Disclaimer: Naruto no me pertenece sino a Masashi Kishimoto.


Extra: Antes de la lluvia.

Hacía un tiempo ya que no tenía paz interior.

Se dio cuenta de este hecho cuando una tarde Suigetsu —que caminando con cuidado entre los trozos de vidrio del vaso que inexplicablemente hizo añicos en su palma— le sugirió con ironía impresa que se relajase. Para cuando el hombre de agua se atrevió a mencionar a la causa de su ahora casi nula estabilidad emocional, Sasuke le miro mal. Y con mal, incluimos un aura asesina llenando el ambiente. Indudablemente, el heredero de la espada de Zabuza no era tonto y al sentir que su pellejo peligraba, se retiró sin añadir otro comentario.

Esa noche, el vengador no pudo dormir.

¿Qué rayos estaba haciendo? No tenía tiempo que perder con sentimentalismos, debía encargarse de llevar a cabo sus planes y para ello necesitaba pensar claramente pero la mención de Naruto…

Naruto.

Sasuke dio una vuelta en la cama conteniendo un gruñido. Debió haberlo matado cuando pudo —despreciando todas las oportunidades que se le ofrecieron— pero no, gracias a su debilidad ahora el usuratonkachi no le dejaba ni dormir.

¿Por qué él? ¿Qué tenía Naruto que reducía miserablemente su analítico temple, que le dejaba inquieto y… taciturno? Con el último encuentro quedó una espina atravesada, una melancolía y un impulso y Sasuke se sentía extraño dentro de sí mismo. Y lo más impactante era el recuerdo de sus ojos; unos ojos de un azul intenso debido al dolor y a la súplica implícita que encerraban. No podía borrar esa imagen de su cabeza; a cada segundo, sin descanso, sin falta, le invadía, le noqueaba, le pillaba indefenso y las ganas de regresar sobre sus pasos con destino a Konoha se les hacían insoportables. Entonces, la única salida consistía en empuñar las manos hasta que las articulaciones gimieran por la presión, rechinar los dientes hasta sentir que la mandíbula estaba a punto de desencajarse y no mirar atrás.

A estas alturas, el equipo Taka ya se había dado cuenta del cambio de actitud en su líder. También de quién lo había desencadenado.

Suigetsu había optado por no opinar ya que quería seguir viviendo, Karin en su fuero interno se negaba a creerlo y simplemente fingía demencia pero Juugo… Juugo se acercó cuando los otros dos se excusaron y se sentó próximo al Uchiha. Pasaron los segundos, los minutos y éstos se convirtieron irrevocablemente en horas y sólo el silencio estaba presente.

—Deberías ir, si es lo que deseas —habló de pronto el exponente del sello maldito. Sasuke volteó a verle con expresión neutra, calmo, por lo que Juugo se atrevió a continuar— Ninguno de nosotros te recriminará el que vayas, así que ve y decide.

Sasuke le sostuvo la mirada, evaluando sus posibilidades.

Después de saber la verdad su mundo volvió a romperse y las lágrimas que contuvo por años desembocaron irremediablemente. En ese momento no quiso meditar, no quiso detenerse y por ello el odio hizo mella, por eso juró hacerle pagar a los responsables de que él perdiera todo.

Pero Naruto apareció de nuevo. Encontró una retorcida forma de estar siempre ahí, en sus pensamientos, siempre constante.

Quizás lo que proponía Juugo no fuese tan descabellado, quizás ver a Naruto podría ayudarle a organizar su mente de nuevo. Pero había un pero. ¿Qué sería de Taka, del mismo Juugo, en su ausencia?

— ¿Qué hay de ti? Si pierdes el control mientras yo no estoy, ¿Qué harás? —cuestionó en tono reflexivo, enfocando inconscientemente la salida de su guarida. El interpelado sonrió tímidamente.

— No hay problema, te esperaré —hizo una pausa pensándolo mejor— No, te esperaremos aquí sin importar qué, por eso… —se puso de pie, avanzó hasta la salida y abrió la puerta— Ve a verle.

Antes de que Juugo pestañease, ya se encontraba solo.

OoO

Sasuke demoró un poco más de tres días en llegar a Konoha. Pese a ese condenado impulso de ir e infiltrarse en su aldea natal, logró reunir la fuerza de voluntad para permanecer a unos cuantos metros de la entrada principal, considerando su accionar. Si esperaba a que los vigilantes se descuidasen, dudaba llegar muy lejos a no ser que fuese de noche aunque aun así habría una ínfima posibilidad de que le viesen; por lo cual debía moverse con muchísima rapidez ya que por mucho que Naruto pudiese abogar por él, en el peor de los casos, Tsunade tenía el deber de castigarle como Hokage que es. De este modo, esperó hasta altas horas de la madrugada, antes del relevo en el puesto de vigilancia y se escabulló con destino al departamento de Naruto.

Se sintió raro al fijarse en las calles iluminadas por las farolas y ver al pasar por ellas un montón de imágenes recorrer los senderos de su conciencia. Al percatarse que una cabellera rubia se repetía en cada recuerdo, inconscientemente aceleró el paso. Una vez que divisó el conjunto de departamentos soltó una bocanada de aire que se elevó en una considerable voluta de vapor, al estar frente a la ventana entreabierta parpadeó con urgencia y al estar a los pies de la cama con la figura de un Naruto dormido bajo las sábanas, contuvo el aliento apoyándose contra la pared.

Escuchaba su respiración acompasada, contemplaba el sube y baja de su pecho y sin ser consciente de ello sus pasos le llevaron de junto a la cama.

—Dobe —murmuró con un deje de diversión, agachándose. Pese a su edad, Naruto seguía durmiendo con el gorro de castor. Levantó una mano y la movió con dirección al rostro del durmiente pero la detuvo.

— Sasuke… —señaló el dormido en un susurro y se encogió buscando cobijarse un poco más con las mantas. El nombrado pasó saliva entrecerrando los ojos. Esa voz, la misma que entre sus sueños le llamaba…— Te traeré de vuelta… —y él aun sumergido en su subconsciente no dejaba de buscarle. Esta vez, no sólo la mano encontró su lugar en su mejilla sino también su cuerpo al quedar sobre el del Uzumaki.

— Naruto… —dijo bajito mientras apoyaba su frente contra la del rubio. Se sentía sobresaturado, las vivencias y los sueños con el susodicho le azotaron de golpe sin aviso. Esas noches de visita en el mundo de Morfeo él dejaba sus instintos volar y en cuanto su mente generaba la figura de su mejor amigo se lanzaba contra ella, tumbándole sin escapatoria y hacía lo suyo. Lo marcaba, lo arañaba y lo besaba hasta oírle suplicar y entonces le torturaba con la espera hasta tomar todo de él, de adueñarse por completo de su ser. Y ahora que lo tenía a su merced, ido bajo su peso, perfectamente podría tomarlo, pero la idea no le parecía correcta por el simple hecho de que quería que estuviese despierto, que le observase, que dijera su nombre mientras olvidaba la venganza, el dolor y la frustración deshaciéndose en su piel.

Su rostro se deslizó hasta acomodarse en la clavícula derecha de Naruto e instintivamente sus ojos se cerraron, disfrutando del calor, disfrutando de su esencia. Había llegado el momento de elegir, de tomar decisiones y Sasuke estaba al tanto de que no quedaba tiempo, que ya podía posponerlo más.

Su hermano merecía ser vengado. Pese a todo, no fue capaz de matarle y se encargó del sello maldito, de lo que quedaba de Orochimaru y además le dejó sus ojos para protegerle de Madara; a su perversa manera, Itachi le quería y no podía desconocer eso. No ahora. Y por lo tanto, el consejo de ancianos pagaría le pesara a quien pesara. Sí, eso era seguro.

Ahora bien, por otro lado estaba Naruto. Rayos, estar así de cerca le había ayudado a asimilarlo. No era inmune a él, no podía pretender que verle solucionaba todos sus problemas emocionales, muy por el contrario, en ese preciso momento le apetecía meterse bajo las cobijas y quedarse a dormir con él. ¡Maldita sea su fragilidad!

—Sasuke… regresa conmigo —el suspiro le sacó de sus cavilaciones.

Naruto se movió un poco, sacando una mano de debajo de las sábanas en el proceso la cual terminó en la espalda del Uchiha. El moreno abrió los ojos notablemente alertado y luego de no ver otra reacción en el jinchuuriki, se separó un poco, levantó la vista y con alivio comprobó que seguía durmiendo.

Bien, habría que estar ciego para no verlo. A simple vista, Sasuke no era el único afectado con estos años de distancia. Suficiente, era tiempo de elegir.

—Naruto —musitó. Inmediatamente, sus ojos se tornaron rojos y las aspas de su sharingan aparecieron, girando a una considerable velocidad. La luz tenue empezó a colarse por la ventana, anunciando la llegada de un gris amanecer— Cuando termine todo, yo regresaré por ti —y dicho esto, el genjutsu tuvo protagonismo.

Esto significaba una cosa: había decidido. Naruto pasaba a ser una prioridad.

Naruto se vio a sí mismo en un bosque, caminando a tientas. Percibió el sonido de pasos y entonces él apareció, le sonrió con petulancia y sin ceremonia le besó desencadenando la tormenta de emociones. Sin temor a equivocarse, en el abismo de sus pensamientos, el rubio se dijo que este era el mejor sueño que haya tenido antes con Sasuke.

El canto de las aves le indicó a Sasuke que era hora de partir, por lo que deshizo su técnica y relajó la vista acostumbrándose a la luz. Admiró por última vez a Naruto, empeñado en cumplir con sus planes a la brevedad, y se fue inclinando lentamente directo a su cuello. Por supuesto que se aseguraría de que el Uzumaki no se atreviera a olvidarle y con ese pensamiento, sus labios atraparon la piel de su cuello y entonces succionó con cuidado.

Y de esta manera, con una marca y con la lluvia sonando de fondo, comenzó el preludio del réquiem de lluvia.


N/A: Bien, con esto doy por finalizado Rain Requiem. Una vez más, gracias a todos por el apoyo, se los agradezco desde el fondo de mi corazón.

¡Saludos y hasta la próxima!

Lumina Mithrandir.