N/A: Sí, lo reconozco. He tardado más de la cuenta. ¡Chibi Rukia al aparatoooooo! ¡Hola, chicas! ¡Siento muchísimo haber tardado tanto en dar señales de vida, pero es que estoy teniendo un año horriblemente agitado con el máster, en el que vivo prácticamente por y para él. Casi no tengo tiempo para dedicarme a otras cosas, y mucho menos a mis propios fics, que llevan abandonados siglos... Menos mal que este ya está terminado, y en general sólo hay que repasarlo, porque si no...

Digo en general porque este capítulo ha tenido que ser reescrito, no entero, pero sí algunas partes. Halane se ha encargado de la primera parte y yo de la segunda, así sabréis a quién disparar tomatazos cuando vayáis leyendo xD ¿Qué puedo deciros? No es un capítulo en el que sucedan cosas nuevas ni importantes. Yo diría que es otro capi más de tránsito. Aún así, espero que os guste. O al menos, que os entretenga lo suficiente como para pasar el rato.

Y no se me ocurren muchas más cosas que contaros, salvo que espero que la próxima vez no tardemos tantísimo. Sí, sé que siempre decimos lo mismo, pero por favor, espero que al menos podamos cumplirlo xD

¡Un saludo, chicas! ¡Y muchas gracias a todas por vuestra paciencia!


~Capítulo 41~

Lavi suspiró, aburrido, y se levantó para acercarse por detrás a Kanda y soplarle en la oreja.

-¿¡Qué haces, pedazo de imbécil!- gritó el japonés sobresaltado.

-¡Me aburro, Yuuuuu!

Lenalee y Allen, sentados juntos en el sofá y preguntándose el tema de lengua uno al otro, se rieron.

-¡Pues te jodes!- replicó el moreno mirando enfadado sus deberes de matemáticas, que tenían ahora una raya de lado a lado- ¡Ahora voy a tener que empezar el puto ejercicio otra vez!

-Oh, venga, Yu, no te enfades... ¡Es que eres muy lento!

-¡Y una mierda!

-¡Yo ya terminé!- le agitó su ejercicio delante de las narices- ¡Cópialo y ya está!

Se lo arrancó, enfadado.

-Tsk. No hay Dios que copie esto, es ilegible.

Hizo una bola y la lanzó, cayendo esta en el suelo delante del sofá. Lenalee la cogió, curiosa.

-Madre mía, aunque supiera de qué va esto no entendería nada- comentó mirando las cuentas mezcladas y apretujadas en la hoja.

Allen se asomó también, curioso.

-Dios, Lavi... Me da que deberías pasarlo a limpio o algo...

-¡Pero si está bien! Me da, estoy seguro.

-No se entiende una mierda, baka usagi.

Lavi se colocó frente a Lenalee, cogió la hoja y le echó un vistazo, ladeando la cabeza un par de veces.

-Pues yo lo entiendo- declaró encogiéndose de hombros.

-Eso está muy bien, pero los exámenes tiene que entenderlos el profesor. No sé cómo consigues aprobar si haces los ejercicios así.

-Es que en los exámenes no los hago así- volvió a su sitio y estiró la hoja sobre la mesa-. Esto es sólo para mi.

-Hombre, la verdad es que si no quieres que alguien te copie es muy útil que lo hagas así- comentó Allen, divertido.

-Vete a la porra un poquito, anda, A.

-¿A?- preguntó Lenalee, extrañada, mirando a su novio.

-Es la nueva gilipollez made in Lavi. Ahora le ha dado por llamarme como una letra.

-¡Ohh! ¡Vamos, si es un mote muy mono! ¡Le viene que ni pintado a un niñito tan mono y adorable como tú, A!- pestañeó exageradamente, intentando imitar a una chica, haciendo reír a Lenalee y bufar a los otros dos.

-Vete a la mierda- gruñó Allen, mientras se cruzaba de brazos y se colocaba de lado, mirando a su novia, que le dio un pequeño beso en la nariz.

-Venga, no te enfades, era una broma.

-Bah- se acercó un poco a Lenalee y le dio un beso en el cuello- Anda, sigamos con esto.

-¡Jo! Yo que quería ver algo de acción.

Al mirar al pelirrojo vieron que estaba sentado al revés en la silla, prestándoles toda la atención.

-Va, que si os liáis ahora no le digo nada a Yu.

-Idiota, que estoy aquí al lado.

-Pero eres tan corto que eres capaz de no coscarte.

Kanda le lanzó el estuche, que esquivó por poco.

-Tráemelo.

-No soy tu perrito. Tú me lo has tirado.

Kanda se estiró un poco y le dio una patada a las patas de la silla de Lavi, haciendo que se cayese al suelo.

-Ahora que estás al lado trámelo.

-Joder, cómo andamos de humos últimamente, ¿eh?- se arrastró un poco hasta el estuche de su amigo y se levantó, sacudiéndose la ropa- Pues toma- se lo tiró, dándole de lleno en la cara-. Eso por tirarme de la silla.

-Tsk.

-Estamos en paz, ¿eh? Así que nada de levantarte a por la katana para amenazarme de muerte.

-Ponte a lo tuyo, anda, ¿no tienes nada más que hacer?

-Uhm…- se cogió un mechón del flequillo que llevaba sobre la frente y lo rizó con los dedos- Pues, podría empezar a hacer ese trabajo de fin de curso que nos mandó la de literatura.

-Podrías.

-Pero es que no me apetece…- se quejó.

En ese momento Kanda dio un golpe en la mesa, se levantó, fue donde su amigo, lo cogió de la camiseta y lo llevó a la biblioteca, soltándolo de mala manera sobre el sofá.

-Coge un libro, léetelo, y cuando te lo sepas de memoria vuelves y haces la puta redacción. Pero deja de dar por culo.

-Vale, vale. Jo, cómo te pones- se levantó del sofá y empezó a dar vueltas por las estanterías, buscando algún libro interesante- ¿Puedo leerlo allí? Ya sabes que cuando leo me concentro.

-Si te vas a estar callado, sí- Kanda seguía allí, de pie, apoyado contra el marco de la puerta y los brazos cruzados.

-Bien, entonces cogeré… ¡Guerra y paz!- alargó el brazo para pillarlo de una estantería que estaba un poco más arriba.

-¿No te lo habías leído ya?

-Sí, pero me gusta. Y la profe no dijo que no podía ser sobre un libro que ya habíamos leído.

-Sí lo dijo.

-¿Sí? Bueno, da igual, eso ella no lo sabe.

-Podría sospechar si te lo lees muy deprisa.

-Podría, o podría recordar que tengo la capacidad lectora más rápida de la clase y que esto -mostró el libro- me lo puedo comer en un día.

-Sin hacer otra cosa.

-Sólo lo necesario. Anda, volvamos al salón. A ver si pillamos a esos dos haciendo manitas.

-Si los pillamos haciendo manitas le corto las manos a Moyashi.

-Uh, papá Yu se enfada- el comentario le valió un coscorrón.

-Deja de decir gilipolleces.

-Es que a veces pareces su padre. Esto de haber vivido con ella te ha marcado, ¿eh? Ahora tiendes a hacer de papá de todo el mundo.

-Tsk.

Cuando entraron en el salón, para alivio de Kanda y las manos de Allen, la pareja seguía estudiando como si nada, riéndose de vez en cuando, pero a una distancia prudente.

-¿Ya estás de vuelta?- preguntó Lenalee sonriéndole al pelirrojo.

-Provisionalmente- aclaró Lavi-. Papá Yu me permite estar presente siempre que me porte bien, ¿a que sí?- puso una mueca infantil.

-No hace falta que hagas caras, ya eres crío sin parecer retrasado- replicó volviendo a su silla.

-Anoche no decías lo mismo- se echó a reír ante la mirada furiosa del japonés, tumbándose en una de las butacas-. Vale, vale, ya me pongo a leer.

Abrió el libro y en dos minutos, además de haber leído ya unas cuantas páginas, estaba completamente quieto y callado.

-Es asombroso- comentó Allen con los ojos muy abiertos, como si no se lo creyera.

-Déjalo estar, con un poco de suerte hasta que no le arranquemos el libro no vuelve a moverse- masculló Kanda copiando su ejercicio estropeado en una hoja nueva-. Joder, qué cojones, casi lo había terminado.

-Bueno, es un ejercicio, ¿no? Tampoco es para tanto- suavizó Lenalee.

-Tsk. Eso lo dices porque no tienes que hacerlo, cuando llegues a tercero ya me contarás.

Lenalee y Allen terminaron una hora después y fueron a la cocina a pedirle a Nanny algo de beber, mientras Kanda terminaba de repasar historia, sabiendo que pronto tendría la recuperación del examen que había suspendido si Irene no se olvidaba de marcar una fecha con tanto problema.

-¿Terminaste?- preguntó Allen mientras le dejaba un vaso de agua delante.

-Más o menos- replicó secamente y bebió un poco-. Gracias.

-De nada- cogió el libro de matemáticas de Kanda y lo hojeó-. Yo no llegaré a entender esto nunca.

-Sí que lo harás- contradijo Lenalee abrazándolo por detrás.

Kanda gruñó mirándolos y la chica dirigió los ojos al techo, pero se separó y observó a Lavi, intentando cambiar de tema.

-Como siga así, se queda sin libro... O sin ojos. Nanny dice que en un rato está la comida, ¿le aviso?

-Mejor lo dejamos leer- farfulló Kanda.

-No seas malo- reprochó la chica dándole un golpecito en el hombro.

-Tsk.

-Nunca pensé que podríamos hablar al lado de Lavi sin que se diera cuenta... Guau...- Allen estaba alucinado.

-Ay, claro, tú nunca habías visto a Lavi leyendo... ¿A que parece otro?

-Pues sí. Da un poco de miedo.

-Miedo da cuando no lee- objetó el japonés.

-Mira que os gusta insultaros, eh- Lenalee se rió-. Venga, ve a decirle que es hora de comer.

-Y una mierda, que se entere solo.

-Kanda...

-Que no me da la gana- cerró el libro y se cruzó de brazos.

-Ya voy yo, Lenalee- dijo Allen intentando alejarse.

-Qué va, si ya lo hace Kanda, ¿a que sí?- le dirigió una mirada monísima y brillante que el moreno reconoció como peligrosa. Se levantó a regañadientes, maldiciendo por lo bajo, y se acercó a Lavi, poniéndole la mano en pleno libro.

-¡Eh!- exclamó el pelirrojo muy indignado mirando hacia arriba con el ceño fruncido- ¡Que estaba en una parte interesante!

-Tsk- esbozó una sonrisa burlona-. Se lo cuentas a mis deberes.

-Es hora de comer, Lavi- explicó Lenalee.

-¿Ya?- miró el reloj, confundido- Joder, pues sí. Qué rápido se me pasó.

-Increíble- murmuró Allen.

-¿Me lo puedo llevar?- preguntó mirando a Kanda con una sonrisa radiante.

-Haz lo que te dé la gana- masculló el japonés alejándose.

-Genial- marcó la página y lo dejó en la mesita-. Pues... ¡a comer!- se enganchó a los hombros de Allen y Lenalee riendo.

-S-sí...- respondió Allen intimidado.

-¿Qué pasa, A?

-Es Allen- corrigió enfadado.

-Eso, eso, con morritos, más mono, ¿a que sí?- preguntó a Lenalee dándole un beso en la mejilla.

-Lavi, déjalo ya, que sabes que no le gusta- riñó ella.

-Aish, siempre me aguáis la fiesta, de verdad. ¿Y Yu?

-Pues se iría a la cocina ya, mientras nos haces perder el tiempo.

-Uy, te ha contagiado la mala leche, ¿eh?

Lenalee se rió.

-Creo que eres tú el que la extiende, Lavi.

-¿Venís o qué?- les llegó la voz de Kanda.

-¡Ya vamos, Yuuuuuu!- gritó Lavi alegremente mientras les guiñaba un ojo y salía corriendo- ¡Tonto el último!

Allen y Lenalee suspiraron.

-Cuando le da por hacer el tonto...

-... es imposible, totalmente- completó la china, resignada.


Clara miró a su alrededor, estudiando el salón. Era muy... hogareño, decidió, con los colores pastel y la chimenea, ahora apagada porque era un cálido domingo. Joey se le acercó y le puso una mano en el hombro. Rossanna había subido a buscar a sus padres, así que estaban solos.

-Es bonito, ¿verdad?

-Sí.

-A mí me gusta más en invierno, cuando hace frío y la chimenea está encendida y calentita- sonrió-. Es muy acogedor.

-¿Vienes mucho por aquí?

Joey la arrastró hasta uno de los butacones, que eran muy anchos, y la sentó, apoyándose después en el costado del mismo.

-Bastante, sí. Mi casa... Bueno, no es muy grande, y me gusta estar aquí.

Clara no se lo tomó como que le gustaba Rossanna por su dinero, sino sencillamente como una afirmación del hecho de que le agradaba la casa.

-Es agradable- reconoció-. ¿Qué tal son sus padres?

-Oh, son muy simpáticos, y muy divertidos. Ya verás, a mí me caen muy bien- sonrió y Clara le correspondió-. En realidad... Bueno, no sé si te lo dijo, pero Ross es adoptada.

-N-no lo sabía.

-No le gusta mucho hablar de eso.

-Por eso le afectó tanto... Cuando Paula dijo...

-Sí.

-¿Sabes por qué...?

-¿Por qué la abandonaron o por qué la adoptaron?

-Bueno...

-Supongo que lo primero, porque lo segundo es evidente, aunque si quieres te lo cuento. La madre de Rossanna no puede tener hijos por culpa de un aborto que tuvo cuando se quedó embarazada la primera vez. Gracias al apoyo del padre de Ross pudo ir saliendo de aquel bache. Creo que fue al año siguiente cuando la adoptaron. Tenía ocho años, y, según me contaron, era una cría tozuda con las mejillas siempre sucias. Su madre la había abandonado en un callejón, cerca de la Iglesia Mayor, cuando apenas si era un bebé de meses. Por suerte, los curas la recogieron y la dejaron en el orfanato donde estuvo hasta que sus padres la adoptaron.

La muchacha le observó, en cierto modo, conmocionada. Pensó en Rossanna, en lo mal que debía de haberlo pasado de pequeña, sabiendo que su madre biológica la había abandonado nada más nacer. Se la imaginó con el pelo alborotado y rojizo, churretes en los mofletes y la mirada triste y perdida, como la de cualquier niño que no se siente amado. Y sin embargo, por increíble que pudiese parecer, no derramó una sola lágrima. Ni una. Junto a todo aquello, sólo podía pensar en que había tenido muchísima suerte al haber sido adoptada por una pareja que la quería y la cuidaba bien.

Joey la observó en todo momento, y cuando hubieron pasado unos segundos, siguió hablando.

-Eso sólo lo sabemos sus padres y yo. Si te lo he comentado es porque creo que te lo acabará diciendo, ya que te estás convirtiendo en una persona muy importante para ella. Pero te pido que tengas paciencia. A mí tardó cerca de año y medio en contármelo todo.

-¿Y por qué…?

-Porque eres su mejor amiga.

Clara se sonrojó, y Joey procedió a explicarse tras soltar una pequeña risita.

-Nunca se ha llevado demasiado bien con las chicas porque tiene mucho carácter y es muy brusca. Siempre hubo alguna que otra con la que se llevó bien, pero desde que nos conocemos y somos amigos, nunca me había hablado de ninguna tanto como me habla de ti- le sonrió, afable, gesto que Clara correspondió-. Y también creo que les habla mucho de ti a sus padres.

La rubia se sintió henchida de orgullo de repente al saber que Rossanna la consideraba su mejor amiga, y eso le hizo plantearse si no lo era para ella también. También quería mucho a Lenalee, pero Rossanna era Rossanna, y había conseguido hacerse querer con creces. La escuchó bajar las escaleras hablando muy rápido y en un idioma que no le sonaba para nada, lo cual la sorprendió muchísimo.

-¿Qué…?

-Es italiana.

-¿¡Qué!

Joey rió divertido.

-¿No lo sabías?

-¡No!

-Pues sí. Su madre lo es. Su padre no, él es nativo de aquí, por eso se mudaron al poco de adoptarla. Pero ya sabía nuestro idioma porque el director del orfanato se ocupaba de que todos los niños supieran al menos otra lengua. Lo hace muy bien, ¿verdad?

-Sí- dijo, parpadeando, completamente confusa-. ¿Desde los ocho años? Entonces, ¿es bilingüe?

-Sí. Yo también puse la misma cara al saberlo.

-Increíble…

-¡Y esa es Clara!- dijo ya de manera que ella pudiera entender, presentándosela a la pareja de adultos que acababa de entrar en el salón.

El hombre no era demasiado alto, tenía la piel tostada y ojos oscuros. Llevaba un corte de pelo bastante clásico, peinado con la raya hacia la derecha. En su pelo marrón se adivinaban algunas canas grises. No era guapo, pero había cierto atractivo en su mirada, penetrante, y sobre todo en su sonrisa, que casi deslumbraba.

La madre de Rossanna era tan alta como su marido y no estaba delgada, pero tampoco gorda, y era bastante guapa. Tenía la piel más morena que todos ellos, los ojos verdes y brillantes, y una tupida melena negra que se rizaba en las puntas.

-Hola, Clara- saludó el hombre. Su voz era ronca y agradable-. Es un placer tenerte en casa. Yo soy Carter.

-Encantada- respondió, saludando con una pequeña reverencia.

-Que incantatrice- la voz de la madre era alegre y vibrante, casi como el trinar de un pájaro. Tenía algo de acento, pero se la entendía perfectamente- Yo soy Elda- se acercó a ella rápidamente, andando de una forma que se le hizo similar a la de Haruka-. Encantada de conocerte- le dio dos besos en las mejillas y un pequeño abrazo.

-Elda, - pereció reñirle por su comportamiento -, que Ross nos ha dicho que la chica es tímida.

-Oh, tonterías, no puede ser tan tímida como para sentirse incómoda por un abrazo, ¿verdad?

Clara tardó un poco en asentir con la cabeza.

-¿Ves? Eres demasiado exagerado.- Rió, y a Clara le pareció que acababan de repicar campanas- Bueno, bueno, pero siéntate. No te quedes de pie.

-Ah... Sí, claro- se sentó esta vez en el brazo del butacón.

-¿Y tú qué tal, bambino?- preguntó mirando a Joey.

-Muy bien, Elda- se levantó para ir a saludarla cariñosamente.

-Ay, qué buen gusto tienes, hija- le sonrió a Rossanna y luego se sentó en el sofá, indicándole que fuera a sentarse con Joey.

-Bueno, ¿qué te parecen?- preguntó la pelirroja a Clara, que la miró confundida- Mis padres.

-Oh...- Elda la miró esperando la respuesta con interés mientras Carter se sentaba, distraído- P-p-pues... No sé... Son muy agradables y...- se calló cada vez más confundida.

Su amiga se echó a reír.

-Que te estaba vacilando, tonta.

-¡Rossanna!

Joey le dio un golpecito en la nariz.

-Mira que eres mala, pobre Clarita.

-Pues salió bastante bien del paso- apoyó el padre de Rossanna, sonriéndole-. Aunque olvidó mencionar que somos los dos muy distinguidos y encantadores, ¿a que sí?

La chica asintió, riendo.

-Eso también, claro, señor.

-Así me gusta, buena chica. ¿Una cerveza?

-¿Eh?

-Está bromeando- aclaró Joey poniéndole una mano en el brazo.

-¡Oh!- soltó una risita nerviosa-. Me...me temo que soy... un poco... lenta con esas cosas y... Lo siento- se disculpó.

-Ay, qué cosa más mona.

-Clara, debo aconsejarte que no seas adorable delante de mi mujer si no quieres verte agobiada por mimos- se acercó a un mueble que abrió, dejando ver una nevera bien disimulada con bebidas, de la que sacó unos refrescos que sirvió en vasos para todos-. Claro que si te gusta que te mimen, puedes seguir por ese camino. Lo estás bordando.

-N-no, si yo...- se rió-. Bueno, un poco sí me gusta, como a todos.

-Ah, a mi Rossanna no le gusta que la mimen- se lamentó Elda meneando la cabeza.

-Lo que no me gusta es que me soben, mamá.

-Pues a Joey lo estás dejando con mucho gusto- bromeó su padre viendo cómo el chico la tenía abrazada.

-Eso es diferente- replicó con toda naturalidad, haciendo reír a todos.

Clara estaba un poco extrañada de la familiaridad con la que trataban a Joey. Ella nunca, nunca, se habría puesto melosa con su novio delante de sus padres – en el caso de que tuviese uno -, le hubiera dado un tremendo reparo. Como mucho distantemente cariñosa.

-No te creas que no me ha costado- dijo el chico con su suave voz-. Pero valió la pena.

-Por supuesto que valió la pena. ¿Y qué tal las clases, Clarita?

-¡Ah! P-pues bien, estudiando y... eso.

-Eso está bien, pero no te olvides de divertirte tampoco- intervino Carter.

-¿Qué clase de consejos le estás dando a Clara, papá?

-Pero si no digo que deje de estudiar...

-Ya, ya, eso dices siempre.

-Bueno, querido, estamos viejos para estar aquí...

-Oh, no, para nada- objetó Clara.

-Nunca diría que estás vieja para nada, Elda- apoyó Joey.

-A ver si aprendes, Carter.

-¿A hacer la pelota?- comentó su marido sonriendo.

-Papá, ¿estás buscando quedarte sin cenar?

-No, Dios me libre de saltarme una comida...

-Mamá tiene razón, los jóvenes queremos estar solos. Hala, fuera- se levantó y empujó a su padre cariñosamente, guiñándoles un ojo a Clara y Joey.

-¿Ya me echas?

-Claro que sí, los viejos tienen que dormir la siesta.

-Cría cuervos y te sacarán los ojos- comentó encogiéndose de hombros, pero se dio la vuelta para darle un beso antes de salir.

Elda se acercó a despedirse de Joey y Clara con sendos besos para seguir a su marido.

-Por si no os veo después- aclaró saliendo con mucha elegancia, haciendo que Clara pensara en Haruka una vez más.

-Bueno, ahora en serio, ¿qué te parecen?- preguntó Rossanna sentándose en el suelo delante del butacón donde estaban los otros dos cuando sus padres estuvieron fuera.

-Son muy simpáticos. Tu padre es muy... bromista.

-Bah, es tonto- sentenció con una sonrisa que la contradijo.

-No le hagas ni caso, lo adora.

-Ya veo, ya- soltó una carcajada.

-Así que te caen bien- suspiró aliviada-. Eso es bueno.

-Sí- concedió Joey-. No sé por qué te preocupaba, si son encantadores.

-¿Te preocupaba?- preguntó Clara sintiéndose muy azorada.

-Claro- asintió frunciendo el ceño-. Eres mi mejor amiga, hubiera sido horrible que odiaras a mis padres.

-¡Oh!- miró sus rodillas, confundida- Yo... Yo no hubiera odiado a tus...

-Eso no podías saberlo sin conocerlos, pero como ya los conoces y te caen bien pues da igual.

Clara se quedó un poco pensativa entonces, preguntándose si sus padres y su hermanita le caerían bien a Rossanna. Sobretodo Sofía, que podía llegar a ser realmente pesada cuando se lo proponía.

-Hala, ya has hecho que se ponga a pensar- bromeó Joey.

-¿Qué?

-¿Cómo?

-¿A que te estabas preguntando si tus padres le caerían bien a Ross?

-¿Qué?- se sonrojó un poco- Bueno, no... sí... pero me preocupa más que fueses capaz de soportar a mi hermana pequeña.

-¡Oh! ¡Tienes una hermana pequeña!- exclamó Joey, bastante emocionado.

-Ale, ya lo perdí a tu favor para siempre- bufó Rossanna.

-¿A qué te refieres?- preguntó Clara, algo perdida.

-Que a este le encantan los niños pequeños.

-Vamos, tanto como eso... Pero, ¿cómo es? ¿Se parece a ti? ¿Es igual de mona que tú?

-Bueno, físicamente nos parecemos, sí, sólo que ella tiene los ojos verdes. Pero en personalidad no se parece nada... es muy inquieta e indiscreta, se toma confianzas con la gente enseguida y es muy traviesa.

-¡Oh! Tampoco importa- realmente parecía ilusionado-. ¿Podré conocerla si tus padres vienen?

-Pareces un puñetero pederasta ahora mismo- masculló la pelirroja, algo molesta.

-Ross, no te me pongas celosa- se bajó del sofá y se pegó a ella, abrazándola y dándole besos en las mejillas.

-¡No estoy celosa de una niña chica!

-Ya- dijo él, riéndose.

Clara suspiró, pensando que Joey y Lavi serían una distracción perfecta para que su hermana no se pegase a Kanda. Otra vez ese maldito pinchazo en el pecho.

-¿Cuándo vendrá a verte tu familia?

-Creo que podrán venir a mediado de las vacaciones de verano. Mi madre me dijo que tenía una sorpresa para mí, me pregunto qué podrá ser.

-Un negro que te abanique en el porche- bromeó su amiga.

-¡Rossanna!- se quejó.

-¿Qué? ¡Sería una sorpresa del carajo! Más ahora, que te conviene pensar poco en otros temas.

Clara supo perfectamente que ese "otros temas" tenía nombre y apellidos.

-Igualmente no creo que se refiera a eso, Ross.

-Pues a mí me viene mi madre con un negro bien plantado...

-Y lo dejas en la puertecita, porque si no, viene Joey y le hace una llave de aikido que lo deja parapléjico para el resto de su vida. Para abanicar ya me tienes a mí- le dio un beso en la mejilla.

La otra se echó a reír al ver la cara de Clara.

-Lo decía de broma, nena. Joey no es celoso. Pero sí es cierto que sabe aikido, él me enseñó algunas llaves para tumbar a quien sea.

Clara parpadeó, confusa. No se imaginaba a Joey peleándose ni mucho menos, con esa apariencia tan angelical y dulce.

-Pues eso, saliendo del tema del dichoso negro, así que te tiene una sorpresa, ¿eh?

-Sí- sonrió-. La verdad es que estoy un poco nerviosa.

-Vamos, seguro que es algo estupendo.

-Sí.

-En fin- Rossanna se estiró y se levantó del suelo, trayéndose a su novio con ella- ¿Qué tal si te enseño el resto de la casa y buscamos algo que hacer?

-Genial- aceptó Clara, levantándose también. Siguió a la pareja escaleras arriba para continuar con su apacible tarde de domingo.

Cuando estaban en la habitación de la anfitriona, decidiendo qué juego poner en la play, el móvil de Clara le empezó a sonar en el bolsillo de sus pantalones cortos. La chica lo sacó con algo de torpeza y contestó sin mirar el número.

-¿Diga?

-¡Hola, princesa!

-¡Lavi!- sonrió un poco- ¿Qué tal?

-¡Oh, de lujo! Aquí estudiando todos juntos, donde siempre.

-¿Y no deberías estar estudiando entonces, y no llamándome?- preguntó divertida. Rossanna y Joey le enseñaron el juego de peleas que iban a poner y la chica asintió.

-¡Jo! No te pongas en plan mamá Clara...- se lo imaginó haciéndole un puchero y rió un poco- Me escaqueo de papá Yu para que mamá Clara me eche la bronca.

-Lavi- dijo en un tono más serio.

-Perdona, perdona. No era mi intención. ¿Cómo estás tú, preciosa? ¿Cómo llevas los arañazos y eso?

-Bien, los que no sangraban se han curado ya, pero a los otros les vaticino su tiempecito de curación.

-¡Ay, princesa! Menos mal que esa estúpida ya ha recibido su merecido.

-Sí- sonrió, orgullosa de poder hacerlo-. Ser expulsada sí que fue un corte y no lo que me hizo ella.

-¡Así me gusta, princesa!- lo escuchó reírse al otro lado del teléfono- ¡Oh, por cierto! Saludos de parte de Allen y Lenalee, la cual no deja de atosigarmeee...

Escuchó un par de gemidos y un pequeño griterío, y la voz de Lenalee diciéndole a Lavi algo que no sonó muy bien.

-¿Clara?

-Sí, hola.

-Hola, cielo. ¿Cómo estás?

-Mejor, gracias.

-¿Estás sola?

-No, estoy en casa de Rossanna, con Joey. He conocido a sus padres, son muy majos. Su madre me recuerda un poco a Haruka.

-¿Sí? Vaya, pues estará apañada la pobre- bromeó.

-No te creas, no es tan agotadora como ella, pero también es encantadora.

-¿Haruka?- preguntó Joey girándose bruscamente- ¡No me digas que tenéis un amigo japonés!

-¿Pero no te lo dije ya?- exclamó Rossanna.

-¡No!

-¿Qué pasa?- preguntó Lenalee escuchando los gritos.

-No, nada, Joey, que acaba de descubrir que... que Kanda es japonés.

-¿Kanda?

-Y dale. ¿No te he hablado del musculitos?- preguntó la pelirroja.

-Sí, pero nunca dijiste que fuera japonés, ni siquiera su nombre, ¡qué guay!

-Pues ya lo sabes, hala.

-Se ha emocionado todo...- le comentó Clara a Lenalee.

-Pues... Qué raro, ¿no?

Clara se rió.

-Bueno, un poquito, pero es muy mono.

-¡Eh, cuidado que es mío!- Rossanna le sacó el teléfono- ¿Qué tal, Lenalee?

-Bien, ¿y tú?

-Conteniendo a un friki descarriado por la emoción y eso.

-¡No digas esas cosas de mí!- se quejó Joey.

-¡Pero si es cierto!- Lenalee se rió al escuchar la discusión- Y tú no te rías, que como lo pille quiero ver a ese subnormal resistiéndose, no conoces a este pesado.

-Pero si no soy...

-Sí eres, así que cállate.

-Espero que sepa defenderse si piensa interrogar a Kanda... Por cierto que debe estar por volver y entonces tendremos que colgar, supongo.

-Sería lo mejor, sí, ¿dónde está?

-Creo que fue a por un libro o algo, la verdad es que ni idea... Ah, Allen dice que fue a por una enciclopedia.

-¿Y tiene katanas?- le preguntaba Joey a Clara.

-P-pues sí... Hace kendo o algo así, creo.

-¡Qué pasada!

-Joey, joder, que te calles que no oigo.

-¡Lenalee, dame el teléfono!- gimoteó Lavi.

-Pero espérate, pesado.

-¡Otra que tiene a un pesado detrás!

-No soy pesado, sólo quiero saber si...

-Sí, come comida japonesa- respondió Clara sintiéndose un poco mal al hablar de él.

-¿Podrías dejar de hacerle hablar de ÉL?- reprendió Rossanna.

-¿Le están haciendo hablar de Yu?- preguntó Lavi.

-¡Me lo has quitado!- se escuchó a Lenalee por detrás.

-¡Se siente!

-Pues sí, de ese, sí.

-No os peleéis- la voz de Allen casi ni se escuchó entre tanto griterío a uno y otro lado.

-Nah, tranqui, A, no peleamos...

-¿A?

-¿Quién es A?- preguntó Clara.

-¡Otro japonés!

-Que no, joder, es Allen.

-¡Oh!- sonó decepcionado.

Clara recuperó el móvil.

-¡Ah, NO, NO ME LO QUITESSSS!

-¿Hola?

-Ah... ¿Clara?

-Sí... ¿Allen?

-Uf, menos mal...

-Sí...

-Pero Clara, ¡que estaba hablando con Lavi!

-Están todos locos aquí, ¿y allí?

-Joey, ¡que dejes de poner cara de idiota, joder, sólo es un japonés!

-P-pues más o menos...

-¡Dile al japo que se pongaaaa!

-Que no puede hablar con él, imbécil.

-¿Clara?- preguntó Allen- ¿Por qué gritan?

-Ni idea... Están discutiendo por algo...

-¡Lavi! ¡Ni lo intentes!

-Jo, ¡es que quiero hablar con la princesa!

-Ay... Me quita el móvil... ¡AY! ¡PERO QUÉ BRUTO ERES!

-Venga, A... ¿Princesa?

-¿Lavi?

-Sí, soy yo... ¡es que no me dejan hablar contigo!

-¿Con quién?

Clara ahogó un sonido extraño y se hizo silencio a los dos lados.

-Ah... Con nadie, Yu, da igual.

-Lavi, no le mientas. Me da igual que sepa que estoy hablando contigo.

-¿Está ahí?- preguntó Rossanna y ella asintió.

-¿Quién?

-Tu nuevo Dios, idiota

-Es Clara- explicó Lavi al otro lado.

-Se lo ha dicho- dijo a Rossanna, que le quitó el móvil.

-¿Lasi? Soy yo. Si la reacción ha sido buena, di que no.

-No.

-Uah, genial.

-¿No qué?- preguntó la voz de Kanda al otro lado.

-Que no eres listo, Yu. ¡Ay, pero no me pegues, coño!

-¡Kanda!- riñó Lenalee.

-¿Quiere hablar con Clara?

-Pues me parece que sí, pero claro...

-Ya, ya, ya sé que no lo va a admitir, mira que es imbécil.

-Rossanna... Déjalo... De verdad- rogó Clara cada vez más roja.

-Shh, tú calla, que estoy investigando.

-¿De qué hablas tanto?- se escuchó gruñir a Kanda por detrás.

-Joder, Yu, ¿te pongo unos rulos? Que estás de lo más cotilla.

-Vete a la mierda, baka usagi.

-Como te quiere, ¿eh?- dijo Rossanna.

-Así es mi vida, soy un pobre mártir...

-Tú de mártir tienes lo que yo de tía- masculló el japonés.

-Comparación desafortunada, bakanda- se oyó a Allen.

-¿Cómo dices?

-¡Qué puñaaaaaaal!- Rossanna soltó una carcajada.

-Hala, ya están entretenidos para un rato- exclamó Lavi.

-¡Pero no te lo tomes a coña!- riñó Lenalee- ¡Y vosotros parad ya, que parecéis tontos!

-Dile a Lenalee que no se moleste, que es que lo son, son tíos.

-Oye, ¡que yo también!

-Pues te jodes, que no es mi culpa.

-¿De qué habláis?- preguntó Clara.

-De lo tontos que son los tíos.

-¡Eh!- exclamaron Lavi y Joey a la vez.

Clara suspiró, sin embargo no pudo evitar sonreír. La verdad es que, desde fuera de su desconcierto y la confusión, tenía que estar siendo realmente divertido. Se rió un poquito al ver que Rossanna se había enzarzado en una curiosa discusión con Lavi y Joey a la vez, dando la impresión de que se iba a volver loca. De hecho, cuando le quitó el móvil de la mano, la chica pareció no percatarse, y se picó con Joey de tal manera que acabaron de nuevo apalizándose en la videoconsola.

-¿Lavi?

-¿Princesa? ¡Ah! Qué susto, como de pronto dejé de escuchar a Terrier.

-Es que se ha puesto de nuevo a jugar a la consola con Joey.

-Su novio, ¿no?

-Sí, es muy majo. A ver si os presento algún día.

-Por mí genial, si quieres ver a quien tú sabes celoso es muy buena idea, porque parece caerte bien. ¿Es cariñoso?

-Lavi, no... no quiero ponerlo celoso...- murmuró, algo sonrojada.

-¿Celoso con quién?- gritó Rossanna desde lejos.

-¿Qué habláis de celos?- preguntó Lenalee desde el otro lado.

-Nada, nada- dijo Lavi- En fin, mejor cuelgo porque esto es una locura, y Moyashi y Bakanda están a punto de matarse, le faltan el barro y los bikinis en la pelea de gatas...

-¿¡Qué!- escuchó las voces de ambos a la vez.

-Oh, vaya, creo que ahora me van a matar a miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii...- escuchó como si el teléfono cayese a algún sitio y un estruendo tremendo al otro lado.

-¿Clara?- la voz de Lenalee sonó de nuevo.

-¿Lenalee? ¿Qué pasa?

-Nada, que están matando a Lavi. Te cuelgo, ¿vale? Que a este paso me quedo sin novio y sin amigos.

-Vale.

-Saluda a Rossanna y Joey de nuestra parte y te me cuidas, ¿vale?

-Sí. Cuidaos vosotros también. ¡Besos!

Colgó y suspiró, sintiéndose agotada por los minutos que acababa de sufrir.

-¡Ajá! ¡Otra victoria más para la menda! ¡Estás empeorando a este juego, cariño!

-Te he dejado ganar.

-Ya. Clara, ¿vienes?

-No sé...

-Pues se te enseña, se aprende rápido, ya verás.

Clara suspiró y bajó de la cama, sentándose entre la pareja, que estuvo bastante rato mostrándole los controles y ayudándola hasta que supo jugar lo bastante bien como para pasar una agradable tarde de lucha.