Hola,
First, Thanks ItzMegan73 for letting me translate this awesome fanfic.
¿Otra traducción? Si... pero prometo que no habrá otra hasta que termine alguna de las que estoy haciendo ya. Pero es que cuando leí esta historia no me pude resistir. Y escribí a ItzMegan73, y me dijo que me dejaba hacerlo. Ella esta escribiendo esta historia, solo lleva 6 capítulos (el 6º lo acaba de subir) así que espero poder alcanzarla, y así llevarla al día con ella.
Ya aprovecho para deciros que intentaré tener listas tan a menudo como pueda las traducciones, pero traducir lleva su tiempo, y quiero que queden bien.
Espero que os guste este fanfic tanto como a mi.
Un comienzo duro
Capítulo 1 – Figura Paterna
Edward puso su botellin de cerveza vacío sobre la mesa estrepitosamente, definitivamente signo de que ya había tomado suficiente. Miró a su amigo, Emmett y levantó su mano, señal de que no se apuntaba a otra ronda.
"Te juro, que si no fuera por el porno, una buena cerveza y Rosalie cuando no esta con la regla, la vida no merecería la pena," dijo Emmett mientras se desplomaba en su silla.
El aserradero de Forks acababa de realizar una segunda ronda de recorte de puestos de trabajo y aunque Edward, Emmett y su buen amigo Jasper, se las habían apañado para permanecer con sus puestos de trabajo intactos, tenían muchos amigos que no lo habían conseguido. Y en Forks, no había muchas formas de ganarse la vida.
"¿Has pensado en trasladarte?" Edward le preguntó a Emmett.
Emmett se encogió de hombros. "Lo pienso a todas horas, pero en realidad, tienes que tener dinero para mudarte y yo no tengo. Las compañías apenas contratan y las que lo hacen no pagan los gastos de la mudanza."
Edward asintió al estar de acuerdo. Llevaba intentando cambiar de lugar de residencia los últimos seis meses, pero no había encontrado nada en donde no le pidieran un título universitario. Además, ahora no era el momento de cogerse unas vacaciones en el trabajo, y eso es exactamente lo que hubiese necesitado para poder ir a una entrevista de trabajo fuera de la ciudad.
"Es en definitiva un ciclo sin fin", dijo Edward.
Emmett soltó un estruendoso eructo antes de echarse al boca un puñado de cacahuetes. "Oh, Mira. Ahí está Jasper."
Edward se giró para ver un Jasper con aspecto de estar triste acercándose.
"Hey, tío, ¿qué pasa? saludó Edward.
Jasper trabajaba en las oficinas administrativas del aserradero, así que su día ha sido aún más estresante incluso que el de Edward y Emmett, ya que tenía que mirar a la cara a los hombres con los que había trabajado durante años y darles el último cheque de su sueldo.
"Matadme ahora," Jasper suspiró mientras se sentaba en la silla que le habían reservado. "He tenido que parar dos peleas hoy. La tensión esta en alza".
"Dime que ya han acabado lo recortes de plantilla," suspiró Edward.
"No puedo, hermano", Jasper también suspiró. "Aunque la gente a lo mejor no pierde sus empleos, si no logran salir adelante después de esta ronda, van a empezar a recortar horarios".
"Joder," Emmett murmuró.
"Por ahora, no os preocupéis," dijo Japser alzando la mano. "Es un gran quizás. Y chicos so seguís haciendo lo que se supone que tenéis que hacer, estaréis bien."
A Edward no le tranquilizaban las palabras de Jasper en absoluto, pero no dijo nada. en lugar de eso escuchó y se rió de una de las estúpidas bromas de Emmett e intento no pensar en el trabajo, por lo menos unos minutos.
"Hey, Edward, ¿Llegaste a saber para que te estaba llamando los Servicios Sociales?" Jasper preguntó de repente
"No. Ya han cerrado cuando llego a casa, y no tengo tiempo para solucionar esa mierda en el trabajo. Especialmente ahora que nos están mirando tanto todo lo que hacemos," explicó Edward.
Irónicamente, cuando Edward llegó a trompicones del bar ese viernes por la noche, había un mensaje en el contestador de una tal Heather de Servicios Sociales. Decía algo de una carta certificada que le había enviado a Edward, carta que él estaba seguro no haber recibido. Tan pronto borró el mensaje que no tenía intención de contestar, Edward vacío su sobrecargado cajetín del correo y sacó tres papeles anaranjados distintos que avisándole de que tenía una carta certificada pendiente de recoger de la oficina de correos.
"A lo mejor un familiar rico te puso en su testamento," Emmett dijo el lunes siguiente cuando le contó el panorama. "Deberías comprobar esa mierda."
Aunque sonara muy prometedor, Edward sabía que no tendría tanta suerte. Estaba convencido de que las cartas revelarían algún tipo de factura de impuestos sin pagar, o que alguien estaba usando su número de la seguridad social a sus espaladas, pero que él sería el responsable del gasto que hubieses creado.
"No. No tengo tiempo," Edward insistió.
Así que dejó que el asunto se retrasará un día más.
Y después fueron dos días, que pasaron a ser una semana.
El viernes de la semana siguiente, una mujer vestida en un traje gris acero, entró en el aserradero. Todos los ojos se giraron hacía ella, ya que era más que obvio que no era de la zona.
Edward miro para ver a mujer que iba muy bien vestida de pie al lado de Jasper y el supervisor de planta.
"Esta mujer quiere hablar contigo," el supervisor le grito cuando se dio cuenta de que Edward les había visto.
Edward rápidamente se dirigió hacia ellos, ansioso por que todo el mundo dejara de mirarle. Le echo a Jasper una mirada inquisitoria, pero Jasper se encogió de hombros disimuladamente, ya que no tenía ninguna información que darle.
"¿Caballeros, hay algún lugar seguro donde el Sr. Cullen y yo podamos hablar en privado?," pregunto la mujer.
"Claro, use mi oficina," ofreció el jefe de planta.
La mujer asintió antes de indicarle a Edward que entrará con ella. Una vez a solas, cerró la puerta, echo la persiana, y después se giró para mirar a Edward a la cara.
"Bueno, Sr. Cullen, es usted alguien difícil de localizar," ella sonrió y extendió su mano hacía él. "Soy Heather Daily del Departamento de Servicios Sociales. ¿Ha recibido mis llamadas?, ¿cartas?"
"Si, pero con el trabajo. Y cuando salgo de trabajar no hay nadie cuando devuelvo la llamada," Edward se disculpó.
"Para eso están descansos para comer, Sr. Cullen," Heather sonrió.
Edward se dio cuenta de la aspereza en la voz de la mujer. Le puso nervioso e inmediatamente ansioso.
En lugar de continuar con una discusión, Heather puso una carpeta sobre la mesa y sacó una foto.
"¿Reconoce a la mujer de la foto, Sr. Cullen?" preguntó.
Edward entrecerró los ojos ante la cara familiar e inmediatamente supo quien era. "Si. Es una chica con la que fui al instituto. Su nombre es Jessica. Jessica…Stanley."
"¿Y se acuerda de la última vez que vio a la Señorita Stanley, Sr. Cullen?"
La forma en la que continuaba diciendo su nombre, "Sr. Cullen", le hizo creer que ella le iba a poner unas esposas y llevárselo arrastras a prisión si la miraba mal.
Edward dejo salir una fuerte bocanada de aire. "Vaya, eee... han pasado algunos años. Por lo menos cinco, diría yo. Salimos un tiempo después del instituto pero después ella se fue a Oregon con sus padres y yo me quedé aquí. ¿Por?"
En lugar de contestar, Heather sacó otra fotografía, esta vez, de un niño pequeño con ojos profundamente verdes y el pelo castaño claro.
"¿Que me dice de esta foto? ¿Sabe quien es?"
Edward miro al crío y enseguida vio el parecido con Jessica. Pero aparte del color de ojos, no había nada que pareciese atarle genéticamente a Edward.
"Yo no tengo hijos," Edward dijo instantáneamente.
"Bueno según su certificado de nacimiento que data del 26 de Agosto de 2004, en Salem, Oregon, usted tiene un hijo, Anthony David Stanley, nacido el 4 de Agosto de 2004."
Edward no pretendió no saber que Jessica se había quedado embarazada. Casi dos meses después de que hubieran roto, le llamó y le dijo que tenía un retraso. Tras decirle efusivamente que de ninguna manera iba a volver con ella, le pregunto que quería hacer con "eso". Entonces es cuando ella le dijo que no quería estar con un "capullo desmotivado, de clase baja, sin futuro" y que ella "se haría cargo de eso". Tres días después, él le mando por correo 200 dólares y nunca más volvieron a hablar. Todo lo que Edward sabía, es que ella se había hecho cargo de "eso".
Ahora le estaba diciendo que "eso" había crecido para convertirse en "él" y que efectivamente se había hecho cargo de él en los últimos cinco años.
"¿Como sabe qué es mío? Jessica nunca menciono que tuviera un hijo. ¿Esta segura de que esta detrás del tío correcto?" Edward preguntó.
"Por supuesto tendrá que hacerse un test de paternidad, Sr. Cullen, pero no estoy aquí para celebrar una fiesta prenatal tardía. La razón por la que estoy involucrada es porque la señorita Stanley murió hace casi un mes. Como esta descrito en el certificado de nacimiento como pariente cercano, hemos intentado dejarle a su cargo, sujetos claro, al test de paternidad".
"¿Jessica…murió?" Edward preguntó incrédulo. "¿Qué ocurrió?"
"Un accidente de tráfico. Ella y su madre volvían de una comida y se salieron de la calzada a la calzada contaría."
"¿Su madre?"
"El único superviviente fue el conductor del otro vehículo. El niño no estaba en el coche en aquel momento".
La actitud falta de compasión de Heather empezaba a molestar a Edward. Hablaba de la vida de seres humanos como si fueran intrascendentes y sin importancia.
"¿Y donde está el ahora?" preguntó Edward, intentando que su mente se hiciera a la situación.
"En una casa de acogida."
El corazón de Edward se hundió con esa idea. "¿Y el padre de Jessica? ¿Por qué no esta el niño con él?"
"El Sr. Stanley tiene casi setenta años. Su salud no le permite ese tipo de responsabilidad".
Mientras Edward se sentaba dándole vuelas a toda la situación, Heather sacó algo, que parecía pertenecer a un laboratorio, de su maletín.
"Ahora si esta de acuerdo con hacer el test de paternidad, podemos terminar con esto rápidamente".
"Claro," Edward se encogió de hombros.
Era increíble lo rápido que él estado podía solucionar las cosas cuando quería. Cuatro días después Edward recibió una carta certificada informándole de que la probabilidad de paternidad del Sr. Edward Anthony Masen Cullen hacía Anthony David Stanley era del 99.99%.
Edward Cullen tenía un hijo.
Ese jueves, después del trabajo, Edward hizo el agotador viaje en coche desde Forks hasta Salem, Oregon. Aunque le dolía al saber que su hijo tendría que pasar un tiempo extra en una casa de acogida, no le haría ningún bien a ninguno de los dos si perdía su empleo en medio de esta terrible experiencia.
Mi hijo.
No importaba cuantas veces Edward se lo dijera, y lo hacía a menudo, aún no le parecía real.
Durante las solitarias horas de su viaje, Edward imaginó como sería ver a su hijo por primera vez. Lo visualizó en distintos escenarios, y todas se bloqueaban en el mismo punto: ¿Se presentaba a si mismo como "Edward" o como "Papá"? Eso hacía que se preguntase si el chiquillo alguna vez habría considerado a otro como su padre. ¿Tendría Jessica aun novio que hubiese estado desde el principio con ella pero que no tuviera derecho legal sobre el niño? ¿Llamaría él niño llorando en mitad de la noche a alguien usando el nombre de otro tío, con pesadillas y ataques de ansiedad oprimiendo su pequeña alma?
El niño... se llamaba Anthony. Edward se preguntaba si Jessica se había planteado decirle algún día que tenía un hijo, al ponerle al niño el segundo nombre de Edward, era como si ella quisiera asegurar algún lazo entre su hijo y su padre, incluso aunque nunca le hubiera dicho que existía.
Cuando la desviación hacía Salem empezó a aparecer en las señales a lo largo de la carretera interestatal, Edward sintió como su nivel de aprensión se elevaba. Miró de reojo al asiento del copiloto y se preguntó si debería haber traído un regalo, un juguete, para romper el hielo. Su monologo interno era deliberado y acusador. ¡Claro que debía haber traído un juguete! el chiquillo... Anthony, acaba de perder a su madre y se tiene que ir a vivir con un montón de extraños! Probablemente no tenga mucho a lo que llamar suyo. Un juguete hubiese estado bien.
Seis paradas para comer, cuatro cafés y tres gasolineras después Edward tomó la salida y siguió las indicaciones a Gardener Avenue. Miro a su alrededor con cautela mientras analizaba el vecindario donde el niño... Anthony… su hijo se había quedado las últimas semanas. Parecía una zona de viviendas de clase media baja, con césped sin cortar, vayas rotas y coches desmantelados en las calles. aún así, parecía mejor que el lugar donde vivía Edward. Al menos este lugar tiene césped.
Gardener Avenue, número 4571. Edward encontró la casa demasiado rápido. Ni siquiera había solucionado el dilema de como iba a presentarse así mismo por primera vez. Y hablando de presentaciones, ¿como debía presentarse a la persona que abra la puerta? ¿Debía presentarse como Edward Cullen, el padre? ¿o Edward Cullen, el padre de Anthony? ¿o simplemente decir "Edward Cullen" y que ellos dieran con la conclusión apropiada?
Incluso mientras sus pies le llevaban a la puerta, aún no había tomado una decisión.
Llamó a la puerta una vez, en lugar de llamar al timbre, en parte esperando que no hubiera nadie en casa, pudiendo así tomarse algo más de tiempo para aclararse con su situación.
Se escuchó a alguien arrastrando los pies al otro lado de la puerta, una pausa, en la cual Edward asumió que alguien miraba por la mirilla, y después el distinguido ruido de una cadena de seguridad siendo abierta.
La puerta se abrió una mujer madura afro americana, claramente entre los 50 y tantos y los 60 y pocos, abrió la puerta. Miró a Edward y después se giró para llamar detrás de ella.
"¡Ant'ny! ¡Tu padre está!"
Y eso lo dijo todo.
La mujer volvió a mirar a Edward y le dio un repaso, obviamente buscando similitudes entre él y el niño. Sus ojos escudriñaron su pelo rojizo, probablemente preguntándose como había conseguido llevarlo así. Después sus manos, su barbilla, la estructura de su mandíbula y su boca, hasta llegar a las ventanas de su alma: sus ojos.
"Si. Te pareces mucho a él." murmuró la mujer.
Y después se echó a un lado y el pequeño niño, de pelo claro y unos enormes ojos verdes, se asomo curiosamente por detrás de ella.
Edward se asusto con lo que vio. Para empezar, Anthony era más pequeño de lo que Edward esperaba. ¿Los niños de cinco años no eran más altos? ¿Sabe ir solo al baño? Y en segundo lugar, se parecía a su madre... a la madre de Edward. Una emoción desconocida apareció en el corazón de Edward en ese momento y no se disipaba. Este era su hijo. De su cuerpo y sangre.
Y aún así, todo parecía raro y extraño.
"Hola." Edward escuchó su voz por primera vez después de varias horas.
Anthony no dijo nada ni mostró ningún signo de tener intención de saludar. Simplemente parpadeó y le miró.
"Bueno, estas son sus cosas," la mujer, que aún no se había presentado, señal hacía unas pocas maletas y una mochila.
"¿Eso es todo?" preguntó Edward. Antes de que la pregunta abandonara por completo sus labios, un pequeño trozo de papel fue depositado en sus manos.
"Esta es la dirección de su abuelo. Le enviará el resto de sus cosas."
Edward asintió. "Uh, gracias...?"
"Dotty." Ella se giró hacía Anthony y dulcemente acarició su mejilla con el dedo. "Ahora recuerda lo que hablamos. Se bueno con tu papá, ¿me has oído?"
Anthony asintió minuciosamente y miró otra vez rápidamente a Edward antes de agacharse para coger su mochila. La abrió y sacó una pequeña marioneta, vieja y desgastada.
Edward miró la muñeca. Si. Debí haber traído un juguete. Cualquier cosa sería mejor que la muñeca que Anthony estaba sujetando ahora. ¿Un niño con una muñeca? Esa mierda se tiene que acabar.
Dotty se esforzó por levantar la maleta más grandes y Edward rápidamente la cogió de sus manos. La llevó hasta su coche aparcado y la metió en el maletero antes de volver a coger el resto del equipaje. Mientras cargaba todo, Dotty puso una silla para niños en la parte de atrás antes de asegurar a Anthony en ella con el cinturón de seguridad.
Edward se despidió tímidamente de Dotty antes de pasarse las manos nerviosamente por el pelo y sentarse en el asiento del conductor. Mientras colocaba el espejo retrovisor, lo uso para observar a su vástago en el asiento de atrás. Su ojos se movieron por el niño de la misma forma que Dotty le había mirado a él. Edward se fijo en la limpia y aparentemente a la moda, las pequeñas y huesudas rodillas como su padre... el padre de Edward, la pequeña boca que estaba formando un puchero, y después los ojos.
Anthony despedazaba a Edward con la mirada, se miraron mutuamente a través del sus reflejos.
Y por fin Anthony habló.
"Te odio."
Muchas gracias a todo el que lea, comente y ponga esta historia en "aviso". La respuesta ha sido increíble y lo agradezco de verdad. Las notas de Autor no son lo normal en mi, pero no podía dejar pasar esta oportunidad para agradecéroslo... y para saludar a mis colegas de Twitter, a las señoritas del foro de The Tutor y a las chicas en Gaz. ¡Os quiero a todos!