Epílogo
(Edward P.O.V)
Era reconfortante estar acostado en aquella cómoda cama, arropado por las suaves sabanas y envuelto en la delicada fragancia de mi esposa, si, era reconfortante todo eso después de un largo día de trabajo, pero lo que definitivamente no era buena señal era sentir las pequeñas manos de Bella recorrer ansiosas mi pecho. Mi actuación del "Edward cansado y dormido" era digna de un premio Oscar, no iba a abrir por ningún motivo mis ojos, no iba a sumergirme en la calidez de sus orbes marrón chocolate ni en los deseos de besar sus labios de fresa, seguiría dormido y ella se olvidaría de su capricho.
Como yo no se lo estaba haciendo fácil empezó con la artillería pesada, comenzó a besarme detrás de la oreja, sus manos ahora delineaban el contorno de mis brazos, pero yo estaba firme en mi posición, no cedería, por hoy me tocaba dormir.
-Está bien Edward, estas cansado, puedo ir yo- me susurró para luego dejar un beso en mi mejilla.
No sabía si era buena idea dejarla levantarse de la cama, pero estaba tan cansado y tan cómodo que preferí seguir haciéndome el dormido, mi plan duró muy poco, un gemido de dolor de Bella me alertó, si algo odiaba en esta vida era que ella sufriera.
-Bella vuelve a la cama, yo voy- dije levantándome y viendo como ella acunaba su prominente barriga como tratando de proteger al bebé que se desarrollaba en ella.
-¿Qué se te antoja hoy a las… 3:15 de la mañana?- le pregunté con sarcasmo viendo la hora en el despertador de la mesita de noche.
-Helado de vainilla con salsa de chocolate y una galleta- dijo ella como una niña ilusionada por tener a su primera muñeca.
Fui hasta la cocina a preparar el postre que Bella quería, el cansancio me estaba matando; después de que Aro Volturi se fuera del hospital muchas cosas pasaron, el colegio médico nombró a mi padre como el director del hospital y a mí me dejaron a cargo del psiquiátrico en donde Volturi se dedicaba a torturar a sus pacientes, el normalizar la situación me estaba costando mucho trabajo, tuve que contratar a personal médico nuevo y mandar a sacar todos esos implementos de torturas; ahora teníamos salas de dibujo, de música, jardines más grandes y funcionarios más amables.
Estaba feliz con mi trabajo, y feliz con mi matrimonio, Bella era lo que siempre soñé y sentía que mi amor por ella había aumentado cuando me informo de aquella manera tan sutil que iba a ser padre, pero ella era tan frágil como un cristal después de todo, un día en su trabajo se desmayó mientras bajaba las escaleras, rodó casi un piso provocándose graves daños, Alice la había traído al hospital en donde me notificaron que había perdido gran parte del liquido amniótico y era posible que nuestro bebé no naciera.
Pero su anhelo por ser madre era más grande que su fragilidad, el médico le ordenó reposo absoluto, no podía levantarse de la cama si quería que nuestro bebé naciera y es por eso que ahora me encontraba complaciendo sus antojos nocturnos como tantas veces, por lo menos ahora se le había antojado algo que si teníamos en la nevera y no como la semana pasada que quiso comer pizza y hamburguesas a las cuatro de la mañana.
Subí con su postre, ella se encontraba sentada en la cama y no pude evitar reír cuando la vi saborearse mientras le acercaba la copa con helado.
Ella comió su postre con suma rapidez y dejó la copa vacía en su mesita de noche, sentí nuevamente sus manos recorrer mi pecho, esta vez si iba lograr hacerme el dormido, no iba a sucumbir ante sus caricias.
-Gracias Edward- me susurró al oído y después dejó un beso en mi mejilla, apagó la luz de su mesita de noche y se acurrucó junto a mí y ahora conocedor de que ella estaba satisfecha y cansada y por tanto se iba a quedar dormida me acomodé junto a ella y me dormí.
Desperté con el amanecer, Bella seguía acurrucada a mí, irónicamente con el embarazo se había vuelto más dependiente del tacto humano, necesitaba que siempre hubiera alguien con ella y por sobre todo demandaba más cariño de mí que de alguna otra persona.
Me salí con cuidado de la cama para no despertarla, me di una ducha rápida y me vestí velozmente para prepararle el desayuno a Bella y evitar que se levantase; cuando salí del baño la encontré de pie en la habitación, se veía asustada y acunaba a su vientre tratando de buscar consuelo en él.
-Esto no puede estar pasando, se supone que aun falta- murmuraba una y otra vez desesperada.
Mi vista viajó desde su vientre hasta sus pantalones del pijama completamente mojados y las gotitas que habían en el suelo, Bella ahogó un gemido de dolor y yo automáticamente me acerqué a ella para tomarla entre mis brazos.
-Edward tu dijiste que faltaba un mes más- musitó mientras yo la depositaba en la cama.
-El parto pudo haberse adelantado amor, voy a llamar al hospital, le diré a Jasper que se ocupe del psiquiátrico y a tus amigas que empaquen algo para ti y para el bebé- le dije tomando su mano mientras que con la otra tomaba mi teléfono móvil y me encargaba de hacer las llamadas.
Cuando todo estuvo arreglado me ocupé de ayudarle a Bella a ponerse ropa seca y con la mayor delicadeza posible la subí al Volvo y conduje como un loco rumbo al hospital, no me importó pasarme algunos semáforos con tal de llegar rápido, las contracciones de Bella eran cada vez más frecuentes y yo ya no podía seguir manteniendo mi autocontrol de médico, en breve pasaría a ser un futuro padre histérico.
Carlisle nos esperaba en la entrada con una silla de ruedas para Bella y el oír que ya tenían todo el equipo médico preparado para el nacimiento de mi hijo me tranquilizo un poco.
-No me dejes Edward, tengo miedo- rogó Bella una vez la instalaron en una habitación.
-Nunca te dejaría amor, tu y nuestro hijo son lo más importante para mí-le respondí acariciando su mano.
-Malas noticias Edward, tu retoño viene en mala posición, debemos sacarlo por cesárea- dijo Eleazar, el ginecólogo a cargo del nacimiento de mi bebé mientras revisaba la ecografía.
-¿Puedo entrar a la cirugía?- pregunté esperanzado, ni loco dejaría sola a Bella.
-Claro Edward, no creo que quieras perderte el nacimiento de tu hijo-me respondió Eleazar.
Bella iba muy nerviosa cuando la ingresaron al quirófano, pidió solo anestesia local para estar consiente cuando naciera el bebé, en ningún momento solté su mano, al parecer mi cercanía le infundía tranquilidad, y a mí el saber que Eleazar era el mejor ginecólogo de Seattle y que para él una cesárea era una intervención de rutina, nada les pasaría, ambos estarían bien.
Observaba la cirugía expectante y le iba contando a Bella solo la parte "linda" mi versión para ella era la de un parto hermoso, sin sangre y sin bisturís, un llanto de bebé inundó la sala de operaciones, un ser diminuto emergió del vientre de la mujer que mas amaba en el mundo.
-Felicidades, son padres de una hermosa y saludable niña- dijo Eleazar mientras ponía a mi hija en una cobija para acercármela.
-Renesmee, tan hermosa- dijo cuando la vio antes de desmayarse y que los monitores mostraran una línea recta.
Bella, mi delicada Bella, no respiraba y su corazón no latía, con mi hija en brazos me puse a llorar como nunca antes lo había hecho, nuestra pequeña al parecer era capaz de sentir mi dolor por lo que soltó un llanto cargado de angustia, y quizás fue eso lo que despertó en Bella sus ganas de ser madre y poder disfrutar su maternidad porque aquel monitos que mostraba un cuerpo inerte ahora indicaba débiles latidos cardiacos, Bella estaba viva, había vivido por su hija y por mí.
Ya pasada una semana Eleazar dejó ir a Bella del hospital, amaba verla radiante de felicidad, amaba verla con nuestra pequeña en brazos, se veía demasiado hermosa en su rol de mamá y adoraba verla amamantando a nuestra hija, a esa pequeña tan suya como mía, tan perfecta, cuya preciosidad radicaba en el amor que existía entre Bella y yo.
(Bella P.O.V)
Si me preguntasen si mi vida era perfecta ahora yo respondería que no, porque definirla como perfecta era muy poco, mi vida era maravillosa, sobre todo ahora que tenia a mi propia familia, mi pequeña Renesmee y mi amado Edward.
Por fin había logrado hacerla dormir, era una mimada, le gustaba que la sostuviera en mis brazos todo el tiempo y no me dejaba trabajar, si no supiera que era tan buena en mi trabajo estaría intranquila pensando en que mi jefa me despediría, pero era la mejor editora que tenían por lo que podía permitirme trabajar desde casa y cuidar a mi pequeña hija.
Mi niña, un pequeño pedacito de ambos, tenía la piel marmolea de Edward, su cabello cobrizo, sus facciones perfectas y los ojos de un color extraño; Esme me dijo que todos los bebés los tienen así al nacer, que luego definen su color verdadero de ojos, yo solo esperaba que fueran verdes como los de él.
Es increíble como cada cosa, cada situación encaja en su lugar, Jacob el que alguna vez fue mi novio, luego mi enemigo ahora era mi amigo incondicional y padrino de mi pequeña, él había encontrado al amor de su vida en la hija de la mujer que me cuidó en el psiquiátrico de Aro, Leah Clearwater era la mujer perfecta para él y ambos ahora esperaban a su primer hijo, solo esperaba que Renesmee y el pequeño Jake se llevaran tan bien como me llevaba yo con su padre.
(5 años después)
-¡Mamá!- gritó mi pequeña desde la sala, el pequeño Jake fue el primero en correr a su lado.
-¿Qué pasa corazón?- le pregunté arrodillándome para quedar a su altura, estaba llorando, me abrazó como si fuese a desaparecer de su lado.
-No quiero que te mueras- me dijo entre sollozos, me extrañó el comportamiento de mi hija, ¿de dónde habrá sacado semejante ocurrencia?
-Tu mamá no se va a morir Renesmee, estuvo enferma hace algún tiempo pero ya está bien…- le dijo Jacob haciendo que mi niña llorara mas.
-Por favor no ayudes Jacob- le solté enojada.
-Bebé, no me voy a morir, no estoy enferma y voy a estar contigo siempre, nunca te dejaría, eres mi pequeño tesoro, ahora, ¿me podrías decir de donde sacaste semejante ocurrencia?- le pregunté secando sus lagrimas.
-Mi padrino Jacob me trajo Bambi, papá la puso en la tele y a Bambi se le murió su mamá- dijo soltando un nuevo torrente de lagrimas.
-Hija, tú no eres Bambi- le aclaró Edward divertido.
-¡Pero tu amigo el doctor italiano me dice bambina!- sollozó.
-Bambina es niña en italiano princesa, mamá no nos va a dejar, y si algo pasara yo mismo la traigo de vuelta- le aseguró Edward tranquilizándola.
-Te dije que le gustaría más la cenicienta- reprendió Jake a su padre.
A mi hija se le aguaron los ojos, se refugió en los pequeños brazos de Jake y esa escena se me hizo tan familiar, podía verme a mí siendo consolada por Edward y sus promesas de que todo estaría bien, ese pequeño la trataba con suma delicadeza, como si mi hija fuera de cristal y el temiese romperla, y ella por su parte se sentía a gusto con Jake, temía que ella hubiese heredado mi problema, con los chicos ella no era así, era más bien retraída y esquiva.
Alice tenia gemelas, idénticas en todo menos en el cabello, una era rubia como Jasper y la otra tenía el cabello negro de Alice, ambas demasiado hiperactivas y extremadamente entusiastas en cuanto a moda se trataba, nunca usaban el mismo atuendo dos veces y siempre ocupaban a mi niña como Barbie para peinar y maquillar, igual como su madre lo hacía conmigo.
Rosalie por su parte tenía un niño, un pequeño Emmett con hoyuelos en las mejillas y cabellos rubios como ella. Me daba gusto que nuestros hijos fueran tan amigos como lo éramos nosotras pero Renesmee siempre estaba quedándose atrás, siempre escondiéndose tras de mí, de su padre o de Jake.
-Se lo que piensas, y es muy probable que ella también tenga tu problema, hay que esperar a su adolescencia para investigar más a fondo- me susurró Edward al oído mientras observábamos a nuestra hija colorear con Jake.
-No quiero que ella sea como yo, quiero que tenga una vida normal y feliz, que sea capaz de tener amigos y de amar- le respondí saliendo de la sala en donde se encontraban los niños.
-Aunque me duela admitirlo, y creo que a Charlie también le dolió, tendrá que llegar un idiota que la ame mucho como para que su amor sea capaz de sanarla- dijo Edward para darme un corto beso en los labios.
-¿Y mi idiota eres tú?- le pregunté para luego dejar un beso en su cuello.
-Bella no empieces, los niños están en la otra habitación, debemos cuidarlos mientras Jacob y Leah van a su cena de negocios- dijo frenándome.
-Está bien, pero cuando se duerman no te salvaras de mi Cullen- le dije depositando un pequeño beso en su boca.
Me dirigí a la cocina para llevarles un vaso de leche y galletas a los niños, mientras vertía aquel liquido blanco una sensación de asco me invadió, quería vomitar y rápido, salí corriendo rumbo al baño y ahí me encerré sin dejar que Edward ni los niños me escucharan, ya suficiente tuvo mi hija con Bambi como para ver a su mamá vomitando.
-¿Bella estas bien?, te ves pálida- dijo Edward una vez salí del baño.
-Ya me siento mejor- le mentí, estaba mareadísima.
-Si quieres puedo examinarte, no tienes muy buen aspecto- expuso mi esposo tocándome la frente.
-Solo dame agua, es algo normal, ya se me pasará- lo tranquilicé, si algo odiaba era ver a Edward al borde del colapso por mí.
-¿Cómo va a ser normal que hayas devuelto todo lo que comiste en el día, que estés tan blanca como un fantasma y que te cueste caminar como si estuvieras borracha?- preguntó tomándome entre sus brazos y llevándome al nuestra habitación.
-Ya se me va a quitar Edward- le insistí para que él no gastara tiempo en examinarme, además que lo que yo tenía no estaba dentro de su área.
-De todas maneras no me quedaré tranquilo hasta que te examine- dijo Edward testarudo.
-Bien, haz lo que quieras, después de todo el diagnostico es obvio- acoté, me encantaba hacerlo enojar, se veía sexy enojado.
-Ya suelta la sopa y que sea lo que estoy pensando porque si no te llevo a un hospital ahora mismo- amenazó.
-¿y qué es lo que estas pensando?- pregunté divertida.
-Por favor Isabella solo dímelo- rogó tomando mi mano.
-Está bien, vamos a tener un bebé- confesé finalmente y Edward salió corriendo de la habitación dejándome sola, me pregunté a donde podría haber ido pero la respuesta era lógica, escuché un chillido de mi hija y otro de Jake, las voces eran cada vez más cercanas, venían para acá.
-Mami, ¿Es verdad que voy a tener un hermanito?- preguntó mi hija sentándose junto a mí en la cama.
-Si amor, vas a ser su hermana mayor- le respondí.
-¿Y me vas a dejar de querer?- preguntó haciendo un puchero.
-Claro que no mi vida, los querré a los dos por igual- le aseguré y ella esbozó una sonrisa.
-¿Le podré pedir a mis padres un hermanito para navidad?- preguntó Jake haciéndonos reír.
-Si Jake, y así nuestros hermanitos jugaran juntos como nosotros- expuso mi hija divertida.
Ambos niños salieron de nuestra habitación hablando sobre todo lo que harían si tuvieran a sus hermanitos ahora, Edward acarició mi plano abdomen con tanta ternura como si conociera al pequeño ser que se estaba formando dentro de mí, si pensaba que la vida era maravillosa estaba equivocada, era eso y mucho mas, ahora si podía creer en la felicidad permanente, sin Irina, sin Aro y sin enfermedades limitantes, solo el amor de Edward y mi pequeña familia.
-¿Te cuento un secreto?- dijo Edward tomando mi mano.
-Ese día que te apareciste en la consulta médica yo no atendía, estaba reemplazando a un colega que tuvo que ser operado de apendicitis de urgencia- confesó Edward.
-¿o sea que si tu colega no se enferma nosotros no nos conocemos?- pregunté sorprendida.
-Y yo no quería reemplazarlo, eso es lo mas cómico de todo, iba a reemplazarlo Aro, pero tuvo una reunión en su hospital y no me quedó más remedio que atender yo a sus pacientes, no sabes cuánto agradezco el haberlo reemplazado- expuso Edward con una sonrisa.
-y yo lo que agradezco el haberme levantado ese día, Alice me trajo a tu consulta amenazada, si no me levantaba iba a abrazarme con sus pequeños brazos de duende, ¡puaj!- exclamé.
-que ironía esta vida, las casualidades sí que existen, míranos ahora, casados, con una hija y un bebé en camino- dije acariciando mi aun inexistente barriga.
-Te amo Bella- dijo dulcemente Edward besando mi frente.
-Pero yo te amo mas- le dije sabiendo que esa sería una dulce guerra de nunca acabar.
Fin
bueno chicas, llegamos al final, gracias a todos quienes se pasaron por aquí y leyeron esta ocurrencia mia
necesitaba escribirla y me hizo bien hacerlo, es como pensar que para todos, sea cual sea el problema que tengamos encontraremos un final feliz.
tengo que aclarar si algo que salio en capitulos anteriores, Bella en este fict padece ademas de todo lo que tiene hipotiroidismo, que es cuando hay una baja de hormonas tiroideas en el organismo, eso a veces causa cuadros depresivos como el de Bella.
ahora si, gracias por leer y por comentar
bye!