Los personajes de Ranma ½ no me pertenecen, son obra de Rumiko Takahashi, yo solo los tomé prestados para este humilde escrito que si es de mi autoría por lo tanto tal vez no coincidan con los cánones establecidos por su autora.

-Diálogos-

:-:-:-:-:-Cambio de escena.

"Pensamientos"

Flash Back.

Ocaso Escarlata.

Capítulo Seis.

El sol empezaba a perderse entre las montañas mientras él bebía un sorbo del líquido carmín que bailaba en la copa, su mirada obscura se empañó nuevamente de recuerdos mientras sus dientes se apretaban hasta que su quijada le dolió, aun su esencia estaba pegada en su piel, en su olfato ¿pero cómo no? Si a final de cuentas ella era parte de él, su contraparte… su complemento.

Cuando la conoció su preciosa piel blanca lucía un hermoso vestido en flores rosa pálido y su larga cabellera negra destellaba con los rayos de la luna en un color rojizo como el vino… como la sangre. Sus preciosos ojos verdes eran tan tranquilos como el agua de un río, sin embargo en ese momento brillaban de terror al ver a toda su familia muerta mientras él acababa con la última gota de sangre del cuerpo de su padre, esa era su vida, ese era su pasatiempo y el hambre que le embargaba necesitaba ser aplacada, por otra parte ese mensaje dejaría marca en todo aquel que tratase de intimidarlo, de querer pasarse de listo.

A su olfato había llegado el olor de ella embriagándolo así que levantó la vista de su presa observándola aparecer en el umbral del granero, era ella, eso no cabía en duda, su esencia tenía impregnado el aroma de él, de su contraparte, he inmediatamente su cuerpo reacciono ante la frágil figura que en ese momento lo miraba con terror mientras de su sien un pequeño hilo de sangre caía.

El silencio solo era interrumpido por los intensos latidos de ambos corazones reconociéndose, deseándose. Su cuerpo se cimbró respondiendo por su presencia, haciéndolo vibrar ante cada movimiento, ante cada respiración de ella, de él uniéndose y fundiendo queriendo ser uno solo, sin embargo el momento de quietud paso tan rápido como en un abrir y cerrar de ojos, al momento se lanzo en un ataque feroz con lo último que le quedaban de fuerzas y con el impedimento de sus heridas, tras unos vagos segundos cayó de rodillas llorando por aquellos a los que tanto había amado y en sus ojos un destello de odio bailo cuando se volvieron a posar en él dejándolo extasiado, maravillado y ansiándola más, con fuerza la cargó ante su estupor en un estado casi sin lucidez y salió dando saltos seguido de sus fieles subalternos que lo miraban con profundo miedo ante la maléfica mirada que ahora sus ojos contenían, ansiaba la sangre de aquél que la había tocado hasta dejarla así, moribunda y pronto la tendría, pues cada gota que guardaba su cuerpo, cada célula, toda ella le pertenecía.

De inmediato se encerró en su lujosa mansión con ella aún en brazos. Tras varias horas despertó y en cuanto sus ojos lo volvieron a ver posado casi encima de ella olfateándola y maravillándolo de cuan perfecta era, perfecta para él, de un saltó se aparto, sus huesos crujieron y él tomó el mando colocándose entre sus piernas mientras que con una mano le sujetaba ambas extremidades, la mirada de ella era de desprecio, de profundo odio, sin embargo en sus ojos danzó una pequeña e incipiente chispa extraña que lo alentó, que le dijo lo que tenía que hacer, sin siquiera sentirlo sus caninos se agrandaron refulgiendo para, ante la sorpresa de ella más que el terror, hundiéndose en el suave y delicado cuello, rompiendo la tersa piel y marcándola como suya para la eternidad, devorando cada gota que brotaba de su perfecto cuerpo, lentamente su corazón dejo de marcar, de latir.

Cuando sintió que solo un último palpito saldría como última resistencia se apartó para inmediatamente romper con sus garras el vestido dejándola completamente desnuda en su lecho, sus manos la recorrieron en lo que sería algo que era único y exclusivo de él, su contraparte, la mujer que había sido hecha para el hombre maldito. Su cuerpo ya había respondido y sello todo con un beso en unos labios que lucían pálidos, sin color, rompiendo al mismo tiempo uno de los suyos y dejando que su propia sangre corriera entre ellos para que se deslizara en su tráquea, tras unos segundos escucho el rápido bombeo de su corazón que despertaba a una nueva vida, sus pulmones aspiraron una última bocanada de aire y sus brazos lo envolvieron por el cuello respondiendo así al beso, sus ojos se abrieron mostrando un hermoso verde dorado que brillo aún más ante los rayos de la luna que en ese momento se volvió rojo carmín, él ansia la descontrolo, mordiendo tan fuerte como su mandíbula adolorida le permitía, tragando hasta casi ahogarse en su sabor mientras él lo permitía todo envolviéndola en sus brazos y acariciando su espalda, la piel perfecta y satinada que parecía calentarse suavemente ante cada toque.

Dejó que bebiera, el dolor que la abrumaba era fuerte pero sus sangre estaba calmando los cambios en su nuevo ser, cuando sintió que era suficiente la apartó recostándola sobre la cama y recorriendo con su boca todo su cuerpo, disfrutándola, saboreándola, embriagándose de toda ella, de su olor, de su sabor. La sintió temblar de placer mientras las garras se hundían en el colchón y sonrió para sí, sus colmillos estaban ansiosos de volver a hundirse en esa delicada y tersa piel tan única que le pertenecía aún y cuando ni siquiera se habían conocido anteriormente, cuanto ante todo eran perfectos extraños.

Estrelló el ventanal por donde en ese momento apreciaba el cielo obscuro rompiéndolo de un puñetazo con la misma mano que sostenía la copa, no sintió dolor, no sintió nada, en ese momento el único sentimiento que le recorría emanaba de su corazón adolorido, lleno de rabia, de odio y de deseo de venganza. Recordaba perfectamente lo que fue su vida desde el momento que la hizo suya de cualquier forma posible y que la marcó para siempre para que así cualquier mortal o demonio no intentara siquiera tocarla, el aire le dio de lleno en el rostro revolviendo sus cabellos castaños sin embargo su mente se nublaba nuevamente de las vivencias con ella, su mujer.

Su relación siempre fue de rudeza, odio y pasión, ella lo había aborrecido desde el momento que recobro por completo la lucidez, sin embargo se dio cuenta de que su esencia estaba entremezclada con la de él y por más que se limpiara nunca la borraría porque había nacido para pertenecerle. Aún así su corazón clamaba venganza y él se divertía de los ataques que le ofrecía, siempre intentando matarlo, admiró como obtuvo una enorme fuerza, aunque por su puesto la sangre que ahora la recorría también ayudaba, algo extraño para el frágil embase que ella parecía ser. Cada vez que pelaban quedaban con heridas graves, sudorosos y jadeantes, sin embargo al final la pasión los desbordaba y terminaba haciéndola suya en el mismo lugar donde anteriormente ella buscaba eliminarlo, sus cuerpos temblaban y ansiaban encontrando satisfacción a su sed solo con la culmine de su unión, él amaba tenerla bajo su yugo rogando por las caricias de sus manos y por el deseo de que la uniera a él, lo disfrutaba, y ella como respuesta terminaba mordiéndolo por todo el cuello y los labios mientras lo sentía en su interior arañando con sus garras su espalda, rasgando, cortando, ansiando transmitirle el mismo dolor que tenía en la mitad de su alma, la que siempre estaría rota por la pérdida que llevaba a cuestas culpa de él, así era siempre.

Después acotó por ausentarse grandes periodos de tiempo tratando de apaciguar ese fuego que la engullía cuando su aroma o su presencia las sentía cerca, buscando nuevas técnicas y consumiendo a tontos mortales cuya fuerza fuera poco común para lograr acabarlo, sin embargo nunca lo lograba porque o era ella la que volvía o era él quién la buscaba ansiando sus corazones volver a verse, a sentirse, a amarse. Y aún y cuando había tenido oportunidades de terminar con su existir cuando lo tenía durmiendo entre su pecho no podía, su corazón, su cuerpo, su sangre estaban unidos a él y no había nada que pudiera exterminarlo, ni siquiera ella.

Un sabor amargo se instalo en su boca y una nueva ráfaga meció sus cabellos mientras trepaba por las gárgolas del edificio para instalarse en la sima y ver todo lo ancho de la ciudad que tenía a sus pies, la nostalgia y añoranza no se la podía quitar con nada, había estado con otras mujeres desde que supo que la había perdido y nadie había podido borrarla de su piel, nada la había arrancado de su corazón, ahora no podía estar con nadie, aunque desde que la conoció nunca había podido hacerlo, él le pertenecía, y sabía muy bien que ella tampoco podía porque ella llevaba impresa en cada célula a quien pertenecía. El odio se instalo en su mirar, un odio tan grande y tan atroz que engullía todo lo que osara ver.

Se vengaría, destrozaría lentamente a aquel que había osado quitar y acabar con lo que le pertenecía, acabaría y gozaría hacerlo sufrir de la misma manera en que lo estaba haciendo él mismo en ese momento, pagaría con cada gota de su sangre la eternidad de soledad que lo esperaba, porque el pasaría por lo mismo.

-Mi señor, que bueno que lo encontramos, le trajimos una sorpresa, una buena y muy hermosa sorpresa.-

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Caminó entre la obscuridad de los árboles, su rostro cansado, su cuerpo adolorido, no sabía qué era lo que pasaba con él pero a cada momento se debilitaba más, su ser ansiaba lo que no sabía donde conseguir, se daba cuenta que su organismo era algo extraño incluso para él mismo, y el control con que aferraba a su nueva naturaleza dentro de la jaula cada vez se debilitaba más ante su desesperación, haciendo que temiera por lo que podría ser capaz de realizar. Cuando entro en el edificio corrió hacia el frigorífico y casi con desespero lo abrió, encontró un sachet en el desértico espacio obstruido por alguno que otro medicamento, se abalanzo sobre el engulléndolo de un solo trago, al momento comenzó a sentir el rápido palpitar de su corazón, tras no obtener más de la bolsa vacía la tiro en el cesto y solo en ese momento notó el cuaderno sobre la camilla, leyó sintiendo que con cada letra perdía el control de sus acciones.

Corrió por entre las casas dando saltos en los techos olvidando el hambre que aun le carcomía, cuando por fin llego trepo de un salto a la ventana que en ese momento se encontraba abierta, de inmediato lo envolvió el inconfundible perfume de la esencia de su amada, suave y con un toque condimentado que resaltaba la dulzura del perfume, no obstante, a su olfato llegaron otros tres, eran secos, fríos, de inmediato su corazón despertó a la vida como si una descarga lo hubiera alimentado comenzando a bombear, su alma tembló y sintió que la bilis se le subía a la garganta.

-¡Estás segura de que escuchaste algo!- preguntó con esperanza la fría voz de la razón de Nabiki colándose por debajo de la puerta con sonidos de pasos sobre las escaleras.

-¡Si estoy segura! Probablemente ya volvió- Anuncio la mayor de las Tendo, saliendo velozmente se subió al techo procurando que no lo vieran. Al momento se escuchó el golpe de la puerta sobre la pared y después la voz temblorosa y agotada de Kasumi.

-No está, no está Nabiki, no ha vuelto y ya no se qué pensar.- el silencio que prosiguió le dijo todo lo que necesitaba saber sin embargo aún así espero la respuesta de la mediana de las hermanas.

-Tranquila Kasumi, probablemente esté bien, tal vez necesitaba estar sola, todo esto de Ranma ha sido muy doloroso para todos pero sobre todo para ella que aún no ha dejado salir su dolor.- Susurro en respuesta, la voz a punto de quebrarse porque aun y cuando fuera la más endeble, se podía percibir el dolor y temor que tenía por su pequeña hermana.

-Es que tengo miedo, temor por su salud emocional, todo esto parece que la perdido, no habla, casi no come y solo se sienta en su cuarto sumida en la obscuridad de sus pensamientos, Tofú en la tarde que vino dijo que le había dado un calmante, sin embargo ahora no está, no sabemos a donde fue y que le pueda pasar, solo desapareció.- escuchó que murmuraba la chica soltando un sollozo.

Pensando en las palabras de la hermana mayor salto de nuevo por entre los techos, sin embargo esta vez dejando que todos sus sentidos se soltaran de su férreo autocontrol, absorbiendo miles de sensaciones pero solo al pendiente del perfume de su amada, extrañamente notó que los otros tres olores que había percibido parecían que empequeñecían a este siempre rodeándolo, algo que sintió no era una buena señal. Estuvo a punto de perder el rastro muchas veces, el perfume era muy suave ocultándose y desapareciendo por los olores de las calles, de los subterráneos, del humo de los carros, de otras personas, sin embargo parecía que algo lo atraía siempre a sus fosas nasales, ese sutil picor dulzor parecía guiarlo, siempre volviendo a él a pesar de todos los obstáculos.

Al detenerse frente a un enorme edificio cubierto de cristales sintió un profundo vuelco en el corazón, algo no estaba bien, Akane no estaba bien y la fría fachada fue lo que se lo dijo.

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No quería abrir los ojos sin embargo lentamente lo intento, por entre la rendija que formaron estos con sus pestañas sintió un destello de luz que le hizo apretarlos fuerte. Sentía la garganta seca cuando quiso pasar saliva y por una extraña razón los músculos de su cuerpo se encontraban completamente agarrotados, exhaustos, tal cual hubieran terminado de una jornada con puro ejercicio físico, se quedo en silencio con los ojos cerrados pendiente del ruido a su alrededor y solo en ese momento fue consciente de las ráfagas de viento que mecían sus cabellos arremolinándose en su rostro haciendo que su piel picara por el frio, aún así estaba sobre algo acojinado que proporcionaba calor y cubría su cuerpo. Muy despacio volvió a entreabrir su mirada tratando de que esta se adaptara a la luz, las imágenes se presentaron borrosas, en manchones de colores negros entremezclados con los naranjas y amarillos de un lejano faro, sin embargo poco a poco se habituó, entonces por primera vez se dio cuenta que no se encontraba en su habitación, mucho menos dentro de alguna, sobre ella se cernió el amplio cielo nocturno que se veía naranja y negro por la contaminación lumínica.

-Valla, parece que la bella durmiente al fin abrió los ojos sin necesidad del beso del príncipe.- Comento una voz arisca, fría como el viento que picaba en sus mejillas, rápidamente giró el rostro topándose con una mirada más negra que la noche, sin embargo a pesar de la tenue iluminación estos brillaban propios con destellos en color escarlata que te helaban la sangre en las arterias, eran amenazantes y tenebrosos.

De golpe se sentó sobre el lecho en el que había permanecido dándose cuenta de que era un futón amplio y acolchado, la sabanas blancas que la cubrían cayeron hasta la cintura develando un precioso camisón color perla que le habían regalado sus hermanas por la mayoría de edad, discreto pero con escote en V y tirantes.

Entonces sintió como la mirada quemante y atemorizante de él la recorrió lentamente encendiéndose como brazas de carbón.

-En realidad eres sumamente hermosa Akane, toda una diosa como las de tú mitología.- Sintió la voz de él a un costado, casi susurrante en su oído logrando que pegara un respingo al notar que verdaderamente estaba ya sentado a la orilla junto a ella.

-Q… quién es usted y c… como me conoce, además que es lo que hago aquí.- Susurró viendo el perfil de su secuestrador, de inmediato su contemplación se posó sobre sus ojos brillando como la de una serpiente que hipnotiza al pobre roedor antes de engullirlo.

-Se todo sobre ti cariño, o por lo menos todo lo que me interesa.- Comento mientras rozaba una de sus mejillas con el dorso de su mano. –Además de que soy un muy buen amigo de Ranma, te traje porque en cualquier momento el llegará.- Terminó de murmurar sin apartar la vista de sus ojos, sin embargo la chica de inmediato salió del ensimismamiento ante las últimas palabras.

-R… Ranma… ¿Ranma está vivo? ¿Ranma va a…venir?- susurró con el corazón latiendo dentro de su pecho al borde de una taquicardia, inmediatamente la mano de él recorrió como el roce de una pluma el brazo de ella hasta llegar a la altura del hombro mientras el aire se volvía más fuerte llevando la amenaza de muerte.

-Por supuesto… el haría todo por ti.- Murmuró sonriendo de lado a la par que sus colmillos empezaban a crecer brillando con un destello en la oscuridad, la chica sintió el temor engulléndole los intestinos, un miedo atroz y demasiado fuerte cuando notó verdaderamente las flamas de sus ojos y aquellos caninos que ya se asomaban debajo de sus labios, intentó levantarse y alejarse lo más rápido que podía sin embargo una mano fuerte y fría la apreso de su antebrazo igual que un gancho de fierro.

-No preciosa ¿A dónde tan rápido? Si tú y yo aún no terminamos.- Le comentó con una sonrisa retorcida notando en el ambiente el miedo de ella. De un jalón la aventó sobre el futón disfrutando inmensamente el rostro lívido y la mirada repleta de pánico de la joven. Quiso soltarse usando todas sus fuerzas sin embargo parecía que era un gran bloque de concreto pues no lo movía ni un milímetro, con un movimiento veloz le tomó ambas manos reteniéndolas sobre su estomago con una sola palma mientras lentamente se colocaba sobre ella con los ojos brillando de placer y deleite, sentía a cada segundo que el miedo, pero sobre todo la impotencia la hacían más y más presa dejándola sin salida.

-No te preocupes cariño, prometo que solo duele al principió.- escuchó que le decía la ronca voz con tintes serenos y burlones. Aspiró una vez más el agradable aroma que desprendía la joven, no solo por ser un aroma peculiar e inocente, sino porque estaba empañado por el temor y la ineficacia que producían sus golpes, suavemente enterró más su rostro en esa delicada y suave curva donde sobresalía levemente el pálpito de una la aorta, sonrió para sí al detectar fundido con ella como un pequeño picor el olor desconocido de algo… de alguien. Con su mano libre recorrió nuevamente su hombro y al llegar al nivel de su cuello una garra desgarró como si fuera un escarpelo un poco de piel provocando una herida superficial por donde ahora se veía una pequeña gota carmín resbalando calmadamente.

-Su… Suelte p… por favor…- gritaba la chica para deleite de sus tímpanos, su boca empezó a salivar ansiando probar aquel aromático elixir tan virgen como único, se encontraba inclinándose absorbido por el perfume cuando ella logro soltar una mano para proporcionarle un puñetazo en el rostro, la sorpresa lo envolvió al sentir que aunque no le dolía, si sentía una pequeña irritación. Algo que ella aprovecho porque se retorció de tal manera que sus piernas fueron a parar en su pecho tratando de hacer palanca para lanzarlo.

-Niña tonta ¿es que acaso no vez que tus golpes no me afectan?- Pregunto cayendo pesadamente sobre ella dispuesto a saciar su sed y darle una lección dominando ese coraje que le daba fuerzas.

El viento se arremolinó con más ímpetu meciendo sus cabellos con brusquedad, en ese momento un golpe estruendoso de concreto agrietado se escuchó dejando ver sobre este en cuclillas a un perfecto hombre de cabellos azabaches, su mirada azulina alguna vez rápidamente daba paso a una color azul cielo mientras en la pupila se arremolinaban destellos blancos, casi platas semejantes a la luna, sus nudillos crujían al igual que su quijada en ese momento tensa y dejando relucir bajo los carnosos labios unos colmillos largos, puntiagudos, blancos y dispuestos a desgarrar lo que se le atravesasen.

Los ojos de Akane se ampliaron al reconocerlo, su mirada casi llorosa recorrió desde donde estaba el pantalón negro chino y la camisa también china sin mangas del mismo color, lo único que sobresalían eran los botones de esta en color rojo al igual que el largo cinturón del mismo tono el cual en ese momento rozaba el piso resquebrajado por el impacto de su peso ante su deceso y de donde pendía la saya de una katana, aún así el rostro contraído de furia con aquellos peculiares rasgos que asemejaban a una pantera dispuesta a atacar sobresalían por completo.

-¡NO TE ATREVAS A TOCARLA KISAMA!- Escucho que salía de su garganta como un sonido atemorizante semejando al silencio rasgado por el tortuoso sonido de un trueno.

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Kisama: bastardo.

Saya: Vaina de la Katana, funda de la Katana.

Katana: Es un sable japonés particular, de filo único, curvado usado particularmente por los Samuráis.

Bueno, aquí estoy de nuevo dando lata, lamento la demora pero he tenido muchos contratiempos pero no quiero aburrirlas con mi vida, sin embargo como muestra de mi arrepentimiento he alargado más de lo común este capítulo, disfrútenlo, espero en esta ocasión que alguien se apiade y me deje algún review, me harían muy feliz en verdad, aún así agradezco a quien me tiene en sus alertas, un placer el saber que me siguen.

Quiero aprovechar para despejar algunas dudas que han surgido.

¿Por qué Akane esta dejándose morir? Bueno Akane no se está dejando morir, pero está demasiado depre en este momento como para ir, sentarse a la mesa en el lugar donde a un lado se sentaba su futuro esposo y comer, aunque a mí también me deja con ganas de ir y agarrarla a cachetadas, solo que estoy tratando de imprimir una perdida, más una pedida de esa magnitud, para Akane Ranma es el primero en todo y han vivido juntos, hombro con hombro demasiado tiempo, yo creo que si fuera ella ni siquiera tendría la entereza de levantarme, aún así hay que dejar claro este punto: Akane jamás ha creído en la muerte de Ranma, por eso es que aún no se ha roto por completo dejando salir su dolor que es lo que la está consumiendo, porque aunque crea eso a veces los hechos pesan y hacen que el cerebro no pueda procesar lo que siente el corazón y la certeza del mundo ¿no sé si me explico? Lo explicare con alguna vivencia mía. A veces cuando recuerdo algo de mi niñez puedo decir "ese objeto estoy segura que era azul" pero los demás que también lo vieron pueden decirme "pero yo claramente me acuerdo que era amarillo porque era de tal forma o porque lo trajeron en tales condiciones que concordaban más con ese color" sin embargo veo fotos de ese objeto y es cuando digo "aja tenía razón" pero en el intermedio de lo que te afirmaron y el que tu reúnas la prueba te queda la espinita de la duda, de ahí la desolación de Akane, sentía que Ranma vivía pero el mundo juraba y perjuraba que no era así y el solo pensarlo y verse sola, abandonada, sin pruebas de la veracidad de su sentimiento hacia que la sobrecogiera el dolor.

Sobre lo de Shampoo y Ukio, Lo platique mucho con mi mejor amiga y mi guía espiritual, mi gurú y todo lo demás, Ja, Ja, Ja, (Trekumy) el fic está situado cinco años más adelante, entonces haciendo cálculos tienen aproximadamente 21 años, y con esa edad creo que ya están lo suficientemente maduras como para ver los errores que se cometen cuando se es adolecente, si, no digo que sean las personas más razonables y todo el rollo porque eso sería mentir, una persona no se vuelve madura de la noche a la mañana (conozco a alguien que tiene 25 años y se comporta como un crio de diez ¬¬ pero eso es otra historia) pero por lo menos están más centradas, además de que ya estaban enteradas desde hacia como cuatro meses de la boda (recordemos que los preparativos de esta ya estaban casi terminados) entonces creo que la pauta es creíble. Tampoco estoy diciendo "NOO si, sí ya hasta son las mejores amigas y hasta despedida le hicieron y todo" pues no pero se me hicieron las más indicadas para develar un poco de lo que pasaba por el corazón de la chica.

Bien, las historias sobre vampiros tienen que ser góticas, por lo menos con algo de obscuridad si no, no lo sería, me fastidia (y miren que me he incursionado en el género leyendo todo lo que se aparecía en google para tratar de ver los aciertos y errores y aprender) que traten de mezclar un humor incoherente o traten de quitarles rasgos del folclore que caracteriza a este ser mitológico, sin embargo también estamos hablando de que se trata de Ranma 1/2 , entonces se está haciendo complicado realizar el fic sin perder los dos caracteres, no obstante el fic apenas comienza y aunque no será muy largo tampoco será corto, con este apenas tenemos seis capítulos y entonces espero poder lograr la mezcla perfecta, por lo pronto aún tengo un largo camino que recorrer y aprender.

Bien, habiendo aclarado los puntos que se me vinieron a la cabeza solo me queda agradecerles a las que se toman la molestia de escribirme y de leerme, la verdad es que es un placer que a alguien le guste mi humilde trabajo, más a una escritora a la que admiro, Madame de la Fere-du gracias, de verdad que me estoy esforzando, y también a Seraphy, Kary 14 y mi maestra de lo obscuro Trekumy.