Ok, después de un mes y medio sin publicar, aquí un cap nuevo. Corto, bastante, pero me estoy ciñendo al fic original y tratando de arreglarlo, básicamente, así que no hay mucho que inventar sino que demasiado que reparar.
Espero que sea de su agrado =)
Capítulo cuatro: Vendremos por ellos.
Habían pasado tres semanas desde que se enteraron de que Prue seguía con vida y que estaba bajo el hechizo de un demonio, y aún nadie sabía cómo digerir bien aquella información.
Piper no perdía las esperanzas de recuperar a su hermana, por mucho que Leo le insistiese que no se emocionara tan rápido, lo cual había traído más de una pelea o discusión entre ambos; ella aludiendo que era su hermana mayor y no podía cambiar eso, menos después de que su muerte hubiera sido por haberla salvado a ella, él recordándole que demonios eran demonios y pedirle que se fuera con cuidado no era lo mismo que darle la espalda a Prue.
Phoebe no se refería mucho al tema, sintiéndose infinitamente culpable al respecto y los recuerdos de ella y Cole en el inframundo, el pacto con Tempus y la imagen de Prue muerta sobre el suelo no dejaban de atormentarla. Coop trataba de darle ánimos, pero más de una vez la había encontrado llorando...habían heridas que aún no se cerraban, y los recuerdos de aquellos años eran demasiado fuertes como para dejarlos pasar así.
Paige por su parte, no entendía nada. No sabía en qué posición ubicarse, a quién apoyar, qué decir...no conocía a Prue, jamás lo había hecho y por mucho saber que era su hermana también, eso no la hacía parte de su familia...en una manera algo complicada de entender y que no compartiría con Piper y Phoebe a riesgo de perder el cuello. Henry era el único que la entendía, también era adoptado y lograba ponerse en su lugar mejor que nadie.
A pesar del difícil momento, habían decidido darse un descanso para celebrar el cumpleaños de Leo y no preocupar tanto a los pequeños, quienes no sabían demasiado, pero tenían claro que había un nuevo "jefe de los malos" listo para atacarlos. Habían sido sermoneados hasta el cansancio, y para sus padres era triste tener que someterlos a ese tipo de situaciones, pero no tenían otra opción: estaban tan condenados como ellas a ser la línea más importante de protectores de la paz y la magia blanca, y a pesar de su corta edad, debían asumir ese rol aunque fuera únicamente en teoría. Dejando todo eso de lado y dedicándose al menos por una par de horas a la una vida netamente mortal, un pastel, una cena y un cumpleaños en familia esperaban al cumpleañero en la vieja casa Halliwell.
La mansión estaba como siempre, sin mucho adorno por la falta de tiempo (el P3 no dejaba de quitarle tiempo a Piper, la columna a Phoebe y el papeleo a Paige), pero la mesa estaba finamente puesta con una cena preparada por la destacada chef de la familia quien sabía que su marido amaba el pollo, por lo que le preparó el mejor que sabía cocinar. Después de una cena bastante placentera, los primos, cansados de jugar y gritar, se encontraban durmiendo en los cuarto de Chris y Wyatt mientras que los padres disfrutaban de un momento de tranquilidad.
― ¡Le hubieran visto la cara! ―reía Billie histéricamente, casi atragantada con su propia risa después de haber contado un accidente en clase de pociones.
― Billie, respira. ―le pedía Thomas echándole aire con las manos mientras los demás se reían de su risa más que de la historia.
― Es hora del postre. ―dijo Piper limpiándose las propias lágrimas que la rubia le había causado, yendo a la cocina y volviendo con una torta entre sus manos.
El grupo sonrió, ya más calmado y se acomodó al rededor mientras la dueña de casa dejaba el pastel sobre la mesa, frente a su marido, y Henry preparaba la cámara para captar el momento en que éste soplara las velas. La familia comenzó a cantar, unos más afinados que otros, pero todos con la misma alegría de poder compartir aquél momento en unidad: la vida nunca había sido fácil para ninguno, y a pesar de que ahora se había vuelto a complicar, habían aprendido a llevar los buenos momentos ignorando los malos.
― ¡Tres deseos! ―le recordó Paige antes de que soplara, y Leo cerró los ojos para pedir por tres cosas: matrimonios duraderos y llenos de amor, bienestar para toda su familia y lograr salvar a Prue.
― ¿Cuántos son, amigo? ―le preguntó Thomas, el novio de Billie, al notar que había solamente tres velas sobre la torta.
― Bueno, en mi vida pasada, 87. ―dijo ante la sorprendida mirada de Henry, quien todavía seguía sorprendiéndose de algunas cosas― en esta, 37. ―sonrió mientras Piper le acariciaba la nariz.
― Bueno, para ti es el primer trozo. ―dijo tomando un cuchillo para empezar a repartir, sirviéndole al cumpleañero en un plato que sostenía Coop, pero cuando iba a ponerlo sobre la mesa, un grupo de demonios apareció en el comedor.
― ¡Al cuarto! ―gritó Paige orbitando a Henry lejos de allí, sin que éste alcanzar a chistar.
Los cuatro estaban alineados entre ellos y la escalera; eran de bajo nivel, no una real amenaza, pero nunca había que confiarse. Llevaban trajes negros y eran casi todos iguales, tenían caras serias y narices diminutas, así como dedos largos y finos imitando sus altos cuerpos. Piper hizo explotar a dos que desaparecieron en llamaradas en sólo instantes, mientras uno le enviaba una bola de energía a Paige.
― Bola de energía ―dijo ésta, devolviéndosela rápidamente.
― Estúpidas brujas. ―gritó aquél demonios con voz grave, la cual se convirtió en un chillido tan estrepitoso y agudo que hizo que todo el grupo cayera al suelo ante la poderosa onda de sonido.
Los presentes se taparon los oídos y algunos cristales se quebraron, haciéndolos moverse lejos de ellos, mientras cada copa, plato y fuente sobre la mesa se hacía trizas. El mismo demonio, quien parecía tener un cargo distinto a los otros tres (que podía reconocerse por unas muñequeras burdeo en sus manos), aprovechó el desorden y el mareo de las brujas para tomar a Phoebe del pie, arrastrándola hasta el aro de fuego que lo envolvía.
― Vengo por la niña, y no vas a impedir que me la lleve. -gritó mientras le enterraba las garras en su tobillo para afirmarla bien, y ésta trataba de asirse de la pata de la mesa para no ser arrastrada al agujero negro por el cual el demonio estaba cayendo.
― ¡Suéltala! ―gritó Billie reaccionando rápidamente y usando su telequinesis para darle con un candelabro en la cabeza, lo que provocó que Phoebe fuera liberada y el demonio, quien chilló encolerizado, provocó que Piper y Phoebe no aguantasen más los gritos y perdieran la conciencia antes de desaparecer arrastrado por el suelo.
El salón quedó vacío de fuerzas del mal de nuevo y tanto Leo como Paige corrieron hasta las dos hermanas para constantar si había alguna herida o algo que recuperar, notando que estaban en perfectas condiciones, excepto por el tobillo herido de Phoebe.
― Fue el ruido. ―les explicó Coop sentándose en el suelo para recoger a su esposa mientras Leo curaba su piel.
― ¿Qué? ―dijo Billie hablando increíblemente fuerte, aún un poco sorda.
― ¡Cuchillo! ―gritó Paige de imprevisto al notar que al pie de la escalera, otro demonio de muñequeras burdeo se había materializado.
― ¿Ah? ―preguntó la más joven otra vez, antes de ver pasar el cuchillo de la torta a las manos de Paige y luego, al pecho del demonio justo en el momento en que éste dio su última advertencia antes de su muerte.
― Por los demás también vendremos. ―amenazó tratando de avanzar, pero los temblores que le producían verse consumido por llamaradas de fuego y un manto negro antes de explotar no se lo permitieron.
El cuchillo aún con restos de torta cayó al suelo, indicándoles que lo que fuese que hubiera sido eso, había terminado. Las respiraciones agitadas y la espera a que ambas hermanas despertaran dieron paso a la calma en el salón, pero no así en las cabezas de los presentes. El silencio se adueñó del lugar y fue interrumpido únicamente por el sonido de los zapatos de Henry, quien preguntaba si ya había pasado todo.
Después de unas horas el lugar estaba limpio de nuevo y los adultos reunidos abajo.
― En eso quedamos, hay que explicarle a los niños que no hablen con extraños, sobre todo ahora y que estén siempre juntos. ―sentenció Leo tomando la mano de su esposa con profunda protección.
La gente asintió, todos preocupados y algo consternados también, cansados y y adormilados por la acción y la hora.
― Creo que es hora de que nos vayamos. ―dijo Paige, quien tenía a Pandora dormida entre sus brazos, mientras que Henry al ser más fuerte, hacía lo mismo con Helen y Mitchell― Feliz cumpleaños Leo, y hermanas, ―dijo dirigiéndose a ellas con preocupación en la mirada― cualquier cosa, griten mi nombre y orbito. ―les recordó sonriéndoles con dulzura, gesto que fue devuelto antes de orbitar a su familia hasta su departamento.
― Nosotros también nos vamos, Phoebe necesita descansar. ―les dijo Coop, llevando a Asley en sus brazos, como Phoebe tenía a Patricia.
― Gracias por curarme Leo, ―le dijo ésta despidiéndose― Piper, cualquier cosa...lo más mínimo, ―dijo mirándola detenidamente a los ojos; en momentos como esos, se sentía más cerca que nunca a ella, si bien siempre había sufrido por la persecución demoníaca a Wyatt, solamente ahora, al saberse una de sus hijas bajo amenaza, comprendía el verdadero sentimiento de Leo y Piper.
― Sí, tu también. ―le pidió tomándole la mejilla con delicadeza, se sentía atrapada en el triste pasado en donde no eran más que ellas dos y el cadáver de la mayor de sus hermanas― Por favor, avísame y cuida a las niñas. ―añadió mientras veía como su hermana y su familia se iban con el transporte de Cupido hasta su hogar.
Billie vio las chispas rosas desaparecer en el aire y le dejó un par de minutos a Piper para pensar, o para no hacerlo. Luego se despidió de Leo con un abrazo antes de acercarse ella.
― Adiós Piper. ―le dijo con dolor en sus palabras, sabía lo mucho que estaban sufriendo porque ella misma había pasado por lo mismo cuando Christy vivía.
― Gracias por estar aquí. ―le respondió la matriarca de la familia correspondiendo a su fuerte abrazo.
Thomas se despidió del matrimonio antes de tomar la mano de Billie y cerrar la puerta sin meter ruido, preguntándose si es que era o no una buena idea seguir juntándose con las Halliwell cuando todo lo que pasaba no era de su incumbencia...algo en ellas todavía no le caía bien.
Leo tomó a Piper de su mano y la sentó sobre sus piernas para acurrucarla sobre su pecho. A veces lo mejor que podías decir, era nada. Ella cerró los ojos y él le acarició el cabello y los hombros, tratando de relajarla.
― Lo siento, sé que tu cumpleaños se arruinó…―comenzó a decir Piper tratando de romper el silencio.
― ¿Arruinado? ―preguntó― Estuve con mi familia, cocinaste una cena estupenda, hasta disfrutamos de un show de acción. ―bromeó logrando hacerla reír despacio― ¿Quieres hablar?
Piper negó, pero lo hizo de todas formas.
― Me da miedo darme cuenta de que...en algunos momentos, preferiría que Prue jamás hubiese regresado...―confesó haciendo un puchero en su intento de no llorar― ¿Cómo puedo pensar así?, Ella no lo haría...
― Lo haría también. ―le corrigió despejándole el cabello de la cara― así como lo hacen Phoebe y Paige, y no está mal...es natural tener miedo y entiendo lo difícil que es tener que aceptar que tu heroína es...nuestro enemigo...―suspiró, con la misma profunda tristeza que desde hacía días rondaba a la familia y la casa.
― Siento que la estoy traicionando al ser racional, pero mi corazón sigue con ella...siempre lo ha estado.
― Vamos a recuperarla Piper, pero tienes que estar lista para aceptar cualquier consecuencia: salvarla no significa que pueda volver al mundo mortal con nosotros. Significa sacarla de abajo, sin saber si va a poder quedarse aquí, en el limbo, en el cielo o...
― Si vamos a tener que eliminarla. ―completó con los labios apretados.
― Lo lamento tanto...―le dijo besándole la frente paternalmente, se le rompía el corazón verla así.
― Al fin entiendo a Phoebe cuando tenía la oportunidad de advertirle a mamá de su muerte, y Paige, cuando no pudo salvar a sus padres en el pasado...―comentó sin poder reprimir más sus lágrimas― fue tan difícil, pero hicieron lo correcto...pero, ¿Qué si no soy tan fuerte?, ¿Qué pasa si no puedo luchar contra ella, Leo?
― No va a pasar. ―le prometió estrechándola con fuerza― eres más fuerte de que lo que nunca imaginaste, más de lo que puedes ver...sé que si las cosas no salen como queremos vas a dudar...pero también sé que vas a actuar por el bien mayor. ―finalizó, sin saber qué otra cosa decirle para reconfortarla, pero creyendo ciegamente en lo que le estaba diciendo.
― Maldito bien mayor...―murmuró Piper escondiéndose en su pecho, mientras Leo escuchaba todos sus sollozos y le secaba las lágrimas sin decir nada más, porque aún no se inventaba una palabra para sanar a un corazón roto.
La oscuridad de la noche y la luz de la luna fueron prontamente reemplazadas por el cálido día y su color, dando inicio a un nuevo comienzo de veinticuatro horas. Phoebe se dirigía hacia la tercera puerta del pasillo a la derecha, tal y como le había dicho la secretaria apenas había llegado a aquél lugar, repitiendo una ruta que conocía de memoria. Al llegar, se sentó en una sillita blanca de la cual tuvo que pararse en el instante al oír su nombre siendo pronunciado por una voz familiar.
― ¿Phoebe Halliwell? ―llamó un hombre de bata blanca quien la hizo pasar a su oficina.
El lugar era bastante amplio, tenía bastantes fotografías de niños y paseos, una hermosa mujer tenía lugar sobre el escritorio y el resto de las paredes estaban repletas de listones, títulos y diplomas varios.
― Hola Doctor Martins. ―saludó estrechando su mano.
― ¿Qué tal Phoebe?, ¿Vienes por tus resultados? ―preguntó sonriéndole mientras los buscaba en su computador.
― Sí...¿Qué dicen? ―preguntó nerviosa, sentándose en una cómoda silla de cuero frente a él.
― Espera, espera, los estoy buscando, siempre tan acelerada...―le comentó anotando un par de códigos en el teclado.
― Ya me conoce, así soy yo. ―contestó con una sonrisa forzada, mordiéndose la lengua a la espera del veredicto.
― ¿Qué tal están las niñas?, ―le preguntó mientras la impresora hacía un sonido y comenzaba a empujar un papel entintado.
― Bien, muy bien gracias, ―le dijo desconcentrada de ello, viéndolo sacar la hoja y acomodarse los lentes antes de mirar el papel― ¿Y? ―preguntó apoyándose en el escritorio para mirar por encima, mientras el doctor bajaba el papel solamente para molestarla un poco.
― Felitaciones Pheebs, ―le dijo con alegría sincera, extendiéndole sus resultados― dentro de siete meses, serás madre otra vez.
― Oh Dios. ―murmuró echándose para atrás para volver a sentarse en la silla, con una mano en su boca y la otra en la hoja de papel.
― ¿Todo bien? ―preguntó Martins al no poder reconocer en ella ningún otro sentimiento además de sorpresa.
Phoebe no sabía si reír o llorar por la noticia, y no podía dejar de leer el papel, buscando confirmar el diagnóstico. Soltó un ligero suspiro y dejó un par de lágrimas caer antes de bajar su mano desde su boca hasta su vientre. Sonrió y asintió emocionada, entendiendo lo que habían querido decirle los demonios al hablar de su hija: no se referían ni a Patricia ni a Asley, ellas no eran el real objetivo (a pesar de que habían agregado que todos los niños corrían peligro), se referían a esta; era ella, su tercera y profetizada hija la que estaba directamente en el blanco enemigo.
Ya, listo, eso era to to to to to do amigos. Espero no tardar tanto con el que sigue.
Respuesta(s) de review(s):
Daniie Armstrong: Jaja, es que Christopher es un amor. Gracias por el review!
LucyChan-MKR: Hola! Sé que tardé un siglo y no merezco perdón de Dios, pero espero que no te hayas desencantado de la historia y continúes aquí. Toda crítica se acepta, ¡Gracias! :D