Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, yo solo pongo la trama. ^.^
Epilogo
Edward Cullen.
Y entonces, pasó…
-¡Maldita, perra! –rugió Bella, lanzando un derechazo con todas las fuerzas que tenía en su pequeño y frágil cuerpecito (que ya no siento que sea tan frágil) directo a su pálida y muy retocada mejilla.
Tanya se desplomó en el piso; su mejilla se empezó a tornar roja, lista para dar paso a un gran y marcado moretón, pues cuando Bella conectó su puño contra su mejilla se escuchó un gran pum por la fuerza. Jamás me hubiese imaginado que Bella pudiese hacer eso, siempre la vi tan dulce e inocente, pero no lo es del todo.
-Bella… -susurré, entre alegría y asombro.
-No quería que te tocara –susurró con una mirada tan inocente que si no hubiese visto lo que ocurrió hace unos momentos me creería que mi pequeña no podía lastimar ni a una boba mosca, pero ahora sabía que no era de un material tan fino como el cristal.
"Perra maldita…"escuché como Tanya murmuraba en su mente, sabía lo que vendría después, tan predecible como una película de miedo: ella se intentó levantar para vengarse de lo que Bella le había hecho.
-No lo harás –escuché el rugido de una vocecita dulce.
Alice. ¿Cuándo había llegado? ¿Yo qué putas voy a saber? ¿He dicho lo mucho que adoro a esa chiquilla? Pues la adoro como si fuese mi propia hermana. Agarró a Tanya y la arrastró fuera de la casa a la fuerza, impidiéndole que hiciera algo indebido que seguro y luego lamentaría porque yo no me quedaría de brazos cruzados, nunca le haría daño a una dama, pero Tanya no es una dama.
-¡Que perra! ¿No te dije que era una perra, Bella? –preguntó mirando con odio el camino por el que había tenido que sacar a Tanya por los pelos.
-Sí, Alice, tú siempre tienes la razón –dijo Bella, resignada a la verdad sobre Alice, una solitaria lágrima cayó por su mejilla.
Silencio.
Eso fue lo único que oí luego de que la pequeña gotita de agua salina terminase su tortuoso recorrido por la cara de Bella. Volteé a ver diferentes lados, pero sólo estábamos Bella, Alice y yo en la casa.
-Su amigo igual se fue –susurré, más para mí que para ellas.
-Sí, se fue luego de notar la mierda que es Tanya –susurró Bella con asco en el tono de voz.
Los pensamientos de Alice me llegaban con una pequeña frecuencia, eran visibles para mis oídos, los podía escuchar perfectamente retumbando en mi cabeza. "Perra, perra, perra… has lastimado a Bella, no te lo perdonare jamás".
Una segunda voz apareció detrás de la puerta.
"¿Quién era a la que mi pequeña sacó a rastras?" Su voz era algo texana y masculina.
-¿Alice? –llamó en el marco de la puerta, asomando sus rubios cabellos.
-¡Jazz! ¡Perdón! –dijo la pequeña enana, sonrojándose-. Tuve que… uhmm…
-Lo vi, Alice –dijo, riéndose.
Ella bajo la cabeza, con tristeza o algo parecido. Bella la miraba con interés, pasando su mirada de ella al aludido.
"¿Y ahora?" Se preguntó Alice, una y otra vez.
-Alice… ¿qué pasa? –preguntó Bella.
-¿Estas enojado ó algo así? –preguntó Alice, ignorando su pregunta. Sólo podía mirarlos a todos con confusión.
-Claro que no, amor –dijo el texano, riéndose-. Fue, de hecho, muy divertido y asombros, me atrevo a decir.
Se acercó a Alice, que ya estaba, como siempre, feliz y la abrazó con fuerza.
-¿Novios? –le pregunté a Bella mientras los miraba, mientras la abrazaba por la cintura.
-Seguro que sí –dijo con una risita, levantándose de puntitas y acercándose a mi mejilla para darme un beso, pero moví el rostro para que mis mejillas se volvieran mis labios, así que sus labios terminaron rozando los míos.
-¿Desde cuándo eres tan ruda? –le pregunté cuando nos separamos.
Ella soltó una risita y se encogió de hombros.
-Simplemente tenía mucha ira contenida contra ella –hizo una mueca de tristeza-, no puedo creer que por todo este tiempo siempre hubiese sido así y nunca lo hubiese notado. Es algo muy tonto ¿no crees?
La miré por un fugaz momento, intentando descubrir que pasaba por su mente. Pero nada, no podía leer su mente y sus muecas no eran tan transparentes, es total y completamente un libro cerrado. Uno que yo me moría por leer.
-No te culpes –le sonreí-. Tampoco es que pudieras darte cuenta muy fácil, porque sabía fingir muy bien contigo –le sobe el hombro, acercándola más a mí.
-Supongo. –Arrugó la nariz, algo que me pareció infantil y divertido, y como que me gustó.
-Sí, Bella, la verdad, yo no te culpo a ti… por el momento –dijo Alice con una sonrisa enorme.
-Gracias, Al –le dijo Bella, con sarcasmo.
-Pero, en verdad, al fin te deshiciste de ella –dijo con un brillito en sus ojos, tan divertido, que me empecé a reír a carcajada limpia.
-La verdad sí, me alegro de ello –le confesé-, pensaba muy mal de ti y me daba asco –dije, arrugando los labios cuando terminé la oración yo y mi enorme bocona.
-¿Era cierto eso de la lectura de mentes y no sé qué dijiste? –preguntó Bella con una ceja alzada, susurrando a mi oído.
-Sí –dije, con los ojos cerrados para no ver su reacción, sabía lo que vendría a continuación...
Ya la podía, prácticamente, ver, echándome de su casa por mi disfunción cerebral o no sé, mi problema estúpido éste. Eso sería algo triste y bastante humillante, para ser sinceros.
-¿Cómo funciona eso? –preguntó. Está bien, eso no me lo esperaba en lo más mínimo.
Cuando abrí los ojos, ella me estaba mirando con sus enormes ojos llenos de curiosidad. Le di una sonrisa. Yo no sabía la respuesta a esa pregunta, y la verdad no me importaba mucho saberlo.
-No lo sé –me encogí de hombros-, simplemente así ha sido desde que tengo memoria.
Ella rió quedamente.
-Es algo interesante –sonrió, haciendo que sus ojos brillasen aún más.
-Un poco molesto, a veces. –Me encogí de hombros-. Pero, es extraño. No he podido leer ni un solo pensamiento tuyo, quizá eso es lo que te hace la persona más especial que he conocido.
Me miró sorprendida, sin darle crédito a que lo que yo decía era la verdad. Ella era la persona más especial del mundo, ó, tan siquiera, de mi mundo.
-¿Soy tan rara? –preguntó, con una ceja alzada.
La mire de mala manera. Estaba bromeando ¿verdad?
-Bella –pasé una mano frente a sus ojos-, ¿me escuchaste? Te dije que puedo leer mentes…
-Sí, pero dijiste que no podías leer la mía.
-¿Y…?
-Debe haber algo mal conmigo –dijo, un poco asustada porque su cerebro no funcionara del modo correcto.
-Te juro, que todo está perfecto contigo –le di una sonrisita-, soy yo el que tiene extrañeza en su cerebro, pero tú estás bien.
Ella me miró, con los labios fruncidos y luego sonrió, alegremente.
Tan metido estaba en mi conversación con Bella que siquiera me di cuenta que Alice y el chico que respondía por el nombre de Jasper, estaban sentados en el sillón, besándose con cariño y pasión. Los miré de un mal modo. Alice, desde que la conocí, era como mi hermanita menor y es extraño ver a una hermanita besándose con su novio. No me agradaba.
-¿Qué pasa? –preguntó Bella, tomando mi brazo.
-Alice se está besando con él –dije, con un tono que lo hacía parecer lo más obvio del mundo.
-¿Y eso que tiene? –rió, luego, se puso seria cuando se dio cuenta que yo no me reí con ella-, ¿Estás celoso?
Su ceño estaba fruncido. Awww. Ella estaba celosa de que yo estuviera celoso. Que irónico.
-Veo a Alice como mi hermana menor desde que la conocí –me apresure a explicar-. Y es algo raro…
-Ahh… -dijo, con alivio-, pensé que te gustaba Alice o algo así –se cruzó de brazos y alzó la ceja. De eso sí me tuve que reír.
-Sólo te veo a ti de esa manera –me encogí de hombros.
Bella Swan.
-Vamos, vamos –susurré, empujando a Alice levemente para que se apurase y la dejasen de pintar tanto, ya había quedado bien; de un modo natural y adorable.
-Estoy nerviosa –dijo Alice, cuando estuvimos frente a la puerta de cristales que conectaba al inicio de la aventura de su vida.
-Tranquila, Al –le dije con una sonrisa, arreglando el tirante de su vestido-. Todo saldrá bien, ¿no confías en ello? –Ella asintió con la cabeza-. Hay esta, todo saldrá bien.
-Gracias, Bel –dijo con una sonrisa.
-No te preocupes, Alice –le dije sonriendo.
Entonces, abrí la puerta y vi a Jasper, esperando junto a Edward, ambos con smokings. Elegantes, y Edward, por cierto y sin alardear, deslumbrante.
Sentí la tensión de Alice, así que empecé a caminar, con Alice y su padre tras de mí. Caminaba tranquila por el largo pasillo lleno de flores y gente mirándonos, fotografiando y quizá hasta llorando.
Sólo podía sonreír por la suerte que tenía mi amiga al estar viviendo este momento. Era algo fantástico para ella, estaba con la persona que quería.
-Cuídala –le dije a Jasper, en modo burlo cuando estuve frente a él y me posicioné en mi lugar como Dama de honor.
La ceremonia, claro está, estuvo tranquila. Me puso muy sentimental, sinceramente. Jasper y Alice casi me vuelven diabética por tanta miel, claro está que no fue tan melosa como lo éramos Edward y yo, nosotros si podíamos volver diabético a cualquier persona, hasta a la más fría y anti romántica.
-Acepto –susurró a Alice mirando a Jasper.
-Acepto –susurró él.
Todo el mundo saltó en alegría cuando se dieron el beso de recién casados. Los abracé para felicitarlos y, de pronto, sentí unos brazos rodear mi cintura y pegándome a un fuerte pecho: Edward.
-Felicidades chicos –dijo él, jalándome hacía no sé dónde.
-¿A dónde me llevas? –pregunté, riéndome de su actitud infantil.
-A casa –rió.
-¿Y lo de Alice y Jasper…? –pregunté, moviéndome, para ver si podía volver con mis amigos, aunque, muy en el fondo, ansiaba quedarme a solas con Edward.
-Bella, vamos a casa –dijo a modo de rendición-. Juanita me acaba de llamar, Alexander y Damaris la están volviendo loca –sonrió torcidamente-. Piden a su mamá, nada más.
Alexander y Damaris eran nuestros hermosos hijos. Alexander tenía 3 años, mientras que Damaris acababa de cumplir el año.
Alexander era una total mezcla de Edward y yo, tenía el cabello castaño pero los ojos esmeraldas y su nariz recta y facciones como las de Edward, pero los labios los tenía más parecidos a los míos y mi particular sonrojo. Hermoso y muy cariñoso, la verdad.
Damaris, ella era más parecida a Edward, tenía su cabello cobrizo, igual que su hermano, las facciones de él y sólo poseía los ojos chocolates que yo le heredé, ella igual poseía mi capacidad para sonrojarse por todo. Ambos eran hermosos, y los adoraba desde que supe que estaba embarazada.
-Hay mi amor, no debemos consentirlos tanto –dije, cuando estuvimos frente a la puerta, tomé su mano y le hice un pucherito.
-Sí, lo sé, señora Cullen –me guiñó el ojo.
Yo era la señora Cullen desde hace ya 8 años y era tan feliz como siempre junto a éste hombre. Lo amaba desde siempre. Él me había ayudado a levantarme cuando me había caído luego de intentar volar…
El último capítulo y sé que me quedó horrible D: Lo siento u.u pero la inspiración no me llegaba, la verdad u.u Lo siento): Pero bueno… último capítulo… wow, hasta la voy a extrañar): Pero… todo tiene un fin Jeje, espero que les gustase (mientan &díganme que sí D:) Jejej, bueno… adiós D: &am... si no se hartaron de mí xD Tengo otras historias que quizá les pudieran interesar en mi perfil(: Emm… bueno,,, Adiós… ):
₪ т.с.ωоιғ ✖