PLEASE READ THIS!
Antes de que comiencen a Leer el fic:
Como saben, Vocaloid le pertenece a Yamaha y a otro grupo de japoneses súper suertudos.
En éste fic Len NO morirá
Sí, en este fic habrá MeikoxKaito
No habrá LenxRin porque esa pareja de plano no me sale… o bueno, tratare de poner medio twincest, pero no esperen mucho. ¿Ok?
Sí, este fic está oficialmente inspirado en la Saga Evil
Sí, trataré de que esto sea una comedia
Y por último: Sí, este fic tiene MUCHOS personajes agregados.
Siguen sin imaginar siquiera el final, mwajaja…
________________________________¡Its War, My Friends!
Capitulo Tres:
Una Orden, Tristeza y Desenfreno
La princesa Rin tomó otro bocado del guisado delicioso (del cual acababa de decir que era un asco, para desesperación de Luka), y aunque tuviera la boca medio llena, no le importó para decir:
-Y bien, Gakupo, ¿Se hizo lo que pedí?-
El pobre mayordomo observaba asqueado los modales de ingestión reales, pero decidió no hacer ningún comentario por temor a ser decapitado al día siguiente.
-Pero… pero… - tomó aire -sí, pero no me parece apropiado, su alteza.-
-Me vale un churro, di orden de quemar cierta tumba y espero que lo hayan hecho.-
-Si, princesa Rin, sí se hizo.-
-Esplendido… jiji…- musitó para sí Rin, con una sonrisita perversa, tomando otro bocado. –Esto le encantará a esa % plebeya…-
Mientras tanto, en las cocinas…
-¡CUATRO HORAS PREPARANDO ESE % GUISADO!- exclamó Luka, lanzando una olla al piso.
Teto suspiró resignada. Ya estaba acostumbrada a ese teleteatro de siempre.
-… ¡¿Y PARA QUÉ?! ¿Qué Dice? "Ash, ósea, asqueroso"- continuó Luka – ¡ASQUEROSO UN %!-
-¡Hola, señoritas!- saludó el rey de los shotas… perdón, Len, entrando a la cocina. Entonces, Luka y Teto recordaron una razón por las que debían reclamarle.
-¡Len, VOY A MATARTE!- exclamó Luka, sosteniendo al rubio por el cuello de la camisa. Ya de por si no estaba de buen humor, y recordando sus razones ahora estaba furiosa.
-Lufha, no seafh tan impulsiva, pofh avo!- (Traducción: Luka, no seas tan impulsiva, por favor) protestó Teto, antes de tragar la baguette que tenía en la boca, intentando salvar la vida del pobre sirviente.
Por fin se había dado cuenta de que es mejor hablar con la boca vacía.
-¡Pero Teto! ¡Éste idiota nos hecho a perder la idea!- exclamó Luka-
-¡Pero… yo no sabía nada!- protestó Len, asustado. El pobre ni estaba enterado de que Teto y Luka querían reunir a Haku y a Gakupo, y como iba a saberlo, pobre, si en primera no le interesaba, y en segunda, las muy transas ni siquiera le habían dicho. Y en tercera, en tiempos de guerra normalmente nadie piensa en reunir a dos fulanos, ¿oh si? Bueno… Lallen lo haría, pero… Lallen es Lallen y éste es un fic.
-Mmm… pero aun así, de no ser por ti los habríamos podido reunir.- reflexionó Teto en voz alta.
-¡¡Eres un idiota un idiota un idiota un idiotaaaaaa!!- exclamaba Luka, sacudiendo al pobre sirviente.
-Pero… pero…- balbuceaba Len, sin entender gran cosa.
-¡Hora de la cena para nosotros!- exclamó Gakupo, entrando sorpresivamente a la cocina, y disimulando que estaba sintiéndose pésimo por haber dado una orden tan atroz hacia un tiempo.
"Hablando del rey de Roma…" pensaron todos al unísono. Excepto Gakupo, claro, él no sabía que estaban hablando de él. Y de cualquier forma, si alguien habla de si mismo, nunca dirá "Hablando del rey de Roma" en medio de una frase, ¿oh si?
Luka soltó a Len y se encaminó al comedor. Teto la siguió, pensando algún plan para reunir a Gakupo y Haku… uno que sí sirviera.
Y se le ocurrió uno.
Cuando paso junto a el, le guiñó un ojo a Gakupo. Este la miró extrañado, pensando "de tanto comer ya comienza a enloquecer", y cuando pasó Len, lo sostuvo del brazo.
–¿Y Haku?- Pregunto, extrañado ante la ausencia de ésta ultima.
-¿Haku? Quien sabe, desde que habló contigo no ha aparecido.- respondió Len, encogiéndose de hombros, soltándose de Gakupo y siguiendo a Teto.
Gakupo se quedó unos minutos inmóvil.
Caminó hacia las habitaciones de la servidumbre, no muy seguro de encontrarla, pero con algunas esperanzas. Después de todo, aun tenían un asunto pendiente…
Mientras tanto, en el campamento enemigo…
El glorioso, inteligente y sabio príncipe (estoy siendo MUY sarcástica) estaba concentrado, sentado en un diván, observando fijamente un helado sobre la mesa.
¿Qué rayos? Se preguntarán ustedes.
Bien, lo que pasaba por la cabeza del príncipe era lo siguiente:
"Veamos… si soy capaz de NO comerme ese helado por ella, quiere decir que, efectivamente, si me estoy enamorando, y mucho"
El ejercicio consistía en imaginar que si comía aunque fuera solo un poco de ese helado, le pasaría algo malo a Meiko. Si le valía un vil churro y aun así devoraba el helado, sus sentimientos no estaban del todo claros. En cambio, si era capaz de resistirse a la magnética atracción del delicioso helado…
Que era de chocolate y cuyo aroma podía sentir…
-¡Kaito! ¿Qué haces?- interrumpió Ted, entrando sorpresivamente a la tienda de campaña. Como ven, en ese campamento todos entran a todas partes como Juan por su casa. ¿Cual Juan? No sé.
-¡¿Eh?!- exclamó Kaito, con un susto del tamaño de Rusia.
Sin querer, con un falso movimiento hizo que un jarrón en una mesita de noche cercana cayera al piso, chocara con una cuchara misteriosamente tirada, que salió volando hasta un adorno del techo, que cayo con un golpe sordo… justo encima del helado.
(Como amo cuando pasan ese tipo de cosas en las películas.)
Por lo tanto, Kaito no pudo comérselo ni aunque hubiese querido.
A Kaito se le iluminaron los ojos. – ¡SÍ! ¡ESTOY ENAMORADO! ¡NO ME COMÍ EL HELADO!-
Ted lo miró con cara de "Muy bien, este tipo ya enloqueció (más)"
Kaito corrió hacia Ted, lo tomó de los hombros y comenzó a zarandearlo. –¡Mi corazón late de nuevo! ¡Estoy enamorado otra vez!-
-¿A…jha… y eso se supone que debería importarme?-
-¡Estoy enamorado otra vez! ¡Esto es fantástico!- juntó sus manos, y apareció tras de él un fondo lleno de corazoncitos, y con los ojos brillosos comenzó: -¡Le compraré flores, chocolates, joyas, de todo! ¡Volveré a sentir esa adorable calidez otra vez! ¡Tendré a alguien a quien abrazar en la noche!-
-Er…- musitó Ted, sin saber muy bien como sacarlo del trance.
-¡Volveré a sentir lo mismo que con Miku!-
-Er…-
-¡Le compraré muchas flores! ¡La besaré bajo un muérdago! ¡La consolaré si llora!...
Dos horas después…
-¡Ted! ¡Estoy enamorado! ¡Muy enamorado!-
-¿Ya terminaste?- preguntó Ted, comiendo palomitas, sentado sobre un sillón mientras Kaito se había aventado todo el discurso.
-¡Sí! Ahora… solo debo… solo deb…- y Kaito se quedo callado. Uy…
-¿Mh? ¿Te pasa algo?- preguntó Ted.
-Oh… rayos, ¿Cómo voy a decírselo?-
-…Pues mientras lo piensas, yo venia a decirte que… mmmh… vaya, creo que lo olvide, por estar escuchando tus estupideces. Pero, una cosa; ¿Tan fácil acabas de olvidar a Miku?-
Reacción siguiente: Kaito se puso todo muinoso en un rincón sombrío, muy al estilo Tamaki, con todo y setas.
-…olvida que dije eso.-
-¡Eeeeeeehhh!- todo el efecto vuelve a desaparecer. – ¡Estoy Enamorado! ¡Estoy enamorado!-
Al mismo instante, mientras Kaito seguía divagando como un vil drogado, Gakupo buscaba y buscaba y rebuscaba y volvía a buscar a Haku, sin encontrarla. Por lo tanto, regresó al comedor, y al darse cuenta de que ya todos habían terminado, fue por los pasillos a regresar a su búsqueda de Haku… pero en el balcón de la princesa algo le llamo la atención y se quedo observando con curiosidad (estando perfectamente consciente de que si lo cachaban podía ser peligroso).
La princesa estaba sentada en su sillita fina de esas que jamás podremos comprar, de siempre, y su fiel sirviente estaba con una bandeja de te, acababa de llegar ahí unos segundos antes. Eso Gakupo podía apostarlo.
Len sirvió con cuidado el té, mientras Rin lo observaba atentamente. Pronto, el pobre tipo ignorante de las cosas que pasaban por la mente de la princesa, sonrió con esa cara que ponen los sirvientes crédulos, amables, pacientes y tolerantes (muy al estilo Wilhelm, de Ludwig Revolution, o… ehm… ¿Existe un sirviente además de el que pueda poner esa cara?), y le preguntó:
-¿Qué sucede, señorita Rin?-
Ella cambio su expresión pensativa a una de aristocrática ofendida. – ¿Mh? ¿Debería sucederme algo, Len?- esto dicho con la voz que usan los nobles que significa "Inútil, eso que te importa".
-No, señorita, solo noté su expresión algo reflexiva.-
Gakupo tuvo un signo de interrogación sobre la cabeza.
Rin se quedo callada. No quería admitirlo, pero durante un minuto se descubrió a si misma mirando al sirviente con ojos distintos. –Len…- comenzó.
-¿Si, señorita?-
-Eres mi sirviente más leal. Yo diría mas, eres como un amigo para mí.-
El signo de interrogación en la cabeza de Gakupo se volvió aun más grande.
Len simplemente se inclino respetuosamente, disimulando un leve sonrojo.
-Gracias, su alteza.-
-…asesinaste a Miku por mi. Eso fue muy leal.-
Len sintió un vacio en el estomago. Pero no lo demostró, solo sonrió. –Si, sus deseos son órdenes.-
(Con eso sólo puedo pensar: "Esclavo, de la hija del mal, esclavo soooooy")
-Pues… quiero pedirte un graaaaan favor.-
-¿Si? ¿Cual?-
La princesa lo tomó del cuello de la camisa, lo acercó y le susurró: -Compra una aplanadora, sin que nadie se entere, y ponla en el calabozo num. 1234 ¿Sale?-
Gakupo no alcanzo a oír, pero vio todo con los ojos abiertos como platos.
¿La princesa estaba seduciendo un sirviente?
Ese té debía tener algo raro. Muy, muy raro.
Len se quedo con cara de "¿?", pero asintió con la cabeza. –Si, princesa.-
-Gracias, Len bonito.- y le da un beso en la mejilla, logrando que el sirviente se sonroje.
Rin y Len se miraron, ella con una expresión como de estar planeando algo, y el con una expresión confundida.
Pero, por un impulso invisible ambos se inclinaron, a punto de besarse tiernamente, sin saber muy bien que rayos estaban haciendo. Se olvidaron completamente del universo a su alrededor, de sus posiciones sociales, tal vez incluso de sus nombres, edades etc etc etc..
(Escuchamos los gritos desaforados de las fans del Twincest)
Ahí es cuando Gakupo irrumpe haciéndose el que acababa de llegar
-¡Princesa Rin! ¡Parece que hay movimiento de las tropas enemigas!-
-Ah…- Rin lo observó con ojos de "…dame una razón para no matarte"
-Er…- comenzó Len, medio nervioso.- ¡Debo irme! ¡Adiós!- y salió disparado.
Mientras, Gakupo seguía observando a la princesa, impresionado. –Su alteza…-
-¿Qué? ¿Algún problema?-
-No debería estar seduciendo a la servidumbre.-
-Vete al diablo.- y se levanto, muy ofendida, para retirarse a su habitación, comprendiendo de inmediato que su mayordomo había inventado lo del movimiento enemigo (de cualquier forma, ella tenia su telescopio).
Mientras tanto…
Ted y Kaito, sentados frente a un enorme plano, discutían.
Kaito llevaba en las manos dos flores, y Ted tenia cara de "¿Cómo rayos termine aquí?".
-¡Ted! ¿Cuales son más bonitas? ¿Las rojas o las azules?-
-Eh…-
-¡Las rojas! ¡Le quedan mejor!-
-Kaito…-
-¡Pero! ¡El azul es mi color! ¿Cual podría simbolizar más nuestra unión?-
-Ella ni siquiera te ha hablado amorosamente.-
-¡Lo hará! ¡Haré todo por que lo haga!-
Ted se quedo callado por un minuto, pensando en algo mucho más importante que flores.
Finalmente optó por decírselo a Kaito, aunque no entendiera -¿Y lo de las espadas? ¿Dónde las conseguiremos?-
Kaito lo miró extrañado. – ¿Espadas? ¿Qué espadas?-
Gotota de sudor en la frente de Ted. –Las que usaran nuestros soldados para vengarse de Rin.-
-Aaaah… mmmh…- se quedó pensando. –Podemos pedir un préstamo al reino vecino.-
-Si, genial idea, pedirle espadas a Rin para luego ir y darle matarile. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?- preguntó Ted sarcásticamente.
-Bueno… ya se nos ocurrirá algo. Mientras tanto…- fondo de corazoncitos y brillitos –El profundo amor que siento por Meiko me hará triunfar aunque sea un idiota respecto a lo militar…-
-Bueno, tan siquiera lo admites…-
Entonces, interrumpiendo la conversación, entró a la tienda de campaña…. (Música de suspenso) ¡Haku! Vestida con una capa negra. – ¡Noticias!-
-¿Cuales?- preguntó Ted, mientras Kaito seguía echando corazoncitos.
La mirada de Haku se ensombreció. –Muy malas, para Meiko.-
Kaito salió del trance y se puso serio (¡Oooooooh!). – ¿Qué? ¿Qué sucedió?-
-Pues… la princesa Rin mando quemar la tumba de su esposo. Destruyó la lapida y ni idea de que hizo con el cadáver, además de quemarlo.-
Ted y Kaito se quedaron con los ojos abiertos de par en par – ¿Enserio?-
Haku los miró fastidiada –No, vine caminando no sé cuantos kilómetros a contarles mentiras. ¡SÍ, ENSERIO!-
-¡Rayos, si Meiko se deprime, en esta guerra no triunfaremos jamás!- se lamentó Ted, imaginando la horrible perspectiva de tener que dirigir todo el mismo.
-… ¿Y ella donde esta?- pregunto Haku.
-Dormida luego de pasar tres horas organizando nuestro ejercito y aclarándoles a todos que no le hicieran caso a Kaito…- mirando con rencor al príncipe, que disimuló jugueteando con sus dedos y silbando –…con su paranoia de "¡YA NO HAY HELADO! ¡VAMOS A MORIR!"-
-Ah. Descanso bien merecido, pues.- observó Haku.
Entonces, las cortinas que servían de puerta de la tienda de campaña se abrieron bruscamente y la dama vestida de rojo entro con aspecto serio, como siempre.
Kaito la observó con temor, y luego observó a Ted, y a Haku, que también lo observaban a él.
¿Quien le decía?
Meiko los observo a los tres extrañada. –¿Pasó algo?-
Finalmente, Haku y Kaito, como coordinados, observaron fijamente a Ted, que comprendió que ni modo, él le decía.
Se acercó a Meiko con temor.- Tengo… una mala noticia.-
-¿Qué? ¿Cual?- preguntó ésta.
Ted le puso una mano en el hombro. –Rin… mandó quemar la tumba de tu esposo.-
Meiko se quedo quieta, con los ojos abiertos como platos.
Kaito y Haku la miraron preocupados. Entonces ella dio un grito y se largo corriendo a su casa de campaña, encerrándose en ella.
-Pobrecita…- comentó Kaito, viendo esto, que como ven había dejado toda su cursiedad atrás por algún milagro de la santa papich.
-Deberías ir a consolarla.- sugirió Ted.
-Es que…- y entendió a lo que Ted se refería –¡No! ¡No voy a aprovecharme de la situación!-
- Pues si no aprovechas esta ocasión… sonará muy aprovechado, pero….- comenzó Ted, disimuladamente.
-No te estarás aprovechando a menos de que hagas algo aprovechado, ella solo necesita hablar con alguien, aunque sea un palurdo como tu.- dijo Haku, levantando las cejas.
Aunque no le agradó eso de "palurdo" Kaito asintió con la cabeza, no muy convencido y se dirigió a la tienda de campaña casi de puntitas. De todos modos, no sabía que quería decir "palurdo". Llegó ante la tienda de campaña y entró con cuidado.
No, Meiko no se salvo de la pregunta más obvia y de cliché existente:
-¿Meiko? ¿Estás bien?- Kaito se acercó muy sigilosamente a la chica, que estaba sentada en un rincón de la habitación, abrazando sus piernas.
-No, no estoy bien.- contestó esta, con la voz a punto de quebrarse. No había soportado mas tener que estar siempre calmada y con ese carácter tan frio mientras que por dentro no había parado de llorar. –Así que déjame sola.-
Kaito se acercó a ella, sin saber muy bien que hacer. Pero no podía dejarla así nada mas. –Lo… lo siento mucho.-
-No te preocupes, no es tu culpa… por favor, vete.-
-No entiendo que pretende la princesa al hacer algo así… no puedo creer que mandara quemar la tumba de tu esp....-
-¡¿QUÉ PARTE DE "VETE" NO ENTIENDES?!- grito Meiko, enojada.
Se instalo un instante de silencio muy pesado. Kaito se sentó a su lado, y prefirió quedarse callado (sabia decisión).
Pasó otro largo rato. Meiko se veía desesperada, y se oía desesperada. Le pidió varias veces mas que se fuera, pero Kaito, aunque temía de de pronto la mujer tomara un jarrón, botella, vaso o lo que fuera y se lo estampara en la cabeza, prefirió escuchar a su instinto que le indicaba que se quedara.
Finalmente, Meiko dejo de pedirle que se largara, y se relajó un poco. Kaito aun no sabía muy bien como actuar. Hasta ese momento, el muy baboso no se había dado cuenta de lo distinta que era Meiko a Miku (respecto al carácter), y tenía la impresión de que Meiko sollozando desesperada era un poco más peligrosa que Miku llorando a mares.
Bueno… si había ido a hablar, mas valía empezar ya. Eso si, con tacto.
-Tú…- comenzó Kaito –tú nunca hablas de él.-
-¿Qué?-
-De tu esposo, nunca lo mencionas.-
Meiko suspiró con tristeza y bajó la mirada. –Es que recordarlo es muy difícil para mí. Nada me duele más. Yo… yo lo quería mucho, no te imaginas como. Bueno… si, si puedes imaginarlo. Lo ame tanto como tú amaste a Miku.-
Kaito sintió un par de lágrimas almacenándose en sus ojos al recordar esa sonrisita tierna, pero no rompió en llanto. Milagro, dirán ustedes. –Ahora te entiendo.-
-Solo que… bueno, el y yo estuvimos casados por 3 años y…- sonrió levemente- Teníamos planes… para el próximo año planeábamos tener un hijo… mudarnos muy lejos…- Comenzó a llorar, se le quebró la voz.- Tan solo de pensar que hace menos de dos meses estábamos los dos hablando de eso, seguros de que… estaríamos por siempre juntos…- y dejo de hablar para dedicarse completamente a llorar.
Ya no le importo si Kaito estaba presente mientras lloraba, mientras se desahogaba de toda la tristeza que traía dentro. Pues desde que él había muerto, no se había dado ni cinco minutos para llorar, había de inmediato tomado en mano la venganza, convenciéndose de que no debía romper en llanto… pero…
Entonces, se dio cuenta de que algo había cambiado. – ¿Qué… haces?- preguntó.
No se dio cuenta en que momento sucedió, pero estaba ahí, entre sus brazos. Y no quería alejarlo.
-Llora lo que quieras. No reprimas lo que sientes, estamos solos.-le susurro Kaito, al notarla desconcertada. Ni siquiera el estaba seguro de por que lo había hecho, pero al verla tan desconsolada había tenido ese impulso.
Una de dos: O dentro de cinco segundos iríamos a llorar a su tumba luego de ser asesinado a botellazos, o la maniobra aprovechada de Ted SI tenia éxito.
-Kaito…-
-Me he dado cuenta de algo.- bueno, si ese era un buen momento, mejor aprovecharlo. –De que… Meiko, yo te amo.-
Meiko se quedo de una pieza. ¿Amarla, él?
Se olvido de todo el asunto anterior solo por la impresión. Y en su cabeza se dio cuenta de que había miles y miles de preguntas que se formaban cada cinco segundos y comenzaban a correr frenéticamente.
¿Por qué?
¿Por qué no sentía ganas de oponerse a su abrazo?
¿Por qué no lo detuvo cuando los labios del príncipe se posaron suavemente en los suyos?
¿Acaso… ella sentía lo mismo por el?
Finalmente se hartó de pensar. Si, tal vez era eso. Pero no importaba. Estaba cansada de razonar, y solo quería olvidarse del mundo. Del mundo y sus sufrimientos.
Cerró los ojos y lo rodeo con sus brazos. Entreabrió los labios, se abandonó a sus brazos…
Que la levantaron suavemente conduciéndola hacia la cama.
Genial. Ahora la estaba besando un idiota. Y parecía estar enamorada del idiota.
Y Kaito estaba un poco confundido. Había tenido como idea ser un poco menos impulsivo, pero simplemente no podía resistirlo. Ahora, que no encontraba nada de resistencia mientras que estaba convencido de que de hacer eso saldría lesionado, no podía pensar con claridad.
¿Y qué?
Fin Del Capitulo…………………………………………………………………………………………………….
Atte: Lallen
Pd: Me deje vencer por el KaiMei. ¡Ahora puedo ser feliz jajaja!
Segunda Pd: ¡No tengo perdón por haberlos hecho esperar así, gomenasai!