HURTED

Seimei… recuerdo todavía sus palabras cuando mamá solía pegarme. Últimamente he pensado mucho en él.

-Ritsuka… no puedo apartarme de ti, ¿no es verdad?

Sí, sus palabras cariñosas son lo que más extraño, pero también, esos pequeños gestos que me decían "Todo estará bien" porque sabía que era verdad, que podía confiar en él. Y ahora mismo… deseo tanto que sea Soubi quien se quede a mi lado.

HURTED (HERIDO)


Continuaban corriendo, con esos chicos persiguiéndoles. Podían escuchar las explosiones detrás de ellos, algo muy extraño, puesto que no estaban en un Campo de Batalla normal. En efecto, la cadena de Ritsuka no estaba unida a nada, simplemente se hallaba alrededor de su cuello.

-¡Corre más rápido! –le avisó, todavía con su mano en la suya.

-¡Ya no puedo! Ya no…

Y era verdad… la chica cayó al suelo, aún en ese sitio oscuro donde una luz les iluminaba sólo a ellos dos, sin que se pudiese apreciar nada más. El azabache fue a su lado y se agachó, quedando muy cerca de su rostro.

-¡Estarán aquí en un segundo! –le informó- ¡Debemos irnos!

-¡¿Por qué? ¡No lo entiendo…! –le miró con lágrimas, agarrándose el estómago- Yo… no le he hecho nada a ellos…

Oyeron otra explosión más cercana, después de la cual una llamarada se dirigió directamente a ellos, pero un campo protector se colocó alrededor de los dos. Justo en ese momento, Soubi y Wanted aparecieron, el primero intentando protegerlos y los otros, con la intención de acabar con el duelo.

-Atacar a dos chicos indefensos, ¿no es ruin de su parte? –les miró el Universitario, quien ya lucía muy cansado y estaba seguro no resistiría mucho tiempo más.

-¡No te interpongas, Beloved! –dijeron al unísono- Nosotros sólo queremos a Loveless, ¡ésta no es tu batalla!

-¡Pero la mía sí! –gritó una voz.

Pronto, de la oscuridad surgieron unas lianas, quienes atacaron a Wanted, logrando atar al Sacrificio, elevándolo unos metros sobre el suelo e imposibilitándole moverse. Todos se sorprendieron de ello, volteando a ver el sitio de donde provino ese grito, grande fue su asombro al toparse con una chica de larga cabellera negra idéntica a aquella a la que perseguían.

-¿Qué significa esto? –le miró Miki, pasando su vista de una chica a la otra.

-¿Están bien? –preguntó a los chicos, ignorando a los dos que tenía enfrente.

-S-Sí… –murmuró la otra adolescente.

-¿Cómo llegaste hasta aquí? –le miró Soubi, sin comprender nada.

-Ahórrate las preguntas, necesitamos salir de aquí –miró molesta a Wanted, mientras sus orejas se mantenían en alerta–. ¿Puedes ayudarme, Agatsuma-san?

-Seguro –sonrió el rubio, luego les miró seriamente–. "Niebla, ocúltanos".

Una niebla suave comenzó a hacerse presente lentamente y luego, repentinamente, invadió todo. La azabache posicionó sus manos, dibujando el kanji de "Cerrar", con lo cual la oscuridad que les envolvía desapareció y en su lugar se encontraron en una calle poco transitada aún con el Hechizo de Soubi.

-¡Rápido, vayámonos! –les gritó.

Ritsuka tomó de la mano a la otra, corriendo lejos de Wanted, los demás le siguieron de cerca.

-¡Por aquí! –gritó Ryoko, tomando un callejón aledaño.

Los otros tres tomaron la misma ruta que ella, la chica les llevó por diversas calles hasta llegar al departamento del Universitario, entrando con cautela. Soubi cerró la puerta tras de sí y les hizo pasar a la sala, corriendo las cortinas.

-Creo que ya es seguro… –se acercó, quedando de pie junto al sillón.

-Entonces… –murmuró Ritsuka- esto significa que… Ryoko… tú… tú… tú sabías…

-Si te refieres a que sabía del ataque, te diré que no… –le miró seriamente– Estoy tan perpleja como tú. No creí que las Siete Lunas tuviera un interés particular en mi hermana.

-Pero sabías que algo no estaba bien… –intervino el rubio.

-Sino, no hubieses aparecido en el momento más conveniente.

La azabache se paró, llegando hasta la ventana, corrió ligeramente la cortina, observando a través del vidrio la calle frente a sí. Su reflejo le devolvió la misma mirada pensativa.

-Wanted ha estado merodeando estos días… –comunicó– Pude sentirlos cerca de la mansión, pero no se acercaron demasiado. Aún así decidí mantenerme alerta.

-Es extraño… –le miró atentamente Soubi– El día que fuimos a su casa, pude sentir un campo extraño alrededor de ésta, ¿hay algo que quieras decir?

-No tengo porqué hacerlo… –murmuró– Basta con saber que estoy de su lado, ¿no es así?

-¿Y qué lado es ése?

-¿Sabes quién era REALMENTE mi abuelo?

-¿Tu abuelo? –le miró sin entender.

-Nakayama Rihito… También conocido como Painless… –volteó a verle con seguridad.

-¿Pa-Painless? –se asombró con esta noticia.

-Durante mucho tiempo la familia Nakayama ha formado grandes Combatientes, razón por la cual las Siete Lunas ha permanecido monitoreándonos. Generaciones atrás Painless era sinónimo de problemas, el luchar contra ellos era batalla perdida, pues su poder era impresionable. Las Siete Lunas intentaron someterlos, pero Painless siempre salía victorioso, la única manera de volverlos vulnerables era separándolos… pero ellos siempre estaban juntos, no había manera alguna… o al menos, eso creían…

-Painless… el dúo legendario… –sonrió Agatsuma con nostalgia.

-Legendario por su final… –murmuró– El Sacrificio de mi abuelo era un joven muy unido a él, sus lazos eran muy fuertes, su conexión inquebrantable… pero él nunca llegó a un sitio: su corazón. Cuando mi abuelo conoció a quien sería su esposa las cosas cambiaron drásticamente, hasta el punto de que su Sacrificio fue herido en una batalla de hechizos, algo que nunca antes había ocurrido. A partir de entonces su sincronía se fue debilitando. Poco después él se mudó a España debido a que era el país de origen de mi abuela. Aún así, él quería que mi madre conociera su país, por lo que fue enviada a Tokio…

-Donde conocería a tu padre… –intervino Ritsuka.

-Donde conocería a un estudiante de las Siete Lunas… –miró con desprecio– Él ocultó muy bien su pasado para acercarse a ella, pues así podría estar cerca de Painless y su sangre. Tiempo después, se casaba con mi madre.

-Mentira… –murmuró Ryani– No… no puede ser posible…

-He hablado con el Director de la Escuela de las Siete Lunas… –comunicó la neko.

-Ritsu…

-La familia Nakayama tiene inmunidad dentro de la Escuela debido a que desde varias generaciones ha logrado "graduarse" de la misma en sólo unos días. Mamá me ha dejado su certificado, avalándome como descendiente de la misma. Ritsu-KUN no ha podido oponerse a mis deseos –se burló del maestro de Soubi.

-¿Y cuáles son ESOS deseos? –inquirió el rubio.

-¿Acaso no puedo proteger a mi familia? –preguntó mirando a Ryani– El hecho de que ella creciera sin conocimiento alguno sobre nuestra familia y las Siete Lunas ha complicado las cosas. Ella no podrá defenderse en una batalla, comprenderás las desventajas de ello y la carga que representa enseñarle a su edad.

-¿A su edad? –le miró Ritsuka, pues tenían la misma edad.

-Se dice que Painless entrenó desde los 3 años, cuando conoció a su Sacrificio –le avisó Soubi.

-Entonces… el que su padre se marchara con Ryani-san, ¿qué objetivo tenía? Comprendería que la entrenara para hacerla más fuerte o que incluso se llevara a ambas para librarlas de su vida como Combatiente o Sacrificio, pero… –murmuró Ritsuka- sus acciones me parecen extrañas…

-Nosotros tampoco lo entendemos… –se cruzó de brazos Ryoko.

-¿Nosotros? –se extrañó Soubi.

-Kinoshita-san y yo… –explicó.

-Por eso nos dijo parte de la historia cuando fuimos a su casa –comprendió Ritsuka.

-Ha servido a nuestra familia por varias generaciones, es obvio que lo supiera. Toda nuestra servidumbre está al tanto, después del secuestro de Ryani se tomó la medida de despedir a todos menos a Kinoshita y contratar Combatientes y Sacrificios retirados capaces de encargarse de un nuevo ataque –terminó de explicar.

-¿Estuvimos ahí dentro con varios Combatientes y Sacrificios? –se sorprendió el neko, incapaz de haber sentido nada durante el tiempo que estuvo en la mansión.

-No te sorprendas, Ritsuka, incluso yo no pude percibir nada.

-RE-TI-RA-DOS, he allí la palabra clave –restó importancia Ryoko.

Ryani no pudo soportar seguir escuchando más, se levantó del sillón donde estaba y marchó del cuarto, entrando en el primer cuarto disponible del corredor que era el baño, donde días atrás se topara con los Zero. Escucharon cuando cerró la puerta con llave.

-Ryani… –murmuró Ritsuka, yendo detrás de ella.

-¿Te encela? –se burló la azabache notando la mirada del rubio, fija en el de primaria- El saber que Aoyagi-kun le pertenecerá a otra persona.

-Ritsuka es mío… –recalcó Soubi.

-No por mucho… –sonrió la neko.

-¿Sabes, Ryoko? –le miró fijamente- Hay algo que aún no logro entender… si en verdad te interesa tanto tu hermana, ¿por qué no le dijiste desde que llegó todo lo relacionado con las Siete Lunas?

La menor le dedicó una mirada fría, sosteniéndosela por un buen rato; habló sin romper contacto.

-¿Sabes por qué Ryani vino con nosotros? ¿Tienes idea de cómo murió nuestro padre?

o0o

-Ryani… abre… por favor… –tocó la puerta tres veces Ritsuka, pidiendo suavemente.

-¡Vete! –se escuchó del otro lado- ¡No quiero seguir escuchando nada de ustedes! ¡No quiero oírles hablar así de mí! ¡No soy un juguete ni un arma! ¡Mi vida era mejor antes, cuando desconocía todo! ¡De vivir ahora papá no habría un par de locos queriendo llevarme con ellos!

-Sé lo que piensas, Ryani… yo también creo que, de estar aquí Seimei, nada de esto estaría ocurriendo… –el chico calló un momento, esperando oírle decir algo, pero detrás de la puerta no hubo ruido alguno- Sé que es duro escuchar estas cosas, Ryani-chan… no te mentiré y diré que todo estará bien. Ahora mismo no estoy seguro de qué es lo que desean las Siete Lunas… ni por qué nos persiguen, pero podemos confiar en Soubi…

-Agatsuma-san es un estudiante de las Siete Lunas, ¿no es así?

-Sí… –susurró.

-¿Entonces por qué luchan en su contra? ¿Por qué está contigo?

-Fueron órdenes de Seimei… –murmuró con nostalgia.

-¿Está contigo porque Seimei lo envió…? –contestó al cabo de unos segundos en silencio.

-Sí…

La puerta se abrió lentamente, Ryani le miró con tristeza con los ojos aún rojos. La chica hipaba levemente, su cabello caía en desorden, su cuerpo parecía muy frágil y vulnerable. Por un instante Ritsuka tuvo el instinto de protegerla, de cuidarla ante cualquier peligro que se presentara.

-Ritsuka… kun… yo… yo…

El azabache la atrajo contra sí, abrazándola suavemente, él mismo no entendía por qué lo hacía, no le gustaba el contacto con el resto de la gente, desconfiaba de la gente, rehuía de la gente… pero ahí estaba, en el baño de Soubi abrazando a esa chica que era su Combatiente. Quizás, se dijo, éste era el tipo de afecto que existía entre las personas que compartían el mismo nombre.

-Mi padre… –articuló entre jadeos– Mi padre fue asesinado…

Eso no se lo esperaba. Sabía el dolor tan grande que podía causar la muerte repentina de alguien cercano, dolor que crecía cuando te decían que alguien más acabó con su vida. Él mismo lo había experimentado con Seimei, aún cuando ahora supiera que no había muerto. Aún así, nadie podía borrar el dolor producido durante ese tiempo.

-Lo siento… –fue lo único que se le ocurrió decir.

-Un día llegué a la casa y… y… la puerta estaba abierta… supe que algo no iba bien aún antes de ver la sangre… –le tomó con fuerza de la chamarra, aferrándose a él- Es duro… es muy duro verle en el suelo sin poder hacer nada, sabiendo que alguien entró y le atacó de esa manera… ¡¿Quién haría eso? ¡¿Quién? ¡Mi padre era un buen hombre! Jamás tuvo problemas con nadie en Okinawa y nunca me pegó. ¡¿Y debo aceptar lo que la policía me dice? ¡Que el asesino está libre! ¡Que no saben por qué lo hizo! ¡Que harán todo lo posible pero no me aseguran atraparlo!

Si para él había sido duro ver el cuerpo incinerado de quien creía su hermano, indudablemente para la Nakayama fue más doloroso ver a su padre en ese estado. Ella no tenía duda alguna de que alguien había mandado asesinar a la persona que le era querida, ni siquiera podía imaginar que no estuviese muerta. Luego de unos segundos en los que Ryani siguió sollozando, le preguntó:

-Ritsuka… kun… fueron… las Siete Lunas, ¿no es verdad? Fueron ellas las que mataron a mi padre…

-No lo sé, Ryani…

-¡Lo sabes, lo sabes!, ¿no es cierto? ¡Sabes que fueron ellos!

-Has escuchado la explicación de Ryoko, si en verdad las Siete Lunas hubiesen sido las responsables, dudo le dejaran revisar sus archivos.

-Pero… si las Siete Lunas quería que regresara a Tokio, pudieron hablar con mi padre y, al negarse… al negarse… ¡No! ¡No puede ser!

-Son sólo conjeturas, Ryani… –trató de calmarla el neko.

-Ritsuka-kun, tú piensas lo mismo, ¿no es así? ¡Niégamelo! ¡Niega que esa idea pasó por tu mente!

Las lágrimas comenzaron a resbalar con gran intensidad por el rostro de la azabache, sus ojos eran tan cristalinos, su rostro estaba manchado de tristeza, sus labios temblaban ligeramente y él… él sólo… sólo le besó.

Ryani abrió los ojos por la sorpresa, no esperando esa reacción. Cerró lentamente sus párpados, cubriendo sus iris azules, el sonrojo se apoderó de sus mejillas y disfrutó la sensación. Por su parte, Ritsuka no sabía por qué lo había hecho. No había una explicación a su acción, simplemente le había visto tan vulnerable, tan frágil, tan… tan… no… no había explicación alguna. Se separaron segundos después, sólo había sido un leve toque, nada profundo como los besos compartidos con Soubi. Ambos agacharon el rostro, sus flecos tapaban sus ojos y sus mejillas estaban del mismo carmín.

-Será mejor que volvamos con los demás… –le avisó Ritsuka.

-Hummm…

-Ryoko-san estará preocupada por ti…

-Hummm…

El neko le tomó de la mano suavemente para conducirla a la sala cuando, allí, a la mitad del pasillo, se topó con el rubio, quien le miró perplejo.

-So… Soubi… –logró murmurar.

-Ahhh, ahí están –llegó Ryoko–. Debemos de irnos, el primer lugar donde nos buscarán es éste y la mansión.

-¿Dónde sugieres ir? –preguntó Ryani, aún tomada de la mano con Ritsuka.

-Aún no sé… –murmuró.

-Será mejor que hagas una maleta, Ritsuka –dijo Soubi–. Lo más seguro ahora es un hotel, puede que las Siete Lunas incluso sepan dónde viven Yuiko y Yayoi.

-Eso es muy problemático… –suspiró Ryoko.

El azabache asintió. Los cuatro salieron de allí rumbo a casa de Ritsuka, tomaron un autobús para llegar rápido sin despertar sospechas. Cuando subió a su habitación notó que el libro de Matemáticas aún estaba sobre el escritorio, abierto en las páginas con ejercicios dejados por Hitomi-sensei que no terminaba, algo sobre letras con valor numérico. Abrió los ojos al darse cuenta de algo. Buscó entre sus papeles, encontrando la llave y el sobre llegados hace unos días, tomó un lápiz y papel y se puso a escribir, lentamente el mensaje fue tomando forma hasta tener una frase. Miró la oración en silencio y bajó las escaleras.

-Ritsuka… –le miró Soubi- ¿estás listo?

-Nos vamos a Okinawa –avisó.

-¡¿Qué? –le contempló perpleja Ryani.

-Nuestro destino es Okinawa, tenemos que llegar ahí… y pronto… –terminó, mostrándoles el papel.

o0o

Se dibujó una sonrisa de satisfacción en su rostro cuando les vio salir de la casa y abordar un taxi. El universitario alzó la mirada, buscando algún indicio, manteniéndose alerta.

-Ni lo intentes, Soubi… –murmuró entre las sombras.

-Entonces, ¿ya podemos jugar? –preguntó una pequeña sombra.

-A su debido tiempo… –contestó, volviendo a sonreír– Por ahora… dejemos que jueguen a los detectives.