Capítulo 34: Luz

Movió a un lado y a otro la cabeza, producto del dolor intenso. Sus oídos estaban retumbando en su cerebro, lo que producía que el dolor se agravara más en su cabeza; Aunque ahora no sabía donde estaba, no sentía aquel aroma a humo, ni a polvo. Tampoco estaba bocabajo recostada en la dura tierra como recordaba haber sentido hacía poco, sino que se encontraba en una cómoda cama —por lo que se imagino— rodeada de unos aparatos que producían un irritante pitido.

Abrió los ojos lentamente, pudo ver una sala blanca, algo borrosa, pero no parecía su habitación ni nada que ella conociera. Alguien a su lado pareció ponerse de pié y acercarse a ella.

—¿Kagome?— su voz era masculina y levemente conocida, su tono riguroso le dio a entender que se trataba de Sesshomaru.

Intentó verlo, pero la cabeza le daba muchas vueltas y apenas podía centrar la vista en el ángel que la miraba algo asustado, pero había una leve expresión de alivio en su cara. Alivio porque ella se encontraba bien.

—¿Qué...?— preguntó apenas moviendo los labios.— ¿Dónde... estoy?

—En el hospital.— le anunció.— Tuviste un accidente de auto hace casi un día y medio.

—¿Accidente?— inquirió, anonadada por la noticia.

La cabeza le dolía aún más al intentar de recordar algo, pero solo se hacían presentes en su cabeza leves recuerdos como el humo y la dura tierra... ¿Pero había sufrido un accidente? Ya ni lo recordaba.

Vio a Sesshomaru asentir levemente con la cabeza.

—Cuando iban en aquel auto, se estrellaron con uno que venía fuera de control, creo que el conductor estaba ebrio. Él murió al instante en el choque.

Kagome lo contempló por unos momentos repasando mentalmente todo lo que le decía. Era verdad... ella estaba viajando a algún lugar... y había chocada con otro auto, pero... no estaba muerta, se había salvado. Pero había alguien que la ayudó a sobrevivir, alguien que se jugó por protegerla, era quien conducía aquel auto... Recordaba que él había quedado en un estado muy delicado... y había perdido el conocimiento muy rápido... ¿Pero quién era esa persona?

La puerta se abrió de repente, dejando sus pensamientos de lado. Era un hombre vestido con una bata blanca y una libreta en sus manos. Este le sonrió plenamente al verla.

—Ha... señorita, parece que ha despertado finalmente.— Se sentó a su lado, al contrario del lugar en donde estaba Sesshomaru.— Ha estado varias horas inconsciente, es una suerte que siga con viva después de ese choque... Ha sufrido varias lesiones, pero creo que no es tanto problema.

—¿Cuáles?— preguntó Kagome mirándolo con atención.

El hombre le echó un vistazo a su libreta mientras arrugaba el seño con levedad.

—Un fuete golpe en la cabeza, por lo que puede llegar a dolerle por unos días y le cueste recordar algunas cosas, pero tranquila, hágalo de a poco y trate de no sufrir muchos disgustos ni forzar la vista. También se reportaron desgarramientos en las piernas, pero eso se curará en pocas semanas si trata de permanecer en cama. Eso es todo, parece que tuvo mucha suerte. Usted y sus dos compañeros.

La chica frunció el seño. Sabía que solo había un chico que la acompañaba en aquel lugar, no recordaba que hubiera alguien más...

—No, solo me acompañaba alguien... un chico.— aclaró.

El médico la miró con una gran sorpresa, luego comenzó a reír con algo de euforia. Kagome lo escrutó como si estuviera loco.

—Hooo... veo que no lo sabía... Claro, aún no ha presentado formas de saberlo, parece.— Su cántica voz la estaba irritando ¿Por qué tanto misterio?

—¿Qué es lo que sucede?— preguntó ella.

—Señorita, cuando estábamos examinándola le hicimos un test de sangre. Tenía cosas que nos llamó la atención, por eso le hicimos un test más.

Sacó de la libreta un planilla y se la entrego. Ella la tomó en sus manos y alcanzó a leer el título, lo único que pudo alcanzar a leer sus ojos. Sesshomaru se irguió para leerlo también, su ceño estaba tan fruncido que podía juntar ceja con ceja, parecía algo incómodo y molesto.

—¿Un test de embarazo?— inquirió, volviendo su vista al médico, dudosa.

—Dio positivo. Está embarazada hace poco más de un mes y medio. Por un milagro, ese bebé no recibió daño alguno.

Su cara de extrañeza cambió a una de desconcierto... no podía estar pasando eso, no creía en sus palabras, Sesshomaru se enderezó con aquella misma expresión de desconcierto, sus ojos dorados se dirigieron instantáneamente a Kagome que seguía mirando al médico como si estuviera loco.

Su corazón latía alocado por la noticia, pero lo que decía eran demasiado... fantasioso... si ella nunca... nunca había buscado un bebé... nunca había...

Bajó la vista hasta sus sábanas blancas y las estrujó entre sus manos, desquiciada ¿Por qué no podía recordarlo? Sabía que había algo de lo que se había estado olvidando, alguien a quien debía recordar pero le era imposible... Si tan solo su mente no fallara en su memoria tendría la certeza de que sabría todo con más claridad y no estaría tan confundida... sabría si realmente esperaba un bebé de... de...

—¿De Inuyasha...?— susurraron sus labios, casi sin que se diera cuenta de ello.

Sus manos aflojaron las mantas, ahora si lo recordaba. Él era quién la acompañaba en aquel accidente, quien se había jugado la vida y la había puesto en peligro para protegerla... a ella y a su hijo...

(Flash Back)

Creyó que su corazón se pararía al verlo de aquella manera, su brazo tenía una extraña posición, lo que supuso estaría quebrado, pero sus ojos estaban levemente abiertos... Sus pupilas doradas se centraron en ella. Intentó mover sus labios, de los cuales apenas salieron las palabras.

Ka...gome... ¿Es...tás bien?

La chica asintió. Sus ojos se llenaron de lágrimas... parecía sin vida, estaba pálido y con aquella mirada que comenzaba a tornarse casi perdida...

Inuyasha hizo un esfuerzo por sonreír, aunque solo le salió una mueca dolorosa, estiró su brazo sano y acarició su mejilla.

Per... dóname... Es mi... culpa...

¡No... no es así. No tienes la culpa!— a pesar de todo, podía hablar mejor que él.

Rió apenas, con una risa amarga. Luego de eso, cerró sus ojos y su mano volvió a caér al suelo.

Inu...yasha... —volvió a llamarlo.— ¿Inuyasha?

No hubo respuesta, quien alguna ves había sido su ángel ya ni siquiera parecía respirar.

(Fin del Flash Back)

—¿¡Dónde está!?— exclamó ella en un hilo de voz, ahora tenía en su mente la imagen de su ángel sucumbiendo, al borde de la muerte... pidiéndole perdón por su mala conducción antes de... de...— ¿¡Dónde está Inuyasha!?

—En terapia Intensiva.— respondieron el médico y Sesshomaru al hunismo, seriamente.

La chica miró primero a uno y luego a otro, con sus ojos brillando, esperanzados. Su corazón también le dolía de palpitar tan rápido al recibir tantas preocupaciones y alegrías juntas.

—¿Sigue vivo?

El médico asintió.

—Se encuentra en un estado muy delicado. Aún no ha logrado despertar, tiene un brazo quebrado por lo que tuvimos que enyesarlo, recibió mucho más daño que usted señorita.— su cara se tornó seria.— Sufrió cortes graves con el vidrio del auto, hubiera muerto desangrado de no ser que llegamos a tiempo. También recibió un fuerte golpe en la parte media de su columna, es muy grave eso.

—¿Cómo de grave?

—Cave la posibilidad de que despierte. Pero no le aseguro que vuelva a caminar, el golpe fue muy grave, podría quedar paralítico por el resto de su vida. Aún no sabemos a ciencia cierta que secuelas le deparan... Espere ¿Qué hace?

El médico se puso de pié al ver a la chica quitarse todos los cables que la conectaban a aquellas máquinas de pitidos molestos y salir de la cama con una gran agilidad.

—¡No pienso quedarme en este lugar a esperar, no voy a dejar a Inuyasha allá solo!— exclamó enfrentándolo.

—No, recuerde que sufrió un accidente y que debe descansar... piense en su bebé... ¿No lo hará por él?— la tomó ligeramente del codo para impedirle irse.

Kagome miró con ojos llorosos a Sesshomaru que aún permanecía levemente en Shock, este le devolvió la mirada, sabía que quería que lo ayudara. Que la cubriera...

—Por favor... —le rogó.

Este asintió, para su alivio y obligó al médico a soltarla al apartarlo, luego de que Kagome pasara por la puerta, él la cerró y la mantuvo firmemente cerrada para que el médico no pudiera abrirla y pedir que la regresaran. Kagome debía estar con quien amaba, era libre de elegir, aún si ese alguien se trataba de su mismo hermano.

Cada paso que daba le dolía como nunca había sentido dolor alguno. Sus piernas estaban acalambradas y se hubiera caído al suelo de no ser porque se sostenía de las paredes. Por suerte el hospital no estaba tan poblado, por lo que nadie la vio dirigirse agoniosamente hasta la sala de terapias intensivas.

Su corazón, que hasta ese momento había latido con una violencia infinita, ahora permanecía casi parado, helado al ver a aquel quien una vez había sido su ángel en aquel estado. Se acercó rápidamente a él, sus ojos estaban cerrados, su cara demostraba una expresión serena, parecía un niño dormido, ajeno al mundo que lo rodeaba. Tenía una venda que surcaba su frente, un yeso en su brazo derecho y un cuello ortopédico. Estaba conectado a más artefactos que ella, podía cerciorarse de que estaba vivo por el marcapasos a su lado que marcaba un ritmo pausado, casi con un tiempo infinito por cada latido.

Se acercó un poco más y acarició su mejilla, marcada por un moretón azulado.

—Inuyasha... —susurró sonriendo levemente. Hubo un prolongado silencio, él seguia dormido, ni siquiera creía que la escucharía, pero no importaba. Tenía mucho que decirle y mucho que contarle ahora...— Hemos pasado por tanto juntos... que ahora me duele verte en ese estado, sin saber si puedo seguir teniéndote conmigo, parece como si los momentos que pasamos juntos volaron igual de rápido que como el tiempo... —suspiró.— ahora que te veo así... es como si fuera más lento, y más doloroso... ¿Pero sabes? Necesito que vuelvas... NECESITAMOS que vuelvas...yo y nuestro bebé.— su sonrisa creció un poco más, sintió un leve cosquilleo en su estómago, llevo una mano a este y lo acarició levemente.— Siempre me dijiste que querías tener una familia ¿No? Ya la tienes, debes despertar, tienes que recuperarte para poder disfrutarla... no nos dejes solos ahora que más te necesitamos...

Su voz se quebró al final, mordió su labio que había comenzado a temblar, él iba a estar bien ¿No? Iba a despertar... los días volverían a ser tan alegres como antes, a lo mejor mucho más...

Se inclinó a él y besó sus labios, sabía igual que siempre, solo que ahora estaban un poco más fríos que antes.

—Te amo mucho, mi ángel.— volvió a sonreírle, dejando que las lágrimas a las que ya se había acostumbrado rodaran por sus mejillas y cayeran accidentalmente en las de Inuyasha, extrañamente parecía como si él también llorara.


"—Ya pasaron dos semanas, dos semanas sin tener muchas noticias... Mamá vino a verme, estaba feliz de encontrarme sana y salva. Creo que nunca la vi llorar tanto como esa vez... Sango, Miroku, Ai, Sesshomaru y Rin también se veían preocupados y a la vez desilusionados por el estado de Inuyasha y las pocas noticias que llegaban sobre su salud. Mamá me insistió en que volviera a casa cuando me dieron el alta, pero yo quise quedarme con Inuyasha, por nada del mundo iba a dejarlo solo. Cuando le conté a mama sobre el bebé, creí que se enojaría conmigo o que diría cosas que pensé que diría... pero me sorprendió mucho pues me abrazó como una madre a su hija, estaba eufórica y volví a verla llorar, pero de alegría, algo parecido ocurrió con los demás, aunque es extraño ver a una chica de casi 16 años en mi estado de dulce espera, pero a mi no me importa, amo lo que siento y amo sentir una vida dentro de mi, una vida mía y de Inuyasha que cada día crece un poco más y me hace más feliz, en parte, este bebé me consuela del estado de preocupación que siento por su padre,Inuyasha, a veces siento que él también puede sentir como yo me siento y por eso trata de animarme... es algo que solo una madre puede describir sobre su hijo. Aún no se que nombre le pondré, si es niña me gustaría que se llamara Izayoi, como la dulce madre de Inuyasha, o Ai, como el ángel de Sango... pero prefiero discutir eso con Inuyasha algún día, primero quisiera poder contarle todo esto... solo espero tener la oportunidad..."

Kagome cerró el diario y lo guardó en su bolso. Volvió la vista a un Inuyasha dormido que no daba más señales de vida que no fueran los débiles latidos de su corazón en el marcapasos. Había llegado a llorar y rezar por él cada noche, para que se componiera, por nada del mundo quería perderlo.

Su vientre ya comenzaba a sobresalir, demostrando que una pequeña criatura vivía en su interior, amaba sentirlo siempre con ella, no estaba sola. Alzó la vista al reloj que se encontraba colgado en la pared, ya eran las tres de la mañana, sería mejor dormir un poco, sus ojos ya le pesaban bastante. Se acomodó recostando la cabeza sobre sus brazos alrededor en la punta de la cama de Inuyasha y cerró los ojos tras un prolongado suspiro.

Una mano se movió lentamente a su lado hasta alcanzar la suya y sujetarla con suavidad hasta entrelazarla con sus dedos. Ella abrió los ojos con rapidez y alzó su cabeza al chico que reposaba a su lado que seguía con aquella expresión serena al estar profundamente dormido, llegó a desilusionarse, pero luego bajó la vista hasta sus manos entrelazadas... si no mal se equivocaba, Inuyasha había sujetado la suya... ¿Se habría despertado unos pocos segundos? Su corazón latía desbocado... a lo mejor... a lo mejor se estaba recuperando...

Sonrió abiertamente y se dispuso a ponerse de pié para avisar a la enfermera, pero no pudo levantarse de allí, la mano que sujetaba la suya no la dejaba ir, se había aferrado con más fuerza. Inuyasha frunció el seño levemente antes de abrir apenas sus ojos dorados, después de más de dos semanas cerrados.

Observó a la chica a trabes de sus pestañas, parecía confundido y sin saber exactamente en donde se encontraba. Sus ojos enfocaron a una desconcertada Kagome que lo miraba como si se tratara de un fantasma.

—¿Kagome...? —sus labios se movieron lentamente, como si le costara hacerlo.— No te... vallas.

Ella negó con la cabeza, emocionada, y volvió a acercarse a él y sentarse a su lado para estar a la misma altura. Sus ojos brillaban de emoción, no cabía en sí de la alegría que sentía... tantas veces que había creído que lo había perdido... que jamás volvería a tener la oportunidad de volver a hablar con él...

—Estas bien... —susurró en un hilo de voz.— Inuyasha...

—¿Cuánto tiempo estuve... dormido...?— preguntó.

—Mucho.— respondió.— Demasiado para mí.

Inuyasha sonrió con burla, cara de ella se iluminó, estaba irremediablemente feliz de verlo despertar, extrañaba cada uno de sus gestos... cada una de sus palabras y de su ser.

—Gracias por... mantenerme atado a este mundo.

—¿De qué hablas?— preguntó la chica.

—Durante todo este tiempo estaba dormido, pero podía escucharte siempre que me hablabas. Gracias a ti fue que hice mi mayor esfuerzo para seguir escuchando tu voz cada día.

—¿Siempre escuchabas... todo lo que te decía... ?— preguntó en un hilo de voz, sonrojándose aún más cuando el chico asintió. Habían tantas cosas que le había dicho... le había hablado de cómo se sentía cada día que pasaba con su bebé... le había hablado mucho sobre él... —Osea que sabes también... sobre...

Él le sonrió plenamente, aufórico.

—Por supuesto, y estoy muy feliz por eso... no sabes como me sentí al saberlo, aunque me costó entenderlo. No recordaba absolutamente nada. Pero por fin tengo todo lo que deseo... tu y ese bebé son lo mejor que me podría suceder en la vida.

Kagome rió eufórica y se acercó para besarlo, Inuyasha correspondió a sus besos dulces, aunque gimió de dolor cuando tuvo que moverse un poco para profundizar aquel beso. Kagome se separó de él con rapidez, asustada.

—Perdón, yo... —se cubrió la boca con una mano.— Me había olvidado de tu estado... estás muy grave, no puedes moverte.

Inuyasha frunció el seño y bufó.

—No me siento tan mal... —gruñó.— podría correr un maratón ahora. Saber que los dos están bien es lo único que me importa.

—Pero... Inuyasha...— Kagome lo miró con infinita pena.— el médico dijo que... no había posibilidad de que... pudieras volver a caminar...

—Feh! Claro que puedo.

Kagome ahogó un grito cuando lo vió intentando sentarse. Él se enderezó un poco en la cama, por su expreció parecía que le costaba y le dolía mucho aquel acto, pero en ningún momento se rindió. Sinó que luchó contra ello y logró sentarce y acomodarse, fiél a sus impulsos. Le sonrió a la chica, como todo un ganador mientras se sacaba aquel molesto cuello ortopédico con su mano izquierda.

—Esto es pura basura. Estoy bien.— gruñó arrojando el objeto lejos de él.— Mañana me pueden dar el alta.

Ella lo escrutó con sorpresa, aún no cabía en sí del asombro, Inuyasha podía sorprenderlo aún en los momentos menos esperados... El chico examinó su brazo derecho por unos instantes y suspiro, seguramente eso no se lo podría quitar tan facilmente como el cuello.

—Ya quiero volver a casaaaaaa... —rezongó enojado.— Tengo muchas cosas que hacer que quedarme aquí acostado.

—¿Cómo qué?— preguntó Kagome, sentándose a su lado.

—Uff... varias... —sus ojos dorados se clavaron en ella con expectación.— dime... ¿Cómo esta mi auto?

—Destrozado.— respondió ella, automáticamente con voz amarga.

Volvió a suspirar.

—Tendré que comprarme otro... no estaban tan caros.

—¿¡A eso le llamas barato!?—se sobresaltó Kagome.—¡Ese auto salió una fortuna!

Inuyasha negó con la cabeza.

—No para mi. Es algo que puedo alcanzar fácilmente.— Inuyasha alzó su mano sana y comenzó a contar con sus dedos por cada cosa que nombraba.— Bueno... el auto, la escuela, el hospital, el casamiento, la casa y el bebé. Bah, No es tanto.

La chica lo miró por un momento, con el seño levemente fruncido.

—¿De qué hablas?

Inuyasha la miró como si fuera la cosa más obvia del mundo.

—Es todo lo que tengo que pagar y lo que puedo alcanzar fácilmente.— rió por lo bajo mientras repetía.— El auto, no está tan caro, así que puedo comprarme otro. La escuela la pago todos los meses, el hospital en donde estamos ahora, creo que me cobraran algo caro, el casamiento que tendremos, la casa que compraré para los tres y los gastos del bebé. No tendrás que poner absolutamente nada del dinero.

Su corazón latió violentamente al oír las últimas tres cosas, no pudo evitar sonreírle con felicidad y emoción. Inuyasha estaba hablando seriamente, estaba pensando en su bebé... en el de ambos, lo tenía en sus planes del futuro, como siempre había pensado... Había unos momentos el los que él había permanecido inconsciente, en los cuales ella creyó que él no reconocería al su bebé, llegó a temer que los abandonara a ambos...

—¿Por qué estas llorando?— preguntó él, preocupado.

Ella negó con la cabeza y se robó los ojos levemente.

—Solo... me siento feliz porque... de verdad quieres al bebé... tanto como yo...

—¿Pensabas que no iba a quererlo?

Kagome le sonrió con culpa.

—Siempre tan ingenua... —susurró con una leve sonrisa en sus labios.— Yo los amo ¿Por qué no iba a quererlo? En parte, ese bebé también me ayudó a sobrevivir.

Él se sentó al borde de la cama y se quitó las sábanas, la chica lo miró con susto... no estaría pensando en...

—¡No lo hagas!— exclamó.

—Feh! Puedo caminar, no me siento inválido.

No escuchó sus replicas, sino que dio un salto hasta posar sus piés en el suelo. Dio un par de pasos sujetado al borde de la camilla, cuando se soltó de esta, solo fue capás de dar un solo paso antes de tropezarse con sus pies. Kagome lo sostuvo del pecho para que no se cayera, estaba asustada, pero él volvió a erguirse con facilidad y le sonrió triunfal antes de abrazarla.

—¿Ves que estoy bien?— le dijo, mientras cerraba sus ojos y disfrutaba de su dulce aroma.— No vuelvas a preocuparte tanto. Y quiero que te cuides mucho a partir de ahora, recuerda que ahora llevas a alguien muy importante para ambos.

Ella asintió, feliz. Ya ansiaba volver a encontrarse rodeada por sus brazos, era muy reconfortante, al igual que sentir su dulce voz cuidándola, como siempre había sido desde niña.

—Cásate conmigo.— le pidió él tras un silencio.— Quiero que ese niño tenga una familia propia, prometo nunca abandonarlos. No hay necesidad de que trabajes por nosotros, sabes que es más que suficiente con el lugar en la empresa que mi padre piensa darme. Ese niño será un pequeño consentido.

—Claro que quiero.— susurró ella. Su corazón latía a mil por hora, estaba feliz, no había ya mas nada que pudiera desear... sus sueños ya estaban cumplidos, finalmente todo el sufrimiento por el que había pasado le había entregado sus frutos... al final podría ser feliz.— No necesito pensarlo...

Inuyasha se separó de ella un poco, sus ojos brillaron intensamente al verla. Optó por volver a besarla, un beso que juraba amarla por siempre, esta vez, sin nadie que arruinara sus vidas.


Sus ojos dorados e impacientes se dirigieron al cielo nocturno, surcado de nuves grices de las cuales caía densa nieve invernal. Frunció el seño, no podía ser que tuviera que esperar tanto, no iba a poder dormir... él debía llegar YA, despues de todo, había sido bueno durante todo el año, no había molestado a nadie, ni había hecho enojar mucho a sus padres como para no resivir nada, se había esforzado al máximo para conseguirlo.

—Mami!!— llamó con su pequeña voz cantina, volviendo sus ojos a la mujer que acababa de entrar a la sala con un budín en sus manos. Esta lo miró con sorpresa mientras él hacía pequeños pucheros.— ¿Cuánto falta?

La mujer de cabello negro y ojos castaños, siempre amables, dejó el budín sobre la gran mesa bien decorada, con adornos rojos y dorados, y contempló a su pequeño hijo con ternura.

—Ya te lo dije, Kotenshi, cuando llega, llegará.—repitió.— Apenas acaba de oscurecer, dale tiempo.

El pequeño niño bufó desquiciado dando una patada en el suelo, su madre lo observó alzando una ceja, por unos segundos había olvidado ser un niño bueno... Solo optó por sonreirle con una sonrisa traviesa.

—¿Por qué no miras un poco la televición, así te distraes un poco?

—Feh!

—Kotenshi... —lo regañó su madre.— sabes que no debes contestarme así, es muy altanero.

—¡Pero papá siempre lo hace!— respondió el niño.

—Inuyasha es Inuyasha, tu eres alguien diferente.

—De acuerdo...

Kotenshi suspiró y caminó al otro lado de la sala arrastrando los pies. Le dio una mirada lastímera al gran árbol navideño que rozaba el techo, adornado perfectamente para la ocación, pero estaba vacío, no había ni siquiera un pequeño paquete a sus pies.

—Mamá... ¿Fui un buen niño este año?

—Claro que si ¿Por qué lo dudas?— Kagome se arrodilló a su lado y despeinó su negro cabello mientras le sonreía.

El niño negó con la cabeza y abrazó a su madre con felicidad, ella lo alzó en brazos. Aveces disfrutaba volver a tenerlo junto a ella como cuando era un pequeño bebé, no podía creer que ya habían pasado 5 años desde que su pequeño ángel había nacido.

—Te quiero mucho, mami.— le dijo el niño mientras besaba la mejilla de su madre.

—Yo también. —le respondió Kagome. Luego, lo dejó en el suelo, donde esté le dio la espalda y comenzó a correr hacia la cosina.

Alguien en la puerta de la cocina detubo al niño, volviendo a alzarlo en brazos. Kotenshi comenzó a reir al encontrarse sobre los hombros de su padre, a una altura donde podría llegar a tocar la estrella del árbol si solo estiraba un poco más los dedos hacia este.

—¿Qué haces?— preguntó Inuyasha alzando la vista al niño para mirarlo sobre su cabeza.— ¿Demaciado entusiasmado como para esperar hasta medianoche?¿Qué le has pedido a Santa?

Kotenshi asintió mientras sonreía.

—Bueno... un auto, de esos grandes que vimos en la juguetería, papá. Una computadora para mi solo, muchos juguetes, un perro y una hermanita.

La sonrisa de su madre se borró al instante.

—Eso es nuevo.— inquirió Kagome.— Nunca habías pedido una hermana.

—¿Qué hay del hijo de Sango, Shippo?— preguntó Inuyasha.— ¿No es como un hermano?

Su hijo negó con la cabeza.

—Shippo es muy pequeño y muy llorón para mi gusto, papá. Yo solo quiero una hermana menor.

Inuyasha le sonrió plénamente.

—Ya pensaremos en algo, pero no creo que Santa pueda traerte una hermana.

—Seguro que no.— repuso el niño tras una pequeña risa inoscente.

La chica solo agachó un poco la mirada, turbada. Padre e hijo, del mismo color de ojos, la miraron con sorpresa, aún más cuando ella, presa de las miradas de ellos, comenzó a tomar un color rojizo en sus mejillas.

—¿Qué sucede, princesa?— preguntó su esposo, algo preocupado.

—No, yo... no es nada.

—Siempre dices que no es nada, pero siempre pasa algo.—repuso él.— ¿Qué es?

Kagome comenzó a juguetear con el borde de su delantal, nerviosa. Su pequeño secreto ya estaba arruinado, pero no había por que ponerse tan nerviosa ¿No? Ya había pasado una vez, no era tan dificil de decirlo...

—B-bueno... yo... pensaba desircelos a medianoche como posible novedad pero... bueno... este...

Su esposo bufó, impaciente.

—Deja de dar tantas vueltas, Kagome.

—No me... no me he sentido muy bien ultimamente.— agregó, sin mirarlo a los ojos.— fui al médico hace una semana, tu no sabías nada por supuesto... este...

—¡Mami!— ahora era el niño el impaciente, de tan solo pensar que su madre se había estado sintiendo mal había comenzado a preocuparlo, sin darse cuenta había comenzado a estrujar los mechones de cabello de su padre de los que se mantenía sujeto.

Su madre suspiró y alzó los ojos para mirarlos primero a uno y luego a otro.

—El médico dijo que no sabe a ciencia sierta lo que tengo, que puede ser tanto muy probable como que no, pero dijo que por los sintomas que presento, puede caber la posibilidad de que Kotenshi si pueda tener un hermanito.

Ambos, padre e hijo, la contemplaron con extrañeza, definitivamente su hijo no había entendido completamente el tema, por lo que este observó la expresión de su padre para cesciorarce de lo que pensaba. Lo vió lentamente cambiar de una expreción de desconcierto, a una de euforia absuluta. Lo bajó de sus hombros y se dispuso a abrazar a su madre mientras ella reía levemente con felicidad, al igual que su padre.

—No puedo creerlo ¡Es sorprendente!¡Tendrías que habermelo dicho antes!— Kotenshi frunció el seño, levemente azqueado al ver a sus padres besarce una y otra vez con un corto beso por cada palabra.

Su madre solo le sonrió con culpa.

—Quería decircelos para navidad. Pero como justamente sacaron el tema... bueno... sabes que no soy buena para guardar secretos.

Inuyasha asintió, demostrando que estaba de acuerdo en lo mismo. Luego volvió la cabeza a su pequeño hijo de 5 años, que raramente ahora parecía desilucionado.

—¿Qué sucede, Kotenshi?— le preguntó.

—Si mami va a tener un hermanito mio ¿Ya no voy a ser el unico niño?¿Ya no me van a dar tanta atención como antes?

—¡Pero si hasta hace unos momentos pedías un hermano!— repuso Kagome, sintiendo pena por él.

—Si pero... no creía que justamente se me cumpliera en el momento...

Inuyasha se dirigió a su hijo y volvió a alzarlo en brazos.

—Yo nunca te voy a dejar de querer, tu mamá tampoco. Que tengas un hermano no significa que dejamos de jugar contigo, es más, cuando estemos ocupados, tu podrás jugar con él y él contigo. Jugaremos los cuatro juntos, nadie se quedará olvidado.— le guiñó un ojo.

—Siempre vas a ser nuestro hijo y siempre te vamos a querer, no importa que.— agregó Kagome.

Kotenshi abrasó a su padre y a su madre, por un momento lo había embargado la inseguiridad, pero ahora estaba contento. Tener un pequeño hermano o hermana no iba a ser triste, iba a cuidarlo mucho. Finalmente, se bajó de los brazos de sus padres y besó a su hermano dentro de su mamá.

—¿Vamos a comer? ¡Ya quiero que sea medianoche!— exclamó sonriente.

Inuyasha y Kagome intercambiaron miradas, pensar que a esa altura de la vida, ya tenían todo lo que deseaban, y mucho más. Todo por lo que habían pasado les había dado su recompensa, siempre habían luchado en contra de lo que los demás le impedían para lograrlo, habían descubierto que ninguna barrera podía impedirles nada si es que se lo proponían, porque si no hubiese sido asi, en ese momento, nunca hubieran tenido una familia como era en esa misma noche.

FIN


Quiero desir que m gusto mucho hacer este fic, es el mas largo q hice hasta ahora y el primero q considero como a uno. n.n

Les agradezco mucho q lo hallan seguido hasta el final, tambien agradesco sus reviews en pro y contra d algunos temas :p jajajaja y disculpes por las 1001 faltas d ortografia jejeje. Pero lo importante es que les halla interesado como para seguirlo capi tras capi, eso es muy bueno, lo que pienso yo.

Espero tambien q les halla gustado el cierre, tampoco soy muy buena en los finales de los fics jajaja para mi, siempre me gustaria que la historia fuera eterna. A esas alturas, sango y miroku ya habian tenido un bebe que le pusieron Shippo, Rin ya estaría a punto d alcanzar edad suficiente para "regresar" a Sesshomaru. Inuyasha y Kagome viven felizmente como siempre habían deseado, el nombre de su hijo, Kotenshi, significa algo asi como angelito o pequeño angel.

Creo q es todo lo q tenia q desir, gracias a todas las q siempre estubieron n.n les agradesco muchisimo por todo.

Mi sig. fic lo empesaré en la semana, supongo q para el prox. finde ya lo tendre.

Hasta siempre!!!!

Aiko Hitomi n.n