Capítulo Dos

¿Por qué no te casaste con mi mamá?


Mientras el sol avanza constante a través del campo, en los amplios terrenos de Hogwarts, un chico de cabello negro alborotado y agradables ojos verdes, atraviesa a toda carrera las amplias puertas del antiquísimo castillo, prominente de torres y torrecillas.

En su mano empuña un pergamino y en la otra, sujeta firmemente su larga varita de encino y núcleo de fénix. Ya va tarde para clases. Al parecer la misiva que ha leído, por tercera ocasión en ese descanso, ha robado parte del tiempo de sus lecciones de encantamientos.

No puede evitar chocar con un par de estudiantes que llegan impuntuales a clase también, pero no se detiene a pedir disculpas. «Igual no las necesitan» Se limita a pensar y sigue su camino. Dando un traspié, alcanza a penas la pared del aula de su clase, evitando así, darse un buen golpe en la nariz. Abre la puerta con rapidez y murmurando tontas excusas y disculpas, se abre paso hasta gruñirle al tímido chico que está sentado solo, quien rápido agarra sus cosas y se cambia de lugar, de esa forma, el chico de los ojos verdes se acomoda una banca atrás de una guapa chica de cabellos castaños-pelirrojos y ondulados.

—¡Albus, llegas tarde! —Murmura entre dientes y con reprobación lo ve, pues ha corrido de su lugar a un compañero de Hufflepuff, el que se apresuró a dejar el lugar al alto jugador de Quidditch. —Y todavía quitas a Carlus, ¡con la ayuda que necesita el pobre! —Termina la chica Weasley, cuidándose de que el pequeño, aún diminuto y anciano profesor Flitwick no les vea.

—Me urge hablar contigo —Se defiende Albus Potter ante la mirada fulminante de su prima. —¡Oh, cállate, Scor! —Dice al joven rubio que está sentado a la izquierda de la castaña-pelirroja, pues este está a punto de decir algo.

—Sólo me pongo del lado de Rose —Se encoge de hombros el guapo Scorpius Malfoy. La chica Weasley sonríe, revelando sus perfectos dientes, pues sus abuelos son dentistas. —Diariamente Rose revisa tus tareas, no entiendo que pueda ser tan urgente. —Sonríe a la chica devolviendo el gesto.

—¡Y muevan la varita así! —Grita el pequeño profesor, agitando la varita sin percatarse de nada.

—¿De qué se trata, Al? —Pregunta su prima a su primo. El encantamiento a practicar hoy, lo maneja a la perfección, por lo que puede permitirse el distraerse en la clase.

—¡De esto! —Exclama con más fuerza de la necesaria en respuesta, mostrándole el arrugado pergamino. Rose Weasley se descoloca un poco y abre los ojos sorprendida. —¿¡De dónde sacaste eso, Albus?! —El semi-grito de la chica de ojos castaños, hace que Scorpius y el resto de la clase, incluido el profesor, les miren fijamente.

—¡Muchachos, muchachos! Presten atención. Sé que no lo necesita, señorita Weasley, por nada ha heredado el talento de su madre, pero le recuerdo joven Potter, que no salió muy bien en la última prueba. —Regaña el profesor, los chicos asienten y a regañadientes, detienen la conversación que, como siente Scorpius, podría desatar una nueva guerra mágica mundial.

La clase no transcurre tan rápido como Albus y Rose quisieran, pero hora y media más tarde, se apresuran a buscar un aula vacía donde puedan aclarar la situación. El rubio Scorpius, trata de mantener un ambiente relajado, pero sin éxito; ambos primos tienen los labios apretados y las orejas rojas, revelando la temperamental sangre Weasley. El chico Scor sabe que inequívocamente, los dos están muy molestos.

—¿Por qué no nos dejas solos, Malfoy? —Pide el moreno, sus ojos verdes miran amenazadoramente.

—¿Ya me llamas por mi apellido, Potter? —Trata de hacerse el ofendido para calmar los ánimos, pero vuelve a fracasar en el intento. —Vale, vale, me voy —dice dándose por vencido y alzando las manos. Se da media vuelta, pero una suave mano lo detiene del brazo.

—No, Scor. —Habla Rose Weasley, para después dirigirse a su primo. —Lo que tengamos que hablar, Scor puede oírlo. Él está al tanto.

—¿Al tanto? —repite tontamente el confundido Albus Potter. —¡¿Quieres decir que a él le dijiste esto y a mí no?! —El temperamento explosivo Potter sale a relucir, la chica se apresura a aplicar un hechizo silenciador.

—¡Pues sí! A alguien debía contarlo, ¿no? Y sabía que si te lo decía, ibas a reaccionar exactamente así. Además... —Añade con la ira brillando en sus castaños ojos.

Por alguna razón, el joven Potter retrocede un poco; la sombra de la tía Hermione molesta viene a su inconsciente. Definitivamente su padre es un hombre de admirar, no por derrotar a un mago tenebroso, sino por saber cómo enfrentar a su tía pacíficamente. Aunque tía Hermione también merece un aplauso, pues cuando su padre explota, la única que puede tranquilizarlo es la mamá de Rose. No lo había pensado antes, pero no le da tiempo de analizarlo más a detalle. Rose le grita cuestionándolo.

—¡¿Cómo rayos conseguiste esa carta?!

—¡Glup! —Traga saliva el más joven varón Potter. —Yo... este...

—¡¿Entraste a la habitación de las chicas?! ¡¿Sabes que puedo reportarte con la directora?! —Grita iracunda. Pero el joven Malfoy, que hasta ese momento estaba callado, hace un comentario, tratando de quitar importancia a la acción de su mejor amigo.

—Bueno, Rose. No necesariamente pudo entrar a tu habitación. Para empezar está en la sala de Gryffindor y pues solo pudo entrar con compañía a tu cuarto. También pudo haber invocado el pergamino o... o... —se amedrenta ante la mirada de la chica —o... algo. —Pausa. —¿Qué tienes que decir a tu favor, Al?

—Gracias, Scor... —Dice sarcástico entre dientes, el menor Potter. —Mira, Rose. —Sale del apuro con tanta pericia como su padre. —Lo lamento, ¿vale? Nunca debí hurgar en tus cosas, pero es que me faltaban diez centímetros para completar la tarea de transformaciones humanas y... —Otra mirada fulminante castaña. —Y bueno, la encontré entre tus pergaminos y se me hizo fácil leerla. Cuando la leí una vez, no entendí nada y por eso la guardé en mi bolsillo. Terminé la tarea de McGonagall y me olvidé de ella, hasta el receso antes de encantamientos. Fui a los jardines y la leí con calma. Y ya sabes el resto.

—De acuerdo. —Respira Rose. Toma asiento en una banca del aula y mira a su primo con sus grandes ojos castaños. El rubio se acerca, para sentarse a su derecha, mientras su primo se acomoda enfrente, sentado sobre una mesa y los pies sobre una banca.

—Ahora dime, Rose. —Pide humilde el moreno, con el mismo meloso tono que su tío Ron emplea con su tía Hermione. —¿Qué significa esta carta? —Blande la misiva frente a sus amigos. —¿Cómo está eso de que preguntas a mi papá, eso... eso, sobre la tía Hermione?

Rose Weasley lo mira aprehensiva. No quería que su primo se enterara de esta forma, es más, no quería que se enterara; pero por un extraño juego del destino, Albus, su primo favorito y uno de sus mejores amigos, siempre se entera de casi todo lo que le sucede a ella. No sabe que responder, o más bien, no sabe cómo decirlo. Lo que está apunto de confesar, puede provocar muchas reacciones, para bien o para mal. Con cansancio, de luchar consigo misma, se lleva la mano a la sien y decide decir la verdad, igual, nunca se le ha dado mentir, otra similitud a su madre.

Scorpius presta atención a la pequeña batalla interna que está llevando la chica que más quiere en el mundo. Quisiera ser él quien enfrentara la difícil situación, pero no le corresponde; al menos, no esta complicación. Sus pensamientos divagan al lejano libro que tiene celosamente guardado en su habitación, en el fondo de su baúl. Entiende perfectamente a Rose. Él también guarda un secreto que involucra más gente. Personas conocidas y que podría crear algunas complicaciones o más bien solo algo de dolor. Comprende la angustia de no compartir todo con las personas que te interesan. Pero ahora debe ser fuerte por él, por ambos. Toma una mano de Rose y le regala una pequeña sonrisa de ánimo. Ella la devuelve agradecida y tímidamente.

Albus no puede evitar notar el intercambio de miradas entre su prima y su amigo, pero lo adjudica a que ambos comparten un secreto del cual se ha visto excluido. Lo cual es algo que le molesta sobre manera. De hecho, es algo que le asemeja a su famoso papá. La esposa de su tío Ron les solía platicar, sobre como su padre se molestaba al saber que se le ocultaban muchas cosas, siendo el involucrado. Y así se sentía ahora, relacionado con esa misiva que al parecer, su prima estaba por enviar.

El destinatario es lo que le había llamado la atención y por esa razón había tomado la carta de su prima. «¿Por qué Rose escribiría a mí padre Harry?» Cuando leyó que preguntaba si alguna vez estuvo enamorado de la joven Hermione Granger, se sintió muy alterado. Por ello fue a su clase, decidido a investigar el por qué Rose quería saber algo como eso. Así tuviera que robar algo de veritaserum, obtendría respuestas.

—Escucha, Al. —Comienza de nuevo Rose, tratando de hablar con tacto. —Cuatro meses antes de salir de sexto, empecé a prepararme para los exámenes. —El joven Potter se inclina más hacia la chica, prestando atención, aunque no sea información relevante. —En una de esas situaciones, consideré necesario investigar un poco más en algunos periódicos y revistas. —Rose frunció el ceño, cuando su primo rodó los ojos. —Y me topé con esto. —Dio un azote con su varita al aire y frente a Albus, unas hojas de revista muy viejas se aparecieron de la nada.

—¡¿Cómo ray...?! —Exclama el moreno asustado por la repentina aparición, casi cayendo de espaldas.

—Hechizos avanzados. —Explica Rose. Scor sonríe disimuladamente, Rose le había enseñado a realizarlos en una interesante sesión de biblioteca.

Albus cogió el pergamino y lo leyó.

La pena secreta de Harry Potter.

Cuando terminó de leer el artículo, volvió a ver a su prima.

—¿La tía Hermione hizo amortentia cuando estaba en Hogwarts? —Pregunta confundido y con las cejas muy alzadas. Rose ahora puso los ojos en blanco y Scorpius no pudo evitar soltar una carcajada.

—¡No seas tonto! —Replica Rose tan indignada, que se inclina un poco para dar un zape a su primo en la cabeza. —¡Mi mamá nunca hizo un filtro de amor! Al menos eso creo... ¡Pero eso no importa!

—¡Vaya! ¡Viktor Krum enamorado de la tía Hermione! ¡Qué guardado se lo tenía! —Comenta el moreno sin hacer caso de lo que dice su prima. Scorpius se muestra bastante interesado.

—¿El ex-jugador de Quidditch de la selección de Bulgaria?

—¡El asunto es mi mamá y mi tío Harry, tontos! —Regaña la joven, muy severa, antes de continuar su explicación. —Desde entonces, no pude dejar de pensar en ello. Y le comenté a Scor un día que me encontró leyendo esa vieja revista. —Su primo la miró sin lograr comprender. —Y sabemos, por la tía Ginny, que mi mamá nunca anduvo con tu padre, pero... ¿Porqué alguien escribiría algo así? Tal vez alguien que tenía algo contra ellos, pero nadie los hubiera relacionado, si no se hubiera viera visto algo más.

—No sé por qué tanto interés en eso, Rose. —Menciona Albus restándole importancia, mientras mira impresionado el nombre de Krum en las hojas. —¡Por Merlín y Dumbledore! Es como... como... —Alza la mirada pensativo y exasperado —¡Cómo decir que tú y yo...! ¡Argh, qué asco! —Grita Albus poniéndose de pie, sintiendo un escalofrío recorrerle la espina dorsal. —¡Qué ridiculez!

—¡Hey! —Se quejó el rubio pero nadie le hizo caso.

—Es solo que, ¿no lo entiendes, Al? ¡Claro que no lo entiendes! Es una tontería romántica de chicas. —Se responde ella misma, sin esperar respuesta de su primo. —Es solo que... Bueno, quiero saber. No importa ya. Estás enterado, me voy. —Dice Rose tratando de retener unas lágrimas. —Ya no enviaré la carta, así que puedes estar tranquilo —Añadió antes de abandonar el aula con presteza, dejando solos a los chicos.

—¿Qué diablos ha pasado? ¿Acaso Rose está en esos días? —Pregunta Albus al único que seguía escuchándole.

—¡No seas idiota! —Le contesta el rubio aguantándose la risa por la cara de circunstancias de su mejor amigo. —Es solamente que esto es importante para Rose. Ya sabes, por eso que ustedes mismos dicen que sus padres, bueno, de hecho, todos los que vivieron en la guerra mágica de hace años, evitan hablar de ese periodo de oscuridad. —Explica el rubio —Aún mi padre... —murmura, pero se repone con rapidez. —Entonces, encontrar un asunto así de delicado, que involucra a su madre, con el padre de su primo favorito, pues es obvio que quiera tener respuestas, saber algo más de la juventud de su madre. Vamos, ¡hasta yo quisiera saber que hizo mi padre en aquel tiempo! Y eso es todo. —Finaliza Scorpius Malfoy alivianando la situación, pero sin olvidar sus propias preguntas sin respuestas.

Albus Severus asiente lentamente con la cabeza. Ahora es un poco más sencillo entender lo que siente su prima. Él mismo, en su primer día en Hogwarts, no sabía que era hijo del famosísimo salvador del mundo mágico, el elegido, el niño-que-vivió; Harry Potter. Solo era consciente de la fama de su madre, al ir a todos los eventos deportivos de Quidditch, donde fue una gran jugadora.

—Bueno —Dice al fin a su amigo rubio, mientras desarruga el pergamino que trae plasmada la esmerada caligrafía de su prima. —Supongo que esta carta deberá ser enviada. —Scorpius lo mira fijamente —Al menos no por ella, la enviaré yo, claro que firmando ella. Y después podré chantajearla con las tareas el resto del año.

—Digno hermano de James. —Sonríe Scorpius meneando la cabeza. En su interior sabe, que su amigo empezará a sentir las inquietantes dudas al igual que Rose. Tal vez no ahora. Scorpius siempre ha sentido que hay una extraña conexión entre sus mejores amigos. Si no fueran primos, hasta él sentiría celos.

Albus empieza a hurgar en su mochila, hasta alcanzar un pedazo de pergamino limpio y un bolígrafo que quitó a su prima Rose, ya que todos usan pluma y tintero, él prefiere llamar la atención usando un invento muggle.

Gracias por tu pronta respuesta, tío. —Lee en voz alta el rubio, diez minutos después. —¿Ahora porque tanta prisa, Al?

—Bueno... —Responde mientras firma la hoja con un "Rose" en una buena imitación de la cursiva de su prima y enrolla el papel. —Entre antes mejor, así terminaremos con todo esto pronto. —Añade mientras se encaminan a la lechucería, donde ata la carta en la pata de su lechuza. —Llévala a papá... y no dejes que mamá la lea, es un asunto privado. —La lechuza ulúa en asentimiento y emprende el vuelo por una ventana abierta, perdiéndose en la oscuridad de la noche. —Sí, es lo mejor... que mamá no sepa nada. —Dice por lo bajo, aunque algo en su interior, le dice que su madre sabe más de lo que aparenta.

—¿Estás bien, Al? —Pregunta cauteloso su amigo Scorpius.

—Claro, Scor. Después de todo soy un Potter, ¿no? —Trata de parecer despreocupado. Se dirigen ahora a cenar, donde su prima de lindos rizos, le dará un abrazo enorme y con besos en la mejilla, le dirá que es el mejor primo del mundo entero. —¡No puedo creer que la tía Hermione saliera con Víktor Krum! —Dice Albus antes de dar una gran mordida a una pieza de pollo asado, sin poder asimilarlo. —¡Cuando James se entere!

Así pasan los días, y el asunto queda en el olvido, hasta que Rose recibe la respuesta. Ahora, la temporada de Quidditch, mantiene a todos los alumnos con la cabeza en el deporte mágico más popular del mundo. El equipo de Slytherin, liderado por Scorpius Malfoy, el mejor guardameta, y con Albus Severus Potter como buscador (siguiendo la tradición familiar), va arriba en el marcador.

Rose llevará los colores de Gryffindor, porque su hermano Hugo juega de bateador y su prima Lily, de buscadora. La chica Weasley será fiel a su casa, es algo que advirtió a su novio-a-escondidas y a su primo-más-cool. Como alumna de la casa de los leones, hace honor a la lealtad que les distingue.

El día antes de la final ha llegado.

Frente a la chimenea de la sala común de los colores rojos y dorados, una chica relee la carta por décima vez; preguntándose que hubiera sido de todos, si su madre y su tío, hubieran tomado decisiones diferentes. No sabe que un hombre adulto se pregunta exactamente lo mismo, una y otra vez.

Querida Rose,

Nunca he sido bueno escribiendo buenas cartas. Tu madre Hermione es la experta en ello. ¡Vaya, no puedo escribir una misiva sin mencionarla! Pero precisamente esta carta trata sobre ella. Me has hecho una pregunta y tras mucho pensarlo, he decidido que mereces una respuesta honesta. Se que esto has de compartirlo tarde o temprano con mi hijo Albus, así que aprovecho para enviarle saludos y pedirle que no me juzgue por lo que voy a escribir.

Hermione es la persona más perseverante, inteligente y especial que nunca haya tenido el placer de conocer. Hay algo que agradezco en especial a su profesor Neville, y ese es que perdiera su sapo el primer día del colegio, en el expreso. Fue la vez que la conocí. ¡Ella siempre fue tan peculiarmente mandona!

En lo que fue el principio de año, tu padre Ron, se hizo rápidamente mi amigo y debo confesar algo que me apena; no tratamos muy bien a Hermione. Lo que nos hizo amigos, es la historia que les hemos contado, un Troll nos unió para toda la vida.

Año tras año, desde que me inicie en el mundo mágico, tuve ciertos enfrentamientos con el mago oscuro de aquellos tiempos, Voldemort. Y año tras año, tu madre estuvo conmigo en todas las circunstancias por las que tuve que pasar. Algunas veces, sólo fuimos los dos. Hubo un par de ocasiones, que hasta tu padre nos abandonó.

Con el pasar del tiempo, Hermione se volvió más relajada y más bella. Por lo que me dijiste en aquella carta (por cierto, la lechuza picoteó a tu tía un par de veces), se que sabes que Hermione llegó a salir con el más famoso jugador de Quidditch de por aquel entonces.

Un par de años después, un enorme tipo, creo que se llamaba Cormack Mclaggen o algo así, pretendió a tu madre. Era un muchacho bien parecido, pero en ese momento me pareció ególatra y eso le quitó puntos, no era suficientemente bueno para mi Herm. Por el mismo tiempo, empecé a ver a Ginny con otros ojos.

Pero, no quieres saber sobre mi relación con tu tía.

Hermione me atraía bastante, pero me di cuenta hasta mucho, mucho después.

Mione, siempre estuvo ahí para mí. Siempre. Para ella era Harry, su amigo, y espero que el mejor. No se si ella me vio con otros ojos, pero nunca alcancé a valorar lo que sentía por ella, pues nunca me encontré en la situación de no tenerla cerca. Es difícil apreciar a alguien que siempre tienes a tu lado. Hermione nunca se alejó de mí (exceptuando en tercer año, pero éramos unos críos además, yo era quien se apartaba de la gente)

Para cuando lo entendí. Ya habíamos derrotado a Voldemort y Hermione había besado a tu tío enfrente de mí. Por eso digo, si ella me vio con otros ojos, nunca lo supe. Ahora que lo pienso, hasta Krum, se dio cuenta de algo que yo nunca pude ver. Él llegó a preguntarme si yo tenía algo con mi amiga.

Para cuando tenía dieciocho años, ya sin la carga de Voldemort, debíamos seguir con nuestras vidas y retomé mi relación con mi última novia. Y me negaba a aceptar lo que mi inconsciente dictaba. Además que Ginny ha sido una mujer tolerante a la relación que tenemos tu madre y yo.

Tuve un tipo de relación en mis años de Hogwarts, con otra chica, que me hizo un escándalo en un cursi café en Hogsmeade. A aquella chica, simplemente no aceptaba ni le parecía mi relación de amistad con Hermione; mi mejor amiga y confidente. Y la hermana de mi mejor amigo si lo aceptó. Hasta la fecha lo acepta, pues Mione siempre será mi Hermione; una mujer muy especial para toda la vida.

Casi me olvido: me enteré que Ron estaba enamorado de Hermione; en una situación bastante extraña. No ahondo en detalles, porque creo que eso corresponde a tu padre decidir si contártelo o no. Pero esa ocasión fue más que decisiva para tratar de borrar todo rastro de sentimiento por mi mejor amiga. Pues si con anterioridad lo sospechaba, aquel momento me lo confirmó.

No te voy a negar, pequeña Rose, que llego a preguntarme que hubiera pasado si Hermione y yo, hubiéramos quedado juntos.

Espero que esto no cambie las cosas y que nos sigan queriendo como siempre; pues ustedes son lo mejor que nos ha pasado como la gran familia y amigos que somos.

Con cariño,

Harry Potter.

P.D. Espero todo haya sido claro, esto de expresarme, nunca ha sido mi fuerte.

A miles y miles de kilómetros, lejos del colegio; en un antiguo café en el corazón de Londres, una simpática pareja conversa animadamente. La atractiva mujer de unos cuarenta años, se divierte con las muchas anécdotas que, como auror, le platica el hombre con el que se encuentra cenando.

Tras pedir la cuenta, el moreno insiste en pagar la cena, para después ir a caminar cerca del río Támesis, bajo la luz de las estrellas. Ese día, a Ronald Weasley, le ha tocado estar en un caso en Croacia, y la señora Potter, promociona su libro sobre Quidditch, en una gira por Estados Unidos.

Así que Harry Potter y Hermione Weasley, habían salido a cenar para no estar en la soledad de sus hogares, pues no pudieron acompañar a sus respectivas parejas en sus viajes, por sus asuntos de trabajo en Inglaterra.

—Es una pena que no hayas podido acompañar a Ginny, es algo muy importante para ella. Menciona la castaña Hermione, con las manos metidas en los bolsillos de la gabardina verde que había vestido ese día.

—Sí, pero ya está acostumbrada a viajar sola. En ocasiones no podía acompañarla a sus giras con las Holyhead Harpies, ya sabes, por las misiones y los niños. —Un silencio. —Pero me agrada estar aquí contigo, Herms. Hace tanto que no platicábamos largo y tendido.

—Si... —Otro silencio. Hermione no sabe qué decir, pero las palabras no son necesarias. Es una quietud muy cómoda entre ambos. Con Harry puede hablar de lo que sea o mantenerse callada, y que aun así sea una situación agradable.

—Mione, yo... ehmm, te quería preguntar... —dice algo nervioso, pasando su mano por la nuca, alborotando aún más su cabello. No puede evitar sonreír, al ver que su amiga trae colgando el dije que le obsequiara algunos meses atrás. —¿Has hablado de algún tema... este... extraño con Rose? —Su amiga se detiene de pronto y su rostro luce pálido, revelándole todo. —Veo que sí.

—¿Ha hablado contigo? —pregunta Hermione sintiéndose a punto de desfallecer. —¡No esperaba que Rose se atreviera a preguntarte!

—¿Preguntarme? —Confirma sorprendido el moreno. «¡Sabía que Hermione estaba al tanto! ¿Qué habrá respondido a Rose?» Puede ser que nunca lo sepa, pero odia no saber las cosas.

La castaña hace un gesto fingiendo que es un asunto sin importancia. —¿Le contestaste? —Pregunta la mujer, agradeciendo internamente que este tan obscuro y su amigo no vea los colores en sus mejillas. Siente como su corazón late acelerado, dentro de su pecho, en espera de una respuesta.

—Si... y pues... ¿nunca has pensado que hubiera pasado si tú y yo...? Ya sabes... eso. —Los nervios florecen en él como si fuera de nuevo el muchachito de catorce años, no el hombre maduro que es ahora. Por unos minutos, no recibe respuesta, teme haber molestado u ofendido a su mejor amiga en todo el mundo. La hermosa mujer que daría su vida por él, sin pensarlo siquiera.

—Lo he analizado muchas veces, Harry. —El moreno de ojos verdes, de repente sabe que él también daría su vida por ella sin meditarlo dos veces. —Pero supongo que es algo que nunca lo sabremos, ¿no? —Hermione suelta un suspiro que escapa de sus labios.

—Tienes razón, Herms. —Harry siente como su corazón bombea deprisa, luchando por escapar de la caja que lo detiene. «Odio no saber las cosas» repite en su mente. —Como siempre, tienes toda la razón.

—Gracias, Harry. —Agradece la castaña suavemente, su risa es melódica y fresca. Justo como siempre la ha recordado. Se miran profundamente a los ojos, como a menudo han hecho.

Sin pensarlo demasiado, el señor Potter se inclina lentamente, hasta rozar su nariz con la nariz de su mejor amiga. Duda un poco, más siente una ráfaga de valor desconocido, animándole a declarar, con la voz ronca de ansiedad y deseo, lo que quiere hacer desde hace tiempo. —Pero creo que por esta noche... podemos averiguarlo. —Sin dar tiempo a protestas, la besa suavemente.

Harry es consciente de los ligeros temblores de Hermione, de su amiga Hermione. Esta seguro que él está en el mismo estado de conmoción. Saca sus manos de los bolsillos y rodea la cintura de la castaña, acercándola un poco más a él. La adrenalina que hace tiempo no sienten, hace el beso aún mejor.

Tan pronto como lo hacen, se separan. Las respiraciones de los dos se escuchan aceleradas.

Harry Potter se permite recobrar algo de aliento. Lentamente abre los ojos, temiendo encontrarse con la mirada severa de la esposa de su amigo. Sin embargo ve la mirada brillante y llena de vida; tal y como él se siente. Aunque ese feeling lo aturde un poco. —Lo siento, Hermione. —Se disculpa el atractivo hombre con torpeza. Se da cuenta que sus manos siguen posesivas en la cintura de ella. En algún momento, Hermione ha puesto sus suaves manos en el pecho de él. Ambos las dejan caer bruscamente. —Es solo que...

Pero Harry Potter no llega a disculparse correctamente, Hermione retrocede un par de pasos sin dejar de mirarlo y se desaparece prontamente con un ligero plin. El moreno suspira y se reprocha lo torpe que ha sido. Se enoja con él por la estupidez que acaba de cometer, y patea con ira una banca que está cerca. No le preocupa que Ron o Ginny lleguen a enterarse; como un pacto silencioso, saben que esto quedará entre ellos.

Con demasiadas cosas en la cabeza, mira el cielo atento. Y sus recuerdos viajan a sus primeros siete años en el mundo mágico.

Hay cosas mucho más importantes, amistad, y valentía, y...

Sí. Hay cosas que puede ser que no se sabrán nunca, o que nadie podrá entender jamás. Pero hay otra que simplemente se siente en el corazón.

Es una verdad mundial y una fuerza innegable y con eso nos referimos a una sola cosa, y eso es...

Amor.

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Editado: Enero, 2019.