Cap. 6 Mirando las musarañas II

El comienzo del nuevo día no ayudó a la chica Gryffindor. Sé quedó dormida después de estar hasta bien tarde de la noche cavilando sobre su profesor hasta que ya se cansó y trató de dormirse contando ovejitas, como le decía su abuela, pero a la décima se empezó a dar cuenta de que esas mismas ovejitas iban con una túnica negra y también un cabello negro.

¡Estúpido Snape! ¡Estúpidas ovejitas! ¡Estúpidas hormonas!

- ¡Qué mala cara traes, Hermione! – Le dijo Ron una vez llegó al comedor más tarde de lo normal para ella.

- No he dormido muy bien. ¿Qué tenemos ahora? – Seguía medio dormida, tanto que ni sabía qué clase le tocaba a primera hora.

- Pociones con SuperSnape – contestó Harry mientras se bebía su zumo.

- Joder. Qué mierda.

- ¿Tan mal estuvo el castigo de ayer?

- Dejemoslo…

Y los tres se dirigieron al aula de las mazmorras.

En ese momento, la chica había decidido algo: pasar por completo del profesor, en sus clases, en los pasillos, en los castigos… y comenzaría en ese instante, cuando el profesor hizo una pregunta acerca de la poción que tocaba ese día.

- ¿Nadie sabe de qué hablo? – Snape estaba acostumbrado a que nadie contestara, salvo en esa clase, en la que estaba ella y siempre daba la respuesta aún si pedírsela.

¿No va a contestar? Esto es nuevo… Si se le ve con ganas de levantar la mano, está deseando. Empezamos bien el día…

- Granger, 20 puntos menos por no contestar. – Jeje, mírala qué cara ha puesto…

- ¿Perdone? ¿Y si no sé la respuesta como el resto de la clase?

- ¿A quién pretende engañar? Lo único que saben sus compañeros es que usted lo sabe todo. – Le dijo con una sonrisa de lado.

Dios… esa sonrisa me vuelve loca… pero es un capullo!

Hermione sólo le fulminó con la mirada y el profesor continuó con la clase más animado de cómo la había comenzado.

¡Va a ser muy divertido el castigo de hoy!

Y los dos se encontraron que estaban deseando que llegara la hora del castigo. Uno, para divertirse a costa de la alumna, y la otra, para desquitarse con el profesor por haberle quitado puntos así como así.

Ya había acabado de cenar con todo lo que ello conlleva, escuchar a Dumbledore, aguantar a Dumbledore, ignorar a Dumbledore, por lo que se fue. Pero en vez de irse por la puerta de atrás como solía hacer, se fue entra las mesas de los alumnos, más concretamente, al lado de la mesa de los Gryffindor.

A ver dónde está mi alumna favorita… allí está, con el gafotas de Potter y el cara zanahoria. ¿Esta chica no se da cuenta de que esos dos son unos alcornoques que no le llegan a la suela de los zapatos?

Mmm… ¿celoso, Severus?

¿De Potter? ¡Já! Ni harto whisky

Pues no sería la primera vez, chico…

Ya estás dando donde duele… Además, es sabido que a ella le atrae el otro.

Sigue sonando a celos…

Snape optó por rodar los ojos y aproximarse a Hermione.

- Granger – Hermione no se esperaba que se acercara a ella. Le había visto caminar con su porte clásico y apartó la mirada cuando él se dio cuenta de que le estaba mirando, por lo que se asustó al escucharle tan cerca y se atragantó con el agua que bebía – Ni aunque se ahogue se va a librar de su castigo. Vamos.

Cuando se recuperó de la tos, corrió tras el profesor que no había esperado por ella. Llegaron al despacho y él abrió la puerta cediéndole el paso a la castaña, la cual se sentó enfrente del escritorio y esperó a que el hombre se sentara en su sitio.

- Y bien, dígame, profesor, ¿hoy también voy a perder el tiempo haciéndole compañía? ¿Ó va a quitarme puntos sin razón alguna?

- A ver, déjeme pensar… Sí, 10 puntos menos por insolencia. – Y le dedicó otra sonrisa de lado.

Tranquila, Hermione, tranquila. Los asesinatos no están permitidos, y menos a un profesor. Respira…venga, tu puedes.

Después de aguantar y no contestarle las barbaridades en las que estaba pensando por no perder más puntos de su casa, se atrevió volver a preguntar.

- Entonces, no debo hacer nada, ¿no, señor?

- ¡Qué ganas de hacer algo, Granger, y no deleitarse con mi presencia!

- ¡Oh, claro que me deleito con su presencia! – Vale, eso es cierto… - Pensaba que había sido clara con eso. Llevo todo el día deseando este momento - … y esto también. La sonrisa que le mandó estaba cargada de sarcasmo.

- Lo suponía. Pero seguiremos como ayer. Usted ahí sentada y sin hacer nada.

Engreído de mierda. De verdad, no entiendo cómo me atrae este tipo. Tiene que ser eso que he leído: el chico malo siempre atrae a la chica. Y yo que siempre había deseado un señor Darcy…

El señor Darcy tiene lo suyo al principio, querida.

Sí, pero dudo mucho que Snape se vuelva ni si quiera un señor.

Pasados unos minutos, Hermione le echó cara y sacó de su mochila que tenía en los pies, el libro que tenía que leer para el día siguiente.

- ¿Qué cree que está haciendo, Granger? – El profesor le había visto desde el momento en el que la chica se había empezado a mover, sólo que se había distraído en observar bien a la chica que llevaba su camisa del uniforme y la falda que dejaba poco a la imaginación.

La verdad, que la chica es guapa. He tenido a alumnas más guapas que ella, pero la sabelotodo tiene….algo. No sé el qué, si los labios rosados y bastantes deseables o el cuerpo que se adivina entre tanta ropa.

¡Estate atento, Severus!

- Oh, leer, profesor. ¿Sabe cómo va? Se unen las palabras..

- ¡Sé lo que es leer! – Snape se apoyó en el escritorio para enfrentarse a su alumna. – No juegue conmigo, Granger… - siseó mientras se levantaba para llegar a donde estaba ella.

- ¿Y por qué no, profesor? Total, si ya me ha descontado todos los puntos posibles y estos castigos tampoco son tan malos… - la chica no se iba a dejar intimidar tan fácilmente.

Veamos si quieres seguir jugando…

- Granger… váyase ahora mismo si no quiere ser expulsada por comportamiento inapropiado con un profesor – le dijo mientras la levantaba agarrándola del brazo y la llevaba hasta la puerta.

No sabía qué le estaba pasando con esa chica, de verdad que su control estaba pasándole una mala jugada. Y eso a él no le gustaba nada. Mejor cortar por lo sano y que se fuera de su despacho. Lo que no esperaba es que ella se le encarara dándose la vuelta, como había pasado en el pasillo.

- ¡Una verdadera pena, señor. Con lo bien que me lo estaba pasando con su estúpido juego y su presencia! Lo que le dije en su día lo mantengo, es usted un amargado y el murciélago grasiento de las mazmorras. – le dijo con la rabia que llevaba acumulando desde había días.

Ella sólo le fue a agradecer el detalle de haberse preocupado por ella cuando tuvo el accidente, por qué tenía que ser tan capullo y comportarse así. Pero por muy capullo que fuera, le atraía muchísimo, y el tenerlo tan cerca, no ayudaba mucho y estaba segura que sus ojos lo reflejaban y para empeorar su estado, se fijó en esos labios que deseaba probar.

Pero el profesor no se fijó en los ojos melados de la chica, ni en como ella se había puesto de puntillas para estar a la altura suya, sólo tenía la vista fija en sus labios, los labios que quería probar a toda costa. No sabía por qué, pero quería. Y no iba a quedarse con las ganas. Así que, cogiendo el rostro de la chica entre sus manos, la besó, la besó con una fuerza extrema pero a la vez cuidadosa.

Iba a separarse de ella cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo y lo hubiera hecho de no ser porque la castaña le estaba correspondiendo.

Continuará...