Finalmente puedo escribir, ahora con buena salud, con más tiempo para hacerlo y con los medios puedo darme el placer de volver a donde pertenezco. No quisiera hacer esto demasiado largo porque siento que fuese una despedida aunque estoy regresando a FF. Verán, desde que me retiré debido al tiempo y obligaciones he estado recibiendo aún reviews y favoritos, saber que día a día puedo abrir el correo y ver todo eso es un gran motivo (Yo misma no dejo reviews cuando las historias tienen ya tiempo publicadas o quedaron incompletas, pero he comprendido ahora el por qué lo hacen) porque saber que a pesar del tiempo aún hay gente que puedo hacer sonreír, llorar o pasar un buen rato es una sensación maravillosa. Así pues, me he dispuesto a regresar, pero disculpen si el formato de estos capítulos que suba a las historias no es el correcto pero justo ahora no cuento con un buen corrector o siquiera un Bloc de notas en mi computadora, escribir este capítulo y otros será un reto pero bien lo vale.
Respecto a la historia les dije que faltaba un capítulo-que es éste-pero que habría segunda parte, aunque me daré tiempo para terminar otra historia ya pendiente antes de hacer la segunda parte. Espero verlas en las otras historias aunque son ShikaTema pero con lo que considero es un buen trama. Escribí un poco sobre los personajes en el capítulo anterior para recapitular y ahora sólo se agrega Taisei-maestro de Eri y su protector- quien actualmente tendrá 44 años pues recordemos que Kakashi acaba de cumplir los 32 y Anko va a los 30 (¡Ya con un hijo de 17, qué cosas!) así que si se presenta alguna confusión pueden regresar a leer sólo el inicio del anterior, dejar un review a contestar en el siguiente capítulo (aunque sería en el fic segunda parte) o un Mensaje Privado que con gusto contestaré inmediatamente.
Sin más, que disfruten.
Habían pasado ya dos meses y sólo el clima había cambiado pues tanto los aldeanos como la misma Anko continuaban con su rutina y eso era verdaderamente ridículo. Kakashi podía verla cada día pasar hacia el Domo y llegó a parecerle insultante la manera en que ella sonreía a otros como si no hubiese pasado nada entre ellos hacía dieciocho años, como había pasado hacia unas semanas y como si el hijo que tuvieran en común no existiera. Más sin embargo sabía perfectamente que las cosas no sucedían así y que aquello era sólo la máscara que se había impuesto para poder continuar con su vida, que ella estaba siguiendo la mentira de vida tranquila y feliz que se había visto obligada a forjar. También sabía que aún hablaba con Eri.
No fue un secreto, solamente un día llegó a casa y ella estaba ahí de pie esperándolo. Mientras buscaba la llave de su casa había sentido un escalofría deseando que al entrar ella no le informara algo que no deseaba saber, su perturbada mente no podría soportar alguna otra noticia. Anko esperó a que él se acostumbra a su presencia nuevamente en casa pues había regresado a su apartamento apenas supo que él era el mismo adolescente de su niñez y aunque no sentía odio por él como le repitió muchas veces, tampoco le parecía apropiado ni cómodo el estar en la misma casa.
Yora le había escrito, dijo ella mientras evaluaba su reacción pero la máscara cubría casi cualquier emoción. Eri estaba preocupado y la carta era casi exclusivamente para ella pues le pedía perdón por ocultar que ya había descubierto quién era su padre y ponerse en contacto con él, pero sobretodo por plasmar una historia que no era la suya. Anko le mostró la carta que pensaba en enviar y comenzaba diciendo que eso tendría consecuencias más tardes, pero que al menos ya todos sabían la verdad y que esperaba que el saber sobre su padre fuera lo que él había esperado. Era todo, sin ningún cariño y Kakashi pensó que estaban acostumbrados a no demostrar afecto por cualquier medio que pudiera interceptarse y por ello la carta se dirigía hacia otra persona, Anko se preocupada tanto por su hijo que no podía siquiera escribir su nombre. Yora también saludaba a Kakashi y le pedía que no guardara rencor por su padre pues él mismo le estaba aprendiendo a querer. Anko preguntó si deseaba agregar algo a la carta para enviar pero él no pudo escribir una palabra.
La segunda vez que supo sobre Eri, Yora, Taisei o cualquiera no fue mucho después, tres días después Yora le envió otra carta a Anko para que no se preocupara pues Eri estaba bien que Taisei lo había reprendido por el alboroto que había causado y como Yora se había escapado hacía Konoha estaría siendo vigilado por el próximo mes sin ninguna posibilidad de salir. La carta no mencionaba a Kakashi.
La tercera sí lo hizo pero tardó más de dos semanas en llegar, esta vez era casi exclusivamente entre Yora y Kakashi pues le comentaba que fue un gusto el conocerlo finalmente, y que Eri lo estaba pensando pues no se atrevía. Aún así, el saber que su hijo tenía dudas sobre conocerlo era ya motivo de alegría pues había temido que nunca sucediera. De esa carta ya habían pasado los dos meses sin saber más de ellos y Anko lo había estado evitando.
Como hombre impulsivo que no solía supuso el plantarse ante Anko y pedir,exigir, orar, una respuesta pero no pudo hacerlo, no se sentía con el derecho o valor de exigirle nada a esa mujer que le había hecho padre sin pedir nada a cambio. Así era ella, aún con su máscara agresiva o alegre cubriendo su dolor Anko siempre fue generosa con todos y él no podía hacer menos que admirarla. Así entonces un día que no pudo soportar más fue hasta donde ella vivía y casi entró a la fuerza cuando ella abrió, cerrando la puerta tras de sí con un fuerte sonido desesperado.
-Te he dado tiempo, tiempo a los dos, tres- Las palabras le salían un poco más atropelladas de lo que hubiera deseado, como un hombre que luego de pasar hambre y frío finalmente viera la posibilidad de obtener un poco de alivio.-Pero creo que esto ha sido demasiado ya y necesito saber qué es lo que está sucediendo.-Anko, que sentada en el sencillo sofá sólo lo veía se tomó su tiempo antes de responder.
-No puedes irrumpir en mi departamento para demandar respuestas, ni esperar que mi hijo esté dispuesto a conocerte justo ahora.-Aunque no lo había dicho con intención o maldad Kakashi creyó escuchar cierto pequeño énfasis al hablar de su hijo, pero era solamente su alteración.
-No irrumpo.-Aunque no era del todo cierto.-Pero esperas demasiado si crees que puedo tranquilizarme y pretender que nada sucede, no puedo ignorar el que tengo un hijo que es casi un hombre y no puedo ignorarte a ti como madre de mi hijo ni como la mujer que hice mía antes de conocer mis acciones.
Hasta que las palabras salieron no sabía el significado de ellas y hasta entonces no había notado la necesidad de decirlas, habían estado dentro de él tal vez tantos años que se había acostumbrado a que Anko fuera parte de su vida que ahora que ella conocía la verdad no podía soportar el ser ignorado por ella, incluso el odio era mejor que eso.
-¿A qué se debe exactamente esta actitud tuya, Kakashi?.- Poniéndose de pie mientras se acercaba él sintió el impulso de dar un paso hacia atrás pero lo reprimió tan pronto como intento moverse.- ¿Es esto sobre nuestro hijo Eri?- Y maldita sea, ese nuestro le gustaba mucho más que la primer posesión.- ¿Es esto sobre tu impulso de ayudar a Yora aunque no le conoces?- Y cuyo nombre Kakashi no había mencionado, notó con cierta culpa.- ¿O es sobre lo que sucedió hace dieciocho años?.- Ahora podía sentir sus ojos y si bien ella era más baja se veía tan imponente que tuvo que tomar aire.
-Sobre Eri, claramente. Lo de nosotros sucedió hace demasiados años y he seguido con mi vida, tanto profesional como amorosa y eso es bien sabido por mis amigos y colegas.
-Por muchas personas en la aldea.- Reconoció ella con una sonrisa y tanta despreocupación no parecía correcta.-Pero lo cierto es que aún pasado los años y de las mujeres que has tenido entre tus brazos y en tu cama ahora sé que soy una parte de tu vida que no puedes dejar ir, a la que tan fervientemente has cuidado estos años aunque yo no lo supiera. Creo que, estás tan acostumbrado a cuidarme que ahora que conozco el nombre de ese niño y ya no hay nada que ocultar o por qué cuidarme, no sabes cómo reaccionar, creo que aún esperas saber de mí y para protegerme.
-Te crees muy sabía cuand...
-Me creo tan sólo aquello que me estás mostrando.- Interrumpió ella alzando su voz para después bajarla de nuevo.- Amo a ese niño es verdad, pero tú no eres él ni yo soy esa niña, así que descarto cualquier insinuación romántica que pudieras creer que me ha confundido. Tú, con tus múltiples mujeres, no has podido separar a la niña de la mujer que soy ¿Qué necesito hacer para que me veas como tal?
Y sin pensarlo, sin asimilar siquiera lo que estaba haciendo, Kakashi la había arrojado tan duro contra una pared que mañana tendría marcar mientras él se apretaba contra su cuerpo y tomaba su rostro entre las manos.
-No te confundas, se bien que no eres ya la niña, que ahora eres una mujer...maldición, lo sé bien y eso es lo que hace esto tan peligroso.- Incluso sobre la máscara podía sentir el calor de ella y eso no le parecía desagradable, pero no era consciente de sí mismo.- Es verdad, me he acostumbrado a ti pero no puedo ni quiero evitarlo, tal vez tú no me culpes y yo mismo estoy aprendiendo a perdonarme, ahora que veo lo fuerte que eres el peso en mi pecho es mejor, pero sigues siendo la primer mujer que tuve y yo el primero para ti, fui el primer hombre en tocarte y hacerte mía como juro que nadie podrá marcar tu alma. Pero aquella noche hubo consecuencias de lo que hicimos y yo soy responsable de ti.
-Tú no eres responsable de nada ni mi hijo es una maldición.- Había cierto veneno en sus palabras que provocaron una amarga risa en él.
-Sí lo soy, lo soy de nuestro hijo ahora que sé de su existencia. Y recuerda que es mío también así que deja de sacarme de su vida- Hizo una pausa en la que le soltó el rostro para colocar desde sus manos hasta sus codos contra la pared pero apretando más su cuerpo contra el suyo.- Y lo soy también de ti, te guste o no fui el primer hombre para ti y aunque no haya sido el único o podrías tener a alguien en otra aldea sigues siendo mi mujer.- Hasta ese momento no había visto como tal a Anko pero ahora tantos años cuidándola se negaba a aceptar que ella no lo necesitara.- Serás mi mujer aún cuando te comportes como madre, cuando encuentres a un hombre e incluso mientras te aferras a él por la noche al tocarse, cómo ninja, madre y como amante aún entonces serás mía.- Terminó para retirarse pero Anko lo tomó por el chalecó al acercarlo de nuevo lo arrojó contra sí.
-Sé, con la maldición que eso podría llevar, que ahora que veo el hombre en que te convertiste serás en quien pensaré cada día y sé bien que cuando un hombre me toque pensaré luego en ti, pero tanto como sé eso, ahora tú me verás a mí cuando estés con una mujer y no podrás evitar el pensar si mis besos han cambiado o si las caricias que podría darte ahora son mejores. Pero cada uno de nosotros eligió una vida en la que no estamos unidos, seremos una parte del otro pero siempre al margen de tal.- Kakashi quedó en silencio segundos antes de sonreír para sí mismo.
-Olvidas que eso era antes de que mi hijo me buscara, ahora que le tenemos a él no podemos estar alejados. Nuestras vidas no están juntas es verdad, pero nosotros siempre tendremos que vernos y recordar esa noche. Formaré parte de ti así tú no lo quieras.
Luego de eso Kakashi había salido y no la buscó más. Repasó sus palabras y acciones cada noche y no todo le pareció propio de él como imaginaba que Anko también dijo algunas cosas que no sentía al perder ambos la razón; aún así le daba paz el que hubiese pasado aunque no como él esperaría de haberlo planeado. Probablemente ella estaría tensa por lo sucedido, furiosa por la proximidad y por la posesión que implicó en sus palabras, confundida por su interés en cuidarla y ansiosa de mostrarle era una mujer fuerte. Kakashi ya sabía lo último pero era cierto que se sentía responsable, tal vez no como una falta pero sí con el deber de cuidarla como lo había hecho esos años.
Aunque no del todo bien, se dijo a sí mismo con un dolor furioso, de haberla cuidado no habría sido retenida por simples personas que para su satisfacción habían sido como merecía pero sin cortárles la garganta como él habría hecho con una satisfacción casi enfermiza. Lo sabía, no podía culparse del todo porque era ilógico, y aunque había arreglado que la acompañara alguien de su confianza casi en todas las misiones esta vez fue lo mismo y ella estuvo junto a personas muy capaces de protegerla, solamente fue un "accidente" algo que le sucedía a cualquier ninja.
Aún así deseaba que ella confiara en él lo suficiente para contarle lo sucedido en los días y la manera en que heroicamente había soportado. Lo cual reconociéndolo no iba a suceder por el simple motivo de que ellos no eran amigos ni lo serían jamás, no más que conocidos que tenían un hijo en común y como ella misma lo dijo que no se conocían en absoluto. Kakashi la había seguido siempre y sabía la mujer en que se convirtió pero no sus pensamientos,y ella no le conocía en nada más que como a un ninja muy conocido en una aldea donde ella misma no salía estar.
Tal vez ese era su final, el final de esa pequeña historia que conocía por una infancia tortuosa y por cartas llenas de dolor, pero que finalmente era sólo una historia y como tal no todos los finales eran felices. Ellos no eran la familia que se sienta los domingos a comer juntos o la pareja que recostada bajo la sombra de un árbol se lee libros. Su final era simplemente continuar con sus vidas y tratar de recomponer sus sentimientos a secreto de los demás.
Fueron exactamente trece días antes de que ella tocara su puerta por la noche, ni siquiera le saludó, sólo extendió una carta que aunque dirigida hacia ella expresaba el que Eri quería conocerlo. Era tiempo. Él la miró esperando por alguna reacción o palabra pero ella no dijo nada y en cada inhalación que tomaba Kakashi sentía que intentaba tranquilizarse, no gritar o no llorar delante de él.
La mañana que partieron Anko estaba silenciosa y Kakashi casi podía escuchar sus pensamientos sobre si eso era un error y sobre si conocerse padre e hijo era apropiado justo en ese momento, pero por supuesto Eri no podía saber nada sobre lo que ocurría aunque Anko maldijera mentalmente a su retoño. ¿Qué pasaría entonces? Podía ella finalmente sentirse segura y dejarlo acercarse, podían salir las cosas mal y ser rechazado por su hijo, podía incluso que todo saliera bien pero entonces... entonces él también tendría que ocultar su vida como lo hizo ella y para protegerlo fingir que Eri no era nadie especial. Porque ahora que había pasado por todo eso con ella podía ver el dolor que antes pasaba desapercibido para todos pero que ahora se marcaba en cada acción que hacia. El dolor de madre de tener que ocultar a su hijo porque temía cada día que un psicópata fuera por él.
No podía imaginar las noches que ella debió pasar despierta y extrañando estar a su lado donde pudiera verlo y saber que estaba a salvo, los días de angustia entre cada carta preguntándose si no había sucedido algo malo desde la última y el temblor en sus manos cuando las recibía para abrirlas con cuidado pidiendo no encontrar que Yora le informaba un hijo muerto, accidentado o desaparecido.
Kakashi no decía nada y sólo la veía con un pesar en el estómago. Viajaron durante dos días seguidos sin apenas dormir pues ella no le hablaba y por tanto ambos deseaban terminar con aquello. Las puertas de la aldea se alzaron imponentes al entrar aunque eran más pequeñas que las de la propia Konoha y para él que tenía mejores pensamientos que percatarse de los detalles era simplemente otro sitio sin nada especial, excepto el tesoro que guardaba. Cuatro guardias se acercaron al ver sus siluetas, preparados siempre, pero se relajaron en cuando vieron a Anko. El más alto se acercó a ella pero a Kakashi le pareció un tipo bastante normal, tanto en su físico como en su rostro era un hombre promedio aunque debía tener ya los cuarenta.
-Hony, bueno verte de nuevo, tenías ya más de dos meses sin venir.- Kakashi se tensó al escuchar eso, ella había estado ahí luego de que todo se supiera y no le dijo nada.- Tienes un nuevo amigo ¿Vendrás por trabajo?
-Jamás lo hago.- Respondió con lo que intentó ser una sonrisa casual pero resultó un poco más tensa.- He venido a ver a Taisei, como siempre, sabes que apenas puedo separarme del hombre.
-Pues ojalá lo hicieras más seguido, el hombre es insufrible en ocasiones. Dame los datos de tu amigo para registrarlo y espera a que confirme.- Tan pronto como los dejaron irse Kakashi aceleró el paso para colocarse a su lado.
-Para ver a Eri usas a su maestro, para escribirle usas a su amigo ¿Hay alguien en esta aldea que sepa la relación que tienen en realidad?
-Nadie, y así continuará en tanto pueda protegerlo.- Sus labios apretados y su postura agresiva no hicieron nada por desalentarlo.
-Ya no hay nada que pueda dañarlo, ni a él ...- Kakashi volvió la vista al frente, ligeramente hacia la izquierda y al hacerlo pudo ver tras algunas casas lo que era el piso superior de un edificio justo donde ella miraba.- El jefe de la aldea vive ahí, y lo hacían también los chicos.- No hacía falta para saber los nombres de esos chicos, eran los únicos que le interesaban.- Pero solamente fue durante un tiempo.- Volvió a caminar sin esperar si le seguía o no.- Taisei estaba ahí todos los días pues además de ninja entrenaba al jefe por el prestigió que tiene y claro, el hombre le pidió también que cuidara de Eri aunque ya sabes eso. Un día Taisei dijo que quería llevarse a Eri a vivir consigo pues ya había alcanzado los tres años y era mejor que creciera en un ambiente tranquilo como lo es su casa y no en un sitio donde siempre están entrando y saliendo ninjas alterados. Al principio me negué claro, mi hijo estaba en una fortaleza custodiada por decenas de ninjas... pero luego vi que no había nadie más capacitado que Taisei y que aunque como personalidad tal vez no fuera lo más sano para un niño sí lo mantendría a salvo.
-Hablas de él con gran significado, y le confiaste la vida de Eri a un sólo hombre.- No había rencor ni amargura, era un comentario simple pues la veía algo perdida.
-Tendría veintiocho o veintinueve años, era muy joven y se concentraba mucho en el trabajo, su vida amorosa era estable así que como ninja y como ciudadano era muy respetado, yo estaba por cumplir los dieciséis cuando él lo propuso y acepté porque me di cuenta de que aunque yo amara a mi hijo aún no era capaz de protegerlo como debía... ¿puedes imaginar lo que es para una madre el saberse incapaz de proteger a un hijo? Taisei me ofreció su casa cada vez que llegara a la aldea y con ello su guía... soy bastante buena en el combate gracias a él.- Terminó sonriendo con arrogancia pero antes de que él dijera algo ella anunció que habían llegado.- Ya les he escrito, y sabiendo por qué venimos no te presentaré hoy, lo haremos mañana, sólo espera a que yo nos anuncie.
Sin esperar respuesta ella lo dejó ahí solo en esa pequeña aldea mientras él esperaba a que saliera y al hacerlo comenzó a ser consciente de su al rededor y con ello comenzaron los nervios pues mientras ella lo guiaba hacia la casa donde vivía su hijo su corazón se aceleraba a cada paso, comenzó a abrir y cerrar las manos en un intento de parar los temblores y cuando ella lo notó sujetó su mano. Sólo fue un toque mientras ella no lo miraba pero para él fue la tranquilidad que había esperado y aunque los latidos continuaban se sentía mejor.
Llegaron a la que probablemente era la casa más hermosa luego del edificio del líder de la aldea pero aunque aquel era imponente ésta era más una casa tranquila y serena. La cerca no era baja pero permitía ver sobre ella y la puerta era un gran arco que se alzaba sobre todo y que les recibía abierto dando paso al jardín que sin muchas flores o adornos ofrecía el amplio pasto preparado para entrenar. Al fondo para entrar y a medio metro sobre el jardín era el recibidor con suelo de manera donde estaba colocada una pequeña mesa con dos cojines para sentarse, sobre ella algún juego de mesa sin terminar y una taza de té aún caliente. El viento hizo sonar las campanillas y Kakashi tuvo un leve sobresalto interiormente, estaba tan nervioso que saltaría a la menor provocación.
-Espera aquí.- Sin decir más ella entró a la casa y pensó que probablemente ya sabían que llegaría o tenía alguna forma pues tal hombre no podía ser tan descuidado con la entrada de su casa, seguramente a juzgar por el té acababa de marcharse. Kakashi se acercó al pequeño estanque a su izquierda que estaba vacío y vagamente se preguntó si alguna vez tuvo un pez.- Está listo.- Anunció exaltándolo. Ella tenía que mejorar sus diálogos y dejar de abandonarlo cada vez. También él debió prepararse mejor, asearse un poco más para conocer a su hijo.- Probablemente lo está hace horas, te espera en el patio trasero. Señaló hacia un lado donde al terminar el jardín había una puerta.- Ve.
Sin decir nada Kakashi siguió por ahí pero esta vez ella no lo acompañaba y eso no mejoró sus pasos que tambaleantes se acercaban a paso lento. El pasillo era largo, tanto como debía serlo la casa y hacia el final estaba cerrado, a su izquierda la pared había aumentado y era sólida, incluso la puerta, pero como todo, estaba abierta y daba paso al otro patio que aunque más pequeño era completamente cerrado, el techo que dejaba entrar la luz por cristales hacia de eso una construcción exclusivamente para entrenar aunque la mitad del patio fuera aún pasto y el resto era madera sólida.
Sin embargo no era eso lo que le interesaba ni lo eran las armas a su alrededor, era el joven que frente a él estaba sentado justo al fondo con gran distancia de él. En una ancha banca de madera oscura Yoru estaba sentado con las piernas recogidas y lo miraba con una sonrisa, pero no así su hijo, que ausente por el momento no parecía que fuera a conocer.
-Señor Hatake, que gusto en verlo, admito que creí que eso no pasaría.- Con un gesto de mano lo invitó a sentarse a su lado y Kakashi tuvo que cruzar el amplio patio hasta él y se sentó mucho más recto que el joven.- Sé que no esperaba verme a mí sino a su hijo pero antes de verlo a él yo quería hablarle, prepararlo.
-Me alegra mucho el verte a ti también, estaba preocupado por lo que pudiera ocurrirte cuando te fuiste.
-Yo estoy bien, yo siempre estoy bien. Tampoco quería regresar tan pronto, siento pena pero admito que desarrolle cierto cariño por usted, es un hombre muy agradable.
-Y tú un gran chico, cualquiera haría amistad contigo, es fácil tenerte afecto, incluso cuando a veces pareces crecer diez años.- Sonrió mientras Yoru reía pero luego de unos segundos dejó de hacerlo y lo remplazó una sonrisa amarga.
-Estos meses he tenido que actuar con más madurez de la usual, había mucho por hacer. Al menos aprendí de un buen hombre ¿Conoció ya al maestro?
-No he tenido ese gusto, me han dejado para que me ocupe de mis prioridades, pero me alegra saber que un hombre tan bueno como dicen es tu mentor.- Le sonrió para animarlo pero luego de un silencio decidió que, por mucho que le agradara Yora y quisiera saber sobre él era tiempo de su hijo. Luego podrían pasear y él vería la forma de ayudar al joven de los demonios que lo atormentaban, pero ahora él tenía también los suyos y esos afectaban a su hijo, algo que no estaba dispuesto a seguir dejando pasar.- Quiero conocerlo.
-Lo hará.- Asintiendo con la cabeza al frente evitó el verlo y parecía más que se hablaba a sí mismo.- Pero déjeme decirle entonces algo de él antes.- No más historias pensó, no más dolor.- Ahora Eri tiene diecisiete años y es cuidado por Taisei y por su madre.- No le pasó desapercibido que ahora hablaba sobre su maestro por su nombre pero lo dejó pasar por serle insignificante.- También él puede cuidar de otros pues ha sido bien entrenado, sabe un poco las cosas, no de todo sino de lo que realmente importa y eso se debe a la continua educación que se le dio. Pero cuando él era un niño de ocho o nueve años los libros que le leían o que le hacían leer se volvieron un refugio del no tener a su madre y padre cerca, a los diez ya escribía textos cortos y muy extraños.- Rió con ganas y a Kakashi se le antojó la risa más bonita que le había visto.- Yo le conocí cuando tenía doce, probablemente desde siempre pero fue hasta esa edad que nos volvimos uno. Las cartas a su madre siempre eran por medio del maestro y era peligroso que si lo interceptaban, al abrir el correo vieran su nombre, por eso aquí el mensajero sabe que si tiene mi nombre debe ir a esta casa, aunque no me conozcan.
-Te volviste un medio entre todos ¿Por qué harías eso? Arriesgarte por una familia que no es la tuya cuando tú mismo tienes algo por qué preocuparte.
-Las preocupaciones de Eri son las mías.- Declaró con firmeza.- Y sí, lo hice, pero no como usted cree, le dije que Yora no es mi nombre.- Kakashi recordó eso pues no conocía siquiera el nombre del chico y ahora que lo veía de frente le era mucho más maduro, ocuparse de un chico de doce cuando él era apenas unos seis años mayor era admirable.- Lo conocí a los doce cuando él escribió una de sus mejores historias, si puedo dejar la modestia. Era sobre Yora, un chico mayor y un tanto rebelde que se enfrentaba a todo lo que él creía injusto y aunque sus medios no fueran los más éticos defendía a los chicos. Yora tenía también su dolor al no tener padres pero lo escondía siempre con una sonrisa, tal como lo hace Anko.
-Yora se volvió el amigo que Eri creó para expresar todo lo que lo atormentaba. Su personaje no es basado en ti sino que te dio a ti el nombre para que lo ayudaras, tú te convertiste en él.- Yora sonrió cuando él lo comprendió como premio.
-Exactamente, Eri me creó y cuando las cosas se pusieron mal, realmente mal y no supo qué hacer se aisló, no podía pedirle ayuda al maestro porque siempre era cuidado por él y no le permitiría salir de su habitación si se le decía lo que estaba pensando, pero tenía que salvar a su madre.
-Fue cuando apareciste, ayudasre a Eri como él no podía hacerlo.
-Hice más que eso, o lo hizo Eri, le dio vida a su personaje, a aquel chico que se arriesga por quienes quiere. Estaba de misión y al volver Taisei le dio la noticia.- No era un escritor, o al menos no únicamente, su hijo era un ninja.- Pidió descansar y a la mañana buscaría la solución, pero era imposible así que estuvo despierto hasta que supo lo que debía hacer y escapó de la casa hasta el bosque fuera de la aldea sin ningún problema en la puerta pues era conocido y nadie cuestionaría al protegido de Taisei y el líder.
-¿Mi hijo está bien?.- La preocupación no lo dejaba pensar y aunque Yora ahora reía él aún quería saber que Eri estaba a salvo.
-Eri sabe un poco de todo lo que es importante ¿recuerda? y también puede crear ilusiones...
¿Qué?
...un cabello más oscuro...
Pero...
...una piel bronceada...
Esto...
...ojos de otro colore...
No es...
...mayor estatura...
Posible...
...la edad...
Yora no...
Yora se puso de pie frente a él y le dedicó la última sonrisa antes de tocarse el pecho, de sus manos se extendieron y el color de la camisa pasó de rojo a blanco, su piel se aclaró bajó bajo sus manos. El viento ondeaba a su alrededor y no sabía si era imaginación suya pero le parecía que se hacía más delgado y bajo.
es...
Sus manos subieron hasta su cara y la piel cambió, bajo su toque su nariz era más pequeña y sus ojos más grandes, lilas. Finalmente las manos en su cabello y se aclaró hasta un gris claro. "Mi padre y yo somos el mismo" "¿Mi cara le es familiar?" "Dos lados de la misma moneda"
mi hijo...
Ante él ese bello y maduro joven de veintitrés años había desaparecido para mostrar a un chico más joven, más bajo que él mismo y con un rostro que finalmente reconocía porque era el suyo propio.
-Hola papá...