Título: DHM: Departamento de homicidios mágicos.

Autoras: Caribelleih y A-lunática

Beta: Nande

Género: Acción/Misterio/Romance

Clasificación: NC-17

Disclaimer: El mundo de Harry Potter y todo lo relacionado pertenece a J.K. Rowling. Escribimos esto sin fines de lucro.

Resumen: Draco Malfoy es especialista en analizar mentes criminales. Harry Potter es especialistas en atraparlas. Juntos, harán mucho más que combatir al mal.

Advertencias: Gore.

Notas: Después de meses, esto es todo. 18mil palabras todas acá, para recompensar en algo la espera de meses. Cari y yo empezamos este fic hace casi dos años, es impresionante cómo ha pasado el tiempo y cómo han cambiado las cosas. Hablando por mí (Luni), haces meses que encontré un fandom que me ha mantenido alejada del Drarry, pero no quería dejar pasar más tiempo sin terminar con esto. Besos y gracias por la paciencia.


Caso 7 Parte 5 (y final)

Draco tamborileó con los dedos la caja de cigarrillos que tenía en el bolsillo, pensando en si fumar uno o no. Quería hacerlo, aún cuando últimamente no fumaba con la misma frecuencia que antes; ahora llevaba la cajetilla más por costumbre que porque realmente los quisiera usar. Tal vez era porque tenía menos tiempo libre y más formas de soltar la tensión. Miró a Harry de soslayo.

Acababan de entrevistarse con la primera de la lista, Marilyn Boyle. No era la asesina, había sido bastante obvio. La mujer apenas pudo contener la emoción de tener a Harry Potter en su casa, y les había facilitado la información sin dudarlo. De hecho, les había facilitado más información de la necesaria. Además, su coartada para ese día parecía bastante sólida; había estado trabajando, lo que significaba que no podía ser alguien usando la poción Multijugos.

Una menos en la lista. Faltaban cuatro, y uno de ellos podía ser el remitente de esa carta. Se preguntaba si sabría quién era con sólo verlo, o si era lo bastante bueno para engañarlo.

Se humedeció los labios, sacó un cigarro y lo encendió con la varita, antes de que se arrepintiera. ¿A quién intentaba engañar? Estaba alterado, desde que había aparecido esa carta sentía los músculos tensos y no podía dejar de pensar en el asesino. Estaba seguro que de eso se había tratado, de llamar aún más su atención y de no permitirle pensar con objetividad. De una forma inconexa intentaba sabotear la investigación, haciendo imposible rastrear sus cartas por la forma en que las dejaba.

Ni siquiera podía describir cómo se había sentido cuando vio ese mechón de cabello rubio. Aún cuando el sentido común le decía que no era de su madre, aún cuando había sabido que no era de su madre, no había podido dejar de pensar en ella. En su cabello, en el asesino y en el odio que sentía. Había olvidado parte de ese odio, por el tiempo y su propia negación, pero ahora que todo volvía…

No sabía lo que haría cuando tuviese al culpable al frente. Porque si estaba seguro de algo era de que pronto lo atraparía.

Harry lo miró de soslayo mientras caminaba a su lado. Suspiró y se detuvo, tomándolo suavemente por el brazo, para que se detuviera.

―Draco... ―comenzó mientras lo miraba dudoso.

Draco lo miró. Tenía una muy buena idea de lo que quería hablar, algo que había aprendido de Harry era que en esos momentos le gustaba dar su apoyo.

―¿Pasa algo? ―preguntó de todas maneras.

―Es que no sé qué decir ―declaró, sonriendo levemente, se veía nervioso―, pero... pero espero que sepas que estoy aquí ―agregó, sin despegar la vista de él.

Devolviéndole la sonrisa, Draco deslizó su mano hasta la de Harry y la apretó.

―Lo sé ―dijo antes de soltarlo―. Pero ahora tenemos trabajo que hacer.

―Lo sé –repitió, mirándolo un momento antes de seguir caminando.

――

Se habían aparecido cerca de una empresa de protecciones. Estaba ubicada en una parte bien concurrida de la ciudad, pero oculta a la vista de muggles, a simple vista parecía una librería abandonada, pero se notaba que era un edificio mágico. Harry se acercó hacia las vitrinas y miró hacia el interior.

―Aquí es―dijo, mirándolo.

―¿A qué esperamos entonces? ―le preguntó Draco con una sonrisa de medio lado, abriendo la puerta y pasando al interior.

Una vez estuvieron adentro, todos los libros y las estanterías desaparecieron; mostrando en cambio una mujer en túnica de trabajo sentada en un escritorio y un pasillo que llevaba a varias puertas. Draco se acercó a ella.

―Buenos días ―dijo ella mirando primero a Draco y luego a Harry, fijándose en su túnica de auror―. ¿En qué puedo ayudarles? ―preguntó volviendo a mirar a Draco.

―Quisiéramos hablar con Aiden Johnson y Jarred Walker ―le respondió, recorriendo la habitación con la mirada.

―Un momento ―dijo concentrándose en un aparato que estaba sobre el escritorio. Apuntó con la varita y llamó a los magos.

Al cabo de algunos segundos aparecieron los dos hombres. Uno de pelo castaño y contextura media que vestía una túnica negra de trabajo, simple, pero se veía nueva. Su aspecto era pulcro y serio, y la insignia de la empresa brillaba en el lado derecho de la túnica. El otro hombre tenía el cabello castaño claro, casi rubio, era delgado y su rostro mostraba una expresión relajada. Vestía ropas muggles, un traje hecho a la medida; parecía un empresario exitoso.

―Aiden Johson ―se presentó el segundo hombre, extendiendo la mano hacia Harry. Éste le respondió el gesto, mirándolo intensamente.

―Harry Potter ―dijo.

―Jarred Walker ―dijo el primer hombre que había aparecido, extendiendo la mano primero hacia Draco mientras su compañero saludaba a Harry.

Draco estudió a los dos hombres rápidamente, desde la forma en la que se presentaron hasta los zapatos que usaban. Se preguntó si uno de ellos sería el asesino.

―Draco Malfoy ―se presentó, estrechándole la mano a Walker.

―¿En qué podemos ayudarlos? ―preguntó Johnson luego estrecharle la mano a Draco.

Harry miró a Draco un segundo antes de dirigirse a los hombres.

―Necesitamos hacerles unas preguntas ―dijo Harry fácilmente, luego agregó endureciendo la mirada―, en privado si es posible.

―Podemos pasar a la sala de reuniones si prefieren ―propuso Walker, dirigiéndose a Potter.

―Eso estaría bien ―intervino Draco luego―. Seguramente no tardaremos mucho tiempo.

―De acuerdo ―respondió Johnson, dirigiéndolos por el pasillo hacia la segunda puerta. La abrió y esperó a que todos pasaran antes de entrar y cerrar la puerta tras él.

―¿Es sobre la empresa? ―preguntó Walker, directamente hacia Harry―. Porque tenemos todo en orden ―agregó.

Harry lo miró en silencio, se sentó en una de las sillas con calma y luego habló:

―No, estamos investigando un caso ―explicó, sin dejar de mirar al hombre castaño.

Draco decidió mantenerse como observador en vez de como alguien que interviniera, después de todo eran las pequeñas cosas que ambos podrían hacer lo que le indicarían algo, y debía estar pendiente de esas acciones. Sin embargo, también tenía que tener un contacto directo con ellos.

―Supongo que habrán escuchado sobre la muerte de Layla Kent―agregó Draco sin moverse de donde estaba y pendiente de las reacciones de ambos.

―Bueno, ustedes están dentro del perfil de los sospechosos ―dijo Harry, impidiendo la respuesta de ambos hombres. Hablaba un poco engreído, como si ambos hombres le debieran respeto. Movió la mano hacia donde tenía la varita y tamborileó con los dedos―. ¿Hace cuánto tiempo que viven en Inglaterra? ―preguntó.

Johnson lo miraba apreciativamente, escuchándolo con atención. Pareció pensar la respuesta antes de hablar, pero su compañero, Walker, lo interrumpió.

―Un mes, antes vivía en Francia ―respondió sacudiéndose una pelusa de la ropa.

―¿Pueden interrogarnos sin pruebas? ―preguntó Johnson, mirando a su compañero ―. Si no me dan un buen motivo no voy a responder preguntas personales ―agregó hablándole a Draco.

Johnson prefería quedarse callado, y en cambio Walker respondía como si no escondiera nada. Por supuesto, ambos podían estar actuando.

―No es un interrogatorio ―explicó Draco con suavidad―. Sólo son unas preguntas que nos ayudarían con el caso y que no tienen qué responder. Es para eliminarlos de la lista de sospechosos.

Johnson suspiró y se acomodó mejor en el asiento.

―Es mejor que respondamos, Johnson ―dijo su compañero―, no queremos problemas en la compañía por una investigación de rutina.

―De acuerdo ―asintió el aludido, inclinándose hacia adelante, volviendo a hablar hacia Harry―. Hace tres años vivía en Inglaterra, luego me fui a Francia a hacer una especialización en protecciones que terminé en Italia. Volví hace tres meses ―informó de memoria, alternando la mirada entre Draco y Harry.

Italia. Draco dirigió la mirada directamente a Harry... El hombre había regresado poco después que el propio Draco. ¿Simple casualidad?

―Ambos llevan muy poco tiempo aquí ―comentó Draco, mirándolos.

Harry le devolvió la mirada, sólo por un segundo, luego miró hacia la nada.

―Es debido a nuestros trabajos ―dijo Walker, ladeando un poco el rostro y mirando a Draco agregó: ―supongo que entiendes de qué hablo―. Harry levantó la mirada, fijándola en él.

―Ya que en Inglaterra no hay muchos lugares donde aprender a realizar protecciones adecuadas ―habló Johnson, interrumpiendo y llamando la atención de Harry―. El mejor lugar para aprender es Francia. Yo aprendí en una Escuela, pero la mayoría aprende de tutores personales ―siguió el hombre, pareciendo mucho más cómodo.

Draco recorrió con la mirada a Walker.

―¿Y piensan quedarse en Inglaterra por un largo plazo? ―preguntó con curiosidad.

―La empresa nos manda a seminarios por todo el mundo ―contestó Johnson―, para capacitarnos. Así que no estamos tanto tiempo en el lugar, quizás en el próximo seminario nos ofrezcan algo mejor y nos vayamos de aquí ―agregó mirando a su compañero.

―Hay pocos expertos en protecciones ―dijo Walker, continuando la explicación de su compañero, pero sin mirarlo―, y los realmente buenos somos escasos ―agregó.

―Ya veo ―respondió asintiendo―. ¿Podrían decirnos dónde estaban el lunes pasado en la noche?

―En un bar que está a dos cuadras de aquí ―dijo Johnson, recordando―, estuve hasta como las dos de la mañana, luego me fui a mi departamento con alguien más ―agregó, sonriendo ligeramente. Luego miró a Draco.

―Estuve trabajando hasta tarde en las protecciones de una Mansión a las afueras de Londres, luego cené en un restaurant que está en el centro del Londres muggle ―dijo Walker sin dudar―. Pero supongo que querrán comprobarlo.

―Denme los nombres ―dijo Harry sacando su varita y haciendo aparecer un pergamino y una pluma. Luego de anotar los detalles miró a Draco―. ¿Algo más? ―le preguntó.

Draco negó con la cabeza.

―Creo que no ―dijo dando un paso al frente―. Si necesitamos algo más sería bueno que sepamos dónde encontrarlos... Cuando no están aquí.

―¿Te refieres a Inglaterra? ―preguntó Johnson.

―La empresa siempre sabe dónde estamos si es no estamos en Inglaterra ―intervino Walker.

―Me refería a dónde se están quedando.

―Curzon Street número 5, piso 7 ―respondió Johnson levantándose de su asiento también.

―En el Hotel Marriot ―contestó Walker luego―. ¿Eso es todo? ―preguntó. Y una extraña sonrisa asomaba por la comisura de sus labios.

Harry anotó aquella información y volvió la vista hacia Draco.

―Por ahora ―respondió Draco mirándolo fijamente. No había pasado por alto la extraña forma en la que se había comportado. Le devolvió la mirada a Harry.

―Gracias por la información ―dijo Harry dirigiéndose hacia ambos hombres. Luego salió de la salita, caminando hacia la salida de la falsa librería, con Draco siguiéndolo.

Aún tenía que reflexionar lo que había visto, y tenían dos personas más que visitar, después de todo. Por ahora se concentraría en eso.

――

Draco salió de la casa de la última persona de la lista con un ligero dolor de cabeza. Al menos habían terminado con las entrevistas de ese día, y tenían algo de información útil. Sin embargo, sin tener aún fuertes sospechas sobre alguno de esas personas, dudaba que pudiera hacer algo con ella. Después de todo, habían hecho eso porque era lo único que tenían.

—¿Crees que Blaise ya tenga la identidad de a quién le pertenecía ese mechón de cabello? —le preguntó a Harry para romper el silencio.

―Probablemente ―respondió Harry masajeándose el puente de la nariz―. ¿Quieres ir a preguntarle? ―preguntó mirándolo.

Draco tragó saliva. Dudaba que esos cabellos pertenecieran a su madre, pero necesitaba estar seguro.

―Sí ―dijo suspirando.

―Vamos, entonces ―dijo mirando hacia los alrededores―. ¿Tienes que hacer algo hoy después del trabajo? ―preguntó mientras caminaba hacia una calle lateral para, seguramente, Aparecerse en el ministerio.

Draco negó con la cabeza y luego fijó su mirada en Harry, preguntándose si había sido tan obvio como para que éste se diera cuenta de lo que pensaba. Le devolvió ligeramente la sonrisa. No quería pensar en si se veía necesitado y Harry quería acompañarlo por eso. Seguramente no era así, si no la forma en la que Harry le mostraba su apoyo.

―Podríamos ir donde Teddy.

―¿Visitarlo en la casa de mi tía?

―Sí ―respondió tomándolo de la mano y jalándolo suavemente hacia el callejón, lejos de los transeúntes.

Draco lo miró en la semi penumbra que creaban los edificios. Los ojos de Harry parecían brillar.

―¿Y mi tía sabe que piensas llevarme? ―preguntó.

―Ella me preguntó por ti ―dijo desviando la vista―. Dijo que quería conocerte ―volvió a mirarlo.

―Pero no sabe que piensas llevarme hoy ―no fue realmente una pregunta, pero aún así esperó su respuesta. ¿Y por qué estaban hablando de eso en medio del día de trabajo?

―Deberíamos ir donde Zabini antes de que se vaya, ya es tarde ―dijo Harry en cambio, mordiéndose un poco el labio inferior.

Draco lo miró dudosamente.

―¿Por qué simplemente no le mandas una lechuza a mi tía? ―le preguntó apretándole la mano que aún mantenía junta―. Quiero ir, pero es realmente mala educación llegar a una casa sin que sepan que vas ―no agregó; "más cuando se trata de su sobrino con el que jamás ha hablado"―. Y tienes razón, deberíamos ir con Blaise.

―Sí pensaba avisarle, Draco ―se defendió Harry débilmente―, no soy mal educado ―agregó con una sonrisa que desmentía sus palabras―. Pero vamos ―concluyó, separándose de Draco y Apareciéndose.

Draco sonrió. Por supuesto, pensó antes de Aparecerse también.

――

Harry miró a Draco un momento mientras caminaban hacia la casa de Andrómeda. Hacía frío y Harry podía ver su aliento convertido en volutas de vapor. Volvió a desviar la vista. En los últimos días estaba un poco… ¿confundido? No esa no era la palabra, si no más que todo, descolocado. No sabía muy bien qué decir ni cómo actuar. No sabía tampoco si hacer lo que hacía siempre ―ser el mismo― estaba molestando a Draco esos días. Es que desde que comenzaran el caso todo se había complicado. Ser pareja de Draco y compañero de trabajo, eran cosas muy difíciles de mantener separadas, sobre todo cuando Harry sabía que Draco estaba involucrado personalmente en el caso.

Hacía algunos minutos habían estado con Zabini. Harry se había mantenido atrás, en silencio, observando el intercambio de palabras, notando el leve suspiro de alivio de Draco al comprobar que los cabellos rubios no pertenecían a su madre. Era una estupidez, lo sabía, pero no podía evitar sentirse un poco ignorado. Él no sabía tanto de Draco como Zabini… después de todo Harry lo conocía hacía mucho menos tiempo.

Además que estaba el asunto de aquellas dos palabas que no había logrado retener por más tiempo y no tuvieron eco en Draco… Suspiró antes de volver a mirarlo.

Debía dejar bien ocultas esas dudas ridículas y centrarse en el momento, que sería algo bueno para Teddy, Andrómeda y Draco. Harry sabía lo importante que era la familia para los Malfoy y los Black.

Repentinamente, Draco tomó su mano y la jaló suavemente.

—¿Cuándo cumple años Teddy? —preguntó inclinando la cabeza para verlo mejor.

Harry lo miró un poco sorprendido, no sabía a qué se debía su pregunta, además él mismo estaba un poco distraído en sus pensamientos.

―El treinta de abril ―respondió, mirándolo interrogativamente.

Draco asintió, parecía satisfecho con la respuesta.

―¿Cómo es mi tía Andromeda? ―preguntó de nuevo.

Harry suspiró y se desordenó el cabello, recordado que la primera que la había visto, se había asustado del gran parecido físico con Bellatrix.

―Es una Black, es Slytherin y se ha hecho cargo de Teddy ella sola principalmente ―sonrió―, sé más específico.

Esa respuesta hizo que Draco lo mirara mal.

―Al menos, con las vagas características que me has dado de ella, parece que es una mujer lista ―dijo sonriéndole maliciosamente―. Y si se parece en algo a mi madre, entiendo que no quiera dejar a Teddy. ―Sus ojos se ausentaron unos segundos, antes de fijarlos en los de Harry―. Somos los últimos de los Black.

―Lo sé ―dijo Harry tomando su mano―. No quise sonar cortante, sólo que... bueno, no es fácil definir a Andrómeda.

Draco asintió, dando a entender que comprendía.

Pronto estuvieron frente a la casa de Andrómeda y Harry se detuvo un momento a mirar a Draco antes de llamar a la puerta.

La puerta se abrió unos momentos después y Andromeda apareció por ella. Aún con la edad, no había cambiado tanto, seguía teniendo el mismo porte y el mismo cabello, aunque con unos cuantos mechones grises en las sienes. Y, por supuesto, su parecido con Bellatrix era obvio; Draco se tensó a su lado.

Andrómeda los miró a ambos antes de bajar sutilmente la mirada hasta donde sus manos aún estaban entrelazadas.

—Harry —dijo con una sonrisa, rompiendo cualquier semejanza con Bellatrix con ese simple gesto—, buenas noches —se dirigió a Draco—. Debo suponer que tú eres el hijo de mi hermana Narcissa, Draco.

Draco asintió.

—Así es —dijo, luego extendió la mano—. Draco Malfoy, es un placer.

Andrómeda le dirigió una sonrisa, apretando su mano un momento y luego moviéndose para darles paso hacia el interior de la casa.

—Pasen.

Harry entró, apretando levemente la mano de Draco entre la suya antes de soltarlo.

―¿Cómo estás? ―preguntó mientras se dirigía a la sala.

―Tan bien como se puede esperar, considerando el terremoto que tengo ―dijo haciéndole un gesto para que ambos se sentaran―. Debo decir que fue una sorpresa recibir tu lechuza, Harry. Por lo general no te molestas en hacerlo ―dijo con una sonrisa.

Draco se giró a mirarlo y levantó una ceja.

Los Slytherin siempre estaban en su contra, Andrómeda no decía eso por casualidad...

―Estoy adquiriendo buenos modales ―dijo a modo de explicación, dirigiéndose a Andrómeda, luego miró a Draco y le sonrió.

―Ya veo ―respondió ella arqueando sutilmente ambas cejas, algo sorprendida.

Draco abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por Teddy que en ese momento apareció en la sala con la respiración entrecortada. Claramente había corrido hasta allí. El niño los miró a ambos, alternativamente, luego tomó la mano de Harry.

―¡Vamos a jugar tío Harry! ―exclamó.

―Claro, pequeño ―dijo Harry desordenándole el cabello azul―, ¿le pediste permiso a tu abuela? ―preguntó mirando brevemente a Andrómeda.

―Sí ―respondió mirando a Andrómeda―. ¿Verdad, abue?

Andrómeda asintió antes de levantarse.

―¿Les gustaría una taza de té? ―preguntó―. También tenemos galletas.

―Galletas ―pidió Teddy moviéndose sobre el sofá.

―Si quieres puedo ayudarte ―se ofreció Draco levantándose también. Andrómeda pareció reflexionarlo, pero asintió y ambos salieron de la sala para dirigirse a la cocina.

Harry se quedó mirando hacia el pasillo ahora vacío. Esperaba que aquella reunión resultase bien. Luego volvió su atención a Teddy.

―¿Me extrañaste? ―preguntó Harry tomando a su ahijado de los costados y sentándolo sobre sus rodillas.

―Sí ―respondió Teddy asintiendo entusiasmado―. ¿Has atrapado más malos, Harry? ―preguntó.

―Sip ―respondió empujando a Teddy sobre el sillón y haciéndole cosquillas por un momento―. Pero Draco me ayuda mucho ―agregó.

Cuando Teddy dejó de reírse asintió.

―Es como tu compañero, atrapando a los malos hechiceros ―saltó del sillón―. Hace tiempo que no vienes, Harry. ¿Has estado ocupado?

―Estoy investigando un caso difícil ―le dijo colocándose serio―. Pero este sábado te llevaremos a comer helado, ¿quieres?

―Siii ―respondió Teddy sonriendo.

En ese momento entraron Draco y Andromeda nuevamente en la sala, el primero con la bandeja del té y ella con unas galletas. Ambos parecían estar bien. Draco se sentó al lado de Harry después de poner las cosas sobre la mesa y le sonrió a Teddy.

―¿Te gusta mucho el helado? ―preguntó haciendo conversación. Teddy asintió.

―El del chocolate es mi favorito ―respondió.

―Ah, pero tienes que pedir permiso antes de decir que sí, Teddy ―dijo Harry mirando a Andrómeda con expresión inocente.

Teddy miró a Andromeda y a su vez Andromeda miró a Harry.

―¿Puedo, abue? ―preguntó.

―Claro ―respondió ella sirviendo el té en varias tazas, escondiendo una sonrisa―. ¿Leche y azúcar, Draco?

―Sí, por favor.

―¿Has hablado con Hermione? ―preguntó Harry mientras recibía una taza.

Andromeda asintió.

―La semana pasada ―dijo tomando un sorbo de té―. Me contó lo de su embarazo.

―Es una buena noticia ―comenzó Harry―. Molly ―miró a Draco―, la mamá de Ron ―explicó―, está feliz. Bueno, todos lo estamos ―agregó antes de tomar un poco de té―. Ya no serás el consentido de la familia, Teddy ―bromeó mirando al niño.

Teddy frunció el ceño.

―¿Está embarazada Hermione? ―preguntó ladeando la cabeza―. Va a tener un bebé, ¿como la hermana de Victorie?

―Sí, un bebé ―repitió Harry.

―Oh ―dijo mordiéndose el labio―. ¿Y vas a ser su padrino también, Harry?

―No lo sé ―respondió, dejando la taza de lado. Pasó un brazo alrededor de los hombros de Teddy y se acercó a su oído, murmurándole:―[:] los querría a los por igual, pero tú siempre serás el primero.

Eso hizo que Teddy sonriera.

―Teddy ―intervino Draco, mirándolos―. Creo recordar que me dijiste alguna vez que tenías unos comics de súper héroes ―dijo con una pequeña sonrisa―. ¿Me los querrías mostrar?

Teddy se separó de Harry y asintió entusiasmado.

―Sí, ya vengo ―dijo corriendo hasta las escaleras.

―No corras en la casa, Ted ―le reprendió Andrómeda con calma.

―Me gustaría que se quedara conmigo el sábado ―comenzó Harry, luego miró a Draco y agregó, volviendo a mirar a Andrómeda―: queríamos pasar el día con él.

Andromeda pareció reflexionarlo unos momentos antes de encogerse de hombros y responder.

―No veo ningún inconveniente con eso ―aceptó, mirándolo―. ¿A dónde piensan llevarlo?

Harry se encogió de hombros y miró a Draco antes de responder.

―Aún no lo sé ―dijo, agregando una leve sonrisa.

―Seguramente a comer y luego al parque. Ya veremos ―agregó Draco.

―Me parece bien ―respondió Andrómeda asintiendo, justo antes de que llegara Teddy corriendo a mostrarle sus cómics a Draco.

――

Draco comenzó a colocarse el pantalón con el cual dormía, pensando en todo lo que había sucedido ese día. Era tan contradictorio, las cartas del asesino —que ahora parecía ser también su acosador, y prefería no pensar en cuánto le molestaba eso— y lo que escribía en ellas y todo lo que pasó en la casa de Andrómeda Tonks, con Teddy y con Harry.

Había sido casi… familiar . Por supuesto, habían habido momentos incómodos, pero eran tan pocos que realmente le sorprendían. Hablar con ellos había sido natural, bromear con Teddy, hablar con su tía, sonreírle a Harry. Draco nunca había pensado que era una persona… hogareña, aún cuando consideraba a la familia por encima de todo, pero ese momento había sido… bueno, hogareño —más o menos—, y le había gustado.

Suspiró. Hasta la conversación con Andrómeda había salido bien. Aún cuando físicamente se parecía tanto a su difunta tía Bellatrix, claramente no estaba loca como ella. Tampoco era tan reservada como lo había sido su madre, pero tenía su propio brillo.

Además, ella y Teddy era la única familia que le quedaba. Y, con ella, podía hablar de Narcissa, con alguien que la había — realmente — conocido, aún cuando habían pasado tantos años desde entonces.

En ese momento Harry salió del baño. Vestía sólo el pantalón de pijama y estaba descalzo. Además, iba sin lentes.

Caminó lentamente hasta la cama y se recostó sobre ella, boca abajo.

Draco lo miró divertido, antes de acercarse también en la cama.

―¿Cansado? ―preguntó comenzando a quitar las fundas de la cama.

―Ha sido un día largo ―respondió, girando y acomodándose hasta quedar bajo las mantas.

Eso era un subestimado. Draco se dejó caer en la cama y cerró los ojos.

―Ciertamente ―suspiró.

Harry se acercó a su lado y se acomodó de lado antes de inclinarse y besarlo suavemente en los labios.

Draco le devolvió el beso sin abrir los ojos, sintiendo cómo parte de la tensión que había acumulado en el día iba desapareciendo.

Una de las manos de Harry le acarició el cuello, los dedos trazando círculos sobre su piel, mientras continuaba el beso, lentamente.

Harry suspiró luego de separar sus labios unos centímetros, su aliento chocando con los labios de Draco.

Draco abrió un ojo y lo miró.

―Teddy está obsesionado con los héroes. Seguramente es tu culpa.

Harry sonrió, sin apartarse de él.

―A ti también de gustan, ¿es mi culpa? ―se defendió, ampliando la sonrisa.

―Por supuesto ―afirmó Draco sonriéndole, y como lo tenía tan cerca le mordió el labio inferior―. El niño te adora ―le dijo por si ya no lo sabía.

―A veces me asusta un poco eso ―reconoció Harry, continuando con las caricias sobre el cuello y la nuca de Draco―, que me tome como modelo.

―¿Por qué? ―preguntó Draco confundido, cerrando los ojos, disfrutando de las caricias.

―¿Por qué me asusta? ―preguntó, pero continuó sin esperar respuesta―. No creo ser un muy ejemplo ―dijo en voz baja.

Ese comentario hizo que Draco abriera los ojos. Frunció el ceño.

―¿Por qué dices eso? ¿Por qué crees que no eres un buen ejemplo? ―preguntó deslizando su mano sobre el costado de Harry.

Harry desvió la vista, mirando desenfocadamente hacia cualquier parte menos a Draco. Sonrió con amargura.

―Nunca pienso lo que hago y eso ha traído más desgracias que cosas buenas ―murmuró―. ¿Qué crees que pensará cuando entienda que sus padres murieron por luchar conmigo? ―preguntó, mirándolo.

El complejo de culpa de Harry. Era increíble que aún lo tuviera, luego de todos esos años.

―Pensará que sus padres murieron porque querían darle un mejor futuro del que tendría si tú no hubieras vencido ―respondió con honestidad, pasando los dedos por su cabello y peinándoselo hacia atrás―. Y pensará que no es realmente tu culpa, como no es tu culpa ninguna de las demás muertes, sino de Voldemort.

Harry suspiró y se dejó caer contra la cama.

―Sé que no es mi culpa ―reconoció―, pero no puedo evitarlo.

―Mmm ―Draco se acercó más a él, cerrando los ojos de nuevo―. Esfuérzate más ―murmuró.

Harry curvó la comisura de los labios, sonriendo levemente. Pasó una mano por sobre Draco, acariciando su costado. Volvió a suspirar.

―Me alegra que hayas regresado a Inglaterra ―dijo moviendo los dedos sobre la piel de Draco.

―Yo también me alegro de haberlo hecho ―respondió, antes de quedarse dormido.

――

Harry se despertó agitado, de golpe, sentándose sobre la cama y buscando bajo la almohada la varita. No la encontró.

A su alrededor estaba todo oscuro y tardó algunos segundos en comprender que había estado soñando, que no estaba en su casa y que las terroríficas y angustiantes imágenes que habían inundado su mente habían sido una pesadilla. Una horrible pesadilla.

Hubo un movimiento a su lado sobre la cama, antes de que una voz hablara.

―¿Estás bien? ―preguntó Draco con somnolencia. Seguro lo había despertado su brusco despertar.

Ser consciente de que Draco le hablaba lo envió a la realidad, alejándolo totalmente de su sueño.

―Sí ―respondió mirándolo. Se pasó las manos por la cara antes de recostarse suavemente sobre la cama―. Siento haberte despertado ―agregó dándole la espalda a Draco.

Draco se dio la vuelta en la cama y puso una mano sobre el costado de Harry.

―¿Una pesadilla? ―preguntó de nuevo, esa vez un poco más despierto.

Respiró profundamente, pensando que sentir debilidad por reconocer frente a Draco que sí, que había tenido una pesadilla, era algo que no tenía sentido.

―Sí ―respondió, acercando su cuerpo hacia Draco. La mano de éste sobre su piel se sentía reconfortante.

―Mmm ―murmuró como respuesta, deslizando su mano hasta el pecho de Harry y abrazándolo―. Fue un largo día ―susurró, refiriéndose al día anterior.

Harry llevó una de sus manos hasta la de Draco, entrelazando sus dedos allí, presionando la palma de Draco más contra su piel.

―Y hoy será peor ―murmuró de vuelta―. Será mejor que volvamos a dormir.

―De acuerdo ―murmuró Draco contra su cuello―. Buenas noches, Harry.

―Buenas noches ―respondió. Sin embargo, no cerró los ojos hasta minutos después, aunque seguramente, ahora que Draco estaba detrás, abrazándolo, ya no caería en ninguna pesadilla.

――

Cuando Draco despertó se dio cuenta de que no se habían movido de la posición en la que se habían situado luego de que Harry tuviera la pesadilla. Su brazo seguía rodeando la cintura de Harry y aún tenía la cabeza enterrada en su nuca, respirando sobre su piel. También tenía una erección de considerable tamaño presionada contra su trasero. Se separó ligeramente, liberando algo de presión, aún cuando lo que quería era frotarse contra él.

Harry no había dormido bien la noche anterior, y el recuerdo de su pesadilla menguó su excitación.

Ahora que lo pensaba, Harry y él no se habían separado por mucho tiempo desde que ese caso había comenzado. Dormían juntos, comían juntos, trabajaban juntos y —desde el comienzo de la semana, al menos— vivían juntos. No era que se estuviera quejando, le gustaba tener a Harry todo para él, pero iba a llegar un momento en el que sería demasiado .

Era increíble cómo en unos pocos meses habían llegado hasta ese punto. Hasta el punto en el que Draco había consentido contarle sobre su madre, hasta el punto de tenerlo en su casa día y noche. Harry le había dicho que lo quería, y Draco estaba bastante seguro de que sentía lo mismo hacia él, o algo muy parecido. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se había enamorado, y aún así, lo que pasaba con Harry se sentía más… fuerte.

Merlín, qué pensamientos. Tal vez Potter le estaba contagiando su sentimentalismo. Tal vez esa clase de cosas pasaba cuando tenías a un Harry Potter como amante. Suponía que era una pequeña carga que debía soportar comparado con todo lo demás. Como el sexo, por ejemplo.

Se preguntaba cómo iban a quedar las cosas luego de que atraparan al maldito asesino que estaba jugando con él, si Harry pensaba seguir quedándose todas las noches en su casa. Suspiró, tal vez, en vez de estar pensándolo tanto, sólo debía preguntárselo. ¿Qué era lo peor que podía suceder? ¿Así de frágil era su relación que evitaba cualquier clase de discusión? No lo era, sabía que no lo era. Se removió en la cama.

¿Y qué tal si discutían y luego eso afectaba la capacidad de ambos en el trabajo? Era molesto trabajar con alguien con quien estabas irritado… Pero eso no significaba evitar toda clase de disputas. Era mejor conversarlo, eso era seguro, Harry era alguien competente y no era un tonto —por más que a Draco le gustaba decir lo contrario—; llegarían a una… solución.

Harry giró en la cama, quedando de frente y se talló el rostro con ambas manos. Luego extendió una hasta encontrar un brazo de Draco y sin abrir los ojos, preguntó:

―¿Es tarde?

Draco se giró y sonrió levemente.

―No creo que sea tarde ―dijo buscando su varita en la mesita de noche para invocar un Tempus―. Aún no son las ocho.

Harry abrió los ojos, pestañeando varias veces antes de lograr enfocar; se giró hacia la mesita de noche de su lado, buscando los lentes, pero no los encontró.

―¿Sabes dónde dejé los lentes? ―preguntó sentándose en la cama.

―Deben de estar en el baño ―dijo mirándolo con curiosidad. Recordaba vagamente no haberlo visto con ellos cuando salió de allí―. Pensé que querías dormir un poco más.

Harry giró el rostro hacia él, mirándolo, luego volvió a acostarse a su lado, besándolo suavemente en los labios. Se alejó otra vez.

―Quería ir a entrenar un poco ―dijo―, pero ya no alcanzo.

Draco se lamió los labios y ladeó la cabeza.

―¿Hace cuánto no entrenas, Potter? ―le preguntó con una sonrisa, deslizando una mano sobre su pecho hasta los músculos de su abdomen.

Harry siguió el movimiento de la mano de Draco con atención, levantando un poco la cabeza. Sonrió y deslizó la vista hasta él.

―Cambié el deporte por otro tipo de ejercicio...―respondió mirando descaradamente la entrepierna de Draco.

―Por fantástico que sea el otro tipo de ejercicio ―sonrió Draco mirándolo a los ojos―, dudo que puedas mantener este abdomen sin el deporte.

Harry volvió a dejarse caer contra el colchón, riendo.

―Eso suena a condición…

Draco sonrió maliciosamente y se le acercó más.

―Digamos que estoy muy encariñado con tu abdomen ―murmuró besándole un hombro―. Y no podemos dejar que se... agüe.

―Supongo que tienes razón ―dijo Harry, volviendo a reír.

―Por supuesto que la tengo ―respondió altaneramente.

Harry rodó los ojos divertido y se quedó en silencio, con la vista fija en el techo por algunos minutos.

―¿Vas a volver a visitar a Andrómeda? –preguntó, rompiendo el silencio.

Draco se sorprendió un poco con la pregunta y se enderezó en la cama apoyándose sobre su codo para poder mirar a Harry.

―Eso tenía pensado ―frunció el ceño―. ¿Por qué?

―Sólo curiosidad ―respondió Harry, luego de asentir con la cabeza―. Bueno, es que anoche no dijiste nada sobre eso, no sabía cómo había resultado todo para ti...―continuó―. Después de todo era primera vez que la veías.

―¿Estabas preocupado? ―preguntó sonriendo, luego se enserió un poco más―. No hablé mucho con ella, lo sabes, pero sí lo suficiente. No es como me la había imaginado ―toda Gryffindor o parecido―, pero no me decepcionó. Me recordó un poco a mi madre, aún con todo su parecido físico con Bellatrix.

―Yo no conocí a tu madre ―dijo Harry mirándolo―, pero definitivamente Andrómeda no es como Bellatrix ―agregó sonriendo un poco―, Teddy es el ejemplo.

En eso tenía que estar de acuerdo, le daba escalofríos de sólo pensar en el hijo que pudo haber tenido Bellatrix.

―Sí la conociste ―dijo de todas formas, mirándolo―. Pero no lo suficiente.

―Bueno, ella me salvó la vida.

―Me hubiese gustado que la hubieras conocido más ―admitió en un susurro, dejándose caer en la cama y viendo el techo. La verdad es que no quería seguir pensando en eso―. Pero buen cambio de tema, estábamos hablando de tu rutina de ejercicios.

Harry se humedeció los labios y giró el rostro, sus cabezas casi tocándose, pero no insistió en el tema.

―Puedo quedarme entrenando hoy si estás tan preocupado por mis abdominales ―bromeó Harry.

―Tenemos trabajo que hacer ―suspiró Draco mirándolo.

―Luego del trabajo, pensaba yo ―replicó Harry, sentándose en la cama y quitándose las mantas.

―Hablando de eso, nunca seguimos con mi entrenamiento, ¿recuerdas?

Eso hizo que Harry sonriera.

―Recuerdo lo que pasó la última vez que entrenamos juntos.

―Te molestaste por un simple comentario mío ―respondió Draco sonriendo. Claro, también recordaba la increíble tensión sexual sin resolver que había en el ambiente. No sabía cómo no le había saltado a Harry allí mismo.

―No fue lo que dijiste ―dijo Harry entrecerrando los ojos―, además luego te fuiste con Owen ―agregó sonriendo.

―Cierto ―dijo recordando esa noche. Había estado bastante excitado ese día, así que se había acostado con Owen intentando deshacerse de la tensión en su cuerpo―. ¿Celoso? ―preguntó sonriendo.

―Sí ―respondió.

Draco se río sin poder evitarlo.

―No tienes por qué. Terminé con Owen antes incluso que nos besáramos en aquel hotel.

―Nunca dudé que hubieses terminado con él antes de estar conmigo ―dijo Harry levantándose de la cama―, confío en ti ―agregó.

Draco lo miró cautelosamente, Harry sonaba a la defensiva y se preguntó si lo había molestado.

―De acuerdo ―dijo rodando sobre su estómago y mirándolo.

―¿Qué? ―preguntó Harry devolviéndole la mirada.

―¿Te molestaste? ―preguntó directamente.

Harry pestañeó un par de veces, un poco sorprendido.

―No ―respondió sincero, sentándose en la cama otra vez―, ¿parezco molesto?

―Un poco ―dijo encogiéndose de hombros―. ¿Qué hora es?

Harry miró alrededor buscando su varita, la atrajo con un Accio e invocó un Tempus.

―Las ocho diez ―respondió―. Voy a ducharme, ¿vienes?

Draco lo pensó un momento, pero sólo con pensar en meterse en la bañera con Harry era suficiente para decidirse.

―De acuerdo ―dijo con una sonrisa mientras se levantaba―. Debemos hacer nuestro ejercicio diario ―amplió aún más la sonrisa.

―Cierto ―dijo Harry sonriéndole y atrapándolo de un brazo, hasta acercarlo a su cuerpo y poder besarlo.

Draco le devolvió el beso, rodeando el cuello de Harry con un brazo y acariciándole la nuca. Se separó lentamente, mordiéndole el labio inferior.

―Sólo tenemos tiempo para algo rápido ―dijo tomándolo de la mano y comenzando a empujarlo hacia el baño. Aunque no tuvo que empujar mucho, pues Harry ayudaba bastante.

――

Harry se bajó del ascensor bufando. Ir a otros departamentos del Ministerio siempre le aburría. En especial si debía tratar con burócratas y buscar información.

Luego de llegar a la oficina, Draco se había ido a su despacho a revisar las interrogaciones del día anterior y Harry había optado por ir al Departamento de Transportes Mágicos para comprobar las historias de los sospechosos.

Ambas declaraciones eran verdaderas en cuánto al tiempo que llevaban en Londres y las fechas de viajes. Pero eso sólo confirmaba que no habían mentido respecto a lo que informaron, pero no podían descartar que hubieses ocultado información.

Aiden Johson era el hombre que vestía ropas muggles y que se había mostrado amable y dispuesto a cooperar ―una vez que le dijeron que no los estaban acusando de nada―. Su actitud había sido normal, su respuesta a una interrogación por aurores también; era alguien que respondía como todos. Harry suponía que destacaba por el tipo de ropa; era elegante. Lo cual tenía sentido porque seguramente su trabajo era muy bien remunerado. Y por lo que había dicho, salía a bares, viajaba y se divertía. No parecía alguien muy preocupado por tomar justicia con sus propias manos. Pero podía estar actuando, no debían olvidar que él había reconocido vivir en Italia algunos meses.

Jarred Walker, por otro lado, se había mostrado inquisitivo y parecía saber cómo enfrentar un interrogatorio de un auror; a Harry no se le había pasado por alto aquel detalle, no por nada había hecho cientos de interrogatorios en su vida, después de todo, de eso vivía. Además, aquel hombre le generaba una sensación extraña. Quizás le diría a Draco sus sospechas, pero como no tenía más base que su intuición, no quería hacer avanzar en la investigación para llegar a un callejón sin salida. Lo mejor era seguir investigando.

Harry abrió la puerta de su oficina un poco desesperanzado. Siempre se sentía así cuando no lograba terminar con un caso especialmente molesto y estresante como ese. El asesino parecía querer sacarlos de sus casillas para que fueran ellos los que cometieran errores. Harry no lo permitiría. Y no era sólo porque el caso incluía a Draco. No, aquel era su trabajo, Teddy, por ejemplo, confiaba en que él atraparía a los malos. Harry no iba a decepcionarlo.

Su oficina estaba vacía y la puerta que la comunicaba con la Draco estaba cerrada. Pensó que tal vez no era buena idea ir a hablarle.

Luego sonrió levemente llegando a la conclusión de que aquella excusa nunca lo había detenido.

Pero por si acaso, golpeó la puerta antes de abrir.

Draco estaba preparando el té en una mesita que tenía especialmente para eso, pero se giró en cuanto lo oyó entrar. Tenía una tetera en la mano derecha y en la izquierda su taza.

―¿Quieres? ―preguntó volviéndose de nuevo y comenzando a verter el líquido.

―Sí, gracias ―respondió sonriendo un poco y entrando completamente―. Fui al Departamento de Transporte Mágico ―informó.

―¿Y qué te dijeron? ―preguntó dejando la taza sobre la mesa y apareciendo otra con un giro de su varita.

―Confirmaron lo que dijeron ambos sospechosos ―dijo mirando con interés como Draco preparaba té. Era muy simple y trivial, probablemente por eso le llamaba la atención observar a Draco mientras lo hacía. Luego de pensar que observar esa escena era agradable , Harry negó con la cabeza. A veces se asustaba de lo real que era lo que sentía por Draco.

Draco terminó con la taza y la hechizó para que viajara hasta donde Harry. Sabía que le gustaba el té solo, así que ni siquiera le había preguntado si quería agregarle algo. Cogió luego su taza y tomó un sorbo.

―¿No te parece raro? ―preguntó de repente, girándose a mirarlo.

―Gracias ―murmuró sosteniendo la taza―. El que no nos hayan mentido no indica que no ocultaron información ―respondió. Suponía que Draco se refería a eso.

―No, eso no ―dijo rodeando el escritorio para sentarse en su sillón―. Quiero decir, ¿cuántas probabilidades existen de que dos personas trabajen en una misma pequeña compañía con características tan... similares? No es sólo por su trabajo, o los lugares donde han viajado. Es la edad; son jóvenes, y sin embargo ambos trabajan allí por ahora. Ambos tienen pensado irse, ambos han regresado hace poco desde el exterior. Ambos son solteros y buenos en lo que hacen. Sé que puede pasar... Sé que pasa en otras circunstancias, pero, realmente, si hay tan pocos trabajadores en el mundo de las protecciones, ¿no es sospechoso de que justo estos dos estén juntos? Y justo en el mismo lugar, también.

Soltó un suspiró y tomó otro sorbo de té.

―O tal vez estoy viendo más de lo que hay.

Harry dio vuelta una silla y se sentó frente a Draco.

―Mmm. ―Lo que decía Draco tenía bastante sentido, no había pensado en eso―. Tal vez uno de ellos… ―comenzó, mirando hacia su taza. Luego cerró la boca y se mordió el labio; volvió a abrirla y dijo―: Si quisieras fingir ser alguien común y pasar desapercibido, pero no sabes cómo, ¿qué harías? ―preguntó en cambio.

Draco se encogió de hombros, mirándolo sobre su taza de té.

―Probablemente estudiaría a conciencia alguna persona que me parezca común e intentaría copiar sus acciones, su forma de ser, con quienes se relaciona... ―guardó silencio unos momentos―. Sería lo que la sociedad espera que sea, dependiendo de mi edad y mi físico.

―Pensé lo mismo―reconoció―; imitaría a alguien.

―¿Crees que eso es lo que esté haciendo? ¿Fingiendo ser alguien normal? ―Se quitó el flequillo del rostro, pensando―. Entonces sospechas de alguno de los dos ―fijó sus ojos grises en los de él―. ¿De quién sospechas?

―Walker ―dijo de inmediato, mirando a Draco, después de todo ya lo había pensado―, pero es sólo intuición, no tengo pruebas ―aclaró, sin dejar de mirarlo―. Pero... tengo la impresión de que sabía qué decir, como si estuviera preparado para un interrogatorio ―desvió la vista un momento―. No digo que él sea el asesino, pero creo que oculta algo.

Draco asintió, frotándose ligeramente la quijada.

―Recuerdo lo que dijo ―comentó―, pero me parece raro que, si es el culpable, haya dejado escapar eso. O es muy confiado, o no es el asesino... Y sin más base, no podemos pedir una orden para investigar su casa.

―Tiene buenas coartadas ―dijo Harry―, todas comprobables. Sin embargo, Draco, no podemos descartar que es sospechoso porque haya dicho cosas provocándote si es que no te conoce―. Harry desvió la mirada hacia la taza de té y bebió un sorbo, estaba solo, como a él le gustaba, pero no dijo nada al respecto, su mente estaba buscando alguna razón lógica para seguir investigando a Walker. Suspiró―. No tiene sentido.

―¿Que es lo que no tiene sentido?

Alzó la vista, pestañeando un par de veces. A veces decía cosas a continuación de lo que pensaba y olvidaba aclararse. Se disculpó con la mirada.

―Walker actuó premeditadamente, para mí eso es sospechoso, por eso digo que no tiene sentido, porque las indirectas que dijo lo hacen más sospechoso aún. ―Negó con la cabeza―. Es como si estuviera confundiéndonos a propósito.

―O tal vez ―dijo Draco mirándolo seriamente―, alguien lo incita a confundirnos. No necesariamente tiene que ser él el culpable. ―Frunció el ceño―. ¿No crees que es raro? Que se haya permitido decir esos comentarios... Cuando todo lo que ha hecho ha sido tan cuidadoso.

―Al menos estamos de acuerdo en que Walker oculta algo ―suspiró Harry, volviendo a beber un poco de té.

―Probablemente ―respondió Draco―. ¿Encontraste algo más en el Departamento de Transportes Mágicos?

―No ―respondió―, quise averiguar si habían hecho otros viajes que no nos hayan contado, pero no hay nada documentado sobre eso ―agregó bufando―. Además de que no están muy preocupados por los transladores ilegales, "no tenemos funcionarios para cubrir todas peticiones de los Aurores, señor Potter" ―recitó, con un tono irónico en su voz.

Eso causó que Draco sonriera.

―Sólo te molesta porque no estás acostumbrado a que te digan que no ―se burló.

Harry entrecerró los ojos, pero luego se encogió de hombros y sonrió; era cierto.

―No voy a negarlo ―respondió antes de terminar de tomarse el té.

Draco se quedó callado por unos momentos.

―Aún cuando sospechamos de Walker o de Johnson, no sería buena idea volver a buscarlos; comenzarían a sospechar ―comentó de pronto―. Sin embargo, sí deberíamos conocer lo que hacen.

―Podríamos comenzar por buscar coincidencias entre ellos y la víctima, aunque dudo que encontremos algo si uno es el asesino.

―Yo también ―suspiró Draco.

Harry se levantó de la silla para dejar la taza de té ya vacía sobre la mesita, sabía que podía hacerlo con magia, pero era un pequeño movimiento que no lo mataría si lo hacía de forma muggle… estaba pensando en eso cuando Ron entró a su oficina y al verla vacía, siguió hasta la de Draco.

Ron lo miró con una dudosa curiosidad, como si no quisiera observarlos mucho para descubrir lo que había entre ellos, pero sin poder evitarlo.

―Harry, Malfoy ―dijo Ron como saludo.

―Weasley ―le devolvió el saludo Draco.

Harry se quedó de pie, apoyado en la mesa donde estaba el té. Inclinó la cabeza y sonrió como saludo.

―¿Sucedió algo? ―preguntó.

Ron sonrió frente a esa pregunta, pero intentó disimularlo.

―En la sala hay una amable e histérica señora que quiere hablar con ustedes ―informó. Sonriendo y saliendo rápidamente de ahí.

Draco miró a Harry arqueando una ceja mientras se ponía de pie. Abrió la boca para decir algo, pero en ese momento entró una mujer mayor con un gorro enorme y un bolso de cuero en la mano, sacudiéndolo de un lado a otro al entrar a la oficina. Draco cerró la boca y la miró sorprendido.

―Quisiera hablar con ustedes, señores ―dijo con voz estridente, mirándolos de hito a hito.

Harry estuvo tentado a reírse por la expresión sorprendida de Draco, pero no quería dormir en el sillón, así que se contuvo. Esbozó una sonrisa amable y dio un paso hacia la mujer.

―Buenos días ―saludó, extendiendo la mano―. Harry Potter ―se presentó.

―Sé quién es usted, jovencito ―dijo la mujer con dignidad, aún así estrechándole la mano―. Y también sé que es el encargado del caso de... de mi nieta. ―Casi se le quebró la voz, pero se recompuso. Miró a Draco―. Junto con usted, Sr. Malfoy.

Draco asintió sin acercarse.

Harry se puso serio y le indicó a la mujer que se sentara en una de las sillas de su oficina.

La mujer le siguió de inmediato y se dejó caer en una de las sillas, mirando al frente. Draco los siguió algo reluctante, apoyándose en una de las paredes y dirigiéndole una mirada a Harry.

Harry lo miró, comprendiendo. Recordaba perfectamente aquella vez en que les tocó informar la muerte de un familiar a una mujer...

―¿En qué podemos ayudarla? ―preguntó amable, sentándose detrás de su escritorio.

―Quisiera saber cómo está avanzando la investigación ―respondió la señora mirándolo―. Ya ha pasado casi una semana desde la muerte de mi nieta y aún no nos han dicho nada.

Carraspeó y luego se acomodó los anteojos. Miró a Draco y luego a la mujer.

―Lamentamos mucho la muerte de su nieta ―dijo Harry―. Estamos investigando a posibles sospechosos ―informó―. La investigación está en curso, no podemos decirle más ―agregó.

―Se trata de mi familia ―dijo la señora con los ojos sospechosamente acuosos―. Y quiero saber si van a atrapar al desgraciado que mató a mi hermana. ―Abrió el bolso y de él sacó un pañuelo, secándose con él los ojos humedecidos―. Tengo el derecho.

―Señora ―comenzó Draco, hablando por primera vez desde que la mujer apareció. Se acercó unos pasos―. Debe entender que no tenemos permitido hablar del caso. Como dijo Potter, la investigación está en curso.

―Nosotros estamos haciendo todo lo posible por atrapar al asesino ―dijo Harry a modo de consuelo. Aunque no podía evitar sentirse mal por no tener respuestas aún.

―Y yo quiero saber qué es todo lo posible que hacer ―terció la mujer, frunciendo el ceño y mirándolo.

―Estamos investigando a posibles sospechosos ―respondió Harry, mirando subrepticiamente a Draco.

Draco le devolvió la mirada.

La mujer asintió, suspirando.

―¿Al menos creen que pueden resolver el crimen? ―preguntó con un hilo de voz.

―Esté por segura, señora ―le respondió Draco, mirándola seriamente―, que atraparemos a la persona que le hizo eso a su hermana.

Harry lo miró por un momento. Draco creía en lo que estaba diciendo. Sintió deseos de salir de la oficina y atrapar al culpable inmediatamente.

―Confíe en nosotros. Lo atraparemos ―dijo Harry. Creyendo cada una de sus palabras.

――

—Me molesta no tener nada qué hacer —dijo Draco.

Habían pasado un par de horas desde que Johana Kent se fuera del Ministerio, y lo único en lo que había pensado Draco, desde que ella había salido por la puerta, era en el caso.

Y en el hecho de que estaban estancados.

No podían avanzar; estaban en un callejón sin salida; sin más rastros qué seguir, porque el asesino no había dejado evidencias suficientes para culpar a nadie. Nadie parecía haber visto nada sospechoso y Draco estaba harto de pensar en lo curioso que era no haber recibido ningún tipo de carta del culpable ese día.

Draco lo miró largos segundos, desviando la vista luego. Eso veía. Veía que Harry se estaba esforzando —tanto como él— y que aún así no llegaban a ningún lado. Se frotó la sien, sintiendo los comienzos de una jaqueca.

—¿Alguna conexión con la familia Kent?

―Hasta ahora nada ―negó, pasando la hoja―. No creo que encuentre nada obvio, tal vez debamos buscar otras conexiones.

―No sabemos mucho de Walker ―dijo Draco frunciendo el ceño―. No parece llamar mucho la atención.

Harry asintió con la cabeza mordiéndose el labio inferior.

―Dime apellidos de personas que conociste en Italia ―pidió, mirándolo con atención y algo de ansiedad.

―¿Encontraste algo? ―preguntó de inmediato Draco, enderezándose en la silla y observándolo con atención―. Y no seas obtuso, es mejor que me digas los apellidos italianos que encontraste y yo te responda si lo conozco.

Harry ladeó un poco el rostro.

―Yo no soy obtuso ―replicó―, puede que conocieras a familias no italianas ―agregó, entregándole la lista de nombres a Draco.

Draco alcanzó el papel y lo escaneó rápidamente. Era una cantidad considerable de familias, al parecer Walker sí era bueno en lo que hacía. Sus ojos se detuvieron primero en un nombre, y luego en otro. ¿Era posible que fuera pura casualidad que Draco conociera a dos de las personas de esa lista?

―Conozco a ellos dos ―dijo en un murmullo, bajando el pergamino para que Harry pudiera leer los nombres que señalaba.

―Eso significa que nos mintió ―dijo Harry alzando un poco el tono de voz―. Sí estuvo en Italia.

Asintiendo, la mente de Draco comenzó a trabajar rápidamente.

―No sabemos en qué fecha ―dijo mirando a Harry―. En esta lista sólo hay nombres. Pudo haber sido mucho antes, pero por alguna razón lo dudo ―señaló al primer nombre―. Lionel Simpsom compró un apartamento cuando lo conocí. Me comentó que lo había mandado a proteger. ―Y por eso terminaron quedando en su casa, pero eso no era importante para el caso.

―Tantas coincidencias no pueden ser casualidad ―dijo Harry apoyando la espalda en el respaldo de la silla, miraba a la lista de nombres con el ceño fruncido.

Draco también la miró.

―No lo creo ―admitió pensando en Walter―. Sin embargo no tenemos las suficientes pruebas para atraparlo. Y si ponemos un paso en falso lo perderemos. Tenemos que actuar sutilmente para acorralarlo.

―¿Propones espiarlo? ―preguntó acercándose.

―Creo que es la mejor decisión ―afirmó, mirándolo con seriedad.

―Lo primero sería ir al hotel en que vive y comprobar que vive ahí.

――

―No creo que viva allí ―dijo Harry mirando el hotel desde la acera de enfrente a éste. Habían entrado ocultos por un encantamiento y revisado los archivos del lugar. Efectivamente, Walker tenía una habitación allí, desde hacía más de un mes. Las cuentas estaban al día y pagaba por adelantado.

En los registros estaba todo sumamente controlado. Las horas de salida y de entrada de los huéspedes y sus visitas. Walker siempre llegaba solo y se iba al otro día. No había tenido ninguna queja, nada; era un huésped ideal que pasaba desapercibo. Un típico hombre de negocios que no se relacionaba con nadie.

―No pareciera ―le respondió Draco. Tenía los brazos cruzados y miraba la fachada del edificio con el ceño fruncido―. No está en esa habitación, es mejor que regresemos al Ministerio. Si Walker ha llegado tan lejos es por su paranoia, seguramente tiene protegido todo el lugar con protecciones, si nos acercamos sólo un centímetro se activarían y él sabría que estamos aquí.

Harry asintió, comenzando a alejarse de allí.

―Necesitamos alguna manera de asociarlo con los asesinatos ―dijo amargamente. Estaba seguro que él era el asesino, o al menos que había algo extraño en su comportamiento; todo parecía demasiado perfecto en su vida para ser real.

―Hasta ahora sólo tenemos pruebas circunstanciales―respondió Draco adelantándose hasta caminar a su lado―, y no son suficientes para que el Wizengamont acepte el uso del veritaserum. Sólo nos queda enfrentarlo, lo que podría causar que escapara, o vigilarlo, cosa que es casi imposible dado que es un maestro con las protecciones.

Harry se desordenó el cabello con ambas manos, en un gesto de derrota.

―No se me ocurre nada más que esperar ―murmuró―. Es desesperante no tener ninguna pista para seguir.

Draco lo miró de soslayo y guardó silencio unos momentos.

―Lo es ―dijo con simpleza.

――

En cuanto Draco y Harry aparecieron en el Atrio del Ministerio, los ojos de todos se dirigieron a ellos, y una de las brujas hasta se detuvo en medio paso para entrar a la chimenea con fuego azul para vigilarlos, causando que la persona que la acompañaba chocara con ella. Draco arqueó una ceja, algo sorprendido por tanta atención.

De repente lo comprendió —y se sorprendió de que hasta ahora sólo lo hubiese pensado una vez, hacía tiempo—; todos lo observaban con esa evidente curiosidad porque ya habían escuchado los rumores de su relación.

Y justamente luego de esa revelación, algunos murmullos comenzaron a ser audibles y eso era algo extraño. Draco miró a Potter, quien se veía igual de sorprendido; ninguno de los dos había hecho algo que atrajera de esa manera los comentarios o chismes. Ningún beso público o actitud irreverente.

—¿Qué crees que pasó? —preguntó, intentando lograr que nadie le escuchara.

Harry miró a alrededor, como buscando alguna respuesta. Luego se acercó a él y comenzó a caminar más rápido hacia el ascensor.

―No tengo ni idea, pero vámonos de aquí ―dijo apretando el botón del ascensor.

Draco lo miró extrañado, pero igual lo siguió. Algo iba mal, ambos lo sabían.

Subieron al ascensor en cuanto éste llegó y guardaron silencio mientras ignoraban todas las miradas de los magos y brujas que "sutilmente" les dirigían mirada. Cuando llegaron al Departamento de Aurores ambos estaban tan tensos que Weasley acercándose a ellos rápidamente resultó casi un alivio. Al menos él les diría si algo malo había pasado.

―Los estaba esperando ―dijo como saludo, dirigiéndose a ambos―. Entremos a la oficina ―agregó, mirándolos con seriedad.

Harry abrió la puerta y Weasley entró detrás.

Antes de que pudieran decir nada, Weasley le extendió un pedazo de pergamino a Harry y mostró una carta a Draco.

―Llegó el mismo mensaje a todos los departamentos ―explicó, refiriéndose al pergamino―, y esa carta llegó por lechuza ―indicó, mirando a Draco.

"Todos creen conocer al héroe, Harry Potter, salvador del mundo mágico.

Pero nadie se imagina que es a Draco Malfoy a quien se lleva todas las noches a la

cama."

Draco leyó la nota con rapidez, sintiendo cómo la rabia bullía en su interior. Deseó quemar todos los mensajes que habían llegado... Con razón los habían visto tan descaradamente al llegar al Atrio, Walker se estaba burlando de ellos.

Sabía perfectamente que el mundo mágico ignoraba el hecho de que Harry fuera gay, o al menos la gran mayaría lo ignoraba. Siempre se había buscado amantes muggles, no queriendo que su vida romántica estuviera publicada en el periódico y... Y ahora un imbécil hacía esto. Le dirigió una mirada a Harry, intentando descubrir qué pensaba. El caso se les estaba saliendo de las manos, si no atrapaban al asesino, podía continuar diciendo cualquier cosa sobre ellos.

Odiaba sentirse como si estuviera perdiendo. Y odiaba que ese idiota pareciera saber tanto de ellos.

Harry abrió mucho los ojos al terminar de leer y dirigió la mirada hacia Ron.

―Bueno, en algún momento tenía que pasar ―dijo, caminando hasta una de las sillas y sentándose. Luego miró a Draco, esperando que abriera la carta.

Draco lo miró un momento más, sorprendido por lo bien que se lo tomó para alguien que nunca antes había querido hacer pública su homosexualidad. Pero ellos ya habían hablado al respecto, y Harry ya le había dicho que no le importaba. Y ahora no era el momento de hablar sobre eso.

Abrió la carta, leyendo con la misma rapidez las palabras del asesino.

"Ignorarme no servirá de nada, cada paso que das yo ya lo di.

Reconócelo, Malfoy. Estoy ganando."

Cuando terminó se la pasó a Harry, esperando a que la leyera. Esas palabras sólo aumentaban su odio.

Harry extendió la mano y la recibió, leyéndola rápidamente.

―¿Por qué será que siempre nos persiguen sicópatas? ―preguntó Harry suspirando.

―¿Porque sólo los psicópatas son asesinos? ―respondió Draco con simpleza. Miró a Weasley―. ¿Hace cuánto llegaron estas cartas? No estuvimos mucho tiempo afuera.

Weasley miró a Harry unos momentos antes de responder.

―Hace veinte minutos ―informó―. La carta para Malfoy llegó con nombre, a la lechucería, los demás mensajes llegaron con nombre de los departamentos ―agregó.

Draco miró a Harry. Hacia veinte minutos estaban en el hotel de Walker investigando, y... y él lo sabía. Lo sabía y aprovechó la oportunidad.

―Las protecciones ―dijo Draco quedamente―, seguramente rodeaban la cuadra.

Harry dejó caer la cabeza con un suspiro y se llevó una mano hasta el cabello.

―Ron ―dijo Harry recomponiéndose―, el asesino nos ha estado espiando, por eso sabe de nuestra relación ―explicó―. Hace veinte minutos estábamos en las cercanías de un hotel donde supuestamente vive el único sospechoso que tenemos ―continuó―. Draco, sé que si es él, prevé nuestro siguiente paso, pero allanar ese lugar con aurores es la forma más rápida que tenemos para saber si él es o no a quién buscamos ―dijo mirando a Draco.

Eso lo sabía, pero dudaba que encontraran algo; a menos que Walker les hubiese dejado un pequeño regalito.

―De acuerdo ―dijo Draco asintiendo, cruzándose de brazos―. Será mejor que lo hagamos de inmediato, si Walker es el asesino y sabe lo que haremos, también debe tener previsto esto.

―¿Quieren allanar un hotel muggle sin más pruebas que una sospecha? ―preguntó Ron mirando a ambos.

―Es lo único que tenemos, Weasley ―dijo Draco fríamente. Tal vez en otras circunstancias estaría de acuerdo con él, pero no en ese caos.

Harry asintió, levantándose de la silla y caminando hacia fuera de su oficina mientras hablaba.

―El hotel donde fuimos queda en la calle Marriot ―comenzó, apuntando con su varita a un mapa de Londres que había en el departamento de aurores―. El sospechoso está altamente entrenado en protecciones, desconozco si tiene otro tipo de entrenamiento ―continuó, hablándole a Ron―. Designa a algunos aurores para que me acompañen ―ordenó―, entraremos como técnicos de reparaciones ―explicó luego de pensar un momento. Después miró a Draco, ladeando el rostro― deberías ir a la compañía donde trabaja, interrogar otra vez a su compañero.

Draco frunció el ceño, quería ir al hotel por si Walker estaba en ese lugar, pero entendía lo que Harry pretendía hacer.

―Si es realmente el culpable ―suspiró descruzándose de brazos―. Dudo que esté en ninguno de los dos sitios.

Harry se lo quedó mirando, luego desvió la vista hacia el mapa.

―Quizás no deberíamos ir ―dijo abruptamente―, deberíamos ser más inteligentes que él y adelantarnos a sus planes.

―¿Y cómo planeas hacer eso? ―preguntó Draco bruscamente, entrecerrando los ojos y sintiéndose repentinamente caliente. Luego se dio cuenta de lo que había hecho y se sintió idiota. No debería estar atacando a Harry por su molestia y cerró los ojos, frotándose la frente―. Lo siento ―se disculpó luego.

Estaba actuando imperiosamente; sólo por su odio hacia el asesino. Sentir esa ira no significaba que tenía que dejarla escapar con quien tuviera al frente sólo porque no había reflexionado antes de hacer los cosas. Estaba alterado, pero eso no era excusa para no pensar . Esto era lo que quería Walker ―si realmente era culpable―, quería desubicar a Draco, hacerlo sentirse un inútil y hacerle perder la paciencia.

Odiaba sentirse tan alterado y odiaba que ese bastardo pudiera afectarlo tanto. Estaba jugando con él, estaba aireando su vida privada en las narices de todo y Draco no se había dado cuenta de lo furioso que se encontraba por eso.

Weasley seguía aquel intercambio de palabras en silencio, mirándolos alternativamente.

―Él está jugando con nosotros, específicamente ―dijo Harry mirándolo con intensidad―. ¿Hizo pública nuestra relación? Bien, no me importa, cuando lo atrapemos podremos vengarnos, pero no va a lograr que nos desesperemos ―continuó alzando un poco la voz―. No lo tomaremos personal. Tú piensas un paso adelante de los asesinos, Draco, ¿qué crees que deberíamos hacer?

Draco lo miró. No lo tomaremos personal, bueno, sonaba bien, pero el asesino ya lo había hecho personal. Se lamió los labios, pensando, recordando.

Entre todos los trabajadores de protecciones que habían entrevistado, los más sospechosos, lo que más se acercaban a las cualidades que debía de tener el culpable, eran Aiden Johnson y Jarred Walker. Ambos eran exitosos, ambos viajaban donde quisieran, ambos tenían dinero y ambos habían llegado hacía poco a Londres. Walker les había mentido, diciéndole que nunca había ido a Italia, mientras que Jonhson les había dicho la verdad ―¿era realmente la verdad?―. Walker había respondido las preguntas, interesado en no causarle problemas a la empresa, mientras que Johson había querido saber por qué los interrogaban.

Pero Walker había dicho cosas crípticas sobre él, pero podían haber usado el Imperius contra él, ¿cómo saberlo? Y sus coartadas, la de Johnson era pobre; había salido con alguien esa noche y había tenido sexo. Nunca preguntaron con quién o si podían rastrearlo. La de Walker tenía más sentido, había estado creando protecciones en una casa y luego había cenado ―solo, agregó la mente de Draco―, en un restaurante muggle. Igual de muggle que el hotel donde se había quedado.

El problema, pensó Draco mirando a Harry, es que podía ser cualquiera de los dos. Cualquiera de los dos podía obligar al otro a hacer lo que quisiera, y no estaba seguro de quién era quién.

―Hasta ahora todo lo que hemos hecho ha sido previsible ―dijo Draco quedamente, quitándose un mechón de cabello que caía sobre su rostro―. Y lo que íbamos a hacer también lo era. ―Le molestaba admitir eso―. Si consideramos que el asesino conoce nuestros próximos movimientos, entonces sería posible admitir que hay algo en esa habitación del hotel.

Harry se apoyó contra la pared sin dejar de mirarlo.

―Mmm ―murmuró, incorporándose y comenzando a caminar por la habitación―, ¿y si ese algo es una trampa? ―preguntó.

―Es muy probable que lo sea ―dijo Draco sintiéndose algo paranoico―. El segundo lugar que sabemos dónde podría estar es en su lugar de trabajo.

―Bueno, yo prefiero ir hacia la trampa ―dijo Harry deteniéndose.

Eso era algo predecible y Draco se lamió los labios.

―Estaríamos en una completa desventaja ―dijo Draco negando con la cabeza―. No sabemos lo que nos espera, podría ser un Avada. ―Aunque seguramente le cortarían la cabeza.

―Hasta ahora, por lo que sabemos, no tiene intenciones de matarme a mí ―dijo Harry seriamente―. Tiene sentido de la justicia, es retorcido, pero se guía por algo.

―Si me ayudas, ¿no te convertiría eso en alguien malo? ―preguntó Draco arqueando una ceja―. Además, yo también iré, y sí tiene intenciones de matarme a mí.

Harry abrió la boca, probablemente para replicar aquello, pero Weasley lo interrumpió.

―Podría ir yo ―propuso.

Draco se giró hacia él. Había olvidado que se encontraba en la habitación.

―No sabes lo que te podría esperar ―respondió Draco mirándolo seriamente, sabía que era un Auror, pero prefería dejar las cosas en claro.

―¿Y tú sí? ―preguntó Ron, acercándose―. Yo creo que sea quién sea él que vaya no importará. Es una trampa de todas formas.

Harry miraba a Draco y a Ron alternativamente.

―Siendo realistas, sabemos que no matará a nadie con un Avada; demasiado fácil ―dijo Harry.

―Dudo que mate a un Auror ―admitió Draco suspirando―. Mientras Weasley va, entonces deberíamos hablar con Johnson.

―Es algo sensato ―dijo Harry asintiendo―. De acuerdo, eso haremos, concluyó, caminando de vuelta a su oficina.

Después de que ambos le entregaron todos los datos y descripciones del lugar y de Walker, vieron a Weasley marcharse. Draco se preguntó qué encontrarían en ese lugar.

――

Desde que habían decidido que Ron iría a revisar el hotel donde supuestamente se hospedaba Walker y ellos irían a interrogar por segunda vez a Jhonson, habían pasado horas.

Harry estaba cansado y frustrado, pero no había nada más que hacer aquel día.

Ron, en el hotel no había encontrado nada, ni siquiera una pequeña pista de que algo extraño estuviese pasando allí. Walker era el huésped perfecto, llegaba todos los días solo y se iba en la mañana, siempre puntual, siempre repitiendo la misma rutina.

En la habitación tampoco había nada sospechoso, sólo la habitación de alguien solitario, sin fotos familiares ni nada personal.

A ellos tampoco les había ido mejor. Ni Jhonson ni Walker estaban en la compañía, ambos habían sido enviados a realizar trabajos lejos de Londres. En resumen, seguían sin tener nada.

Harry se levantó de su escritorio, donde había estado revisando las listas de personas relacionadas con el trabajo de crear protecciones, y ordenó todo para irse a descansar. Eran más de las nueve, y solían salir de allí a las seis.

Se sacó la túnica de auror y se acomodó los lentes, sintiendo cómo la tensión de aquel caso estaba alterando su vida. Fue hacia la oficina contigua y abrió la puerta.

―Es tarde ―dijo entrando completamente a la oficina de Draco.

Draco levantó la mirada del pergamino que leía, observándolo entrar. Pestañeó varias veces y se apoyó en la silla, sin desviar sus ojos de los de Harry.

―Lo sé.

Harry frunció un poco el ceño, Draco no acostumbraba a entregar horas de su vida privada al trabajo, era como una de sus reglas no escritas. Bueno, aquel caso estaba siendo completamente diferente, él lo sabía perfectamente... el asesino había hecho pública su inclinación sexual, algo que había mantenido en silencio durante años. Harry había estado tan concentrado aquel día, que había olvidado pensar sobre aquello. Ya tendría tiempo.

―¿Nos vamos? ―preguntó sentándose frente a él.

Bajando la mirada de nuevo a las letras escritas en el pergamino, Draco duró unos momentos antes de responder.

―Me quedaré más tiempo ―dijo sin inflexión en la voz.

Inhaló profundamente antes de volver a abrir la boca, inclinándose hacia el escritorio.

―¿Qué sucede? ―preguntó, sabiendo que quizás no debía insistir en aquello.

―¿Necesitas preguntarlo? ―Casi había un dejo de incredulidad en su voz.

―No me refiero a... ―comenzó, casi en una exhalación, pero cerró la boca, no quería discutir―. Nunca te quedas después de la hora salida ―concluyó, alejándose de la mesa y dejando caer los brazos a los costados.

―Normalmente no lo hago ―accedió Draco mirándolo fijamente―. Pero siempre hay una primera vez, ¿por qué te molesta que me quede más tiempo? Existen algunas probabilidades de que encuentre algo que nos ayude a avanzar.

―No me molesta ―aclaró―, me preocupa ―dijo mirándolo.

Draco dejó el pergamino sobre la mesa.

―Estoy bien ―dijo seriamente―. Tal vez un poco estresado, pero estoy bien. No necesito que seas mi niñera, Potter.

Potter. Harry no recordaba la última vez que lo había llamado así, y ahora que se llamaban por los nombres, utilizar los apellidos tenía otro significado. Frunció el ceño. Sí, estaba preocupado porque Draco se estaba involucrando demasiado en aquel caso, era bastante irónico, porque él mismo acostumbraba a involucrarse así, pero creía que esta vez era diferente, que era algo personal.

―Sólo lo digo porque me importa, porque estás involucrándote demasiado, incluso rompiendo tus propias reglas sobre el trabajo ―dijo endureciendo levemente la mirada y luego arrepintiéndose por eso.

―¿Y cómo, Potter, podría no involucrarme demasiado con este caso? ―preguntó Draco duramente, sus ojos grises mirándolo fríamente. Señaló los pergaminos en el escritorio; eran las cartas―. Porque estas cartas no ayudan a mantenerme alejado, ¿no te parece? Ni me ayudan a mantener esas reglas de las que hablas.

―¡Estás haciendo justamente lo que el asesino quiere, Draco! ―exclamó, levantándose de la silla y recalcando su nombre.

―¿Trabajar en el caso? ―preguntó Draco sin moverse, arqueando una ceja.

―Sabes que no me refiero a eso ―replicó Harry, comenzando a molestarse. ¿No quería que se preocuparan por él? Bien, ya era demasiado tarde, porque Harry no iba a dejar de hacerlo.

―Lo sé ―admitió Draco levantándose también, alzando un poco la voz―. Pero no me importa, Potter; necesito hacer esto; necesito quedarme media jodida hora más analizando esas cartas, y si no te importa, preferiría hacerlo solo.

Harry apretó la mandíbula y entrecerró los ojos.

―Haz lo que quieras ―masculló girándose hacia la puerta, obstinado en no decir nada más, hasta que la abrió y recordó a Teddy―. Voy a cancelar los planes de mañana con Teddy ―agregó, quedándose quieto unos segundos antes avanzar hacia su oficina.

Miró su escritorio lleno de los papeles que había estado revisando y suspiró.

No tenía sentido discutir con Draco. De hecho, no quería discutir con él, menos por algo de trabajo. Las cosas entre ellos no iban a funcionar si no dejaban aquello en claro. Se quito las gafas para tallarse los ojos; estaba cansado y lo único que quería era dormir, ojalá con Draco a su lado, pero entendía que éste quisiera estar solo, sin embargo... Sin embargo no podía dejar las cosas así.

Se reacomodó los lentes y caminó de vuelta a la oficina de Draco, dudando un momento antes de entrar. Sacudió la cabeza y abrió la puerta decidido.

―Draco ―lo llamó, mientras daba dos zancadas hasta su escritorio―, no quiero que los problemas del trabajo afecten lo que tenemos ―dijo rápidamente.

Draco levantó la mirada de nuevo y se frotó el puente de la nariz con expresión cansada.

―Es un poco difícil lograr lo que quieres.

―Podemos intentarlo ―dijo retrocediendo un poco y comenzando a sentir un nudo en el estómago. Quizás volver había sido un error.

Draco lo miró seriamente.

―Podemos hacerlo ―accedió.

Harry sonrió levemente.

―De acuerdo ―dijo con suavidad, luego se quedó en silencio, no sabía que más decir―. Ahora sí me voy ―agregó, caminando hacia atrás, hacia la puerta.

―Harry ―lo llamó antes de que desapareciera en su propia oficina, mirándolo―. No canceles lo de Teddy.

Eso provocó que Harry sonriera.

―Nos vemos mañana, entonces.

――

Esa mañana, Draco tardó unos minutos en darse cuenta qué era lo que se sentía diferente en su cama. Luego recordó a Harry.

Era increíble la capacidad de adaptación que tenían las personas. Una semana —en realidad menos—, y ya dormir con Potter era una costumbre. Le gustaba hacerlo; le gustaba despertar a su lado y follar antes siquiera de levantarse de la cama, o follar mientras ambos estaban en la ducha, o simplemente hablar mientras desayunaban y sonreír entre bocado y bocado. Le gustaba sentir su brazo alrededor de su espalda, o dormir medio abrazado a él.

Draco nunca había sido un hombre al que le gustara abrazar. No estaba en él; desde pequeño su madre era la que lo abrazaba y su padre el que le ponía una mano en el brazo y lo miraba con cariño. Sus amantes tampoco eran unos grandes abrazadores… Y sin embargo con Harry, con Harry no podía evitar querer tocarlo .

Suspiró mientras giraba en la cama y miró el techo.

La noche anterior había sido un tonto; demasiado alterado para avanzar en el caso y demasiado estresado para evitar discutir con Harry. No que hubiesen discutido gravemente, pero discutieron igual. Y Harry había regresado de nuevo —aún después de haberle dicho que hiciera lo que quisiera—, con ese valor suyo que Draco no decidía si terminaba siendo estupidez o no, diciéndole que no quería que los problemas del trabajo interfirieran en su vida privada.

Draco soltó un bufido en la soledad de su habitación. Era un poco difícil no enlazar el trabajo con la vida privada cuando tu amante era la persona con la que trabajabas. Por eso Draco, en un principio, no quería comenzar nada con Potter. Aún así, estaba dispuesto a intentarlo, si bien no tenía demasiadas esperanzas de que fuera a funcionar. Sin embargo, se daba cuenta que dejar a Harry —en ese momento— no era realmente una opción.

Se frotó el rostro con una mano, mirando de soslayo el anillo de los Malfoy en su dedo; la razón por la cual Walker quería matarlo… Era gracioso, considerando que ni siquiera había matado a alguien en toda su vida, cómo alguien usaba toda su energía para vengarse de él.

Se levantó de la cama con cansancio, la noche anterior —luego de que Harry se fuera— había regresado a la Mansión y había tardado en quedarse dormido; millones de pensamientos viajando en su mente sobre el caso, sobre Harry y sobre su familia le habían impedido conciliar el sueño. Pero ese día tenía una reunión con la única persona que quedaba de los Black además de él, y no pensaba perdérselo.

Además, primero tenía que visitar a Harry y eso tampoco podía dejarse para más tarde.

Un par de horas después, Draco salió del ascensor que llevaba al piso de Potter y caminó hasta su puerta. Hacía tiempo no entraba a su apartamento; últimamente siempre se quedaban en la Mansión… No que Draco se quejara, después de todo la Mansión Malfoy era mucho más grande.

Se humedeció los labios cuando se detuvo frente a su puerta y tocó el timbre, ignorando los extraños… retorcijones que tenía en su estómago.

La puerta se abrió casi inmediatamente después de que tocara el timbre.

Harry, desde el interior del departamento le sonreía,

―Hola ―saludó, dejando entrar a Draco al apartamento.

Draco le devolvió la sonrisa sin poder evitarlo, deteniéndose a su lado y dudando en besarlo. No recordaba haberse sentido tan incómodo en su presencia, que tontería.

―Hola ―le devolvió el saludo.

La puerta se cerró tras ellos y Harry dio un paso, restando la distancia que los separaba.

―Te extrañé anoche ―dijo en voz baja, colocando sus manos sobre los brazos de Draco y acercando sus labios al rostro de éste.

Dejando escapar un pequeño suspiro, Draco sintió el aliento de Harry chocar contra su piel antes de que sus labios se juntaran. Inclinó la cabeza hacia un lado suavemente, saboreando el beso y cerrando los ojos. También lo había extrañado. También había extrañado eso.

Movió sus manos hasta que sus brazos rodearon la cintura de Harry y comenzó a lamer su labio inferior antes de buscar la lengua de Harry.

Harry abrió la boca y mordisqueó el labio inferior de Draco antes de succionarlo. Sus manos se deslizaron por los brazos de Draco hasta los hombros y siguieron hasta enredarse en el cabello rubio.

Draco gimió quedamente y acercó más su cuerpo al de Harry, profundizando el beso. Podía sentir los dedos de Harry sobre su cabello y su pecho contra el suyo. Abrió los ojos ligeramente, encontrándose con los verdes de Harry fijos en su rostro y sintió algo cálido extenderse por todo su cuerpo. Sólo un beso y una mirada y ya estaba más excitado de lo que podía soportar.

Los dedos de Harry se enterraron más en su nuca y su lengua invadió su boca, como saboreando su interior. Harry se acercó más a él como si eso fuera posible y rozó con su muslo su erección, gimiendo dentro del beso.

Draco separó ligeramente su boca de la de Harry, pero su cuerpo no obedeció la orden de su cerebro, porque seguía igual de adherido al de Potter.

―Tenemos que buscar a Teddy ―exhaló, acercándose de nuevo sin poder evitarlo y besándolo un poco más.

―Mmm ―murmuró Harry, sin alejarse ni parecer de acuerdo con las palabras de Draco, besando la comisura de sus labios y su mejilla.

―Harry ―suspiró Draco cerrando los ojos. Buscó su boca para morderle el labio inferior.

―¿Sí, Draco? ―gimió Harry, provocativamente, contra su boca.

―Teddy ―le recordó, sin separarse ni un centímetro.

Harry suspiró dentro del beso mientras lo rompía, separándose de Draco un poco. Sus manos se dirigieron hasta los hombros del slytherin y desde ahí pareció reunir fuerzas para separarse de su cuerpo.

―También extrañé besarte ―dijo mientras regulaba su respiración y mantenía la distancia con Draco.

Draco sonrió con un poco de malicia.

―Yo extrañé otras cosas también, sobre todo en la ducha.

Harry soltó una carcajada antes de caminar hacia la sala y Draco se lamió los labios y comenzó a seguirlo. Sólo necesitaba unos cuantos besos con Harry para deshacerse de la tensión.

―¿Dónde quieres ir a almorzar? ―preguntó Harry mientras caminaba hacia la sala, pero se detuvo de repente porque desde la chimenea de la sala asomaban llamas verdes y en la ventana una lechuza picoteaba el vidrio.

Draco se detuvo también, frunciendo el ceño mientras veía un rostro aparecer en la chimenea: era un Auror, lo que significaba que no podía ser nada bueno. Dejó a Harry para que hablara con él mientras abría la ventana y dejaba entrar a la lechuza.

La lechuza se apoyó en el alfeizar de la ventana y le extendió la pata donde tenía un simple pergamino atado. Draco lo desató con facilidad y vio a quién iba dirigida. Su nombre estaba escrito con una letra que no reconocía, con tinta verde y Draco supo que era de Walker. Sin detenerse a pensarlo, abrió la carta.

No siempre puedes obtener todo lo quieres en la vida. Tú y tu nueva familia tendrán a Potter para que los defienda, pero tú no eres el único que debe ser castigado.

Anoche, mientras te revolcabas en la frustración, di un paso más en mi misión. ¿Qué harás para detenerme?

――

Era como una pesadilla estar otra vez en la puerta de una mansión; a pasos de una escena del crimen.

Harry estaba enojado. Realmente enojado. No molesto como estaba con todos los asesinos que alguna vez había investigado y atrapado. No. Ahora estaba harto, porque por primera estaba disfrutando de su trabajo, disfrutado de su vida y aquel maldito estaba arruinándolo todo, incluso el día que tenía planeado junto a Teddy.

A Harry no le gustaba hacer de los casos algo personal, pero cuando atraparan a aquel desgraciado, iba a tomarse más de alguna licencia.

Miró a Draco que estaba a su lado y dio un paso hacia la puerta de entrada.

Hacía menos de veinte minutos un auror había llamado por red flú a su casa informándoles que habían encontrado un cuerpo. Y Draco lo había reafirmado al mostrarle la carta.

¿Cómo hacía aquel asesino para ubicarlos en todo momento? Si le decían que el asesino lograba convertirse en una pelusa de polvo y así los espiaba siempre, a Harry no le sorprendería.

Apuntó con la varita hacia la puerta de entrada; un familiar de la víctima la había encontrado muerta en el interior, pero Harry había dado órdenes expresas de que aquellos casos se los dejaran a él. Nadie más había entrado a aquel lugar. Y Harry no sabía muy bien qué esperar en esa ocasión.

Invocó un hechizo de detección de maldiciones sobre la puerta y luego la abrió, mirando a Draco, que estaba a su lado, antes de decidir si entrar o no.

Draco lo miró también. Su rostro no reflejaba ninguna emoción, pero sus ojos brillaban con algo oscuro.

―Entremos ―dijo asintiendo.

―La persona que encontró el cuerpo dijo que estaba en la habitación, del segundo piso ―informó Harry dando un paso hacia la oscura habitación. Con un movimiento de varita encendió las luces, sin saber qué esperar. La habitación era elegante, pero sobrecargada... era ostentosa a pesar de que la Mansión, desde fuera, no mostraba gran majestuosidad―. Revisa las protecciones ―pidió mientras él mismo comenzaba a realizar hechizos de detección mágica―. Esto parece una trampa ―agregó.

Asintiendo, Draco comenzó a murmurar hechizos sobre las protecciones, caminando por la habitación.

―No hay nada ―dijo Harry bufando. Aquella tranquilidad en el lugar le molestaba―. ¿Crees que sea un juego? ―preguntó, caminando hacia Draco.

―Creo que lo es ―respondió Draco bajando la varita y mirándolo―. Pero eso ya lo sospechábamos antes de entrar. Vayamos al gran salón.

Harry caminó hacia la sala, pasando por el costado de la escalera y mirando con algo de aprensión hacia arriba.

―Aquí no hay nada ―dijo mientras realizaba un rastreo general de presencias humanas y de magia―, ni nadie ―agregó.

―Sabemos que hay un cadáver ―replicó Draco mirando también las escaleras―. Y no está aquí abajo ―agregó―. Deberíamos subir.

Harry lo miró fijamente un momento antes de comenzar a subir. El aire estaba denso, el silencio era abrumante y su instinto le decía que no, que no subieran. Pero dio un paso tras otro hasta que llegó al descanso del segundo piso y miró alrededor.

―Voy a la izquierda, dijo por sobre su hombro.

―De acuerdo ―dijo Draco llegando al último escalón y mirándolo―. Yo voy a la derecha.

Cuando Harry dio un paso hacia la izquierda, sintió claramente cómo una corriente de magia lo rodeaba; podía sentir un escalofrío recorriendo su espalda. Harry intentó gritar algo, lo que fuera, sabía que lo que estaba sintiendo sólo podía significar que algo malo iba a pasar.

Los segundos pasaron eternamente, parecía como si sus miembros estuviesen entumecidos, congelados o simplemente detenidos en el tiempo.

――

Draco sintió cómo una barrera mágica era formada tras él en el mismo momento en el que ponía un pie en la habitación a la que se había dirigido y veía la cabeza de la victima mirándolo desde el suelo.

Por un momento, la sensación de déjà vu fue tan intensa que todo el aire desapareció de sus pulmones, y sólo fue cuando la necesidad de respirar era tan grande que recordó comenzar a hacerlo. Y aún así, las bocanadas de aire que inhalaba eran inestables y Oh Merlín…

Oh, Dios.

Era su madre. Era el rostro de su madre, la cabeza de Narcissa... No se trataba de una ilusión o un recuerdo; estaba seguro. Esta vez era el rostro de su madre el que lo estaba mirando desde una habitación diferente. La misma expresión, los mismos ojos abiertos sin vida y el olor a sangre…

Mamá.

Dio un paso atrás, casi como si estuviera repitiendo un baile que había bailado hacía mucho tiempo, comenzando a sentir los inicios del pánico comenzar a nublar su cerebro. ¡No debería afectarle tanto! ¡No debería! Pero no podía dejar de verla, no podía dejar de ver el cabello rubio —largo— manchado de sangre… Y no podía evitar que sus ojos se humedecieran, y que el dolor de perder a su madre lo golpeara en el pecho como… —No podía pensar.

Como si nunca hubiese pasado un año entero deprimido y…

No podía dejar de pensar en su madre; miles de recuerdos invadiendo su cerebro y… esa misma mañana Narcissa le había hablado, le había pedido que— no lo recordaba… ¿Unas flores? Quería algo, le había dicho que. Era su madre…

Exhalar. Inhalar. Exhalar. Inhalar.

Debía. Debía controlarse. Debía controlar su respiración, esa no era su madre. Su mamá había muerto hacía años en Francia y Draco ya la había enterrado, maldición, ya la había enterrado y ya la había llorado y ya no quería recordar más esto.

Tocó con manos temblorosas el marco de la puerta y se aferró a él tan fuertemente que sus nudillos se volvieron blancos. No importaba. Lo necesitaba.

Harry. Mierda, la barrera. Walker los había separado y había creado ese pequeño escenario para Draco, para volverlo loco —y lo estaba consiguiendo, una voz algo histérica le dijo en su cabeza—, para afectarlo como nada lo afectaría jamás.

Y necesitaba atrapar a ese bastardo y torturarlo hasta que pidiera piedad.

―¡Draco! ―escuchó que Harry gritaba detrás de la barrera, intentando golpearla ―¡Draco, mírame!

Es difícil . Draco quería gritarle. Es difícil.

Pero aún así lo hizo; desvió la mirada del charco de sangre que no era de su madre y miró a Harry.

Harry apuntaba con su varita hacia la barrera invisible que los separaba y luces de colores chocaban contra ella y rebotaban hasta perderse en el aire.

―Draco, ¡sal de ahí! Haz lo que sea pero sal de ahí. ―Seguía gritando Harry, dándole un golpe a la barrera―. No es tu madre Draco, no es Narcissa.

―Ya lo sé ―dijo Draco, aunque dudaba que Harry lo hubiese oído. No quería mirar de nuevo hacia la habitación, prefería mirar a Harry―. ¡Ya lo sé! ―gritó.

―Entonces sal de ahí de una vez, ¡maldita sea! ―Harry golpeó una vez más la barrera, como si quisiera romper la magia a golpes. Volvió a levantar un puño para volver a su inútil esfuerzo de romper la barrera invisible, cuando fue despedido con fuerza hacia atrás. Harry cerró los ojos y se dejó llevar, sabiendo que se había descuidado.

Eso lo alejó de la puerta. Corrió hacia la barrera hasta golpearla, pero era imposible pasarla con fuerza bruta.

―¡Harry! ―gritó.

Harry tardó algunos segundos en enfocar la vista mientras comenzaba a levantarse, la varita firmemente apretada entre sus dedos, se giró de golpe, buscando su alrededor.

―¿Viste qué me atacó? ―preguntó a Draco pero sin mirarlo.

Antes de que Draco pudiera responder, una voz conocida, pero a la vez nueva irrumpió en la casa, como a través de las paredes.

―¿Te gusta mi bienvenida, Draco? ―preguntó la voz, insistiendo en su nombre.

La voz provenía de ningún sitio y de todos, y Draco sintió una furia helada en su interior. Miró a Harry de soslayo, asegurándose de que estuviera bien.

―¿Por qué no sales? ―preguntó en voz alta―. Si tanto tienes el control, no deberías esconderte.

―Todo a su tiempo, Draco, todo a su tiempo ―respondió el asesino, imprimiendo a su voz un tono de condescendencia―. Primero conversemos... estoy seguro que en la mañana estuvieron tan ocupados que no vieron el Profeta... ¿te das cuenta, Malfoy, que sólo traes desgracias?

―Claro, porque distraer a Potter para que no lea el Profeta acabará con el mundo. ―Draco sabía que no se refería a eso, pero no le importaba. Necesitaba hacerlo salir, y sólo podía lograr molestándolo.

Harry se había acercado otra vez hacia la barrera y hacia Draco, pero sin tocarla, sino intentando contra hechizos.

Oh ―dijo con falsa tristeza ―, ¿me dirás que Potter está feliz por ser otra vez el centro de atención, salir en el Profeta, que hablen del cómo el auror se folla al mortífago...? Pero eso es sólo un detalle, el amor perdona todo, ¿no? ―preguntó con ironía.

―¿No era eso lo que querías? ―preguntó Draco mirando cómo Harry intentaba desmantelar las barreras. No creía que fuera producente seguir sus pasos―. Me pregunto si pensabas que Potter iba a dejarme por tus estúpidos juegos. ¿O tal vez era una forma de castigarlo? Bueno, una cosa te puedo decir, no serás el primero en intentarlo.

―No, ya sé que Potter no entiende ese tipo de indirectas, los castigos para él tienen que ser más... físicos, por cierto, no puede escucharnos ―dijo antes de que Harry volviera a ser impulsado hacia atrás desde las barreras.

―¿Y entonces qué es lo que intentabas? ―preguntó sin dejar de ver a Harry. Su mano agarraba la varita tan fuerte que ésta temblaba en su agarre. Sabía que no mataría a Harry, pero aún así...―. ¿Castigarme a mí?

Harry había dejado de intentar romper las barreras y había comenzado a mandar hechizos, al parecer rastreadores, hacia todas partes, mientras miraba a Draco con ansiedad.

―Intentaba darle una oportunidad para que no fuera parte de esto, pero ya veo que lo tienes bien controlado... mejor, hace más entretenido todo ―dijo el asesino, su voz se escuchaba con tintes maniáticos, como si estuviera disfrutando de la desesperación de Harry y Draco.

―Pensé que sólo matabas a personas malvadas ―dijo Draco devolviéndole a Harry la mirada. Tenían que salir de allí, no creía que Walker quisiera hablar por más tiempo―. ¿No fue así como te entrenaron? La justicia sólo puede cumplirse si la maldad es eliminada, no importas a cuántos hijos de mortífagos mates porque tienen la sangre contaminado. ¿Es por eso que lo haces, Walker? ¿Por la justicia?

―¡Expelliarmus! ―Se escuchó desde el otro lado de la barrera. Harry ahora estaba atónito en el suelo y una figura encapuchada le apuntaba con una varita―. Justicia y venganza, Malfoy ―respondió Walker, pero ésa vez su voz no sonaba desde todas partes, sino junto a Harry.

Draco apretó tanto la varita que temió que ésta se rompiera. Deseaba poder matarlo allí mismo, antes de que tocara a Harry, pero sabía que si perdía el control de su cuerpo; Walker seguramente sólo reiría psicópatamente y mataría a Harry. Se mordió el labio hasta saborear la sangre, intentando ganar tiempo. Necesitaba desmantelar esa barrera ahora .

―Sí, la venganza es tu motivación, como lo fue con tu maestro ―dijo, no estando del todo seguro de que eso funcionara―. Excepto que... ―agregó como pensándolo mejor y dirigiéndole una sonrisa desagradable―, hay una diferencia. ¿Qué se siente matar gente inocente? Esa es tu definición de justicia, y no concuerda con la de tu maestro.

―¡No he matado a ningún inocente! ―exclamó Walker, descubriendo su rostro y mirándolo furioso, pero controlándose luego―. No mataré a Potter ―agregó, acompañando sus palabras de una sonrisa maquiavélica―, no si haces lo que quiero. ―Luego de decir aquello, y sin más dilación, dirigió la varita hacia Harry, invocando un crucio .

Harry se retorció en el suelo, mordiéndose los labios y cerrando los ojos, pero sin gritar.

―Potter es sólo un medio para lograr mis fines ―continuó Walker luego de acabar la maldición. Harry jadeaba en el suelo, evitando la mirada de Draco.

Draco se humedeció los labios, sintiendo la garganta seca y, sin poder evitarlo, dio un paso hacia adelante. Merlín, necesitaba matar a ese desgraciado.

―¿Y cuáles son tus fines? ―preguntó, mirándolo con odio―. ¿Qué es lo que quieres que haga?

―Quiero que atravieses la barrera sin varita ―dijo fríamente, sin mirarlo y apuntando a Harry otra vez.

Sus ojos se fijaron en Harry también, pero él seguía sin mirarlo.

Sin su varita, atravesar esa barrera era un suicidio seguro, pero, histéricamente, se dio cuenta de que su salud mental le impedía volver a ver morir o sufrir alguien a quien quería. Nunca se había sentido mártir, y era lejos de serlo, pero era imposible para él negarse a esa orden.

―De acuerdo ―dijo tragando saliva, sabiendo que no había escapatoria. Ese lugar debía de estar tan protegido que los Aurores tardarían horas en entrar, si es que estaban enterados de lo que sucedía adentro―. Pero tienes que soltar a Potter.

―Lo dejaré libre y vivo ―accedió Walker, dando un paso hacia Harry y pateando su varita hasta un par de metros de él―, cuando acabe contigo ―agregó, volviendo a mirarlo.

Draco asintió, respirando hondamente y siguiendo sólo con el rabillo del ojo la varita de Harry rodar. Dejó en el suelo la suya y comenzó a traspasar la barrera, sintiendo la magia rodearlo mientras lo hacía. Una magia hostil y pesada.

―Debo admitir, Draco, que no fueron fáciles de vencer... ―dijo Walker alejándose un paso de Harry y haciendo rodar la varita entre sus dedos―, debí tomarme muchas molestias... ―continuó, mirándolo satisfecho cuando Draco atravesó la barrera.

Sentirse sin varita frente a un asesino en serie armado era más difícil de lo que podía imaginarse. Pero no desvió la mirada de sus ojos llenos de odio.

―¿Qué es, exactamente, lo que quieres hacer conmigo, Walker? ―preguntó fingiendo aburrimiento.

―Matarte ―respondió sin dudar―. Igual que mi maestro mató a tu madre ―dijo con burla en sus palabras, como si disfrutara de aquella imagen mental, luego su rostro se ensombreció y la venganza y el odio parecieron embargarlo―, igual que tu padre dejó morir a mi familia.

Su familia. Por supuesto, la familia de la que se había vengado el asesino de su madre era de unos padres con sus tres hijos. Draco siempre había supuesto que todos habían muerto, pero al parecer uno quedaba vivo, y fue creciendo con odio hacia los Malfoy. Le sorprendía que no hubiera actuado hasta ahora, no con la sed de venganza que debió haber sentido hacia él.

―Matarme ―repitió, distrayéndolo aún más―, ¿te tomaste todas esas molestias sólo para matarme?

―No sólo para matarte, Malfoy ―siseó Walker apretando la varita con fuerza entre sus dedos y sonriendo maniacamente, como si hubiese esperado ese momento durante años. Y así había sido―. Es para demostrarles a todas las personas como ustedes que recibirán su castigo, ¡que sus actos y la impureza de su sangre no quedarán impunes! ―exclamó, levantando levemente los brazos para acompañar la exclamación.

Draco hizo una mueca desdeñosa sin poder evitarlo. Su sangre era completamente pura. Dirigió una mirada hacia Harry.

Harry lo miró un par de segundos, pero rápidamente desvió la vista, comenzando a incorporarse.

No entendía por qué no lo miraba, pero no era tiempo para pensar en eso. Extendió las manos.

―¿Es eso? ¿Crees que un asesino como tú tenga la moral para decir esas cosas? ―preguntó sin esperar realmente una respuesta, sólo quería que hablara.

―¿Quién está hablando de moral? ―comenzó otra vez Walker, mirándolo y cambiando el peso de una pierna a otra―, ¡estoy hablando del destino, de la misión que tengo en la vida! Por eso te he seguido todos estos años ―Walker apuntó con la varita a Draco, lamiéndose los labios―. Y ha tenido sus frutos, no sabes cómo me he divertido haciendo pública la relación de de ustedes ―agregó, mirando a Harry, e inclinándose un poco para mirarlo a los ojos―. Eres un fracaso, Potter.

Esa era su oportunidad. Sin detenerse a pensar si funcionaría o no, dirigió una de sus manos extendidas a la varita de Harry, que aún reposaba en el suelo, y la atrajo hacia sí con un Accio silencioso.

Walker se incorporó de inmediato, mirando con furia renovada a Draco.

¡Expelliarmus! ―gritó de inmediato, digiriendo su magia hacia Draco.

Draco se apartó, esperando el ataque.

Incarcerus ―gritó, haciendo otro hechizo protector a su alrededor sin dudarlo.

El escudo protector de Walker era potente, y el hechizo de Draco rebotó contra él con tanta fuerza que causó que un chorro de chispas de colores explotara sobre él. Sin esperar un segundo, la varita de Walker apuntó a Draco de nuevo.

Demaius —gritó, y el hechizo se desintegró también por el encantamiento protector de Draco—. ¡ Bombarda ! —gritó un milisegundo después, y Draco tuvo que crear un pequeño campo de protección antes de que el rayo de luz chocara contra él. Lamentablemente, eso le dio tiempo a Walker de acercarse a Harry.

Draco movió la varita y lanzó un hechizo que haría resbaloso el suelo bajo sus pies y otro Expelliarmus más potente, pero Walker era muy bueno con sus escudos protectores, porque el primer hechizo ni siquiera llegó cerca de él, desintegrándose en el camino y el Expelliarmus lo evadió fácilmente al petrificar a Harry y ponerse detrás de él.

No podía atacarlo de frente, y Walker lo sabía y sonreía, levantó la varita para atacar a Draco.

—¡ Oppugno ! —gritó, y el hechizo rebotó con todos los objetos de la sala, que se precipitaron con fuerza contra Walker.

Tal vez no era el hechizo más violento que podría haber usado, pero era el primero que se le había ocurrido y que distraería lo suficiente a Walker, en cuanto sus ojos se desviaron hacia un jarrón que se arremetía contra él para explotarlo en el aire, Draco comenzó a correr hacia ellos, apuntando directamente a Walker y canalizando todo el odio que sentía —sintiendo la varita de Harry bajo sus dedos— gritó el hechizo que tenía en la mente desde que había comenzado ese caso.

Crucio .

Walker lo miró con espanto, mientras caía al suelo. Seguramente se pensaba vencedor y la mueca de sorpresa en su rostro, mezclada con la de dolor, lo demostraba.

Harry se levantó desde donde estaba y llegó frente a él y a Walker. Su mirada era indescifrable.

Draco miró un poco más al hombre que se retorcía en el suelo, escuchó sus aullidos y bajó la varita, deteniendo la maldición. Le alcanzó la varita a Harry para que la tomara.

―Átalo antes que le haga algo peor.

Harry la recibió en silencio y asintió con la cabeza, mirándolo con atención, pero manteniendo el gesto inexpresivo.

Incarcerus ―murmuró apuntando hacia el hombre que aún jadeaba de dolor en el suelo.

Dándoles la espalda comenzó a caminar hacia el otro lado de la habitación ―la barrera había desaparecido cuando comenzó la pelea― y se inclinó para recoger su varita. Aún podía sentir, en forma de hormigueo, la forma en la que su magia se había canalizado tan bien con la varita de Harry.

Harry llegó a su lado luego de un momento, chocando ligeramente sus hombros.

―Mandé un Patronus al Ministerio ―le informó a Draco, desviando un poco el rostro para mirarlo de soslayo.

Draco asintió ausentemente y miró a Walker. Parecía inconsciente y Draco casi bufó, el hombre podía ser muy arrogante, pero no hubiese durado nada si el Señor Oscuro hubiese sido quien lo hubiera cruciado.

―¿Estás herido? ―preguntó Harry mirándolo directamente.

―Ni un rasguño ―respondió con una medio sonrisa, mirándolo también―. ¿Y tú?

―Nada importante ―respondió de igual modo―, pero creo que me estoy haciendo viejo para recibir crucios, ―Negó con la cabeza―, ya nos los soporto como antes ―bromeó ligeramente.

Draco no consiguió las fuerzas para sonreír.

―Acerca del crucio ―comenzó suspirando, pero no encontró nada que pudiera decir.

―No puedo reprocharte, hubiera hecho lo mismo ―dijo Harry, interrumpiéndolo y mirándolo con intensidad―, o quizás no, pero no importa, ya no podemos hacer nada.

―No ―concedió Draco, mirando de nuevo a Walker―. Pero al menos ha acabado.

Harry sonrió levemente y presionó su hombro con fuerza, antes de que los aurores llegaran y ellos salieran de allí.

――

Miró a su alrededor notando que todo estaba igual a la última vez que había estado ahí. Se habían Aparecido en su departamento luego de ir al Ministerio a entregar a Walker.

Jodido Walker, que lo había atacado y luego usado de escudo, sin que Harry pudiera hacer nada al respecto. Se sentía bastante inútil y más encima estaba adolorido. Hacía tiempo que no recibía un crucio, y no que se quejara por eso, pero es que lo había tomado por sorpresa. Harry estaba más preocupado de intentar sacar a Draco de la habitación con la víctima ―que estaba transfigurada en Narcissa―, que de ser atacado por la espalda por un sicópata que lo único que quería era matar a Draco.

Y eso lo llevaba a pensar en el crucio que invocó Draco. No tenía moral para criticarlo; él mismo estaba tan enojado que seguramente habría hecho lo mismo, sin embargo, sabía que aquella acción no iba a quedar impune. Trabajaban en el ministerio, realizar imperdonables claramente estaba fuera de los límites.

Harry negó con la cabeza decidiendo que luego pensaría en eso. Ahora estaba demasiado cansado como para cualquier cosa que no fuera acostarse en su cama.

Dio un paso hacia adelante justo cuando Draco Apareció a su lado. Sonrió. No podía definir muy bien qué era la calidez que sentía en ese momento.

―Hola ―dijo sonriendo levemente mientras se sostenía el costado derecho con la mano; al parecer si estaba un poco herido, porque no podía ni reír sin sentir una puntada en el cuerpo.

―Estúpido Potter. ―Fue la respuesta de Draco, quien se acercó a él y comenzó a llevarlo agarrado de la mano hacia la sala―. ¿Por qué no quisiste ir a San Mungo? ―preguntó sentándolo en el sofá y sacando la varita.

―No me gusta ir allí ―respondió Harry dejándose hacer―, además no me pasó nada grave ―agregó rodando los ojos.

―No, un crucio no es nada grave ―replicó Draco con sarcasmo, moviendo la varita y haciendo un encantamiento que le alivió el dolor inmediatamente―. Eres un inconsciente.

―Sigo vivo, ¿no? ―dijo Harry con un leve tono de burla. Debía reconocer que estaba bastante adolorido, porque no fue sólo un crucio lo que recibió, sino también algunos golpes en la cabeza y en el resto del cuerpo, pero nada de eso se comparaba con lo que sentía por no haber sido capaz de defenderse ni ayudar a Draco.

―Sí, pero algunas veces me pregunto cómo lo has logrado hasta ahora ―respondió Draco mirándolo seriamente desde arriba. Luego suspiró y levantó una mano, dejándola caer sobre el cabello de Harry y deslizándola hasta su nuca en una caricia.

Harry suspiró bajo el toque de Draco, sintiéndose peor de lo que se sentía. Draco tenía razón, era un inconsciente...

Levantó la vista encontrando la mirada de Draco sobre él y sintiendo tantas cosas en esa mirada que no podía dejar de observarlo. Realmente lo quería.

―Para la próxima tendré más cuidado ―dijo colocando una mano en el brazo que acariciaba su nuca.

―Más te vale ―le amenazó Draco sin fuerza, levantando la varita de nuevo para curarle la herida de la cabeza y luego deslizando los dedos sobre su mejilla―. ¿Tienes alguna otra herida? ―preguntó con una media sonrisa.

Harry cerró los ojos un momento, sintiendo el efecto de los hechizos curativos. Luego los abrió y respondió la sonrisa.

―Creo que ―comenzó recostándose contra el respaldo del sillón y dirigiendo sus manos hacia su pecho, deslizándolas despacio hasta el hombro izquierdo―, aquí ―agregó.

Draco sonrió seductoramente, dejando la varita a un lado de ellos y mirándolo con fingida inocencia.

―Debo ver la herida primero ―explicó, inclinándose sobre Harry y deslizando sus manos dentro de la camiseta de Harry, acariciándole el abdomen. Comenzó a subirla para quitársela―, si no, no sabré cuál sería el mejor encantamiento que debo usar.

Se lamió los labios mientras dejaba caer los brazos a los costados, mirando con atención cómo las manos de Draco comenzaban a desvestirlo.

Draco le sacó la camisa con la fluidez aprendida de la práctica y, aprovechando la posición de Harry sobre el sofá, se sentó sobre su regazo, colocando ambas rodillas a sus costados. Le sonrió maliciosamente una vez estuvo cómodo.

―Para ver mejor ―explicó nuevamente.

―¿Y... ―comenzó a preguntar Harry acercando sus labios hacia el cuello de Draco, aspirando su olor antes de frotar su rostro contra él―, ves algo que necesite de tus servicios?

Draco fingió reflexionar la pregunta, moviendo un poco la cabeza para darle un mejor acceso a Harry mientras acariciaba su hombro.

―Mmm ―murmuró cerrando los ojos―. ¿Tienes algo que necesite mis servicios?

―Tal vez ―murmuró contra la piel de Draco, raspando ligeramente con los dientes antes de continuar. Abrazó a Draco por la cintura, llevando sus manos hasta el borde del suéter y comenzando a quitárselo al mismo tiempo que levantaba las caderas, para obtener mayor contacto entre sus cuerpos.

Draco inclinó la cabeza, juntando sus labios con los de Harry. Lo besó posesivamente, mordiendo y chupando y marcando, moviendo su lengua contra la de Harry con determinación. Se separó ligeramente, apenas lo suficiente para poder hablar sin que sus bocas dejaran de rozarse.

―No permitas que vuelva a pasar ―le dijo, sus ojos grises brillando con seriedad.

Harry tragó duro, la intensidad de la preocupación de Draco era tangible, y si es que alguna vez dudó de lo que Draco sentía por él... todo aquello se había desvanecido. Draco estaba ahí, cuidándolo, retándolo por haberse puesto en peligro, aquello... aquello era demasiado.

―Lo prometo ―casi jadeó, abrazando a Draco contra sí, para sentirlo, para tocarlo. Lo necesitaba. Necesitaba follárselo ya, darle placer, demostrarle cuánto lo quería...

―Bien ―susurró Draco, cerrando nuevamente los ojos y besándolo. Enterró una de sus manos en el cabello de Harry, inclinando su cabeza para profundizar el beso.

―Draco ―gimió Harry contra los labios de Draco, entremedio de pequeños mordiscos―, Draco ―repitió, empujándolo hacia abajo para demostrar lo que quería.

Sin dejar de besarlo, Draco dirigió sus manos al pantalón de Harry y comenzó a desabrocharle el cinturón, acariciando suavemente el bulto de su entrepierna. Le soltó el botón y le bajó el cierre, sacando su erección dentro de la ropa interior y la rodeó con sus dedos, moviendo su mano de arriba a abajo.

―Dime qué quieres ―jadeó sobre sus labios.

Harry respiró agitado; se estaba ahogando en las sensaciones. Pero no quería nada de Draco, nada más que a él.

Quería ser él quién ofreciera todo.

Miró unos segundos cómo esos dedos ágiles se deslizaban sobre su polla, se lamió los labios que tenía resecos y apretó la muñeca de Draco, deteniendo sus movimientos.

―No ―dijo, levantando la vista hasta encontrar las pupilas dilatadas de Draco. Soltó la muñeca y llevó las manos hasta lo hombros del rubio, empujándolo contra el sillón, invirtiendo las posiciones.

Draco parpadeó varias veces como si estuviese sorprendido por el cambio de sus posiciones, pero luego levantó un brazo y rodeó con él el hombro de Harry. Le besó la comisura del la boca al mismo tiempo que su otra mano se deslizaba por toda su espalda.

―Quiero follarte ―dijo Harry deslizando la mirada por el torso desnudo de Draco. Su piel era mucho más clara que la suya y el contraste que generaban era excitante.

Draco se estremeció.

―Fóllame entonces. ―Casi gimió, lamiendo un camino desde su quijada hasta su cuello, donde mordió y succionó, seguramente dejando una marca.

Extendió una mano, concentrando en ella algo de magia. A los segundos tenía una varita en su mano, tardó algunos momentos en identificar que no era la suya, pero ya habría tiempo para sorprenderse por eso.

Sonrió malvadamente prometiendo a Draco, con ese gesto, que disfrutaría de todo aquello. Hizo desaparecer la ropa de ambos con un movimiento de muñeca y luego apuntó hacia el culo de Draco, lubricándolo con un hechizo. No quería perder el tiempo en nada más.

Sabía que a Draco le gustaba duro, sin preparación... y a él le gustaba sentir cada músculo alrededor de su polla relajarse dejándole entrar...

Draco dejó caer la cabeza sobre el sofá y abrió más las piernas para acomodar a Harry entre ellas. Lo miró con ojos dilatados por el placer y llevó uno de sus dedos a su propio pezón, pellizcándolo y gimiendo quedamente. Sus labios estaban entreabiertos y miraba a Harry retadoramente.

―¿A qué esperas? ―preguntó roncamente, moviendo las caderas bajo él.

Sus labios volvían a sentirse resecos, sacó la lengua y se humedeció el labio inferior, fijando la vista en su polla y en la entrada de Draco. Joder con sus retos, Draco siempre le incitaba a dar más y más rápido de sí, en todos los sentidos. Quizás por eso comenzaba a sentir que lo amaba.

Se quedó paralizado unos segundos; lo había pensando. Lo había pensado y... y no podía negarlo. Se acomodó de rodillas entre las piernas de Draco, flexionándolas hasta que sus ojos se clavaron en su húmeda y apetecible entrada.

Draco se dejó hacer, gimiendo suavemente al sentir los ojos de Harry clavados en su culo. Levantó una mano y le apartó el desordenado flequillo del rostro.

Rodeó su polla con una mano, dirigiéndola hasta la entrada de Draco al tiempo que se apoyaba en el sillón con la otra. Sus ojos estaban hipnotizados por la imagen de su polla entrando milímetro a milímetro en el culo de Draco, extendiendo sus músculos mientras lo penetraba.

Dejó de tocarse y se inclinó hacia adelante, apoyando las manos una a cada lado de Draco, sus rostros separados por centímetros. Respiró hondo para calmarse antes de embestir una vez, necesitaría al menos un par de embestidas para entrar completamente.

Todo el cuerpo de Draco tembló y se arqueó, echando la cabeza hacia atrás y dejando escapar un fuerte gemido. Sus manos viajaron hasta los hombros de Harry velozmente, apretándolos con fuerza. Tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta, respirando entrecortadamente.

―Harry ―gimió, esforzándose en mirarlo mientras era penetrado.

Volvió a embestir, más rápido esa vez. No follaban hacía días y lo extrañaba, no por la necesidad de sexo, sino por la necesidad de sentir a Draco; bajo él, sobre él, incluso dentro de él.

Harry cerró los ojos un momento, intentando controlar su excitación, intentando mantenerla al límite. Draco estaba estrecho y por la posición en que estaban los músculos de los brazos Harry empezaban a quemar. Gimió con fuerza, entrando un poco más y causando que Draco gimiera.

―Harry ―repitió Draco quedamente, acariciándole la mejilla e instándole a que abriera los ojos―. Mírame ―murmuró moviendo las caderas justo así, ayudándolo a entrar más en su interior.

Mírame. Y Harry lo miró, abriendo los ojos con ansias de encontrar los grises clavándose en él. Tragó duro, sintiendo la garganta nuevamente seca. Sentía gotas de sudor cubriéndole la espalda y el cabello cayendo sobre su frente. Apretó los dientes e embistió con fuerza, enterrándose completamente en Draco. Antes de comenzar a moverse, se inclinó para poder besarlo.

Draco le devolvió el beso inmediatamente, sus brazos rodeándolo y sus caderas moviéndose con el mismo ritmo que las de Harry. Sus dedos apretaban el cabello de Harry con fuerza y sus labios se movían sobre los suyos con intensidad, haciéndolo ver cuán excitado estaba.

―Joder ―jadeó separándose cuando Harry golpeó su próstata, su espalda curveándose―. Merlín ―exhaló, dejando caer la cabeza.

Harry flexionó los brazos, apoyándose en los codos y frotando todo su cuerpo con el de Draco en cada embestida. Sus movimientos eran rápidos; entrar, golpear la próstata de Draco y salir para volver a entrar, era un ciclo que lo estaba volviendo loco.

Rodeando con las piernas las caderas de Harry, Draco comenzó a masturbarse al mismo ritmo en el que Harry lo follaba. De vez en cuando dejaba escapar palabras sin sentido, y sus gemidos eran fuertes y continuos. Sus ojos se abrían siempre para buscar los de Harry, aún cuando los terminaba cerrando de nuevo, perdido en el placer.

Harry sintió un estremecimiento recorrerlo y sus brazos cedieron, su cuerpo cayó sobre Draco y necesitó sostenerse de los hombros de éste para poder continuar moviéndose.

Repentinamente el cuerpo de Draco se tensó y los músculos internos de su culo se contrajeron mientras el orgasmo lo sacudía inesperadamente. Gimió extranguladamente el nombre de Harry al mismo tiempo que su semen se esparcía entre ambos, cayendo sobre el sofá y sobre sus cuerpos. En vez de dejarse caer, sin embargo, acunó el rostro de Harry entre sus manos y susurró bajito, apenas audiblemente.

―Te quiero.

Harry se quedó paralizado unos segundos, los que tardó en comprender aquellas dos palabras. Luego, no puedo hacer nada más que embestir con más fuerza, enterrándose completamente dentro de Draco, siendo parte de él.

Sabía, sabía lo que decir aquellas palabras significaba.

Luchó por mantener los ojos y no perderse ni un detalle de Draco bajo su cuerpo, llevó una de sus manos hasta el cabello rubio mientras buscaba con desesperación los labios de Draco. O los besaba o se moría.

Bastó con juntar sus labios, con comprobar que de aquellos labios habían salido esas dos palabras para que Harry se corriera en su interior, gimiendo su nombre; Draco , con voz ronca y casi sollozante.

Draco le devolvió el beso, deslizando sus manos sobre la espalda de Harry y no detuvo el movimiento de sus caderas hasta que Harry no se corrió completamente en su interior... Y aún así, no dejó de besarlo, sus labios moviéndose contra los de Harry, su lengua frotándose con la de él.

―Draco, Draco ―gimió Harry bajito, aferrándose a Draco con las últimas fuerzas que le quedaban, había olvidado completamente que estaba herido.

Besándolo ligeramente, Draco se movió y acomodó a Harry hasta que éste quedó completamente acostado sobre él. Seguramente lo estaba aplastando, pero Draco no se quejaba.

―¿Te encuentras bien? ―le preguntó acariciándole la espalda.

―Estoy convaleciente, ¿recuerdas? ―preguntó sonriendo ligeramente, pero manteniendo los ojos cerrados mientras regulaba su respiración.

―Lo recuerdo ―respondió Draco juntando sus cabezas―. Y aún así quisiste follar. No tienes sentido común.

―Tú no te negaste ―replicó Harry, abriendo un ojo y manteniendo la sonrisa.

―No soy yo el herido.

Harry negó con la cabeza, comenzando a levantarse. Necesitaba ir a la cama y dormir hasta el día siguiente o se desmayaría ahí mismo y Draco no dejaría jamás de burlarse por su resistencia.

―Slytherin ―bufó con diversión, apoyándose en el sillón para al fin levantarse.

―Y nunca lo olvides ―respondió Draco riéndose, levantándose también y comenzando a caminar hacia la habitación de Harry.

Fin.