Cuatro años después…
— Oto-sama ¡Date prisa! —Una niña de enormes ojos violetas corría por el pasillo de su casa. Iba vestida con un vestido verde corto, con unas calcetas largas de rayas verdes y blancas. Su cabello largo estaba recogido en dos coletas y en sus brazos llevaba un conejo de peluche.
— Tranquila, aún es temprano. —El escritor, que vestía con unos jeans sencillos y una camisa de polo roja, le seguía de cerca con una sonrisa.
— Pero el tío Haru es muy puntual, y vendrá con el tío Keiichi, y después vendrán mis padrinos y, y… —Dio un grito cuando Akihiko la levanto del piso.
— Eso lo heredaste de tu madre. —La niña le cubrió la boca con sus dos manos.
— Shh, si Oto-chan te escucha diciendo eso te dará pimientos rellenos en la cena.
El escritor rio sabiendo la veracidad de las palabras de si inteligente hija. Caminaron hasta la sala y encendieron la televisión, Asaki rápidamente se concentró en la pantalla, riendo de vez en cuando. De vez en cuando le insistía a Akihiko que prestara más atención para que no perdiera detalle de lo que el programa decía, este solo respondía que prestaría más atención.
— ¡Estoy en casa! —La niña dio un brinco y corrió hasta la puerta.
— Bienvenido, Oto-chan. —Misaki recibió a su hija en brazos —. Hola, tía Eri.
— Hola preciosa. —Respondió la alegre editora —. ¿Lista para a fiesta?
— ¡Sí! Vendrán todos mis tíos y mi tía, mis padrinos y el abuelo… y, y mis amigos de la escuela. —Misaki rio por la emoción de su pequeña y caminaron hasta la sala.
— Usagi-san. —El nombrado se levantó y le recibió con un beso, el castaño se sonrojo. Aun después de tantos años no se acostumbraba al contacto —. ¿Ya está todo listo?
— Por supuesto.
Asaki fue bajada y llevo a Aikawa hasta el jardín. Ambos padres se quedaron observándola por las enormes ventanas. Hoy era el cumpleaños de Asaki, cumplía cuatro años de vida.
Ya no vivían en el ostentoso apartamento del escritor pues cuando Asaki cumplió los dos años y la casa se llenó de más juguetes notaron que el espacio era ya insuficiente, por lo que se habían mudado a una espaciosa casa en un barrio tranquilo. Era grande, muy grande, tenía un salón de juguetes, dos habitaciones para las visitas, la gran cocina, sala, estudio y un enorme jardín, que también tenía piscina.
Asaki, apenas había entrado a la escuela, había demostrado tener una gran inteligencia, amaba dibujar y correr por todos lados, pero lo que más disfrutaba era poder salir o estar en compañía de otras personas.
Usagi observo como Misaki se colocaba un delantal y sacaba varios boles del refrigerador. Quito una tela blanca de un plato descubriendo un pastel de tres niveles. Comenzó a untar la crema dulce hasta dejar el pan de chocolate totalmente cubierto. Continúo cubriendo con chocolate y fresas. Se limpiaba las manos cuando escucho el timbre y corrió a abrir la puerta.
— ¡Misaki! —Un niño de pelo castaño se abrazó a su pierna.
— Mahiro-chan… cada vez que te veo eres más grande.
— Hola, Misaki… ¿Dónde está Asaki-chan? —Takahiro llego, con Manami a un lado, esta llevaba una bolsa de color rosa.
— ¡Mahiro! —Asaki llego corriendo para poder abrazar a su primo, más alto que ella —. Hola tío Takahiro, tía Manami.
— Hola preciosa. — Takahiro la levanto para darle un fuerte abrazo —. ¿Estas disfrutando tu cumpleaños?
— ¡Sí! ¿Ya viste el pastel que Oto-chan me hizo? Aunque me dijo que no podía tocarlo hasta la noche. —Hizo un gesto de decepción.
— Bueno, tienes que obedecerlo. —Intervino Manami —. Pero veamos si esto puede alegrarte. —Le mostro la bolsa, Asaki dio un salto aun en los brazos de su tío.
— ¿Cómo se dice Asaki? —Pregunto Misaki con las manos en la cintura.
— Gracias. —Tomo a Mahiro de la mano y corrieron de nuevo al jardín.
— ¿Quieren beber algo? —Misaki les guio hasta la sala.
— Claro… Usagi ¿Cómo estás?
— Vamos Misaki —. Ambos caminaron hasta la cocina mientras los otros dos se quedaban hablando en la sala.
Su plática se basó en lo mucho que habían crecido los niños en esos cinco años y en lo feliz que era Misaki en su trabajo como editor.
Hacía tres años Misaki se había graduado, no el primero en su clase, pero tampoco había terminado mal. Había entrado a la editorial Marukawa, siempre luchando contra las ideas de que había entrado gracias a las influencias del escritor; era feliz en su trabajo y justo estaba trabajando con un nuevo autor, desconocido, pero que poco a poco se iba haciendo su propia fama.
Poco a poco comenzaron a llegar niños y en menos de una hora, la casa Usami-Takahashi estaba llena de gritos y risas infantiles. Misaki escucho el timbre y se levantó para abrir pero Asaki fue mucho más rápida y en un parpadeo ya se hallaba frente a la puerta.
— ¡Tío Haru! —Grito alegre la pequeña levantando los brazos para que la cargara.
— Hola preciosa ¿Te estas divirtiendo? —Le sonrió sinceramente a la niña quien se había sujetado con fuerza de su cuello y asentía fuertemente con la cabeza.
— ¿Viene el tío Keiichi? —Dijo mientras se asomaba por su hombro, sonrió al ver al joven alto —. ¡Hola!
— Hola, Asaki-chan, feliz cumpleaños —Pronuncio con su típica sonrisa, sin entrar por completo a la casa.
— Haruhiko-san, sempai, que bien que vinieron.
— Yo sabía que el tío Haru vendría sí o sí. —Fue bajada y tomo la caja que Sumi le ofrecía —. Gracias. —Comenzó a abrirla emocionada, Haruhiko siempre le regalaba dulces y muñecos de peluche — ¡Wow! Gracias. —Dijo mientras veía un oso que sostenía una caja de chocolates.
— Pasen, pasen. —Dijo Misaki mirándolos con una sonrisa. — ¿Quieren tomar algo?
— Si —Ambos entraron. Asaki se mantenía cerca de Haruhiko. Rápidamente la mirada de los dos hermanos se cruzó.
Su relación no había cambiado mucho, podían mantener conversaciones sin la necesidad de pensar matarse el uno al otro, se guardaban todo rencor porque ambos sabían que podía afectar a Asaki, cuando llegaba a haber un atisbo de pelea rápidamente Misaki intervenía y ahora que Sumi estaba ahí, era más fácil mantener los humos bajos.
Haruhiko y Keiichi habían comenzado a salir hacia un par de meses. Nadie sabía cómo se habían conocido, pero en realidad no les importaba mucho. Ambos parecían felices saliendo juntos, y Asaki se había encariñado con Sumi por el simple hecho de ser "su nuevo tío".
— Oto-sama, Oto-sama, mira lo que el tío Haru me dio. —Corrió emocionada para sentarse sobre las piernas de su padre, quien la sujeto cariñosamente. Akihiko solo le sonrió, pero fue suficiente para la niña, que volvió a saltar y regreso al jardín, donde se encontraban todos los niños bajo la supervisión de Aikawa. Pronto Misaki, Manami y Keiichi se le unieron para ayudarle a cuidar a todos los niños. Quizás Sumi no tuviera mucha idea de lo que era cuidar un niño, pero podía imaginarse lo cansado que era.
— ¡Hiro-san! —Todos voltearon al escuchar esa voz —. Se supone que tiene que tocar el timbre.
— ¡Es mi ahijada, tengo derecho!
— Hiroki… creo que Nowaki-kun tiene razón — El castaño fulmino con la mirada a Akihiko.
— No tienes opinión en esta discusión. —Al escuchar los gritos varios niños se habían quedado quietos, a excepción de la cumpleañera, quien ya conocía el humor de su padrino —. ¿Asaki-chan?
— Voy, padrino Hiroki.
— ¡Feliz cumpleaños Asaki-chan! —Con la habilidad que tenía para agradarle a los niños, Nowaki no había batallado para ganarse el cariño de su protegida —. Esperamos te guste mucho tu regalo.
— Gracias.
— ¿Y bien señorita? ¿Cómo va en la escuela? —Nowaki le miro dulcemente, al parecer no iba a cambiar nunca. Lo principal para Hiroki siempre seria que su ahijada destacara en sus estudios.
— Muy bien, mi maestra me dio muchas estrellas esta semana. —Después de contarle sus premios escolares se retiró para seguir jugando.
Ya casi atardeciendo los niños se reunieron alrededor del pastel. Asaki miraba maravillada las fresas, realmente deseaba poder comer una gran rebanada, con mucho chantilly y fresas. Sus ojos brillaron por la luz de las pequeñas velas que adornaban el pastel, su sonrisa se ensancho al ver a todos sus familiares ahí, sus padres a cada lado. Cerró sus ojos y pidió un deseo, tomo todo el aire que pudo y dejo salir una gran cantidad de aire, con el que apago todas las velas.
— Feliz cumpleaños, pequeña. —Asaki miro a su abuelo, quien recién llegaba —. Espero esta princesa pueda perdonar mi tardanza, pero un ser malvado llamado trabajo me impidió llegar antes. —La pelinegra rio con los cuentos de Fuyuhiko, miro que detrás también venia Isaka y su asistente, Kaoru.
— ¡Estoy muy feliz de que hayan llegado! —Brinco de la silla en donde se hallaba parada y recibió un fuerte abrazo de todos, excepto de Kaoru, quien aún se mantenía a raya de los asuntos familiares de su jefe y amante.
Ya entrada la noche los niños comenzaron a retirarse, dejando únicamente a la familia cercana, Asaki jugaba con Mahiro en el centro de la sala. Los adultos hablaban entre ellos en una plática amena, cuando el reloj marco las ocho Haruhiko se levantó del sillón, de inmediato Asaki se detuvo y corrió hasta él.
— No… quédate más tiempo… —Haruhiko le cargo.
— Perdóname princesa, pero tengo una reunión mañana temprano… pero te prometí que mañana te llevaría al parque de diversiones ¿Recuerdas?
— ¡Sí! —Le dio un beso en la mejilla antes de que Haruhiko la bajara de nuevo al suelo.
— Bueno, nosotros nos retiramos. —Le ofreció su mano a Sumi para levantarse.
— Gracias por venir. —Respondió Misaki acompañándolos hasta la puerta —. Nos veremos mañana.
— Nosotros también nos vamos. — Takahiro iba acompañado hasta la puerta por Akihiko.
— ¿Tienes que volver mañana a Osaka?
— Si… pero probablemente pronto regrese a Tokio.
— ¿Eso es bueno, Oto-chan? —Asaki tomo la mano de Misaki.
— Si, significa que podrás ver más seguido a Mahiro.
— ¡Genial!
Así pronto la casa quedo vacía, únicamente con ambos padres y su hija, quien les mostraba todos los regalos que había recibido en el día; tomo el enorme conejo que su abuelo le había regalado y se recostó por completo sobre él, estaba cansada, desde muy temprano había estado jugando y corriendo de un lado a otro.
Akihiko le cargo en brazos, ella se acurruco contra su pecho, cerrando sus ojos. Sabía que su padre le llevaría a su cómoda cama.
— Buenas noches, Oto-sama —Susurro cuando el escritor la arropo después de ponerle su camisón para dormir. Misaki apago las luces y de inmediato Akihiko encendió una pequeña lámpara que se hallaba alado de su cama.
— Buenas noches, princesa.
Ambos padres se quedaron en el marco de la puerta, mirando a su pequeña dormir. Suavemente Akihiko rodeo con sus brazos la cintura de Misaki, sintiendo como este se recargaba contra él. Le beso suavemente cerca de la oreja.
— Vamos. —Susurro muy bajito el castaño, saliendo de la habitación y cerrando la puerta. Avanzaron por el pasillo y apagaron las luces de la sala, el día siguiente recogerían todo el desastre que había quedado.
— Usagi-san… —El nombrado hizo un sonido indicándole que le escuchaba mientras comenzaba a preparar la cama para dormir —. ¿Te habría gustado tener más hijos? —Usagi le miro sorprendido, miro como se ponía su pijama azul. Se cambió rápidamente y apago las luces de la habitación, jalo a Misaki y lo acostó con él, acomodando también a Suzuki-san a un lado. Ambos sabían que Misaki ya no podía tener más hijos.
Después de algunos análisis habían descubierto que el ataque cardiaco que había sufrido había sido consecuencia del embrazo, todo su cuerpo se había sometido a un cambio hormonal drástico, además de que el cuerpo masculino no estaba tan preparado para pasar la mayor parte de los nutrientes consumidos a otro cuerpo. Tres meses después del nacimiento de Asaki habían retirado el órgano que servía como matriz, impidiendo así un nuevo embarazo que sería en extremo peligroso.
— Tu. —Dijo picándole con el dedo índice en el pecho —. Me has dado el más maravilloso de los regalos que se le pueden dar a una persona… TU me has dado una hija maravillosa, has estado conmigo por casi cinco años, soportando mis fetiches absurdos, mis jornadas de trabajo, todo esto sin quejarte, excepto por el caso de fumar, pero eso quedo arreglado. —Misaki sonrió al recordar que hacía mucho había obligado al escritor a dejar de fumar permanentemente —,… lo único que le pido a la vida es que ustedes estén conmigo hasta el final de mis días.
— Usagi-san… —Bajo la mirada y dejo que Akihiko lo rodeara con sus brazos fuertemente. Correspondió el abrazo con la misma fuerza —. Gracias. —Se sonrojo cuando el escritor comenzó a besarlo. Estuvieron así un rato hasta que escucharon que llamaron a la puerta.
— Oto-chan, Oto-sama… ¿Están despiertos? —Asaki se adentró con pequeños pasos a la habitación.
— ¿Qué pasa pequeña? —Hablo Misaki.
— ¿Puedo dormir hoy con ustedes? Solo por hoy — Dio un salto para poder subir a la cama.
— Claro que puedes ¿Verdad Usagi-san? —El escritor disimulo un puchero, esa era una de las desventajas de tener un hijo, se golpeó mentalmente, eso no era una desventaja, así él podría dormir con sus dos grandes amores de toda la vida. Se separaron y dejaron un espacio entre los dos, en donde Asaki se acomodó, recargada contra el pecho de Misaki, pronto Usagi rodeo a ambos con sus brazos —. Ahora si, a dormir, si no mañana no tendrás energía para ir con tu tío Haruhiko.
— Esta bien… buenas noches.
— Buenas noches, princesa —. Dijeron al unísono, se dieron un último beso, y se dedicaron a dormir.
Fin
Bien, esta historia llego a su fin.
Muchas, pero muchas gracias a las personas que me acompañaron a lo largo de esta historia, de principio a fin. También a aquellas que leyeron después y que la siguieron, pero que de una forma u otra han estado pendientes de las actualizaciones. Mil gracias por sus comentarios y por los "Favorite Story" y "Favorite Author".
Este fue mi primer fic de junjou romántica y el haberlo terminado me hace realmente feliz. Espero este último capítulo (De apenas cinco páginas y media) les haya gustado.
Pero sobre todo, muchas gracias a las personas que me convencieron de no dejar "Pesadilla" como One-shot. Gracias a esas personas este fic llego a ser lo que es.