Capítulo 5: No te voy a dejar

En cualquier momento ahora. En cualquier descuido el bebé podía venir sin previo aviso. Edward estaba con los nervios a flor de piel. Bella no había dicho que lo perdonaba, ni tampoco dejaba que se acercase a ella. Seguía con esa ridícula idea de que iba a morir pasase lo que pasase. Edward se negaba a creer eso o a perder las esperanzas de que ambos vivieran, a pesar de que el médico se lo advirtió. Él había pasado todos los días y las noches en vela, esperando a que llegase el tan esperado bebé. A veces, cuando ella dormía tomaba su mano y se reconfortaba con su roce. Aun cuando ella no respondiese a sus sentimientos. No había dormido bien en ese incómodo sofá de una plaza que había puesto al lado de la cama de Bella. Estaba tan fatigado que sus párpados se cerraban solos.

-Edward, deberías ir a descansar. No te necesito aquí, -dijo de esa manera fría en que ahora se dirigía a él y que tanto le lastimaba.

-Pero yo sí necesito estar aquí, -dijo pasando las manos por su rostro para desperezarse. Ya no ocultaba lo que sentía, ya no era necesario. Estaba a merced de ella y ella lo sabía pero no lo creía.

-Pues entonces eres idiota. Si llego a necesitarte no estarás en condición. –intentó girarse pero su enorme vientre se lo impidió. Ella tampoco había estado exactamente en la gloria esos últimos días. El dolor de la espalda por la inmovilidad de esos ocho meses en cama le pasaba factura. El hecho de no poder hacer movimientos bruscos por el dolor. Todo le era insoportable, pero todo acabaría pronto. Nessie estaba feliz porque sus padres estaban juntos. Si tan solo supiera, pensaba Bella con amargura al verla tan contenta en brazos de su padre.

-Iré a llamar al médico, le daré una habitación para que se quede hasta que des a luz. No puedo soportar la incertidumbre ni podría mucho menos soportar la sorpresa.

Ella no dijo nada. Edward salió de la habitación y llamó al médico. El doctor aceptó gustoso su ofrecimiento, era viejo conocido de la familia Cullen. Él había atendido el parto de Edward.

Pasó una semana más sin que hubiera cambios realmente. A diario Bella dormía alrededor de 12 horas. El doctor lo justificaba diciendo que el bebé absorbía todo de ella. Edward se maldecía por eso, sabía que era su culpa que su esposa hubiera quedado embarazada tan poco tiempo después de perder a su segundo hijo. El doctor le había indicado que no lo hiciera, sin embargo él había forzado el hecho. Y ahora no solo él sufría las consecuencias, sino Bella también. Y quizá su hijo no nacido.

Edward estaba tan cansado que no pudo reprimir más el deseo de irse a recostar en su cama. Tomó la mano de Bella y la besó.

-Si necesitas cualquier cosa me dices, ¿de acuerdo? Solo grita, -Bella asintió, mirándolo directo a los ojos y aun sin comprender ese repentino cambio.

-Sigo sin entender por qué cambiaste, pero me agrada que lo hayas hecho. –dijo apartando la vista y sonrojándose.

-Ya verás Bella, te compensaré por todo el dolor que te he hecho sentir. Si para ello es necesario que me aleje y que… -suspiró profundamente y la miró a los ojos –Y que venga Jacob en mi lugar, estaré gustoso de que sea él quien te haga feliz y no yo.

-Edward no…

-No importa Bella, sé que lo amas y que él te ama. Si yo no me hubiera interpuesto estarían juntos y tú gozarías de buena salud. Pero por favor no dudes ni por un segundo que yo te amo y que haré lo que sea necesario para hacerte feliz, así tenga que alejarme de ti. No lo había dicho o quizá sí, pero lo siento muchísimo Bella, nunca podré perdonarme y no te juzgaría si tú tampoco lo hicieras, -suspiró de nuevo y se acercó lentamente a ella. –No tengo derecho, pero aun así me atreveré. Bella, ¿me dejarías besarte? –Bella lo miró asombrada y con miedo. No quería abrir su corazón de nuevo, él creía que no era amado y la verdad era completamente diferente. Aunque sobre todo eso tenía la curiosidad de probar sus carnosos labios. Sus ojos se llenaron de lágrimas y asintió.

Edward tenía el corazón acelerado, era la primera vez que besaba a alguien en los labios. Siempre se decía a sí mismo que los guardaba para alguien especial, y quedaba claro que Bella era más que especial, lo era todo. Sin dejar de mirarla a sus ojos se acerco poco a poco. Tomó su rostro con una mano y la otra la posó sobre su cuello. La acercó más a él hasta que quedaba a centímetros de ella. Susurró un débil 'te amo' y acortó la distancia.

La sensación fue algo que ninguno de los dos esperaba. Una mezcla entre pasión, amor y un poco de lujuria. Los brazos de Bella viajaron a su cuello y los de él la presionaron más contra él. Se movieron con un ritmo casi ensayado. Es como si hubieran nacido para estar de esa forma. Edward bajó sus manos por los hombros de Bella hasta llegar al perfil de sus pechos. Nunca había sentido tanto deseo por ninguna mujer.

Era cierto que había estado con varias, incluso dentro de su matrimonio. Pero nadie le atraía como Bella. Se separaron cuando el aire les fue apremiante, pero aun así Edward no la soltó. Tomó su rostro y la miró a los ojos.

-Es hora de que tomes en serio lo que te digo. Te amo y no me rendiré tan fácil.

-No es fácil, -dijo al borde de las lágrimas. –Me lastimaste, -susurró. Él asintió y cerró con fuerza los ojos. Pegó su frente a la de ella.

-No hay día en el que no me arrepienta de haberme cruzado en tu camino, pero mi egoísmo es más grande y también me congratulo al haberlo hecho. Lo siento y no me cansaré de decirlo, pero si puedes perdonarme no habrá día en el que no te recuerde cuanto lo siento y cuanto te amo.

-Quizá ocurra algún día, pero aun no. Es muy pronto y el creerte será como poner sal a las heridas.

-No te presiono, tú cura tus heridas, yo me mantendré al margen y a tu merced amada mía, -rozó una vez más sus labios y después se alejó dispuesto a descansar para volver después.

No pudo dormir bien, todo cuanto pensaba era en Bella, en su hijo no nacido, en su preciosa hija y en su hijo muerto. Todo lo que había tenido y había perdido por su egoísmo, su terquedad y sobre todo por su madre. Por el abandono que le había desgraciado la vida. Sus sueños eran imágenes borrosas que se repetían una y otra vez.

Se encontraba corriendo por una calle interminable, siguiendo la voz de Bella que lo llamaba entre jadeos. Después escuchó un grito que casi desgarra sus oídos. La vio parada, en e l centro de la calle con las manos en su vientre y derramando sangre. Lo miró con odio y resentimiento, después todo se volvió rojo.

Se despertó alterado y sudoroso. Después escuchó el grito, el mismo de sus sueños. Corrió por el pasillo hasta llegar a la habitación de Bella. Ella estaba con las manos en su vientre, recostada y tal como en su sueño tenía sangre.

-¡Edward! –gritaba una y otra vez. Edward se quedó congelado en su lugar. No reaccionó hasta que entró el doctor y Bella gritó con tal fuerza que le dolieron sus oídos.

Inútil tenía muchas definiciones, de todas Edward se sentía como… todas ellas. Se sentía inservible, basura, nada podía hacer para ayudar. Deseó haber estudiado medicina para saber qué pasaba, deseó poder ser Bella y sufrir él en su lugar. Deseó…simplemente deseó poder hacer algo.

El médico venía preparado. De inmediato se puso a revisar a Bella. La sangre no era normal, obviamente. Algo estaba mal y no estaba seguro qué era. Puso el estetoscopio en su vientre y comenzó a escuchar. Meneó la cabeza negativamente. Bella no dejaba de gritar del dolor y la sangre seguía fluyendo.

-Doctor dígame qué sucede, -dijo Edward con los ojos desorbitados y su cabello más despeinado de lo normal.

-Lo siento muchísimo Sr. Cullen. Su hijo no parece estar bien, su latir es muy ligero, apenas puedo escucharlo, sospecho que el cordón umbilical se atoró en su cuello. Si lo sacamos de ahí su esposa morirá desangrada, pero si no lo hacemos ahora su bebé morirá. Siento que tendrá que decidir, -el doctor lo miró y Edward sintió la presión sobre sus cansados hombros. No quería tener que pasar por esto.

-No puedo, -dijo con un hilo de voz.

-Tiene que poder Sr. Cullen, elija.

-Edward, por favor, -dijo Bella suplicante.

-No puedo Bella, no me importa si me odias toda tu vida, siempre y cuando sigas viva, -la miró a los ojos y ella comenzó a llorar con alaridos de verdadero dolor, más que antes. Edward hizo oídos sordos y se giró hacia el doctor. –Sálvela a ella.

Después de eso no pudo resistir más, salió de la habitación con lágrimas en los ojos y los gritos de Bella marcados en su memoria para siempre. Esperó a que el médico realizase sus tareas. Se sentó fuera de la habitación, en el suelo.

Después de lo que a Edward le parecieron siglos, el doctor salió con rostro cansado y dolido. Edward se puso de pie esperando escuchar noticias. El médico suspiró pesadamente y lo miró.

-Siento muchísima su pérdida. Pero su esposa está bien o al menos lo estará si logra permanecer en reposo dos semanas. No fue fácil y si quiere otro hijo tendrá que esperar al menos otro año.

-¿Dónde está el bebé? –preguntó con ojos lastimosos.

-Está dentro. La señora lo quiso tener en sus brazos por unos momentos. Le recomendaría que entrara y que la consolara, está completamente deshecha.

-Gracias por todo doctor, -el doctor asintió y se marchó.

Edward entró en silencio y las enfermeras que habían contratado estaban limpiando todo. Edward vio a Bella, en la cama, con su rostro pálido y lleno de lágrimas. Abrazaba a un pequeño bulto envuelto en una manta.

-Bella, -se acercó pero ella no se movió. Edward se atrevió a contemplar a su hijo, que efectivamente era niño, tenía el cabello de Bella y sus ojos de un color incierto, ya que permanecían cerrados. Edward no supo qué hacer, se quedó en silencio. Una enfermera se acercó y les dijo que era hora de llevarse el cadáver. Bella forcejeó y no lo podían apartar. Se lo quitaron a la fuerza y solo entonces comenzó a llorar histéricamente.

-¡No, mi hijo! –gritaba con dolor. -¡Mi niño, me bebé! ¡No está muerto! –Bella luchaba por apartarse de Edward y volver a tomar al bebé en brazos. Edward se subió a la cama y la tomó en brazos pegando su cabeza a su pecho. -¡Déjame! ¡Tú lo mataste! Te dije que lo salvaras a él.

-No podía Bella, no puedo perderte, -dijo presionándola más.

-¡Déjame, asesino, infiel, asqueroso intento patético de hombre! ¡Te odio! –gritaba golpeando su pecho.

-No me importa cuánto me odies, cuanto me insultes, seguiré a tu lado. No me voy a ir, no te dejaré. Nunca más, -Bella siguió luchando contra su fuerza. –Y deja de luchar porque no puedes contra mí. Escúchame y grábate mis palabras, seguiré aquí quieras o no. No me arrepiento de mi elección porque lo eres todo para mí. -lo dijo con tanta convicción que Bella dejó de luchar. Gritó y lloró por largo rato. Edward no aflojó su agarre ni un poco. Incluso lloró con ella. Se disculpó una y otra vez por haberle causado tanto daño. En un momento Bella dejó de llorar por el cansancio y se aferró a la ropa de Edward.

-No me dejes, -dijo con ojos cerrados y a segundos de caer dormida.

-Nunca.

Y así pasaron algunos días. Bella siguió deprimida y desolada, a pesar de tener a Edward ahí. Él no la dejó ni un segundo sola. La cuidó y alimentó como si fuera un bebé. Bella logró reponerse pero aun así pasó las dos semanas que necesitaba para curarse en cama. Edward dormía en el sofá.

Nessie estaba desconcertada por el dolor de su madre y la expresión desconsolada de su padre. Ambos estaban tan tristes que pasaban su humor a la niña. Edward mandó una carta al pueblo solicitando una niñera. A los pocos días se instaló una joven y comenzó a cuidar de Nessie y a enseñarle cosas básicas como leer y las letras del abecedario. De esa forma la niña no sufriría lo altibajos de sus padres.

Bella cumplió las dos semanas y el médico la revisó para ver que todo estaba en orden.

-Es un milagro que sus paredes uterinas y su sistema reproductor estén curados casi al cien por ciento. Podrá intentarlo de nuevo Sra. Cullen, ya verá que todo irá bien, -le sonrió compasivamente y Bella asintió. Probablemente Edward la obligaría quisiera o no.

A su mente vinieron los recuerdos. Como la había acunado en sus brazos y consolado, no como la vez anterior. Él de verdad estaba cambiado. Decidió darle una oportunidad.

En el mes de septiembre, para el cumpleaños de Bella, Edward le tenía preparada una sorpresa. Habían mejorado mucho en su relación. Edward estaba realmente cambiado y Bella lo apreciaba. Dormían separados aun y Edward no había vuelto a invadir la habitación de Bella exigiendo un heredero. Ni mucho menos la había presionado para hacer nada.

Ambos jugaban con su hija de ahora 4 años. Nessie era muy inteligente y había aprendido a leer y escribir aun para su corta edad. Su padre le enseñó a tocar el piano. Bella no tenía idea de que Edward supiera, por eso cuando tocó maravillosamente ella quedó sorprendida. Dos meses después compuso una canción solo para ella.

Fue ahí donde ambos recibieron su segundo beso. Tan apasionado y dulce como el primero. Pero en circunstancias mucho mejores. Edward había ido ganándose la confianza de Bella poco a poco y ahora, 6 meses después de la muerte de su tercer hijo, todo estaba mucho mejor. Bella cumpliría 21 años y Edward quería hacer algo especial. Fue por eso que pidió a la cocinera que hiciera la mejor cena, la favorita de Bella y que los dejase solos después de eso.

Cenaron en un formidable silencio, entre miradas y sonrisas. Y quizá una que otra caricia inocente en la mano o en el brazo.

-Tengo algo que mostrarte, pero por favor si no te gusta dímelo. Si te ofende puedes irte de ahí, estoy nervioso, no sé como lo tomarás…

-Edward, sólo muéstrame.

Edward suspiró y asintió. Tomó la mano de Bella y la llevó a su estudio. Frente a la puerta Bella lo miró. En los cuatro años de matrimonio Bella nunca había entrado ahí. Pero Edward no pareció dudar ni un segundo antes de abrir la puerta y llevarla con él. Antes de que bella pudiera echar un vistazo Edward tapó sus ojos con sus manos. La cercanía la hizo temblar ligeramente.

-Supongo que recordarás que cuando Nessie estaba más pequeña, mandaste hacer un retrato. Pero después de días de posar y de esperar, el día que te lo entregaban el pintor no llegó, -ella asintió. –Pues no llegó porque yo lo abordé camino acá y le dije que me diera la pintura. Le pagué y él se fue. Nunca te dije nada por miedo a que vieras mi debilidad por ti. El poder que tenías en ese instante y que ahora se ha intensificado al menos diez veces. Cuando me sentía solo y triste venía aquí y observaba el hermoso retrato de mis bienes más preciados, -poco a poco Edward removió sus manos y Bella pudo apreciar el bello retrato que había visto a medias. Ahora podía apreciar como el pintor había puesto rubor a sus mejillas y una sonrisa que parecía más real. Los ojos de ambas reflejaban lo mismo que Edward tanto amaba. Bella sonrió y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Es hermoso, -sus ojos vagaron libremente por la habitación. A los lados del enorme retrato había dos fotografías más. Eran dos niños, uno tenía cabello cobrizo y ojos color chocolate, mientras que el otro tenía ojos verdes y cabello marrón. Bella se acercó poco a poco y desconcertada. -¿Quiénes son? –dijo sospechando la respuesta.

-Son tus hijos, -dijo Edward en un susurro, esperando su reacción. –Contraté a un profesional que pudo sacar retrato de cómo pudieron llegar a ser los varones que perdimos. Por medio de las facciones y el poco cabello que tenían. Espero que no te sientas ofendida Bella, no tienes idea lo difícil que fue para mí ver a mi hijo muerto, aun cuando apenas tenía seis meses de vida. Y fue aun más duro ver al segundo. Antes de que ocurriera la muerte del primero tenía planeado ponerle Edward, -dijo acercándose a la primera pintura y acariciando el marco. –Después pensé en ponerle Christian al segundo. Pero para nuestra mala fortuna no vivieron. Y creo que Dios tuvo una razón para hacerlo. Hubieran nacido bajo lamentables situaciones. No hubiera sabido apreciarlos lo suficiente, -Bella estaba llorando al mirarlo a él, después a los retratos de sus bellos niños. –No tienes idea de lo difícil que fue enterrarlos a ambos. No quise que estuvieras presente porque sería muy duro. Pero yo tenía que hacerlo. Hay una lápida para cada uno en el cementerio donde está toda la familia Cullen.

-Gracias Edward, por todo, -lo abrazó suavemente por la cintura y Edward igual la envolvió en sus brazos.

-Gracias a ti por todo lo que has traído a mi mundo. Has hecho que vea las cosas con claridad gracias a tus buenos tratos y a Nessie también. Te agradezco que llevaras a mi chiquilla nueve meses dentro de ti y que a pesar de que no fue concebida bajo condiciones debidas, la amaste. Como sé que amaste a ambos niños.

Pasaron un rato más observando las pinturas. Después subieron cada uno a su habitación a dormir. No sin antes despedirse con uno de sus electrizantes besos. El tercero para ser exactos.

Su unión se fue fortaleciendo y su amor creciendo. Era evidente que un año después de todo, Edward estaba más que perdonado. Se abrazaban y besaban más de la cuenta. No podían vivir separados mucho tiempo. Edward hacía que sus viajes fueran más cortos y rápidos para volver rápidamente al lado de su hija y su adorada esposa.

Una noche Edward se demoró demasiado, Bella estaba preocupada pues era una noche con tormenta. No podía dormir, lo esperaba de pie en su habitación, mirando por la ventana de vez en cuando. Se quedaba en silencio para escuchar cuando él parara por el pasillo en dirección a su habitación. Pasó rato y Bella no pudo contener el sueño más tiempo. Un ligero beso en la frente hizo que saliera de su sueño. Pero tardó demasiado en despertar y cuando abrió los ojos ya no había nadie. Creyendo que lo había soñado volvió a recostarse.

Pero después escuchó ruidos en la habitación de al lado. Supo entonces que Edward había llegado y que no lo había soñado, él había besado su frente. Se puso de pie y sin importarle si se cubría o no fue a su habitación. Lo encontró de pie, con la camisa abierta y buscando, ella supuso, su pijama.

-Edward, -susurró. Él se giró y ella notó las ojeras bajo sus ojos.

-Hola tú, ¿Cómo estás? Lo siento si te desperté, necesitaba darte un beso de buenas noches.

Bella se acercó a él y lo abrazó por el cuello. Lo besó en los labios con fuerza y necesidad. Edward respondió algo sorprendido.

-Buenas noches, -susurró ella cuando se separaron. Edward tenía a Bella entre sus brazos y ella tenía sus brazos alrededor de su cuello. Sonrieron y después Edward bajó lentamente el rostro para besarla ahora dulce y tiernamente.

-Muy buenas noches.

Siguieron bromeando un poco más, pero de pronto lo besos se tornaron demandantes y llenos de pasión. No supieron como terminaron sobre la cama, él sobre ella, seguían besándose y Edward pasaba sus manos por el cuerpo de Bella.

-Bella, -dijo alejándose. Pero Bella lo sostuvo por el cuello.

-Quiero un heredero, -dijo sonriendo al imitar sus palabras.

-No sé si estés lista Bella, no quiero lastimarte.

-Yo te digo que no lo harás, -dijo tercamente. Pero después su cara se tornó de dolor. -¿A caso no me deseas?

-Claro que te deseo, te amo y siempre serás la mujer más hermosa, tentadora y sensual del mundo. Pero no quiero volver a lastimarte.

-Yo lo deseo, -dijo besando su cuello. Él gimió ligeramente y después la besó en los labios.

-Si te arrepientes en cualquier momento solo dilo, -dijo antes de besar de nuevo sus labios.

Pasaron la noche juntos, en brazos del otro. Mostrando lo mucho que se amaban y se deseaban. Por primera vez Bella disfrutó del acto. Y Edward igual.

Gracias a eso, nueve meses más tarde nació su cuarto hijo. Más saludable que ningún bebé. Fuerte y de gran peso. Lo llamaron Malcolm Anthony Cullen. Fue el niño más mimado de toda la mansión. Bella, Edward e incluso Nessie habían caído rendidos antes los poderosos ojos verdes y el cabello castaño al igual que su padre. Era la viva imagen.

La familia creció en amor e incluso en número. Tuvieron dos hijos más, gracias a la gran salud de Bella y a su corta edad. Un niño llamado Elías y una niña llamada Dalila. Los cuatro eran hermosos y perfectos.

Bella y Edward no volvieron a tener problemas de ningún tipo. No había duda del gran amor que entre ellos había.

Para aquellos que se pregunten por Jacob, él también obtuvo su final feliz al lado de una mujer de bajos recursos, de la cual quedó perdidamente enamorado en cuanto la vio. Dándose cuenta de que lo que sentía por Bella no era ni la décima parte de lo que sentía por su adorada Leah.

FIN

Muy bien, ahí lo tienen. ¿Qué les pareció? Espero muchos comentarios al respecto. :D

No podía matarla de nuevo, soy mala pero no es para tanto. No me gusta hacer sufrir a Edward, en serio. Pero no podían vivir ambos tampoco. Solo espero que no me odien.

Agradezco a todos los que apoyaron esta historia dejando comentarios y leyendo y poniendo en favoritos y…etc.

Muchísimas gracias. Conocí gente muy agradable por medio de los comentarios y me entusiasma saber que hay gente que espera leer la historia. Solo espero no decepcionarlos.

También gracias por los anónimos:

Sofia

Bella masen

lolita desde galicia (España) jaja GRACIAS!! :D

Dayana

P.D: Para aquéllos que leen y comentar 'Una chica de otro mundo' quiero que sepan que contestaré sus comentarios cada vez que actualice ¿ok? Bueno, solo para que sepan.

Gracias!! :D