Tal como había venido anunciando en mi otro fic, aquí está éste pequeño experimento, quería escribir un fic de un Universo Alterno, en donde podré revivir a varios personajes que en el manga ya pasaron a mejor vida, por tal motivo quizás la personalidad de algunos personajes pueda diferir un poco y los noten algo OCC, (ya verán a lo que me refiero XD), pero en esencia serán los mismos, los cambios no son tan drásticos (ó eso creo ó-o), bueno, ya no me alargo, mejor léanlo por ustedes mismos…

Titulo: El chico del verano

Resumen: Ese verano Hinata comprendió que su vida no podía seguir igual, una vez más intentaría sobreponerse a sus inseguridades, sólo que ahora no estaría sola, tenía el apoyo de alguien que de la noche a la mañana se convirtió en su mejor amigo y algo más…(sip, soy mala, malísima haciendo resúmenes, como sea, la idea general ahí queda -o-)

Declaimer: Es obvio, pero igual lo aclaro, los personajes de Naruto no me pertenecen, si yo tuviera los derechos a estás alturas ya hubiera habido NaruHina y si no, Sasuke estaría casado con Hinata, pero mare! la vida no es justa, por algo Dios no les da alas a las víboras o-ó XD.



CAPITULO 1: Manías

Sol, arena, mar, el sueño utópico de cualquier adolescente solidificado en la cima de la más grandiosa de las estaciones, el verano. El anhelo de todo escolar es llegar triunfante a este glorioso periodo, las vacaciones representan el más preciado premio luego de un tortuoso año de tareas y todo tipo de actividades a las que están sometidos durante la esclavizante vida estudiantil, significa tiempo de relajación, pero por sobre todo diversión, olvidarse de la opresión tiránica de los profesores, para en la mayoría de los casos, dedicarse a vaguear y vivir la vida sin complicaciones.

Generalmente Hinata disfrutaba tanto como sus congéneres del ansiado fin de cursos, no obstante, esta vez sus planes se vieron modificados drásticamente, sus vacaciones no resultaron ser las ideales, cierto era que pasaría una "maravillosa" estadía en Nueva York, lo que no acaba de agradarle era que en dicho plan iba implícito el compartir su preciado descanso al lado de su familia, con quienes se habrá de suponer, no llevaba una buena relación.

Sería emocionalmente agotador pasar dos larguísimos meses bajo el mismo techo que su autoritario padre y su altiva hermana menor, por más pretextos que quiso anteponer no pudo negarse a visitarlos, hacía ya casi tres años desde la última vez que los viera e inevitablemente tuvo que aceptar su invitación ––ó mejor dicho, acatar la orden dada por su padre–– eso fue por un lado, por el otro ya se le habían acabado las excusas. Viéndole el lado positivo, si lograba sobrevivir a ese tormento sería libre por tiempo indefinido, si tenía suerte lo sería hasta cumplir la mayoría de edad, entonces haciendo cumplir sus derechos de ley podría quedarse a vivir en Japón junto a sus tíos, con quienes consideraba estaba su verdadero hogar.

Aunque a decir verdad, las preocupaciones que pudiera tener eran mínimas comparadas con el terror que experimentaba justo en esos momentos, si creía que el suplicio únicamente consistiría en pasar las vacaciones con sus parientes, estaba muy equivocada, todavía le quedaba enfrentar una prueba mucho más difícil que estar bajo la supervisión de su padre o sobrellevar la cerrada rivalidad que mantenía con su hermana desde su nacimiento, y eso era completar satisfactoriamente el viaje en ese cachivache volador.

Si había una cosa que Hinata odiaba más que cualquier otra cosa en este mundo, esa era subirse a un avión, el simple pensamiento de tener que dejar la firmeza del suelo le causaba un vértigo inenarrable, entre otras muchas razones, sin duda aquella era la principal por la cual evitaba visitar a su familia. Sólo a alguien tan orgulloso como su otousan podría ocurrírsele ir a vivir al otro lado del planeta.

Tomó hondísimamente aire, llenando a tope sus pulmones, preparándose para el ineludible despegue que daría inicio al angustioso recorrido de 13 horas, no volvería a tener vista de civilización hasta tocar nuevamente tierra en el aeropuerto JFK de Nueva York.

Exhaló pesadamente, por más intentos que hacía no pudo sosegar el irregular ritmo de su respiración, una leve turbulencia al despegar la obligó a aferrarse con mayor ahínco a su asiento. Sin impórtale lo qué los otros pasajeros pudieran pensar de ella, comenzó a rezar una retahíla de oraciones, las cuales iban desde promesas para ser una mejor persona, hasta orar por la seguridad del avión para que un rayo ó un pájaro no dañara alguna turbina y éste cayera a tierra.

Sus labios se movían a una velocidad impresionante, rítmicamente con su letanía que era una palabrería inentendible a los oídos de cualquier persona; incluso para quien se encontraba en el asiento contiguo al suyo no tenía coherencia lo que esa chica murmuraba.

Y como si el hecho de subirse a un avión no fuera suficiente tormento, el colmo de sus males fue haber cogido el asiento junto a la ventanilla, debido a sus crispados nervios no se fijó en dónde estaba ubicada hasta que ya era demasiado tarde y alguien más había ocupado el lugar junto al pasillo, las nauseas no tardaron en hacer mella en su estomago, de no haber sido por la medicina para el mareo predispuesta, hubiese vomitado por la pura tensión.

- Trece horas… – se murmuraba a sí misma, inhalando y exhalando como si estuviera en medio de la labor de parto, sus talones golpeaban inconscientemente el piso una y otra vez, incluso clavó sus uñas en el entrepaño de los brazos del asiento, haciendo unos arroyuelos que sin duda dejarían una marca permanente en el forro – valor Hinata, yo sé que puedes hacerlo, trece horas no son nada… – se repitió una y otra vez su mantra, tratando inútilmente de auto convencerse que todo estaría bien.

Cuando llegaba a tal punto de estrés no podía parar de hablar, algo que normalmente no hacía, en realidad ella era una chica muy tímida y retraída, que le costaba muchísimo relacionarse con los demás y por ende entablar fluidas conversaciones.

- …por kami, quién me manda a mí a venir, debí decirle a otousan que estaba en cursos de verano, no…, mejor aún, que me dio la malaria, sí, eso hubiese sido lo mejor, ¡kya…! ¿por qué soy tan débil?, hubiese sido mucho mejor acompañar al tío Hizashi…, ahora estaría junto a él y tía Keiko esquiando en las montañas, ¿qué importa si mí niisan se burla de mí cuando me caigo en la nieve?, cualquier cosa sería mejor a esto… – se siguió de largo con un extenso soliloquio que no parecía tener fin.

El chico sentado a su lado no veía la hora en que ese loro parlanchín parará su chara y lo dejara concentrarse en la película, para él tampoco era un viaje de placer y no por eso se ponía a exponer sus penurias en voz alta.

Sus padres le habían obligado a pasar las vacaciones de verano en Nueva York, junto a su "queridísimo" aniki, ¿y todo por qué…? ––el simple pensamiento le causaba malestar–– porque a su okasan se le había ocurrido la estupenda idea de celebrar una segunda luna de miel para conmemorar los veinticinco años de matrimonio con su padre.

Por supuesto que se opuso tajantemente a partir, argumentando su suficiente madurez como para quedarse solo en casa, su okasan hizo caso omiso a sus argumentos, dejando en claro que de ninguna forma lo dejaría, fue imposible escapar al sabio juicio de su madre, ella de antemano previó que terminaría encerrado en su habitación y no saldría de ahí durante todo el verano, lo que técnicamente era cierto, no gozaba de muchas amistades y las pocas que tenía ya habían hecho planes en los cuales no podía incluirse, a veces odiaba que su madre lo conociera tan bien, pero sobre todo que no pudiera oponerse a su voluntad.

Lo único que le consolaba en esos momentos era pensar en la cara que puso su otousan cuando su madre le propuso (lo obligó) a llevar a cabo dicha empresa, en cuanto a su padre, toda su vida giraba en torno a su trabajo y por ende a su querida compañía, misma que se remontaba a tres generaciones de Uchihas. Sasuke no tenía duda de que para su padre no había otra cosa más importante en este mundo, excepto claro, su madre. Él y su hermano pasaban automáticamente a un segundo plano. En el proyecto de vida de Uchiha Fugaku sus vástagos encuadraban como los herederos que llevarían a la Sociedad Uchiha a la cúspide del sistema financiero, convirtiendo a Uchiha Bank en uno de los bancos más prestigiados y con mayor número de clientes en el mundo.

A veces envidiaba a su aniki, el haber ido a estudiar a América fue una buena excusa para zafarse de las obligaciones que le acarreaba ser el primogénito de los Uchiha, a cambio él tenía que recibir los interminables sermones de su padre sobre el orgullo de llevar un apellido tan prestigiado y de cómo algún día Itachi y él serían los responsables de llevar a la Sociedad Uchiha al siguiente nivel, sea lo que fuera que eso significaba.

Suspiró cansino, ni los diálogos a todo volumen que salía de los audífonos plateados, ni las impactantes escenas de la película podía menguar por completo las manías de aquella molesta chica que le había tocado por compañera, la vio de reojo, en ese momento ella comenzó a tamborilear impaciente el borde del brazo del sillón con sus dedos — «"¡BASTA!"» exclamó mentalmente, ya había tenido suficiente, pasar una hora completa tolerando sus extraños tics nerviosos era insufrible para cualquiera, ¿es qué no podía mantenerse quieta ni por un minuto?, y justo ahora dejaba el tamborileo con los dedos, para pasar a morderse frenéticamente las uñas, una costumbre bastante desagradable a los ojos de Sasuke.

Sin poder soportar un minuto más la desagradable situación, decidió dar por terminado el innecesario suplicio, se quitó los audífonos y llevó a cabo la decisión más sensata que pudo haber tomado, llamar a una de las aeromozas.

- ¿Señorita…? – y tan rápido como formuló su llamado, se dirigió a donde él una guapa joven castaña de unos veinticinco años, llevaba el cabello diestramente recogido en una coleta baja, de menuda silueta, pero agradable semblante.

- ¿Si joven…? ¿en qué puedo servirlo? – le sonrió indulgente, éste no necesitó decirle nada para darse una idea del porqué de su llamado, incluso estando lejos, Ayame se percató del desquiciante comportamiento mostrado por la muchacha que para bien o para mal le tocara por acompañante.

- ¿Sería posible darme otro asiento? – espetó evidentemente molesto el atractivo muchacho de melena azabache, Hinata enrojeció al sentir la fugaz mirada disgustada de su compañero de asiento, en ese instante comprendió que la responsable directa de tal petición no era otro más que ella.

- Es imposible joven, tenemos cupo completo… – acentuó amable, con esa sonrisa que al igual que lo cordial de su trato, pareció ser parte característica de su personalidad.

-No importa si no es en primera clase, cualquier lugar estará bien – replicó en busca de una salida viable, no estaba dispuesto a tolerar a esa molesta chiquilla por doce horas más, suficiente le costó sobrellevarla los últimos 70 minutos.

- Gomenasai, demo no hay un solo asiento disponible en todo el avión… – expresó compasiva y el Uchiha se limitó a rodar los ojos con fastidio, tragándose todas las maldiciones que le venían a la cabeza, esto no podía estarle pasando, no a él, si viajaba en primera clase era precisamente para evitar ese tipo de inconvenientes, no iba a soportar todo el camino perturbado por una chiquilla maniaca – ¿si hay otra cosa en la que pueda servirle…?

-No…, eso es todo – cortó con sequedad, cerró pesadamente los parpados y se dispuso a seguir aguantando paciente lo que ya consideraba el karma de alguna vida pasada.

La sobrecargo hizo una leve reverencia y se alejó calmamente del lugar, Ayame no pudo evitar sentir un ligero sentimiento de culpa luego de echarles un último vistazo, la jovencita se mordía con mayor frenesí las uñas de sus manos y miraba amedrentada al chico, si bien éste mostraba un gesto de aparente indiferencia, en él pudo percibir natural intimidación hacia los demás, no tenía claro a qué se debía, pero él resaltaba fácilmente de entre todos los pasajeros, tal vez era lo altivo de su porte, su galante apariencia ó su fría actitud, fuese lo qué fuese, deseaba suerte a esa niña de orbes plateadas para poder controlar sus impulsos, entre todas las cualidades que pudo detectar en la naturaleza de aquel joven, una de ella no fue la paciencia.

Hinata se hundió en su asiento, ya no rezaba por bajar sana y salva de ese armatoste, sino todo lo contrarío, deseaba con todas sus fuerzas que el avión se estrellara para así no tener que enfrentar nuevamente la escalofriante mirada de ese chico, conocía bien esa mirada, pudo ver el desprecio reflejado en las oscuras profundidades de sus pupilas, un desprecio similar al que solía vislumbrar cada vez que estaba en la presencia de su padre.

- ¿Podrías dejar de hacer eso? – dijo de pronto el muchacho, Hinata se sobresaltó, mirándole titubeante, sin entender bien a qué se refería exactamente – de verdad, es un horrible habito… – y en ese instante Hinata lo comprendió, a él le molestaba la forma en la que ella se estaba mordiendo las uñas, costumbre que igualmente desagradaba a su padre y que precisamente había desarrollado por miedo a él, de alguna forma aquel desconocido se lo recordaba más de lo que quisiera.

- Go-gomen… – paró automáticamente, bajando avergonzada las hermosas perlas que tenía por ojos, enfocándolos en su regazo, se sentía fatal, ese viaje resultaría mucho, muchísimo peor de lo que se imaginó. Aprisionó sus manos, empuñándolas a la altura de su pecho, estaba incomoda, el saberse una molestia la abrumaba, sacudió la cabeza, comprendiendo que no había sido un buen comienzo entre dos personas que pasarían las próximas horas juntas, decidió aligerar la situación, al menos de esa forma evitaría que él volviese a mirarla de mala forma – et-etto… go-gomen ne yo… – se sintió tonta al darse cuenta de que el otro no prestaba mayor atención a sus palabras, suspiró derrotada, él se había puesto de nueva cuenta los audífonos y parecía concentrar su total interés en la película que era proyectada en una pequeña pantalla LCD que estaba instalada a su frente.

Lo miró de reojo por unos segundos, era evidente que trataba de ignorarla, ya no insistió en rendir sus disculpas, suspiró profundamente y se reclinó de nueva cuenta en su asiento, acongojada, cerró los parpados, trataba de no pensar en el fracaso de persona que era. Luego de un largo rato pudo tranquilizarse un poco y segura de que él no la escuchaba, comenzó a hablar consigo misma, con la confianza que se le tiene a un amigo entrañable, era una terapia de relajación que la ayudaba a sentirse mejor. Desde siempre había sido invisible a los demás, por mucho que trabajara al respecto, su timidez era excesiva y lo seguiría siendo sin importar qué hiciera para solucionar el problema, qué más le daba hablar sola, si de todas formas nadie iba a notar su existencia.

- Gomenasai, no quise causarte molestias… – y comenzó a recitar el discurso que le hubiera dado si él la hubiese escuchado y por supuesto, si su timidez se lo hubiera permitido – tal vez sea difícil de entender demo… me pongo muy ansiosa al subirme a un avión, de inmediato me entra el miedo, pienso en todas las personas que han muerto en accidentes aéreos y me pregunto si yo no seré una más de la estadística, es un miedo irracional, lo sé, demo, es algo que no puedo controlar, una vez que pongo un pie dentro del aeropuerto los nervios me dominan, comienzo a hacer cosas extrañas y a hablar sin parar como ahora, normalmente yo no soy así…

- ¿Haz intentado tomar pastillas para dormir?, son bastante efectivas si lo que quieres es no pensar en "todas las catástrofes aéreas que puedan existir…" – la voz de Hinata se esfumó de pronto, ¿la había estado escuchando?, el color le subió de golpe a las mejillas, genial, ahora pensaría que era una tonta ó peor, que estaba loca por confesarle todo aquello siendo un desconocido, incapaz de sostenerle la mirada, posó sus ojos en un punto vacío del piso, evitando a toda costa el contacto visual – y por cierto – agregó – según las estadísticas, existe muchas más posibilidades de que mueras en un accidente automovilístico a que mueras por el desplome de un avión…

- ¿En-entonces si escuchó? – expresó más temerosa que con duda, preguntándose ¿hacia cuándo tiempo estaba escuchándola?

- Por supuesto que escuche, desde que despegamos nos has hecho otra cosa que hablar y hablar, un loro sería un compañero mucho más silencioso… – recalcó sarcástico, hacía un buen rato que tenía ganas de decirle todo eso, si se había contenido, era porque no había encontrado la oportunidad.

- "¿Loro?" – ¿la había comparado con un pájaro parlante?, entendía perfectamente su disgusto, pero eso no le daba ningún derecho a ofenderla.

Su comentario le caló, sin embargo no se atrevió a decir nada, enrojeciendo nuevamente, pero esta vez por el coraje, se detestaba por ser tan débil y no ser capaz de defenderse, «"la vergüenza de los Hyuuga"» en realidad no encontró mejores palabras para describirse en esos momentos que las que su padre solía utilizar.

- ¿Hmp…? de haber sabido que con eso te quedarías callada, lo hubiese dicho desde el principio… – siguió burlándose con descaro, Hinata apartó el rostro de su vista, ocultándose tras los mechones de su sedoso cabello negro, humillada y sin saber qué responder – así que te quedaste muda después de todo, genial, nunca creí que el remedio sería tan sencillo – rabiosa consigo misma, Hinata se mordió el labio inferior, apretando con mediana fuerza sus manos, las que ahora aprisionaba fuertemente una contra la otra.

- Ba-baka – su voz a penas si se escuchó lo suficientemente fuerte como para que Sasuke se percatara de lo que había dicho.

- ¿Acaso eso fue un insulto? – enarcó una ceja sorprendido, no sabía si sentirse ofendido ó causarle gracia su reacción, ella temblaba como una hoja que estuviera a punto de llevarse el viento, no por la ira, sino por la vergüenza, algo que no pasó desapercibido al ojo bien entrenado de Sasuke, si de algo podía hacer jactancia, era de lo bien que se le daba analizar la conducta de los demás.

- Y-yo… – no supo qué responder, lo había dicho sin querer, cosa que achacó o a su desmesurado nerviosismo, no encontraba otra explicación razonable para ser tan descortés, incluso si él lo fue primero – y-yo… go-gomenasai… n-no quise de-decirlo en v-voz alta… – la otra ceja de Sasuke se unió a su igual, ¿qué clase de disculpa era esa? – lo… lo que intento decir es que…

- Ya no te disculpes, es desesperante tratar de seguirle la corriente a tus monosílabas… – le cortó fastidiado, preparándose para ignorarla nuevamente, objetivo que no pudo lograr.

- De-demo fui grosera y aunque tú también lo fuiste, eso no me da derecho a insultarte… – entre más intentaba redimirse, peor plantada quedaba al criterio ajeno.

- Ya te dije que no lo hagas – suspiró con cansancio, la miró detenidamente y entonces se le ocurrió una solución que sin duda los beneficiaría a ambos, sobre todo a él, que lo único que quería en esos momentos era llevar un viaje tranquilo – hagamos un trato, yo no vuelvo a insultarte, es más ni siquiera te dirigiré la palabra, a cambio te callas y te estás quieta el resto del viaje, ¿de acuerdo?

- ¿Yo…? – se quedó pensativa, librando una especie de lucha interna.

- No te quedaras quieta ¿cierto? – aseguró él con aire vencido, esa chica le resultó un verdadero dolor de muelas.

- Go-gomen ne… – murmuró avergonzada, terminando así por darle la razón a Sasuke, dejó escapar un nuevo suspiró, iba a ser un larguísimo viaje.

- ¿Cuando menos podrías intentarlo…?, sin jugar con tus manos, ni morderte las uñas…

- ¡Ha-hai! – acató rápidamente – supongo que puedo dejar de morderme las uñas…

- Ya es algo… – farfulló con los dientes apretados, tratando de dominarse.

- M-me llamó Hinata… Hyuuga Hinata… – ella hizo un nuevo intento por tratar de romper el hielo, algo que Sasuke no tomó muy a bien que digamos.

- No recuerdo haberte preguntado tu nombre… – antepuso cortante, haciéndola sentir mal de nueva cuenta con su arrogante actitud.

- . . . – la posibilidad de que una de las escotillas del avión se abriera y ella fuera succionada al vacío la contempló más que nunca ¡¿es que acaso nada podía salirle bien?!, ni siquiera algo tan simple como tratar de hacer las paces – go-gomen…

- Soy Uchiha Sasuke… – terminó por decirle con aire indiferente, no supo por qué fue amable, si de entrada esa chica le cayó mal, supuso que el semblante devastado de ella había influido en alguna medida.

Hinata alzó la mirada sorprendida, no esperaba recibir otra respuesta de su parte, en el fondo se alegró, no era un completo patán después de todo, la simple declarativa de él contribuyó a relajar el tenso ambiente de hacía unos momentos, respirándose por primera vez una armoniosa calma entre ellos, desde que el avión hubiera despegado.

Haciendo un esfuerzo casi sobrehumano, Hinata se calló y ya no dijo nada más, intentando no incomodar a Uchiha-san, pesarosa cerró los parpados, disponiéndose a tomar el consejo de su compañero y tratar de dormir por el resto del viaje, con todo y su buena disposición no pudo lograrlo, tenía los nervios a flor de piel y pese a todos sus esfuerzos no pudo dominarse como tanto lo deseaba, y vaya que se lo propuso, pero no podía dejar de pensar en una y mil tonterías sin sentido.

Tal como se lo prometió, Sasuke se dispuso a no dirigir la palabra y de súbito, el molesto loro se había quedado callado, esperó unos minutos, nada, el silencio fue absoluto, sabía que debía sentirse aliviado, pero no por eso dejó de sentir curiosidad y hasta inquietud por el repentino cambio de actitud de su compañera de asiento, decidió cerciorarse, al verla tan relajada, pensó que al fin se había quedado dormida y creyendo era verdad, se atrevió a observarla con detenimiento.

Debía admitir que la chica era agraciada, incluso le pareció bonita pese a su extraña conducta, de elegantes rasgos, tenía el rostro ovalado, dividido por una pequeña y recta nariz, que a su vez era enmarcada por unas simétricas cejas bien delineadas, cuyo color negro, igual al de su largo cabello, contrastaba con el pálido tono nacarado de su piel, «"como una muñeca de porcelana"» pensó Sasuke, era una lástima que una joven así de hermosa tuviera una personalidad tan… desquiciante, aunque por primera vez en su vocabulario "desquiciante" no significaba el hecho de saltarle encima como una fiera en celo, insinuándosele a todas luces sin mostrar un mínimo de dignidad, como ocurría con la mayoría de las chicas que asistían a su preparatoria en su pseudo club de admiradoras, algo que hasta la fecha le parecía una soberana estupidez.

Desde sus tiernas memorias del jardín de infantes, podía recordar el acoso sufrido a causa de aquellas fieras del sexo opuesto, quienes también desde entonces no habían dejado de perseguirlo. Por más cortante y grosero que intentó ser para alejarlas, no pudo obtener los resultados deseados, al contrario, causaba un mayor furor entre esas féminas dementes.

Sin embargo no podía confiar en que esa chica fuera distinta de las demás, apenas si había cruzado un par de palabras para saber sus verdaderas intenciones, lo mejor sería no crear ninguna clase de confianza y así evitaría futuros disgustos, el hilo de sus pensamientos fue detenido abrupto, Hinata hizo de nueva cuenta algo inesperado, un sollozo ahogado escapó a sus labios y las lagrimas brotaron de la nada, corriendo libremente por sus mejillas que se habían sonrosado un poco.

- ¿Te… te encuentras bien? – preguntó asustado ante la inquietante reacción, Hinata hizo un leve ademán afirmativo con la cabeza, pero las lagrimas no cesaron – llamaré a la sobrecargo…

- N-no… no lo hagas, es-estoy bien… – a decir de Sasuke, le parecía todo lo contrario – y-yo sólo estoy asustada – admitió avergonzada – su-sufro de vértigo a las alturas y saber que estoy a más de treinta y cinco mil pies de altura no ayuda… – forzó una sonrisa, pero se escuchaba notoriamente aterrada.

- Ya veo… – murmuró meditabundo, eso explicaba su actitud. Nunca entendería el impulso que lo llevó a hacer lo que hizo, sin pensarlo, tomó su mano temblorosa entre la suya, Hinata se sonrojó al sentir el cálido contacto y lo miró evidentemente desconcertada – no ganas nada preocupándote, trata de tranquilizarte y pon tu mente en blanco… ¿sabes que me ayuda a sentirme mejor cuando estoy ansioso? – la muchacha hizo que no con la cabeza, confundida por el repentino cambio de actitud de su acompañante.

Del bolsillo de su pantalón Sasuke sacó un Iphone, Hinata se sorprendió, ella también tenía uno, el que por cierto, en un descuido había dejado en su bolso, dentro de una de las maletas que ahora viajaba en la bodega de carga, en la pantalla táctil Sasuke ajustó algunas funciones y una vez completadas volvió a dirigirse a ella

- Ponte esto en el oído – le pasó uno de los audífonos, dudosa, aceptó el ofrecimiento – centra tu atención en la música y no pienses en otra cosa – ella obedeció y puso todo su empeño en concentrarse en el sonido que salía del pequeño auricular, para su sorpresa, resultó ser una canción que le encantaba, idolatraba a ese grupo de rock, de alguna forma las letras de sus canciones lograban describir a la perfección sus sentimientos.

Sasuke observó detenidamente su reacción, no pasó por alto la sonrisa que se había curvado en los labios cereza de ella, involuntaria, comenzó a hacer suaves movimientos con la cabeza, siguiendo el ritmo de la música, tarareando inconscientemente la letra.

- Es mi grupo favorito – admitió ella, regalándole una sonrisa tan encantadora, que deslumbró a Sasuke por un segundo, no dijo nada, ciertamente lo sorprendió, ese también era su grupo favorito, al menos ya tenían algo en común, imaginó que el viaje iba a ser más llevadero a partir de ahora – arigatou – murmuró agradecida, antes de centrar su entera atención en la música.

- No hay de qué – se puso igualmente un auricular en el oído opuesto al de ella y cerró los ojos para ahora si tratar de ignorarla, finalmente podría descansar el resto del viaje.

Hinata no tardó en perderse en las intrincadas letras de las canciones, olvidando por completo el lugar en el qué se encontraba e incluso los motivos que la habían llevado ahí. Alrededor de una hora después yacía felizmente dormida, cosa que Sasuke advirtió al sentir el peso extra sobre su hombro, molesto, abrió los ojos, creyendo que las manías de aquella chica volvían a las andadas, pero no, la encontró recostada sobre su hombro, inmersa en un profundo sueño.

No se atrevió a despertarla, temeroso de que regresara al estado neurótico de hacía unos minutos. La misma azafata que los atendiera horas atrás estuvo observado disimuladamente las peripecias de aquel par, pese a las manías de la muchacha pelinegra, su compañero logró calmarla, tuvo el leve presentimiento de que aquello solo presagiaba lo que sería el inicio de algún tipo de interesante relación. Cuando vio cómo la joven se desplomaba sobre el hombro del muchacho, supo lo que debía hacer, fue por una manta y se acercó al par de chicos, arropando cuidadosamente a la joven.

- Parece que por fin se tranquilizo… – sonrió con dulzura a la durmiente – es frecuente ver a personas con fobia a volar, suele ser molesto para sus acompañantes, pero veo que usted supo manejarlo muy bien.

- No me quedó de otra, era eso ó seguir soportando el resto del viaje sus arranques de ansiedad – espetó el Uchiha indiferente.

- Es una niña muy hermosa… – acotó Ayame al separarse, con la doble intención de sembrar el interés en aquel joven.

- Podrá ser bonita, pero es demasiado extraña… – dijo convencido el moreno, sin saber en qué momento se convirtió en una conversación.

- No debería de juzgar a un libro por su cubierta, las mejores cosas de la vida vienen en los envoltorios más extraños – su semblante adoptó un aire enigmático, le vio perspicaz, como si de antemano supiera lo que el futuro depararía a esos chicos.

- En realidad no es algo que me incumba, después de todo dudo que vuelva verla…

- Los caminos del destino son misteriosos, uno nunca sabe en qué dirección nos puedan llevar – dijo como último recurso, para posteriormente despedirse con una reverencia, ya que otro de los pasajeros le llamaba.

Sasuke agradeció sus atenciones inclinando levemente la cabeza, no entendía a qué había venido tan inusual conversación, no quiso dar más importancia al asunto, después de todo qué podía saber esa azafata a quien ni siquiera conocía. Se reclinó en el asiento sin dar importancia al pegote que tenía sobre el hombro, rió internamente ante la simple idea de que entre Hinata (así era como le había dicho que se llamaba) y él pudiera haber algo, el simple pensamiento era inverosímil, no obstante, debía admitir que de alguna forma comenzaba a agradarle la chiquilla, no quiso ahondar mucho en el tema, dejándose vencer lentamente por el sueño que el hastío de la travesía traía consigo.

Cuando Ayame se volvió nuevamente para verlos, no pudo evitar sonreír satisfecha, al igual que lo hiciera la morena minutos atrás, el muchacho se había quedado profundamente dormido, era una escena encantadora, por un lado ella recostada en el hombro de él, mientras que la cabeza de éste se apoyaba en la de ella, nunca se equivocaba en sus corazonadas, y tenía claro que ésta no sería la excepción, ya fuera bueno ó malo, el invisible hilo de destino había unido sus caminos.

Continuará…


(Dudas, sugerencias, felicitaciones y jitomatazos, favor de dejarlos en un review, gracias -o-)

NOTA FINAL DE SALEM:

Ahora entienden a lo que me refería con las personalidades OCC XD, hasta aquí lo dejo por hoy, por lo pronto trataré de concentrarme para que las ideas vuelvan a mí y pueda actualizar mi otra historia, en la que he de confesar, estoy trabada a la mitad del próximo capitulo XD, pero no desesperéis los que la siguen, ya se me ocurrirá algo (espero o-ó), en fin, ojala que les haya gustado el primer capitulo de ésta historia y si no ya qué XD, nos leemos en 15 días más o menos, hasta la próxima actualización…