Disclaimer: nada de esto es mío y no gano nada de dinero con ello
Una serie de drabbles/one-shots/whatever sobre los Merodeadores y Lily, sin ningún orden. Principalmente Lily/James, pero algunos serán Sirius/Remus, seguramente. K por el momento.
:)
Instantáneas en technicolor
Acostumbrarse a lo inesperado
Los domingos por la mañana, Lily se levanta pronto para el resto del castillo. En ese momento en el que al sol le entra la pereza y se estira y bosteza como si fuera un gato en el alféizar de la ventana. Se desprende de las sábanas despacio y pone los pies descalzos sobre el suelo enmoquetado en silencio, casi conteniendo la respiración. Se viste mientras todas en su habitación susurran en sueños, va hacia el baño para lavarse la cara y apenas se pasa el cepillo por el pelo. Siempre es igual; tiene prisa. Baja las escaleras como una exhalación, casi volando, y se encuentra con todo ese rojo y toda esa luz de la que está hecha la Sala Común. Mira hacia las otras escaleras, las de los chicos, y se permite sonreír, porque aunque siempre lo intente sabe que no lo va a conseguir.
Camina por los pasillos a paso rápido. No le ha dado tiempo a echarse colonia, pero hay algo en ella que lo llena todo de un olor dulce y liviano. Recorre el camino hasta abajo sin detenerse, y cuando está a diez metros del Gran Comedor, vuelve a sonreír y vibra. La puerta es pesada, como siempre, y, como siempre, hay alguien solo en la mesa de Gryffindor, con su café y sus tostadas y El Profeta abierto por la mitad. También como siempre, a Lily se le rebela otra sonrisa.
-¿Sabías que van a empezar a penalizar la exhibición de varitas mágicas frente a muggles? -Remus ni siquiera levanta la vista del periódico. No hace falta. Sabe que Lily está ahí, es lo de siempre, la huele. Da un sorbo a su café y la escucha sentarse a su lado.
-Pues ya era hora, la verdad. A muchos les parecerá una tontería, pero los muggles no son estúpidos -Le da un beso en la mejilla mientras echa en su taza un poco de café-. Pásame la leche, Remus.
Es así todos los domingos por la mañana. Lily llega, Remus ya está allí y desayunan, a veces hablando, otras en silencio y simplemente estando, con los codos rozándose, estoy aquí. Hasta que el comedor se empieza a llenar de gente y ruido, y entonces se levantan y salen a los jardines si hace buen tiempo o se quedan dentro, en alguno de los pasillos, sentados en la roca del suelo. Luego es cuando llegan ellos, Peter, Black, Potter, y se quejan y por qué no nos esperas, Lunático, y caras de reproche fingido. También eso otro, lo de buenos días, Lily, lo de Potter acercándose, acercándose mucho, y sonriéndole su sonrisa desesperada, y pasándose la mano por el pelo para luego meterla en su bolsillo y decir "nos vemos" esperando unos segundos para añadir "Lily" y darse la vuelta lentamente, mirándola a los ojos. Es entonces cuando todo empieza a dar vueltas, la rutina se vuelve flexible y todo cambia según el día. Cuando todo se descontrola; Remus parece divertido y se le escapa algún comentario, Lily tiene que empujarle un poco hasta que pierda el equilibrio, y acaban o en la biblioteca, o en la Sala Común, o en cualquier sitio que hacen suyo cada vez sin proponérselo.
Son sus días preferidos. A Lily le gusta la calma de los domingos, su sopor humeante, su calidez. Le gusta intentar levantarse antes que Remus y no conseguirlo nunca, le gusta encontrarlo siempre sentado en el mismo hueco del banco para poder sentarse justo a su lado, cerca del zumo de calabaza y el azúcar. Es raro que todo zozobre un poco a la misma hora, que cambie el rumbo de la mañana, que todo se vuelva extraño de repente y no deje de girar a un ritmo devastador.
También eso le gusta. Un poco. Sí.
Aunque no vaya a admitirlo jamás.