La historia está narrada en primera persona por Lovino, el cual cabe decir que a veces es un poco malhablado en esta historia (pero bueno, yo veo a Lovino de esa forma, eso no quita que me parezca un personaje adorable)
Al final saldrá la traducción de las palabras en cursiva. No son muy extrañas en este capítulo, no hay complicación en traducirlas… pero igual las pongo. Palabras así sólo aparecen en los dos primeros capítulos más o menos (y bueno, más adelante perdidas por ahí), en las que Lovino y Feliciano se relacionan más.
1. CIAO, ITALIA!
–¡¡Mamá!! ¡¡Ya puedes ir cambiando esta litera tan futurista!! ¡¡Feliciano se ha vuelto a caer encima mía mientras dormía!! ¡¡FELICIANO, DESPIERTA!! –Grité con desesperación a las siete de la mañana.
Amanecía un nuevo día en nuestra humilde familia, los Vargas. Y cómo no, el estúpido de Feliciano se había vuelto a caer encima mía mientras dormía. Aunque no sólo se debe a mi hermano, también es culpa de esta molesta litera nueva que mamá nos compró por… por… porque sí. Ella hace las cosas sin razón aparente.
–Oh, hermano, buongiorno –me dijo con su típica sonrisa mientras se desperezaba.
Es lo que faltaba para sacarme de quicio.
–¡¿Cómo que buongiorno?! ¡¿Es que ni siquiera sabes dormir como una persona normal?! ¡¡Tienes suerte de que este sea el último día!!
Sí, es el último día porque hoy nos vamos a Londres, a un instituto de idiomas o así le llaman. Es un instituto normal o bueno, internado en nuestro caso, en el que van chavales de distintos países. Se dan las clases de un instituto común y corriente pero hacen mucho inca pié en los idiomas. Simple. Nuestra madre siempre nos apunta a cosas raras cuando se aburre, esta es una de ellas. Allí nos quedaremos el año entero, con visitas a nuestros padres de vez en cuando, obviamente, ni que fuera una cárcel. Mejoraremos nuestro idioma y conoceremos a gente de muchísimos países, qué emoción…
–Será mejor que vayas a prepararte, el avión sale a las nueve. Yo arreglaré la habitación –es que cuando Feliciano se caía se llevaba unas cuantas cosas por delante y a mí me tocaba arreglarlas como hermano mayor y responsable que soy.
Sí, responsable.
No quiero dejar Italia. A mi hermano no parece importarle irse a Londres, le preocupa eso de la comida que sirvan pero nada más. ¡Nos hemos criado en Italia, maldita sea! ¡Esta es mi patria! ¡¿Por qué tengo que irme a ver a los aburridos ingleses?! ¡O suecos! ¡O franceses! O en el peor de los casos… ¡¡ALEMANES!! ¡Qué horror! Y teniendo en cuenta cómo es mi hermano, ¡Seguro que todos le hacen bullying!
Después de un rato arreglando lo destrozado por Feliciano, cogí la maleta que tenía preparada detrás de la puerta y bajé a la entrada. Pero todavía no iba a irme, y no porque no me haya despedido de mamá, no, eso me importa bien poco… es una traidora. Más bien era porque no había desayunado, y más le vale a esa traidora tenerme preparado el desayuno sino quiere que me rebele.
Me senté en la mesa con notable desgana.
–Oh, Lovino, buenos días. Aquí tienes tu desayuno, cariño –me dijo mientras me daba un vaso de leche y un croissant.
–… Exijo un cappuccino –dije asqueado apartando el vaso.
–Lovi… ya sé que estás molesto porque no quieres ir. Pero esto te enriquecerá mucho, tu padre y yo lo hacemos por tu bien, por tu futuro.
–¿¡Me enriquecerá estar cargando con Feliciano durante un año entero!? ¿¡Sabes la cantidad de problemas que me va a traer el estúpido ese!? ¡Voy a ser el hazmerreír por su culpa! ¡Y ni siquiera te comportas como una madre! ¡Ayer tendrías que haberte venido a mi habitación y hablarme sobre este maldito año escolar! Tendrías que decir que todo me iba a ir bien, que haría muchos amigos y que… y que… –la voz se me empezó a quebrar, joder.
Ella me miró con compasión, se sentó delante mía y me cogió de las manos. Por fin va a comportarse como una madre… ¿Verdad?
–Tienes razón, cielo, tendría que haber tenido un poco más en cuenta tus sentimientos y aconsejarte sobre tu nuevo año en un país completamente distinto. Aún así sé que cuidarás bien de tu hermano y que todo os irá muy bien, iré a visitaros regularmente y os llevaré cosas de aquí, de Italia, para que os sintáis como en vuestra casa… –me empecé a animar un poco–. Y claro, mis consejos de madre pues… –ella me miró seriamente–. Sé que a tu hermano y a ti os encantan las chicas, pero por favor, no hagáis ninguna tontería –se me ha roto el alma.
–… ¿¡Pero qué tipo de madre eres tú!? ¡¡Te estoy pidiendo que me consueles y me sueltas que no deje a ninguna embarazada!! ¡¡TE ODIO!!
–¡¡Listooo!! –Interrumpió mi hermano mientras bajaba alegre y ruidosamente las escaleras–. Ciao, mamma!
–Adiós, Feli –se dieron un abrazo, qué asco–. Cuídate bien y cuida de tu tonto hermano, ¿Vale? –El estúpido de Feliciano asintió como si realmente yo fuera más tonto que él.
Tiene delito la cosa.
Agarré fuerte a mi hermano y me lo llevé afuera, el taxi iba a llegar dentro de poco y no pienso hacerle esperar sólo porque él y mamá se entretienen despidiéndose.
–Feli, no hables con extraños –dijo mamá mientras le arreglaba un poco la ropa.
–¡Sí, mamá! –Contestó el imbécil sonriendo.
–Tampoco acoses a las chicas, que luego las asustas y me llama el director para contarme cosas malas sobre mi niño bueno –le comenzó a peinar un poco el pelo con la mano.
–¡Sí, mamá!
–Y nada de molestar a los chicos del norte, que son muy serios y te pueden hacer pupa.
–¡Sí, mamá!
Al fin llegó el taxi. Pensé que tendría que estar aguantando ese martirio del niño de mamá durante más tiempo.
–¡Adiós, vieja! –Grité mientras me metía dentro del coche.
–¡Adiós, malcriado! ¡Adiós, Feli! –mamá nos hizo un gesto de despedida.
Al fin, sin mamá.
–Hermanito~ ¿crees que haremos muchos amigos?
Mierda, con Feliciano.
A ver quién sería el listo que aguantaría con este tipo durante un año. Aunque ya llevo con él desde que nació y no me he muerto. Quizá deberían darme un premio. En fin, ahora Feliciano me seguiría a todas partes y no me dejaría tranquilo, luego creará una mala fama de mí en ese instituto de pijos ingleses y; ¡Buuuuuum! ¡A la mierda mi orgullo!
–Feliciano, cuando estemos allí procura comportarte como la persona civilizada que no eres, ¿de acuerdo? –Él asintió, de veras parecía tonto.
Su situación comenzaba a parecerme preocupante.
–¿Eres tonto? –Le pregunté lo más sereno posible.
–¡No! ¡Mamá dice que tengo que ser paciente contigo! Además, sé que dices las cosas sin ánimo de ofender. Tú eres así y yo lo acepto, hermano –sonrió mirando por la ventanilla.
Quizá el único demente de aquí soy yo…
Llegamos al aeropuerto. Hacía bastante tiempo que no iba a uno y la verdad, no me desagrada. Pero sólo el aeropuerto, sigo odiando el hecho de tener que irme a otro país.
Aunque teniendo en cuenta las extranjeras que hay por aquí… no me importaría ir a ver más. Pero en fin, para mi desgracia eso no es lo que me trae al aeropueto. Tenemos que ir a por los billetes… espera, ¿Dónde está Feliciano?
–¡Hey! ¿Podéis hablar italiano? ¡Sois taaaaan monas! ¿Lo sabíais? –Perdí de vista a mi hermano durante dos segundos y ya estaba intentando ligarse a las malditas extranjeras.
–Oh?... –ellas se empezaron a reír. Cómo no; las extranjeras son taaan monas y Feliciano es taaan gracioso.
Nótese el tono sarcástico.
–¡¡FELICIANO!! –Grité–. ¡¡Te quiero aquí ahora mismo!!
Por fin vino. Ya pude ocuparme tranquilamente de los billetes…
–Sí, estas son las maletas –cogí mi maleta para dársela, al fin me desharía de ella–. Feliciano, dame tu maleta… ¿Feliciano? ¡¡Feliciano!!
Había vuelto a esfumarse. Oh, Dio, este imbécil va a ser mi ruina.
Me figuré que estaría hablando con más extranjeras pero no era así. No le vi por ninguna parte, esto empezaba a preocuparme.
–Stupido!! ¿¡Dónde estás!?
Y le vi. Mi duda acerca del más subnormal de la familia Vargas quedó resuelta, no volvería a sospechar, nunca, jamás. Mi hermano estaba acercándose a un extraño hombre con un gran saco en la espalda, él le estaba diciendo que se acercase.
–¡¡FELICIANO!! –Fui corriendo a por él y lo arrastré hacia donde estaba puesta mi maleta–. ¿¡Qué haces yendo hacia ese tío!?
–¿Qué pasa? Me daba pena, se le ve tan solo…
–Vale, respóndeme a esto. Hay un hombre de negro, con sobrero y con un saco enorme que te está llamando desde una lúgubre esquina por la que apenas pasa gente, ¿Qué crees que quiere este hombre?
–…¿Pasta?
Estuve a punto de sacudirle por ingenuo pero preferí no hacerlo. Eso sólo daría a entender poca madurez por parte mía.
Después de conseguir los billetes y dejar las maletas para que las llevasen al avión, fuimos a sentarnos a esperar. Estuvimos en silencio, yo estaba notablemente cabreado, como para no estarlo…
Pasó una hora así, Feliciano no hacía más que moverse; mover las piernas, jugar con los dedos, silbar canciones improvisadas y sentarse de distintas maneras. Todo eso, juntando que Feliciano tenía una respiración de lo más pesada, me estaba estresando, demasiado. Por suerte pude poner en práctica las clases de yoga de mi madre, todo es cuestión de centrarse en un punto… en un punto…
–¡Hermano! ¡Creo que deberíamos ir yendo ya al avión!
Buena idea.
Fuimos a la puerta de embarque y de ahí al avión.
–¿Qué te pasa ahora? Estás temblando –le pregunté algo preocupado.
–Es que… nunca he montado en avión… estoy nervioso…
Me limité a reír.
Nuestros asientos estaban casi al final del avión, en la cola. Feliciano se sentó al lado de la ventanilla, supongo que quería gozar un poco más de las vistas italianas.
–¿Cómo será Londres? –Me preguntó alegremente sin apartar la vista del exterior.
–Pues cuando llueve, llueve mucho y tiene un cielo triste. Nada que ver con Milán, Roma, Florencia o Venecia... ¡Absolutamente nada!
–En ese caso… Ciao, Italia!
------Fin del capítulo------
Traducción:
Buongiorno: Buenos días.
Bullying: Acoso escolar.
Croissant: Cruasán O_o
Cappuccino: Capuchino O_o
Ciao, mamma!: ¡Adiós, mamá!
Oh, Dio: Oh, Dios.
Stupido: Estúpido.
Ciao, Italia!: ¡Adiós, Italia!