Era como verse en el espejo, el cabello semi-despeinado que comenzaba a teñirse de color café, los ojos se miraban atentamente, la boca hecha una mueca y las manos tamborileando contra la mesa.
-Chicos, creo que ya lo llevaron muy lejos-dijo Bailey mientras suspiraba y apoyaba su cabeza en la mano-, déjenlo y vayamos por algo de tomar.
-No-respondieron al unísono los gemelos.
Zack hizo una mueca repentina que asemejaba a un mono, pero Cody no se movió. Bailey suspiro de nuevo y se paró despidiéndose. Ahora quedaban ellos solos en esa cómoda salita donde la guerra de ojos se llevaba a cabo. Zack sonrió repentinamente.
-Bailey se va hermanito, ¿no la vas a acompañar? Puede ser tu única oportunidad de ir con ella-Cody no dudo al responderle.
-Mañana la invitare, no voy a perder contra ti esta vez.
-Dijiste que era un juego sin sentido-dijo riendo con los ojos rojos y llorosos, al igual que su gemelo-, ¿No?
-Ya no. No voy a perder contra ti.
Los dos estaban tentados a cerrar los ojos, les ardían y lagrimas se asomaban por ellos. Darían cualquier cosa por poder cerrarlos y descansarlos. Claro, el orgullo era más y preferían que el otro fuera que se rindiera, una victoria mas añadida a la lista.
Cody tuvo una idea y, precipitadamente, junto los labios a los de su gemelo, procurando no cerrar los ojos mientras veía como Zack parpadeaba confundido.
-Gané-dijo feliz Cody cerrando y abriendo los ojos varias veces mientras Zack seguía con los ojos abiertos y una expresión indescifrable. Después de unos minutos, en los que los ojos de los gemelos volvían a su normalidad, Zack habló.
-Revancha.