EN LA LUZ

Esta historia tiene lugar tras el final del manga, unos meses después de la gran batalla de Ranma contra Saffron.

Adelante con la historia…

Aviso: Ranma y Co. son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta historia le pertenece a Lichan44 y yo sólo la estoy traduciendo.

CAPÍTULO 6. Surge el caos

Akane despertó a la mañana siguiente con la suave brisa que se colaba por su ventana y alborotaba ligeramente su pelo. Sus ojos se abrieron para ver toda su habitación bañada por la brillante luz del sol.

Parpadeó varias veces tratando de ajustar su vista. Poco a poco fue retirando las capas de ropa que la cubrían y asomó sus piernas por el borde de la cama. Se impulsó para ponerse en pie y se acercó a la ventana, mirando al patio. Lo que allí vio la hizo jadear su respiración.

Ranma se encontraba en mitad del patio, vestido solo con su holgado pantalón de tela negro. Observó hipnotizada como se movía en un intrincado kata, por su cuerpo fluían de un movimiento a otro casi sin esfuerzo que repetía el patrón una y otra vez.

Ambos, el poder y la gracia con la que se movía dejaron a Akane fascinada. Su aura brillaba con un color naranja ardiente con ejes rojizos que lo atravesaban. Su enfoque simplemente la asombró. Era como si hubiera encontrar su centro interior y de repente estaba conectado con todo lo que le rodeaba. Su habilidad iba mucho más allá de cualquier cosa que ella hubiera esperado lograr.

Viéndolo no podía dejar de pensar en el día anterior. Había sido increíble. Habían dado el primer pequeño paso para hacer realidad los sentimientos que tenían el uno por el otro. Supo que quería seguir explorando aquel nuevo acercamiento, sobre todo en la parte del beso. Sonrió ante ese recuerdo. Pero se puso seria con la misma rapidez: aun había muchas cosas que resolver entre ellos. Por mencionar el tener que tratar con sus otras prometidas. Eso sí que no iba a ser bonito.

Se preguntó ausente cómo él lo aguantaba, si estaba entrenando de esa forma por la mañana para ahuyentar los demonios que lo rondaban por las noches. No podía imaginar cómo sería si los roles estuvieran cambiando y fuera ella la que lo veía a él morir una y otra vez. Se estremeció ante esa idea. Su corazón se encogió de sufrimiento por él.

Lo miró durante unos minutos más, maravillada por la forma en la que sus músculos se tensaban con cada complejo movimiento y su robusta espalda brillaba con el sudor. Sintió que su corazón latía furiosamente y sus mejillas se enrojecieron por los puros pensamientos que él había provocado en ella. Se alejó de la ventana tratando de dirigir sus pensamientos a una dirección más segura, se duchó y se vistió.

Minutos más tarde Akane estaba sentada en la mesa del comedor, disfrutando de otras de las ricas comidas de Kasumi. Como se había quedado dormida por la mañana, se encontró con que los otros miembros de la familia ya habían desayunado. Eso estaba bien para Akane. Descubrió que no le importaba comer sola, ya que eso le daba más tiempo para reflexionar sobre sus pensamientos acerca de Ranma. Sin embargo, se vio forzada a salir de su ensimismamiento cuando oyó un fuerte y repentino chapoteo, como si alguien hubiera derramado un balde de agua.

Fuera, Akane escuchó a Ranma dar un grito de sorpresa.

- ¿¡Por qué has hecho eso!? – gritó Ranma-chan, obviamente muy molesta. Miró a su alrededor buscando al culpable, y dio con él, encontrándose cara a cara cuando levantó su cabeza

- ¡Baaaaaaaaaaaaaaby Ranmaaaaaaaaa! – chilló Happosai, lanzándose desde el techo hacia su objetivo: los pechos de Ranma-chan, que habían quedado totalmente expuestos. Ella le devolvió una mirada de puro asco antes de frenar su avance con un solo golpe que lo envió a la estratosfera.

- ¡Aléjate de mí, pervertido!

Soun y Genma-panda levantaron la mirada del su partida de Shogi para ver cómo su maestro volaba sin esfuerzo por el aire.

- ¡Adiós, maestro, adiós! – dijo Soun con los ojos anegados de lágrimas de una inequívoca alegría.

Mientras, Genma levantaba un cartel en el que ponía: "No tengas prisa en volver."

- Se va a enterar ese viejo verde – murmuró Ranma, sus puños estaban apretados con evidente frustración y enojo. Rápidamente cruzó sus brazos para cubrirse a sí misma. Se dirigió hacia la casa con el ceño fruncido siempre grabado en la cara.

No sabía qué era lo que más odiaba, si al viejo fantasmón o al viejo verde. Lo único que sabía era que ambos habían hecho de su vida un infierno. Si no fuera por su amor por las artes marciales y su amor por… Sacudió la cabeza como para borrarlo. Últimamente, parecía que no importaba dónde empezasen sus pensamientos, siempre terminaban en Akane. Sonrió para sus adentros.

Akane vio en silencio como Ranma pasaba corriendo junto a ella, notando el hecho de que estaba mostrando un mínimo de pudor femenino por una vez. ¿Cuándo iba a aprender el abuelo? Akane supuso que no podía evitarlo. En el fondo era un pervertido de primera clase. Su necesidad de tocar a una mujer era tan grande que sin ello estaría débil. Sonrió al recordar todas las veces que Ranma lo había lanzado por los aires. Se lo merecía. Estaba fuera de control.

Escuchó el sonido del agua caer cuando Ranma abrió la ducha. Llevó su plato vacío a la cocina. Allí encontró a Kasumi tarareando para sí mientras fregaba los platos.

- Hola, hermana – la saludó. Kasumi se dio la vuelta al escucharla. Tenía una gran sonrisa pintada en la cara.

- Hola, hermanita.

- Como de costumbre, estaba delicioso – dijo Akane sosteniendo su plato vacío. Kasumi lo tomó, y lo añadió a los otros platos que estaba lavando.

- Gracias, Akane – respondió. Akane se quedó allí y escuchó a su hermana, que de nuevo empezaba a tararear.

Kasumi tenía la increíble capacidad de tomárselo todo con calma. Después de que su madre muriera, ella había asumido inmediatamente el papel de madre sin desviarse ni una sola vez de su deber para con la familia, aunque eso significara renunciar tanto a la mayor parte de su libertad y de su vida. Era tan paciente y comprensiva. La mayoría de las veces la gente daba por sentado que ella siempre estaría ahí si la necesitaba. Akane se preguntaba ocasionalmente si su hermana hubiera querido más.

- ¿Akane?

El sonido de la voz de su hermana la sacó de sus pensamientos.

- ¿Sí?

- He notado que Ranma y tú os estáis llevando mucho mejor últimamente.

- Oh… Bueno… Es que… - tartamudeó Akane, sin saber cómo responder al comentario de su hermana.

- Creo que es fantástico, Akane-chan. Ya era hora de que dejarais de pelear.

Akane notó que el rubor empezaba a deslizarse por sus mejillas. Se alegró de que su hermana estuviera de espaldas.

- Sé que nuestro padre y el tío están bastante satisfechos. Algún día serás una esposa maravillosa.

Akane tragó saliva ante esto último. Ella ya sabía que sus padres estaban dispuestos a hacer lo que fuera por verlos casados. En más de una ocasión habían tratado de lograrlo por medios poco honorables. Pero por supuesto, ni ella ni Ranma estaban listos para el matrimonio a corto plazo, y mucho menos después de aquel último intento. Aún había muchas cosas que debían arreglar entre ellos. Toda la presión que su familia había ejercido sobre ellos no había hecho más que alejarlos al uno del otro. Ella solo deseaba poder disfrutar de Ranma. Tener la oportunidad de llegar a conocerlo realmente, ser su amiga y su prometida sin toda esa presión y el recuerdo de su deber para con sus familias. Akane respiró hondamente con alivio cuando Kasumi inició de nuevo su tarareo.

Estaba a punto de salir cuando escuchó que Ranma la llamaba desde el porche. Ni siquiera se había dado cuenta de que había bajado.

- Parece que te llaman, Akane – dijo Kasumi, lanzándole a su hermana una sonrisa cómplice por encima del hombro. Akane se ruborizó una vez más.

- S-sí… - logró decir antes de retirarse hacia donde venía el sonido de la voz de Ranma. Se dirigió a la puerta de atrás y afloró una sonrisa cuando lo vio junto al estanque koi. Su mirada la estaba buscando.

- ¡Ranma! – le gritó.

Ranma se volvió y su mirada se iluminó al verla. Ella dio un paso para llegar hasta él pero se paró en seco cuando una fuerte explosión echó abaja una parte del muro que rodeaba la casa. Parada en el centro de los escombros no había otra que la mismísima Shampoo muy ligera de ropa.

- ¡Mi muro! – exclamó el señor Tendo, un sollozo escapó. Sabía que debía estar acostumbrado a este tipo de cosas. Dios sabía que los costes de reparación habían se habían disparado desde que los Saotomes llegaron. Siempre había caos alrededor de Ranma. Los problemas lo encontraban allá donde fuera.

- ¡Aiya, Airen! – gritó Shampoo corriendo hacia Ranma y saltándole encima. El chico se encogió visiblemente cuando Shampoo acurrucó su rostro en su pecho.

- ¡H-hey!

- Shampoo ser feliz de que Ranma no huir de Shampoo hoy. ¿Ranma llevar Shampoo a cita?

- ¿Una cita? – tartamudeó Ranma, esperando a que el mazo de Akane aterrizase sobre su cabeza en cualquier momento. Miró a su prometida y vio su ira, evidenciada por la brillante aura azul de batalla que la rodeaba.

- ¡Suéltame, Shampoo! – Ranma intentó desesperadamente desenredarse de las garras de la Shampoo.

Lanzó otra mirada a Akane y para su sorpresa comprobó que su furia no iba dirigida a él, sino más bien a la amazona. Por una vez, ella no había supuesto automáticamente que todo era culpa suya. Se sintió a la vez aliviado y atónito. Eso le demostró que aquel nuevo entendimiento entre ellos también significaba algo para ella, aunque quizás no tanto como lo había significado para él.

Akane notó que su enfado aumentaba hasta alturas peligrosas. ¿Quién se creía que era esa Amazona después de todo? ¿Cómo se atrevía a irrumpir así, destrozar su propiedad y lanzarse encima de Ranma como si tuviera todo el derecho del mundo?

¡Es mío!, gritó la mente de Akane. Se sorprendió de la repentina fiereza de su pensamiento. No dejaré que nadie lo aleje de mí. No después de que hayamos llegado tan lejos. ¡Jamás! Sacó su martillo de la nada.

Empezó a acercarse, acechando a través del patio a una Shampoo desprevenida, todavía acurrucada al pecho de Ranma y con los ojos cerrados. Apretando los dientes, Akane levantó la maza, dispuesta a golpear. Pero antes de que pudiera poner su plan en marcha se escuchó un fuerte crujido cuando Mouse se lanzó hacia ellos desde un árbol cercano.

- ¡Shampoo! – gritó antes de agarrar por error a Akane desde atrás y apretarla con fuerza. Akane reaccionó por reflejo, con lo que su mazo se levantó instantáneamente y acabaró en la cara de Mouse con un duro golpe.

- Sham… Shampoo – murmuró antes de desvanecerse en el suelo inconsciente.

- ¡Honestamente! – se quejó Akane con la vista fija en el muchacho chino que se extendía a sus pies - ¡Estúpido cegato! – volvió su atención a Ranma y se dio cuenta de que el chico seguía luchando por la salir de alcance de Shampoo.

- ¡Vamos, déjame, Shampoo!

Akane tomó más control sobre su mazo, preparándose para continuar lo que tan abruptamente habían interrumpido. Por desgracia para ella, no iba a ser posible debido a que un repentino grito lleno de rabia sonó tras ella.

- ¡Aléjate de Ranchan Amazona desvergonzada!

La cabeza de Shampoo giró en la dirección del insulto. Para alivio de Ranma, se soltó de él y volvió su atención a Ukyo, con una mirada iluminada por la furia.

- ¿A quién llamar desvergonzada, chica espátula?

- Oye, cielo – se burló Ukyo -, si el zapato encaja…

Shampoo apretó los dientes mientras la furia crecía en su interior. Cómo se atrevía aquella chica indigna a hablar de esa manera de ella, que era el mejor guerrero de su tribu, después de todo. Tenía que demostrarle a Ukyo lo que significaba enfrentarse a un guerrero como ella. El orgullo de las amazonas lo exigía.

- ¡Esas ser palabras de pelea! ¡Shampoo hacer que arrepentirte de ellas!

- Esperad un segundo… - intervino Ranma, para disgusto de Akane.

- ¡Échate a un lado, Ranchan! – advirtió Ukyo sin dejar de mirar a Shampoo – Esta fresca no me da ningún miedo.

Para demostrarlo, Ukyo agarró tres de sus espátulas y con un giro rápido de muñeca las lanzó hacia Shampoo.

Con un grácil movimiento, Shampoo se abalanzó hacia atrás en el aire. Aterrizó suavemente con un paso hábil. Las espátulas se clavaron en el suelo, justo donde ella había estado segundos antes.

- ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?

El tono de burla de la chica hizo que Ukyo se revolviera de ira. Haría que esa presuntuosa Amazona pagara por ello. Pero antes de que pudiera lanzar otro ataque, una repentina ráfaga de aire se arremolinó en torno a ellos, llevando consigo un mar de negros pétalos de rosa. Una inconfundible y maníaca risa. Solo había una persona a la que pudiera pertenecer.

Ella apareció, saltando por encima del muro, agitando su cinta negra a través de una lluvia de pétalos. La maya verde acentuaba su esbelta figura. Aterrizó con el arte de una campeona gimnasta.

- Mi dulce Ranma, soy yo, tu único y verdadero amor, Kodachi la Rosa Negra.

- ¿Qué quiere decir su único y verdadero amor? – exclamó Ukyo - ¡Yo soy su único y verdadero amor, idiota!

- ¡Ambas equivocadas! ¡Shampoo ser único y verdadero amor de Airen!

- Malditas, malditas niña, no me alejareis de mi querido Ranma.

- ¡Hey! – chilló Ranma, con su paciencia al extremo. No había nada que odiara más en el mundo que ser tratado como algún tipo de premio en sus peleas. Como si él no fuera una persona con sentimientos propios. Se dio cuenta de que la única que no lo trataba de esa forma era Akane.

- ¿No creéis que tengo algo que decir en todo esto? – dijo mirando a Akane, mostrándole su pesar. Podía ver la frustración en sus ojos y se sintió plenamente identificado con ella.

- ¡Saotome! – la mirada de Ranma voló hacia el sonido. La voz pertenecía a Mouse que se había acercado a ellos -. ¡Cómo te atreves a tratar de llevarte a mi Shampoo! ¡Vas a morir, Saotome!

Con esto, empezó a lanzar una serie de armas escondidas bajos sus voluminosas ropas. Los rápidos reflejos de Ranma le hicieron apartarse en un instante y logró eludir la barrera de cadenas, cuchillos y todo un arsenal de armas que volaban hacia él a una enorme velocidad. Pero su habilidad superior como artista marcial le permitía esquivar el ataque de Mouse con facilidad.

- ¡Mouse! – gritó Ranma con impaciencia, la ira llenaba sus palabras -. ¿¡Cuántas veces tengo que decirtelo!? ¡Yo no quiero a Shampoo!

Con esta declaración, una sonrisa repentina de satisfacción apareció en los rostros de Ukyo y Kodachi. Mientras tanto Shampoo resurgía con una nueva furia y Akane, simplemente parpadeó sin comprender. ¿Cuándo dejaría él de sorprenderla?

En lugar de calmar su ira, como Ranma había pensado, sus palabras parecieron estimular aun más al chico chino.

- ¿Cómo te atreves a actuar como si Shampoo no fuera lo bastante buena para ti? ¡Pagarás por esta ofensa, Saotome!

Impulsado por sus propias palabras Mouse se lanzó a un nuevo asalto, arrojando aún más armas a Ranma a una increíble velocidad. Pero los reflejos de Ranma eran excelentes y estaba haciendo un buen trabajo para evitar cualquier lesión. Sin embargo, sabía que tenía que hacer algo. No podía seguir esquivándolo siempre pero estaba reacio a causarle cualquier humillación a Mouse. Shampoo, por otro lado no mostraba escrúpulos cuando se trataba de humillar a Mouse.

El frío chorro de agua de la manguera impactó al chico chino en medio de la espalda, activando la maldición al instante.

Se escuchó un sonido, un irritante 'cuac' de debajo de la larga túnica que ahora estaba extendida por el césped. Lo que surgió entonces fue un pato blanco con unas gafas en lo alto de su cabeza. Mouse observó por encima de sus lentes y bajó la cabeza cuando descubrió que quien lo había saboteado era la amazona del cabello morado.

- ¡Dios mío! ¿Qué es esto? ¿Otro día en el circo? – bromeó la voz de Nabiki sorprendiendo a Akane. Ni siquiera había oído a su hermana llegar hasta ella -. ¿Por qué no me lo dijiste, Akane? Podría haber cobrado la entrada.

Akane soltó un gruñido de frustración

- ¡Nabiki!

Luchó por controlar el impulso de dejar caer su mazo encima de la cabeza de su hermana. A veces se preguntaba sobre ella. No era momento para bromas – claro que, siendo Nabiki probablemente hablara en serio. Cualquier cosa para hacer dinero… Ése era su lema.

Akane sabía que debía acostumbrarse a ese tipo de cosas. El caos que parecía perseguir a Ranma se había convertido casi en una rutina, le ponía nerviosa que no fuera a acabar nunca. Se preguntaba cuando tendrían ella y Ranma un momento de paz.

- Ranma – la voz teñida de ira de Shampoo llenó el aire -, ¿qué significa que no querer Shampoo? Haber preferido algo mejor, ¿no?

Antes de que Ranma pudiera responder, Shampoo giró la manguera hacia sí misma. Ranma sintió aquel familiar miedo que le fluía por la espina dorsal. El recuerdo de ser lanzado de niño a un foso lleno de gatos era algo que tenía esculpido en su cerebro a fuego. Se estremeció violentamente. Shampoo estaba muy enfadada. Estaba furiosa y tenía la intención de hacérselo pagar.

- ¡M-mantente le-lejos de m-mí! – tartamudeó, el miedo amenazaba con apoderarse de él. Se alejó lentamente, sus ojos sin apartarse nunca de la forma maldita de Shampoo, con los brazos extendido en un gesto de alejamiento.

- ¡Miaaaaaau!

- ¡No te acerques!

Con un pequeño silbido, Shampoo-gata cargó contra Ranma. Él lanzó un grito de terror y comenzó un sprint por todo el patio, con la gata rosa pisándole los talones.

Nabiki observaba toda esta escena con una sonrisa burlona.

- Tengo que reconocerle una cosa. Las cosas nunca son aburridas cuando él está cerca – posó su mirada en un increíblemente perturbada Akane -. Por no mencionar que es una fuente de oportunidades financieras.

Akane sintió que su temperamento comenzaba a subir de nuevo, otra mella. ¿Cuánto tiempo se suponía que iba a tener que aguantarlo más?

Miró a su prometido y el pavor en sus ojos mientras Shampoo avanzaba hacia él. Si seguía expuesto a esa forma maldita mucho más tiempo se convertiría en el Neko-ken. No podía dejar que aquello sucediera. Él se volvía demasiado peligroso en ese estado.

Como si de repente Ukyo y ella hubiesen compartido el mismo pensamiento, una barrera de espátulas arrojadas cruzó el aire clavándose entre Ranma y Shampoo, frenando el avance de la gata.

Shampoo-gata se detuvo en seco, parando su mirada sobre su atacante y emitiendo un salvaje gruñido.

- ¡Aléjate, bola de pulgas! – gritó - ¡Deja en paz a Ranchan!

Shampoo-gata miró a Ukyo por un momento, pero no tuvo tiempo de llevar a cabo su venganza por que tuvo que esquivar rápidamente la cinta que Kodachi, como una rosa negra, le había lanzado como ataque.

- ¡No le harás daño a mi querido Ranma! – anunció, rompiendo con otra de sus risas histéricas.

Ranma se estremeció. No sabía qué le daba más miedo… si la forma maldita de Shampoo o de Kodachi la Rosa Negra. Decidió que aquello era como un cara o cruz.

Shampoo no iba a dejarlo pasar, sin embargo volvió de nuevo su atención hacia Ranma y continuó su avance. Sin esperar a que estuviera más cerca, comenzó de nuevo otra loca carrera por el patio huyendo de ella.

- Mírale – dijo Genma, dando un paso al lado de Akane con disgusto en su voz, el vapor del agua caliente recién vaciada de la tetera ascendía lentamente por su cuerpo.

Akane lo miró. Ranma no tendría ese miedo mortal a los gatos sino hubiera sido por la estupidez de Genma al tratar de enseñarle a Ranma la técnica del Nekko-ken, en primer lugar. Honestamente, no hacía falta ser un genio para darse cuenta de que arrojar a un niño de ocho años a un pozo lleno de gatos muertos de hambres, cubierto de rollos de pescado dejaría en el pobre graves secuelas mentales. Akane sintió la repentina necesidad de golpear también a Genma en la cabeza con el mazo.

- Estoy tan avergonzado – gritó Genma para quien quisiera escucharle - ¡No puedo soportar ver a mi hijo así!

Esperó hasta que Ranma pasara con su loca carrera cerca de él, entonces alargó el brazo y cogió a su hijo por el cuello de su camisa roja.

- ¡Ranma! – gritó, levantándolo del suelo con su poderoso puño - ¡Te estás comportando como una chica!

Con esto lo empujó, lazándolo al estanque koi. Ranma aterrizó con un chapoteo, sintiendo como el cambio barría su cuerpo. Como chica resurgió tosiendo y sacudiéndose el agua, olvidando su miedo por un momento, y siendo reemplazado por la ira.

- ¡Por qué has hecho eso! – Chilló, taladrando con la mirada a su padre -. ¡Estúpido viejo!

En ese mismo instante Kuno apareció de repente por el agujero del muro que había hecho Shampoo.

- ¡Ah, chica de las trenzas! Soy yo, Tatewaki Kuno, el Trueno Azul del Instituto Furinkan, que viene a obsequiarte con su amor. Dime que accederás a tener una cita conmigo.

Ranma-chica sintió que el estómago se le revolvía ante la sola idea de pensarlo. ¡Creo que voy a vomitar! Pero sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, una nueva y enfurecida voz apareció.

- ¡Ranma, finalmente te vuelvo a encontrar! ¡Hoy es el día en que te haré pagar, Saotome!

Ryoga.

- ¡Se acabó! ¡Me voy de aquí! – con un solo impulso, Ranma-chica se abalanzó sobre la pared y saltó. Aterrizó con gracia al otro lado y echó a correr. Mientras se alejaba de allí, recordó las palabras que había le había dicho la Señora Machiko a Akane: "Hay mucho caos a tu alrededor. Pero no proviene de ti, sino de otro… De este otro."

Se quedaba corta, pensó con amargura. Sabía que si en algún momento quería tener algún tipo de futuro con Akane tendría que poner fin a toda esa locura que lo perseguía. Empezando por sus no-deseadas prometidas.

Apretó los dientes con frustración. Esperaba que hubiera podido pasar un día tranquilo con Akane. Quizás ir a pasear y explorar aquella nueva relación que tenían un poco más, sobre todo, la parte del beso. Se sonrojó al recordarlo. Había sido tan agradable.

Suspiró al ir reduciendo su carrera hasta un simple trote. Lanzó una mirada por encima del hombro. Nadie la había seguido. Dejó escapar un suspiro de alivio. Agradeció a Dios aquellos pequeños favores. Detuvo el trote y continuó caminando. No se sentía con fueras de volver a su casa de momento. Al menos hasta que estuviera segura de que todos se habían ido, era mejor salir de su vista. Con este pensamiento en mente se dirigió hasta su escondite secreto.