¡Wow! ¡Tantos reviews para mí! Muchísimas gracias nuevamente por mantenerse atentos a la historia, les traigo ahora la cuarta entrega de... ¡Disfrútenla!

Marry Me, Rukia

Capítulo 4:

-¡Deliciosa cena! –exclamó Ichigo sobándose la tripa en un gesto bastante burlo que a Byakuya le produjo una descompensación intestinal. –¿Pretendes poner un restaurante de comida moderna, Byakuya? Porque permíteme decirte que tus cocineros triunfarían.

Rukia se rió por lo bajo al ver el descompuesto rostro de su hermano mayor. Aún no entendía porqué habían tenido de invitado a Ichigo toda la semana. Ni menos porqué por alguna inexplicable razón todos en el escuadrón hablaban de él, también la asociación de mujeres Shinigami, y ¡hasta Renji! De pronto parecía que hablar de Kurosaki era la moda, y además de escuchar todas las maravillas durante el día, se lo topaba en la cena.

-Creo que se nos hace tarde para la fiesta… -comentó Rukia mirando a Ichigo fijamente, algo nerviosa, quería abandonar la casa pronto antes que Byakuya le negara el permiso por alguna razón sobreprotectora. –¿Ichigo?

-Nah, falta el postre –le dijo el muchacho ansioso por ver que era lo que seguía. Un mesero puso frente a él una compota de manzana -¡Excelente! ¡Postres de abuela!

Byakuya le dirigió una mirada despectiva. ¿Eso era lo que le esperaba el resto de su digna existencia? ¿Un burdo muchacho ocupando cada espacio de su hogar y su hermana feliz y sin percatarse de nada? Observó detenidamente a Rukia, se la veía feliz de la vida charlando con su amigo, de cuando en cuando comenzaban las discusiones, era ahí cuando el mayor de los hermanos Kuchiki se retiraba disimuladamente a sus habitaciones. Al menos sabía que mientras no hubiera sake Kurosaki se comportaría.

-Kurosaki –habló el moreno y el pelinaranja lo miró curioso –Espero a mi hermana de vuelta en esta casa en condiciones decentes y a una hora prudente.

-No era necesario señalarlo, Byakuya –respondió grosero raspando el plato y cuchareando la compota –Sana y salva antes del amanecer.

Rukia ocultó una sonrisa tras la servilleta. Byakuya fingió enojo, pero por dentro estaba más que satisfecho. Con aquella frase indicativa a Kurosaki se aseguraba que trataría de demorar la llegada de Rukia a casa a como diera lugar, únicamente por joderlo. Adoraba la baja complejidad psicológica de ese chiquillo.

-Bueno, vamos andando, odio llegar tarde –Rukia se puso de pie y miró a su hermano –Gracias por la cena, Nii-sama. –cambió la mirada a Ichigo –¡Mueve tu trasero, idiota!

-¿No hay repetición? –preguntó el muchacho aún sosteniendo la cuchara y siendo arrastrado fuera del salón por la pequeña morena. -¡Suéltame, Rukia!

* * * * *

La fiesta del Día de la Marmota era una extraña mezcla de fiesta tradicional, con muchos asientos, comida y sake, y un aire moderno que la turbaba un poco. La música y las luces eran demasiado para aquello, pero a nadie parecía importarle.

-Que te diviertas, enana. Paso por ti. –le dijo Ichigo dejándola en la puerta y sin más se fue a su propia celebración del "Día del Sake".

En la puerta Rukia se pensaba si no era mejor acompañar a Ichigo a su fiesta del Sake. Al menos no habría ruido ni luces perturbadoras y menos chicas ebrias que en su escuadrón. Pero un brazo pasó por su cuello amigablemente.

-¡Kuchiki-san! –exclamó una muchacha bastante animada. –¡Llegaste! ¡Y te vino a dejar tu novio!

-Ichigo no es mi… -iba a recalcar cuando vio el rostro sonrojado en sake de su colega –Olvídalo –bufó.

-¡Vamos dentro! –la jaló antes que la morena pudiera negarse. -¡Nos divertiremos como nunca!

El sake corría por "El Día de la Marmota" y el escuadrón cobrara nueva vida. Podían verse a compañeros que jamás hablaron de lo más amigos, algunos bailaban, otros reían y a lo lejos el capitán Ukitake sonreía mirando constantemente la hora. Eran las 11 de la noche, tardarían al menos cuatro horas para lograr el efecto deseado… Y no quería saber qué era lo que continuaba a esta parte del plan de Byakuya Kuchiki.

-Y digamos que Akane –dijo una muchacha rubia mirando a su compañera bailando apretadita a otro shinigami –está bastante entusiasmada con Moru-san –rió por lo bajo -¡Quién sabe si tendremos otro matrimonio! –exclamó sobándose las manos –La primera de este año fue Mako-chan –la aludida se puso de pie e hizo reverencias -¿Qué haces acá bebiendo sake si te casas mañana?

-Sólo una copa, estamos celebrando… ¿El Día de la Marmota? –rió coqueta -¿Quién rayos me explica qué es el Día de la Marmota?

-Una excusa, una excusa –canturreó otra de las mujeres alzando su copa de sake –Siempre hay una excusa para beber alcohol. ¡Un brindis! –propuso y las mujeres de la mesa alzaron sus vasos –Por Mako-chan –miró a su compañera –Que seas inmensamente feliz en tu matrimonio. ¡Salud!

-¡Salud! –gritaron todas chocando sus copas.

Siguieron la conversación y Tamura, la animada muchacha que se topó con Rukia en la entrada notó que la menuda morena no estaba bebiendo.

-¿No bebes, Kuchiki-san?

-No, no –sonrió amistosa rozando el vaso frente a ella con los dedos –No acostumbro beber…

-¿Y eso por qué? –preguntó la chiquilla curiosa y con su mirada algo desorbitada –También tienes derecho a divertirte… -Rukia la observaba en silencio -¿No estás aburrida de siempre ser tan… perfecta?

-Yo no soy perfecta –le dijo suavemente.

-Que sí –le corrigió mirándola fijamente –Siempre correcta, hablando adecuadamente, nunca siendo parte de algún chisme, valiente, fuerte… ¿Y dónde está la chica en ti, Kuchiki-san?

-Pero si me divierto… -le dijo tratado de defender su postura.

Otra muchacha se percató de la conversación y se asomó apoyándose en la mesa.

-El problema es que Rukia-chan sabe que después de esta fiesta tendrá que ir a buscar al borracho de Kurosaki –se burló y todas rieron, la pequeña morena bajó la vista avergonzada.

Tamura se sintió mal por las burlas de su compañera hacia Kuchiki, le tomó el brazo y Le sonrió amistosa.

-No te vas a embriagar si tomas sólo una –le dijo con voz dulce –Puedes divertirte también, no está mal…

Rukia le sonrió y fijó su vista en el vaso de sake. Lo tomó en su mano.

-A la mierda con la compostura –gruñó y se lo bebió de un sorbo, bruscamente.

La actitud de la morena sacó aplausos y ovaciones de parte de sus compañeras de mesa. Ukitake miró la escena y negó con la cabeza. Al menos el plan de Byakuya estaba comenzando a funcionar, pudo ver como Rukia negaba con la cabeza y tosía fuerte por la quemazón que le produjo el alcohol. Una de sus compañeras le quitaba el vaso del frente y lo rellenaba, la conversación y las risas seguían.

-Y lo mejor de todo fue cuando Mako-chan… -la aludida trató de hacer callar a su amiga tirándose sobre ella para taparle la boca –No, quita –le palmoteaba las manos –¡Cuando Mako-chan le dijo a Iwata-san que estaba completamente enamorada de él!

Las chicas gritaron y Rukia casi se ahogó con su sake.

-¿Le dijiste eso, Mako-san? –exclamó la morena casi gritando, el alcohol comenzaba a hacer efecto en ella. -¿Te atreviste a decirle algo así?

-Y, ¿por qué no? –respondió Tamura –Si amas a alguien debes decirlo.

-Pero… ¿sus familias lo aprobaron?

-No tenían porqué involucrarse –bufó Mako-chan –Honestamente lo de los matrimonios arreglados no está de moda actualmente. Ahora en la Sociedad de Almas nos casamos por amor… ¿No es maravilloso? Bueno… -hizo una pausa –Excepto algunos que tienen compromisos ineludibles, como la nobleza y el apellido. –suspiró entristecida -¿Cómo aceptaron en tu familia, Kuchiki-san, tu noviazgo con Kurosaki-san?

-Yo no… digo él y yo… nosotros no…

-¿Es un romance secreto? –preguntó Tamura intrigada –Pero si todos sabemos que salen hace muchísimo tiempo. O, quizás… ¡Tu familia está totalmente de acuerdo! ¡Uh! –chilló fuerte y las chicas se sumaron –¡Kuchiki-san y Kurosaki-san se van a casar!

-No, la verdad es que… -la mente de Rukia estaba completamente nublada, las realidades se superponían, sus recuerdos se mezclaban, ya no tenía nada muy claro, sentía mucho calor, su lengua estaba pastosa y su vista doble. –Es que… Yo… Ichigo… Bueno él… él me dijo que…

-¿Te dijo qué? –preguntaron todas al unísimo.

-Que me ama –sonrió ella totalmente sonrojada –Bueno, sólo lo dice algunas veces… -tomó más de su copa.

-¡Qué romántico! –chilló Tamura aplaudiendo -¿Y cuándo se casan?

-Este… bueno… él me lo ha pedido varias veces –respondió y las chicas chillaban vueltas locas –Pero no he sabido que decirle…

-La respuesta es obvia –dijo Mako-chan algo agresiva –¡Sí, acepto! ¡Qué felicidad!

Todas rieron entusiasmadas y comenzaron a darle consejos de bodas a la pequeña Kuchiki, quien estaba feliz de haber sacado a la luz aquel secreto que parecía quemarla por dentro. Ichigo la amaba y ella a él, ¿por qué no pudo verlo tan claro antes? Necesitó unas insólitas cantidades de sake para darse cuenta… Sirvió más sake a su copa y la bebió como si fuera agua.

* * * * *

-Menuda, fiestecita –bufó Ichigo rascándose la nuca mientras caminaba rumbo al lugar donde se celebraba el "Día de la Marmota" -¿Qué es el Día de la Marmota? –se preguntó para cuando se vio delante de la puerta. Pudo ver algunas parejas besándose en la puerta y algunas chicas reírse ridículamente. –¡Dios me libre de caer nuevamente en el vicio del sake! –exclamó al ver la decadencia –Aunque no puedo negar que me divertía más que bebiendo té verde –gruñó por lo bajo e ingresó a la fiesta.

La alegría se desperdigaba por cada rincón del lugar, nunca pensó que el escuadrón de Rukia pudiese ser tan animado, si hasta el capitán Ukitake sonreía gustoso mientras algunos muchachos conversaban quién sabe qué cosa. Buscó a la morena con la mirada, ahí estaba sentada conversando animadamente con un grupo de chicas. Reconoció entre ellas a Mako-san y Tamura-san… No eran precisamente de su agrado, pero Rukia parecía estar pasándolo genial.

-Oye, enana –le dijo situándose tras ella.

-¡Ichigo! –exclamó sonriente y el pelinaranja detectó un extraño sonrojo en sus mejillas –¡Ya llegaste! –se puso de pie y se tiró a sus brazos.

-Oye, parece que lo estás pasando muy bien –se rió divertido al verla toda borrachita, y se zafó sutilmente de su abrazo. –¿No quieres marcharte ya?

-¡No! –chilló divertida –Bebamos sake, Ichigo, brindemos. –se dejó caer en la banca donde estaba sentada y le hizo un espacio palmoteando la madera –Siéntate.

-¡Hola, Kurosaki-san! –gritaron todas las chicas en igual estado de ebriedad que la morena Kuchiki. –Rukia-chan ya te extrañaba.

-Eso es verdad –canturreó la morena tomándose del brazo del muchacho –¡Te extrañaba muchísimo!

-¿De verdad? –rió el pelinaranja soltándose suavemente del agarre nuevamente. –Estás muy afectuosa hoy, ¿no? –le palmoteó la espalda. –Tranquila.

Mako-chan miró la escena extrañada. Era la primera vez que veía a Rukia tan afectuosa y demostrándole su cariño de manera tan natural al que era su novio desde hace años, pero él parecía no estar interesado. Y no fue la única persona que estaba extrañada. A lo lejos Ukitake observaba a un nervioso e incómodo Kurosaki alejándose de las atenciones de su amiga. Algo andaba mal, muy mal…

-No bebió ni una gota –la voz de Shunsui a su espalda lo hizo volverse con el rostro lleno de preocupación –Lo intenté por todos los medios, hasta lo llamé marica y lo único que conseguí fue esto –descubrió su cabeza y mostró un ojo morado -¿Y Rukia-chan?

Ukitake le indicó la mesa y Kyoraku observó la escena con desolación.

-Esta vez la fregamos, compañero –suspiró Shunsui. –No quiero estar conciente, dame un sake.

El capitán de blancos cabellos le entregó una copa llena de alcohol y ambos la bebieron de un sorbo.

A punta de rechazos, Ichigo lograba sacarse a Rukia de encima. Lo hacía con suma delicadeza y procurando no ser demasiado obvio, pero tenerla tan cerca lo incomodaba. De pronto su amiga se hacía transformado en una melosita muchacha y era una actitud que le chocaba e incomodaba muchísimo. Cuando en un brindis se puso de pie y se cayó hacia atrás dejándola patas para arriba, Ichigo la tomó de la túnica y la levantó de un tirón brusco.

-¡Ya basta, nos vamos! –le dijo con firmeza y la arrastró fuera del lugar aunque la chiquilla gritaba como barraco y forcejeaba. -¡Que te calmes te digo! Nos vamos a tu casa, te dejo en tu cama y mañana te recomiendo que tomes mucho café.

-¡Sí, a mi casa! –chilló emocionada caminando torcidamente por la calle. –¡Vamos a mi casa!

Se puso a bailar en medio de la calle canturreando una canción alegre que escuchó en la fiesta, pero sus pies le jugaron una mala pasada y terminó en el suelo de rodillas. Ichigo corrió hacia ella y le tendió una mano.

-Ponte de pie –le ordenó al tiempo que ella tomaba su mano –Estás dando un espectáculo.

Ella se rió sonoramente y del jalón que le dio el chico cayó en sus brazos y se colgó de su túnica.

-Ichigo, yo… -le dijo volviéndose completamente roja y tratando de verlo a los ojos.

-Tú qué –bufó el muchacho sosteniéndola por los brazos para evitar que perdiera el equilibrio.

-Yo quería decirte que… -balbuceó tímida, le costaba tanto abrir su corazón y ni siquiera el sake lograban darle el valor, pero aquí iba –Yo… acepto.

-¿Aceptas qué? –le preguntó curioso.

-Que acepto casarme contigo, Ichigo –le confesó completamente roja –Yo… yo te amo.

El pelinaranja quedó helado. Observó a su amiga, tan pequeña, tan frágil y ahora más que nunca con tanto sake encima. Pero no podía mentirle, no podía engañarla… Él no quería casarse con ella, él…

-Yo no te amo, Rukia –le dijo tratando de ser lo más suave al decirlo –Y jamás he tenido la intención de casarme contigo… ¿De dónde sacaste esas ideas? ¿Fueron ellas verdad? ¿Tus amigas? ¿Ellas te hicieron llegar esos rumores? Yo… de verdad… -vio como el rostro de la morena se descomponía –Lo siento…

-Pero…

Ella soltó la túnica de su amigo y llevó su mirada al piso. Sentía que se venía abajo y no era por el sake. De pronto todo comenzó a dar vueltas y se apretó el estómago, se volteó hacia el otro lado de la calle y vomitó. Ichigo la tomó por atrás y le recogió el cabello del rostro para que no se manchara, le palmoteó un par de veces la espalda.

-Ya está, todo va a pasar más rápido ahora –le dijo mientras ella seguía semi-inclinada y se limpiaba la boca con la manga del kimono –Vas a ver como te comenzarás a sentir mejor.

-Suéltame… -gruñó la chica y el pelinaranja retiró sus manos. –Vete…

-No voy a dejarte en este estado en plena calle –le dijo tomándola por el brazo –Vamos a tu casa, te prepararé un café.

-No es necesario –la voz monótona de Byakuya Kuchiki resonó en la calle. Ichigo se volteó a verlo –Creo que no puedes cuidar de mi hermana… -le dio un empujón con el hombro al pasar a comprobar si Rukia se encontraba bien –Yo me haré cargo de ella ahora. Vete.

Ichigo vio como Byakuya se acercaba a su hermana y la tomaba por la cintura, ella se encorvó un poco más, supo que volvía a vomitar. El moreno le acariciaba la espalda y parecía decirle algunas palabras. Ichigo se alejó por la calle volteando de tanto en tanto a ver esa escena. Pudo distinguir que Rukia se lanzaba al cuerpo de su hermano y lo abrazaba con fuerza, él para su sorpresa le devolvió el abrazo. Al menos algo bueno había salido de toda aquella borrachera.

"Yo te amo…"

Negó con la cabeza. Él no podía aceptar eso, no de su amiga. Se sentó en su cama apenas ingresó al cuartel, subió las piernas al colchón y abrazó sus rodillas para ocultar su rostro entre ellas. Un puño golpeó violentamente a su lado.

-¡Demonios, Rukia! –apretó con fuerza los ojos y volvió a esconderse de su vergüenza.

* * * * *

Nunca debió inmiscuirse en ello, nunca midió las consecuencias de sus actos. Había sido impulsivo, estúpido y muy ingenuo. ¿Kurosaki amar a su hermana tanto como ella lo hacía por él? Quería matar a aquel imbécil. De borracho parecía que su afecto por ella era real, pero al parecer estaba más interesado en tratar de robarle un beso que en cumplir con su palabra… ¿Palabra de un borracho? ¿En qué estaba pensando Byakuya cuando ideó ese estúpido plan?

Aún podía escuchar llorar a su hermana desconsoladamente. Sentado en el pasillo frente a su habitación y con la noche frente a él no encontraba forma de confortarla. Ya mañana todo habría pasado y si tenía suerte, ella no recordaría nada. Esperaba y rogaba que así fuera, sin embargo Kurosaki no se salvaría de la venganza por la deshonra que había traído a esa casa. Mañana mismo hablaría con Yamamoto, ese chiquillo debía volver cuanto antes al mundo humano, no pertenecía a la Sociedad de Almas.

Dentro de su habitación Rukia no entendía nada de lo ocurrido. Sentada frente al espejo se miraba críticamente. Jamás debió beber esas copas, ella no bebía. Pero quiso divertirse, quiso ser normal y feliz, quería sentirse libre… Y fue libre y confesó todo lo que sentía por su amigo.

-Porque Ichigo es mi mejor amigo, sólo eso… -se limpió las lágrimas –Y no sé porqué dije lo que dije… Quizás porque… Porque… porque es verdad… -suspiró.

Mientras tanto en el cuartel alguien hacía entrada y encendía la luz haciendo bastante ruido. Iwata ingresaba en un considerable estado de ebriedad y se topó con su compañero de cuarto sentado en la cama abrazando sus rodillas.

-¿Presión baja o relajas músculos? –le preguntó sentándose a los pies de la cama del pelinaranja.

-Rukia…

-¿Quiero escucharlo? –rió divertido –¿Vas a comenzar con eso que la amas y te vas a casar con ella?

-¿Qué? –Ichigo salió de su ensimismamiento -¿Qué dijiste?

-Eso… -le dijo con una sonrisa –Bastan un par de copas de sake y comienzas a hablar de lo mucho que amas a Kuchiki-san… -Ichigo se quedó de piedra –Que te parece la mujer más maravillosa del mundo, que te casarás con ella y tendrán muchos hijos… -hizo una pausa llevándose un dedo al mentón –¡Ah! Y que vivirán en su casa porque te gusta la comida…

-Al menos algo de eso tiene sentido. –suspiró refiriéndose a la última frase. -¿Y alguien más que tú ha escuchado eso?

-¡Hombre, claro! Todo el escuadrón… y Kuchiki-san también.

-¿Rukia? –exclamó -¿Y cómo reaccionaba ella?

-Se reía y te seguía la corriente, es una buena chica –le dijo sonriente –Entiendo porqué estás enamorado de ella… Aunque sólo lo admitas con sake a cuestas…

Ichigo estaba aún sin creerlo, pero en su mente se cuadraron algunas imágenes… Frases, recuerdos que no creía tener. La despedida de solteros de Atsuya, la fiesta del Seireitei, año nuevo, el cumpleaños de Rukia, su propio cumpleaños, la despedida de soltero de Iwata…

Se puso de pie rápidamente.

-¡Sake! –exclamó buscando en el armario –¡Debe haber una botella por acá! –Iwata lo miraba curioso mientras el pelinaranja botaba toda la ropa fuera hasta llegar a unas botellas en el suelo. Destapó una y sacó varias dejándolas sobre una mesa. –Soy un imbécil… -se bebió media botella de un sorbo –Un completo idiota –se terminó la botella y abrió otra. –Debo embriagarme…

-Te ayudo –bromeó Iwata sentándose la lado de Ichigo y destapando otra botella. -¿Por qué brindamos?

-Por mi matrimonio –le dijo terminando la segunda botella.

* * * * *

Rukia descansaba la cabeza sobre la mesita dispuesta frente a aquel espejo. De tanto en tanto el corazón volvía a hacérsele chiquito y suspiraba, lloraba otro poco y después se calmaba. Había terminado ya el café que Nii-sama le había traído y el sueño comenzaba a envolverla. Cerró los ojos.

-¡Rukia! –gritaba Ichigo por la calle corriendo a todo lo que le daban las piernas. –¡Rukia, te amo! ¡Soy un imbécil, merezco que tu hermano me rebane con sus florecitas gays! ¡Rukia!

La muchacha se acomodaba en su cama, al menos ya no olía a vómito gracias a esa ducha que le recomendó Byakuya, más para que se le pasara la borrachera que por algo de higiene. Cerró los ojos y trató de pensar en algo lindo y olvidar aquel incidente.

-¡Rukia!

Se tapó los oídos, debía sacárselo de la cabeza. No quería escuchar su voz.

-¡Rukia, te amo!

¿Por qué seguía escuchando sus sandeces? ¿Acaso su mente no le daría respiro? Se acomodó más entre las sábanas, para cuando estaba dispuesta a encender el equipo de sonido al máximo de volumen sintió un peso caer en su cama. Abrió los ojos de golpe asustada.

-Rukia –Ichigo se tiró encima de ella y la abrazó –Rukia, te amo, soy un imbécil…

-No, Ichigo, ya basta… -le dijo forcejando con él –No es gracioso, ya no lo es.

-Nunca ha sido gracioso… -sonrió y se incorporó para quedar frente a ella. –Hubiera querido darme cuenta antes, pero sólo el sake logra ese efecto…

-Estás bebido entonces…

-Ebrio hasta la médula –le dijo sin mostrar vergüenza alguna.

-Mañana no te acordarás de nada…

-Ahora lo recuerdo todo.

-¿Todo?

Ichigo afirmó con la cabeza. Ella sonrió triste a la luz de la luna, podía verlo todo sonriente y feliz a su lado, mirándola con sus ojos marrones como si ella fuera la única persona en su vida.

-Quiero compensarte, Rukia –le dijo con voz enronquecida.

-No tienes porqué hacerlo…

Él negó.

-Arruiné tu primer beso… -dijo y ella se sorprendió –Sí, recuerdo eso también. ¿Podríamos hacer como que eso no pasó?

-Imposible –exclamó Rukia –El primer beso, es el primer beso. Eso no se olvida nunca. –puntualizó alzando un dedo frente al rostro del muchacho –Y tú lo arruinaste. Sí.

-Ya, cállate –murmuró tomando el rostro de la chica entre sus manos –Enana gruñona –le dijo y la besó.

Ella correspondió a aquel beso y se dejó llevar disfrutando del momento. Quizás esta noche no mandaría a Ichigo a dormir a la pieza de invitados ni tampoco lo haría ella. Y mientras la luna seguía iluminando a los chicos que recuperaban el tiempo perdido.

-Rukia –Ichigo rompió el contacto bruscamente.

-Cállate, idiota y bésame –lo atrajo hacia ella para volver a sentir sus labios, pero él se le escapó. -¿Qué te pasa?

-Cásate conmigo, Rukia.

Ella sonrió oculta en la oscuridad para volver a besarlo. Algo en sus palabras le hizo pensar que esta vez iba en serio. Entre caricias lo abrazaba con fuerza, ya no lo dejaría escapar jamás, nunca más.

Afuera de la habitación de la morena Byakuya Kuchiki sonreía satisfecho. Abrió una botella de sake y sirvió cuatro vasos. Ukitake, Shunsui e Iwata tomaron sus copas y brindaron con sendas sonrisas en sus rostros.

-Lo de las botellas fue genial, Iwata-kun… -comentó Shunsui chocando su copa con la del joven shinigami -¿Quién iba a pensar que estaban rellenas con agua embotellada?

-Pensé que se había arruinado todo con lo de la abstinencia –suspiró Ukitake aliviado.

-Has salvado el trasero de tu amigo, Iwata-san –dijo Byakuya serio. –Te estoy agradecido… -todos se sorprendieron al tiempo que unos ruidos cachondos comenzaban a invadir el silencio de la noche, el rostro de Byakuya se descompuso. –Kurosaki… -gruñó con odio.

-Creo que es hora de retirarnos… -Ukitake se puso de pie y los otros lo siguieron –Tú también Byakuya –eso fue una orden.

-Tengo más sake en casa –propuso Shunsui.

El grupo de cuatro salió de la mansión para no volver hasta el amanecer.

Fin