Sí, maldición. Me demoré un montón de tiempo, y ahora no tengo excusa; sólo no me apetecía escribir de esta pareja, por alguna extraña razón DX . No me sentía inspirada, y bueno, se me pasó cuando leí un par de fics Meronia. Y aquí estoy, lista para sus ofensas.

Mis respectivas disculpas; sé que están aburridas de mí, porque subo un capítulo una vez cada seis meses, pero creo que ese es mi ritmo. Aunque escribí la primera mitad de éste como hace tres meses xDDD ¡La segunda mitad del demonio...! Me tomó DEMASIADO. Matt no estaba allí para ayudarme.

En fin; ADVERTENCIAS: Yaoi, shota (?), Meronia, OOC (de verdad ._.), siento que no respeto casi nada el cannon, y eso. Además (y estoy absolutamente segura de que ninguna lo pensó XD), Death Note no es de mi propiedad en absoluto. Lástima (;_;)

Ah, por cierto... ¡Y SI NO TE GUSTA EL YAOI... Lee y únete al clan :D! (?)


'World is mine'

El número uno en el mundo.
Oye, si tú, date cuenta. ¡Hacerme esperar no es ni siquiera opción!

8

¡Oye, oye! ¡No permitiré que...! ¿¡Estás escuchando!

N-No hagas eso, ¡e-espera!

Summary: Al final de la tarde, todos los huérfanos hablaban sobre el supuesto triángulo amoroso entre Melo, Near y Linda; Matt era el único que tenía una teoría diferente al respecto.


La sala de clases era un caos total. Los chicos corrían de un lado para otro, riendo y armando alboroto; algunas chicas, molestas con la actitud infantil de los varones, no hacían más que gritar y quejarse de lo molestos que eran los otros. Habían chicas que pasaban absolutamente del resto, comentando la última canción de Bustin Jieber(*) y de lo lindo que se veía cuando la cantaba. Matt, por su parte, había encontrado a otro chico que también parecía entretenerse con sus consolas, y aprovechaban la oportunidad para intercambiar pokemones y comparar sus estadísticas como entrenadores.

Todos en el lugar estaban aprovechando el tiempo en cosas poco productivas, excepto un chico rubio, quien parecía lo suficientemente antisocial como para no ser partícipe de semejante desorden.

No, Mello no perdía su tiempo de esa manera. Aprovechaba haciendo cosas muchísimo más importantes; Mello dormía.

Quizás el rubio era el único en todo el lugar que no parecía tener idea que el profesor estaba retrasado y que probablemente era la única oportunidad que tendrían en todo el año para armar alboroto como lo estaban haciendo. Aunque, si lo hubiese sabido, tampoco habría hecho desorden.

—¡Vaya Matt! ¡Todos tus pokemones están en nivel cien…! ¡Y-Y los tienes todos!—le dijo a Matt el chico con el que estaba jugando—. ¿Qué truco utilizaste? ¡Tienes que dármelo más tarde!

—¿Truco? No uso esas cosas —contestó Matt, sin prestarle demasiada atención. Tenía su vista fijada en el lugar donde se encontraba el rubio y llevaba rato debatiéndose si debía o no ir y preguntarle qué demonios ocurría con él.

—¿E-entonces tú…? —preguntó sorprendido el otro—. ¡V-vaya! ¡Te admiro muchísimo, Matt! ¡Trabajaré duro también!

—Sí, sí. Esa es la actitud —respondió el pelirrojo, mirando a Mello. El otro niño no se daba cuenta que estaba siendo ignorado olímpicamente. Parecía demasiado feliz con su descubrimiento—. ¿Me disculpas un poco? Debo ir a algún lado.

Ni siquiera esperó que el otro le respondiera y se puso de pie inmediatamente. Se acercó a él con algo de preocupación en su rostro. No pensó que todavía estuviese 'así'. Si lo hubiese sabido, jamás le habría dejado solo.

—Hola —lo saludó Matt, poniendo todos sus esfuerzos en esbozar su mejor sonrisa. Esfuerzos que fueron inútiles, pues Mello no le dio respuesta alguna.

El chico pelirrojo suspiró después de mirar con lástima a su amigo. Éste estaba literalmente echado sobre su pupitre con un montón de envoltorios de chocolate a su alrededor y su ánimo visiblemente por los suelos. No era necesario verle el rostro para darse cuenta de ello.

Llevaba días así, y no entendía que demonios ocurría con él. Cuando se dignaba aparecer a clases, se la pasaba todo el día durmiendo y comiendo cantidades exageradas de chocolate. Ni siquiera lo saludaba por las mañanas.

—Dije "hola", Mello.

Y nada. Siguió en esa lamentable posición sin inmutarse siquiera, haciéndolo preocupar aún más.

Matt frunció un poco el seño. El rubio no parecía ser consciente de lo que ocurría a su alrededor, como si se tratara de un niño marginado y antisocial. Y sí; Matt lo sabía. Sabía que no estaba en posición de criticar esa conducta, pero tampoco podía evitar inquietarse.

—Vamos, Mello. Al menos un 'buenos días' —le rogó, pero el otro seguía sin prestarle ni la más mínima atención—. ¡Anda, Mello! ¡Porfis!

Y, para sorpresa de Matt, el rubio levantó ligeramente el rostro.

Pudo notar inmediatamente que su cara estaba exageradamente pálida y su cabello era un desastre. Además, llevaba las ojeras más grandes que había visto en toda su vida.

—¡Ah! ¡Por fin despiertas! ¡Qué alegría!

—Sólo… no vuelvas a decir algo como 'porfis'. Das asco

—Oh, Mello —contestó algo deprimido—. No digas esas cosas... Me rompes el corazón, ¿sabes?

—Eres un imbécil, Matt.

—Vamos, no seas tan frío y sonríeme un poco—le dijo el pelirrojo esbozando una gran sonrisa. Mello lo fulminó con la mirada—. Anda, así no. ¿Qué tal…? ¡Eso! ¡Abrázame!—agregó abriendo los brazos, listo para recibir a Mello en sus brazos.

—Púdrete.

Matt bajó los brazos, desanimado ante la pésima actitud del rubio. No era justo. No lo gustaba la nueva actitud de Mello. Con la anterior, el rubio parecía disfrutar mínimamente de la vida. Ahora Mello ni siquiera se dignaba a despertar por las mañanas; a excepción de los momentos en los que comía chocolate...

Inhumanas cantidades de chocolate, por cierto.

—Mello. Mírame a la cara y dime qué es lo que te sucede —le dijo Matt con seriedad, sentándose a su lado y mirándolo fijamente.

—Nada —respondió sin levantar su vista del banco, totalmente absorto en sus pensamientos.

—Mello, hablo en serio.

—¿Por qué estás tan interesado en saber cosas inútiles?

—¡No son cosas inútiles, por Dios! ¡Me estoy preocupando por ti! —le dijo, tomándolo violentamente por los hombros y obligándolo a levantar de una vez el rostro.

—… Cosas inútiles, te dije —respondió sin ánimos.

—Dime, ¿es por Near? —se atrevió a preguntar el pelirrojo, ganándose una mirada del más profundo odio por parte de Mello.

—No… —dijo con una amarga sonrisa en el rostro—. ¿Por qué habría de afectarme un idiota como ese? ¡Qué tontería…!

Matt lo miró con un poco de lástima. Resultaba tan obvio que estaba mintiendo, que no podía dejar de compadecerse de él.

Mello no era bueno controlando sus emociones. Podía ser leído fácilmente, como un libro abierto. Y a largo plazo, nada bueno saldría de eso; sobre todo si había alguien tan molesto e insistente como Matt tratando de leerlo.

—Puedes confiar en mí, Mello. Somos amigos.

Mello lo miró con recelo, pero a Matt no le importó en lo absoluto. Estaba acostumbrado a ser tratado de esa manera; siempre a la defensiva.

—No me pasa nada. En serio –respondió testarudamente. El pelirrojo suspiró resignado.

Y ahí estaba de nuevo, cerrándose a los demás y no siendo honesto ni siquiera consigo mismo.

—Eres un tsundere —susurró Matt. Mello lo miró confundido.

—¿Un qué…?

Tsundere —repitió Matt, dejando al rubio aún más desorientado.

—¿Y qué es eso?

—Nada importante en realidad —respondió el pelirrojo—. Sería mejor si lo olvidaras…

—¿¡Eh! ¡No! —gritó Mello, mostrando un poco de sentimientos por primera vez esa semana. Matt sonrió cuando lo hizo—. ¿Es malo? Si es malo te mataré.

—Pues, tiene cosas buenas y malas —dijo Matt, disfrutando de la expresión curiosa de Mello—. Por un lado, eso te hace… ¿Cómo decirlo…? ¿'Violable'?

—¿Q-qué demonios…?

—Hay gente con pasatiempos extraños; no me culpes a mí —se justificó el pelirrojo, restándole importancia. Mello lo miró molesto.

—¿Y la parte buena cuál es?

—¿Eh? —preguntó Matt confundido—. ¿De qué hablas? Esa era la parte buena.

—¿¡Cómo va a ser bueno ser el blanco de violaciones! ¡Por Dios, Matt! ¿¡En qué clase de planeta vives! —gritó el rubio escandalizado. Matt rió muy fuerte—. ¡No te rías! ¡Es serio!

—Perdón, perdón. Pero es bueno de alguna forma; siempre va a haber gente interesada en ti, supongo…

—Tú… eres raro —dijo finalmente Mello, cruzándose de brazos y poniéndose a la defensiva, como si de pronto todos en el mundo se hubiesen convertido en acosadores—. ¿Y cuál es la parte más mala, entonces?

—Bueno… La gente tsundere suele tener mal carácter… Y existe la posibilidad de que, tarde o temprano, aleje a todo el mundo de su lado —dijo Matt. Mello lo miró sin entender—. No son muy sinceros con lo que sienten, y a veces… A veces pierden a las personas que les importan por no aceptar sus sentimientos a tiempo.

Mello permaneció en silencio, pensativo. Ni siquiera levantaba el rostro; nada.

Matt sonrió. Quizás Mello había notado por fin que sus sentimientos por el blanquito habían cambiado en el último tiempo. Quizás también se había dado cuenta de sus errores; incluso podría estar elaborando un plan para contrarrestarlos. Quizás…

—Y… Dime, Matt —dijo Mello, después de un rato de auto reflexión—. ¿Por qué demonios soy yo alguien 'tsunmene'?

Por alguna extraña razón, a Matt le invadieron los deseos suicidas y tuvo que resistir el impulso de saltar por la ventana en ese mismo instante.

Se puso de pie y dio un par de vueltas en círculos, intentando mantener la calma. Mello era… él era…

Suspiró resignado. Al fin y al cabo, no podía ser de otra manera. Mello era un necio y un testarudo. Y no había forma de que eso cambiara.

—Pues, nada en realidad… A la gente tsundere le gusta el chocolate —mintió Matt, ya sin ganas de explicarle al rubio.

—Con que era eso —dijo Mello, encontrando por fin la lógica a la situación—. Debiste haberlo dicho antes.

El pelirrojo murmuró algo como 'Sí, sí. He sido un estúpido' y caminó hacia un rincón de la sala con la mirada gacha.

No… Mello no podía ser tsundere después de todo. La gente tsundere era bruta en el exterior, pero bastante dulce por dentro; Mello era bruto por fuera, y dentro de él sólo había más y más brutalidad. Un bruto entre brutos…

El pelirrojo se preguntó si Mello era acaso digno de algún tipo de reconocimiento especial por ello.

Matt sintió como de pronto alguien abría la puerta y entraba sin decir una palabra. Tanto él como sus compañeros volaron hacia sus asientos, temerosos de que se tratara de algún profesor, pero todos se relajaron al ver que lo que cruzaba el umbral de la puerta no era otra cosa que la menuda figura de Near.

—¡Vaya! ¡Si sólo es el mocoso! —dijo uno de los niños despectivamente cuando Near pasó por su lado.

El albino ni siquiera le dirigió la mirada cuando dijo aquello y se sentó como si nada en su pupitre. Era triste, pero Matt estaba casi seguro que Near ya estaba acostumbrado al trato despectivo de sus pares.

Todos los demás continuaron con su alboroto, excepto un par de chicos que habían notado algo inusual en la situación; habían llamado a Near mocoso, y Mello no había corrido desde donde sea que estuviese para gritarles cosas horribles, o golpearlos en el peor de los escenarios. Se había quedado tranquilamente en su pupitre sin mirarlos siquiera.

No era algo que volvería a repetirse, y siendo ellos del tipo de adolecente que encuentra sentido a su existencia agrediendo a otros, no iban a dejarlo pasar.

—Oye, tú —dijo uno de los niños, parándose frente a él y mirándolo desafiante. Near lo ignoró—. ¡Oye! ¡No me ignores!

Tenía un mal presentimiento; pésimo, en realidad. Pero no se sentía capaz de levantarse y defender a Near por sus propios medios. No tenía la misma fuerza de Mello, ni causaba el mismo respeto; y encima le superaban en número. Era imposible que él pudiera hacer algo por el blanquito.

Se acercó otro y se puso a un lado del pupitre de Near, a la espera de instrucciones del niño que se había levantado primero.

—Si te haces el interesante te va a ir mal… —dijo el recién llegado con una sonrisa maliciosa y llamó a otro para que le hicieran compañía.

—Así es, mocoso. Pero no veníamos para eso, precisamente

—Dinos… ¿Tuviste alguna pelea con tu novio que ya no viene a salvarte? —preguntó burlón uno de ellos. Near no le hizo caso y sacó un par de lápices de su estuche—. Oh~ ¿La tuviste? Es una suerte, porque ahora podremos jugar todos juntos... ¿Qué te parece?

Matt sabía que las cosas iban a empeorar. Su teoría se reafirmó cuando el albino, ignorando olímpicamente a todos los chicos que estaban tratando de fastidiarlo, comenzó a jugar con sus lápices, como si se tratasen de naves espaciales.

—¿¡Estás jugando con nosotros!

Uno de los chicos, muy molesto, pateó una de las sillas que estaban alrededor del albino, en un intento por asustarlo, pero no tuvo ningún efecto. Near siguió tan relajado como se había mantenido hasta ese momento.

El pelirrojo sabía que, tarde o temprano, uno de los chicos iba a explotar si Near no reaccionaba.

—Mello, haz algo —le rogó Matt cuando notó que la paciencia de los matones no iba a durar mucho más.

—¿Y por qué yo? —preguntó con amargura.

—Porque esos abusadores van a hacerle daño a tu uke —respondió seriamente el pelirrojo—. ¿Vas a dejar que esas manos inmundas toquen lo que te pertenece?

—Near no me pertenece; lo dejó muy claro la otra noche. No voy a ayudarle.

—¿… La otra noche? —preguntó sin entender el pelirrojo.

—… El punto es que no me importa lo que le suceda. Fin de la discusión —contestó, ignorando la pregunta de Matt.

Pero Matt podía ver la mirada rabiosa en el rostro de Mello. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que se pusiera de pie y espantara a todo el mundo, como siempre ocurría. O eso quería creer.

Miró nervioso a Near, esperando que hiciera algo que apaciguara la ira de los otros muchachos.

—Vamos, Near…

Suspiró para sus adentros. Sabía en el fondo que Near carecía de sentido común, y la posibilidad de que notara que si seguía sin prestarle atención a esos niños iba a terminar con los huesos rotos era cercana a cero.

—Mocoso. Puedes disculparte por ser tan insolente ahora, o atenerte a las consecuencias….

Matt cruzó los dedos y le rogó a todas las deidades que conocía—incluyendo a la pegatina de corazón gigante del cielo que tanto adoraba Xenmas en Kingdom Hearts II— que Near dijera algo; cualquier cosa. Todo habría servido para ahorrarle una paliza de la que nadie podría salvarle.

—¡Mello…! —le dijo bajito, pues todos en la sala de clases habían notado el conflicto y se mantenían concentrados en él, expectantes de lo que estaba por venir—. ¡Si no hacemos nada ahora, el blanquito…!

—No me importa, te dije.

—¡No puedes ignorarlo! —gruñó Matt, molesto con la actitud testaruda de su amigo—. Te arrepentirás luego.

—No lo creo —respondió necio—. Ya te dije que Near no me importa nada… absolutamente nada…

—¿Y si lo hieren de verdad? —le cuestionó seriamente Matt. Mello se quedó en silencio, como si acabara de caer en cuenta de que Near podía salir herido.

—… Nada, en serio no… —respondió

—Bien; iré yo, entonces. Pero si logro salvarlo, va a pertenecerme a mí y lo venderé por eBay frente tu nariz.

A pesar de lo que había dicho, no se creía capaz de hacer nada por el blanquito. La psicología inversa no parecía funcionar con Mello.

Intentó levantarse de la silla para ir y defender al albino, como dijo que haría, pero no pudo. Su espíritu de cobarde podía con él.

Le dirigió una última mirada a Mello y se resignó a lo que venía, como quien conoce el trágico desenlace de una película antes de sentarse a verla, y que, a pesar de todo, la ve hasta el final.

Cuando pasó un tiempo razonable, donde podía intuir que Near no había hecho ni el más mínimo gesto de arrepentimiento, cerró fuertemente los ojos, para así poder evitar ver cómo golpeaban al fantasmita.

Fue cuando sintió a Mello levantarse repentinamente de su lugar, llamando la atención de todos los presentes.

—¡Ustedes…! —gritó con el rostro rojo de ira. Intuía que toda su rabia acumulada había sido expulsada en un solo grito; por eso lo aterrador de su apariencia en ese momento—. ¡Si no dejan a Near en paz los voy a…!

De pronto, la puerta se abrió de golpe, revelando la figura de Linda y de Roger.

—¡Ellos! —chilló la niña, entrando apresuradamente con Roger a su lado—. Han estado amenazando a Near.

Roger la siguió sin mucho ánimo, refunfuñando algo como "No estudié tanto para esto" y se paró frente a los acosadores de Near con una mirada severa en el rostro. Los niños lo miraron expectantes, sin tener muchas esperanzas sobre los acontecimientos siguientes; algo en su interior les decía que no terminaría bien.

—¿Y bien? —preguntó el anciano después de unos minutos de incómodo silencio—. ¿Alguno me va a explicar?

—Eh… ¡Él empezó! L-lo juro… —se defendió inútilmente uno de los niños apuntando a Near. El otro, no dijo nada cuando lo hizo; Roger, en cambio, suspiró cansado.

—¡Near es la persona más tranquila de Wammy's House! ¡Roger, no le creas! —rogó Linda, tratando de defender al albino.

—Lo sé —contestó Roger—. Por eso sólo ustedes vienen conmigo a mi oficina.

—¿¡Qué! —gritó uno de ellos—. ¡Eso es muy injusto, Roger!

—Injusto es que tenga que perder mí tiempo tan temprano; eso es injusto —dijo el anciano molesto—. Ahora caminen, sino quieren que el asunto termine peor.

Los chicos miraron con odio al albino antes de salir, farfullando cosas entre dientes que Matt fingía no entender. Sentía que era mejor así; no podía asimilar palabras como esas al pequeño que se deleitaba hablando con robots.

Apenas todos los chicos molestos cruzaron la puerta, Linda se abalanzó sorpresivamente sobre Near y lo envolvió en sus brazos protectoramente. Gimoteaba cosas incomprensibles que el común de los mortales no podía entender, pero que lograba enternecer al resto de la clase…

Excepto a un rubio que seguía de pie y que no era capaz de ocultar su desagrado.

—P-pensé… que iban a hacerte daño —le dijo a Near la chica entre sollozos, ignorando al resto del mundo—. Cuando los vi ahí, sólo atiné a ir a buscar a Roger… ¡Tuve mucha suerte!

—L-linda, por favor… —dijo el albino, tratando de soltarse del agarre de la niña, sin éxito.

—¡Eres muy irracional! ¡Cuando haces cosas tan temerarias, deberías detenerte a pensar un segundo en nosotros! —profirió la chica, negándose a soltarlo.

—¿…"Nosotros"?

—L-las personas que te queremos, por supuesto…

Las niñas se sentían en el cielo; una de las muchas grandes escenas de sus sueños románticos estaba ocurriendo frente a sus ojos, y con eso, ninguna de ellas podía pensar con claridad. A los chicos les daba exactamente igual, pero les tenía profundamente sorprendidos que alguien como Near podía conseguir tan rápidamente una chica tan atractiva como la castaña.

Pero nadie; absolutamente nadie se mantuvo indiferente cuando Mello tiró sin previo aviso todos los lápices que tenía Matt sobre su mesa, haciendo el escándalo suficiente como para que todos en la sala de clases se quedaran en silencio, pendientes del rubio.

—M-mis lápices… —lloró Matt cuando vio todos sus lápices ecológicos rotos en el piso—. Mis hermosos lápices…

Mello, ignorando el llanto de su amigo pelirrojo, gruñó molesto se encaminó a la salida sin mirar a nadie, dejándolos a todos sorprendidos.

—¡Mello! ¿Dónde vas? —lo llamó Matt-que sostenía los restos de sus útiles en la mano- cuando lo vio caminar tan molesto a la puerta.

—Al baño, a vomitar —respondió el rubio amargamente—. Soy alérgico a este tipo de escenas…

—M-mello, no sabía… —trató de disculparse Linda, sin entender muy bien la situación.

—Es sencillamente asqueroso —le respondió a la castaña mirándola con odio.

Linda retrocedió un poco, ligeramente asustada. Mello le dirigió una última mirada rencorosa y, sin decir más, abandonó la habitación.

Todos se mantuvieron en silencio después de eso, preguntándose qué demonios era lo que ocurría con Mello.

Las conclusiones, por supuesto, no tardaron en llegar.

Al final de la tarde, todos los huérfanos hablaban sobre el supuesto triángulo amoroso entre Melo, Near y Linda; no dejaban de elogiar a la niña por haber conquistado a los dos primeros en la línea de sucesión.

Matt era el único que tenía una teoría diferente al respecto.


No estaba pensando con claridad en esos momentos; estaba claro. Si lo hubiese estado haciendo, jamás habría hecho algo tan temerario y estúpido como ir a meterse a la habitación de Mello sin su consentimiento a las dos de la mañana.

… Aunque, no era la acción en sí. De hecho, Near era más estúpido y temerario últimamente.

Miró el reloj de la pared. Hacía un ruido infernal; tanto así, que le sorprendía un montón que Mello pudiese estar durmiendo. El sonido de las manecillas era increíblemente escandaloso. Vaya que sí…

Oh, pero allí estaba; sobre su cama, algo destapado y con los cabellos revueltos en la almohada.

El albino se sentó nuevamente en el suelo mirando el rostro del niño rubio. Parecía tan plácido y tranquilo, que resultaba imposible creer que era la misma persona llamativa y avasalladora que todos conocían.

Sí, era increíble la forma en la que podía cambiar la gente cuando dormía y…

De pronto, Near dejó sus pensamientos y se incorporó levemente cuando vio a Mello moverse y quejarse un poco en sueños, como si tuviese una pesadilla. Se tranquilizó en el momento en el que el rubio soltó algo sobre el conejo de pascua y siguió durmiendo tan tranquilo como lo había estado haciendo.

Suspiró agotado. Alterarse como lo hizo había sido algo tan… innecesario.

No entendía que ocurría con él ¿Por qué estaba allí, en primer lugar?

"Insomnio" se decía, "Sólo insomnio"

Pero el otro lado de su cerebro le insistía que era una razón estúpida y, en el fondo, tenía razón; toda su vida había tenido problemas para conciliar el sueño. No había razones, en realidad…

Y si no era eso ¿Entonces qué?

Era justamente lo que no quería seguir cuestionándose; había aprendido que su imprudencia no tenía ninguna base lógica, y que no era algo que pudiera comprender por sí mismo.

—N-no…

Miró a Mello algo cansado. Llevaba varios días con la rutina de ir a verlo y había aprendido que los sueños de Mello eran bastante… aleatorios, por así decirlo. Se la pasaba riendo y quejándose en las noches, incapaz de terminar una idea –o eso suponía Near- antes de empezar con otra.

Vio como se agitaba un poco más, llamando a una persona cuyo nombre no fue capaz de distinguir y se relajó de nuevo.

Seguramente no tenía sentido –nada de ello, en realidad-, pero casi podía asegurar que disfrutaba de las reacciones extrañas de Mello durmiendo, porque le daba la sensación de que se trataba del mismo chico orgulloso que le profesaba su odio una y otra vez con las mejillas rojas; no el que lo miraba de esa forma. Mello nunca había sido tan indiferente con él.

Era bastante extraño… Y no le gustaba para nada; no era divertido.

Suspiró nuevamente. No tenía caso pensar en ello; había sido irracional. Siempre era así con Mello.

Near, después de un rato de tranquilidad, comenzó a aburrirse. Y el reloj de la pared no hacía más que perturbarlo.

—Tic, tac, tic, tac —comenzó a canturrear el albino, moviendo de un lado a otro la cabeza, tratando de imitar el ritmo de las manecillas—. ¿Podré quitarle las baterías…?

El sonido infernal del maldito reloj era demasiado para él. No estaba en sus planes tocar las propiedades de Mello, pero sentía que era absolutamente necesario.

Se paró frente al dichoso reloj y sintió algo de decepción cuando se dio cuenta que estaba colgado demasiado alto, y él no podía alcanzarlo. Todos los desayunos que no comió en ese momento le hacían sentir un poco arrepentido; el crecimiento era importante, después de todo.

Sin embargo, y para su alivio, justo a un costado del aparato, había un estante lleno de libros. Unas repisas estaban puestas cerca de ellos y, con un poco de agilidad, podría llegar a él.

La posibilidad de que todo terminara en un desastre y, sobre todo, que Mello despertase se le cruzó por la cabeza unos segundos. Y ese mismo pensamiento fue el que lo motivó a comenzar a escalar por los muebles.

… Irracional. Justo como Mello.

—Un pie primero… con cuidado, y luego el otro… —iba pensando en voz alta Near. Era estúpido hacerlo, pero le gustaba de cierta forma. Probablemente despertaría a Mello, y eso sería divertido.

Puso el otro pie con cuidado en una de las repisas. Era más inestable de lo que él había pensado.

—Un poco más… —dijo mientras extendía su mano para alcanzar el reloj—. Ya casi…

Estaba a punto de tomarlo. Bastaba con que se estirara un poco más y ya lo tendría; era pan comido.

Near, siguiendo sus impulsos extendió su brazo y… y casi… llegaba…

Pero no llegó.

—¿¡Qué demonios! —despertó asustado Mello, gritando por el estruendoso ruido que parecía venir de su propia habitación.

Se precipitó en prender la luz y necesitó unos segundos a que sus ojos se acostumbraran al cambio para poder ver el desastre en el que se había convertido de pronto su cuarto

Su repisa –o lo que quedaba de ella- se encontraba en el piso, totalmente destruida. Las cosas que solía ponerle encima ahora estaban regadas por el piso. Su librero también había sufrido; había hecho mucho ruido al caer debido a la cantidad de libros que habían salido disparando. Y debajo de todos ellos podía distinguir una mancha blanca moviéndose.

—¡Maldito ingrato! —gritó molesto—. ¿¡Por qué mierda estás metido en mi habitación!

—M-mello… —dijo el albino con un hilo de voz.

—¡Responde maldición!

—Y-yo, bueno… —contestó con dificultad—. No podía dormir.

—¿¡Y piensas que eso es una excusa!

—… Tal vez.

—¡Pues no lo es, imbécil! —le gritó molesto—. ¡Sal ahora! ¡O te mato a patadas!

Near lo miró unos segundos antes de esbozar una sonrisa torcida. La expresión que había puesto cuando lo hizo logró que Mello se sintiera aún más molesto. Porque, ¡demonios! Él no estaba para que se pusieran a jugar así con él.

… Sobre todo porque se trataba de Near.

—No.

—¿¡C-Cómo que "no"! —gritó Mello—. ¿¡Acaso eres un estúpido masoquista!

—No lo soy —respondió sencillamente, sin borrar su sonrisa—. Pero no puedo levantarme; mi pie…

Mello siguió con la vista la pierna de Near y se agitó ligeramente cuando vio su pie. Había libros esparcidos por todo el piso, y todo lo que había estado en su repisa y librero estaba justo sobre la pierna de Near.

De pronto le hicieron sentido las palabras del albino. Y claro, era evidente que no iba a poder salir por su cuenta; era increíble que no estuviese chillando de dolor.

—Eres un maldito estúpido… —le dijo el rubio, ya no tan molesto como antes—. Sabes que eres un completo inútil y te pones a jugar en los muebles, bastardo.

Aún estaba enojado con el albino. La idea de tener que hablar de nuevo con Near después de todo aquello le desagradaba un montón.

Porque, vamos, ese ingrato no merecía que le dirigiera la palabra. Ni siquiera que le dedicara siquiera un segundo de su valioso tiempo. No merecía absolutamente nada de él; ya no.

Pero…

—Vamos, idiota. Levantaré los libros para que puedas salir —dijo Mello, agachándose a la altura del albino y moviendo algunos textos.

No quería ayudarlo. Near no le importaba en lo absoluto. Pero dejarlo allí, retorciéndose de dolor no era placentero; incluso si no lo demostraba, Mello sabía que le dolía… y de alguna forma tampoco le hacía sentir bien a él.

—M-Mello…

—¿Qué? —preguntó sin ánimos. Quería sacarlo pronto para fingir que no había pasado nada y poder seguir ignorando al albino.

—Gracias —le dijo Near, haciendo un esfuerzo por esbozar una sonrisa. Mello gruñó avergonzado.

—¡No creas que hago esto por ti! —gritó molesto—. Si no te sacara, te quedarías en mi habitación toda la noche, y sería molesto escucharte llorar; no podría dormir.

—Oh, ¿eso es porque aún estás molesto?

—No estoy molesto —aclaró Mello—. La molestia es más como una sensación pasajera; lo mío se llama odio, mocoso.

—¿Odio, eh? —dijo sencillamente, restándole importancia.

Mello ignoró a Near y siguió moviendo los libros sin mirarlo. No se sentía capaz de hablarle después de todo, y sabía que era por algo más que resentimiento; era porque estaba herido.

Un silencio incómodo vino después de eso, o por lo menos así lo sintió el rubio. Near parecía demasiado tranquilo, y era preocupante, sobre todo considerando que tenía una montaña de libros y cosas varias encima.

Pero claro, tampoco era de extrañarse, Near era un maldito insensible.

—Mello.

—¿Y ahora qué quieres, maldición?

—¿Me odias porque besé a Linda?

El rubio volteó y lo miró con una mezcla entre odio y sorpresa.

¿Cómo era posible que ese mocoso fuese capaz de decir cosas así sin variar ni un ápice su expresión? ¿Es que no tenía vergüenza?

—¿Qué importa? —dijo finalmente Mello, cuando pudo recobrar la tranquilidad. El tono que había usado era especialmente frío, tanto así, que logró hacer que Near se inquietara un poco.

Miró preocupado que la montaña de cosas que le había caído encima iba disminuyendo su volumen. Lo más seguro era que no le quedara mucho tiempo antes de que Mello lo lanzara fuera de su habitación.

—Con respecto a eso, quizás hubo un… malentendido.

—Me parece que las cosas quedaron absolutamente claras ese día, Near.

—Mello no comprende… —susurró el albino

—¿Ah, no?

—No… No del todo, por lo menos.

—¿Y qué es lo que me falta por entender según tú? —preguntó burlón. Near comenzó a enredarse un mechón de cabello en el dedo.

—Mentí, creo.

Mello se quedó estático un momento. ¿Mentir…? ¿Había dicho 'mentir'? El rubio no llegaba a comprender por qué Near haría algo así. Era demasiado absurdo.

Una vaga idea llegó a su mente y le hizo dudar un poco. Quizás, podría ser que…

Negó fuertemente con la cabeza. Le daba curiosidad, era cierto, pero Mello también sabía que no podía acceder a su juego tan fácil. Porque, vamos, era obvio que si le decía algo así debía tener un plan elaborado.

—¿… Y eso qué? —respondió Mello, fingiendo seguridad.

—Estos días he estado pensando sobre ese día; sobre ti —dijo Near con falsa tranquilidad, aunque Mello no pudo darse cuenta de ello; estaba demasiado ocupado tratando de ocultar su propia incomodidad frente al tema—. Y de verdad, no puedo entender tu comportamiento todavía… ¿Por qué Mello... reaccionó así?

—¿Qué quieres lograr Near?

—Entender; sólo eso —contestó de inmediato. Mello miró fijamente a los ojos de Near, y no pudo encontrar ni un rastro de vacilación en ellos; de hecho, era bastante inusual el brillo de determinación que ahora cargaban.

—Bueno. —Suspiró resignado antes de continuar. Iba a decirle un poco y ya; para hacerlo sentir culpable y que decidiera largarse de una vez de su habitación—. Quizás yo… Puede ser q-que no haya estado bien cómo actué; no debí haber esperado tanto, creo.

—¿Esperar…?

—Por supuesto; no creí que fueras a enamorarte de esa niña tan fácil. Pensé… —dijo con dificultad—. E-En realidad ni siquiera sé qué pensaba. Sólo… Olvídalo. No tiene importancia.

—No estoy enamorado de Linda, ¿qué te hace pensar eso? —preguntó incrédulo. Mello lo miró molesto.

—¿Que "qué me hace pensar eso"? ¡Tú lo diste a entender, imbécil!

—Puede ser… —contestó sin darle demasiada importancia—. Pero no es así; lamento si mi falta de expresión a las dos de la mañana causó algún malentendido.

—¡Que fueran las dos de la mañana no tenía nada que ver y lo sabes! —chilló Mello. Quería descargarse de una vez y gritarle cosas horribles al mocoso. Pero, para su sorpresa, Near sólo sonrió.

—Tienes razón….

—¿… Por qué me das la razón? —preguntó el rubio con desconfianza. Eso era inusual, y por ende, sospechoso.

—Porque soy un mentiroso, ¿no crees? —respondió, sin borrar su perturbada sonrisa.

Mello lo miró unos segundos y, después de una reflexión, decidió que lo más sensato era ignorarlo. Porque con su discurso estúpido quería confundirlo, y lo estaba logrando.

Removió un par de cosas más que todavía estaban aplastando a Near y le ayudó a ponerse de pie.

—El desastre puedes venir a arreglarlo mañana.

—Claro…

—Y créeme, N, que…

—¿N? —interrumpió Near, extrañado por ser llamado de esa manera.

—Mira mocoso, no sé tu apellido y no se me ocurrió otro trato distante, ¿sí? —dijo Mello. Near asintió—. Créeme que esta será la última vez que logras meterte en mi habitación sin permiso. Si intentas algo, cualquier cosa, te mueres.

Y por el tono serio que había usado, el albino podía intuir que Mello no tenía deseos de escuchar sus excusas.

Near lo miró, tratando de ocultar su nerviosismo. Era evidente que su coeficiente intelectual era superior a los del resto de sus compañeros, por eso le parecía ridículo que no fuese capaz de llevar bien una situación como aquella. No debería ser tan difícil… técnicamente hablando.

Sólo tenía que decir algo para arreglar las cosas. Era su última oportunidad.

—Matt me dijo algo… —comenzó Near. Mello bufó molesto.

—¿Ah sí? ¡Qué bueno!

—Un día estuvimos hablando sobre Mello. Yo le preguntaba cosas, y él las respondía. —Mello se quedó en silencio, y Near interpretó eso como un permiso para continuar—. Había algunas cosas que yo realmente no entendía sobre ti.

—¿Cómo qué? —preguntó Mello. Estuvo a punto de hacer un comentario poco amistoso como '¿No entendías? ¿Y no que eras tan inteligente?', pero resistió el impulso de hacerlo.

—¿Recuerdas el día en que terminaste con Kate y me hiciste unas marcas en el cuello? —dijo tranquilamente Near como si estuviese hablando del clima. Mello tuvo que hacer unos esfuerzos gigantes para no morir de un ataque.

—¿Q-Qué?—le preguntó muy asombrado—. ¿Cómo demonios dices una cosa así?

—¿Quiere decir que lo recuerdas?

—Bu-bueno, sí, pero…

—Bien. Le pregunté a Matt por qué habías reaccionado así —continuó con la misma tranquilidad. Mello sentía que su rostro enrojecía más allá de lo que era biológicamente posible.

—¡N-No me digas que le dijiste sobre las marcas…! ¡Te mataré si lo hiciste!

—No lo hice. ¿Por qué es tan importante? —preguntó ligeramente confundido. El rubio negó con la cabeza, restándole importancia.

—Sólo… olvídalo.

—Bien —continuó, ignorando el ataque de nervios de Mello—. Él dijo que tú hacías todas esas cosas extrañas sólo porque tenías celos…

—¿¡C-Celos! ¡Yo no…!

—Y dijo que lo negarías si te lo comentaba, pero ese no es el punto —dijo, interrumpiéndolo antes de que pudiese reclamar algo—. Y yo no entendí bien eso de los celos… así que él me dio un… "ejemplo".

El tono que había usado Near era altamente sospechoso. Mello pudo darse cuenta y un montón de situaciones donde Matt usaba la curiosidad del albino en su favor y todas; absolutamente todas tenían un final poco agradable, sobre todo para él.

—¿Q-qué te hizo Matt? —preguntó tratando de ocultar su molestia. Y es que no podía parecer afectado; no ahora.

—Nada en realidad. —Mello suspiró internamente cuando lo escuchó—. Pero cuando le dije que no había terminado de comprender, él soltó algo extraño, como: "Él se pondrá así cada vez que alguien intente acercarse a ti. Trata de que alguien lo haga y verás como los celos aparecen". Y yo, siento que hice algo mal, porque no salió cómo esperaba.

—¿De qué hablas?

—Lo de Linda; pensé que Mello iba a tener celos, pero en vez de eso me da la sensación de que logré que me odiara.

—Tú… ¿Todo lo planeaste? —preguntó incrédulo Mello—. ¿Todo para ponerme celoso…? ¿¡Es que eres imbécil!

—No realmente —respondió tranquilamente Near—. Pero Matt dijo que cualquier persona serviría, y cuando vino Linda a mi habitación y se sentó sobre mí, pensé que…

—¿¡S-Se sentó sobre ti?

—¿N-No te lo había dicho? Pensé que Linda te lo había comentado ese día —dijo Near, ligeramente nervioso.

Mello se quedó estático un momento, mientras se hacía la imagen mental.

Se imaginaba a Near recostado en su cama, sin nada que hacer, jugando con su cabello como hacía cada vez que se aburría. En la escena, de improviso, aparecía una tonta castaña con cara de boba. Near le preguntaría qué era lo que le sucedía, y ella no podría controlar sus impulsos y se le lanzaría encima; se sentaría encima de él y lo besaría en un rápido movimiento, y luego ella… ¡Ella…!

—¡Esa mocosa es una…! ¡La mataré! —gritó lleno de frustración, pateando unos cuantos libros a su alrededor.

—No creo que tenga importancia…

—Déjame entender, mocoso —dijo Mello bastante molesto—. Dices que esa mocosa se subió a tu cama, se sentó sobre ti y luego te besó… ¿¡Y crees que no es importante! ¿Eres idiota?

—Por supuesto que no lo es. No significó nada.

—¡C-Claro que lo es! ¡La odio! ¿Quién se ha creído esa mocosa?—gritó molesto. Near lo miró interesado—. La mataré, maldición. Esa enana del demonio se arrepentirá de haberte puesto las manos encima.

—¿Esos son… celos? —preguntó, extrañamente divertido.

—¡Y-Yo…! —chilló Mello sonrojado—. ¡Argh! ¡Basta ya!

—¿Con qué? —preguntó, fingiendo no comprender. Mello le gruñó molesto.

—Con todo esto… tu estúpido juego. ¿Podrías ser sincero de una vez?

—¿Con respecto a qué, exactamente?

—Vas y te besas con cualquier mocosa, y cuando de pregunto sobre eso me respondes que te deje en paz, porque eres libre, y que no tengo derechos sobre ti, que le prefieres a ella y un montón de cosas estúpidas como esa —enumeró Mello molesto. Near lo observaba sin decir una palabra—. Y ahora vienes, y comienzas a contarme una historia poco convincente sobre Matt, y en serio, y ya no sé qué pensar. No sé qué demonios quieres lograr.

—Son muchas cosas…

—Explícate, maldición.

—Yo… no besé a Linda; ella me besó a mí, pero la aparté de inmediato. Si nos hubiésemos besado en serio, ella habría dicho que yo era su novio, o algo. Pero no lo hizo y en vez de eso se conformó con decir que yo la había besado —comenzó a explicar Near con tranquilidad. Mello lo miró confundido.

—P-Pe…

—Segundo —continuó, interrumpiendo a Mello—. Cuando dije que tenía derecho de besar a quién se me antojara, fue porque era la verdad, pero jamás dije que le prefería a ella; no lo hago, por cierto… —Mello se sonrojó ligeramente cuando escuchó eso, adivinando lo que seguía en esa oración: "Es a ti a quien prefiero" o algo así—. Lo de Matt es la verdad y… Yo tampoco sé qué quiero lograr con todo esto.

—¿Eso… es…?

—Sí, Mello. Eso es todo. No tengo más mentiras ahora; puedes creerme de aquí en adelante.

—Near… —dijo estúpidamente. ¿Qué más podía hacer? Seguramente el mocoso tampoco entendía muy bien la situación; era confusa, porque nadie hablaba de sentimientos. Era difícil para ambos.

—Yo sólo… reformularé de nuevo la última pregunta. ¿Por qué estás tan empeñado por arreglar las cosas entre… nosotros?

Gruñó molesto. "Nosotros"; le costaba más que los mil demonios usar esa palabra para referirse a ellos dos. Sonaba tan… poco masculino.

—Porque creo que Mello es una persona muy interesante… y también pienso que cuando se enojó conmigo fue todo por un malentendido tan estúpido, que yo sólo… creí que era necesario aclararlo.

—¿Sólo eso…?

—Y, bueno, también me divierte cuando Mello mete su lengua en mi boca. Extraño un poco eso —dijo sin ningún poco de tacto.

Mello sonrió; no le importó lo poco sutil que fue Near, ni lo muy bipolar que debía parecer en ese momento, rodeando a Near con los brazos y pegándolo a su cuerpo. Quería… sentirlo cerca. No lo hacía hace un tiempo, y sentía que había sido suficiente.

Había tratado de resistir, por su orgullo, pero…

—Se llaman "besos", Near.

Ese tipo de situaciones simplemente lo hacían sentir bien. Muy bien.

—Lo sé, así como los ataques de ira de Mello se llaman "celos" —respondió con una sonrisa burlona—. Pero no es necesario resaltar cosas obvias, ¿no?

—E-Eso es po-porque. —El rubio se puso nervioso de inmediato, haciendo que Near sonriera aún más—. L-Lo dije una vez; eres mío, por eso…

—No soy un objeto, ¿sabes?

—De cualquier forma. No importa ni dónde, ni cuándo; me perteneces, y si alguien más vuelve a tocarte, morirá —dijo muy serio Mello. Near, en su regazo, no pudo hacer más que esbozar otra sonrisa, esta vez mucho más retorcida que la anterior—. Y ya no me tragaré ninguna otra historia ridícula sobre Matt y los celos.

—¿Mello es mío, entonces?

—… No preguntes cosas innecesarias, estúpido. Yo no he dicho algo así…

Lo abrazó con más fuerza, sin saber qué hacer con Near en sus brazos. Quería besarlo también, pero ya no se sentía tan seguro como antes. Involucrarse más con Near era peligroso; podría dolerle, como le había dolido toda esa semana.

—Y si dices que te pertenezco… ¿por qué tienes celos todavía?

—¿Podemos dejar el maldito tema de los celos, idiota?

—Pues no —respondió sencillamente. Mello suspiró.

—Porque tú todavía no has dado ninguna señal de que estés de acuerdo… o algo… —dijo, sabiendo que iba a arrepentirse –como siempre- de su ataque de sinceridad—. Y eso me hace pensar que… que te da igual quién sea que te esté abrazando… Esa posición tuya de neutralidad es tan molesta.

—Mello no me conoce lo suficiente, al parecer —susurró el albino—. Si no estuviese de acuerdo, no dejaría a Mello hacer nada de lo que ha hecho.

—¿Cómo…?

—Tenerme así de cerca, abrazarme de improviso. Besarme y, bueno, tocarme… —contestó Near con un ligero sonrojo adornando sus mejillas. Mello sintió que colapsaría cuando lo vio poner esa cara y decir todas esas cosas. Oh, vamos, que él también era humano y era normal que tuviese ese tipo de reacciones.

—Basta, es suficiente… Ya entendí. Lo suficientemente de acuerdo para abrazarte y besarte; creo que es casi como lo de acuerdo que estoy yo con este estúpido juego.

—Supongo…

Se miraron un segundo, en el que Near sintió la necesidad de demostrar un poco de sentimiento; sólo un poco para hacer que Mello dejase de tener dudas estúpidas y se concentrara en cosas de verdad importantes. Así que apenas le dieron las fuerzas, comenzó a corresponder el abrazo de Mello tímidamente.

Mello al sentir como Near se esforzaba en abrazarlo de vuelta, lo tomó por el mentón y juntó sus rostros lo suficiente para que sus labios se rozaran, sin besarse todavía.

Sentían el aliento del otro chocar en su rostro, y les parecía tan cálido y agradable, que por un momento se quedaron sólo así, con los ojos cerrados y sin moverse.

—Near… —dijo Mello, sin separarse ni un ápice de Near.

—¿Hn?

—No vayas a decir algo estúpido como siempre.

E hizo presión, juntando sus labios con los del otro suavemente.

Por primera vez, Mello sintió que se besaban en serio. Porque ningún sentimiento de competencia les había llevado donde estaban ahora; era porque ellos querían estar ahí, besándose como un par de estúpidos, sin importarles lo ridículos que se veían.

Se separaron ligeramente para tomar aire y continuaron besándose como lo habían estado haciendo; sin prisa, suavemente y con un aire de ternura que casi parecía ridículo viniendo de ellos dos.

—Mello —lo llamó Near. Mello se separó bastante molesto—. Es mi turno para preguntar. ¿Qué es lo que quieres lograr tú ahora?

El rubio ignoró su pregunta y, dejando la delicadeza de lado un instante, lo besó en respuesta.

Esta vez no trataba de ser gentil; Near pudo darse cuenta cuando sintió la lengua de Mello invadir su boca sin titubear. A pesar de eso, no tardó en corresponderle y rodearle el cuello con los brazos, intuyendo que eso era lo que el rubio quería que hiciera.

El albino apenas estaba acostumbrándose cuando sintió las manos de Mello colarse debajo de su pijama, haciendo que se estremeciera casi al instante y soltase un gemido.

—N-no hagas e-es… ¡M-Mello! —chilló cuando el rubio mordió el lóbulo de su oreja.

Presa de la excitación del ambiente, Mello bajó hacia su clavícula, dejando un húmedo camino de besos y marcas rojizas. Sabía que si alguien veía el cuello de Near iban a descubrirlos, pero no le importaba; de hecho esa era la idea. Que supieran que el único que tocaba a ese mocoso albino era él.

De un momento a otro, ninguno de los dos usaba la parte superior de su pijama y ambos lucían mucho más despeinados que de costumbre.

Mello gimió ligeramente, sin saber bien la razón. Todo se sentía tan bien; tan jodidamente bien. Tener a Near, gimiendo sin poder controlarse; chillando cosas incoherentes y era… gratificante. Le hacía sentir muy bien, sobre todo cuando ponía esa cara de… bueno; esa cara. Llamándolo por su nombre entre jadeos, con su rostro rojo y él…

El rubio se detuvo repentinamente y apartó a Near como pudo de su cuerpo, como si acabase de despertar de una pesadilla muy, muy mala.

Él había… había…

—¿Qué…? —preguntó curioso el albino, sin entender qué había ocurrido con Mello.

—¡N-No pasó nada! —gritó y le dio la espalda a Near, avergonzado.

Se sentía fatal. No había podido controlarse, y ahora él tenía un… problema.

Miró nuevamente su pantalón y puso una expresión de horror. Estaba despierto, su amigo. Mello tenía una… ¡Una erección, por Dios!

Tener una erección con otra persona cerca era malo, pero tenerla por culpa de Near y con Near cerca era lo peor que podía pasar. Y la peor parte era que ese maldito tenía apenas…

—¿C-cuántos años tienes, Near?

—Doce —contestó sencillamente. No entendía muy bien, por lo que se quedó mirándolo, sin decir nada y esperando que explicara algo.

Doce años. Doce míseros años. Eso… ¿¡era legal!

¡Oh! Por supuesto que no lo era. Iban a encarcelarlo, y con buenas razones. Todo por pensar en Near de esa forma tan sugerente; con sus gemidos y su rostro jadeante. La voz entrecortada, aferrándose a su espalda con todas sus fuerzas…

Sintió su ropa interior todavía más apretada y apartó rápidamente esos pensamientos de su cabeza, reemplazándolos por unos más "fríos". Fue así como Roger en ropa interior llegó a su cabeza y logró que su problema se desvaneciera como por arte de magia.

—Mello —lo llamó Near cuando lo vio menos tenso—. ¿Por qué de pronto…?

—Es porque ya es muy tarde… mañana tenemos clases, ¿sabes? —dijo Mello más relajado y fue a buscar su pijama para poder vestirse. Near hizo lo mismo.

—Sí, es verdad… —respondió tranquilamente, sorprendido de que Mello fuese tan sensato.

—Es mejor ir a dormir.

—Sí, claro —coincidió el albino. Mello se recostó en su cama—. Entonces, hasta mañana…

—E-Espera, ¿te irás a tu habitación?

Near se detuvo y lo miró confundido. Sólo hasta ese momento, Mello cayó en cuenta de sus palabras.

—¡Y-Yo…! —trató de justificarse, bastante avergonzado. Vio como Near sonreía macabramente.

—¿Quieres que duerma aquí? —preguntó tranquilamente el albino.

—¡N-Nunca dije eso! ¡Siempre interpretas todo a tu conveniencia!

—Yo sólo entendí lo que dijiste —dijo Near, sin borrar su sonrisa—. De todas formas, es una buena idea; alguien podría escucharme en los pasillos.

—… Y con lo torpe que eres, seguro que llegas tropezando con todo —coincidió Mello, todavía sonrojado.

Near se paró frente a su cama y espero la aprobación de Mello antes de poder recostarse a su lado.

—Entra, idiota. Seguro que tienes algo de frío allá afuera… —susurró el rubio abriendo las mantas y dejando entrar al albino.

—Oye, Mello —dijo Near apenas estuvo al lado del otro.

—¿Qué?

—¿Me pediste que me quedara en tu habitación porque querías tener sexo conmigo? —preguntó sin ningún pudor.

—¿¡Q-qué! ¡No!. ¿Por quién me tomas, bastardo?

—¿Entonces por qué?

—No te lo pedí; te auto-invitaste… y, sólo... no sé. —Mello lo abrazó por la espalda, tomándolo por sorpresa—. Hace frío, ¿bien? Y tú siempre estás demasiado gélido.

—Mello… —lo llamó Near, dibujando una sonrisa en su rostro. Mello no pudo verla—. Yo…

—¿… Tú?

—Buenas noches —se despidió Near, ignorando lo que había dicho antes. El rubio suspiró, pero no hizo preguntas.

—Buenas noches, mocoso —respondió abrazándolo un poco más fuerte—. Sólo… una última cosa.

—¿Sí?

—Si alguien viene, le dices que eres sonámbulo, y que te confundí con mi almohada.

Near sonrió todavía más. Bien; era obvio que a Mello le costaba lidiar con el asunto todavía, pero, por el momento, era algo que podía llevar muy bien; lo aceptaba.

Por el momento.


(*) Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. En realidad, no he nombrado ningún niño super estrella con voz femenina en mi Fanfic. Claro que no.

X

¡BIEN NENAS (y nenes XD)! Está tremendamente largo. Mucho. Mucho. Mucho.

Siento que habría sido una idea genial dividirlo en dos partes, pero como la primera no avanzaba demasiado en la historia, pues... DX

Felices fiestas. Iba a subirlo en navidad, pero soy mala, y me quedaban los últimos párrafos... Y se me había secado el cerebro, por lo que nada productivo salió de allí.

Muchísimas gracias a los que escriben su opinión y me la hacen saber. Así me doy cuenta que cosas dieron resultado y qué no. Si no me lo dijeran, insistiría con lo mismo una y otra vez (?) y sus ojos se reventarían al ver tanta estupidez junta, y bueno, sería horrible para todos, ¿no? (sobre todo para mi economía, si es que tienen buenos abogados). ¡Ah! Y agradecerle a los reviews anónimos, aunque no pueda responderlos ._. Quiero que sepan que los amo de todas maneras (L) O sea, totalmente -Hetalia fan-.

Trataré de escribir más rápido ahora que tengo vacaciones (YUJU :D), pero sólo serán intentos, pues soy tan, tan astuta que me inscribí en una escuela de verano, y es de lunes a viernes, durante un mes, así que... XDDDD. Y vendrán mis primas, y son pequeñas, así que el yaoi para mí baja considerablemente por estas fechas... Moriré XDD.

Y bueno, creo que eso es todo ._. Ojalá que les gustara el capítulo, y que no odien tanto a Linda (?)... Nah, mejor sí. Me da igual XD.

Los sorprenderé con algún Oneshot Meronia que estoy escribiendo... así que lean (?)

Bye~~ :D Amor para todos~ Y vean Hetalia~ XDDDD