A/N: Hey! Vuelvo con otro fic de Pandora Hearts (saldré de esta sana obsesión? xDDD) y en español!! Yahoo! Bueno, a lo que iba: esto es... bueno, es un two-shot (estos dos primeros capítulos) y en un futuro será una colección de oneshots y drabbles sobre mi OTP, digan lo que me digan: ElliotxAda. Es que son como el papel y la cola. He intentado ponerme en la piel de Elliot lo mejor posible para que no me quede OOC, lo mismo va por Reo, y he querido ponerme filosófica; al menos, que Elliot se ponga xDDDD Espero que guste^^
Disclaimer: Pandora Hearts ni sus personajes me pertenecen. Pertenecen a Jun Mochizuki.
Pandora Hearts: ¿Bailamos?
Capítulo Uno: Filosofía
Se estaba poniendo interesante. El protagonista de la historia estaba en un aprieto y él pasó a la página siguiente, muerto de curiosidad y nervios. Normalmente no se oiría ni una mosca cuando él se encontraba leyendo, pero esta vez no podía contenerse las exclamaciones que de cuando en cuando soltaba. De consuelo poco le servía el saber que el protagonista había estado en situaciones peores y siempre había salido de ellas. Aún así, el autor siempre se las apañaba para darle un giro impresionante a la historia, no importaba cual la situación actual.
Y justamente cuando el protagonista habló con tono firme y desafiante, girándose sereno hacia su enemigo, alguien llamó a su puerta suavemente.
Molesto, Elliot Nightray cerró el libro de sopetón y resopló, levantándose de la butaca en la que se encontraba cómodamente apalancado desde por la mañana temprano y pensándose dos veces si responder de manera borde. En ese momento, entró Reo con un par de libros en sus brazos y cerró la puerta con el pie, sin ni siquiera darse la vuelta. Elliot agradeció haber sabido callar.
—Ah, eres tú, Reo —dijo Elliot en voz baja. Reo giró la cabeza hacia él y la ladeó, dando a ver algo de preocupación.
—Suenas desilusionado, Elliot. ¿Ocurre algo? —comentó. Elliot negó con la cabeza; sería algo infantil el hecho de contarle el motivo de su molestia. Con ambas manos el los bolsillos de sus pantalones, se acercó a su sirviente y vio en su mano un par de cartas. Sin nada que decir y captando la indirecta de Elliot, Reo le entregó la carta que iba dirigida a él. A juzgar por el sobre, ambas parecían distintas, algo que Elliot pudo comprobar cuando Reo se limitó a leer por encima de su hombro, el borde de las gafas brillando y dándole un semblante de interesado, algo que por seguro estaba.
Elliot se tomó su tiempo para leer la carta y 'digerir' el contenido lo mejor que pudo. La mañana no podía ir peor. Reo, que iba hasta con más calma, se extrañó al ver el cambio en el semblante de su compañero y fue directamente al final de la carta. Éste leía así:
Es nuestro placer recordarle que el baile de graduación de Latowidge se celebrará el jueves 26 de Diciembre a las ocho de la tarde. Como todos los años, se espera que cada asistente venga acompañado de una pareja.
Atentamente,
Mary & Charles Knight.
Directora y Director de Latowidge.
Y fue en ese momento cuando Elliot cerró los ojos, respiró hondo y depositó la carta sobre la mesa de nuevo a la vez que se pasaba una mano por el pelo. ¿Recordarme? Y torturarme a la misma vez, pensó el Nightray. Reo se permitió una sonrisa que borró antes de que Elliot le viera; aunque era una de las obligaciones de los estudiantes, Reo bien se conocía a su maestro: detestaba ese tipo de eventos.
—Te he visto, no creas lo contrario —comentó Elliot, mirándolo de soslayo. —¿A quién le pido que sea mi pareja?
—Bueno, hay tiempo —dijo Reo, tranquilizador. —Estamos a martes; no creo que te sea difícil encontrar a alguien. —Elliot cazó su siguiente indirecta y le siguió la corriente por tal de paliar el dolor de cabeza que siguió al shock.
—¿Qué te apuestas a que me será difícil elegir? No, voy en serio. —Reo se encogió de hombros y se quitó la chaqueta. —Puede ser que quede alguna chica libre, ¿no crees?
—¡Por supuesto! —sonrió Reo sardónicamente. Elliot enarcó una ceja: la expresión de Reo le dio mala espina.
—Primeramente porque tú ya tienes, ¿me equivoco? —dijo cruzando los brazos y ladeando la cabeza. —Envidia sana es la que me das.
—Pues cálmate, porque yo sé la razón por la que no tienes pareja, Elliot.
—¿Ah, sí? ¿Y cuál es? —contestó Elliot acercándose a él.
—Me vas a comer si te la digo —dijo Reo con una risa escéptica. Elliot volvió a insistir y, al final, Reo se la dijo. —Con tu actitud, asustas a las chicas.
—¡¿Cómo has dicho?! —estalló el castaño, clavando una mirada letal en la de Reo. Reo suspiró, poniendo los ojos en blanco.
—Es así precisamente como debes evitar actuar. Y deja de mirarme así, porque ya te lo dije: es el deber del sirviente corregir la conducta del maestro si éste no se comporta adecuadamente, así que hazme caso. —explicó, sin alterarse, el pelinegro. Elliot bufó pero no dijo nada más. Reo se dio por satisfecho y, de manera sincera, corrigió unos cuantos aspectos de la personalidad de Elliot, cosa que él no se tomó demasiado bien.
¿Qué remedio? Pensó Elliot. Si quiero que alguien me acompañe, mejor me lo tomo en condiciones.
—¿Me has entendido?
—De acuerdo, —admitió Elliot a regañadientes. —Y ya que estamos, déjame decirte algo: tú tampoco me trates tan condescendientemente, anda.
Reo asintió, de acuerdo. Elliot se levantó de su asiento y se encaminó hacia la puerta, tratando de relajarse. Reo no lo siguió y dejó que se marchara; de todas maneras, él ya tenía cosas que hacer y se puso manos a la obra.
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Tras dejar a Reo en la habitación, Elliot paseó pasillo abajo, sorprendentemente dándole vueltas a la conversación que había tenido con su compañero. Se sintió acalorado y agitado e hizo una lista mental de las chicas que tenía en mente. Normalmente, siempre se le pedía ser pareja a una chica del mismo curso y fue en ese momento cuando Elliot se dio cuenta de las pocas que merecían la pena. Mientras bajaba las escaleras a la planta principal, se cruzó de improvisto con un grupo de compañeras de clase, todas obviamente entusiasmadas por el baile del jueves. Sin ni siquiera tener que intervenir o poner demasiada atención, Elliot ya escuchó que cada una tenía pareja. No dejó que eso lo desanimara.
Salió afuera, donde se encontró los terrenos cubiertos por una espesa capa de nieve que relucía bajo el sol. No hacía un frío excesivo pero tampoco el ambiente estaba cálido. Elliot fue a pasear por la parte trasera, donde se encontraba el jardín. De repente, se sintió alicaído y sin ganas de nada, algo poco común en él. Recordó cómo Reo le había sonreído y anduvo recapacitando hasta que le dolió la cabeza. Él había asistido a todos los bailes que se habían celebrado en la academia, aunque hubieran sido pocos, pero no había llevado a nadie en ninguna ocasión. Nunca le había complacido, pero ahora que la situación lo requería… no había más remedio.
Observó a otro grupo de compañeras en la lejanía, que también discutían sobre el evento. Algo le llamó la atención: había una de ellas que iba más callada que una tumba, sin decir nada al respecto pero sonriendo ante la reacción de sus compañeras. Se llamaba Ina y era de las chicas más normales que había en su curso. Ella fue el primer intento de Elliot.
Despacio y sin prisa, Elliot se acercó a ella y la llamó formalmente. Ina y sus amigas se sorprendieron y el grupillo empezó a cuchichear, algo que puso a Elliot de los nervios. Sin embargo, Ina se acercó sin aprensión y lo recibió con una cordial sonrisa.
—¿Qué ocurre, Elliot-kun? —preguntó.
—¿Querrías ser mi pareja para el baile del jueves? —inquirió Elliot como respuesta. Intentó no ponerse rojo.
—Lo siento pero ya he aceptado la propuesta de alguien. —respondió ella con una sonrisa. —Muchas gracias, sin embargo. Te lo agradezco. —Y, sin más, Ina se alejó de Elliot, quien se alejó en dirección contraria. Algo es algo, se dijo. De repente y sin que él quisiera, una persona le vino a la cabeza: largo pelo rubio, ojos verdes intensos, buen físico y porte elegante… ¿En qué estoy pensando, maldita sea? Ni se me ocurriría pedírselo a ella, encima ella. No, ni en broma.
¿Y por qué no? Respondió una vocecilla en su cabeza a la que intentó acallar inmediatamente.
¿Por qué no? ¡Pues por muchas cosas, por eso! ¿Qué hace un Nightray con una Vessalius, a ver? Además, no creo que ella acepte.
Ayyyy, pequeño Nightray, que no te conoces a ti mismo. No es por modestia suya, sino porque tú no quieres reconocer lo que--
¡Calla ya!
¡Menudo debate el que se traía! Elliot se sintió frustrado consigo mismo, tanto que se volvió a furiosas zancadas a su habitación. Hasta no se dio cuenta de con quién se cruzó por el camino.
Encontró a Reo leyendo el volumen quince de 'Holy Knight', ya que él había empezado después de Elliot a leerse la serie. Reo levantó la cabeza de su lectura y miró a Elliot inquisitivamente, siguiéndolo con los ojos hasta que su maestro se dejó caer en su butaca sin mirarlo. Reo no dijo nada, ni un comentario; Elliot no tenía muy buena cara y, cuando ladraba cual perro, era mejor dejarlo tranquilo. Así, regresó a su lectura y pasó la página.
—Reo, —dijo Elliot.
—¿Sí?
—¿Puedo hacerte una pregunta?
Reo asintió. —Por supuesto. ¿Qué es?
Elliot respiró hondo y habló con vacilación. —¿Qué…? Em… Bah, da igual, prefiero decírtelo directamente: todas tienen pareja… menos una. —Reo notó el cambio en su semblante y sonrió para sus adentros.
—Ajá, entiendo. ¿Qué problema tiene ella?
—¿Que qué problema tiene? —estalló Elliot, aún así sin gritar.
—Ya, ya sé que es una Vessalius, Elliot, y entiendo lo frustrante que es. ¿No querrías darle una oportunidad?
Elliot frunció el ceño. —No es cuestión de oportunidades, Reo, sino de estatus. Ya se lo dije, me dan una envidia tremenda. Siempre haciendo lo que les place… —Elliot torció el rostro en una mueca de desprecio. Reo suspiró, desanimado, y se levantó.
—Me dijiste, al menos con la mirada, que recapacitarías, Elliot. —dijo. —Pero veo que no lo has hecho. No hay manera de sacarte eso de la cabeza, ¿verdad?
—¿Qué es lo que no se me puede sacar?
Por primera vez en mucho tiempo, Reo pareció mosqueado y mucho. —¿No te has dado cuenta todavía? Dejaré que lo adivines tú solo, pero te daré una pista: es algo que te dijeron hace unos cuantos años y que personalmente me confiaste. Tú mismo lo sabes: tienes un gran sentido del bien y el mal. Y… estoy seguro de que sabes lo que está mal.
Elliot dio un grito ahogado de asombro cuando la verdad cayó sobre él como una losa y bajó la cabeza, algo aturdido. Había severidad y dureza en las palabras de Reo y parpadeó varias veces para calmar su corazón, que iba a toda prisa; todo en menos de un segundo. "Deja que todo tu odio fluya contra los Vessalius… ódialos, ódialos, ódialos con todas tus fuerzas…"
Siempre se me ha dicho que se creen vanidosos por descender del héroe de la Tragedia de Sabrie pero… nunca me planteé por qué odiarlos. Y nunca los he visto… presumir.
Admítelo, Elliot, le dijo la vocecilla, sientes algo por ella.
¿Sí, pero qué?
No te hagas el estúpido, que se te da fatal. ¿Qué se puede sentir por una chica a la que conoces desde que empezaste el colegio?
Recordó las palabras de su hermano Vincent. "Es porque Gil odia a los Nightray…" En serio, ¿qué hacía Gilbert con los Vessalius? ¿Cómo es que se sentía tan apegado a ese Oz que había llegado a tomarlo como su maestro? Gilbert, a veces, era incomprensible. Y eso le dolía a Elliot, y mucho, más de lo que su hermano mayor se imaginaba. Aunque, ¿no venía siempre la felicidad de los que te rodeaban, sobretodo tu familia? Alguna vez podía mandarse al carajo ese principio, pero Elliot se sentía… apaciguado, por así decirlo, cuando veía a Gilbert en paz (valga la redundancia).
Le vino una pregunta a la cabeza: ¿qué pruebas tenían del comportamiento de los Vessalius? Seguramente, el Duque tenía su experiencia, pero Elliot quiso darle una vuelta a la tuerca (ya que estaba en modo filosófico): ¿y si no era el comportamiento de los Vessalius, sino el de la gente que se dirigía a ellos? Algo estaba asegurado: ellos se regodearían en el trato de la gente pero, si Ada era una Vessalius, poco se le notaba en la conducta. Además, la suya misma era incoherente con sus propios sentimientos. Elliot no sabía qué hacer, qué decisión tomar.
Reo, que miraba a Elliot enmudecido, no se movió de su sitio ni tampoco sus ojos por detrás de las gafas. Él nunca había dicho nada ni había protestado acerca de los ideales de Elliot pero Reo, por ser un Nightray aunque no de sangre, tenía un muy diferente punto de vista. Y, hasta hace un minuto, se lo había callado por haber esperado hasta la situación oportuna, y era esa misma que estaba viviendo. Era hora de hacer que Elliot pensara, le gustara o no, diera resultado o no.
Elliot por fin se movió y clavó su mirada azul en la de Reo, siempre oculta. Fue una mirada con la que ambos se dijeron muchas cosas sin necesidad de expresarlo con palabras.
—Un sirviente debe corregir la conducta de su maestro si ésta demuestra ser incorrecta, ¿no es así? ¿Y si los cambios van a peor? —Elliot sonaba descorazonado y dudoso.
—Un sirviente suele estar de parte de su maestro, —dijo Reo con una pizca de humor. —Y enfatizo 'suele'. —Elliot se permitió dejar escapar una risa y el peso de su corazón se desvaneció… un poquito; todavía quedaba la parte difícil. Por mucho que se insista, no se puede odiar a alguien sin una razón específica. Él no tenía ninguna por la que odiar a los Vessalius: era odio infuso a través de palabras. Y por mucho que hubieran sido viniendo de su padre, el Duque Nightray, siempre llegaba un momento en el que los hijos desobedecían a sus padres; era inevitable.
El semblante del heredero Nightray cambió considerablemente.
—Vengo enseguida, —soltó, tajante. Y Reo lo vio salir por la puerta con talante decidido… y sonrió francamente. Nunca le haré cambiar de opinión completamente; sus circunstancias son diferentes a las mías. Sin embargo, creo que ha visto el otro lado de la moneda. Siempre tan cabezota…
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Fuera, en el pasillo, Elliot intentaba ir lo más normalmente posible pero iba andando a velocidades supersónicas. Bajó las escaleras a toda prisa y volvió a salir fuera; tal vez su posible pareja estuviera allí todavía. Giró la esquina, sintiendo que la nieve se le metía dentro de los zapatos…
PATAPLAF!!
Chocó de narices con otra persona que venía de frente y ambos cayeron bruscamente. Elliot oyó una exclamación femenina y maldijo su suerte, más cuando ella lo miró extrañada. Ay, cielos… Elliot se puso rígido como una tabla y se incorporó rápidamente, tendiéndole una mano a ella y ayudándola a ponerse de pie. Él evitó el contacto visual lo más que pudo y vio que había tirado la cesta de flores que ella traía, por lo que instantáneamente se puso a reorganizarla lo mejor posible.
—E-Elliot-kun! —exclamó ella, avergonzada y sorprendida, mientras se agachaba para ayudarle.
—¿E-Estás bien? —titubeó él sin mirarla. Ada asintió.
—Sí, no te preocupes. ¿Tú? —Elliot asintió también… y dio la casualidad que ambos fueron a coger el mismo ramillete de claveles. Elliot posó sin querer su mano sobre la de ella y ambos la retiraron nerviosos. Esto no puede ir peor, ¿verdad? Se dijo Elliot. Al final, Ada recogió el ramillete y lo puso en la cesta, ambos poniéndose de pie. El castaño se armó de valor, carraspeó y atacó.
—Quería… quería hablar contigo, Ada —dijo evitando su mirada esmeralda. Ada ladeó la cabeza y dio un grito ahogado poco audible. —Tengo que hacerte una pregunta. —Esta vez, Elliot miró a Ada fijamente, la determinación ardiendo en su mirada azul cual fuego. —¿Querrías ser mi pareja en el baile del jueves, Ada Vessalius?
¡Fuf! Por fin lo soltó. Ahora sólo quedaba que Ada contestara… algo que vino después de un rato de duda. ¿Y-Y me lo pregunta a mí? Se dijo la chica. No tengo pareja pero… ¿él?
Vamos, mujer, ¡si te lo ha preguntado es expresamente por algo! Intervino su conciencia. Ada sonrió ligeramente y asintió.
—Me-Me encantaría, Elliot. ¡Gracias! —Y Ada sonrió con gran sinceridad. Me alegra oír eso, Elliot hubiera querido decir… pero eso ya era ser un blando y se calló. De todas maneras, saltó con una proposición.
—¿Al pie de las escaleras? —inquirió, deshaciendo el nudo que tenía en el estómago. Ada volvió a asentir y Elliot la imitó. Al cielo dio gracias por no haberse puesto rojo como un tomate.
—Bueno, sólo era eso, —dijo Elliot sin saber qué más añadir. —Hasta luego.
Ada miró al Nightray darse la vuelta y marcharse ligeramente cabizbajo y ella también bajó la cabeza. Ya se estaba imaginando bailando con Elliot… si es que lo hacían, y el estómago se le anudó fuertemente. Los nervios no la dejarían dormir; de eso estaba segura.
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—¿Ha habido suerte? —Fue lo primero que comentó Reo cuando Elliot cruzó la puerta. Juzgando por lo agitado que venía y sus mejillas teñidas de rojo, Reo ya pudo adivinar que algo había pasado, y algo bueno. Elliot giró lentamente la cabeza hacia el pelinegro y, para su alegría, asintió.
—Recuérdame que no compare otras situaciones embarazosas con esta, ¿de acuerdo? —A Elliot le tembló la voz ligeramente.
—Como tú digas.
A/N: Bueno, ¿qué tal hasta aquí? ¿Os ha gustado? Me gustarían reviews, especialmente especificando si mi interpretación, por así ponerlo, de Elliot va por mal camino. Meh, hasta aquí el primer capítulo. Gracias por leer!^^