OFFICE BOY

By: Yu Okawa

FUTURO

Llevaba parte de la mañana mirando aquel análisis financiero sin poder notar la clara diferencia que exponían las cantidades por cada concepto. Era como si de repente diez millones de dólares fuesen lo mismo que diez dólares. Nada le sorprendía ni tampoco le alarmaba como otros días.

Aquello no era propio de él. Ni si quiera parecía ser él en esos instantes y si entrase alguno de sus empleados en ese momento juraría que tampoco sabría darles ni la hora.

¿Y todo por qué?

Por un estúpido mocoso. Había tratado de mantenerse centrado, forzarse a trabajar como normalmente lo hacía pero su rendimiento se veía mermado significativamente y ahora revisaba una cosa en dos horas cuando días anteriores; ya llevaría revisadas diez en ese tiempo.

Saber que Allen estaba en su departamento era igual de nocivo que tenerlo cerca. Su existencia le nublaba la mente y creía que al salir de su hogar podría dejarlo atrás pero pronto vio que estaba muy equivocado. Si él quería, con solo llegar al lugar donde habitualmente vivía podría verlo y eso era lo que precisamente le tenía en tal estado.

¡Quería verlo!

No lo podía creer, incluso a pesar de que todo era evidente se negaba a admitirlo, se desconocía a sí mismo, dejo de reconocerse cuando Allen entro a su vida. Algo en él había cambiado tanto que apenas y sabía que aquel hombre reflejado en los cristales de su oficina era él.

Allen había cambiado su vida por completo. Su sonrisa melosa, su voz, su manera de ser y aquella mirada que le erizaba la piel cuando lo observaba, habían hecho un excelente trabajo cambiándole. Y eso a él le molestaba.

No se reconocía. Había estado dispuesto a enfrentar a su padre y poner en riesgo su futuro con tal de estar con ese moyashi. ¡Había ido un completo necio!

Pero todo eso cambiaría. Se aseguraría de ello. O vencía todo aquello o…

Alguien había tocado a su puerta sacándolo de sus pensamientos. Lavi no espero a que le permitiese entrar cuando asomo su pelirroja cabeza con una gran sonrisa.

—¡Te tengo un regalito, Yu!, ¿adivina que es? –el solo hecho de verlo le provocaba unas enormes ganas de asesinarlo y solo eran duplicadas en un segundo cuando usaba su nombre de pila.

—¡¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames así?! –su mano se cerró formando un puño y su mirada amenazante no borro la sonrisa del estúpido conejo.

—¡No seas malo conmigo! ¿No adivinas? –entró y cerró la puerta tras de sí para evitar a los curiosos.- Es sobre alguien a quien quieres mucho.

—¡Deja de decir mierda!

—¡Qué lástima! Es realmente interesante lo que debo decirte. Allen es…

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Se sentía como un perro. A uno que recogieron de la calle y que luego abandonaron por estorbar, para él había sido más duro haber conocido aquel cariño. Hubiera preferido nunca tenerlo, nunca haber conocido a Kanda.

Si eso hubiera pasado el estaría tranquilamente trabajando en algún restaurante. Su vida hubiese seguido igual, trabajando para sobrevivir y pagar las deudas de su estúpido tutor. Todo hubiera seguido igual, jamás hubiera peleado con aquel idiota de Kanda, sufrido sus maltratos, conocido su rudeza o si quiera lo cuidadoso que podía llegar a ser si el muy cretino se lo proponía.

Inevitablemente un recuerdo atrajo a todo y no pudo evitar sentirse aún más deprimido. Recordó desde el primer momento en que vio a Kanda en el restaurante. Bien era cierto que no tuvieron el mejor inicio pero debía admitir que desde que lo vio le pareció alguien atractivo del tipo de gente imposible de ver más que en t.v. o de alcanzar si quiera. Ese día no pudo pensar más en ello con el alboroto que se armó y el casi inmediato enfado que le causo el oriental al comenzar a molestarlo por su acento.

Jamás habría podido adivinar que aquello habría de ser el inicio de una relación amorosa. Jamás había podido imaginarse si quiera que aquel hombre se fijaría de esa manera en él. Ahora que miraba todo, parecía solo un sueño.

¿Realmente hubiese preferido no haber conocido jamás a Kanda? No todo había sido doloroso, había tenido también sus buenos momentos.

Se hartó de todo ello, tenía la cabeza hecha un lio y ya se había cansado de no tener un solo día de descanso, saldría de ahí y se largaría a alguna parte lejos. No podía seguir en aquel lugar donde todo le recordaba a Kanda y le hacía pudrirse de tristeza.

Por eso, sin preocuparse por nada, trato de salir aprisa del lugar, solo que al tratar de abrir la puerta no pudo lograr su objetivo, esta estaba con el candado puesto y era imposible salir de ahí sin una llave.

Al inicio no podía creerlo, ¡Kanda le había dejado encerrado en su departamento! ¿Eso significaba que regresaría por él? No, trato de tranquilizarse y pensar con lógica. Kanda le conocía lo suficiente para saber que intentaría salir de ahí sin considerar la situación en la que se encontraba. Si salía, no podría dirigirse a su casa, después de todo, se podría considerar que se fugó de la prisión y ahora mismo lo estarían buscando.

Si no hubiese sido por la puerta cerrada ya estaría fuera sin haber considerado este hecho a causa de sus sentimientos, y esto, seguro Kanda lo previó. Entonces fue consiente que era inútil tratar si quiera de buscar algún repuesto de la llave. El oriental no cometía esa clase de errores y él ya no se sentía tan seguro de querer salir de ahí después de haber considerado la situación en la que se encontraba.

Si Kanda lo encerró fue porque quería ayudarlo y saber aquello no lo hacía sentirse mejor, era como agregarle sal a la herida por qué era estar consciente de que ya no estaba con alguien que podía tener un lado realmente amable, alguien que se preocupaba por él, a alguien a quien amaba por eso y más.

Realmente comenzaba a desear no haber sido tan orgulloso, haber puesto más empeño en solucionar las cosas, en hablarlas y tratar de aclarar la situación. Pero ambos habían cometido errores, habían sido lo suficientemente tercos para ignorarse y centrarse únicamente en su ego herido.

Le escocían los ojos y tenía hambre. Aquél día no era el mejor de su vida, definitivamente. Trató de pensar en otras cosas, de olvidar todo aquello. Derrotado y a sabiendas de que no podría salir de ahí pensó que lo mejor que podía hacer era lavar su ropa, tomar una ducha y buscar algo de comer en la cocina. Se dirigió al cuarto de lavado y para su alivio, aun había un poco de jabón líquido en un pequeño recipiente. La ropa que llevaba puesta era la única muda que tenía y en vista que no había nada de ropa en el lugar o eso pensaba hasta que vio dentro de la lavadora una camisa blanca. La saco de ahí, estaba toda arrugada y había u par de calcetines blancos. Al menos tenía una camisa y con eso podría cubrirse mientras su ropa se secaba, con el ciclo de lavado más el de secado seguro en una hora y media podría vestirse con su ropa. Se desvistió ahí mismo y metió todo de golpe, incluyendo la ropa interior, en la lavadora y la programo para que lavara y secará, se puso la camisa y fue directo al baño.

Al menos había toallas, shampoo y jabón. Al menos Kanda había sido considerado en dejarle algo para su aseo personal, se metió a bañar, tratando de relajarse bajo el agua tibia esperando que haya sido igual de género el oriental con la comida y el refrigerador estuviese lleno.

Al salir de bañarse se secó perfectamente, no quería ponerse la camisa y que a causa de la humedad se le pegará al cuerpo y siendo lo único con lo que podía vestirse mientras su ropa estuviese limpia no tenía más opción. Obviamente aquella camisa era de Kanda, le quedaba exageradamente grande, al menos le cubría hasta la mitad de la pierna, lo cual era un alivio porque de por si era bastante incomodo andarse por la casa vestido únicamente con una camisa.

En circunstancias normales él no andaría por una casa ajena con solo una camisa, pero esta era una situación muy especial y no había nadie más en la casa que él, así que era válido, aplicaba hacer aquello. Fue directo a la cocina buscando saciar su hambre y al abrir el refrigerador no pudo evitar soltar una sarta de palabrotas contra Kanda, en el refrigerador solo había una triste botella de bebida energética a medio tomar y una mayonesa, ¿Qué se supone que se prepararía con eso?, buscó en los anaqueles de la cocina en esperanza de encontrar algo.

¿Qué Kanda no cuidaba de si? De nuevo, aquello no parecía dejar de perseguirle, Kanda solo comenzó a comer en casa cuando él estuvo ahí para cocinar ya que el otro tenía unos limitados conocimientos gastronómicos, los cuales se limitaban a prepararse un café americano, lo cual era nada. Sin Allen ahí era lógico que el otro no comprará nada para surtir la alacena.

Fue ahí cuando se dio cuenta de cuanto habían cambiado sus vidas cuando estuvieron juntos, nuevamente se esforzó en bloquear aquellos pensamientos, no quería deprimirse, se centró mejor en buscar algo en la alacena, rogando encontrarse con algo comestible, pero solo encontró café y por suerte media bolsa de arroz, lo tomo y reconoció la marca, aquello era de cuando aún estaba ahí, al menos había quedado eso, podía prepararse algo para calmar el hambre.

¿Acaso Kanda pensaba matarlo de hambre? Alguien tenía que venir a dejarle comida, él no podía sobrevivir con media bolsa de arroz y quien sabe cuántos días lo tendrían ahí, aunque tampoco es que quisiera irse, con la policía buscándolo no pasaría de la esquina.

Se preparó arroz al vapor y cuando estuvo listo decidió que no quería quedarse solo comiendo en la cocina no era opción, se fue a la sala con su tazón y palillos, prendió la tele y en las noticias estaban comentado sobre la farándula y Emilia salió ahí hablando sobre una película en la que estaría, cambio el canal, no quería ver nada que le recordará a Kanda. ¡Nada!

Tan decidido estaba que término sintonizando un canal de animales, un programa donde un señor visitaba a gente con gatos problemáticos para ayudarlos con sus mascotas, al menos en ese canal no saldría nada relacionado a ellos.

No se dio cuenta, pero tantos animales en la televisión le hicieron caer dormido, no era que la vida animal no fuese interesante pero él había tenido unos días muy ajetreados últimamente, merecía descansar un poco.


—¿Eso es todo lo que me dirás?, ¿qué es inocente?

—Debes dejar de ser tan orgulloso por una vez. Admite que te mueres por ir con él. Además tengo algo interesante que mostrarte, te lo mandaré a tu golem mañana mientras reflexiona pero antes deberás pensar detenidamente, ¿qué tan dispuesto estas a confiar en Allen, a hacer a un lado tu orgullo por ceder un poco?, una relación no es una cuerda tensa donde ambos tiran del extremo todo el tiempo. Si hacen eso en algún momento esta se romperá, así que las cosas no funcionarán si de vez en cuando no ceden o si no se tienen confianza.

—¿ya terminaste? Tenemos mucho trabajo para estar pensando en idioteces.

Con esto último Lavi se rindió, entendió que su amigo era más idiota y cabeza dura de lo que pensaba, se puso de pie y salió de la oficina dejando a Kanda solo. Esto no hizo nada más que mirar al vació, meditando lo que el pelirrojo dijo, no quiso dedicarle demasiado tiempo a ello, así que retomo su trabajo donde lo dejo antes de que lo interrumpieran.

Aquel día era una especie de tortura mental, las palabras de Lavi, el hecho de haber tenido en sus brazos nuevamente al Moyashi, solo le habían hecho querer volverlo a ver, volver a estar con él. Y estos pensamientos regresaban tan rápido como trataba de desviar su atención a algo laboral y así mantener ocupada su mente.

Se desesperó tanto que lanzó los papeles al escritorio, ¿a quién engañaba? No estaba así solo por haber visto al albino, desde que terminaron pensaba en él de esa manera, sentía como si estuviera obsesionado con él, de algún modo no conseguía pensar en estar con alguien más, pero eso debía cambiar.

Llamo a su golem quien voló a su lado.

—Contáctame con Emilia, solo voz.

Un Mercedes Benz negro se detuvo frente a uno de los mejores restaurantes europeos de Japón de él salió uno de los más poderosos empresarios a nivel mundial, hijo y próximo heredero de Black Order, CEO a su temprana edad de una organización con presencia internacional, inteligente y además atractivo, era todo un premio para cualquier mujer. A aquel hombre solo le faltaba una cosa, tacto, paciencia y algo de empatía, aquellas carencias hacían a muchas mujeres no acercarse a él, pero eso no evitaba que lo miraban indiscretamente.

En una mesa reservada ya lo esperaba una famosa actriz, quien sería en breve su esposa. Aquella reunión no extraño a nadie era normal que dos amantes salieran a tener una cena romántica, cuando él se sentó frente a Emilia, ella lo recibió con una gran sonrisa.

—¡No sabes lo feliz que me puse cuando me invitaste a salir a cenar, ¿te juro que casi muero del infarto! Corrí a decirle a Antoine, mi asistente de maquillaje, que debía arreglarme y me ayudo, ¡es divino!

Apenas Emilia abrió la boca y Kanda tuvo el insano deseo de quitarse un calcetín y atiborrarle la boca para que se callará y dejase de decir tantas idioteces. Era una molestia, la comida no era mala, era excelente de hecho, pero él no le encontraba gustó, quizás por su compañía, hubiese preferido tener como compañía a Allen, él decía cosas interesantes y no tenía la necesidad de contarle hasta el último detalle de su vida, se sintió irritado. Frunció el ceño e interrumpió sin más ceremonia a Emilia.

Ella seguía hablando, sobre otras artistas, lo emocionada que estaba de actuar un papel que ella llamaba interesante, hablo de la ropa y zapatos que compraría, adicional comenzó a hablar como loca en cuanto llegó a hablar de los colores y diseños con los que quería que la boda fuese organizada.

Él había intentado no amordazarla con sus calcetines, pero su paciencia estaba llegando al límite e imaginarse con ella cada día de lo que le restaba de vida le hizo sentir nauseas. Si no la mataba él se suicidaría, no concebía alguna manera mejor que esas para poder cerrarle la boca. Llegó un momento en que ya ni si quiera la escuchaba, sentía que le daría una migraña ahí mismo si continuaba escuchándola. ¡Tenía que irse de ahí!

— ¡Vámonos de aquí!

—¡Pero no he terminado!

¿Cómo iba a terminar de comer si se la había pasado hablando por cuarenta minutos?, era más de lo que podía tolerar. Pidio la cuenta y en cuanto termino se levantó sin más ceremonia y se dirigió a la salida, ignorando completamente las quejas de Emilia y que esta estuviese dispuesta a hacerle una escena ahí mismo, él estaba dispuesto a ser el gran hijo de puta que era y dejarla sola con o sin berrinche, solo esperaba a que el valet parking no lo hiciera esperar demasaido como para darle oportunidad a la rubia de tirarse al suelo y llorar. Emilia no tuvo más que dejar su plato sin terminar, el cual apenas había tocado para seguir a Kanda, parecía haber entendido que su prometido estaba más que dispuesto a mandarla a un tubo y ella quería evitar eso a cualquier precio, por ello se tragó su orgullo y ganas de montar un drama ahí mismo.

—¿Traes auto?

—No.-mintió.- El chofer me vino a dejar y como venía contigo, pensé que podrías ir a dejarme a mi casa. – Emilia trato de hacer esto para poder conseguir más tiempo con el oriental, quizás si compartía suficiente tiempo con él podría obtener algo más que la salida y convencerlo de lo maravillosa que ella era para él, y que era mil veces mejor opción que Allen.

Kanda no le dio mucha importancia, una vez llegaron con su auto los del valet parking, el tomo sus llaves y subió. Todo el viaje ella iba ella parloteando, ¿es que nunca se le acababan los temas de conversación?, ¿qué no notaba que a él poco le importaba conocer la diferencia entre la tonalidad de sus barnices?, cuando llegaron frente a su casa, él se detuvo y la miro, una idea descabellada cruzó por su cabeza, sin duda debía intentarlo.

Emilia seguía hablando, como si no se enterase que ya habían llegado, por eso la sorprendió cuando él la llamo, ella volteo a verlo y lo que paso la dejo asombrada.

Él la había besado, la atraía contra sí y sentía sus labrios moverse contra los suyos, trato de responderle el beso, se pegó tanto como pudo a él, ¡era su oportunidad de oro!, ¡él la había aceptado!

Ella abrió la boca tratando de invitarle a que la lengua de él entrará pero eso no pasó, en cambio el beso terminó bruscamente.

—Ya vete a tu casa, Emilia.

Ella se quedó atónita, ¿es qué acaso no acababan de besarse?, ¿qué eso no significaba que las cosas estaban mejor?, pero ella por más insistentemente que lo miro, él no le devolvió la mirada, incluso parecía muy irritado, nunca lo había visto así de enojado, decidió obedecerle, así que bajo del auto para entrar a su casa.

Por su parte Kanda no pudo hacer otra cosa que golpear con fuerza el volante, estaba tan molesto, tan irritado. La había besado solo para probarse a sí mismo que Allen no era nada especial y maldición, hubiera preferido besar a un perro, nunca había existido tan poca química entre dos personas como en ellos, simplemente el beso le pareció la cosa menos relevante del mundo, la menos memorable, incluso al haberla besado sentía que no encajaba algo, estaban tan lejos de ser compatibles que el mismo beso había resultado burdo.

Golpeo el volante con fuerza sintiéndose frustrado en su intento por demostrarse a sí mismo que podía estar con otra persona.

No tenía más opción que aceptar la verdad y pensar en lo que Lavi le dijo.


Allen despertó poco a poco acurrucado en el sofá, no tenía frío y se sentía cómodo, el aroma familiar de Kanda fue lo primero que notó al despertar, normal, estaba en su departamento después de todo. Escuchó el inequívoco sonido de teclas al ser presionadas rápidamente y se incorporó de golpe, un saco negro cayó al suelo y conforme fue alzando la mirada, no pudo creerlo. No aún.

Kanda está sentado en el sofá del lado trabajando en su lap, mientras había varios documentos en la mesa de centro y Tim caminaba curioso sobre ellos, el golem de Kanda permanecía en una esquina como si estuviese dormido, con sus alas replegadas.

¿Qué podía decir en esa situación?, estaba sin palabras. Aun así se forzó a decir algo, era demasiada incomoda la situación, Kanda había dejado de trabajar para mirarle fijamente, tal parecía que estaba aguardando a que reaccionará.

—¿cuándo llegaste?

—Hace una hora.

El silencio incomodó volvió y Allen seguía siendo observado por Kanda.

—Pensé que no ibas a regresar, tus cosas no están y pensé que…

—¿No quería estar cerca de ti?

Allen asintió cuando Kanda completo la frase que el mismo no se atrevió a terminar.

—Tienes razón. No quería estar cerca de ti por eso hice que movieran mis cosas de aquí.

Kanda se puso de pie y Allen si pensó que no podía haberse sentido peor, se equivocó, sentía como si oprimieran su corazón, él lo suponía y claro que dolía, pero escucharlo directamente de la persona que amabas la cosa cambiaba, era aún más doloroso de lo que pudiese imaginarse.

Entonces, ¿por qué estás aquí?.- preguntó Allen, incapaz de mirarlo a los ojos, ¿es que acaso quería decirle eso personalmente?, ¿decirle que ya no quería estar con él?- ¿Solo viniste a decirme que no quieres estar conmigo?

Trató de permanecer tranquilo, mostrarse frío pero a cada palabra perdía la compostura. Kanda no tenía que haber hecho eso, venir y tratar de escupirle su desprecio nuevamente, ¿qué no había tenido suficiente? Pero él no se lo iba a permitir, estaba decidido a eso.

—No tenías por qué haber venido a decirme eso, yo ya lo sé. Solo perdiste tu tiempo. No soy tan idiota como para no darme cuenta.

La expresión de Kanda no había cambiado en lo mínimo, en cambio había tomado asiento a lado de él.

—No vine por eso. Yo he estado pensando algunas cosas.-Allen lo miraba atento a lo que fuera a decir, le veía serio y tranquilo, lo cual hizo que se detuviera y dejará hablarle.- No puedo, ni quiero estar sin ti.

Decir que se quedó sin habla es poco, de repente nada parecía tener sentido ahí y no podía creer lo que escuchaba, ni si quiera podía moverse de la impresión. Solo reaccionó cuando Kanda posaba sus labios suavemente sobre los de él, en ese momento sintió como si todos sus pesares desaparecieran de golpe, como si no hubiesen preocupaciones, como si el no fuese un fugitivo…como si nunca se hubiesen separado. Era como si algo en su interior se derritiera, los pesares se esfumaron para dar lugar a la felicidad y él no pudo hacer otra cosa que recibir gustoso aquella confesión ya que para él era lo mismo.

Los labios de Kanda acariciaron los suyos, lenta pero de forma rítmica, como si desease trasmitirle todo el cariño que Kanda no ponía en palabras, como si tratase desesperadamente demostrarle a través del beso que era sincero.

El cerró los ojos y no pudo hacer otra cosa que dejarse llevar. Kanda cortó el beso e inesperadamente tomo entre sus manos el rostro de Allen para mirarlo fijamente a los ojos.

—Te debo una disculpa, ¡lo siento, Allen!- Aquello era casi inaudito, impensable, los planetas seguramente se había alineado para dar paso a este milagro. Allen, quien conocía a Kanda sabía que aquellas palabras no estaban vacías, que él era sincero y honesto y también reconocía su papel en todo esto.

—Yo también lo siento, debí haber sido más cuidadoso.

Kanda lo miro nuevamente y reanudo el besó, las caricias aún eran lentas, extrañamente dulces pero cuando abrió un poco los labios Kanda no se hizo esperar y con su lengua acaricio su boca. El beso se tornaba cada vez más profundo y apasionado. Allen no se había dado cuenta del momento o cómo pero Kanda le había recostado sobre el sofá y él estaba sobre él, en ese momento Allen agradecía que el sofá fuese lo suficientemente amplio para lo que vendría, porque estaba seguro que no llegarían a la cama, él también lo deseaba y no quería hacer esperar este momento.

Kanda se incorporó un poco para observarlo y sonreírle.

—Te queda bien mi camisa.-Allen se había quedado tan dormido que no había ido a cambiarse la ropa si quiera, pero aquello no importó porque Kanda parecía fascinado viéndolo vestido de esa manera.

La mirada de Kanda se había oscurecido y le miraba con tal intensidad que comenzaba a temer pasar la noche con él. Lo que Allen no sabía es que Kanda moría de ganas de averiguar se debajo de esa camisa había ropa interior, en algún rincón de la mente del oriental, parcia totalmente seductor que Allen usara su camisa sin tener nada más cubriendo su piel.

Volvió a besarle, esta vez con fuerza, sus lenguas se acariciaban juguetonamente y no pasó mucho tiempo cuando Kanda tomo una de sus piernas y le hizo rodearle con esta la espalda. Allen que no tenía más ropa que aquella camisa sentía todo con más fuerza, casi era como estar desnudo, por ello cuando Kanda comenzó a moverse sobre él de arriba abajo no pudo gemir por la fricción casi directa contra su miembro. Ambos estaban tan deseosos de ello.

Kanda gimió cuando al acariciar la pierna del albino y mover su mano de forma ascendente descubrió que no traía ropa interior.

—Date la vuelta.

Allen dudo por un momento, pensó que se tomarían su tiempo pero igual lo hizo, apoyo sus antebrazos sobre el sofá, sus rodillas se apoyaron igualmente sobre el sofá, lo cual hizo que su trasero quedará elevado respecto al resto de su cuerpo y la camisa se deslizará hacia su cabeza, descubriendo su trasero y dejándolo a vista del orienta, quien parecía bastante complacido de aquello.

Lo que ocurrió luego fue algo que no esperaba, Kanda ensalivó dos dedos y comenzó a introducirlos de uno en uno dentro de Allen, primero uno, que se movía en círculos, preparándolo para el siguiente, al entrar el segundo dedo la estimulación siguió un par de segundo más antes de detenerse en sus caricias. Los dedos se movieron como tijeras abriéndolo un poco, aquello hubiese sido doloroso sin preparación pero lo que realmente le sorprendió fue cuando Kanda comenzó a penetrarle con la lengua. Eso le arranco un gemido, era una suave y húmeda caricia que le tomo desprevenido, apenas creía que Kanda estuviera haciéndole eso, pero era placentero aunque vergonzoso.

Aquello se sentía bien, era una sensación agradable a la cual Kanda añadió su mano a su miembro para masturbarle mientras le lamia. Aquello era bueno, aunque insuficiente, él quería a Kanda y pronto se lo hizo saber, en aquel momento el deseaba tanto al oriental que hizo a un lado la vergüenza, quería disfrutar de esto junto a Kanda. Que fuera memorable para ambos.

Por ello Kanda no dudo en desvestirse él mismo rápidamente, para luego tomar desde la espalda a Allen y obligarle a sentarse sobre él. Allen había quedado sentado sobre Kanda, su espalda apoyada sobre el cuerpo de este, Kanda lo levanto un poco para acomodar su pene y así comenzar a entrar en Allen hasta penetrarlo completamente.

La lengua de Kanda acariciaba en cuello del albino quien se sentía perder en aquellas sensaciones, al poco tiempo Kanda comenzó a moverse y Allen hacía lo mejor por acoplar el propio movimiento de su cuerpo a las fuertes embestidas del oriental. Allen abrió los ojos y miro frente a si, el espejo de la sala que quedaba colgado en la pared estaba justo frente a ellos, y lo vergonzoso de ello, es que podía ver como el miembro de él, entraba y salía, aquello solo intensificó su excitación cuando notó que el mayor miraba lo mismo que él.

—Mastúrbate, déjame verte. –Pidió Kanda y Allen dudo, no tenía sentido sentir vergüenza a estas alturas si había tenido a Kanda dándole un beso negro hace unos momentos atrás. Guío su mano izquierda a su erecto miembro, no sin que antes Kanda le abriese la camisa para perderse nada, por algún motivo Kanda encontraba morboso ver a Allen con su camisa y no se la quitaba.

Cuando Allen comenzó a masturbarse Kanda parecía devorarlo con la mirada a través del espejo. Incluso sus embestidas habían aumentado y Allen le costaba llevar el ritmo a causa del placer que le desconcentraba. Sus gemidos se hicieron más sonoros y apenas y lograba controlarse, pero Kanda no ayudaba mucho cuando decidió que sus pezones debían recibir atención de su parte. Así que las manos de Kanda estaban ocupadas estimulándole en el pecho mientras le penetraba, todo al mismo tiempo que Allen se masturbaba para deleitar y consentir al oriental, quien lamia su cuello de vez en cuando sin quitar la vista del espejo.

Knada se detuvo un momento y Allen lo miro con curiosidad a través del espejo, ¿qué había pasado?, ¿Por qué no continuaban?, ¿no le había gustado?

Aquellas embestidas cambiaron de ritmo se hicieron más cortar y más rápidas lo cual estímulo a tal punto al albino que no pudo resistirse más al orgasmo. Su semen le mancho su mano y parte de su abdomen, aquella liberación le había hecho arquear la espalda de tal forma que su cabeza se apoyó en el hombro de Kanda, incapaz de pensar en algo más, pronto sintió a Kanda seguirle, aquel orgasmo le había hecho apretarse inconscientemente alrededor de su amante, lo cual culmino en el éxtasis de este. Cuando Kanda salió de él sintió su cálido semen escurrirle entre las nalgas para después deslizarse entre sus piernas al ponerse en pie.

Se giró para quedar frente a Kanda, quien lo miraba fascinado, tomo la mano de Allen, aquella con la que se había masturbado, Allen lo miro con curiosidad y Kanda no dejaba de mirarlo directamente a los ojos y como si fuera lo más casual del mundo comenzó a lamer lentamente uno de los dedos del albino para luego introducirlo a su boca, probando el sabor salado del semen del albino, aquello hizo a Allen tragar duro. Por algún motivo aquello era completamente insinuante y sugerente, podía imaginarse claramente a Kanda metiéndose su pene en la boca, como ya antes había hecho.

Allen sabía que aquella sería una larga noche y no se equivocó.

Al día siguiente despertó en la cama siendo rodeada su cintura por uno de los brazos del mayor. No podía evitar sentirse feliz y más que eso, era indescriptible lo que sentía, el poder estar con Kanda de ese modo nuevamente. Sintio a Kanda removerse a su lado, para luego incorporarse y mirarlo atentamente, Allen había quedado boca arriba sonriéndole al mayor, quien parecía muy pensantivo y serio, iba a preguntar lo que ocurría cuando este se inclinó para besarlo levemente. Lo cual era raro en el mayor. Este escondió su rostro en el espacio que había entre su cuello y hombro, sentía su respiración cálida golpear su piel, pronto le sintió morderle suavemente el oído al tiempo que tomaba una de las piernas del menor para posarla en su cintura.

Allen estaba sorprendido de aquello, a pesar de que era algo normal aquella ronda de sexo después de tanto tiempo había algo diferente en aquello. Podía ver con claridad la blanca piel de Kanda y los músculos de su espalda que se marcaban ligeramente. No le sorprendió que Kanda entrará con facilidad dentro de él, después de todo habían estado la madrugada teniendo sexo, lo que aún no entendía es por qué Kanda parecía ir tan suave con él, manteniendo un ritmo lento pero constante, aun así estaba disfrutándolo aunque debía admitir que aquello era raro.

Su miembro se restregaba contra el vientre de Kanda con cada embestida, gemía con aquello y en cuestión de un par de minutos llegó al climax al sentir como el semen de Kanda le llenaba.

Kanda no salió de él inmediatamente, ni si quiera le besó como siempre que terminaban. Definitivamente algo pasaba y tuvo miedo, demasiado miedo. ¿Es que aquello era una despedida? Sin darse cuenta abrazo con fuerza a Kanda, rodeándole la espalda con sus brazos y pegándolo contra sí. Sentía miedo y ansiedad, ¿todo eso no podía ser para volverse a separar, cierto.

—Moyashi, solo lo diré una vez. Pon atención.-Allen asintió, Kanda no le miraba, su rostro seguía entre en su cuello, tal parecía que no le quería mirar. Cerró los ojos y se mordió el labio. ¡Tenía que ser fuerte!

—¡Te amo!

Aquellas palabras le dejaron perplejo, sin poder creerse aquello, ¿Kanda estaba siendo sincero y abierto con sus sentimientos?, ¿no estaba soñando cierto? No sabía cómo reaccionar, solo se quedó perplejo sin poder creerse aquello, ¿de verdad estaba pasando?

Kanda, quien parecía haber esperado la respuesta del albino, se desperó al no recibirla, por lo cual se incorporó, apoyándose sobre sus brazos, sin terminar de quitarse de encima de Allen para mirarlo atentamente. El menos seguía perdido en sus pensamientos, simplemente aquello era inaudito, solo salió de su ensimismamiento cuando Kanda comenzó a tirar de sus mejillas.

—¡Bakanda!

—¿Qué tanto piensas que no contestas?

—¿Quieres que te responda?- Kanda lo soltó y Allen no pudo evitar reírse por aquello, esa situación era hilarante, algo propio de un cuadro surrealista. ¡Simplemente no podía ser! Pero estaba contento, tanto que sentía que su corazón podía estallar de felicidad.

Kanda se miro avergonzado, con un imperceptible sonrojo en sus mejillas, quien se incorporó y se sentó en la orilla de la cama.

—Iré por algo para que desayunemos, no vayas a salir, aún te están buscando.

Allen no podía dejar irse así como así a Kanda sin que él supiera su respuesta, por ello reacciono antes de que el oriental se pusiera de pie. Le abrazo con fuerza por la espalda rodeándole con ambos brazos, recargando su cabeza en la espalda de su amante.

—¡Yo también!, ¡también te amo!- Se sentía increíble poder decir aquellas palabras, su sonrisa no podía ser más grande, sincera y hermosa. No podía ver la reacción de Kanda, pero si sintió cuando le tomo una de sus manos y entrelazo sus dedos a los suyos.

Sin duda amaba a ese hombre.


Notas: Tengo mucho de que disculparme y hay tan pocas cosas que les pueda decir para ofrecerles una disculpa en forma. Primero por el atraso de más de un año, jamás pensé que llegaría un momento en que se comlicaría tanto para mi escribir o si quiera hacer alguna de las cosas que disfruto hacer en la vida. Segundo; disculpen por este capitulo, prometí subirlo hoy, y estoy a tiempo segun hora de México, lo malo es que pensé que tendría tiempo de arreglarlo todo y corregir errores de redaccion pero no fue así, por lo cual pido disculpas por que este capitulo puede contener fallas *Lagrimita* Quería abarcar muchos eventos más en este capitulo pero si lo hacia jamás actualizaría y ustedes no merecían que tardará tanto más, por ello decidí dejar el capitulo en un punto razonable y a forzarme a cargarlo hasta donde tuviera.

No tengo cara para pedirles disculpas pero si para agradecer a quienes me apoyaron y esperaron, a quienes incluso me daban ánimos.

Disculpen que no haya podido corregir nada del capitulo, solo pude agregar algún desarrollo extra a algunas escenas pero no tuve tiempo de hacer más. Espero el siguiente capitulo no tardarme tanto (haré todo lo posible por que así sea) y me esmerare en que tenga mejor calidad.

¡Mil gracias!