** Ni Bleach, ni sus personajes me pertenecen, ambos son propiedad de Tito Kube.

Autora :

Bueno, antes de nada, quería decir que este es mi primer fic de Bleach y todavía no tengo idea de cómo saldrá! XD asiq os pido paciencia!

Desde luego, todo review será bien recibido, desde críticas hasta halagos! a ambos prometo tomarlos en cuenta!

También advertiros que la mayor parte de mis fics son románticos,y aunque este tendrá (o eso espero) un poco de todo, ya os adelanto que os esperéis un Ichiruki, el cual, espero que disfrutéis! Habrá muchísimas más parejas, asi que podrá leer mi fic casi cualquier persona... Ah! y lo más importante... es un Universo Alterno! mi fic tendrá ligeros tokes con la historia real, para no hacerlo muy increíble, pero básicamente, será como empezar una historia nueva con los mismo personajes.

También os animo a que me vayais dando ideas, serán bien recibidas ya q como muchos sabreis, no siempre la inspiración está a tope! ^^

Y sin más, os dejo que lo disfrutéis!


PRÓLOGO


Desde las sombras...

- ¿Está todo listo? - la voz altanera y falsa revotó en las paredes del amplio salón al realizar la pregunta.

- No te preocupes más Aizen, ya está todo preparado y nada puede salir mal - confirmó un hombre de cabellos grises y sonrisa perenne.

- ¿A quién has enviado?

- Existe una banda de asesinos a sueldo en lo más recóndito de los barrios bajos de Karakura...

- Al grano Ichimaru - exigió Aizen desde su grandioso trono.

- Uno de mis hombres de confianza se puso en contacto con ellos para encomendarles esta misión. Un tal Stark realizará el trabajito. - terminó de explicar Ichimaru sin apenas inmutarse por la agresiva interrupción del otro.

Complacido, Aizen se levantó pesadamente de su asiento, y se dirigió hacia la puerta.

- Bien, muy bien Gin... estoy muy orgulloso de todos vosotros. Asegúrate de que no hay fallos, eso sería imperdonable...

- Puedes darlo por seguro. A partir de ahora, el clan Kuchiki y el clan Kurosaki se separarán... para siempre.

- Eso espero - abrió la puerta y cruzó tranquilamente el umbral - por cierto Ichimaru... sobra decir que nadie debe de enterarse de nuestra pequeña reunión, ¿cierto?

No esperó a que el de la sonrisa replicase, siguió caminando hasta desaparecer entre las sombras del largo y estrecho pasadizo.

25 años antes...

Era un día soleado y caluroso en Osaka. En el despacho principal de la mansión Kuchiki, dos hombres de mediana edad reían y celebraban el importante y crucial acuerdo al que habían llegado minutos antes.
Los sirvientes estaban asustados, era la primera vez que oían reír a Akikazu Kuchiki de esa manera. El jefe del clan siempre había sido una persona tremendamente seria y cabal, y su carácter se acentuó tras la muerte de su esposa cinco años atrás, desde entonces, no hubo más risas, ni alegrías, ni festejos. De ahí que no saliesen de su asombro al verlo de tan buen humor, y no era para menos.
Ese día, Akikazu Kuchiki pudo por fin sentirse liberado de la pesada carga que suponía ser jefe de un clan, y todo gracias a su gran amigo de la infancia, Fujimaru Kurosaki, líder a su vez del clan vecino.

- ¿Entonces estás de acuerdo? ¿Firmamos el contrato?

- Por mi perfecto Kuchiki, ya lo sabes, nada me haría más feliz que unir a nuestras familias... pero, ¿estás seguro de lo que haces? dudo que a tu hermano le haga gracia enterarse de que, si a Byakuya le pasa algo malo, será Isshin quien reciba la herencia, y quien se convierta en jefe de ambos clanes.

- Lo sé, lo sé... ese hombre es tan avaricioso y rastrero que moverá cielo y tierra para impedirlo, pero no te inquietes, lo mantendré bien vigilado.

- ¡Jajaja! ¡Pues muy bien, entonces, brindemos! - aulló Fujimaru con su habitual alegría y despreocupación - ¡por nuestra hermandad!

- ¡Por nuestro clan! - brindó Akikazu chocando sus tazas llenas de sake.

Tragaron a la vez la deliciosa bebida, y como si se hubiesen leído el pensamiento, los dos miraron hacia el gran jardín que se vislumbraba tras el enorme ventanal del despacho.

- ¿Crees que se llevarán bien?

- Por supuesto... bueno, quizá... con el tiempo... - comentó Kuchiki,no demasiado convencido.

A lo lejos, un muchacho moreno y atlético, de unos quince años de edad, se limpiaba las lágrimas de risa que le recorrían el rostro, al contemplar su gran obra de arte.

- ¡Jajaja! Byakuya, así pareces una princesita - gritaba mientras corría por su vida colina abajo.

- ¡Isshin! ¡Cuando te pille, te voy a machacar! ¡¿Cómo te atreves a tocarme el pelo mientras duermo? ¡Eso es un golpe bajo, traidor! - a continuación, un pequeño niño de ojos grises y melena azabache, ahora llena de trenzas y lazos rosas, perseguía, katana de madera en mano, al pillo responsable de su agravio.

- ¡Jaja! ¡Cálmate peque! ¡Eres una princesita demasiado guapa, si pones esas muecas te saldrán arrugas!

- ¡Yo te mato! - siguió amenazando el joven Byakuya durante el resto del día.

- ¡No me digas! ¿Así fue como nuestros esposos se convirtieron en hermanos?

- ¡Sí! No me puedo creer que Byakuya nunca te lo haya contado.

- ¡¿Qué dices? Mi querido esposo preferiría morir antes que admitir una derrota, y más si fue una derrota tan humillante.

Ambas intercambiaron una mirada de comprensión, y acto seguido se echaron a reír escandalosamente.

Y así, dos hermosas y deslumbrantes mujeres continuaron con su "tarde de chicas", recordaron viejos tiempos, y compartieron miles de anécdotas.
Tanto Masaki Kurosaki, como Hisana Kuchiki portaban el título para nada deleznable de jefas de clan, si, jefas, y eso es algo que sus esposos jamás se atreverían a discutir. Las dos estaban casadas con los líderes de dos de los clanes más influyentes de la ciudad, tenían por tanto, un puesto garantizado en la alta sociedad y en la élite del país.
Pero esa tarde, eran simplemente dos jóvenes damas que querían evadirse de su realidad, y pasar un día maravilloso en la mejor compañía. Masaki e Hisana se habían conocido años atrás, en una reunión de negocios, y desde entonces, se habían hecho inseparables, pero no eran muchas las ocasiones de verse, así que debían aprovechar muy bien el tiempo que les restaba.
Ese día habían pasado el día entero juntas; habían ido de compras, habían comido juntas, habían retomado las compras, y ahora, ya cansadas, regresaban a la mansión Kurosaki para tomar el té mientras daban un agradable paseo.

- Ya es tarde Hisana, y amenaza tormenta - comentó Masaki mirando hacia las oscuras nubes que se les venían encima - será mejor que apretemos el paso si queremos llegar antes de empaparnos y coger un resfriado.

- Si. - concordó la delicada y pequeña Hisana.

La tormenta estalló, y las dos mujeres echaron a correr buscando refugio en los soportales de unos impresionantes edificios. Por desgracia, la súbita penumbra y el desmedido ruido de los truenos, impidió que se fijaran en la alarmante silueta que las seguía con sigilo.

- ¡Corre! ¡Quizá lleguemos antes de que anochezca! - animó Hisana a su amiga agarrándola de la mano.

Pero nunca retornaron a casa.