Todo lo que conocen es de Stephenie Meyer

N/A: Este capitulo va dedicado a Alejita_Masen y a todas las que me regañaron por no actualizar. ¡Las quiero niñas!


Vacaciones o Martirio

"Siempre hay un gran motivo para que las personas guarden sus secretos, averiguarlo es el cuit de la cuestión"

*

¿Cómo es que logro meterme en tantos problemas?

Bufé mentalmente mientras fracasaba en mi intento por relajarme nuevamente.

Ya de nada servía quejarme. No, cuando me encontraba sentada en el asiento delantero de un Volvo plateado con destino a quién sabe donde.

Sólo habían bastado un par de palabras en un tono suave y aterciopelado y una de esas profundas miradas de suplica, para que mandara a volar la poca razón que me quedaba y volviera a caer en sus mentiras.

Volví a moverme inquieta en el asiento. Lo cierto, es que lo estaba haciendo por todos aquellos que trabajaban en la empresa, por mis compañeros, por los hijos a quienes debían mantener, por Sam, Seth, por mí y mi hija, aunque… ¿a quién quería engañar? En el momento que ese Dios griego se presentó en mi sala y se arrodilló frente a mí, había perdido la capacidad de pensar, de hablar y hasta, por un momento, la simple tarea de respirar me resultó extremadamente difícil.

Aunque había algo positivo que resaltar de todo esto, por fin había confiado en alguien, en mí.

Se había despojado de su papel de jefe dictador para abrir la fortaleza de su corazón a mí… su simple secretaria, lo cual me causaba cierto cosquilleo en el pecho cada vez que recordaba nuestra conversación. Sabía lo difícil que era para el confesar sus fracaso.

Después de rogarle por décima vez que me dejara de agradecer y que se levantara del suelo, había pasado más de treinta minutos pegado a su teléfono. Se suponía que la simple acción de marcar un número y comenzar a desprender palabras hacia el pequeño artefacto no debía sorprenderme. Pero cuando empezó a nombra palabras como reserva, suite, piscina, spa… comencé a inquietarme.

Yo no contaba con tanto dinero como para pagar una suite en cualquier hotel. Seamos realistas, ni siquiera me alcanza para pagar la renta ¿Cómo pagaría un hotel? Tal vez si Edward, me lo descontara de mi sueldo seria más fácil de pagar y luego podría…

- ¿Y ese lugar está muy… muy lejos Edward?- una suave vocecilla desde el asiento trasero interrumpió mi monologo.

- Emm… algo así. El hotel está a las afueras de Chicago, estaremos llegando pasado el mediodía- le contestó mi jefe en tono calmado ¡Dios! Que extraño era todo esto. ¿Qué jefe se interesa tanto por los hijos de sus empleados?

Edward se había encargado en persona de solucionar lo de las clases de Anne, y en una extraña situación nos encaminamos a su guardería, donde en tono solemne le explicó a la señorita Leah que debíamos hacer un viaje.

Se supone que yo soy su madre y él… ¡Él ni siquiera recuerda su nombre! Pero no me dejó pronunciar palabra ante la profesora de mi hija.

-¡Ahh! ¿Y por qué vamos ahí?- volvió a preguntar Anne arrastrando las palabras

¿Por qué? No podía contarle el verdadero por qué. Ella era muy pequeña para entenderlo y no hacía falta preocuparla. Pero desde el momento en que me subía al maldito auto, no había sido capaz de formar un solo pensamiento coherente ¿qué le decía? que se trataba de una farsa o que….

-Bueno… vamos allé porque creo que tu madre y yo necesitamos unas vacaciones, pequeña- habló sin despegar la vista de la carretera.

-¿Vacaciones? – el sonido salió de mis labios sin que me diera cuenta.

-Sí, Bella- dijo entre dientes-. ¿Ya no te acuerdas de cómo te quejabas de que te obligo a trabajar de más y no sé cuantas cosas?- bien, yo me quejaba continuamente por eso ¡Pero era cierto! Había días en que apenas podía almorzar de tanto trabajo en la empresa, de disculparme con sus conquistas con flores y tarjetas y también estaba aquella vez que tuve que regresar caminando, pero… nunca se lo había dicho, al menos no en voz alta. Edward Cullen tendría que ser lector de mentes para saber la infinidad de veces que lo insulto en mi mente.

-Es por eso, y por el buen jefe que tienes, que te ofrecí este viaje- dijo con una sonrisita de autosuficiencia. Bien, ahí estaba de nuevo… el estupido egocéntrico.

-Me parece bien, Edward- dijo mi hija desde atrás y me giré para verla-, Es cierto, mami. Tú trabajas todos los días ¡Hasta los sábados!- se quejó.

- ¿Qué? ¿Trabajas los sábados?- preguntó enarcando una ceja y si no lo conociera diría que hasta parecía sorprendido.

Ya era hora de poner mi cerebro en funcionamiento y dejar de contemplar la escena de como mi hija de cuatro años y mi jefe me regañaban.

-¡Si! ¡Trabajo los sábados y algunas veces los domingos también y no me quejo! Lo hago porque quiero.

-Eso no es cierto- volvió interrumpir la vocecilla-. Mami, siempre te quejas porque te duele la espaldas, los pies, no puedes dormir y porque el Sr. Edward es un gruñón auto….

-¡Anne!-exclamé ¡Qué me trague la tierra!

-¿Trabajas los fines de semana? ¿Dónde? ¿Por qué no lo sabía?- por primera vez giró su cabeza para observarme con sus cejas fruncidas y unas gélidas esmeraldas.

-Eh… sí, también trabajo el sábado y algunos domingos- volví a repetir mirando severamente a mi hija-. Y no tenias por qué saberlo, son mi días libres y no interfieren con el trabajo de la empresa- traté de defenderme ¡Señor. ni siquiera Charly sabía de mis trabajos!

-No… eres dueña de hacer lo que quieras con tus días libres pero ¿Qué haces, estás en otra empresa? Porque si es así tiene que ver conmigo. No dejaré que nadie de la competencia sepa lo que pasa en Cullen S.A.-dijo con voz dura.

-Bueno, yo no creo que la señora Cope, para quien trabajo, le importe mucho lo que pasa en tu empresa cuando lo único que hago es limpiar su casa y lavar la ropa- me quejé.

Las arrugas de su ceño se hicieron mas profundas, giró su cabeza y apretó más fuerte el volante.

- ¡De sirvienta! ¿Por qué diablos haces eso?- gritó

-Porque para conseguir más dinero algunas personas trabajamos más en lugar de mentir- contesté sin pensar, con resentimiento. Su expresión se volvió neutra y volvió a mirar la carretera. Dios. ¿qué había hecho? Ahora seguro que me despide.

-Si necesitabas dinero, lo único que tenías que hacer era decírmelo y te daba un adelanto o te subía el sueldo ¡No tienes porque ir a limpiar casa ajenas!

-Gracias- pronuncié despacio tratando de contenerme-. Pero no necesito de tu ayuda ¿y por qué me subirías el sueldo? Ya te he dicho que no quiero tus horas extras en un hotel.

-¡No metas lo de Sánchez en esto!- dijo levantando un poco la voz y pasando a un auto de alante-. ¡No tiene nada que ver! Lo único que estoy tratando de hacer es que razones y aceptes mi oferta. A ver, dime… ¿dónde se queda la niña cuando haces tu papel de sirvienta?

-¡Es empleada domestica! No vivimos en el siglo XVIII, Edward- dije, y me aferré a los costados de mi asiento cuando el auto comenzó a acelerar-. Y Anne se queda con Ángela, la conociste el día que fuiste a mi casa.

-Esa muchacha ¿Cuántos años tiene? ¿Y que harás el día que no pueda cuidarla?

Iba a hablar cuando Anne me interrumpió.

- Ángela es muy divertida y sabe hacer galletas de chocolate y si Angi no puede cuidarme, mami siempre me lleva, aunque no me gusta mucho el gato de la señora Cope- contestó ajena a la situación con mi jefecito.

-No me parece apropiado que la lleves mientras tú andas limpiando por ahí.-

-No veo el problema, sólo la he llevado un par de veces y nunca le ha pasado nada.

-Sólo aquella vez mami que ese feo gato me rasguñó la rodilla- ¿de qué lado estaba mi hija?-. Y ese día que te caíste cuando regabas las plantas y cuando te quemaste con la plancha y esa vez que…

- Gracias cielo, no hace falta que me lo recuerdes- sabía que mi pastosidad detrás de un escritorio no se haría presente muy seguido, pero en la casa de la Señora Cope era otra cosa. Por lo general cuando llegaba a casa me quejaba más por los golpes que por el trabajo.

- ¡Ves, no es bueno que trabajes!- exclamó mientras tomaba una curva-. Lo mejor será que aceptes mi oferta y dejes a esa señora.

-Ya te he dicho que no la quiero.

-Bueno, por lo menos piénsalo, hazlo por tu hija.

-¿Qué tiene que ver Anne en todo esto? En realidad es por ella por quien trabajo.

-Trabajas para mi de lunes a viernes y apenas te queda tiempo para verla en al noche. Y encima te quieres pasar el fin de semana fregando- eso era un golpe bajo, solo yo sabía el dolor que me causaba no estar mucho tiempo con mi chiquita.

No hacía mucho tiempo que me había reclamado mis horas de trabajo diciendo que prefería pasar más tiempo con mi jefe que con ella, suspiré. Si por mi fuera lo hubiera dejado el mismo día que me chantajeo. Pero necesitaba el dinero y mucho…

-Gracias, pero no lo necesito- dije con voz dura tratando por dar por finalizado nuestra conversación.

Un raro ruido salio de su pecho antes de hablar.

- Bien, haz lo que quieras y trabaja de sirvienta- refunfuñó.

-¿Ves, mami? es tan…gruñón como el enano*- dijo Anne desde atrás y se cruzó de brazos para mira por la venta.

No pude evitarlo y una sonrisita se formo en mis labios. Amo a mi hija y estoy dispuesta a hacer cualquier sacrificio por ella.

-

-

-

-

Mis dos acompañantes resultaron ser más silenciosas de lo que esperaba. Bien… demasiado silenciosas, pero yo tampoco estaba de humor para charlar, ni siquiera estaba de humor para manejar rumbó a nuestro viajecito.

Lo único que quería hacer era, parar el auto y zamarrear a esa mujer hasta que entrara en razón ¿Qué pretendía? ¿Trabajar los 365 días del año? ¿No pensaba más allá de conseguir más dinero? ¿No pensaba en que después su hija, me reclamaría por el tiempo que trabaja su madre? Me sentía como un hacendado del siglo XIX, que obliga a sus peones a trabajar a sol y sombra durante todo el día en sus fincas.

Gruñí, fue un sonido gutural, profundo e inconciente. Lo peor de todo es que aun se negaba a aceptar mi ayuda.

Sí, mi empresa aun colgaba de un hilo pero podía darme ciertos lujos como pagar una habitación en un hotel de cinco estrellas, podía mantener mi vida social en exclusivas discos y restaurantes (Para que nadie sospechara) y aun podía darme el lujo de aumentar el sueldo de mi secretaria si se me antojaba. Pero no, ella seguía rechazando toda mi ayuda.

Seguía en su papel de mártir al aceptar todo aquello que se ganara… dignamente. Llegué a esa conclusión, aquella vez que le ofrecí pagar por el pequeño favor de la "Boda" y lo único que conseguí fue un serie de insultos en plena calle y el invento de un romance en una revista amarillista ¡Dios! ¡Enamorado de mi secretaria! Resonaba en mi cabeza cada vez que me acordaba. Era la cosa más absurda que había escuchado en vida, hasta parecía una típica y aburrida trama de telenovela barata.

Apreté un poco más el volante y mis nudillos se tornaron algo blancos. Bien, si Bella Swan no aceptaba nada a cambio de nuestro eh… ¿Engaño? Al menos aceptaría sus vacaciones sin que ella la supiera, porque eso era lo que le iba dar a cambio de…

-¡Mami!-de nuevo volvió a chillar con voz adormilada. No tenía nada contra de la niña, de hecho después de nuestro episodio en la guardería ya le había tomado cierto cariño… no mucho, pero ya guardaba mis respetos.

Después de escuchar sus reclamos sobre que era "El ladrón de mamás" había llegado a pensar que era una de esas niñitas chillonas, mimadas y sobre protegida que se quejaban por todo pero… aceptémoslo no pasa de los seis años y apenas ve a su madre los domingos ¡Yo también reclamaría más atención en su caso! Además después de su regalo había ganado puntos extras… muchos.

-¡Mamá!- volvió decir. Con un respingo Bella pareció salir de su complejo mundo y por fin le dedicó su atención a la niña.

-¿Qué… qué pasa, cielo?- dijo con voz suave. Demasiado suave y dulce.

-Eh…- me miró de reojo y se volvió a su madre-. Ven- habló en un intento susurro, mientras movía su manita para que su madre se acercara.

Bella se acercó más a la carita de la niña, mientras yo intentaba mirar por el espejo retrovisor. Anne apoyó las dos manos contra el oído su madre y le dio el resto del mensaje. Mensaje el cual yo no podía, ni debía escuchar, claro estaba.

Cuando ambas se separaron Bella se giró hacia mí, mientras la pequeña se mordía su diminuto labio ¡Había ocasiones en que se parecían tanto!

-Edward…- pronunció antes de aclararse la voz- ¿Falta mucho para que lleguemos al hotel?-

- Sí, algo así como dos horas si sigo a este paso. Pero ya te he dicho que llegáremos cerca de mediodía ¿Por qué preguntas?- estaba mal que le contestara de esa forma, pero mi humor me controlaba.

-Ah…¿y no hay parada hasta ahí?.

-No- fue una simple silaba, que resonó seca y demandante en el auto-¿Qué pasa?

-Bueno, es que Anne, yo…necesito ir al baño- dijo bajito, aunque levantó su cabeza.

- Bien- aceleré el auto y giré a la derecha en la autopista.

-Bien… ¿Qué significa eso? Al menos podrías tener la consideración de pararte a un costado para que usemos la naturaleza como baño-. Bramo. ¡Genial comenzaba el segundo round! Me dije irónicamente.

-No hace falta que sacrifiques ningún arbusto- ¿qué se creía que iba a esperar a que se orinaran en mi auto?-. ¿Ves aquello?- señalé el techo rojo que poco a poco se hacía visible-. Es una gasolinera, ahí podrán usar el baño ¡Y ya no me regañes que tú hija es ella no yo!

Estacioné en la olvidada gasolinera mientras ellas salían de auto sin musitar palabra. Suspiré y llevé una mano a mi tabique en un intento por relajarme. Creí haber escuchado- ¡Gruñón como el duende!-en la vocecilla de Anne, pero ya estaba muy lejos para preguntarle.

Levanté la cabeza y observé el baño de damas, no se veía mucha gente salvo por el hombre alto y corpulento que se acercó hasta el baño y se apoyó en la pared cruzando los brazos, como esperando a que alguien o algo saliera del baño.

¿Qué tramaba?¿Esperaba a alguien?¿Habría visto a Bella? No aguante más y cuando me quise dar cuenta ya me encontraba de pie junto al sujeto mirándolo fijamente.

-¡Mujeres!- dijo con un resoplido, era de piel morena y sus cabellos negros se movieron cuando habló- Sabes lo que les gusta, que comida, perfume, zapatos o programa de televisión prefieren, hasta llega un momento en tu vida en que sabes perfectamente en lo que están pensando.- Yo solo asentí con la cabeza al extraño ¡saber en lo que están pensando! Eso nunca pasaría con Bella.

-Pero llega el momento en que entran en el baño y todo lo que sabias de ellas se va por el caño- yo volví a asentir sin saber muy bien de que era de lo que hablaba-. ¿Mierda, qué es lo que hacen ahí? Lo único que deben hacer es entrar, usar el inodoro, el lavamanos y salir ¿Cuánto tiempo puede llevar eso?

Era cierto, cada vez que yo usaba el baño, el tiempo máximo que podía tardar eran ¿Cuatro…cinco minutos? Y mucho menos si se trataba de un baño publico. Pero Tanya cada vez que se excusaba para usar el baño, tardaba quince o veinte minutos y estaba aquella vez que la cronometré y paré el reloj en veinticuatro minutos exactos. Esperar a que tu chica saliera del baño era una de las cosas más exasperantes del mundo.

-¿Qué es lo que les lleva tanto tiempo?- el desconocido interrumpió mi reflexión sobre el baño de damas-.¿Qué puede tener de diferente del baño de hombres?¿Acaso hay música o comida allí, o es un lugar de reunión para conspirar contra nosotros?- Dijo algo exasperado.

Lugar de reunión o no, Tanya siempre salía con nuevas ideas sobre regalos de ahí, pero Bella no era como Tanya, ella no quería nada de Edward Cullen.

Y…¿si le hubiera pasado algo?¿Y si el grandullón tenia un amigo que tacaba a Bella en el baño, mientras él me entretenía, sobre su filosofía del baños de damas? O conociéndola, era más probable que Bella este el piso inconsciente, producto de uno de sus típicos resbalones.

Separé mis brazos y miré mi reloj, siete minutos ¿Cuánto más iban a tardar? Pasé al desconocido y comencé golpear la puerta.

Una vez…

Dos veces…

Tres veces…

Y nada

¿Qué diablos hacen las mujeres en el baño?

-¡Bella, Anne! ¿Se encuentran bien?- grité pero nada. Bella solo me había dicho que necesitaba el baño, no había dado más explicaciones ¿y si ella o Anne se descompusieron y si estaban vomitando o si se desmayan? ¡Diablos, sabía que ver tantos culebrones iban a tener sus efectos!- .¡Bella!- volví a gritar más fuerte.

-Cálmate amigo, sé que la espera es desesperante pero tarde o temprano salen, no se las traga la tubería- ironizó y terminó con una sonrisita.

Gruñí y volví a azotar la puerta con mi puño.

-¡Bella, sal ahora!

La puerta se abrió de golpe revelando a una furiosa Bella del brazo de su hija ¡Estaba en problemas, estaba muerto!

- ¿Se puede saber qué es lo quieres, Edward? Si el hecho de esperar cinco minutos a que usemos el baño es mucho problema para ti, le hubiera recomendado a Anne que se cruzara de piernas y aguantara hasta llegar al hotel para no molestarte.

Salió de la habitación tirando del brazo de su hija sin siquiera mirarme.

-Bella, no se trata de eso, es que creí…- se paró en seco y se giró para encararme.

-Mira, yo no quería este viaje y Anne mucho menos- levantó un dedo acusador mientras gritaba-. Si por mí fuera estaría en casa acurrucada en un sillón o regando las plantas de la señora Cope. Pero no… estoy aquí en un lugar que ni siquiera conozco, con un horrible dolor de cabeza y todo por ti y por tu mentira. Yo en tu lugar, en vez de reclamar agradecería el que siguiera tu locura y arrastrara a Anne conmigo.

-Bella, lo único que yo quería era saber si ustedes…

-Y no te preocupes – volvió a interrumpirme mientras la niña mira nuestra discusión agarrada a la pierna de su madre-. No volverás a tener más interrupciones que esta. No veo la hora de llegar a mi habitación y alejarme un tiempo de ti, tu humor y tus mentiras- bramó y se giro hacia al volvo.-Por lo menos en la empresa tenía mi oficina para no verte.

-¡Mierda!- susurré bajito y tragué saliva- ¿Vacaciones? Sí, claro. Y pensar que recién comenzaban.