En el Gran Comedor, en la mesa de Gryffindor, sólo se hablaba de lo que había pasado en la clase de DCAO de los de séptimo. La puerta que había salido despedida, cómo se había llevado por delante a la Premio anual Evans, la pelea que se había organizado al momento entre James Potter y John Hevelius, quien sabiendo que su escudo no estaba activado, había usado Animo Linky y armado todo aquel jaleo. Y de Anthea Landry. También se hablaba de la Bestia Bella y de cómo después de que hubieran separado a Potter y a Hevelius había reanudado la pelea ella misma.

'No nos olvidemos de McGonagall…' – Suspiró Sam con pesar. Apenas había conseguido comer nada, pues tenía el estómago revuelto por los nervios pasados en las últimas horas. – '…y su promesa de sacarnos del quidditch si organizábamos cualquier tipo de pelea.'

'Lo dijo relacionado con los de Slytherin.' – Anthea también tenía su plato lleno de la poca comida que se había servido. – 'Esto a sido un pequeño malentendido en una clase. No nos puede decir nada, es como si se pelea alguien en una clase en la que estamos practicando duelos. Siempre hay alguien a quien se le va de las manos.'

'A ti, por ejemplo.' – Dijo tranquilamente Sirius. Su plato estaba vacío y ya se estaba sirviendo una nueva ronda de huevos con salchihcas.

'¡A mí nunca se me va de las manos!' – Espetó Anthea indignada, pero al hacer estallar en carcajadas a todos los demás, tuvo que reconocer que Sirius tenía un poquito de razón. Ella sonrió y se encogió de hombros. – 'Si no me enfadan soy muy pacífica y eso es pura verdad.'

De repente, Colagusano se levantó en el banco y saludó con la mano a James, que en ese momento entraba por la puerta del Gran Comedor junto a Remus Lupin y Ió Keith. James hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo, se despidió de Ió y de Remus y fue hacia donde el grupo estaba sentado comiendo. James traía la misma mala cara que aquella mañana, si cabía incluso estaba un poco más serio. Anthea y Sam no pudieron evitar silbar sugerentemente cuando Remus y Ió se despidieron con un besito leve en los labios al lado de la mesa de Ravenclaw. Colorado, Remus fue a sentarse con sus amigos en la mesa de su casa, sabiendo que le esperaba un largo interrogatorio, aunque no pensaba soltar más de lo necesario sobre su perfecta mañana.

'Hola a todos.' – Saludó sonriente cuando tomó asiento entre Colagusano y Anthea.

'¿Hola?' – Inquirió Sirius con un tonito demasiado agudo. – 'Querrás decir: ¡Buenos días! ¿Dónde te has metido toda esta mañana, eh? ¿A ti te parece normal hacer novillos sin avisar? ¡Nos tenías preocupados a todos!'

'Vosotros sí que me preocupáis.' – Respondió Remus medio en serio medio en broma. – 'Desaparezco una mañana y Lily acaba en la enfermería y vosotros dos…'- Dijo señalando a Anthea y James.-'…organizáis una pelea en plena clase de DCAO.'

'Ya veo que te has enterado.' – Dijo Sam riendo.

'Sólo se hablaba de eso en los pasillos.' – Remus suspiró. – 'Ha sido volver al pasillo y todo el mundo que si Evans se ha desmayado, que si Landry le ha dejado a Hevelius el ojo morado… ¿Estáis locos o que os pasa? No se os puede dejar ni un momento a solas.'

'El muy subnormal ha usado Animo Linky contra una puerta sin haberla protegido antes. Lo ha hecho aposta.' – Espetó James de mal humor. – 'La puerta podría haberse llevado por delante a cualquiera o incluso a más de uno. El gilipollas de Helvius se merecía un par de hostias bien dadas.'

'Totalmente de acuerdo.' – Apuntó Anthea con suficiencia. – 'Ha sido un irresponsable y le ha dado a quien no debía. Que se aguante.'

'¿Te han dejado entrar en la enfermería, James?' – Preguntó Kaienne. Sus finas cejas dibujaban la preocupación en su rostro.

'No. Bones estaba por allí con McGonagall y ha sido él quien ha salido afuera cuando he llamado a la puerta. Me ha dicho que por lo menos hasta la noche no podía entrar nadie a verla.' – James se encogió de hombros. – 'Se ve que se ha roto la nariz y estaba Madame Pomfrey trabajando para recolocarla antes de que empiece a soldar y se le quede torcida o algo así. Imagino que McGonagall le echara una mano para que le quede perfecta ora vez.' – James recordó con pesar lo mucho que le gustaba la nariz de Lily.

'Espero que se la dejen bien.' – Murmuró Sam.

'Si McGonagall estaba allí seguro que le estaba pegando la bronca del siglo a Bones.' – Comentó Sirius burlón. – 'No muchos profesores están de acuerdo con según que clase que organiza Edgar.'

'¿Y tú como lo sabes?' – Preguntó Sam con una ceja alzada. ¿Quién podía quejarse de las fantásticas clases de su genial profesor Bones? Eran las más divertidas que había recibido en Hogwarts desde las de aprender a volar con escoba por primera vez.

'Bajo la capa invisible se escuchan muchas cosas.' – Sirius alzó las cejas una y otra vez. – 'El día de las peleas a lo muggle, Sprout y Slughorn estaban mosqueados y McGonagall le defendía, aunque también le pegó un poco la bronca. Está loca esa pobre mujer… Aunque creo que le tiene cariño porque la promoción de Bones fue la primera a la que dio clase cuando entró en Hogwarts.'

'Pero si en cada clase que haga Bones manda a alguien a la enfermería, aunque sea un accidente, ni Dumbledore lo va a poder salvar.'- Dijo Remus mientras cortaba su trozo de carne a la brasa.

'Edgar no manda a nadie a la enfermería.' – Le defendió Anthea. – 'Son los alumnos que son estúpidos y hacen mal sus clases. Pobrecillo, él no tiene culpa.'

'Tienes toda la razón.' - Afirmó Kaienne con rotundidad.

'Vale, sí, todas estáis coladitas por Bones.' – Sirius respiró hondo. – 'Lo que hay que aguantar…'

El resto de la hora de la comida se lo pasaron discutiendo sobre si el hecho de que el profesor fuera atractivo influía en la atención que captaba en las clases, si Filch estaba enamorado de Madame Pomfrey y mil cotilleos más disparatados que se escuchaban de vez en cuando por los pasillos de Hogwarts. Cuando terminaron de comer, como no tenían clases aquella tarde, decidieron salir a los jardines a hacer la sobremesa. Sirius, Anthea y Colagusano cayeron dormidos nada más tumbarse en el césped, a la sombra del haya. Kaienne le estuvo explicando a Remus lo que habían dado aquél día en clase y le prestó los apuntes. James y Sam permanecieron sentados cerca de la orilla del lago, en unas piedras lo suficientemente grandes como para que permanecieran allí sin problemas. Sam tenía los pies en el agua, había dejado sus zapatos y calcetines donde Sirius dormía. Al ver a James tan serio, con la vista fija en el lago, no pudo evitar salpicarle con el pie.

'¿Qué haces, Sam?' – Preguntó fastidiado.

'¿Has estado en un funeral o qué?'

'No tengo ganas de hablar hoy, simplemente eso.'

'Ni hoy, ni ayer, ni antesdeayer. Llevas así desde que salimos del Manantial. Entiendo que no estés muy bien de ánimos por tu pelea con Lily, pero no te soluciona nada pasarte todos los días así de serio con todo el mundo.' – Sam no sonreía, pero su actitud era amistosa. – 'Yo también estoy un poco rara de ánimos y es básicamente porque la echo de menos. Hoy hablando con Sirius he podido quedarme más tranquila. Tenía pensado hablar con Lily después de comer, pero creo que voy a tener que esperar hasta después de la cena.'

'Pues que te vaya bien.' – Dijo él mostrando indiferencia.

'¡James!' – Esta vez Sam se enfadó. – 'Merlín, eres insoportable cuando te lo propones. ¿No se te ha ocurrido replantearte un poco tu actitud?

'No.'

'¿En serio en ningún momento has pensado en ir a hablar con ella?' –La sorpresa y el enfado de Sam iban en aumento.

'He dicho que no.'

'¿Cuánto tiempo vas a esperar para solucionarlo?' – Quiso saber Sam. Sus ojos achicados se clavaron en los de James, que seguían fijos en algún punto lejano del lago. – '¿Es que no has tenido suficiente de esta situación? ¿No puedes darte un respiro a ti y a ella y hablar? La gente se entiende hablando.'

'Sam, me estás cansando.' – Espetó James mordaz. – 'Déjame.'

'Pues te jodes y me escuchas. Porque o alguien te dice las cosas claras o vas a terminar arrepentido de lo que pueda pasar entre tú y Lily. Conozco a Lily desde mucho antes que tú y te aseguro que no vas a poder hacer que venga suplicándote perdón. Tienes mucho orgullo y la mala noticia es que no te va a ayudar en nada.' – Sam se inclinó hacia él en la roca. – 'Mira, me caes genial, pero conozco tus defectos más gordos porque en el quidditch los dejas ver a menudo. Te ciegas cuando las cosas no salen como tu quieres y te encabronas y le echas la culpa a los demás. A veces es culpa de los demás, pero otras tú solito sueles agravar lo que sea que haya pasado con tu actitud.'

'¿¡Me estás diciendo que es culpa mía lo que pasó en el Manantial!?'

Kaienne y Remus habían dejado de prestar atención a sus apuntes y miraban, disimuladamente a Sam y a James. Obviamente estaban escuchando todo porque ellos habían comenzado a alzar el tono de voz cada vez más. Al lado de ellos, Anthea abrió los ojos y gruñó.

'¿Qué narices es tanto grito?'- Murmuró reincorporándose.

'Sam y James.' –Le susurró Kaienne. – 'El tema de Lily imagino.'

Remus y Kaienne no supieron muy bien qué hacer cuando Anthea se levantó de golpe y se dirigió hacia Sam y James, quienes seguían gritándose el uno al otro. Ni siquiera notaron su presencia cuando se plantó tras ellos. Por un momento se le pasó por la mente usar Sonorus, pero decidió que no era necesario, pues suficiente espectáculo habían dado por la mañana. Bastaría con usar el mismo tono que ellos.

'¡Hablad con ella los dos y dejad a los demás vivir en paz!' – Les chilló Anthea harta. – '¡Sois unos orgullosos de mierda!'

'¿¡Pero qué estás diciendo!?'- Le gritó Sam. – '¡Pensaba hablar con ella hoy mismo! ¡A mí no me digas nada!'

'¡A mí nadie me tiene que decir cómo tengo que hacer las cosas!' – Espetó James poniéndose en pie. – '¿¡De qué coño vais las dos!?'

Sirius y Peter no tardaron en despertarse con la oleada de gritos, insultos y acusaciones que empezaron a lanzarse esos tres. Canuto les miró con cara de fastidio, pero más le fastidió ver cómo a su alrededor, los alumnos que como ellos estaban pasando la tarde al sol, se congregaban cerca y empezaban a cuchichear. No le hacía gracia que se convirtieran en el centro de los cotilleos de los malos rollos.

'Lunático, Colagusano, llevaos a James.' – Murmuró al tiempo que se desperezaba. – 'Kaienne, reina, llévate a Anthea a la torre y yo en breve os llevo a Sam. A ver si puedes tener una conversación con ella, porque aunque el tema no iba con vosotras, Anthea se ha metido bien en medio. Creo que eres la única que no se ha vuelto loca todavía, así que haz lo que puedas por favor.' – Se levantó y se estirazó como un gato. –'Estoy empezando a hartarme de que no hagamos más que discutir todos con todos.'

'Y esta tarde tienen entrenamiento, los tres juntos.' – Susurró Remus suspirando.

'Pues que se maten si quieren, pero donde yo no los vea.' – Espetó Sirius de mal humor, habían conseguido cabrearle. – '¡VOSOTROS TRES CERRAD LA PUTA BOCA AHORA MISMO! ¡ME TENÉIS HASTA LOS HUEVOS!'

Remus sugirió más tarde que Colagusano, Kaienne y Canuto supervisaran desde la grada el entrenamiento del equipo de quidditch de Gryffindor por si volvía a haber problemas. Sirius no quiso ni oír hablar del tema e insistió con marcharse con él a la Casa de los gritos, ante la proximidad de la luna llena. Sirius necesitaba alejarse de todos ellos porque estaba empezando a perder la cabeza y a ese paso, al día siguiente se uniría a Anthea, Sam y James en una discusión multitudinaria. Dejaron a cargo de la vigilancia a Colagusano, que luego se les uniría más tarde cuando James terminara de entrenar. Así pues, Kaienne y Peter compartieron la tarde en la grada vigilando a los tres problemáticos del grupo. Estos no se mostraron especialmente agresivos unos con otros, pero sí más serios y estúpidos de lo habitual. Los demás jugadores, que se dieron cuenta de que algo raro pasaba desde el primer minuto de entrenamiento, optaron por entrenar en silencio y obedientemente sin llamar apenas la atención. Al final resultó ser un entrenamiento de lo más serio y productivo, a pesar de la tensión del ambiente.

'¿Se puede saber qué os pasa?' – Le preguntó en un susurro Lyn a Anthea, una vez entraron en la parte del vestuario femenino. – 'James, lleva varios días rarísimo, pero hoy tú y Sam no estabais muy finas que digamos.'

'Nos hemos discutido este mediodía por lo que pasó en DCAO.' – Mintió Anthea, mientras se desvestía.

'Pero si según he oído no ha sido culpa vuestra, ha sido Hevelius.' – Lyn arqueó ambas cejas. No entendía por dónde iban los tiros.- '¿Es porque Lily y James lo han dejado? Últimamente no se os ve a todos juntos como siempre.'

'Lily y James siguen juntos.' – Atajó Sam bruscamente. – 'Y a quien oiga cuchichear sobre esos asuntos ajenos le diré cuatro cosas. Fin de la cuestión.'

Lyn optó por cerrar el pico mientras se duchaban. Sam no la volvió a mirar durante el resto de tiempo que anduvieron por el vestuario, pero en cuanto ella se marchó, Anthea se le acercó.

'No se lo tengas en cuenta, Lyn.' – Le susurró mientras se peinaba junto a la chica frente al espejo.- 'Estamos todos un poco picados con todos. Líos del grupo.'

'En cualquier grupo de amigos pasa eso alguna vez.' – Lyn se encogió de hombros. – 'Lo único es que se oye mucho hablar de vosotros. Ya sabes que desde que luchasteis contra los Sangre Pura el año pasado sois muy conocidos en la escuela y encima sois los de séptimo. Todos están pendientes de vosotros aunque no os deis cuenta.'- Lyn dejó el peine en su mochila y se aireó el pelo otra vez frente al espejo.- 'Los demás estudiantes os admiran.'

'¿Así que me adoran y admiran?' – Preguntó Anthea con una sonrisita de suficiencia. Le encantaba sentirse importante.

'Que no se te suban los humos. Todo es porque librasteis a la escuela de los Sangre Pura.' – Lyn la golpeó amistosamente con la cadera. – 'El año que viene yo seré de séptimo y me adorarán y respetarán a mí aunque no haya luchado contra nadie.'

'Como pasa el tiempo, ¿verdad?' – Anthea suspiró con nostalgia. – 'El año pasado estaban Axel y Darren aquí y el que viene yo no estaré. Me da miedo y tristeza solo de pensarlo.'

'Ni tu, ni James, ni Sam. El año pasado hicimos tan buen equipo todos juntos…' – Lyn terminó su trenza en el pelo y se agarró al brazo de Anthea. – 'A pesar de que hay días que te odio, no me imagino el equipo sin vosotros.'

'Imagino que será diferente…' – Anthea se giró y abrazó a su pequeña compañera de equipo. – 'Por suerte, todavía quedará Brandon. Además, Mireille y David parecen buenos y tú serás una capitana perfecta.'

'James ha dejado el listón muy alto. No podré superarlo con sólo un año.' – Lyn se deshizo del abrazo de Anthea y fue a buscar su mochila.- 'Y tampoco es seguro que vaya a ser yo la capitana, ¿no?'

'¿En serio lo dudas?'

Anthea le arreó un empujón leve y agarró su mochila. Le sonrío a Lyn y abrió la puerta del vestuario común. Tras un rato de alegre cháchara que contrastaba bastante con el ambiente que había habido durante el entreno, Brandon les dijo que habían estado hablando sobre cenar juntos, pero que James no había aceptado la invitación y se había largado rápidamente con Pettigrew. Sam había dicho que se les uniría un poco más tarde, que iba a visitar a Evans a la enfermería. Anthea recibió la noticia con alegría y alivio. Por fin parecía que todo iba a empezar a arreglarse. Contenta se fue con la mayoría de su equipo a cenar al Gran Comedor.

Sam estaba bastante nerviosa. Permanecía frente a la puerta de la enfermería sin atreverse a llamar. Se había imaginado la conversación con Lily unas diez veces por lo menos y a veces en su imaginación terminaban peor de lo que ya estaban. Estaba un poco asustada, pero se armó de valor y decidió llamar a la puerta. Madame Pomfrey le abrió un minuto después.

'Hola, vengo a ver a Lily Evans…si se puede.'- Añadió dudosa.

'Claro, pero a las diez se acabaron las visitas.' – La enfermera le sostuvo la puerta y la instó a pasar. – 'Está en la salita pequeña.'

Sam pasó a la salita pequeña de la enfermería donde solo había cuatro camas, dos y dos a cada lado. En una de ellas, Lily estaba repantigada sobre dos almohadas y leía un libro. Llevaba una especie de máscara blanca sobre la parte del puente de la nariz, la zona alta de las mejillas y las cejas. Ella no se había dado cuenta de que alguien había entrado y Sam carraspeó un poco.

'Hola…' – Sam sonrió débilmente.

'¡Sam!' – Exclamó Lily con sorpresa. Cerró el libro y se reincorporó más en la cama. – 'No te esperaba.' – La voz le tembló un poco.

'¿Qué llevas en la cara?' – Sam se sintió un poco más segura al percibir el ligero temblar de la voz de Lily. Parecía que no sólo ella estaba nerviosa. Se sentó a los pies de la cama de Lily y le sonrió.

'Esto es porque me había roto la nariz y me la han colocado recta.' – Le señaló el bote de Crecehuesos que había en la mesita. – 'Es para que mientras se suelda, no se me mueva y me quede torcida.'

Durante unos veinte segundos ninguna dijo nada. Sam tenía la cabeza agachada, con la mirada fija en las baldosas del suelo. En su cabeza buscaba sin parar como comenzar la conversación, el discursito de disculpa que había repasado en su imaginación diez veces, pero que en aquel momento le parecía ridículo. Por su parte, Lily miraba aquí y allá rápidamente: de la mesita a Sam y de Sam a sus propias manos agarradas a la sábana. Lily era consciente de que Sam estaba dándole una tregua, porque después de tantos días sin apenas hablar se había dignado a venir a verla con actitud amistosa. Lily sabía que tenía que aprovechar bien esa oportunidad.

'Esto está resultando un poco incómodo.' – Lily soltó una risita nerviosa. – 'Igual que estos días atrás.'

'Tenía preparado un discurso de disculpa en el que incluía el valor de la amistad.' – Sam se encogió de hombros y la miró avergonzada. – 'Pero me parece bastante tonto ahora mismo y no sé que decir.'

'Bueno, creo que un lo siento por mi parte es necesario.' – Admitió Lily son sinceridad. – 'Sé que no debí haberos ocultado lo que pretendía.'

'No debiste.'

'Pero entiende que eso no quiere decir que no confíe en ti, ni en vosotros.' – Lily respiró hondo y la miró a los ojos. – 'Tú sabes cuanto te aprecio y lo importante que eres para mí. Sé que fui un poco tonta al ocultarlo, pero te juro que no podía esperar más. Ni siquiera a que llegara Dumbledore. Te juro que estaba convencida de que si no hacía algo inmediatamente se cobrarían las vidas de James, Peter y Anthea y aún hoy pienso que habría pasado algo malo.'

Sam permaneció en silencio. Lily estaba convencida de sus palabras, pero ella no las tenía todas consigo. ¿Cómo iba a tener tanto poder el Manantial para hacerles algo malo a los que habían bebido de el? Peter y Anthea no habían pisado el Manantial jamás, sólo sabían que existía por lo que les habían explicado ellos y por la batalla contra los Sangre Pura. Y James no quiso volver cuando se enteraron de que las Náyades habían hecho un trato con Lily. ¿Qué iban a poder hacerles las Náyades lejos del Manantial? Era improbable… Sin embargo, desde que el trato había sido finalizado y la entrada al Manantial destruida, Sam estaba mucho más tranquila. Sam miró a Lily, notando como la comprensión y la empatía salían de su corazón.

'Aunque no comparto lo que hiciste...' – Sam sonrió con franqueza. – '…puedo entenderte.'

Lily suspiró aliviada y notó como las lágrimas brotaban de sus ojos. Sam le sonrío y las dos amigas se abrazaron con fuerza. El corazón de ambas latía con alegría y por fin la tensión del ambiente había desaparecido.

'Yo siento haber sido tan cabezota y haber tardado tanto en venir a hablar contigo.' – Dijo Sam contra la mejilla y el hombro de Lily. – 'Lo he pasado fatal.'

'Si yo te cuento.' – Lily se río. – 'Me sentía tan sola y tan rara sin ti…'

'Pues como yo. Ya no podía más.' – Sam la besó en la mejilla. – 'Te quiero mucho.'

'Y yo a ti también, Sam.'

Libres ya de la tensión, las dos amigas se pusieron al día y se contaron todo lo que les había ocurrido o habían oído que había pasado en la escuela durante esos turbios días en que la amistad se había visto tan resentida. Cuando Lily le preguntó nerviosa por James, Sam decidió serle sincera y explicarle la discusión que había tenido con él en el lago aquel mediodía. Sam sintió lástima por su amiga cuando vio como se le llenaban los ojos de lágrimas al decirle que James no tenía intención de hablar con ella. Trató de hacerla sentir mejor al decirle cómo había saltado contra Hevelius cuando la arrolló la puerta y que en cuanto la habían llevado a la enfermería se había acercado para verla pero Madame Pomfrey no le había dejado.

'Se preocupa por ti y le importas, eso no debes dudarlo.'- Sam estaba convencida que tras la fachada de chulo y arrogante, James se moría por hablar con Lily y arreglarlo. El problema era ése maldito orgullo de él.

'Y sin embargo ahora no quiere acercarse a verme o hablar conmigo…' – Lily se secó las lágrimas antes de que estas cayeran por sus mejillas. No estaba dispuesta a llorar más por culpa de la actitud terca de James. – 'En fin, hoy os he recuperado a ti y a Remus y es más de lo que esperaba cuando me he levantado esta mañana. Estoy agradecida por ello.'

Sam se despidió de Lily cuando a las diez en punto apareció Madame Pomfrey para decirle que se cerraba el horario de visitas. Un poco más tarde Lily cenó de la bandeja que le trajo la enfermera con la cena que se había servido en el castillo, pero no consiguió comer mucho. Su estómago estaba cerrado por culpa de la preocupación. Y es que no paraba de pensar en James. ¿Querría dejarla? ¿Volvería a recuperar su confianza algún día? ¿Y si ya no estaba enamorado de ella? Lily detuvo aquel bucle infinito de malos pensamientos cogiendo de nuevo el libro que estaba leyendo. Así al menos se distraería, pensó. Sin embargo no lo consiguió y al cabo de media hora se echó a llorar contra la almohada. Sus sollozos no le permitieron escuchar aquél aullido en la oscuridad de la noche.

Horas más tarde James se puso su túnica de Gryffindor, que había dejado colgada en un maltrecho perchero de la Casa de los Gritos. Sirius sujetaba a un desplomado Remus junto a Peter. Lo tenían cogido por debajo de los hombros y se disponían ya a salir de la casa y llevarlo a la enfermería. Remus tenía unos cuantos arañazos por el cuerpo y alguna magulladura que se había hecho al transformarse pero por lo demás estaba bien. El problema era que la transformación dejaba exhausto al pobre Lupin y por orden de Dumbledore debían dejarlo en la enfermería para que se recuperara del todo y nadie notara nada extraño con cada luna llena.

Los tres amigos salieron por entre las raíces del Sauce Boxeador, habiendo apretado antes el nudo de este para que no les asestara un golpe con sus ramas. Enfilaron por el camino hacia el castillo con el sol naciendo entre las escarpadas montañas. Unas diminutas gotas cayeron sobre las cabezas de los cuatro amigos. Era un día lluvioso de octubre. Rápidamente llegaron a la entrada del colegio, donde Madame Pomfrey les esperaba vestida con una bata y un gorrito de dormir. Sirius ahogó la risa cuando la vio vestida de aquella guisa. Y eso que no era la primera vez que la veía con ropa de dormir.

'Rápido muchachos, metedlo dentro.'- Cuchicheó al tiempo que les abría la puerta de la enfermería. – 'No hagan ruido al entrar, la señorita Evans está durmiendo.'

En cuanto entraron en la enfermería James miró a derecha e izquierda, buscando en la hilera de camillas a Lily. De las cuatro camillas que había en la sala pequeña de la enfermería sólo una tenía las cortinas cerradas. Supuso que allí se encontraba Lily. Dudó sobre acercarse a verla o no. Ralentizó el paso a propósito para separarse de Madame Pomfrey y el grupito que formaban sus amigos que cargaban con Remus. James se quedó a solas en el pasillo, justo enfrente de la camilla donde debía de dormir Lily. Con el corazón latiéndole desbocado agarró el extremo de la cortina. James estaba hecho una furia y hecho un lío. Él mismo reconocía que estaba insoportable y ni siquiera se aguantaba a sí mismo, pero le era imposible pasar a un metro de su pelirroja y no pararse a verla, aunque fuera a escondidas.

Cuando Lily despertó en la enfermería después de que la sacaran del Manantial, James no quiso ir a verla. Estaba tan furioso porque le hubiera mentido... Conocía a Lily mejor de lo que ella se pensaba y había estado casi seguro de que ella tramaba algo. ¡Por eso había dejado a Colagusano vigilando! Su instinto no le había fallado. Pero en el fondo había esperado estar equivocado y deseaba que Lily, tal y como le había prometido, esperara a su regreso en el salón de su torre. Y sin embargo Lily le había mentido y se había puesto en peligro. Lily se creía tan buena que había pensado que ella sola podría manejar el asunto y salir airosa. Lo peor de todo era que no había confiado en él. Le había dolido tanto... ¿Es que no había demostrado él ser digno de confianza? Él que era leal a sus amigos, a su familia y a su chica hasta la muerte. Él jamás habría actuado a espaldas de nadie de su confianza. Nunca le mentiría a un ser querido. Y ella lo había hecho escondida tras una máscara de sonrisa falsa. Al encontrarse en la torre de los Premios Anuales tras los cuatro días de castigo de Lily la discusión fue una bomba de recriminaciones, culpas y gritos. James había descargado toda su frustración contra Lily y ella no se había hecho pequeña ante sus gritos, sino que se había crecido más y más. Le había gritado que no la entendía y que eran las vidas de sus amigos lo que había estado en juego, que por eso lo había hecho. James no podía perdonarle la mentira y que se hubiera jugado la vida. ¿Y si no hubiera dejado a Colagusano al cuidado de ella? ¿Y si no hubieran podido entrar al Manantial? ¿Y si la hubiera perdido para siempre en aquel maldito lugar? Su corazón se retorcía de dolor solo de imaginar que Lily podría haber quedado atrapada en el Manantial para siempre.

Después de una semana James seguía furioso con ella, pero también la echaba tanto de menos... Añoraba su compañía, su risa, su mirada cálida e inteligente, sus besos, sus abrazos y caricias. Pero su orgullo no le dejaba perdonarla tan fácilmente.

James descorrió levemente la cortina y vigilando que no lo viera Madame Pomfrey se coló entre las cortinas. Lily dormía plácidamente sobre la camilla. Se quedó embelesado con su belleza. Parecía tan serena dormida. Ni siquiera el enfado de James conseguía menguar la atracción que sentía por Lily. James se acercó con cuidado de no hacer ruido y le acarició el cabello. Notaba que tenía un agujero en el corazón. Era tan odioso que estuvieran en aquella situación…

'Te echo de menos...' - Susurró con pena.

James se quedó mirando sus labios, tentado de besarlos y robarle un beso. ¿Se enfadaría Lily si algún día le explicaba que cuando estaban enfadados le robó un beso mientras dormía? Mientras lo pensaba, como si le hubiera leído la mente, Lily abrió los ojos y le miró. James se quedó petrificado, como si lo hubieran pillado haciendo algo malo.

'Ho-la...'- Tartamudeó. Era de esas pocas veces que se ponía nervioso.

Lily no se podía creer que James por fin estuviera allí. ¿Acaso era un sueño? Alargó la mano y le tocó el brazo mientras se reincorporaba en la cama par asegurarse de que era real. ¡Pensaba que tardaría otra semana entera en venir a verla! Sin poderse contener se le echó al cuello y empezó a llorar contra su hombro. James sintió ganas de llorar también. Toda su frustración se aplacó y el enfado dio lugar a la pena. Odiaba estar peleado con Lily.

'Está bien, Lily.'- Murmuró James derrotado contra su pelo. - 'No quiero pelear más.'

'Te he echado tanto de menos.'- Sollozó ella, abrazándolo con fuerza.

'Yo también, Lily.'- La estrechó con fuerza. – 'Más de lo que te imaginas.'

'¿Y por qué no has venido antes?' – Preguntó ella entre sollozos.

'Porque soy un imbécil…'

James la besó fuertemente en los labios. Llevaba toda la semana alejado de sus besos y le había parecido una eternidad. Entonces la cortina se descorrió y la cabeza de Sirius asomó rompiendo el mágico momento.

'¡Pst!' - Chistó Sirius. - '¡Iros a un hotel, marranos!'

'¿Qué cojones quieres?' - Saltó James enfadado por la interrupción.

'¡Potter!' - Tronó la voz de la enfermera Pomfrey y acto seguido las cortinas se descorrieron para dar paso a la airada enfermera. - '¿¡Cómo se atreve a colarse en la estancia de un alumno enfermo!? ¡Largo de aquí ahora mismo!'

James puso su radiante sonrisa de niño bueno y se separó de Lily.

'Madame Pomfrey nuestro futuro hijo le agradecerá que haya permitido que sus padres se reconciliaran este día en su enfermería.'

Acto seguido salió triunfal de la enfermería seguido por Sirius y Peter. De repente estaba radiante de felicidad. El mal humor que llevaba asolándole toda la semana se había esfumado como un suspiro. A pesar de ser las seis de la mañana y no haber dormido nada en toda la noche se sentía capaz de jugar un torneo de quidditch. Mientras subían por las escalera en dirección a su torre Sirius se lo notó.

'Tu bipolaridad da miedo.' – Le dijo Sirius cuando atravesaban el retrato de la señora gorda. – 'Creo que voy a llamar a San Mungo para que te reserven plaza.'

'Hoy es el día Sirius, en que puedes tocarme las narices como sea, que no pienso contestarte ni molestarme.' – Respondió James con una alegre cantaleta. – '¡Hoy vuelvo a creer en el amooor!'

'Por las barbas de Merlín…' – Sirius hizo una mueca de desagrado. – 'No vuelvas a hablar nunca más así. Nunca.'

James se lanzó a sus brazos y le dio un abrazo que Sirius, de puro susto o porque se quedó pasmado, no fue capaz de responder. Lo único que se le ocurrió hacer fue mirar a Peter y vocalizarle la palabra 'huye'.

Ió Keith terminó de desayunar rápidamente. Se disculpó con sus amigas y les dijo que se verían en clase. Agarró un par de magdalenas de chocolate y un vaso de zumo y salió del Gran Comedor. Saludó a un par de compañeros de su casa cuando se los cruzó en el vestíbulo de la escuela y se dirigió a la enfermería. Remus le había dicho el día anterior que iría a buscarla en cuanto estuviera recuperado, pero Ió tenía tantas ganas de verle que no había podido aguantar y darle la sorpresa de ir a verlo a la enfermería le hacía muchísima ilusión. Estaba tan distinta al día anterior. Estaba animada, se sentía viva y llena de ilusión por la vida y por su relación. Hoy se había dicho que la guerra no iba a quitarle la sonrisa de la cara. A pesar de todo, de las muertes, de las desapariciones, de los ataques…había motivos por los que seguir sonriendo.

'¡Buenos días Lily!' – Saludó Ió con alegría cuando pasó por delante de su camilla.- '¿Cómo estás?'

'Bien, aunque me pica un poco esta dichosa máscara.'- Lily hizo una mueca con la cara. – 'Oh, es terrible no poder rascarse.'

'¿Cuándo te la van a quitar?'

'Madame Pomfrey dijo que esta misma mañana.' – Lily se encogió de hombros.- 'Espero que no tarde mucho en venir. ¿Vas a ver a Remus?'

'Le he traído magdalenas de chocolate.' – Indicó enseñándole el paquetito de papel donde las llevaba.- 'Me apetece mimarlo un poco.'

Lily sonrío encantada. Era maravilloso que Remus estuviera con una chica como Ió, pensó contenta. Por fin su pobre amigo estaba siendo recompensado por lo buena persona que era. Lily se levantó de la camilla y agarró su uniforme de la escuela que estaba en la silla que había al lado de su camilla, se metió en el baño de la enfermería y se vistió y aseó. Esperaba poder ir a primera hora a clase, pero no sabía si podría llegar a tiempo al desayuno del Gran Comedor. Al volver a su camilla encontró una bandeja con el desayuno y justo cuando se disponía a darle un bocado al croissant, alguien le habló desde las cortinas.

'¿Evans? ¿Se puede pasar?'

'Claro.' – Dijo Lily a pesar de que no había reconocido la voz.

'Buenos días.' – Allan Looper, el capitán del equipo de quidditch de Ravenclaw, entró con una sonrisa radiante y un pequeño paquete en las manos.

'Looper.'- Exclamó Lily sorprendida. – 'Que sorpresa. No te esperaba.'

Allan Looper era un chico guapo de séptimo de Ravenclaw, alto y delgado, de ojos azules y cabello castaño claro. Era todo un deportista, pues por algo era el capitán y además era inteligente como todos los Ravenclaws. Vestía con el uniforme de su casa y llevaba su cartera atada a un hombro solamente.

'Me enteré ayer de lo que te pasó. Bueno, sólo se hablaba de eso en la escuela…Te he traído esto.' – Dijo mientras se acercaba y le tendía un diminuto paquete de bombones decorado con un lazo verde.

'Vaya, gracias.'- Dijo amablemente Lily. – 'No hacía falta que me trajeras nada.'

Sirius Black quiso matar a James aquella mañana en su habitación compartida. Se habían acostado hacía apenas dos horas, estaba muerto de sueño y James le había despertado cantando desde la ducha. Sirius se incorporó en la cama y se pasó la mano por el pelo en un gesto de desesperación. Peter dormía como un tronco en su cama. Antes de que tuviera tiempo de desperezarse bien, James salió del baño abriendo la puerta de par en par:

'¡BUENOS DÍAAAS!'

'Vete a tomar por saco.'

'¿Pero qué modales son esos, querido jovencito?' – James sonrió con suficiencia, cogió carrerilla y se lanzó sobre su amigo de un salto al grito de: – '¡Canutoooo!'

Sirius dejó escapar un grito y se tapó con los brazos para protegerse. James le cayó encima con todo su peso e hizo crujir el somier de la cama. Sirius temió que esta cediera bajo el peso de los dos y decidió quitárselo de encima a patadas y puñetazos.

'¡Fuera de aquí, joder!' – Gritó enfadado. Ya no sabía si prefería al James gruñón y malhumorado o a aquel chiflado alegre. Era insoportable de todas las maneras. – '¡Acabo de levantarme y ya estás hinchándome las narices!'

'Menudo mal humor, hermano.' – James salió de encima riéndose, fue a su zona de la habitación, cogió su mochila y metió los libros de las clases que tocaban aquel día.- 'Me bajo a ver a mi pelirroja. Te veo en clase.'

James salió de la Sala Común, saludó a Mireille Llewelyn al encontrársela en el pasillo y sonrío satisfecho cuando escuchó comentar entre cuchicheos a una de las amigas de su jugadora lo guapo que era y qué suerte tenía Mireille de haber entrado en el equipo. Bajó por las escaleras hasta el vestíbulo, entró un momento al Gran Comedor y robó de la mesa de Slytherin un par de pastas de chocolate y una jarra de zumo de calabaza. Le importó un pimiento que los alumnos de Slytherin que estaban desayunando le miraran mal y le recriminaran que cogiera las cosas de una mesa que no era la de su casa. Salió con las manos llenas del Gran Comedor y cruzó el vestíbulo para dirigirse a la enfermería. No pudo evitar ir silbando alegremente por el camino. Se sentía muy feliz y estaba deseando reunirse con su Lily. Zanjar su pelea con la pelirroja era la idea más brillante que se le había ocurrido jamás. Tras un breve paseo llegó a la enfermería. Entró sin llamar, pues la puerta estaba abierta y se dirigió hacia la camilla de Lily.

'¡Buenos días princesa!' – Exclamó al llegar. – '¿Cómo está mi pelirroja favorita?'

'¡James!'- Exclamó Lily sonriente y se levantó para darle un abrazo.

Lily lo abrazó, pero no recibió respuesta a su gesto. James se había quedado quieto y miraba fijamente a Allan Looper, que estaba sentado en la silla de al lado de la camilla. El capitán de Ravenclaw parecía un poco inquieto.

'¿Qué haces tú aquí?' – Espetó de malas maneras James.

'He venido a ver a Evans.' – Le contestó el capitán del equipo de Ravenclaw en el mismo tono.

'Es un buen amigo mío.' – Dijo Lily al tiempo que acariciaba el brazo de James para que este se relajara.

'Menuda ilusión.' – Dijo James con sarcasmo. – 'En fin da igual.'

James agarró a Lily por la cintura y le plantó un beso largo en los labios. Cuando acabó miró al capitán del equipo de Ravenclaw con una sonrisita de suficiencia. Lily suspiró resignada. Le molestaba cuando James se ponía en plan territorial.

Allan Looper supo que el tiempo de visitar a Evans había terminado con la llegada de Potter, así que se levantó y se despidió:

'Que te mejores, Evans. Si necesitas cualquier cosa estoy a tu disposición.'

'Si necesita algo ya estoy yo.' – Le dijo James.

'¡James! Vale ya, ¿quieres?' – Le reprendió Lily enfadada.- 'Nos vemos en clase de Pociones, Looper. Gracias por venir.'

En cuanto Allan Looper se marchó, Lily se giró hacia James con las manos en la cintura. Este estaba dejando las pastas de chocolate y el zumo de calabaza sobre la mesita de noche.

'James, te has pasado de la raya.' – Le dijo Lily.

Pero antes de que pudiera seguir hablando, James la agarró por la cintura con una mano y con la otra le sujetó la cabeza, la atrajo hacia él y la beso con pasión. A pesar del enfado, Lily se dijo que la reprimenda por su comportamiento podía esperar, había añorado tanto sus besos. Cerró los ojos y se sujetó a James poniendo sus manos en sus hombros.

'Te he echado de menos.' – Susurró James.

'Y yo a ti.' – Lily lo besó en la mejilla y le abrazó. – 'Te quiero.'

'Yo también te quiero.'

Se quedaron abrazados, felices por tenerse otra vez. El tiempo se detuvo y exactamente ninguno supo cuanto duró el abrazo. Por ellos podrían haberse quedado así para siempre, pero unos pasos en el pasillo les indicaron que alguien venía. Se separaron a regañadientes y Madame Pomfrey apareció con su varita en la mano.

'Buenos días, señorita Evans.' – Saludó con voz afable.- 'Potter, ¿ya está aquí otra vez?'

James sonrió como respuesta.

'Y no me voy a ir de tu lado nunca más.' – Dijo guiñándole un ojo a Lily.

¡Hola! ¡Feliz año nuevo!

Sé que es muy raro que me veáis por aquí, pero quiero que sepáis que no he abandonado el fic. Sigo escribiendo cuando puedo. Siento haceros esperar tanto, sé que no es serio, pero no puedo hacerlo de otra manera actualmente. Sólo deseo que sea de vuestro agrado y que lo disfrutéis. Muchísimas gracias por seguir leyendo y muchísimas gracias por vuestros reviews.

Besos, Eneida.