-¿entonces yo muero tan joven en el futuro? – preguntó una castaña esa noche a la orilla del lago.

-eso pasó en una vida que no tiene nada que ver con esta. Lo que ocurrió allí no tendrá por que ocurrirnos. Es más, yo no existía si quiera.

Hermione se quedó pensativa, todavía abrazada a Draco. Le había impactado mucho lo que el rubio había estado contándole.

-no puedo creer que me casara con Victor Krum.

Draco rió.

-en esta vida te casarás conmigo y tendremos una hija preciosa de pelo castaño y ojos grises.

Hermione sonrió y apoyó la cabeza en el pecho del chico.

-vuelve a hablarme de mi hija.

-¿por qué mejor no esperas a conocerla?

Hermione sonrió feliz de estar haciendo planes de futuro con él. Con su amor.

-está bien.

-Hermione, lo siento. Sé que tu no lo recuerdas pero en esa vida sufriste tanto… lo siento de verdad.

-calla – lo interrumpió ella – no existe otra vida. No hay nada que perdonar. Empecemos a vivir desde hoy. Mira – le dijo señalando el lago y cogiéndole de la mano - , el lago. El lago no sabe nada de otra vida. Ahí está. Nunca nos pedirá explicaciones. Las estrellas, la luna, ahí están y siguen iluminándonos, brillan para nosotros ¿Qué les importa a ellas lo que haya podido suceder? Nos acompañan y son felices por ello; ¿las ves brillar? Titilan en el cielo; ¿lo harían si les importara? ¿Acaso no se levantaría una tempestad si dios quisiera castigarnos? Estamos solos, tu y yo, sin recuerdos, sin culpas, sin nada que pueda interponerse en nuestro… amor.

-te quiero Hermione. Te amo y no me cansaré de decírtelo hasta que me muera. No volveré a cometer el mismo error. TE AMO.