CAPíTULO 13: VIDAS

Me buscó. Y no pude hacer nada. Me buscó. Igual que la primera vez. Aquel cambalache. Trabajo por cena, cena por sexo. Estaba claro, era lo que ella quería desde el principio. Hacerme suyo. Pero yo accedí, no era inocente. Mientras me rodeaba con sus brazos y sus lágrimas humedecían mi hombro, mi cabeza volvió atrás. Llevaba profilácticos en el bolsillo, los que tan amablemente me cedió Wilson, "Sí, es una lástima que caduquen y que tú sigas haciéndote ilusiones", apunté con una media sonrisa. Estaba tan dispuesto como ella a aceptar el reto. Decidido a pasar la noche con la doctora, descubriendo qué había más allá de aquellos ojos verdes que me intimidaban, que me inducían a seguir el buen camino, que me recordaban que no todo valía para construir mis puzzles. No todo valía. Por eso, hago que me suelte, tras la primera embestida. Consigo que se siente pero no que hable. Se limita a sacar del bolsillo de su oscura chaqueta un papel doblado, un gurruño casi ilegible. Lo leo por encima, no hace falta adivinar. Ya estaba al tanto de todo así que pasé al ataque

- ¿Qué quieres? – como si no lo supiera…

- Consuelo – no se lo cree ni ella…

- Creo que te equivocaste de especialidad – era cierto, lo de reconfortar no era lo mío..

- Si te dijera que fuiste la primera persona que vino a mi cabeza después de ver eso no vas a creerme. Antes aún había alguna posibilidad…, pero esta carta la mató…

- ¿Estás diciendo que era una despedida? ¡¡¡No saques conclusiones tan aventuradas!!!.

- No…Sé que fue un accidente…Pero al leer, al ver la letra deslavazada de Robert…- se había dado cuenta de que posiblemente fuera lo último que podría conservar de él…

- No era tan mala gente como nos quería hacer creer …- dije hablando en pretérito, aceptando la mala nueva – No era tan despreocupado…

- Lo sé…

- Estuvo a punto de dejarlo todo, cuando se le murió la paciente, por no admitir que se había emborrachado cuando se enteró de la muerte de su padre…El niño bien, autosuficiente y egoísta también quería que lo quisieran – parecía que estuviera hablando de mi mismo y ella lo captó al vuelo

- No espero nada de ti, tan sólo que estés… - admitió acomodándose en el sofá.

De repente, nos quedamos callados. Sentados uno frente al otro. Nuestros iris volvieron a chocar. Se acercó lentamente y, tomando mi barbilla entre su pulgar y su índice, me besó con suavidad. Sus labios templados apenas rozaron los míos y, aún así, un escalofrío me recorrió. La sensación tantas veces añorada, cuando mi primer marido murió antes de saber si era el hombre de mi vida, la sensación tantas veces repetida, cuando Chase y yo nos encontrábamos en cualquier rincón del hospital, a cualquier hora del día, para vivir nuestro desorden sin que nada más importara. Me dejé llevar...¿A la tercera iría la vencida?

[…]

Un beso casto. Eso fue. Pero la escuché temblar. No sé si se lo esperaba, yo tampoco. Tal vez era como Wilson y sólo aspiraba a conquistar mujeres desengañadas. No. No era eso. No quería conquistar a nadie. Cameron no es de las que se deja conquistar. No es tan simple. Mintió como una bellaca. No buscaba consuelo. Buscaba comprensión. Y no acudió a mí gratuitamente. Ambos estábamos entrenados. Habíamos nacido para perder. Una y otra vez. Ella, desde el vitalismo de la juventud. Yo, desde el lado más oscuro de la realidad. Y entonces entendí, era el hombre que ella necesitaba porque no esperaba nada de nadie y ella era la mujer que yo buscaba porque no esperaba nada de mí.

[…]

Le fui desabrochando la camisa poco a poco, en un silencio absoluto, tan aterrador como mágico, sólo interrumpido por el leve resollar. Sus ojos azules alternaban su atención, entre mis dedos apurados por desterrar sus botones y mi expresión decidida a continuar. Porque sí, quería continuar. Habíamos tenido momentos más fáciles en los que haber consumado lo que ahora estaba a punto de llegar a término y no lo hicimos. Ahora, aunque no fuera la situación más propicia, algo nos decía que no debíamos detenernos…

[…]

Mi torso desnudo. Mi vello erizado y mis manos en sus caderas. Nos hemos levantado. Cerco mi trofeo. Su espalda en la pared, mi boca en la suya. La abre. Más. Mi lengua la inunda y su mandíbula se disloca. Más. Fuera blusa. Mido el breve sostén que tapa la nada. Decencia y recato de adolescente. Más. Sus dedos apresan la correa que ciñe mi cintura y la liberan. Sigo acariciándola, mis dientes roen su cuello y hacen balance de cuentas en sus clavículas. Más. Sus manos se pierden en mis jeans buscando algo que no debe. Me gusta. Más. Soy yo quien le baja los pantalones mientras ella sigue donde sigue. Justo ahí. Más. Sólo su ropa más privada me aleja de comprobar que es más mujer de lo que aparenta. Ahora es ella quien besa, dando un respiro a mi incrédula entrepierna. ¡¡¡¡ Más….!!!!!!!

[…]

Ya no tenía nada que esconder. Mis miedos, mis errores y mis dudas estaban ahí. A su alcance. Tatuados como un telegrama sobre mi piel. Escritos con una letra elegante, en cursiva. Como debía ser. Pero bien claras, para que él las leyera sin perder detalle. Ya no tengo ropa a la que acudir. Tan sólo la parte inferior que, por alguna razón, no se ha atrevido a quitarme.

- ¿Te las bajas? – preguntó cuando lo que probablemente quería saber era si de verdad estaba segura de lo que hacía.

- Sí, claro – y acto seguido agarré el elástico y le obligué a destaparme por completo

[…]

Miré su ombligo. Y me gustó. Miré más allá y me siguió gustando. La palma de mi mano seguía el recorrido. Cumplimenté su atrevimiento inicial de igual modo. Cerró los ojos y suspiró. La labor era sencilla pero delicada. Se abrazó contra mí para sostenerse. Supe que se estaba quedando sin aire justo en el momento en que noté que el camino empezaba a estar sembrado de rocío y el caminante estaba a punto para emprender su senda…

[…]

Los años no me importaban pero he de confesar que estaba algo perdida. Jamás me había acostado con alguien de su edad, también es cierto que, aparte de Chase y de mi primer marido, no había sido yo mujer de muchos novios. A lo más que había llegado es a compartir sueño con él en aquellas vacaciones así que el sudor acompasado de su respiración me sirvió de guía. Se me puso encima y no supe decir que no. Era mi anfitrión. Era su casa. Su cama. El lugar que tanto deseé profanar. Le debo el honor. ¡¡¡Vaya idioteces estoy pensando!!!, y mientras él, chupándome el flanco derecho. Se recrea como un niño. Y baja a mi ombligo y su lengua lo destapa. Me muevo estremecida, pensando en lo que seguirá, queriendo que siga por donde va. Y sí. Va más allá, aparca en el hueco indicado y su boca descarada desgrana la flor prometida, entrando sin llamar. Se permite morder, me hace cosquillas y doy un respingo. Él no dice nada. No puede. Sólo desiste cuando comprueba que su aquel está tan excitado como el mío.

[…]

Sexo leído. Sexo visto. Sexo pagado. Y de un tiempo a esta parte, ni siquiera eso. Hace siglos que no sé lo que es amar. Por eso voy poco a poco. Por eso ella me facilita el trabajo. Sus talones se clavan en mis nalgas, impacientes impulsoras del deseo. Deja que me desfogue sin quejarse. Soy egoísta, ni siquiera sé si lo está disfrutando. Pero comprende. Apenas unos instantes y he acabado. Casi me apuro. ¡¡¡Qué horror!!!. No querrá volver a mirarme a la cara. Mi fracaso correrá como la pólvora y me veré obligado a cambiar mi tarjeta de visita, "Dr. House: Nefrólogo, diagnosticador, cascarrabias, cojo, loco, y ahora, ¿eyaculador precoz?". Jamás me había sucedido. No tan pronto. La miro y no encuentro reproche. Sólo una sonrisa serena…

- No te preocupes…Los medicamentos psiquiátricos tienen estas cosas – argumentó sabiendo el porqué de mis arreboladas mejillas.

- Pues no sé yo…Me parece peor la excusa que…

- Lo bueno es que se puede repetir…

[…]

Me alejé. Su cuñada y su sobrina llegaron al entierro. Llevábamos más de quince días viéndonos esporádicamente, pero no me veía acompañándola a los actos fúnebres. Lo más cómodo para ella y para mí fue que me uniera disciplinado a los compañeros del hospital

- ¿Qué se supone que va a sepultar ahí? - preguntó Wilson en voz baja durante el responso que dieron en una zona privada del cementerio

- Cosas personales, su anillo de casada, un mechón de pelo, yo qué sé…Es más propio que poner el cuerpo despedazado de Chase…

- ¿Cómo lo llevas? – disparó cambiando de tema.

- ¿Cómo llevo qué? – rezongué.

- A ver si te crees que me chupo el dedo…Por fin os habéis dado cuenta de que lo vuestro puede funcionar y es curioso…

- ¿Es curioso el qué? – estaba empezando a hartarme.

- Os ha abierto los ojos una experiencia traumática…Esperemos que sea la última…

- No lo será – afirmé tajante.

- ¿No lo será? – escudriñó curioso.

- ¿Qué pasa? ¿Has vuelto a las pastillas?

- No. No se trata de mí. Es Cameron. Está embarazada.

- ¡¡¡Eso sí que es puntería, semental!!!.

- Shiiiiiiiiiiiis. Está encinta. De Chase.

[…]

No sabía cómo decírselo. Estaba a gusto con él. Me hacía compañía y se comportaba conmigo como jamás hubiera esperado. No era el típico novio o pareja pegajosa. No sabía serlo ni yo quería tal cosa. Sería absurdo pretenderlo a esas alturas. Chase acababa de fallecer y no buscaba otra relación, pero las cosas se dieron así, como un doloroso sarcasmo. Como si la felicidad de algunos tuviera que fundamentarse en la desgracia de los demás. En mi caso no era tal, pero no podía negarlo, me había ilusionado…Me había ilusionado y ahora tenía que dejarle. Pero no me iba a ir sin más. Merecía una explicación. Cena intima con velas para la despedida.

- ¿Qué celebramos? ¿Es mi cumpleaños?

- Estamos en Mayo – cómo olvidar la fecha, por aquellos días hubiera celebrado con Robert nuestro primer aniversario…

- Ah, entonces no…- dijo mirándome, sabiendo exactamente lo que estaba pensando.

- Greg, ¿estás bien conmigo?

- Sí, claro. Si no lo estuviera hoy habría ido a jugar a los bolos con Wilson…

- No pretendo que cambies tu modo de vida.

- A la fuerza ahorcan. Si no hubiera hecho lo que hice hace seis meses ya no habría modo de vida que cambiar.

- Sabes…No puedo dejar atrás mi pasado así como así…

- Yo no he pedido eso…

- No has pedido nada, lo sé…

- Temes que el pasado te joda el presente…

- El hombre que comparta mi vida tiene que entender eso…

- Chase lo entendió, por eso se casó contigo

- Eso es. Me pregunto si tú lo entiendes también…

- ¿Me preguntas si te quiero?.Sí, Allison, te quiero lo bastante como para estar contigo sabiendo hace meses que esperas un bebé de Chase.

No era normal que dejáramos a un lado los condones al tener relaciones. Ella no lo sugirió porque sabía que yo estaba limpio y yo no lo nombré porque sabía que el daño, por decirlo de manera gráfica, ya estaba hecho. Estaba enterado hacía mucho. Al recibir la mala noticia de la muerte de Robert me abofeteó para luego desmayarse. No era lo lógico. Le hice un análisis y mi intuición no falló. Bajada de presión propia de la preñez

La miré y proseguí.

- Estás tan flaca que apenas sí se nota, pero debes estar de casi cuatro meses – le dije.

- ¿Y qué hago según tú? ¿Deshacerme del crío?

- No me has entendido…

- Claro…Claro que sí. Conociéndote seguro que pretendes hacerme elegir.

- Ya has elegido. Estás de 16 semanas. Tiempo suficiente para decidir.

- ¿Y qué sugieres que haga?

- Tener a tu hijo, vivir y volver a empezar.

- ¿Contigo?

- Conmigo y a pesar de mí. Además,aunque quisiera, no podría dejarte ahora.

- No entiendo..

- Sí…Porque habrá que darle un hermanito a eso que viene. No me gustan los hijos únicos, no son buena gente.

- A mí tampoco.

Nos reímos y nos sentimos liberados. Del mundo y de nosotros mismos…

FIN