Disclaimer: Tanto la historia como los personajes no son de mi creación. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia es una adaptación de Lori Foster

Resumen

Edward Masen siempre había visto a Bella Swan como a su hermana pequeña. Pero Bella ya tenía un hermano; lo que elle quería era un marido. ¡A Edward, para ser Exactos! Así que, cuando el anuncio que estaba a punto de comprometerse con la mujer equivocada, Bella planeo Seducirlo...

Capítulo Uno

Bella Swan se quedó boquiabierta al ver el enorme montón de revistas, artículos y libros que su amiga acababa de llevarle. No tenía ni idea de que el tema pudiera ser tan... extenso.

-Santo Dios. ¿Todos tratan de sexo?

Alice resopló mientras dejaba el enorme montón en el suelo.

-Todos sin excepción.

-Pero... Yo creí que el sexo era... Bueno, ya sabes, algo claro y elemental.

Alice se echó a reír.

-La variedad es la sal de la vida. Y, créeme, es una lectura fantástica.

-¿Los has leído todos?

-Todos estos y mucho más.

Alice era una conocida sexóloga y, además, la mejor amiga de Bella. Hacía poco que se había casado con el hermano mayor de Bella, para sorpresa de toda la familia. Y no porque no adoraran a Alice, sino porque Jasper era un tipo bastante estirado. Por esa razón él y Alice se complementaban perfectamente.

Alice se incorporó y sonrió a Bella.

-Si después de esto no te sientes inspirada, yo me rindo.

Bella no dijo nada, pero la inspiración no era un problema. Era la confianza en sí misma como mujer, y una falta de respuesta por parte de los hombres, lo que le hacía sentirse tan insegura.

-No lo sé, Alice. Quiero decir, no creo que Edward quiera que yo me sienta particularmente inspirada en el terreno sexual..

-¡Pues claro que no quiere! Esa es la razón por la que vas a seducirlo.

Bella abrió los ojos como platos.

-Pero yo nunca he seducido a nadie. La última vez que intenté hacer eso con Edward, pensó que le estaba desafiando a luchar. ¡Y me dejó ganar! ¿Sabes lo humillante que fue eso?

Alice pestañeó sorprendida y entonces le preguntó:

-¿Cómo es posible que confundiera...?

-¿Debería tal vez haberme quitado la ropa primero? ¿Crees que ayudaría si me...?

-¡No! No hagas eso -Alice le sonrió lánguidamente-. Yo te ayudaré. Tus técnicas de seducción se volverán incomparables. Irresistibles. Provocativas. Te prometo que Edward no tendrá nada que hacer.

-No sé... -Bella se sentía un tanto aturdida-o ¿Y si hago eso, y si me entrego por entero...?

-Bella.

-¿Y él se ríe de mi técnica y me da unas palmaditas en la cabeza? Es loque suele hacer normalmente, ¿sabes?

Bella frunció el ceño. Detestaba sentirse tan insegura en aquel terreno. Era una estupenda mujer de negocios, fuerte, independiente, capaz, pero no era ni bella ni sexy como Alice. No era femenina.

No era seductora.

Sobre todo, Edward no se fiaba en ella como mujer, puesto que la veía como a una hermana pequeña. Ella lo amaba locamente, cada día más, mientras que él se contentaba con darle consejos de hermano y algún que otro sermón acerca del decoro. No parecía darse cuenta de que sus esfuerzos para parecer más atractiva, más femenina, no iban dirigidos a los hombres en general, sino solamente a él. A Edward lo único que le preocupaba era protegerla, al igual que a sus dos autoritarios hermanos. Era más de lo que cualquier mujer podía soportar.

Alice la miró con paciencia.

-Bella, tal vez Edward no se haya dado cuenta de que estás interesada en él. Lleva ya mucho tiempo con tu familia. Y como tú eres la única mujer en una casa llena de hombres, es natural que haya adoptado la misma actitud que tu padre y hermanos. A lo mejor solo necesita que lo animes un poco...

Bella suspiró. Edward era su mejor amigo, su confidente, y en algunos aspectos la conocía más que su familia. Llevaba toda la vida enamorada de él. Sin embargo, lo que decía Alice tenía cierto sentido.

-Supongo que podría ser.

Edward llevaba viviendo en casa de los Swan desde los primeros años del instituto. Jasper y él estudiaban juntos el segundo curso cuando el padre de Edward tuvo que tomar la jubilación anticipada por problemas de salud. Los padres de Edward se habían mudado a vivir a Florida. Edward y Jasper eran muy amigos, practicaban deportes y salían juntos. Ambos eran muy populares, y sus futuros habían sido planeados. Era lógico que Edward quisiera terminar los estudios en su ciudad natal. De modo que los Swan lo habían invitado a quedarse a vivir con ellos.

Alice asintió.

- Edward ha adoptado a tu familia como si fuera la suya propia. Y ahora que yo estoy también en la familia, veo cómo tienden a colocarte en un pedestal. No les gusta pensar que vayas a saltar de ese pedestal en busca de entretenimientos depravados.

Alice se echó a reír. Siempre le había divertido el modo en que los hombres de la familia mimaban a Bella.

-Me imagino que Edward siente que nadie puede tener pensamientos sexuales acerca de ti. Eres demasiado pura -añadió en tono remilgado.

-¡Pero yo no quiero ser pura ¡

A los oídos de Bella, esa palabra se había convertido en casi un insulto.

-Ser pura es bastante aburrido, ¿no? -coincidió Alice-. Pero como siempre has rechazado otros hombres interesantes, sin querer has contribuido a perpetuar esa imagen. Eres la inocencia y la dulzura personificadas, y creo que a los hombres de la familia les gusta que seas así. Sé que a Jasper le gusta. No quiere darse cuenta de que eres una mujer, a pesar de lo que yo me esfuerzo para que abra los ojos.

Bella gimió de frustración. Si ni siquiera Alice, a la que Jasper adoraba con locura, había sido capaz de convencer a su hermano, ¿cómo iba ella a convencer a Edward?

-Por supuesto que rechacé a esos hombres Bella dijo entre dientes El único al que quiero es a Edward. Me enamoré perdidamente de él a los dieciocho años.

Alice se sentó con las piernas cruzadas. Tenía unas piernas largas y torneadas.

-Detalles, por favor.

Bella se quedó mirando a Alice mientras consideraba lo que la otra le pedía. Los recuerdos de años atrás eran muy valiosos para ella, y jamás los había compartido con nadie. No se había atrevido a contárselo a ninguna de sus amigas, sobre todo porque todas ellas habían estado prendadas de Edward. Y se imaginaba lo que habría ocurrido de haber intentado hablar de ello con Emmett o con Jasper. Sus hermanos eran demasiado dominantes.

Suspiró y decidió confesarse con Alice.

- Edward me pilló llorando en el patio trasero de la casa. Era el Día de la Madre y yo estaba disgustada por alguna razón. Ni siquiera recuerdo a mi madre, ya que cuando ella murió yo era muy pequeña. Pero aquel día me sentí tan sola. Papá siempre se iba fuera ese día, al igual que hacía todas las vacaciones, como si no pudiera soportar el peso de los recuerdos después de perder a mamá, pero sé que el Día de la Madre era especialmente duro para él. Jasper estaba estudiando y Emmett probablemente metiéndose en algún lío -desvió la mirada Y yo me sentía tan... sola.

-Lo entiendo.

Como siempre Alice le habló en tono suave y compasivo. Bella agradecía mucho poder tener una cuñada en la que confiar. Alice era una persona única y especial.

- Edward se sentó en la silla columpio del porche conmigo y empezó a darme palmadas en la espalda de ese modo tan torpe en que lo hacen los hombres cuando no saben qué hacer con una chica. Le molestaba mucho cada vez que lloraba, supongo que porque no lo hacía muy a menudo. Cuando una chica se cría solo con chicos se vuelve dura.

Alice hizo una mueca.

-Sé que te tratan más como a un hermano que como a una hermana.

-Lo hicieron lo mejor que pudieron, sobre todo porque papá estaba tan encerrado en sí mismo. Y en general todo iba bien y lo pasábamos fenomenal. Yo aprendí a hacer todo lo que ellos hacían; pescaba, nadaba en el lago, jugaba con ellos al baloncesto. Siempre me incluían a mí. Bueno, excepto aquel día cuando los pillé jugando a las prendas con un grupo de chicas del vecindario. Creí que Jasper iba a darme un sopapo por espiarlos.

-El muy hipócrita.

Bella se echó a reír.

-Se ponían nerviosos si me mostraba de algún modo femenina. La primera vez que me puse unas medias, o cuando me abrí los agujeros en las orejas, se pasaron días metiéndose conmigo. Y recuerdo cuando le pedí a Emmett que fuera por mí a la tienda a comprarme tampones. Me preguntó que para qué los quería y yo lo miré muy enfadada y él se puso como un tomate.

-¿Fue a comprarlos entonces?

-OH, desde luego. Emmett habría hecho cualquier cosa por mí, pero no le gustó hacerlo. Después de eso obligaba a Jasper a comprarme lo que necesitara -se rió de nuevo-. Cuando Emmett se dio cuenta por primera vez de que había empezado a desarrollar, me acusó de que me habían crecido los pechos, como si yo lo hubiera hecho para pincharlo. Salió y me compró unos cuantos chalecos. Cuando me negué a ponérmelos, tomó la costumbre de caminar delante de mí para que nadie se diera cuenta de mi desarrollo.

Alice tuvo que morderse el labio para no echarse a reír a carcajadas.

-Emmett es un granuja.

Bella negó con la cabeza.

-Como si alguien pudiera darse cuenta tal nadería -se miró los pechos; los tenía pequeños.

-Bueno, entonces estabas en el patio llorando y Edward estaba intentando consolarte...

El recuerdo llenó a Bella de satisfacción.

-Me dio unas palmadas en el hombro y después me abrazó y me pidió que no llorara. Me dio un beso en la mejilla, como había hecho docenas de veces. Yo me volví hacia él y Edward aspiró hondo. Al momento me agarró la cara con las dos manos y me dio un beso increíble...

Quieres decir....

-Sí... -Bella asintió con entusiasmo-. Con lengua y todo.

Alice ahogó una sonrisa.

-Iba a preguntarte si había sido tu primer beso, Bella, no los detalles.

-Ah -Bella frunció el ceño-. No, no fue mi primer beso, pero desde luego fue la primera vez que sentí deseo.

-Ajá. Entonces te llegó al alma, ¿no?

-y que lo digas.

Había sido un beso apasionado, lleno de avidez. En aquel momento la había sorprendido un poco porque era la primera vez que había sentido la lengua de un hombre, la primera vez que había entendido lo que era desear tanto a un hombre. Edward la había abrazado muchas veces en el pasado, pero esa vez fue distinta porque no lo sintió como un amigo, sino como un hombre; como un hombre excitado, caliente, fuerte y tremendamente sexy.

Desde entonces había sido suya. Aún le gustaba acurrucarse en la cama y saborear el recuerdo cada vez que Edward fracasaba en veda como mujer. Pero al menos en aquel momento, aquel día, él la había deseado. Casi tanto. Como ella a él.

Alice estaba muy pensativa.

-¿Qué hiciste tú cuando él te besó?

-No estoy segura. Sé que lo miré fijamente y me quedé como paralizada. Edward empezó a tartamudear ya disculparse, y a retroceder como si pensara que iba a saltar sobre él. Entonces, de repente, se marchó y no volvió a hablar de ello. Desde entonces, es casi como si me hubiera evitado. Excepto cuando quiere echarme algún sermón.

Alice resopló.

-Jasper y él se parecen mucho.

-¿Entonces Edward no te ha besado aparte de esa vez?

Era difícil intentar explicar cómo había sido su relación en los últimos años. Bella tenía veinticinco, pero Edward la seguía tratando como si aún tuviera dieciocho y como si fuera algo prohibido para él. Entendía sus reservas cuando ella era aún joven e inexperta.

¿Pero en el presente? Bueno, seguía siendo inexperta, pero eso él no lo sabía con seguridad. Ya sus veinticinco años no era ya tan joven. Pero cada vez que se acercaba un poco a él, Edward empezaba a evitarla ya poner impedimentos y eso a ella le ponía mala.

-Una vez -empezó a decir Bella-, el día de Año Nuevo de hace dos años, lo pillé por sorpresa. Estábamos en el sótano buscando más sillas plegables porque la fiesta había resultado ser algo más concurrida de lo esperado. Cuando el reloj empezó a dar las doce y oímos los. Gritos, Edward se echó a reír porque sabía que todo el mundo estaba arriba besándose. Yo no le di oportunidad de pensárselo. Yo... Bueno, más o menos me lancé sobre él.

-¿Y?

-Me dejó besarlo durante unos treinta segundos contestó Bella con desesperación Después retrocedió tambaleándose, como si yo le hubiera dado un mamporro. Me acusó de estar borracha aunque sabía que no había bebido ni una gota de alcohol en toda la noche. Entonces me urgió a que subiera las escaleras, y él me siguió a una buena distancia. Se pasó el resto de la noche pegado a la chica a la que había invitado y sin dejar de echarme miradas incendiarias, como si yo fuera una obsesa.

-¿Eso es todo?

-No. Ha habido un montón de ocasiones, pero normalmente solo han ocurrido porque yo lo he pillado desprevenido. Como cuando cumplí veintiún años y él me regaló este colgante -instintivamente se tocó la pequeña y brillante perla negra que colgaba de una cadena de plata que nunca se quitaba-. Esa vez me eché a sus brazos e intenté besarlo. El se echó a reír, pero solo hasta que alcancé sus labios. Entonces me devolvió el beso.

-Bueno, vamos progresando.

-Durante tres segundos.

-No me digas más. ¿Echó a correr otra vez? -Sí. Como si le hubiera prendido fuego al trasero. -Los hombres pueden llegar a ser tan difíciles. Como Alice no solo era sexóloga, sino que también estaba casada con Jasper, Bella se figuró que sabía mucho de hombres difíciles.

-No es así con otras mujeres, sabes.

-Tiene treinta y cinco años, Bella. Sin duda no esperarás que sea un santo.

-No. ¡He oído hablar a muchas mujeres de él! Según ellas, es un amante fabuloso, pero a mí ni siquiera quiere mirarme

Bella tomó un libro del montón y se recostó en el sofá.

-Me estoy muriendo aquí. Mi sexualidad se va a atrofiar si Edward no se da cuenta pronto.

-Me da la sensación de que pronto caerá.

-y mientras tanto yo aquí pudriéndome –Bella abrió el libro y miró unas cuantas fotos, entonces ladio el libro para verlas mejoro ¡Santo Cielo!

-Interesantes, ¿verdad?

En realidad eran más que interesantes; resultaban de lo más eróticas. Y provocativas.

-¿Es posible hacer esa postura? -dio la vuelta al libro, intentando averiguar qué parte del cuerpo pertenecía a quién.

-Confía en mí, es posible.

-No parece muy cómoda.

Alice echó un vistazo a la foto y se encogió de hombros.

-Es... creativa, creo yo.

- Edward jamás-querrá probar nada de esto.

Alice se echó a reír.

-Lo hará. Confía en mí.

Bella quería desesperadamente hacerlo. No pasaba un día en que no imaginara lo que podría ser estar casada con Edward, dormir con él cada noche, tener derecho a tocarle donde ella quisiera.

El pensar en el cómo y el dónde la había dejado en vela más de una noche.

Deseaba compartir su vida con él, compartirlo todo.

-Tú eres la terapeuta.

-Solo sexo terapeuta, Bella. Y como tú aún no has llegado a la parte del sexo, tengo que reconocer que no puedo anticipar las reacciones de las personar en situaciones distintas. Tan solo me estoy basando en la intuición femenina cuando te digo que Edward acabará interesándose. Si pensara en ti como en una hermana pequeña, como él dice, ninguno de esos apasionados besos habría tenido lugar. Incluso tú debes darte cuenta de eso.

-¿De verdad lo crees?

-Sí pero, cariño, desear y amar son cosas distintas.

¿Crees que podrás soportarle si Edward te hace el amor, pero no está enamorado de ti?

Esa era la parte difícil. A diferencia de Bella, Edward salía con mujeres a menudo. El podía elegir y la mayoría de ellas eran del tipo de Alice; mujeres de negocios sexys y sofisticadas, con un estilo propio, cuerpos de diosa y toneladas de confianza en sí mismas.

Bella no tenía un cuerpo diez. Estaba bien hecha, y no se avergonzaba de su cuerpo, pero desde luego aún no había vuelto loco a Edward. Y aunque su pequeña librería era su mayor orgullo, algo que amaba con toda su alma, no era un trabajo demasiado elegante.

Le parecía que si Edward iba a enamorarse de ella, ya lo habría hecho. Pero no podía darse por vencida. Y en ese momento, tan solo quería centrarse en hacer las cosas paso a paso.

-Lo cierto es que, Alice, cuando me imagino viviendo mi vida sin él, me siento muy triste. Quiero que tengamos algo, aunque no dure. ¿Y quién sabe? Tal vez si hacemos el amor y él no me quiere después de eso, yo me olvide de él. Podría ser una especie de exorcismo. Pero al menos debo intentarlo -entonces hizo una mueca Es decir, si tú crees que él podría desearme. No me apetece pensar que voy a hacer totalmente el ridículo.

Alice arqueó las cejas.

-Los hombres son bastante básicos en algunas cosas, Bella. Edward ya ha demostrado interés físico, y aunque tú siempre lo estás negando, eres una monada. Yo creo, pero solo es aventurar, que te deseará en cuanto le des un empujoncito en la dirección adecuada.

-Tal vez -Bella concedió.

Estaba acostumbrada a emular el comportamiento de los hombres con los que se había criado, a perseguir lo que deseaba con todas sus fuerzas, sin dejar que nada la descorazonara.

-Pero la seducción... No sé nada de eso.

La idea de explorar el atlético cuerpo de Edward, de besarlo todo lo que quisiera, le pareció de lo más tentadora.

Pero había inconvenientes. Si metía la pata y perdía el respeto que Edward sentía por ella, encima de todo lo demás, no se creía capaz de soportarlo.

Alice le dio unas palmadas en el brazo.

-Ese es mi terreno. Así que con mi ayuda, y la de los libros, lo harás sin problemas. Te prometo que los hombres no son tan difíciles de seducir. El único problema es escoger el lugar y el momento adecuados.

Bella abrió la boca para ofrecerle una sugerencia, como que cuanto antes fuera mejor, cuando sonó el timbre de la puerta. Miró a Alice y arqueó las cejas. No quería interrupciones, sobre todo porque estaban llegando a la mejor parte. Miró hacia la puerta con el ceño fruncido.

-Perdona. Voy a ver quién es.

Nada más abrir la puerta, su hermano Jasper entró de un modo muy poco característico en él.

-Escuchadme, Edward viene detrás de mí. Estará aquí de un momento a otro. No le digan que acabo de llegar, pero tenía que hablar con ustedes antes de que llegara él. Como sabía que venía para acá, he corrido para adelantarme.

Bella lo miró con los ojos como platos. -¿Qué demonios pasa?

Jasper, su sensato hermano mayor, estaba muy nervioso por algo.

- Edward se va a casar.

Aquel repentino comentario estuvo casi a punto de tirar a Bella al suelo; sin saber cómo, Bella encontró una silla y se sentó.

-¿Cómo?

Claramente asombrado, Jasper se pasó una mano por los cabellos.

-Me dijo que está pensando en pedirle a Rosalie que se case con él antes de que Bella pudiera responder a eso, Jasper gesticuló con gran frustración Lo sé, lo sé. Es la mujer menos adecuada para él. Intenté hacérselo ver, pero no quiso escucharme. Entonces aquí es dónde entras tú, hermana. En algunas cosas tú tienes más confianza con Edward que yo. Tienes que hacer que se lo piense bien, Bella. Razona con él. Intenta que se tome su tiempo...

Jasper se calló de pronto, como si se hubiera dado cuenta de lo callada que estaba su hermana.

-¿Qué pasa? Pareces a punto de desmayarte.

Bella intentó contestarle; lo intentó. Movió la boca, pero no le salió nada. ¿Casarse? Todos sus planes se desvanecían antes de poder siquiera llevarlos a la práctica.

Gracias a Dios que Alice salió en su ayuda.

-Tu petición necesita emplearse a fondo, Jasper. -¡Alice! -miró a su esposa con sospecha y una pizca de deseo-. ¿Pero tú no estabas de compras hoy.

-Lo estaba. Compré un par de libros que tu hermana no vende en su tradicional establecimiento -le dedicó una de sus pícaras sonrisas, suficiente para hacerle recelar.

Jasper entrecerró los ojos. -¿Libros sobre qué?

Bella quería mucho a su hermano, y sabía que él amaba a Alice. Pero para él, Alice era todo lo que no era Bella; sexy, seductora, madura y muy femenina, desde su melena color negro hasta el final de sus largas y sensuales piernas. Cuando se conocieron, Alice lo había vuelto loco; después, para alivio de Bella, Alice había correspondido al amor de Jasper. Los dos formaban una pareja perfecta, pero Jasper se mostraba escéptico en cuanto a la intervención de Alice para convertir a Bella de marimacho en mujer fatal.

El no quería que Bella cambiara.

Alice se encogió de hombros.

-Libros sobre sexo, por supuesto.

-¿Cómo?

Con una sonrisa provocativa que le empañó las gafas a Jasper, Alice le explicó:

-Estamos recopilando información actual sobre la seducción, cariño -entonces se inclinó hacía él y le susurró. Al oído-. En realidad para la seducción de Bella.

En el silencio que siguió a la afirmación de Alice, Edward apareció a la puerta.

-¿Quién está intentando seducir a Bella?

Nadie, Bella quiso gritar, pero su único amor la distrajo momentáneamente.

El viento que soplaba en la calle le había despeinado los cortos cabellos color cobrizo. Tenía las orejas y las mejillas coloradas del frío. Llevaba unos vaqueros que se ceñían suavemente a sus largas y musculosas piernas. Se había puesto una cazadora y Bella vio que por debajo asomaba una arrugada camisa de franela. No parecía que se hubiera afeitado ese día y tenía los ojos enrojecidos, como si no hubiera dormido mucho la noche anterior.

Parecía cansado, pero tan sexy que a Bella le entraron ganas de darle la mano, agarrar un libro y meterse con él en el cuarto más cercano.

Bella se puso de pie despacio mientras lo devoraba con su mirada.

-Nadie está intentando seducirme.

Alice sonrió, se examinó una uña y anunció:

-Es Bella la que va a seducir a alguien.

Tanto Jasper como Edward se quedaron de piedra. -¿Cómo?-preguntaron al unísono.

Bella le echó a Lace una mirada recriminatoria, la cual Alice ignoró. Ese era el problema de tener una amiga que estaba un tanto chiflada, y que era demasiado inteligente. e imaginativa. Bella sabía que Alice no la delataría. En realidad, se dijo que probablemente estaba ayudándola a avivar la curiosidad de Edward. Pero Edward no mostró curiosidad, sino que más bien se quedó horrorizado. ¿Y mencionarlo delante de Jasper? Su hermano no era un hombre frívolo, a pesar de que Alice no dejara de decide lo contrario.

-Tengo veinticinco años -dijo Bella, intentando calmar a los dos hombres que la miraban con la misma fascinación morbosa con que se contempla el descarrilamiento de un tren Me parece que mi vida sexual es solo asunto mío.

Edward se volvió, cerró la puerta y después se cruzó de brazos.

-¿Qué vida sexual?

Buena pregunta.

De nuevo Alice fue la que habló.

No esperarías que permaneciera virgen toda la vida, ¿no?

-Se me antojaba algo agradable -dijo Edward entre dientes.

Jasper se volvió hacia Alice; tenía la cara colorada. -Todo esto es idea tuya, ¿verdad?

-Yo desde luego no he despertado su interés, si es eso a lo que te refieres.

Jasper farfulló de indignación mientras Edward abría los ojos como platos.

-¿Bella está interesada en ese sentido?

Parecía horrorizado, y entonces, para desgracia de Bella, empezó a mirarla detenidamente, como si buscara pruebas físicas. Bella se encogió de vergüenza.

Alice se encogió de hombros, sin dejar de sonreír, con un aire de suficiencia.

-Suele pasar.

Edward se fijó en los libros y revistas y entonces se adelantó.

-Dios mío. Tienes aquí todo un arsenal -agarró un ejemplar del Kama Sutra y a media que pasaba las páginas su mirada se volvía más torva; miró a Annie directamente-o ¿A cuántos hombres planeabas seducir? ¿A una docena?

Bella notó que se ponía colorada. Pero como no sabía qué decir, dijo lo primero que se le ocurrió.

-Si fuera necesario...

-¿Por qué? -preguntó Edward al mismo tiempo que Jasper decía:

-¡Y un cuerno!

Ella miró a los dos hombres con rabia.

-No tengo por qué darles explicaciones a ninguno de los dos.

Jasper pasó junto a Alice y agarró otro de los libros titulado El mejor arte erótico del año. Leyó el índice y miró a Bella sorprendido.

-¿Santo cielo, Bella, qué estás haciendo con esto?

Como Bella no sabía aún lo que estaba haciendo, se encogió de hombros y sonrió levemente. Alice se puso de puntillas y se asomó por encima del hombro de su marido.

-Ah, el de arte erótico. Compré ese para que Bella pudiera comparar. Sabes, la mayoría de las mujeres creen que sus fantasías son extrañas, o distintas, o incluso retorcidas. Quería que Bella tuviera una idea de cuales son las fantasías más populares, para que no se sintiera insegura.

Jasper miró a Alice con cara de pocos amigos. Edward estaba a punto de sufrir un infarto.

Pero Alice no dejó que su callada condena la afectara.

-Porque tiene fantasías, ¿saben?

Dos pares de ojos se volvieron hacia Bella. Ella se encogió, deseando que la tragara la tierra en ese momento, o tener un buen pedazo de cinta adhesiva a mano para taparle la boca a su amiga.

-Esto, Alice

-También le he traído una segunda edición de1 Gozo de amar. Un texto estupendo, y las ilustraciones son fantásticas, y muy inspiradoras.

Como las palabras de Alice los habían silenciado efectivamente, Bella se sintió algo más valiente y decidió unirse a su cuñada. Agarró un libro delgado y fingió estar familiarizada con él.

-Este trata sobre el, esto, orgasmo... masculino. Sobre cómo mejorarlo -estuvo a punto de atragantarse al decirlo, pero inmediatamente se imaginó a Edward en medio de una alocada pasión y lo miró sin pestañear.

-En realidad -comentó Alice-, trata de cómo hacer que sea mejor que maravilloso -hizo un gesto con la mano-. Claro que la mayoría de los hombres no necesitan ayuda alguna en ese terreno. Pero no he sido capaz de encontrar demasiados libros que ayuden a la mujer a incrementar su propio placer. Aunque he traído algunos artículos interesantes. Estoy segura de que te ayudarán a que el resultado sea para ti satisfactorio.

Edward sintió como si acabaran de darle un golpe en el estómago. Jasper resopló y empezó a pasearse de un lado a otro dando grandes zancadas. Mientras lo hacía miró un par de veces a Alice. Sabía que Jasper no era capaz de estar mucho rato enfadado con ella. Y Bella sabía que, en el fondo, amaba la naturalidad y la libertad de Alice.

Edward finalmente respiró, aunque tenía mala cara, pero se abstuvo de mirarla de mala manera. Edward no se enfadaba en serio a menudo y, cuando lo hacía, solo las personas que lo conocían bien se daban cuenta.

En ese momento más que enfadado estaba confuso e irritado. Confuso porque, después de todo, Bella era pura; e irritado porque no quisiera serio.

A Bella le pareció de lo más intrigante que Edward reaccionara así. En general, se llevaba bien con todos, incluso con su hermano mediano, Emmett, a quien le costaba llevarse bien hasta consigo mismo. Pero a Emmett le gustaba Edward. Todo el mundo quería a Edward., Era un miembro no oficial de la familia. Excepto para Bella.

Ella quería más, mucho más.

A diferencia de su familia, ella quería corromper a Edward y que él hiciera lo mismo con ella.

En un tono espeluznante que casi nunca le había oído utilizar, Edward le preguntó:

-¿A quién planeas seducir, Bella?

Alice se echó a reír y se inclinó hacia Edward con un brillo pícaro en la mirada, y entonces le susurró en tono de conspiración:

-El tipo es un auténtico cretino.

¿Puedes creer que ni siquiera se ha fijado en ella aunque Bella no hace más que enviarle señales? Bella está cada vez más desesperada -entonces Alice se giró a mirar a Bella-. Me da la impresión de que el tipo también está desesperado, a ver si me entiendes. El está pensando en tomar medidas bastante desesperadas.

Bella sintió que el corazón redoblaba el ritmo. Sin duda, Alice no podía estar sugiriendo que Edward se fuera a casar con otra para apartarse de ella. ¿O sí?

«Oh, por favor, que no esté enamorado de otra mujer», Bella rogó en silencio.

-No será ese Jacob, ¿verdad? - Edward gruñó-. No es el tipo adecuado para ti, Bella.

Hemos hablado de eso, ¿lo recuerdas?

Jacob Black era un hombre bastante agradable. Trabajaba con Edward en la empresa como publicista, y le había hecho la corte a Bella con insistencia.

Pero Bella no había estado nunca interesada en el. Solo había salido con Jacob en plan de amigos. Y para poner celoso a Edward, se añadió para sus adentros. Pero como no había funcionado, como Edward tan solo le había advertido a Bella que Jacob era un cretino sin mostrar una pizca de celos, había dejado de salir con Jacob.. .

-Jacob es... agradable -dijo, reacia a reconocer que no tenía ningún plan con él.

Edward se volvió y le dijo a Alice:

-Tú sabes que te quiero mucho, Alice, y que creo que eres lo mejor que le ha pasado a Jasper en toda su vida...

-Caramba, gracias Edward -dijo Jasper en tono sarcástico.

-¿Pero es necesario que animes a Bella a meterse en este asunto tan ridículo?

Fue Jasper el que contestó.

-A Alice le resulta imposible mantener la nariz fuera de cualquier asunto. También ha estado intentando animar a Emmett.

Bella hizo una mueca. Ese sí que era un callejón sin salida. Emmett jamás sentaría la cabeza con ninguna mujer. Tenía siempre unas tremendas ansias de conocer mundo.

Bella hizo intención de serenarse.

-Ustedes dos, ya pueden dejar en paz a Alice.

Desde luego me está ayudando mucho más de lo que habríais podido hacerlo ninguno de los dos.

Los hombres coincidieron en eso, puesto que su ayuda hubiera sido más bien intentar disuadirla; o tal vez encerrarla en un armario.

De pronto, Edward miró a Jasper y frunció el ceño. -¿Qué estás haciendo tú aquí?

-Ah...

-Estaba a punto de marcharse -dijo Alice, salvando a Jasper de decir una mentira Me prometió que me llevaría a casa.

Se agarró al brazo de Jasper y seguidamente alcanzó su sombrero de lana negra y se lo acomodo en la cabeza.

Como lo habían pillado, Jasper no protestó, pero tampoco se mostró muy contento. Le dio un abrazo a Bella con el brazo libre y le susurró al oído:

-Intenta hacerlo razonar, hermanita.

Bella asintió.

-Lo intentaré -dijo en voz baja.

Jasper se resistió mientras Bella tiraba de él hacia la puerta.

-¡Y por amor de Dios, no intentes seducir a nadie! Alice emitió un gemido teatral.

-Desde luego los hermanos mayores son de lo más pesados. Me alegro de no tener ninguno - y con eso salió con Jasper y dejaron a Bella y a Edward solos. Bella se mordió el labio.

Tras cerrarse la puerta, el pequeño apartamento quedo en silencio. Entonces Bella se volvió hacia Edward.

El la miró detenidamente y a ella le dio un vuelco el corazón:

¿Maldición, por qué no le había dado Alice unas cuantas instrucciones antes de irse? Estaba segura de que no podría hacerlo sola.

Edward la miró con los ojos entrecerrados y le preguntó en voz baja:

-¿Y bien, Bella? ¿Quieres decirme a qué viene todo esto? -le preguntó señalando el montón de libros y revistas.