8.- Toda pócima tiene un efecto... aunque sea de efecto lento.
Deja que haga efecto lento la medicina,
Verás que late tu corazón
Harry estaba confundido.
¿Cómo era posible que estuviera pasando por todo eso? Luna lo miraba resplandeciente mientras él seguía ahí, tratando de asimilar lo que ella había dicho.
- ¿Có... cómo? – pudo preguntar al fin. Luna respiró hondo y volvió a repetir de forma cantarina.
- Que ya no hay rastro en mi del filtro, por lo tanto, no puedes estar bajo su hechizo, aunque no sé exactamente a qué te refieres – se llevó los dedos a los labios y dijo muy segura – aunque sea lo que sea a lo que te refieras, no ha estado tan mal.- arrugó la frente extrañada y preguntó con voz dulce - ¿bajo qué clase de hechizo crees que estás?
Uno terrible. Se le ocurrió a Harry pero no lo dijo. Fue dando lentos pasos hacia atrás antes de escabullirse y huir – ninguno... no... diablos... – y salió corriendo.
Se había comportado como una niña, esa era la verdad. Y una niña cobarde, para hacer más trágico el asunto. Estaba dándose de topes sobre una mesa diciéndose a sí mismo "estúpido, estúpido, lo has echado todo a perder", cuando lo interrumpió Hermione con un escandalizado "pero Harry, ¿qué haces?"
Levantó la cara y descubrió su semblante serio, preocupado. Dejó los libros que traía sobre la mesa y se sentó a su lado.- Harry ¿te encuentras bien? – preguntó en un tono casi maternal.
Si quería ayuda nadie mejor que Hermione. Tenía que contárselo todo. Al menos se desahogaría y ella sabría darle un buen consejo.
- Hermione, lo he echado todo a perder – dijo externando sus pensamientos. Hermione calló dejándolo continuar – creí que estaba bajo el efecto de la poción de Luna, que por eso sentía lo que sentía, y planeé cosas tontas e indebidas y la besé sin su permiso y... – tomó aire, sin saber como continuar – y después salí huyendo, cuando ella me dijo que Madame Pomfrey le había dado un antídoto. Y ahora no sé que hacer, porqué ella no sabe muy bien porqué lo hice, ya sabes como es Luna. Además, creo que a ella le interesa otro y no...
- ¿Qué hizo cuando la besaste? – inquirió Hermione interrumpiendo su tropel de palabras.
- ¿Qué? – preguntó confundido.
- Si, qué hizo cuando la besaste ¿se enojó?- Harry negó con la cabeza - ¿te dijo algo horrible? – volvió a negar - ¿te empujó? ¿intentó resistirse?
Harry negó una y otra vez a todas esas preguntas – no, estaba muy tranquila, incluso sonriendo – enrojeció al recordar algo y apagó su voz en un murmullo – me dijo que no había estado mal...
- ¿Y Luna te parece ese tipo de chica que va besando por ahí a quién sea y le dice que no ha estado mal?
Negó de nuevo, esta vez más despacio – entonces...
- Mira Harry – comenzó Hermione comprensiva – cuando una chica está interesada en alguien, lo que se dice interesada, no permitiría que otro la besara así como así... y tratándose de Luna, pues, que te puedo decir, la conoces...
- ¿Crees que...?
- ¿Qué tú le gustas? Podría ser, tal vez por eso siempre está pendiente de ti y te mira de esa forma... no sé como explicarlo, supongo que eres como su héroe.
- Pero, pero el otro, el tal Rolf... le gustan los animales raros y todas esas cosas que le interesan a Luna y yo no...
- Si claro, pero eso no es suficiente para enamorarse de alguien, a veces sucede con quién menos te lo esperas, aunque sea irritante y desees estrangularlo dos o tres veces al día.
Harry sonrió y dijo con malicia – tendrás tus razones para decirlo.
Hermione enrojeció y tomando sus libros se dirigió a la salida de la sala común – bueno, basta, ahora vete a arreglar todo ese enredo, mientras tanto yo voy a tratar de controlar al CEGBRU.
- ¿Cómo sabes lo del...?
- Vamos Harry, ¿crees que no podía sacarle la verdad a Ron? – Hermione irradió satisfacción al decir aquello, mientras Harry lo sentía por su amigo, cuando los muchachos se enteraran seguro la pasaría muy mal.
Estaba ahí, a dos pasos de él, inclinada sobre mandrágoras y bubérculos en el invernadero. Seguramente oyó sus pasos porqué se volvió a verlo.
- Luna...
- Ah, hola Harry ¿qué hay? ¿te sientes mejor? – dijo mientras echaba una ojeada a los bubérculos que estaban al alcance de su mano. Los acarició, les echó el contenido azulado de una botellita y los revisó oliéndolos paulatinamente – creo que ya están – dijo levantando la vista – tenían una plaga africana y me comprometí con Madame Sprout a quitárselas.
No le preguntó como sabía eso, ni como los bubérculos podrían haberse infectado estando tan lejos de África. De hecho no dijo nada porque estaba muy ocupado mirando el rostro de Luna, ¿cómo es que nunca se había fijado en lo bonita que era? O tal vez lo había hecho, sin darse cuenta.
- ¿Estás bien? – preguntó Luna y Harry, armándose de valor, se acercó a ella.
- Creo que no – respondió con timidez. Luna lo miraba expectante y Harry se sentía como el peor de los bichos. Ya no estaba tan seguro de las suposiciones de Hermione. Si así fuera Luna no estaría tan tranquila. Estaría hecha un manojo de nervios como él. – Quiero... – tragó saliva y tomó aire – quiero disculparme contigo, me porté como un patán.
- ¿Porqué dices eso? – preguntó Luna curiosa.
- Por lo que pasó hace rato – Luna iba a decir algo pero Harry no lo permitió – antes de decir que me odias, escúchame, tengo que explicarte. Yo no sabía lo del antídoto y por eso creí que seguías bajo los efectos del filtro de amor, cuando me diste el brillo celeste y dijiste eso de que las estrellas sólo se le regalan a quién quieres y te quiera o algo así, yo deduje que quizás me había alcanzado el efecto por lo que dije: si te referías a alguien que estuviera enamorado de ti. Entonces...
- Entonces... – el semblante de Luna cambió mientras lo escuchaba, y al oír lo último sus mejillas se colorearon ligeramente. Harry sintió que las tripas se le bajaban a los pies – entonces, ¿creías que estabas...?
Harry asintió. Era un estúpido. Y lo peor es que los ojos de Luna se nublaron. – Luna, yo... no debí...es que me llené de rabia cuando los chicos me enseñaron la carta de Rolf Scamander y... – al ver la cara de Luna comprendió su error, pero ya no había marcha atrás, así que atropelladamente le explicó todo – ...así que yo quería averiguar en quién habías pensado al hacer el filtro, por eso utilicé al CEGBRU y sus cuestionables métodos, por eso la cita, por eso el robo de la carta, porque el CEGBRU no podía quedarse atrás... por eso todo. Por una idea equivocada.
Guardó silencio. Luna tenía un gesto que jamás le había visto y se sintió el hombre más perverso del mundo. Era de decepción.
- Luna... yo no debí... bueno, hacer lo que hice... tú sabes... eso – balbuceó Harry mortalmente abochornado.
- Te refieres al beso... – susurró Luna y Harry desvió la mirada al oír el tono en la voz de Luna. La había lastimado y merecía ser condenado por eso.
- Si – aceptó con la vista clavada en el suelo – sé que me odias porque hubieras... – hizo un esfuerzo supremo para terminar lo que estaba diciendo sin que sonara irritado -... hubieras preferido mil veces que fuera el tal Scamander
y no yo, pero...
- ¿De dónde sacas eso? – preguntó Luna y Harry volvió a mirarla. La expresión de la Ravenclaw ahora era de extrañeza.
- Pensaste en él para hacer el filtro. Thomas dice que le escribes dos o tres veces a la semana. Tiene los mismos intereses que tú y al parecer también le importas... además, aquél día, cuando los chicos te dijeron que me enseñaras un lugar donde escabullirme del mundo, dijiste que no, que tenías cosas que hacer, cosas del corazón.
Luna abrió los ojos, luego sus labios se curvaron en una sonrisa – no me refería a Rolf, me refería a mi padre. Rolf Scamander es un chico que conocí en vacaciones y le escribo para conseguir cosas que puedan interesarle a papá. Él es el único que está aquí – dijo y se señaló el pecho – o lo era – dijo en un tono más suave.
- ¿Lo era? – preguntó Harry con un ligero tono de desilusión. Ya fuera Scamander, o ya fuera otro, el interés de Luna estaba en otra parte –comprendo – musitó volviendo el rostro. No quería ver a Luna y no quería saber ya nada. Había hecho el ridículo y ahora estaba ahí, oyendo lo que tanto había querido averiguar el CEGBRU, pero no quería escuchar.
- No pensé en Scamander para hacer el filtro...
- No quiero saber en quién pensaste – interrumpió tajante – no quiero saberlo porqué estos días han sido terribles y no he dejado de sentir rabia e incluso sentí celos hasta de... Colin... – se detuvo asustado, sin querer había soltado todo aquello con voz ahogada por la furia. Levantó la cara y se topó con el gesto dulce y alegre de Luna.
- La fórmula si sirvió... – murmuró muy contenta - Toda pócima tiene un efecto aunque sea de efecto lento. Y eso que ni siquiera la probaste.
- ¿Qué? – preguntó Harry confuso.
Por toda respuesta Luna lo rodeó con los brazos, se puso de puntitas y lo besó, suavecito, fugazmente, como queriendo constatar su teoría. – Hice la pócima para ti – susurró sin soltarlo.
- ¿Qué? – Harry no entendía nada de nada, y era lo único que podía decir.
Luna se apartó lentamente sin dejar de mirar a Harry, tanteando el terreno, quizás se había equivocado. - Romina Crown me dio la fórmula para el filtro de amor más poderoso de todos los tiempos, y lo hice para ti.
- Pero, no entiendo, ¿porqué te lo tomaste tú?
- Porque el efecto siempre pasa – aseveró Luna con cierta inquietud, ya no estaba tan segura – además, me dijo que con esa fórmula podría tener a quién yo quisiera a mis pies – Harry la miró atónito – pero eso no me interesa, es mejor si estás a mi lado.
Luna era rara, extravagante. Creía en cosas fantásticas y en mil imposibles a la vez. Quizás no sería muy racional enamorarse de ella, pero era maravillosa de los pies a la cabeza y a Harry no le quedó otra opción. Luna lo había conquistado de forma poco convencional, como tenía que ser.
- Romina Crown debe ser una bruja excepcional – dijo con una sonrisa – podrías escribirle y decirle que la fórmula dio resultado sin necesidad de tomar la poción.
No recordaba haber visto a Luna tan feliz. Y era fantástico. Se acercó poco a poco, diciendo en secreto cuando el aliento de Lovegood rozaba sus labios "te prometo que no pasará el efecto" y sin más preámbulos, la besó.
Rodeados de mandrágoras escandalosas y bubérculos con plagas africanas, olvidando a tipos con cara de cuerno arrugado y lejos de ojos indiscretos, fueron resbalando hasta topar con el césped, mientras Romina Crown, en algún lugar lejos, muy lejos de Hogwarts, revisaba escrupulosamente la fórmula más absurda (y no tan inútil) del mundo.
- Ahí está...
- ¿Es necesario?
- No debemos admitir delatores en el CEGBRU.
- Pero no se le ha expulsado.
George tomó los miralejos que uno a uno se habían estado pasando y respondió con gravedad - es que somos muy pocos... pero merece una lección. Recuerden que somos rufianes y no tenemos escrúpulos.
Neville agitó suavemente la cabeza apesadumbrado – pobre... – susurró con sincera pena.
- Un momento... – murmuró George viendo a otra dirección – esos que van ahí, ¿no son Potter y Lovegood?
Thomas le quitó los miralejos respondiendo al instante – si, y van de la mano.
Siguió el turno de Fred – y se han dado un beso.
Ahora le correspondió mirar a Neville – parece que andan juntos...
Le siguió Seamus – por supuesto que van juntos... ¿acaso no los estamos viendo?
- Yo me refiero a que parece que son novios...
- Ah...
- Malfoy usa calzones rositas – murmuró Lee Jordan y todos se volvieron a verlo - ¿qué? No necesito miralejos para saberlo, yo mismo se los encanté esta tarde...
- Potter nos ha utilizado... – afirmó Fred.
- ¿Y eso es muy grave? - quiso saber Neville.
Miradas evaluadoras. Por fin Fred se encogió de hombros y dijo muy conmovido – no, debemos estar orgullosos de tener en nuestras filas semejante barbaján, capaz incluso de utilizar al CEGBRU para sus propios fines.
Guardaron un respetuoso silencio, luego volvieron al principio - ¿y qué es lo que haremos con respecto a lo otro?
Fred y George respondieron con un tinte de maldad – déjenlo...
- ... en nuestras manos...
- Aprenderá a no soltar la lengua...
- Y menos si es con un peligro prefectil como Granger...
- Pobre – volvió a murmurar Neville y enseguida fueron tras los gemelos.
Todos los que entraron al gran comedor esa tarde se quedaron impactados. Al ver a un alumno colgado del techo, bocabajo, vociferando y pataleando furioso, en sólo ropa interior. Cuando al fin alguien osó reírse una algarabía general se adueñó del sitio.
- Ven, les dije que eran rositas...
Finnigan, viendo el espectáculo sumamente extasiado, preguntó - ¿pero no se supone que era a Ron a quién se le iba a dar un escarmiento?
- Ah, sí... – agregó Fred como si nada - George le puso un hechizo para que todo lo que coma le sepa a carne en conserva...
- Con lo que le gusta... bajará al menos tres kilos.
- ¿Y Malfoy? – preguntó Thomas...
- Una obra de arte como la de Lee Jordan, no puede quedar inadvertida...
Asintieron solemnes. El CEGBRU siempre tenía que estar a la altura.
FIN.