Capítulo 41: Lo que paso después…

Hinamori, con uniforme y bolso en mano, mira el reloj de su muñeca, preguntándose qué hará tanto Toushirou para demorarse. Como sigan así…

—Momo.

La sirena se sonroja inconscientemente, incluso antes de verlo a los ojos. Aun no puede acostumbrarse el verlo con esa nueva apariencia. Esa forma tan adulta… atractiva. Por Poseidón, las cosas eran más fáciles con su amigo siendo más pequeño… fácil para su Sistema Nervioso.

—Llegas tarde Shirou-chan. — Dice el apodo de forma inconsciente. Al darse cuenta de ello, se pregunta si vale la pena seguir llamándolo así ahora que ya no luce como un Shirou-chan.

—No me llames así. — Le reprocha, con voz y postura calmada, ni siquiera un ceño fruncido. A lo mejor piensa que, ahora que tiene su verdadera altura y apariencia, ya no le ve necesario estresarse. ¡Es un Dios! Sólo le basta pensarlo para desaparecer todo lo que le molesta.

Sigue caminando y Momo le sigue por detrás, contemplando su nueva espalda ancha, y con músculos ya muy notorios, con un rubor en su cara por seguir asimilando este descubrimiento…

Y por lo que le dijo.

Quería conocer el mundo de los humanos sin tener a Aqua u Océano molestándome, por lo que me hechice para modificar mi memoria. Así, hasta yo creería que soy un humano corriente y nadie notaria la magia que llevo dormida… claro que las consecuencias fueron un cambio brusco en mi altura.

Tenías que ser un enano para engañarnos a todos y a ti mismo.

Hichigo. — Advierte su padre, algo nervioso que el Dios Dragón maldiga a los Kurosaki o algo así.

Claro, esa fue la explicación que les dio a todos. Una vez quedaron Hinamori y Hitsugaya a solas, él no titubea en comentarle la verdad.

Siempre te miraba… desde que eras pequeña en esa casa que tenías cerca de la playa. Y cuando tocaste el agua, lo supe… eras una sirena que aún dormía. Te seguí observando y yo… sólo quería estar al lado tuyo.

A Hinamori le daba vergüenza que él viera con claridad que estaba roja como un tomate.

Te salve en ese accidente y en ese momento lo decidí… que estaría contigo. Modifique tu mente para que yo esté en tus recuerdos y seamos amigos. Luego me hechice a mí y… no fue para no ser encontrado, fue para no sufrir mientras esperaba a que te convirtieras en una mujer… en una sirena. Para que pudiéramos estar juntos.

¿Estar…? — No puede seguir por culpa de los nervios abruptos y sus frenéticos latidos del corazón. Y su cara roja no ayuda tampoco. — ¿Querías estar conmigo?

Para su sorpresa, él se apodero de sus mejillas, acariciándoselas dulcemente con los pulgares, consiguiendo quitarle el aliento y que vuelva a perderse en su mirada azul de hielo. Apenas se le escapo una silaba cuando termina con la boca hambrienta del dios sobre la suya, embriagándola de su aroma varonil y mágico.

Momo. — Dice con urgencia en la voz apenas se separan por falta de aire, dándole escalofríos, y vuelve a besarla mientras sus manos se desesperan en los botones de su blusa…

Hinamori tiene que cortar el hilo de sus memorias o iba a terminar con un posible ataque cardiaco… o sangrado nasal, lo que pase primero.

Este Toushirou es más afectivo que el pequeño de sus recuerdos, que siempre se sonroja y se hace el indiferente. A lo mejor es porque este hombre que la ha mirado desde niña tiene milenios de años y experiencias, muy opuesto al pequeño que se supone tiene casi diecisiete años y poca experiencia de la vida y cómo tratar a los que les importa.

—Oye. — Se sobresalta de oírlo hablar. Se había detenido y la miraba con el ceño fruncido. — Me alegas por llegar tarde y ahora tú andas a paso de tortuga.

Y le ofrece la mano.

Se la queda mirando un segundo, al siguiente lo agarra, entrelazando los dedos, y caminan lado a lado, directos a la escuela.

No tardan en reunirse con los demás, que ya andaban cerca de la entrada, quienes tampoco podían asimilar aún la nueva apariencia (y altura) de su compañero. Lo único extraño sí es que los estudiantes no estaban perturbados, lo saludaban como cualquier otro día con "Hitsugaya-san" o "Hitsugaya-sempai". La magia, de seguro, tiene algo que ver en ello.

—Que tranquilo esta todo ahora que no hay Aqua o locos científicos revoloteando por ahí. — Murmura Rukia mientras mira el cielo. — Todo ha vuelto a la normalidad.

—Normalidad con colas, poderes y un dragón de compañero de clases. — Le recuerda Ichigo mientras señala al susodicho con el pulgar.

—Dios Dragón. — Le corrige el peliblanco.

—Alguien le ha subido el ego. — Comenta Abarai con el ceño fruncido.

Orihime suelta una risita baja y saca el celular de su bolsillo para mostrar algo que le envió Charlotte está mañana.

—¡Miren! Charlotte se va a casar con Teppei.

—¿De verdad? — July se emociona mientras Hina y Rukia leen la noticia apegadas a Orihime.

—¿De verdad mi princesa se va arruinar con ese idiota? — Se queja Hichigo desinteresado y provocando que July suspirase con resignación.

—No digas eso que ya era hora. — Le reprocha.

—A ti te molesta otra cosa. — Le mosquea Rukia mientras le da un golpecito con el codo.

La cara de July arde un poco mientras ve a su amiga con ojos asesinos.

— ¡No andes diciendo mentiras que se pueden malinterpretar!

—Hhmmm…

—Rukia, no la sigas provocando para tus fines malignos. — Reprocha Renji al tiempo que le da un golpe leve en la nuca.

—Oye Renji… — Ichigo, al tomar la palabra tan abruptamente, pareciera que quería defender el honor de su amiga. —, no te olvides del entrenamiento Aqua que tendremos hoy después de clase.

Al parecer no.

—Sí, sí… dios, entre mi padre y el tuyo, moriré antes de los treinta.

Luego del empujón, se escuchan explosiones en el crucero y luego se aparecieron los demás. Hinamori corre hacía Hitsugaya para ver que este bien mientras los de Aqua rodean a Szayel y lo que queda de Mayuri, intercambiando miradas entre éste y el de pelo albino.

Bueno, nadie lo va a echar de menos. — Kenpachi se encoge de hombros.

Otra explosión ocurre y todos se tambalean. Ichigo tiene que agarrar a Orihime al verla a punto de caer.

Parece que Urahara y los demás se divierten destruyendo la propiedad. — Comenta Szayel subiéndose los lentes.

No puede haber rastro de las investigaciones de Kurotsuchi o podrían saber sobre las sirenas. — Justifica Isshin.

Debemos salir de aquí o vamos a explotar también. — Les recuerda Zangetsu.

Genial. — Celebra Kenpachi.

¡No tiene nada de genial! — Reprochan los gemelos.

¿Alguna idea de cómo salir? — Shunsui se hace oír, no había tiempo de reunirse con el otro grupo. Además, confiaba en que ellos saldrían también ilesos… especialmente si Urahara está con ellos.

Sus paredes siguen siendo contra Aqua y estos dos jóvenes Océano no tienen el poder necesario para romperlas por culpa de Isshin-san al no entrenarlos. — Menciona Nanao con su veneno de siempre pero esta vez dirigida al papá Kurosaki.

Eso dolió Nanao.

Ahora debes entender cómo me siento. — Comenta Kyouraku al borde del llanto.

¡Hime, Rukia, ustedes dos pueden sacarnos de aquí! — Grita July mientras señala una fuente enorme de ponche con una estatua de hielo.

Comprendiendo su plan, Orihime alza su mano y en un segundo la estatua de hielo se vuelve líquida y con la otra consigue alzar el agua del ponche. Mezcla todo y lo acerca a ella, obligando a los que la rodeaban apartarse. Separa un poco sus manos y el agua se dispersa y toman la forma de varias estacas que las pone juntas en un círculo.

Entonces le tocó a Rukia actuar, con un movimiento de mano se volvieron todas las estacas de hielo y, satisfecha de su avance personal, se sopla las uñas muy orgullosa. Le pide a Orihime que dé un paso atrás y, con impulso, la joven Kuchiki lanza las estacas a la pared, clavándose la mitad como un hacha con la madera. Mueve su mano como si abriera el picaporte de una puerta y las estacas se mueven a su misma dirección, haciendo un chillido tan molesto que tuvieron que taparse los oídos con las manos… y por fin, creó una puerta improvisada y circular.

Un buen truco para robar un banco.

¿De verdad quieres robar un banco? — Reprocha Hinamori. — ¡Si ya tienes millones!

No hubo tiempo para una respuesta. La nueva puerta fue lanzada por la presión de las profundidades y se tuvieron que agachar y correr para no ser golpeados. El agua entonces entra con furia, quedando al nivel de la cintura en dos segundos y obligando a las adolescentes volver a ser sirenas y por culpa de la cola tuvieron que ser ayudadas a resurgir por sus compañeros de clases.

¡Hay que nadar hasta el Rukongai! — Ordena Nanao. — Hay que estar lo más lejos posible de ser encontrados.

¡¿Acaso olvidas que nosotros no podemos?! — Reprocha Ichigo.

¡Habla por mí que soy el único normal aquí! — Responde Renji sin creerse capaz de aquella distancia por razones obvias.

No se preocupen que irán de la mano de sus novias. — Comenta Shunsui bastante casual. — Eso sí, les ayudaremos a respirar un poco… ahora tomen mucho aire.

Las sirenas y Hitsugaya fueron los primeros en sumergirse e Ichigo vio la cola de Orihime cruzar el agujero. Los gemelos y Renji se sorprenden que Isshin camine tan normal a pesar que el agua le llegaba al pecho y toca a sus hijos en donde tienen su respectivo tatuaje y éstos empiezan a emitir un brillo.

Felicidades, ya son oficialmente Océano y pueden respirar bajo el agua. — Por un segundo se vio arrepentido de lo que ha hecho, entonces respira hondo. — Váyanse rápido, Renji y yo los seguiremos por detrás.

Sin muchas ganas los gemelos obedecieron ordenándoles a padre y amigo que no se rezaguen.

Con su mano derecha crea una burbuja azul mientras se acerca a Renji, quien tenía el agua a nivel de cuello. Y éste se pregunta cómo Isshin sigue visible si es centímetros más bajo… ¿Alguna especie de magia?

Muy bien chico, esta burbuja te cubrirá toda la cara y te ayudara a respirar como un tanque de oxígeno hasta que lleguemos a Rukongai.

La burbuja se estaba acercando al rostro cuando, misteriosamente, explota. Renji no tiene tiempo de preguntar qué ha pasado porque Isshin le ordena que aguante el aire y los dos terminan sumergidos.

Una luz dorada los obliga a mirar en dirección al agujero creado por Rukia y Orihime, descubriendo como una parte de aquellas aguas infinitas empiezan a moverse como serpientes hasta tomar la forma de una figura humana. Un hombre de agua bien fornido y sin rostro.

Pero destacable por su tridente.

Poseidón.

El agua en forma de dios apunta a Renji con su tridente y éste siente un dolor tan fuerte en el brazo que abre inconsciente la boca, dejando entrar agua a su garganta y se lleva las manos al cuello por falta de aire.

Se va a morir.

Abarai Renji, respira.

La voz entra a su cabeza, serena y sabía.

El pelirrojo le cuesta obedecer a causa del miedo por su inminente muerte, pero con el apoyo de Isshin y tosiendo, descubre que esta respirando bajo el agua.

Abarai Renji, por tu valor y anhelo de proteger sin dudar a una de mis hijas, te concedo los conocimientos y la magia del mar.

Un instinto le dice a Renji que muestre respeto y agradecimiento, así que pone los puños en la espalda y se inclina todo lo que puede. Sin importarle como su pelo rojo flota en el agua como las algas.

Ahora eres un miembro de Aqua.

—Aún no puedo creer que haya sido aceptado en el club de los frikis. — Comenta Hichigo con sarcasmo.

—Renji es el primer elegido por el mismísimo Poseidón luego de un milenio y medio sin elegir a un nuevo humano. — Comenta Hitsugaya, siendo consciente de la historia marina al ser también un dios. — Deberías sentirte honrado.

El pelirrojo responde inflando su pecho de orgullo, igual que un pavo real. Desde ese día, va a la casa de los gemelos a entrenar con ellos bajo la tutela de Isshin. ¿Quién iba a pensar que, aparte de una clínica, también tenía un cuarto secreto para entrenar?

—Chen-san. — July dirige su atención a los chicos que van con ella al club de básquet.

—Buenos días. — Corre hacía ellos ansiosa.

—Tenemos que hablar sobre el nuevo horario de entrenamiento ahora que clasificamos.

—Claro, que les parece dur-… — Se interrumpe al notarlos tensos y asustados.

Ya teniendo una idea, voltea y suspira de ver a Hichigo con una cara de odio a sus compañeros del club de básquet mientras tenía una mano sobre su hombro, agarrando su mochila.

—Háblenlo después que ahora vamos tarde a clases. — Y con la mano libre la agarra del brazo para llevársela, ignorando sus reproches.

—Como este idiota siga negando lo que siente y celándola porque sí, July lo va a pulverizar. — Se burla Rukia de brazos cruzados, ansiosa que ya ocurra el apocalipsis.

—Espero tener función de primera fila. — Comenta Tatsuki mientras se acercaba al grupo y alzando la mano para saludar.

—Buenos días Tatsuki-chan.

—Buenos días Orihime. — Le frota la cabeza igual que si fuese un perro. — Ya te ves mejor, ¿Eh?

—Yo aún no puedo creerme que seas una sirena también. — Comenta Ichigo mientras recuerda como la descubrió en Rukongai con una cola de sirena en el tanque.

—Especialmente con ese genio de ogro machote. — Sigue Hichigo.

Tatsuki, enojada e ignorando la suplica de Orihime, le da al albino una patada en la cara. Mientras éste caía, la chica da un giro a las manecillas del reloj para que su pie golpee ahora a Ichigo en la sien derecha.


Luego de un largo día de clases, las chicas pensaron en ir a la playa y nadar un poco. Los muchachos, sabiendo que les esperaría una noche cansada de entrenar con Isshin, decidieron acompañarlas para relajarse y preparar mentalmente a la tortura. Menos Toushirou. Él sólo va porque quiere, porque necesita contactarse con el agua y porque Momo va.

Así que los nueve (incluyendo a Tatsuki) se subieron al bus que los llevaría a la playa. Ya que la karateka no quiere intervenir en que los "novios" se sienten separados, pesca uno de los asientos individuales y saca el celular para contactarse con amigas sirenas y amigos de Aqua.

Ichigo se sentó en la ventana y Orihime, apenada, se sienta a su lado, dejando su bolso sobre las piernas. Entonces siente cómo le roza los dedos y, sonriendo de felicidad, acepta que se tomen las manos. Ni siquiera Rukia sacándoles una foto le puede arruinar ese pequeño momento.

Volvieron de Rukongai muy en la noche, así que Ichigo acompañó a Orihime de vuelta a su departamento. Pero, una vez que llegaron, él no se fue. No era necesario palabras, sabía que quería respuestas y no iba a esperar ni un segundo más. Por eso Orihime, por mucho que le acelere el corazón ante la idea de que estarán sólo en su departamento a las doce de la noche, le ofrece té y galletas.

Lo que no se esperaba oír de él es si podían hablar en el baño.

¿Eh? — Su cara, en un segundo, arde a rojo vivo.

Yo… quiero decir… me gustaría… verla… — Dice mientras mueve sus manos, nervioso, señalando sus piernas. — Quisiera… ya hacerme a la idea…

Ah. Quería hablar mientras ve la cola.

Claro… ¿Puedes llenar la tina mientras preparo el té?

Por Poseidón. Si un tercero viese esto, sería un mal intencionado, creería que se van a bañar juntos o algo así… se sonroja otra vez, segura que le debe salir humo de las orejas. ¡Hay que dejar de pensar así!

Apenas sirve el té y las galletas, los lleva en bandeja al baño y encuentra a Ichigo sentado en el suelo, en el lado opuesto en la cabecera. De seguro para hablar lo mejor posible a los ojos con una cola de sirena entre medio. Incluso se coloco uno de los cojines para sentarse. Le entrega la bandeja por motivos obvios, se quita las pantuflas y se mete en la tina con la ropa puesta.

Al segundo siguiente, ya tiene su cola plateada colgando en el otro extremo de la tina y escamas protegiendo la desnudes de sus senos.

Debe confesar que se siente expuesta así, como si estuviera totalmente desnuda ante Ichigo.

No dice nada para darle tiempo al pelinaranja de tal vista a pesar que se moría de vergüenza al punto de querer taparse la cara. Esos ojos marrones la examinaban de una forma que la hace temblar a pesar que el agua no está para nada fría. Traga saliva al verlo levantar una mano y al sentir el tacto en la aleta se siente desfallecer. No le sorprendería morir de un infarto mientras Ichigo recorre toda la longitud de su cola con aquella mano masculina.

Sorprendente… — Al fin dice algo, aún analizando aquellas escamas plateadas con el mismo cuidado que se le da a la seda. Entonces se da cuenta que tiene los dedos cerca del ombligo y que Orihime está roja y mirando en cualquier parte por la vergonzosa intimidad. — L-lo-… ¡Lo siento Orihime!

E-está bien, sé… sé que no lo hiciste con mala intención.

Otra vez hubo silencio, uno incómodo por lo que paso. Los dos se evitaban hasta que Orihime por fin pudo abrir los labios y soltarlo todo. Le contó cómo se transformó en la isla Rukongai y no se enteró hasta el día siguiente en su tina; el por qué pasaron cosas raras (incluyendo también el verdadero motivo del incidente con Keigo y la colonia que atrae sirenas); que Charlotte no es su prima, que también es una sirena, la princesa desaparecida que salió en las noticias y que se había ido por amor y ella le dio cobijo en su casa…habló y habló sin interrupciones, hasta que ya no hubo nada más que decir.

Ahora sólo le quedaba esperar que Ichigo lo asimilase todo y que diera su veredicto.

Entiendo… — A Orihime le falta el aire un segundo al escucharlo por fin hablar. — entiendo que no hayas querido salir conmigo, pensabas que no era justo si no podías ser honesta conmigo… pero después de todo lo que pasó… de lo que averiguaste de mí… ¿No creíste que era hora de decírmelo todo y no enterarme por culpa de un demente?

Lo siento… sé que no sirve de nada decir que lo contaría cuando volviera de Halzerink, pero… pero de verdad quería hacerlo.

Comprendo que no fue fácil mentirnos a todos… a mí… vaya, yo creía que eras pésima mintiendo con lo honesta y expresiva que eres.

Dices eso y aún así no te has dado cuenta que estaba enamorada de ti. — Sonríe al verlo ruborizarse.

Aprovecha la cercanía para tomarle la mano y llamar su atención. Contempla un momento la unión de su mano pequeña y mojada con esa mano grande y seca.

Te prometo… no más secretos, como amigos o… — Se interrumpe. Los dos saben que iba a decir "algo más". — Yo… no sé si algún día me darías esa oportunidad otra vez pero… no importa si sólo… me conformó con sólo seamos amigos y… que no me odies.

No sabe cuántas posibles respuestas se podría esperar, tanto positivas como negativas, eso sí, nunca se espero que Ichigo la agarrase por detrás del cuello para tirarla hacía él y robarle un beso intenso.

—Gracias por darme otra oportunidad. — Dice mientras apoya su cabeza en el hombro de su novio.

—Sería un estúpido si perdiera la oportunidad de tener a una sirena de novia. — Responde avergonzado, mirando la ventana mientras se esforzaba por verse natural.

Renji, por otra parte, le quita el celular a Rukia por andar tomando la centésima fotografía de Ichigo con Orihime y de Momo con Hitsugaya.

—El que nos vayamos a Tanabata no significa que no los veamos de nuevo.

—Pero ya no podre molestarlos a cada rato… tengo que aprovechar todo lo que pueda.

Renji suspira resignado, pero que rápido se recupera.

—¡Ah! Hablando de Tanabata, ¿Ya tienes el equipaje listo?

—Todavía no hago nada.

—¡¿Qué?! Pero si van a llevar nuestras co-… — Se calla al recibir un beso en la frente.

—Sólo bromeo. — Disfrutando de su cara roja y que ya no hablaba.

Ya que no es propio estar en el cuarto de Rukia a las doce de la noche (especialmente con Byakuya alrededor. Lo último que necesita es su mirada de hermano asesino), Renji tuvo que esperar hasta la hora del desayuno para hablar. Le dijo a la criada personal de Rukia que él mismo se lo iba a dejar y que descansara en la mañana… y cuanta fuerza de voluntad tuvo que sacar para no sonrojarse por la mirada picara de ésta y su comentario de "prometo no decirle a Byakuya-sama".

Ella comía en su cama y él en el escritorio que la chica ocupa para trabajar o desperdiciar tiempo en Youtube. No paso nada en los veinte minutos que llevan ahí encerrados y eso le molesta, porque Rukia no se calla para pensar cómo o dónde empezar, lo hace porque se sigue negando en decir algo.

¿Podrías dejar esa actitud de niña caprichosa que espera salirse con la suya?

¡No hago eso!

Rukia, estas callada porque esperas que me aburra y acepte todo sin dar explicaciones. — Se molesta más al verla fruncir los labios y esquivar la mirada. Señal que tiene razón. — Habla ahora o cruzare esa puerta y no me veras más.

Por un momento los ojos de Rukia reflejan todo lo que sintió con esas palabras: desesperación y terror. Casi se le escapa un grito de suplica.

Yo… lo… lo siento… — Agacha la mirada, no le gusta que él la vea así de indefensa. — Sólo… aunque no lo creas, me importa lo que pienses.

¿Por eso me has mentido en la cara y ocultado cosas?

Sé que es estúpido pero sí. — Respira hondo, sus dedos se retuercen de ansias. — No te dije nada porque tenía miedo de lo que pensarás de mí como un… un pez fenómeno.

Pues ha sido un pensamiento estúpido. — Se levanta y Rukia tiene miedo al pensar que iba a cruzar la puerta y cumplir con su amenaza… pero no, él camina hacía la cama para sentarse frente a ella. — Que seas un pez ahora… o mitad pez, no cambia lo que pienso sobre ti… l-lo que vales para mí. — Eso último lo agrega ruborizado.

Y no es el único. La piel blanca de Rukia adquiere un adorable tinte rojo como si estuviese hablando de sus queridos Chappy. Los dos miran cualquier parte pero no al otro por la vergüenza… hasta que, por fin, Renji se arma de valor para tomar su pequeña y blanca mano, llamando la atención de su amiga.

Fuiste mi salvadora en el pasado y lo sigues siendo hoy en día… que ahora seas un fenómeno paranormal… uno bonito agrego antes que te enojes, no va a cambiar mi perspectiva… siempre voy a querer que estés al lado mío.

Renji…

Pero… por favor, no vuelvas a hacerme esto.

Sin darse cuenta, mientras tomaba la mano de Renji, su cara estaba cubierta de lágrimas.

—No seas así de cruel.

—Ohh… ¿Acaso tú no lo eres?

—Dos crueles en la relación no es sano.

—Sólo lo dices para que tú salgas a favor.

July se sentó en el asiento individual detrás de Tatsuki y se pone los audífonos con el ceño fruncido, ignorando a propósito la existencia de Hichigo o que se haya sentado detrás de ella. Y así habría seguido todo el viaje si el desgraciado no le habría desconectado los audífonos y, antes que tenga noción de lo que pasaba, él le quita el celular ya que ahí escuchaba la música.

—¡Dame eso o te hago hervir la cabeza! — Amenaza mientras se pone de rodillas en el asiento para alcanzar la mano alzada que sostiene su celular.

—No hasta que dejes de tratarme como se te dé la gana.

—¿Disculpa? Pero tengo todo el derecho de estar enojada contigo… ahora dame eso o haré que vuelva tu tío Kenpachi.

—¿Y ahora yo que hice?

—¿De verdad te harás el idiota? Podríamos empezar con lo capullo que fuiste en la escuela.

—Bueno, ya que parece que tú y las demás están decididas a meterse en problemas y obligarme a ser niñero, no me queda otra que evitarlos de mucho antes para que así me pueda dedicar a mi vida.

—Oohhh… ¿Por qué no dejas de ser un capullo y das la cara de una vez?

Hichigo hace una mueca de respuesta, sabiendo exactamente de qué estaba hablando.

July y Harribel volvían a su hogar, acompañadas de Hichigo, quien había alegado que era mejor estar precavidos. Obviamente la rubia se dio cuenta que sólo era una tapadera para estar cerca de su protegida un rato más luego de todo lo sucedido… pero no dijo nada y le dio las gracias.

Estaba llegando a la casa y la puerta se abrió de golpe. Era sólo Lilynette y las dos sirenas suspiran aliviadas de verla intacta. Se acercó corriendo mientras lloraba y gritaba palabras que no entendían al comienzo. Lo único que le entendieron fueron "alivio" "están bien" y "es Stark".

Espera Lilynette, para el carro. — Le pide July contenta pero al mismo tiempo confundida.

¿Qué paso con Stark? ¿Te han dicho algo en el hospital? — Pregunta Harribel tratando de mantener la calma cuando en realidad está aterrada que haya pasado lo peor.

¡Qué Stark despertó del coma!

Tal noticia despierta el caos en sus oyentes femeninas. July empieza a saltar y a gritar de emoción mientras que Harribel pierde toda la compostura característica de ella y corre a la casa en busca del teléfono ya que el celular lo ha perdido desde que fue atacada y gritaba que tenían que comprar urgentemente pasajes de avión.

Ya más calmada, se dio cuenta que su tutora no fue la única en irse, al parecer la pequeña la había seguido y ahora se quedo a solas con Hichigo. Trata que aquella revelación no la altere, no es la primera vez que quedan solos por el amor de Poseidón… no es hora de comportarse como una chiquilla.

Da gracias sí que la noche oculte su pequeño rubor.

Imagino que has recibido buenas noticias. — Bromea el albino por la infantil actitud de minutos antes.

Ehh… sí… Stark es el prometido de Harribel y bueno, tuvo un accidente que lo dejo en coma. — Sonríe por la emoción de verlo de nuevo y por la nostalgia.

Me alegra por ti, pero te recomiendo que no muestres tal euforia.

¿Te alegra? — Sorprendida de oírlo decir algo bonito.

Ya te lo dije, pasó mucho tiempo con ustedes y me está haciendo daño mental.

Se le escapa una risa a la sirena, algo que le venía fantástico luego de haber pasado horas (quizás más de un día, aun no ha tenido tiempo de ver la fecha y hora luego de haber salido de Halzerink) secuestrada. Apoya su mano en el hombro del adolescente y suelta un largo suspiro de alivio.

De verdad Hichigo… muchas gracias. — Le regala una sonrisa amplia. — ¿Quién iba a pensar que tu habilidad de malvado iba a salvarnos el pellejo?

No debió de hacer eso… no debió sonreírle de esa manera en aquel momento en que su mente no funciona como corresponde luego de tanto… "ajetreo". O esa es la excusa que se dio para tomarla por la parte de atrás del cuello y la atrae bruscamente a su cuerpo para robarle un beso.

Los primeros segundos fueron totalmente en blanco, incapaz de reaccionar por tal acto impulsivo que la tomó con la guarda baja. Apenas recupera la consciencia y se da cuenta de lo que está pasando, tiene que sacar toda su fuerza y, con las dos manos, lo empuja.

¡¿Qué diablos significa eso?! — Al no obtener respuesta, se enfurece aún más. — ¡No me trates como a esas idiotas que aceptan que las humilles! — Le grito mientras se agachaba para agarrar un puñado de arena para lanzárselo en la cara.

—Te seguiré tratando como el capullo que eres hasta que tengas los pantalones de enfrentarte a mí con la verdad.


En un bote en pleno océano, un hombre rubio estaba concentrado en sus apuntes. No parecía estar preocupado de estar perdido, sólo en un infinito terreno azul sin alimento o agua. Sólo le preocupaba que todo en su libreta estuviese correcto.

Ni siquiera le importaba una extraña criatura que se acercaba a velocidad rápida y emanando peligro como un tiburón apunto de almorzar.

Entonces bruscamente la criatura sale a la superficie a punto de atacarlo pero no se esperaba que el hombre de cabellera de oro la detuviese con un pequeño escudo mágico que golpea su cara y la devuelve al océano.

— Muy cruel de tu parte Yoruichi-san

Surge entonces otra vez la sirena de piel de chocolate, cabello violeta y con ojos dorados, con las claras intenciones de cometer homicidio. Pero el rubio sólo la miraba con su sonrisa de siempre.

—Kisuke…

—Nada de amenazas que tú empezaste.

Aún así, Yoruichi usa sus poderes para crear una gran ola que provoca que el bote se dé vuelta, con todo el contenido en las profundidades, incluido el científico. La sirena sonríe triunfal de su venganza hasta que un jalón la obliga a volver al interior del agua, encontrándose con la mirada y sonrisa risueña de Kisuke antes de que éste la asalte con un beso.

El beso duró hasta que sus cabezas sumergen a la superficie. Sonrojada y apenada, aparta a Urahara de un empujón y, viéndolo con mirada incógnita, quería saber qué es lo que planeaba ahora.

—Cásate conmigo, Yoruichi-san.

Eso tampoco lo esperaba. Primero la besa y ahora una proposición… ¿Le ha entrado demasiada sal marina en el cerebro?

—Esa broma es de mal gusto.

—No es una broma. —Sus manos, aún en el mar, encontraron las de Yoruichi y se las aprieta con gentileza. —Los demás tienen razón, ya es hora que deje de actuar como un cobarde y deje de hacerte esperar.

No, no había ni burla ni mentiras en sus ojos. Lo que decía era verdad y eso la pone nerviosa, y en esta situación es una de las escasas ocasiones en que su mente confusa no sabe qué hacer o decir. Es cierto que ha sido paciente en esperar su respuesta o que actúa al fin como lo está haciendo en este momento, pero del dicho al hecho es una diferencia enorme, no se esperaba actuar como una adolescente de instituto al ser correspondida por fin.

—No hay marcha atrás.

—Nunca he estado arrepentido cuando se trata de ti, Yoruichi-san… sólo de ser un cobarde.

—No eres un cobarde, sólo un idiota. —Y está vez es su turno de empezar el beso.

—¿Eso es un sí? — No podía contener su sonrisa de felicidad.

—Y más te vale no arrepentirte.


Gin se presenta en el hostal de Rangiku con las manos en los bolsillos y con una expresión que claramente se interpretaba con su necesidad de hablar con ella. Rangiku, al verlo así durante quince minutos sin decir nada, termina suspirando cansada y con un gesto lo invita a seguirla.

Terminan en su oficina privada para evitar miradas del personal, Gin se sienta en una silla mientras la sirena saca de un cajón una botella de sake y unas mini copitas para tomar el licor. Le sirve, luego a sí misma y espera en silencio a que el cara de zorro de pelo gris hable y le expliqué por fin dónde ha estado.

—Ha sido un año completo. —Reprocha tras su primer trago.

—¿De verdad? ¿Fue tanto? ¿Los contaste?

—No te pases o te vas ahora mismo. — Señalando la puerta.

Al menos tuvo la decencia de mostrarse arrepentido.

—Lo entenderás mejor si te lo muestro.

Rangiku frunce el ceño mientras el hombre empieza a desabotonarse la camisa. Honestamente uno pensaría que tiene malas intenciones pero ella lo conoce demasiado bien para creer eso. Apenas se quita la camisa, Gin da media vuelta y la sirena abre los ojos, desorbitados por lo que le está mostrando. Toda la espalda de Gin fue marcada con algo filoso, tomando la forma de una sirena en perfil y con una calavera en vez de rostro.

Asesino de Sirenas.

—G-Gin… t-tú… — Inconscientemente se aterra de estar en el mismo lugar que él, encerrados. Su cabeza es una batalla campal de pensamientos, una parte de ella le grita que corra y otra parte le recuerda que jamás la lastimaría. — ¿Cómo pudiste?

A pesar del tono acusatorio, llega a preguntarse también que tan doloroso habrá sido eso.

—La sirena que murió, la que culparon a Nnoitra de su homicidio… en realidad fui yo quien la mato. Él se echo la culpa para que lo exiliaran y ya no lastime a nadie más.

— ¿Por qué Gin?

—Ese día era noche de luna nueva… recuerdo que habías dicho que querías mucho un buen sake bañado en esa noche… y también un anillo. — Rangiku lleva su mano al anillo que descansa entre sus senos, el último regalo que tuvo de él antes de desaparecer. — Ella se apareció de la nada… estaba diferente… infectada. Sin motivo aparente me ataco, peleamos durante horas y, cuando me di cuenta, le había roto el cuello. — Se contempla las manos como si hubiera sido algo reciente y no hace un año. — Apareció Nnoitra y me dijo que huyera, que él cargaría con la culpa… me negué por supuesto, no iba a echarle un crimen que no cometió. Entonces él, aprovechándose de lo débil que estaba, me lanzó a las profundidades del Océano. Mientras caía, observe cómo se puso sobre la sirena de rodillas, gritaba obscenidades al mismo tiempo que la agarraba del cuello y la zarandeaba. Perdí la consciencia y no la recupere hasta que las aguas me castigaron. — Refiriéndose al tatuaje, con la magia, el agua le había cortado la espalda como cuchillos y dejarle aquel tatuaje hecho de su propia sangre y cicatrices como recuerdo eterno de su crimen.

—Y cuando pudiste volver, Nnoitra ya fue echado… — Rangiku observa el anillo. — Entonces me diste este presente y te fuiste.

—No merezco nada, Rangiku… yo cometí ese crimen, no podía estar tranquilo conmigo mismo… contigo, sabiendo lo que hice. ¿Tú con un asesino de sirenas? Me fui, desaparecí sin decir adiós. — Rangiku recuerda esa noche, luego de darle el anillo y de algunos besos, él le dijo que estaba cansado, por lo que estuvieron toda la noche durmiendo, abrazados… y cuando ella despertó, él se fue dejando atrás un papel pequeño con una palabra escrita: perdón. — Estuve dos meses como un ermitaño, sin contacto con la civilización y, por supuesto, manteniéndolos a todos ustedes incapaces de encontrarme… bueno, excepto Urahara, ese bastardo se apareció de la nada al final del segundo mes.

A los dos se les escapa un bufido, ese idiota de Urahara Kisuke es un demonio con ojos en todas partes.

Gin, ese día, estaba en su cueva secreta que había creado con sus poderes. Su cabello ya estaba por arriba de los hombros, una barba hasta el pecho y con sus ropas ya muy viejas por no quitárselas desde que se fue para no volver. Ya no usaba zapatos porque éstos se hicieron pedazos. Dormía dando la espalda a la maleza que lo mantiene oculto del exterior, y de perfil para que lo último que viese al dormir y lo primero al despertar fuese una ya arrugada fotografía de Rangiku. Se despertó por el movimiento de la maleza, al principio creyó que era sólo un animal pero al notar que la sombra que hace a la pared de la cueva es una persona con sombrero, se da la vuelta listo para atacar.

Vaya, pero que lamentable aspecto para unas vacaciones, Ichimaru.

¿Urahara Kisuke?

¿Quieres mi ayuda?

—Urahara me explico que había investigado el cadáver de la sirena, al parecer había sufrido alteraciones químicas inconscientemente. Fue víctima de un experimento… de ahí su actitud asesina. Me estuvo buscando para informarme de ello, para liberarme de la culpa… pero eso no iba a cambiar cómo me sentía, no iba a cambiar el hecho que soy un asesino de sirenas. — Busca su camisa y se la pone. Aún no lo abrocha. — Entonces me di cuenta que sí había algo que podía hacer.

—Descubrir qué le paso.

—Exacto… a eso me dedique estos diez meses restantes, a encontrar respuestas.

—¿Y lo hiciste?

—Sí… — Se le ve tan aliviado al decir esa sencilla palabra. — Cuando fuiste secuestrada y Urahara trataba de localizarme, yo estaba con la familia de esa sirena y con el Consejo que condenó a Nnoitra al exilio. — Por fin se digna en abrocharse. — En palabras resumidas, la familia da las gracias pero igual me repudian, el Consejo no liberara a Nnoitra del exilio por lo que le hizo a Nelliel… — Dos botones. — y porque lo odian, hay que decirlo, y me condenaron también al exilio. — Tres botones. — Nunca más me podré acercar a nuestros pueblos. Luego ellos fueron a buscar al responsable… que apareció extrañamente muerto. — Cuatro botones… y una sonrisa traviesa al decir aquello último que Rangiku está segura que es el culpable de aquello. — Y todos tienen su final feliz.

Las manos de Rangiku se posan sobre las de él apenas iba a abrochar el quinto botón. Sus ojos se encontraron y estuvieron así, sin decir nada, sólo viéndose como si con eso fuese lenguaje suficiente. Entonces ella por fin se digna a sonreírle…

Y luego le planta una bofetada.

—¡Ay! Eso dolió, Rangiku.

—¡Pues muy merecido te lo tenías! — Su sonrisa de hace dos segundos se había transformado a furia pura que el hombre se aparta asustado. — ¡Eres un estúpido, idiota!

A pesar de la rabia, sus ojos igualmente desprenden lágrimas que libera todo lo que ha sentido este año por su ausencia y por estos últimos minutos de plática y revelaciones.

—¡Debiste decirme, se supone que estamos juntos en esto! ¡Pase lo que pase! — Esta vez le da un puñetazo en el pecho.

—Si lo hacía, ibas a llorar…y ellos te iban a ver con lastima al estar relacionada conmigo. Tenía que desaparecer de tu vista.

—¡ESTÚPIDO! — Su grito, que de seguro se ha escuchado en todo el hostal, viene acompañado de otra bofetada. — ¡Por supuesto que habría llorado… y luego habría ido contigo por respuestas y ayudarte! ¡Habríamos buscado la solución, juntos y no tú solo como te gusta hacer! — Lo agarra de su camisa con las dos manos y lo jala a su altura al ser bastante alto. — ¡Nunca más, ¿Oíste?!

—Pero…

—¡He dicho que nunca más! — Apoya su frente a la de él, aún llorando. — No importa lo que pase, lo vamos a resolver juntos… no voy a apartarme de tu lado.

Y lo besa, moviendo luego sus brazos para abrazarlo en el cuello.


Nelliel miraba la función de los delfines más por su trabajo que por placer. Tenía que inspeccionar el desempeño de sus trabajadores para saber si les seguía postergando el contrato.

Pero no se podía concentrar.

Se podría justificar con su reciente secuestro, pero sería mentirse a sí misma. Sabe que es por su reciente plática con Nnoitra y que haya desaparecido del mapa. Otra vez.

Que… ¿Qué es lo que te paso? — Horrorizada no despegaba sus ojos del hombre.

Había conseguido por fin quitarle el parche y, a pesar que se imagino todas las atrocidades del mundo, no se espero encontrar cicatrices profundas rodeando un agujero en donde debería estar su ojo.

Eso te pasa por meterte donde no te llaman. — Justificando su inocencia de ocasionarle tal horror a la peliverde.

No me cambies el tema, ¿Qué te hicieron? ¿Fue en la prisión?

Nnoitra suspira y se levanta de la cama que le prestó ella para pasar la noche. Da vueltas en círculos como un animal tenso, listo para el ataque. Nelliel espera tranquila, con paciencia, a que se decida en hablar, consciente ya de sus rabietas. De seguro se debate si decirle o no, señal que debe ser algo que no le va a gustar.

Me las hice yo mismo. — Dice por fin y Nelliel no le cree al comienzo, incluso piensa que escucho mal. — Hablo en serio.

P-pero… ¿Por qué? No lo entiendo.

Es lo justo… luego de lo que hice. — Mirando la cicatriz del rostro de Nelliel. — Ese día me asignaron en lavandería. Aparte de lavar la ropa, también debemos coserla o bordarla, por lo que teníamos acceso a las tijeras en ese cuarto… con supervisión oficial obviamente. — Nelliel abre los ojos de asombro, ya comprendiendo lo que sucedió. — Cada vez que las veía, sólo podía pensar en tu cara ese día… una y otra vez… destrozada, traicionada… toda esa sangre… y no lo soporte más. Agarre esas tijeras y me las clave en el ojo. Una y otra y otra vez… fueron varios cortes y apuñaladas antes de que la policía me las quitara.

Él tenía razón, a ella no le gusto para nada saber la verdad. Nelliel lo deja claro al darle una fuerte bofetada. Nnoitra se deja recibirla. Ella le gritó obscenidades y a llorar mientras lo sacudía… y él la dejo, consciente que lo necesitaba… y que se lo merecía.

Puede que sea raro todo esto pero Nelliel finalmente comprendió lo que carga Nnoitra, sus intenciones. Él nació con una maldición bajo la estrella de la Discordia, por lo que no importaba cuanta luz o amor recibiera, siempre estará sucumbido a las tinieblas, al odio, la rabia, envidia y otros tantos sentimientos negativos que también terminara arrastrando a los que se acerquen. Por eso los de Aqua lo apartaban y tenían el deseo morboso que muriera pronto. Se mantenían apartados de él y eso en realidad nunca le importó porque les era indiferente. Ni siquiera sus padres valían algo para él, ¿Cómo interesarle personas que lo arrojaron al océano para que se ahogara sólo unas horas después de su nacimiento? Dijeron que fue para salvar a todos de la Discordia, pero para Rainna fue un acto cruel e imperdonable, por eso ordeno sus muertes y dejo al bebé bajo el cuidado del padre de Urahara Kisuke. Nelliel es de las poquísimas personas que se acercó a él a pesar de todo, obteniendo a cambio advertencias de los demás. Y de él obtuvo algo para nada común en lo referente en amistad y amor. Nunca fueron una pareja como las otras, no mostraban afecto en público, incluso él se comportaba como si no le interesase ella, y discutían gran parte del tiempo. Nnoitra sabía que no podía seguir así, que terminaría destruyéndola y eso es lo último que deseaba, por lo que trato varias veces de irse, pero Nelliel es tan tozuda.

Y al final paso lo que temió.

Esa enorme cicatriz en el rostro de Nelliel es recuerdo y prueba constante de su debilidad, de haber perdido ante la Discordia.

Es justo que se hiciera lo mismo en su propia cara. Su castigo por su incompetencia.

Se toca la cicatriz, pensando que ese día actuó como un patán para hacerle creer que fue intencional y no un acto involuntario por su maldición sólo para que ella lo saque de su vida y así se mantenga a salvo de él.

—Idiota estúpido.

—Gracias.

Nelliel se sobresalta y contempla, a su derecha, al culpable de sus pensamientos con cara de malote y vistiendo jeans y camisa a cuadros y con agujeros. Sorprendida lo mira sentarse a su lado y cruzarse de brazos.

—Pensé que te habías ido.

Otra vez.

—Sólo fui por tragos… y cigarros. — Se encoge de hombros, como si no importase.

—Nnoitra…

—Te lo dije una vez y te lo repito: no te puedo dar lo que necesitas. No te puedo dar una relación estable.

La peliverde recuerda las dos veces que le dijo la misma frase. La primera vez fue cuando eran unos niños. Al principio se refería en amistad, él se comportaba pésimo como amigo por no poder controlar lo que sea que hay dentro de él. La segunda ocasión fue en el instante que ella le confesó lo mucho que lo amaba. Lo curioso es que se lo dijo casi en un ruego, bien oculto en su actitud de chulo malote, pero ahí estaba ese tono de suplica, que le pedía en secreto no me ames, te haré daño.

Y, en esas dos ocasiones, le sonrió y dijo las palabras mágicas que le haría ganar.

Hoy también.

—Yo decido a quien debo o no amar.

De respuesta obtiene un gruñido que la hace reír.


En una cabaña en medio del Caribe, Szayel leía relajado, con el libro reposado en el respaldo derecho del sofá porque no quería molestar a Yuzuhira, quien se encontraba tendida al lado suyo, con la cabeza sobre su regazo.

—Extrañaba esto. — Dice ella en un suspiro.

—¿Dormir en mis piernas o la quietud?

—Ambas cosas. — Abre los ojos para contemplar su mirada burlona. — Oh, conozco esa expresión, lo usas cuando no crees en lo que te dicen.

—Sabes que no soy muy querido… ni mucho menos ahora.

—Lo eres para mí. — Alza una mano para tocarle la mejilla con suavidad que provoca que el científico cierre los ojos, muy a gusto. — ¿No es suficiente?

—Quizás.

—Mentiroso. — Comparten una sonrisa complice. — Admite que me echabas de menos.

—Moría a cada segundo. — Esa clase de confesión jamás se lo esperaba de los labios de Szayel, de ahí su asombro. — Deje que la oscuridad me dominara. El odio, rabia, codicia… lujuria por el sufrimiento ajeno. Torture y masacre sin arrepentimiento… porque con ello me llevaría un paso más a tu protección… en encontrarte. Nada de lo que hacpia me importaba. Tú eras, eres y seras quien mantenga la moral y cordura en mí.

—Szayel…

—No te lo reprocharé… cuando salgas de mi vida.

—Calla. — Se incorpora para quedar sentada a su lado. — ¿Eso quieres? ¿Qué me vaya?

—No. — Directo y sin rodeos. Que lo llamen egoísta, no le interesa. Nunca se ha considerado el humano más amable después de todo.

—Bien, porque yo tampoco, así que no hablaremos más del asunto. — Le sostiene la mano. — Los dos somos bastante inteligentes para comprender que no hay motivo para insistir en este tema.

—De acuerdo. — Sonríe socarrón.

Ishida entra al cuarto con una pila de libros y se encuentra a esos dos besándose, la sirena sobre el regazo del científico, rodeándole el cuello con sus brazos y tocando su cabello con los dedos; mientras que el hombre le había desabrochado la blusa y sus manos se deleitaban con la piel expuesta. Rojo de vergüenza, Uryuu se asegura de hacerse oír con una tos fingida. Yuzuhira se echa a reír apenas nota a su público y Szayel lo mira molesto.

—Estoy muy feliz de verlos juntos otra vez y que ya no destruyas a la gente hermano, de verdad, pero hay trabajo que hacer… y también les recuerdo que el sexo fuera de la cama es mejor sin público.

—Entonces vete. — Es la respuesta de Szayel.

Yuzuhira sólo se ríe otra vez.


El pequeño barco de Hichigo ya se encuentra en medio del mar con los adolescentes con poderes paranormales.

July observaba a Tatsuki lanzarse ya al mar y a sus demás amigos conversar de trivialidades, el cómo Ichigo tenía su mano entrelazada con la de Orihime, la forma en que Momo abraza el brazo izquierdo de Hitsugaya (todavía trata de adaptarse a su cuerpo digno de modelo) y a Renji sentado con las piernas separadas con el fin de que Rukia en ese espacio que hay y se apoye en su pecho. Lo admite, siente envidia de ellos, y en gran parte es culpa de Hichigo por sus acciones en estos últimos días.

Y hablando del culpable, éste se atreve a sentarse a su lado, mirando el cielo. Apenas se da cuento de su presencia, suelta un gruñido para nada femenino y que claramente significa "vete y piérdete".

—Tienes razón en que actuo como idiota estos días. — Dice el chico, llamando su atención, pero ella no lo deja mostrar. Hichigo lleva sus manos a la cabeza para frotarse el pelo en señal de frustración. — ni siquiera me gusta mi comportamiento y eso es ya decir mucho.

— De hecho. — Asiente, sorprendida por dentro de oírlo tan honesto

—La verdad es… que esto no me da bien.

—¿lo de ser idiota? Creeme, eres un profesional en la materia.

—Más bien sentir por una mujer algo más que no sea sólo lujuria pasajera. — Está vez July no puede ocultar su asombro. — No se que hacer con estos… sentimientos. Obviamente no es bueno que andes con un sujeto como yo, pero al mismo tiempo me molesta el sólo pensar que andes con un idiota.

—Primero que nada… no te pertenezco, ni tú a mí, nos pertenecemos a nosotros mismos. Segundo, no decides por mí con quien estar o no… o a quien debo o no amar. — Sonríe. — ¿Ves? Es sencillo, así es como funciona una relación saludable.

—¿En otras palabras?

—Tú no decides con quien debo estar o quien debo amar, esa es mi decisión. Y, aunque sea sorpresivo para todo el mundo y a mí misma, quiero estar contigo. Quererte a ti. Pero nada de celos ni posesiones. Voy a confiar en ti y tú en mí, ¿De acuerdo?

Hichigo sonríe burlonamente y luego acerca sus labios a la unión del cuello y hombro de July para depositar allí un beso, disfrutando como ella tiembla de placer ante su toque.

—Me parece un trato justo.

—Pues entonces somos novio y novia a partir de ahora.

—Ya era hora. — Ambos escuchan el reproche de Rukia. — Pero en serio, ¿Qué clase de relación es esa? No es normal.

—Nadie en este barco es normal. — Contraataca July.

—¡BOOM! — Exclaman Orihime y Hinamori para luego reír.

—Te gano allí y no puedes negarlo. — Dice Renji con su característica sonrisa.

—En realidad me siento orgullosa… ¡Ahora, el que llega a Rukongai al final lavara los calcetines de Renji! — Y se tira al agua.

—Qué asco. — Se quejaron los gemelos.

—Nos vemos allá. — Dice Hitsugaya para luego desaparecer.

—¡Vamos, vamos! — Grita Hinamori a sus dos amigas para luego tirarse.

— ¡No huelen mal mis pies! — Es lo que escuchan July y Orihime antes de caer al agua.

Bajo el mar, las cuatro sirenas, en su velocidad igual a un torpedo, sonríen felices ahora que tienen una vida normal otra vez.

Bueno, lo más normal que puede tener una sirena.

THE END.

¡OH MY GOOD! Aun no puedo creer que haya escrito esas dos palabras. ¡Por fin termino un fanfic luego de tanto tiempo!

Publique este fic en el dos mil nueve… ¡DOS MIL NUEVE! Y a pesar de todos los obstáculos y que los lectores del principio ya no están, me pone muy feliz terminar este fic, especialmente porque yo se que aun hay gente que esperaba las continuaciones, ya sea de este fic o mis otros ichihime. De todo corazón, GRACIAS.

Si les parece algo raro y rápido lo que le paso a Gin es que en realidad eso iba a profundizarse en una segunda temporada. ¡SI! Leyeron bien, originalmente iba a haber una segunda temporada en que la trama central era buscar la nueva reina de las sirenas, pero como mi yo no es la misma del dos mil nueve… y con ello me refiero a tiempo y listas de pendientes de fanfics, no se podrá ser.

Ahora me despido, dándoles una vez más las gracias por todos sus comentarios alentadores, bonitos, que me sacaron risa e hicieron que no me rindiera. También gracias por su paciencia.

Que el ichihime los acompañe.