I'm Back! ;)

Aclaración: Naruto no es mío, es de Masashi Kishimoto, si fuera mío Konoha ya tendría corriendo a, por lo menos, tres niños de cabello oscuro con ojos jade; y dos niñas rubias con byakugan. ^^

Advertencias: Universo Alterno.

Como Si Fuera Cierto

Puso las maletas en el suelo de la acera y respiró profundamente, levantando la cabeza para tratar de encontrar la punta de ese enorme edificio que, prácticamente, se perdía entre las nubes. Su nuevo hogar.

Miró hacia ambos lados de la calle repleta de autos y de gente que corría apurada por llegar a ningún lado. Él, por su parte, enterró sus manos en los bolsillos de sus gastados jeans.

Las cosas se habían dado con mucha rapidez. No había pasado más de una semana en la cual Fugaku Uchiha, su padre, le había pedido que se mudara a su edificio en Konoha, la capital del país del Fuego, para que lo ayudara y comenzara su formación como gerente y, más adelante, presidente de la cadena de hoteles y clubes campestres de la familia Uchiha.

Ahora, estaba parado frente a la enorme edificación ubicada en la calle más céntrica de la ciudad de Konoha, en la cual su padre había comprado un piso exclusivamente para que él viva.

Sujetó las únicas dos valijas que había traído y junto con la mochila que cargaba en su espalda, cruzó las puertas de ese lujoso sitio.

El interior era como cualquier otro edificio. Se veía un extenso y ancho pasillo el cual luego se dividía en dos. Las paredes se veían adornadas por lámparas y estaban pintadas de blanco, al igual que el techo. El suelo estaba recubierto de alfombra gris, la cual parecía no tener mucho tiempo estando allí.

Se detuvo frente al ascensor y fijó su vista en la placa que había al lado de las puertas de éste. Diez pisos. Con razón era tan alto. Volvió a meter la mano izquierda en el bolsillo de su pantalón y extrajo una pequeña llave adosada a un número dorado. Número 14.

Repasó nuevamente la placa en la pared. Sin contar el lobby en el cual se encontraba parado en ese momento, los pisos contaban con dos departamentos cada uno. Por lo cual, su nuevo hogar, estaba en el octavo piso. Suspiró pesadamente. Hasta arriba había tenido que mandarlo su padre.

Apretó el botón que llamó al ascensor, el cual no tardó más de diez segundos en aparecer tras abrirse las puertas. Cargó todas sus cosas dentro y marcó el número 8 en el mando que había en el muro recubierto de alfombra.

Mientras el cubículo subía, él se apoyó en una de las paredes y enfocó su vista en el reflejo que le devolvía el espejo que tenía frente.

La imagen que le mostraba era la de un muchacho de, aproximadamente, veinte años; vestido con unos simples jeans y una camiseta negra. Con el cabello alborotado y algo largo, de color negro azulado peinado liso en el frente y en pico en la parte de atrás. Su rostro mostraba una palidez típica de él, extendida por toda la piel perfecta. Y, para completar su extraña pero encantadora apariencia, poseía unos profundos ojos negros, los cuales se veían fríos a simple vista y podrían intimidar a cualquier persona.

Se estudió repasando su mirada por toda su silueta un par de veces. Había crecido mucho desde la última vez en que había estado en Konoha. No era que no le gustara la ciudad, sino que prefería más la tranquilidad y la serenidad que le brindaba su antigua casa en donde vivía con su hermano mayor Itachi, desde que su madre había muerto hacía ya tres años.

Trató de no recordar ese acontecimiento que tanto lo había lastimado y, sin que de diera cuenta, las puertas del ascensor ya estaban abiertas invitándolo a salir al pasillo de lo que sería su nuevo hogar.

Sacó las maletas y caminó unos pocos metros hasta posicionarse frente a dos puertas confrontadas una a cada lado del pasillo, las cuales tenían grabadas respectivamente el 13 y 14 en color dorado.

Introdujo la llave en la cerradura de su correspondiente puerta y la giró dos veces hacia la derecha para luego escuchar un 'clic' indicando que se había abierto.

No había logrado aún girar la manija para ver por primera vez su nueva casa cuando escuchó ruidos detrás de él.

Se giró justo a tiempo para ver como la puerta con el número 13 se abría para dar paso a un chico rubio de enormes ojos celestes. Iba bastante despeinado y con la camisa no muy bien abrochada que digamos, parecía apurado. Cerró la puerta fuertemente y embocó la llave para cerrarla. Parecía dispuesto a salir corriendo al terminar su tarea, pero al darse vuelta se encontró con algo que rompía la monotonía del simple pasillo que veía todos los días al salir de su casa. Frente al 14 había un chico morocho, el cual lo miraba confusamente.

El rubio agitó la cabeza y la dejó caer de lado.

- Y tú… ¿Quién eres? – preguntó, sin nada de tacto.

El moreno levantó una ceja. Inmediatamente, el rubio pasó su mano delante de su rostro como espantando algo.

- Ay, disculpa mi falta de modeles… Hola, Soy Naruto Uzumaki – se presentó estirando la mano y con la otra rascándose la nuca.

El muchacho sonrió tenuemente y la sujetó.

- Soy Sasuke Uchiha – respondió el moreno – Un gusto.

- Igual digo… Em, ¿Te mudaras al 14?

¿Qué esa pregunta no era obvia?

- Si, mi padre me compró el departamento.

- Que extraño… – murmuró Naruto, desviando la vista, posándola en la puerta.

- ¿Qué es extraño? – quiso saber Sasuke siguiendo la dirección de la mirada de su nuevo vecino.

- ¿Eh?... ¡No, nada! Bueno, Sasuke, bienvenido. Cualquier cosa que necesites, solo toca mi puerta. ¿Está bien?

- Muy bien, gracias. Lo mismo digo.

- Perfecto – Naruto sonrió contagiando un poco de su amabilidad a Sasuke.

- ¿A dónde ibas? Si me permites preguntártelo, parecías apurado – reparó el moreno en la vestimenta mal puesta de su acompañante.

- ¡Kami, cierto! ¡Es que tenía una entrevista de trabajo! Tú sabes, algo que hacer en el verano, ¡y me quedé dormido! Dime, ¿Cómo estoy?

- Bueno… bastante bien pero te aconsejaría que arregles esa camisa.

Naruto miró rápidamente como iba vestido y se golpeó la frente con la palma de su mano.

- ¡Claro! ¡Muchas gracias, Sasuke! ¡Al rato nos vemos! – exclamaba mientras se desabotonaba la camisa alejándose por el pasillo y desapareciendo por las escaleras. Al parecer, no tenía tiempo para esperar el ascensor.

Quedó observando el lugar por donde el muchacho había desaparecido y sonrió de lado. Sería una estadía interesante.

De repente, sintió un aroma dulce. Un embriagador aroma a cerezas. Arqueó las cejas y miró a lo largo del, no tan extenso, pasillo. No había ninguna ventilación por donde pudiera entrar ese aroma. No sabía de donde había salido, pero era exquisito.

Levantó los hombros y, restándole importancia, entró en el departamento por primera vez, llevando consigo todas sus cosas y cerrando la puerta al pisar el piso de madera que decoraba el suelo de su living.

Dejó sin cuidado sus maletas en el suelo y deposito la mochila que cargaba en el hombro sobre una pequeña mesa que se encontraba cerca. Paseó su vista por el lugar y sonrió complacido. Su padre sí tenía buen gusto, después de todo.

El ambiente era perfecto para él. Simple y moderno. Un sofá blanco se encontraba posicionado en el medio de la sala, frente a un televisor colocado en la pared izquierda del lugar. A cada lado del plasma se alzaban dos estanterías cargadas de libros y CD's de música. Se acercó para investigar. Fue pasando su dedo índice por el lomo de cada uno de los libros para encontrar que casi todos eran sobre medicina. No comprendió aquello pero, conociendo a su padre, tal vez solo los había comprado porque se verían bonitos ubicados en ese sitio. Suspiró y volvió la vista a la pared contraria a la puerta, en donde había un enorme ventanal que regalaba la vista de una Konoha recién despierta y ya en movimiento. Se acercó y abrió la persiana y salió al balcón. Era un lugar precioso. Apoyó sus antebrazos en el barandal y se recargó sobre él admirando la vista por unos momentos y perdiéndose en sus propios pensamientos.

Tras unos minutos en estado de transe, despertó gracias a la bocina de un auto. Volvió la vista hacia abajo y pudo ver que la calle estaba infestada de coches perfectamente ordenados en un embotellamiento que se extendía dos cuadras más.

Sin importarle, volvió a adentrarse en su departamento y cerró la ventana corrediza para que el ruido no entrara a su casa. Acto seguido, caminó hacia el pasillo que se dirigía seguramente a la habitación y al baño. Disfrutó la vista de las paredes revestidas de un papel color crema. Nuevamente se sorprendía de que su padre tuviera tan buen gusto en cuanto a decoraciones.

Entró por la primera puerta que encontró a su derecha. Era el baño. De un impecable color blanco, era bastante simple. Una tina al final de la habitación, un lavabo y el escusado decorado con un espejo sobre él.

Se dirigió hacia la otra puerta la cual daba acceso a una amplia habitación. En las paredes se alzaba un papel tapiz de color blanco decorado con algunos cuadros sobre el. La cama situada en el medio era de tamaño grande, cubierta con un acochado del mismo color de las paredes. En esquina izquierda del lugar había un armario enorme y un espejo a su lado. Era… aceptable, supuso Sasuke.

Salió de su cuarto y volvió al pasillo. Al final de este se encontraba otra puerta. No se podía imaginar que sería. ¿Otra habitación? No, su padre le había dicho que solo tenía una. Caminó y giró la perilla. Una escalera.

Sintiendo curiosidad, se dispuso a subir por el oscuro lugar hasta llegar a otra puerta. La abrió e inmediatamente sintió una corriente de aire golpearle el rostro.

Era una azotea. Enorme y extensa. Desde la cual se podía ver el hermoso paisaje que le ofrecía la ciudad. Se acercó al borde pudiendo apreciar todo perfectamente. Se sentía una paz enorme en ese lugar, le encantaba.

Miró el reloj en su muñeca, indicaban las 10.15. Decidió comenzar a desempacar y luego tratar de encontrar a su padre.

Volvió a su nueva casa y, colocando su maleta sobre la ordenada cama, empezó a ordenar todo prolijamente en el armario.

Se entretuvo dos horas más hasta que su estomago comenzó a reclamarle por la ingesta de comida. Sujetando las llaves, se dirigió a la salida. Bajó los respectivos pisos hasta el loft. Salió del lugar y miró hasta ambos lados. ¿Dónde podría haber una cafetería?

Se puso en marcha, caminando con aire despreocupado hasta que dio con un pequeño lugar. Se veía apacible, y no estaba muy lleno. Entró haciendo sonar una pequeña campanilla. Se acomodó en una de las mesas cercanas a la ventana y esperó a que alguien le tomara la orden. Pronto, una mujer de mediana edad se presentó a su lado con libreta y lapicera en mano. Tras ordenar un platillo simple, se dedicó a esperar mirando a la gente que pasaba por la acera.

Mientras tanto, llamó a la oficina de su padre, desde la cual le informaron que su padre estaba en un pequeño viaje de negocios. Y que volvería en dos días.

Perfecto. Tenía dos días libres hasta que Fugaku lo llenara de responsabilidades que a él ni le importaban.

La continuidad del día fue normal. Se decidió por inspeccionar el barrio. Lleno de edificios y negocios comerciales. Sasuke prefería mil veces más poder vivir en un lugar más tranquilo, pero no se quejaba, la posición era muy buena.

Ya por la noche, se encontraba en su apartamento, cambiando los canales del televisor sin ánimo real de dejarlo en algún programa especial.

Suspiró y apagó el televisor.

- Bah, nunca hay nada de lo que quiero ver… - protestó dejando la lata de cerveza que estaba tomando sobre la mesa. Abrió un paquete de frituras y se mandó un buen bocado a la boca. Escuchando las agujas del reloj correr, resopló por segunda vez. Tomó lo que quedaba de bebida y, al sentirla vacía, se levantó para ir a la cocina en busca de otra.

Sacó una segunda lata del refrigerador y se dispuso a volver a su lugar inicial: el enorme y cómodo sillón de la sala de estar.

Abrió la lata de camino a la otra habitación, pero en el momento en que pisó el suelo de su living, una figura desconocida apareció delante de él, brindándole un susto de muerte.

- ¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

La silueta dio un paso hacia atrás, asustada. Sasuke hizo lo mismo y, con la boca abierta, estudió a quien tenía delante.

- ¡¿Q-qué demonios haces en mi casa!? – gritó temblorosamente la mujer que tenía delante de él.

Sasuke levantó una ceja, intrigado. ¿Su casa?

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Oh, por Dios. ¡Hacía siglos que no publicaba nada acá! No escribí mucho después de Recuperando El Amor, la escuela me volvía loca (En realidad, me vuelve loca) pero era hora que diera la cara! :)

Estoy feliz de volver y les traigo este fic, basado en la película Como Si Fuera Cierto. No es igual que la película, pero de ahí saqué la idea.

Espero que les guste y que lo disfruten tanto como yo lo disfruto escribiéndolo para ustedes.

Besos enormes. Nos leemos pronto. Reviews?

Hikari x Takeru