conformarme con ver las caritas sonrientes de mis niños por la mañana.

Cuando el taxista me dejó en la puerta de mi casa, abrí la puerta cuidadosamente y entré en la casa. Mi hogar. Él único lugar en el mundo en el que sentía una felicidad plena.

Habíamos comprado nuestra casa muy cerca de la de Rosalie y Emmet. Bueno, lo correcto sería decir que Bella la había comprado con el dinero de la indemnización recibida por el desgraciado de David. Cuando un día apareció con los planos de la casa bajo el brazo, no me lo podía creer. Nunca me pude imaginar que se gastaría el dinero en una casa para los dos, y eso significaba que lo hacía porque tenía esperanza y fe en nuestro futuro. Si alguna vez pensé que era imposible amarla más, estaba totalmente equivocado.

Me dirigí hacia las habitaciones de mis hijos. Primero la de Elizabeth y luego la de Anthony. Contemplé sus caritas en paz mientras dormían y no pude evitar sentirme afortunado al tenerles en mi vida. Ellos habían terminado de llenarme por completo, me habían enseñado ese tipo de amor por el que das la vida, ese amor por el que eres capaz de matar. Acaricié sus cabecitas y les besé la mejilla con sumo cuidado, para no despertarles. A continuación salí hacia mi habitación.

Cuando entré en mi cuarto, Bella dormía profundamente. La luz de la luna entraba por la ventana e iluminaba el pálido rostro de mi mujer. Estaba preciosa. Suspiré, mientras me tumbaba junto a ella y la abrazaba por la cintura. Llevaba un pijama de franela muy suave, cosa que no me extrañó. Generalmente cuando dormíamos juntos solía tomarme el pelo diciéndome que yo emanaba tantísimo calor que no podía ponerse pijama, de modo que usaba unos finos camisones de seda. Yo encantado, por supuesto.

No podía creer que tuviera tanta suerte al tenerla en mi vida. Todavía era para mí algo incomprensible la manera en la que me había perdonado, y no pasaba el día en el que le diera gracias al cielo por ponerla en mi camino. Ella me había dado su amor, su paciencia, su dulzura, su bondad, y a mis dos niños, por supuesto. No podía ser más feliz.

Comencé a besar su cuello mientras acariciaba su cuerpo. Su inconfundible olor a fresias y a lavanda me embriagó. Comencé a bajar por el pantalón de su pijama y me introduje dentro de su ropa interior. Ella jadeó, despertando de su sueño y se giró hacia mi lado. Esbozó una gran sonrisa, que yo le devolví, y me acarició la cara.

-¿Estoy soñando?

Yo me reí. Era típico de Bella. Siempre decía algo que me sorprendía.

-No, mi vida. Estoy aquí.

Bella soltó una risita.

-Bienvenido a casa.

-Gracias…

Acercó mi cara a la suya y me besó con fiereza. Yo le devolví el beso con la misma intensidad. La había echado tanto de menos que hasta dolía. Odiaba tener que separarme de ella y de mis hijos aunque fuera por algo necesario. Estar lejos de ellos me provocaba un dolor en el pecho que solo se calmaba cuando los volvía a ver.

-Te quiero -le susurré al oído.

-Y yo a ti.

Nos seguimos besando con pasión, mientras aspiraba su esencia y metía una mano dentro de su pijama, acariciando su piel. Me coloqué encima de ella sin dejar de besar su piel. La necesitaba. Necesitaba sentirla, respirarla, acariciar sus sedosos cabellos y besar sus dulces labios.

Lentamente le quité la parte de arriba del pijama mientras que ella hizo lo mismo con mi camisa. Cuando los dos nos quedamos totalmente desnudos, Bella me rodeó con sus largas piernas, colocándose encima de mi, lo cual me facilitó muchísimo la tarea, pues la penetré de una manera tan feroz que nos hizo temblar a los dos de placer.

La visión de Bella desnuda era la imagen más sensual y erótica del mundo. Cuando hacíamos el amor, se entregaba en cuerpo y alma, dando todo de sí para que nuestros cuerpos recibieran el máximo placer posible. Desde mi posición, podía distinguir claramente cómo se mordía los labios debido a la excitación, mientras echaba la cabeza hacia atrás. No pude resistirme, de modo que la atraje hacia mí y la besé con desesperación. Ella respondió con igual pasión y aceleró el ritmo de las embestidas.

-Dios, Edward, me vas a volver loca…

Gemí de placer mientras ella continuaba con el vaivén de sus caderas, esta vez el movimiento era más acelerado. Yo la acompañaba, por supuesto para que el goce fuera todavía mayor. No podía más. Esa mujer me hacía peder la poca cordura que me quedaba.

Aumenté las embestidas y entonces sentí como explotaba en su interior. Ella tembló de placer y me di cuenta que también había llegado al orgasmo. Se apartó, tumbándose, agotada, en la cama e intentando que su respiración volviera a la normalidad. La abracé por la cintura, besando y acariciando cada parte de su cuerpo que podía. Ella me abrazó también, acariciando mi pecho desnudo.

-Si todas las bienvenidas van a ser así, voy a tener que irme más a menudo-reí, besando sus cabellos.

Ella se rió.

-No tienes ni idea lo que te he echado de menos, Edward.-me besó en el pecho- Ha sido una semana muy larga sin ti.

-Lo sé, pero al menos, hasta dentro de dos meses no te volverás a deshacer de mí.-contesté sonriendo, aunque con la voz ronca del cansancio.

-Te quiero -me besó en la mejilla- Descansa

Y entonces, dormí profundamente como no lo había hecho en mucho tiempo.

****

Desperté sintiendo como si me hubiera pasado un camión por encima. No tenía ni pizca de ganas de levantarme, pero ese día habíamos prometido a Alice y Jasper ir a casa de los Cullen en Forks para celebrar el cumpleaños número seis del pequeño Brandon. Palpé con la mano el lado de la cama de Bella, pero ella ya no estaba allí. Entonces me llegó un agradable olor desde la cocina y sonreí. Mi mujer estaba preparando tortitas. Era su manera de darme la bienvenida después de cada viaje.

Miré el reloj despertador. Las 9.15. Decidí que era una buena hora para levantarse, de modo que así lo hice. Me duché rápidamente, me vestí con unos simples vaqueros y un jersey de color azul marino. Sonreí. A Bella le encantaba ese jersey, me lo había regalado hacía dos navidades y cada vez que me lo ponía era por un homenaje a ella.

Bajé las escaleras y me dirigí hacia la cocina, escuchando las risas de mis niños y la de Bella.

-Mami, no quiero más…-escuché quejarse a Anthony

- Solo una más, Anthony…-contestó Bella-Dentro de un rato tendrás hambre y me dirás que te crujen las tripas. Venga, te dejo echarle sirope de chocolate…

-¡Yupi!

-Buenos días a todos -dije, entrando en la cocina con una sonrisa.

-¡Papi!

Mis hijos corrieron y me abrazaron. Les besé en la cabeza y me puse a su altura para mirarle más cerca. En ese momento, Lizzie llevaba puesto un conjunto de vaqueros y camiseta de manga larga de color rosa, y tenía su pelo recogido en dos trenzas que la hacían lucir adorable, mientras que Anthony tenía un jersey de color verde claro y unos pantalones de color marrón.

Era difícil decidir cual de los dos era más guapo. Elizabeth se parecía mucho a mí, tenía mis ojos y mi cabello broncíneo, sin duda tenía los rasgos de los Masen. Anthony, en cambio era el vivo retrato de Bella, sus mismos ojos, nariz y labios, aunque su pelo era igual de desordenado que el mío, a pesar de ser color castaño oscuro, como el de su madre. Mis niños eran lo mejor que podíamos haber hecho juntos. Nada se comparaba a ser padre.

Elizabeth había nacido un año después de casarnos, hacía ya cinco años, mientras que Anthony esperó dos años más para venir al mundo. Mi pequeña Lizzie era muy lista para sus tiernos cinco años. Había empezado a tocar el piano y lo hacía de maravilla. Sin duda, cuando tuviera unos años más lo haría como una auténtica profesional.

Anthony no se quedaba atrás en inteligencia, por supuesto, pero lo suyo era más la lectura. Todavía no sabía leer, pero adoraba que su madre le recitara sonetos de Shakespeare antes de irse a la cama. Bella estaba encantada que nuestro pequeño Anthony hubiera heredado la misma pasión por la literatura que ella.

Recordaba como si hubiera sido ayer mismo cuando nacieron. Con Elizabeth, Bella tuvo un embarazo muy difícil, con vómitos y náuseas durante prácticamente los nueve meses. Cuando nació, fue el momento más feliz de mi vida. Recordaba su pequeño cuerpecito manchado de sangre envuelto en un mantita rosa del hospital y la manera en la que Bella la cogía con sus manos inexpertas de mamá primeriza.

Con Anthony las cosas fueron mejor. Bella sentía las típicas molestias, por supuesto, pero el brillo de sus ojos y la luz de su mirada me decían que no le importaba nada. Tener un bebé en su interior recompensaba cualquier dolor. Y yo por mi parte, daba gracias al cielo por haber sido bendecido por segunda vez.

-¡Os he echado de menos, chicos!

-Y nosotros a ti, papá-contestó Lizzie, dándome un pequeño beso en la mejilla- hemos estado muy aburridos sin ti…

-Vaya, gracias por la parte que toca, cariño -bufó Bella, medio enfadada, medio divertida. Mi niña se acercó a ella, la abrazó por el cuello y le plantó un sonoro beso en la mejilla.

-Oh vamos, mami, sabes que es broma…-sonrió Lizzie. Yo me reí, mirando a Anthony, quien también sonreía. Sin duda, Elizabeth había heredado mis dotes de persuasión y había utilizado la misma sonrisa encantadora que yo utilizaba con su madre.

-Termina tu desayuno, anda. -contestó Bella, negando con la cabeza y sonriendo.

Me acerqué a ella, rodeándola con mis brazos y besándola con toda la pasión que pude. Ella se sonrojó y me acarició la mejilla. Yo me reí. Llevábamos años juntos, pero ella aún se sonrojaba cada vez que la tocaba o la besaba, era adorable Estaba preciosa aquella mañana. Se había peinado con dos trenzas, al igual que Elizabeth y me percaté que ambas se habían puesto de acuerdo y vestían iguales.

-Estás guapísima esta mañana -susurré, volviéndola a besar suavemente en los labios.

-Tú no eres parcial, ya lo sabes. -se rió con un suave rubor en sus mejillas.

-Oh venga, dejadlo ya -bufó Lizzie. -Ya tendréis toda la noche para hacer eso que hacéis los mayores por la noche y que nadie me quiere contar…

-¡Lizzie! -la reñí. Bella soltó una carcajada. Mi niña era más observadora de lo que jamás había imaginado.

Bella me sirvió una taza de café y a continuación me pasó un plató hasta arriba de tortitas. Me senté en la mesa de la cocina y ella se sentó a mi lado, delante de su desayuno.

-Bueno, ¿Qué le habéis comprado a Brandon? -dije mientras mordisqueaba una tortita.

-Le hemos comprado un juego para la wii. Ha sido idea mía. -contestó Lizzie sonriente

-Era eso o uno de esos coches teledirigidos que se conducen por la voz -intervino Bella, dándole un sorbo a su café- No estábamos seguros, así que al final tuvimos que preguntarle a Alice -se encogió de hombros.

Yo solté una carcajada. La pequeña e hiperactiva Alice nunca dejaba que las cosas la pillaran por sorpresa, le gustaba tener las cosas bajo control y cualquiera que osaba a contradecirla sufría la más dura de las venganzas. Yo la había sufrido en mis propias carnes cuando me negué a celebrar mi cumpleaños número treinta y dos en uno de los karaokes más de moda en Seattle. No sólo me obligó a ir, si no que entre todos me tendieron una emboscada y me hicieron cantar Holding on for a hero de Bonnie Tylerdelante de todos.

-Estoy seguro que le encantará -contesté.

Tras desayunar entre risas y anécdotas de mi estancia en Nueva York, Bella y yo nos dispusimos a preparar a los niños para el viaje a la casa de los Cullen en Forks. Mi mujer fue a la habitación para coger su bolso y los abrigos, pero yo la seguí sin que se diera cuenta mientras ella tarareaba una canción. Abrí la puerta con cuidado y la cerré para que se percatara de que estaba allí, mientras ella se daba los últimos retoques a su ropa.

Mi preciosa mujer se giró y esbozó una sonrisa al verme. Me acerqué hacia ella y la atraje hacia mí por la cintura, a la vez que ella pasaba sus manos por mi cuello. La besé y sonreí entre sus labios cuando Bella me empujó hacia la puerta, chocándose su espalda con el marco.

-¿No tuviste bastante ayer?-susurró

-Nunca tengo bastante, ya lo sabes… -dije con voz ronca. Bajé por su cuello mientras besaba cada centímetro de su sedosa y suave piel. Ella emitió un gemido sensual y yo estaba a punto de bajar por sus pechos cuando un irritante repiqueteo en la puerta nos interrumpió.

-¡Mami, venga ya! -se quejó mi adorable Anthony

Bella suspiró y me miró con ojos apesadumbrados

-Ya vamos, cariño -contestó- Colocaos vuestros abrigos y bajamos enseguida

-Malditos críos…-gemí mientras le daba un beso en la mejilla y me apartaba de ella

Ella se rió y trató de arreglarse un poco la ropa y el pelo. A continuación me acarició la cara y salió de la habitación. Yo me quedé intentando recuperar el aliento, aunque no tarde mucho más que ella en llegar a donde estaban nuestros niños. Salimos hacia el garaje y Bella y yo ayudamos a los niños a colocarles en sus sillitas. A continuación, nos sentamos en los asientos delanteros y nos dispusimos a salir de nuestro hogar.

Nos esperaban casi dos horas de viaje, por lo que Bella le puso una película de Disney a Lizzie mientras que Anthony se quedó dormido nada más comenzar a moverse el coche. Yo puse un CD con música relajante mientras Bella estiraba las piernas en el asiento del copiloto y cerraba los ojos, apoyando la cabeza en el asiento. Sonreí. Estaba cansada y se le notaba. Ocuparse de los críos ella sola acababa con todas sus fuerzas y no era fácil si tenía que compaginarlo con su trabajo. La dejé dormir tranquilamente y sin molestarla e hicimos el viaje en silencio, sólo roto por el murmullo de los dibujos animados que veía mi hija.

Cuando llegamos a Forks me dirigí hacia las afueras, donde vivían los Cullen en una preciosa casa blanca de estilo victoriano y muy difícil de encontrar a no ser que supieras donde quedaba. Ellos querían intimidad y sin dudas era el lugar más adecuado, a pesar de ser un pueblo de no más de tres mil habitantes. Aparqué justo en la entrada y pudimos divisar el porsche de Alice y el BMW de Rosalie. Suspiré. Éramos los últimos en llegar.

Los cuatro salimos del coche y nos dirigimos a la entrada. Nos recibió Esme, por supuesto. Esme era un auténtico encanto y una madraza. Esme y Carlisle nos trataban a Bella y a mí como si fuéramos sus propios hijos y a Lizzie y Anthony como si fuera sus nietos biológicos, haciéndoles los mismos regalos de cumpleaños o navidades. Realmente eran dos personas adorables y dignas de admiración.

-¡Hola, chicos! ¡Por fin habéis llegado! -dijo Esme con dulzura.

-¡Abuela Esme!

Lizzie y Anthony corrieron para abrazarla. Ella los recibió y besó sus cabecitas.

-Dios mío, niños, ¡Pero cuánto habéis crecido! No os veo desde hace un mes y parece que os habéis estirado diez centímetros por lo menos-dijo Esme. Los niños salieron corriendo hacia la casa seguramente para encontrarse con sus primos y jugar con ellos.

-No tanto, Esme -sonrió Bella. Esme la abrazó y a continuación se giró hacia mí y me dio un sonoro beso en la mejilla.

-Me alegro de verte, cielo -me dijo- Pensaba que no ibas a llegar a tiempo.

-¿Y soportar una venganza de Alice? -reí-¿Estás loca?

Bella y Esme soltaron una carcajada mientras entrábamos en la enorme mansión Cullen. Realmente, decir que era bonita era quedarse corto. Amueblada con un mobiliario exquisitito y un gusto muy refinado, la casa se extendía por tres plantas y un enorme jardín con piscina y un montón de columpios para los niños.

Seguí a mi mujer y a Esme mientras hablaban y reían de sus cosas. Desde el vestíbulo se podían escuchar los ruidos procedentes del salón. Una vez allí, todos nos saludaron y nos abrazaron. Ellen y Sharon, de doce años de edad, se encontraban con su tía Alice haciéndose la manicura mutuamente. Emmet, Carlisle y Jasper se dedicaban a poner los cubiertos y los platos sobre la enorme mesa del salón, mientras que mis niños y el pequeño Brandon estaban sentados junto a una pila enorme de juguetes. La única que me faltaba era Rosalie y supuse que mi amiga estaría en la cocina alistando la comida.

-¿Dónde está el chico del cumpleaños? -sonrió Bella

-¡Tía Bella! ¡Tío Edward! -el pequeño Brandon se levantó como una exhalación y nos dio tal abrazo que casi nos tira al suelo.

Me agaché poniéndome a su altura y le desordené el cabello. Era un niño guapísimo a decir verdad. Se parecía un montón a su padre, aunque había heredado los ojos azules de su madre. Su personalidad me recordaba un montón a su tío Emmet, era alegre y sin duda había aprendido a dar esos típicos abrazos de oso que solían aplastarnos las costillas a más de uno.

-Te hemos traído un regalo, campeón -dije yo dándole su regalo-Lo ha elegido Lizzie, así que si no te gusta, le echas la culpa a ella.

-¡Seguro que es genial! -rió mi sobrino. Cogió el regalo con impaciencia y lo abrió en un santiamén- ¡Justo el que quería! ¡Gracias!

Brandon nos abrazó a Bella y a mí y a continuación cogió en volandas a Lizzie y se puso a darle vueltas por el aire.

-¡Bájame, tonto, que me mareo!-se quejó mi hija pataleando

Todos nos reímos y noté que Bella y Alice se miraron con complicidad. Desde que nacieron, siempre habían maquinado para que se enamoraran y se casaran algún día. Yo me reía muchísimo cada vez que las escuchaba hablar sobre vestidos de novia o futuros nombres para sus nietos. La verdad es que no podía imaginarme a nadie mejor que Brandon para mi hija. Me encanta la relación amor-odio que tenían y la verdad es que Lizzie le hacía sufrir muchísimo. Era muy orgullosa cuando se enfadaba y nunca cedía a no ser que se le pidiera perdón, pero ella siempre conseguía que Brandon fuera detrás suya para disculparse cada vez que la hacía enojar. El tiempo diría lo que pasaría con ellos, aunque tenía la sospecha que sus madres tenían razón. Las madres siempre suelen tenerla

-¡Edward!-gritó Emmet mientras se acercaba y me daba palmadas en la espalda- ¿Qué tal por la Gran Manzana? ¿Muchas modelos en bikini?

-Demasiadas, Emmet -contesté sonriendo.

-Pero no te puedes quejar, tío -intervino Jazz- Tienes el mejor trabajo del mundo

-No es para tanto…-dije

-¡¡A comer!! -gritó Rosalie desde la cocina.

Todos nos sentamos en la mesa mientras Esme y Rosalie servían la comida. Bella se sentó a mi lado izquierdo, mientras que Emmet se sentó al derecho. La verdad es que el almuerzo olía genial. Había preparado carne asada con patatas al horno y se me hacía la boca agua nada más de pensar en probar bocado. Había desayunado muchísimo, pero misteriosamente volvía a tener hambre. Supongo que no había nada como la comida de casa y había pasado demasiados días alimentándome de pizzas y ensaladas.

El almuerzo pasó entre bromas y risas. Jasper había preparado una riquísima tarta de queso que nos habíamos zampado en menos de cinco minutos. Después llegó la hora de cantarle el cumpleaños feliz a Brandon y el pequeño sopló las velas sobre una tarta hecha de chucherías, la cual la engulleron entre los niños y el tío Emmet.

Tras la comida, estábamos reventados y totalmente saciados, pero entre Emmet, Jasper Carlisle y yo, recogimos la mesa mientras nuestras chicas se tumbaron en el sofá a ver una película cursi y empalagosa como las que solían ver cuando se reunían. El resto nos fuimos al salón de juegos junto con Lizzie, Anthony y Brandon y nos dedicamos a jugar a los videojuegos y al futbolín durante toda la tarde

-Eddie, eres un mariquita -rió Emmet mientras me machacaba por enésima vez al Need For Speed

-Este juego es absurdo, tío -bufé mientras tiraba el mando a la mesa. Carlisle y Jazz se rieron desde el futbolín.

-¿Absurdo? -gritó ofendido- ¡Es el mejor juego de la historia! ¿Cómo te atreves a llamarlo absurdo? Mira te haré un favor y no le diré nada a Rosalie porque me caes bien, pero que sepas que como ella se llegue a enterar, serás hombre muerto.

Fingí un estremecimiento, pero sabía que tenía razón. Lo más sensato era no meterse con Rosalie y con sus coches, a no ser que quisieras acabar molido a palos.

Un rato más tarde, Bella entró en la sala de juegos, desconcentrándome aún más en la partida. Me rodeó con sus brazos y se sentó en mi regazo mientras yo la besaba en el cuello.

-¿Ya ha acabado la película?-susurré mientras mordisqueaba su cuello

-Sí -contestó con un suspiro.

-¿Quieres irte a casa?-continué

-La verdad es que me apetece estar un rato a solas contigo…-sonrió

-Eso está hecho -me dirigí a mis hijos-Anthony, Elizabeth, ya es hora de ir a casa

-Jooooo -se quejó Anthony

-Papi, ¿no podemos quedarnos nosotros aquí esta noche? -dijo Lizzie

-No, cariño -contesté- No vamos a molestar a Carlisle y a Esme con tanta gente. Ya vendremos otro día.

-No es ninguna molestia -intervino Carlisle- Tenemos camas de sobra.

-No se, Carlisle -dudó Bella mordiéndose el labio- Ya hay demasiada gente aquí y no quisiera que Lizzie y Anthony te dieran mucha guerra

-Oh vamos, no seas tonta…-rió Carlisle- lo pasaremos genial, ¿verdad, chicos?

-¡Sí! Seremos buenos, mami -sonrió Anthony

-Más vale que os portéis bien…-dijo Bella- Vale de acuerdo, quedaos, pero como escuche una sola queja de Carlisle y Esme sobre vosotros, os vais a enterar.

-¡Bieeeen! -gritaron mis hijos pegando saltitos y bailando junto con Brandon.

Fuimos a comunicarlo a toda la familia y quedaron encantados de que hubiera más niños y más diversión. Alice comenzó a hacer planes con todos ellos y quedaron en llevarlos a Port Ángeles a un parque de atracciones y después ir al cine a ver la nueva película de Disney sobre una princesa y un sapo. Alice y Jasper quedaron en traernos a los niños en lunes, antes de la hora de la escuela, lo cual nos daba a Bella y a mí un par de días de tranquilidad para estar completamente solos. Dios. Me ponía nervioso al pensar en las cosas que podríamos hacer sin los críos.

Después de despedirnos de todos, nos montamos en el coche y nos dispusimos al pueblo. Generalmente, cuando íbamos a Forks también visitábamos a mi suegra Renée y a su nuevo marido Phil, sin embargo, Bella me había comentado que estaban en Italia de viaje de aniversario de su boda.

Hicimos el viaje muy animados ante la perspectiva de nuestro fin de semana solos, ya que hacía bastante tiempo que no disfrutábamos plenamente el uno del otro. Quedamos en ir a un nuevo restaurante francés que acababan de abrir y tenía muy buena crítica.

Cuando llegamos a nuestra casa, nos miramos con deseo. No hicieron falta palabras, ni gestos, solo nos besamos mientras dejábamos que todo desapareciera a nuestro alrededor y nos concentrábamos el uno en el otro, en nuestros cuerpos y en el deleitarnos con el placer. Me quitó la ropa en menos de un segundo y yo hice lo mismo con la suya. A continuación, nos tumbamos en la cama sin dejar de besarnos y nuestras pieles se unían con suma exquisitez.

¿Cómo podría quererla tanto? No podía concebir la vida sin ella, simplemente era imposible. Quizás el destino quiso separarnos aquel fatídico día en la discoteca para luego hacer que nuestro amor creciera y los lazos que nos unían se hicieran más fuertes. La primera vez que la vi supe que no me podría volver a enamorar de otra persona. Que jamás podría dar mi corazón a nadie más. Que ella me cambiaría en todos los sentidos que se puede cambiar a una persona.

Mi vida había sido un auténtico desastre antes de Bella, había pasado de mujer a mujer sin pensar en llegar a nada más que fuera una aventura de una noche. Nunca me había enamorado antes, nunca me había planteado que envejecer al lado de alguien podría convertirse en la experiencia más maravillosa que podría experimentar una persona. Ella me enseñó a amar y a sacar a flote una parte de mí que ni siquiera sabía que tenía.

Porque ella mi vida.

Porque ella era mi hogar

THE END

*****

Hola! Bueno, llegó la hora de despedirse, pero no es un adiós sino un "hasta pronto". Espero de corazón que os haya gustado la historia ^^ Realmente he disfrutado mucho escribiéndola y sobre todo haciendo sufrir un poquito a los personajes :p

Os invito a que os paséis por mi nuevo one-shot "Temblando". Es muy triste, eso sí. Sería genial que pasarais y me dejaseis vuestra opinión. Dentro de poco empezaré a subir mi nueva historia, que no tiene nada que ver con lo he escrito hasta ahora, ya lo vereis =)

Como es el último capítulo, quería dedicárselo a mis dos Lauras (lauramariecullen y MirCel). Gracias por estar ahí y dejar que os caliente la cabeza con mis tonterías, chicas. Seguramente si no hubiera sido por vosotras, habría perdido la poca cordura que me queda =) De paso, aprovecho para darles un poquito de propoganda y deciros que os paseis por sus fics y le dejes un bonito review, aunque ellas brillen por sí solas y no necesiten nada de publicidad ^^

Y por supuesto, no puedo dejar de agradecer a las personas que me agregaron a favoritos o a alertas, no sabéis lo contenta que me ponéis (L), es especial vuestros reviews:

19diana92

Ale Samaniego

NatsuAlice-Quirky

Gabriela-Lua

liebende Lesung

andreaaa :)

dana03

adela

Ximena

BETANIA

CrisH

CullenOrange

.cullen.22

Sayukira

robpatts

keishaCullen

Prinzeziitha Cullen

Mayra

June-Anna-Marie-Cullen

Alejandra de Cullen

Abril

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GIULYCULLEN

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Elisa. Altea

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lkdv

AngeliqueCullen

MeliiCullen

Pepha

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Un abrazo muy fuerte. Os quiero