¡Hola!, ay no hay nada como unos buenos ánimos, así que si les faltan yo les doy parte del mío… (Una sonrisa para todos XD). Aunque creo que voy a empezar a llorar TT, porque ¡¡Esto se acabo!!, así es llegue al final de esta historia y ya voy a empezar a llorar a moco tendido, sin saber muy bien que voy a hacer, así que antes de cualquier cosa, disfruten…
Cáp. 27: Todo por amor
- ¿Dónde estas mi amor? – Musitó, su mirada se perdió hacia el mar, un par de metros mas alejado.
Tenía que concentrarse, ella sabía que Inuyasha estaba vivo, lo sentía, por que su corazón sentía esa calidez y latía mas fuerte que nunca, pero entonces quien lo tenía, quien lo "rescataría" y no lo devolvería, o no pediría una recompensa, quien podría tenerlo, pero por mas que pensaba en alguien la única persona que se ocurría era…pero dijeron que era un hombre…Y si…
- No te resistas a comer, no quiero que mueras querido Inuyasha – Le dio de beber.
- Si me aflojaras un poco estaría mejor Kikyo – Movió sus muñecas atadas a la cama.
- No soy tonta querido, se que inmediatamente vas a escapar
- ¿Por qué lo hiciste?, acaso nos querías matar – Se refería al accidente del bote.
- No me importaban los otros dos – Afirmó ella levantándose de la cama - Pero no te enojes no les sucedió nada, están en casa sanos y salvos…
- ¿Qué es lo que quieres?, ¿Qué buscas con todo esto? - Preguntó Inuyasha molesto.
- ¿Qué busco? Interesante pregunta querido – Se acercó a el y descubrió su torneado pecho - No te acuerdas lo bien que la pasábamos - Depositó pequeños besos en su rostro y torso que el trataba de esquivar exasperado.
- ¡Ya basta Kikyo! – Se sacudió bruscamente en la cama.
- Yo se que aun me deseas no te resistas – Jadeó la mujer.
- Yo no te deseo, estoy casado Kikyo y muy enamorado de Kagome
- ¡Kagome! – Se levantó de la cama - ¡No puedes pensar en nadie mas salvo en Kagome!, antes de que ella apareciera estábamos muy bien…pero luego tu idea de tener hijos y…
- Te recuerdo que fue tu idea el conseguir una madre sustituta – Le recordó Inuyasha - Perfectamente tu hubieras podido ser la madre pero no, no te interesaba en absoluto, tu apariencia era primero, no te interesaba en nada nuestro futuro, formar una familia, nada
- Ves…entonces solo estas dolido – Dijo la mujer - Acéptalo Inuyasha estas con Kagome por despecho hacia mi
Inuyasha rió estrepitosamente desde la cama - Ambos sabemos que no fue por eso…En cuanto conocí a Kagome me di cuenta la mentira que vivía, Kagome me enseño lo que era el verdadero amor, tanto a brindarlo como a recibirlo, algo que tu no lograste
- Eres un maldito – Masculló abofeteándolo - Entonces quédate con el recuerdo de esa estupida porque te aseguro que no la veras jamás…
- ¿Y quien se lo llevo? - Preguntó Haku al lado de Kagome y Shippo en la habitación de este ultimo.
- No sabemos – Respondió Shippo.
- ¿Y va volver? - Indagó el pequeño no entendiendo muy bien la historia solo que alguien se había llevado a su papito hace casi dos semanas y que no venía a jugar con él como todos los días.
- Claro que si – Acarició los cabellos del pequeño, mientras lo miraba a sus pequeños ojitos dorados igual a los de su padre - Bueno niños…ya es tarde entonces a dormir - Cubrió a ambos niños que ahora dormían juntos, pues se había vuelto mas que inseparables.
- Buenas noches - Dijeron ambos mientras Kagome besaba sus frentecitas y salía de la habitación.
Se sentó en la gran cama de su habitación, y miró hacía el costado en que dormía Inuyasha, tomó la almohada en la que él dormía y la abrazó fuertemente mientras sentía el liquido salado bajar sus mejillas, las mismas lagrimas que derramaba todas las noches, aun no lo encontraban la búsqueda en mar había acabado hace una semana, nadie en el pueblo daba razón de verlo, ¿en donde lo tenían? ¿Y que querían?
Caminó por los acantilados sintiendo la brisa marina golpearla, por lo que con una mano aferro mas la capa que la cubría, rodeó el lugar tratando de encontrar algo, cansada de andar y tropezarse un par de veces se sentó en una de las rocosas piedras y dio un gran suspiro mientras el aire sacaba de lugar la capa y dejaba ver sus negros y sedosos cabellos.
- ¿Dónde estas Inuyasha? – Susurró al viento - Dame una señal para llegar a ti…
- Señora…- Dijo la fría voz al parecer de una mujer.
Se giró estrepitosamente aferrando algo entre sus ropas en caso de que fuera un ladrón o alguien más peligroso, pero resulto ser una mujer un poco de avanzada edad aparentemente inofensiva
- La asusté, lo lamento
- ¿Qué necesita?
- No te asustes jovencita - Sonrió la mujer - Tu eres la esposa del señor Taisho si no me equivoco
Kagome no respondió a la pregunta que parecía más una afirmación…
- Supe de la desaparición del señor – Continuó la mujer que al igual que ella la cubría una capa - Yo vi quien se lo llevo, un hombre lo tomó de la orilla del mar y lo subió a un carruaje que tomó el camino principal para luego subir por el caminó norte
- ¿Esta segura?
- Lo estoy – Afirmo la extraña.
- ¿No sabe quien era?
- Se que si vas por ahí lo sabrás tu
- Gracias - Corrió saliendo de los acantilados para montarse a uno de los caballos sacados de la mansión, antes de tomar el camino señalado volteó hacia atrás para no ver a la mujer ya, pero restándole importancia tomo camino.
- ¿Qué vestido crees que deba usar? - Preguntó Kikyo en ropa íntima sacando los vestidos de su ropero.
- No me interesa - Cerró sus ojos, planeando como salir de ese maldito lugar.
- Vamos querido, es sencillo dime si me quedan bien o no – Le pidió, mientras sacaba algunas joyas y sujetadores para el cabello - ¿Qué tal éstas?
- Te dije que no me interesa – Musitó Inuyasha - Me duelen los brazos - Se quejó tratando de safarse, el desgraciado que las había atado había hecho un gran trabajo.
- Te soltare si prometes no escapar
- No lo haré
- Si lo haces matare a Kagome y a tu adorado hijito – Advirtió.
Subió a las colinas del norte el lado opuesto de su casa, estaba oscuro y helando, era un poco cerca de la medianoche y las calles estaban desiertas en la parte mas alta habían varias casas todas de las familias mas adineradas, aun así no conocía ninguna o al menos no que pudiera tener a Inuyasha hasta que…
- La casa de Kikyo – Se topó con ella entre las casi últimas; era muy posible que esa mujer tuviera a Inuyasha, bajo del caballo dejándolo afuera, miró las grandes moles de piedra que estaban frente a ella como demonios subiría, rodeó la casa hasta que vio un gran árbol, ese era su puerta de entrada.
- No se porque te quejas tanto - Dijo Kikyo desatándolo con ayuda de una navaja pues ni ella podía desatarlos - ¿Y para que?
- Podemos ponernos mucho mas cómodos – Explicó, teniendo ya una mano libre que movió tratando de despertarla, para luego posarla en una de sus piernas.
- Así que era para eso – Lo liberó finalmente.
- Y que mas creías – La aprisionó de ambas manos y la recostó en la cama.
- Al fin lo aceptas querido - Jadeó deseosa por él.
- Soy algo orgulloso ya sabes – La besó su cuello mientras esta jadeaba, excitada por el sencillo acto.
- No te preocupes – Musitó Kikyo perdida en los besos de Inuyasha - Es mi turno – Se giró entre sus brazos dejándolo bajo ella - No sabes cuanto te extrañe
- Yo también – Asintió, mirando la luz de la habitación mientras Kikyo besaba su cuello entretenida; en ese momento y sin que ella lo notara la puerta se entreabrió dejando ver el rostro pálido de Kagome.
Lo que vio casi la hace caer sin fuerzas en el suelo, era Kikyo sobre Inuyasha semidesnuda mientras besaba su cuello y él, él le hacía señas para que no hiciera ruido, colocando su dedo en sus labios en señal de silencio; entonces no era que la estuviera traicionando.
Le hizo señales para que guardara silencio, no fuera que Kikyo la descubriera e hiciera una locura, iba tomar sus manos para inmovilizarla contra la cama como tenía pensado desde el principio.
- Lárgate o lo mato - Amenazó Kikyo apuntándole a Inuyasha con un arma sacada de entre las almohadas.
Kagome dio un pequeño grito al ver a Inuyasha con un arma apuntándole en el pecho.
- No me oíste - Vociferó Kikyo mirando a Kagome - ¡Lárgate o lo ma…
- ¡Kagome vete! – Tomó ambas manos de Kikyo para desviar el arma.
- Inuyasha
Kikyo logró soltarse de las manos de Inuyasha y lo golpeó con la parte trasera del arma, justo en su cabeza, dejándolo sobre la cama un poco mareado, se levantó y corrió tras Kagome que salió de la habitación cuando la vio tras ella.
Se levantó un poco mareado, no dejaría que esa mujer le hiciera algo a Kagome, bajó las escaleras pero no vio nada, ni movimiento ni nada, se paró en la baranda y la llamó.
- Kagome… ¿en donde estas? - Susurró Inuyasha recuperándose totalmente.
- No te muevas querido – Le apuntó esta vez con una pequeña arma.
Demonios no de nuevo, el golpe lo dejó tonto o que - ¿Dónde esta Kagome?
- La muy maldita se escondió – Comentó Kikyo - Así que pensabas burlarte de mi, la vas a pagar muy caro – Quitó el segur y avanzó con Inuyasha al centro de la sala - ¡¿Dónde estas Kagome?! – La llamó.
- ¡No lo hagas! – La tomó del cuello, desde atrás, y la apartó de Inuyasha, para luego forcejear con el arma.
- ¡Suéltame! – Trató de soltar el arma de las manos de Kagome, que ahora la tenia también.
- Déjala Kikyo – Trató de separarlas a ambas.
- ¡No lo haré! – Gritó Kikyo, mirando a Kagome con resentimiento - Primero la matare…
- ¡Kagome! - Gritó Inuyasha, el disparo se escuchó y Kagome cayó al suelo.
- Inu…yasha - Lo llamó viendo la mancha de sangre que se marcaba en su capa y parte en sus manos.
La tomo en sus brazos con algunas lagrimas saliendo
- Kagome…mi amor estarás bien
- Si tu lo estas… – Se inclinó para alcanzar los labios de él -Yo lo estaré
- Kagome…no – Musitó -Mírame, no te duermas no lo hagas, mírame…
¡Kagome!, ¡Kagome!
- Estoy bien – El mareo se apoderaba de ella, y su mirada se cerraba cada vez mas.
- Lo vas a estar – Le aseguró, la tomó el brazos para sacarla de alli.
- Señor Taisho – Se sorprendió un oficial de policía que tenía a Kikyo del brazo que quería escapar, pero al ver sus manos con algo de sangre la detuvo en caso de que tuviera que ayudarla.
- Tiene que ayudarme mi esposa…
- ¿Y ambos están bien? - Preguntó Sesshomaru en la sala de la casa, eran ya cerca de las tres de la madrugada.
- El señor Taisho esta en buenas condiciones, heridas leves por el naufragio del bote me supongo y la señora ella no…
- ¿Qué le sucedió? – Preguntó el anciano Taisho.
- Ella no corrió con la misma suerte – Informó el hombre -Al parecer ella fue a casa de la señora Kikyo hubo un enfrentamiento y la señora Kikyo le disparo y esta…
- ¡Eso es mentira! – Vociferó Shippo desde las escaleras - ¡Kagome no, ella no! – Lloró el pequeño, el anciano se acercó a él y lo trató de calmar.
- Yo debo retirarme – Se despidió el oficial - Si desean pueden ir al hospital allá pueden encontrar mas respuestas
Acarició sus cabellos suavemente, estaba muy fría demasiado para su gusto, pues siempre que la tenía entre sus brazos era calida, sus labios estaban resecos y sin color y sus mejillas igual, a diferencia del candor e inocencia que siempre irradiaban, ojala pudiera hacer que despertara, ojala ella no hubiera ido allá, ojala el hubiera podido defenderla de Kikyo, y el que se prometió protegerla de todo y de todos.
- Hijo - Musitó el anciano Taisho entrando en la habitación del blanco hospital.
- Padre – Se giró a verlo.
- No tienes que mostrar tanta fortaleza frente a mi – Ante sus palabras, Inuyasha se acercó a el y se desplomó en lágrimas, abrazando a su padre - Todo estará bien ella, esta bien…
- Debí haberla cuidado más papá – Masculló, enfadado con el mismo -Debí ser yo y no ella
- Ella te protegió a ti- Lo reconfortó - Por que te ama también
- Pero…
- No te culpes, a Kagome no le gustaría
- ¿Cómo esta? - Preguntó Sesshomaru fuera de la sala.
- Como crees hijo
- ¿No le dijiste que fuera a casa a descansar? - Insistió de nuevo el mayor de los dos hermanos.
- Si, pero ya imaginaras la respuesta
- Bueno…te llevo a la casa y vuelvo con el
- Fue gracioso, yo pensé que me encontraría con una mujer fea, vieja y…todo eso – Le contó Inuyasha acariciando de nuevo los cabellos de Kagome - Pero en cuanto te vi, pensé que eras un angelito caído del cielo, con los ojos mas hermosos, el cabellos mas sedoso, los labios mas apetecibles, y el corazón mas puro que jamás haya existido, y no me equivoque, y por eso no podía dejar de pensar en ti, me enamore con tan solo verte y besarte; te amo demasiado Kagome, y quiero que me perdones yo debí…
- Inu…Yasha – Presionó la mano que él le sostenía.
- ¿Kagome? – La llamó - Despertaste…voy a llamar al doctor espérame…
- No…te vayas – Aferró su mano aun mas - Quiero seguir oyendo la historia…
- Te amo
- Y yo a ti – Cerró sus ojos.
- Kagome – La llamó preocupado.
- ¿Si?
- Se que suena demasiado tonto pero… ¿Estas bien?
- Si…solo estoy un poco cansada – Le sonrió tranquilizándolo.
- Descansa – Le dio un tenue beso en los labios - Voy por el doctor ya vengo
- ¿Y entonces estas bien mami? - Preguntó el pequeño al lado de Kagome en la cama del hospital.
- Si…ya estoy bien - Acarició sus cabellos, también había tenido miedo de no poder volver a verlo.
- Bueno…dejemos a mamá descansar – Bajó al pequeño de la cama - Ve donde el abuelo…
- Espero que a esa loca la encierren a la cárcel - Musitó Shippo al lado de Kagome - Me alegra que estés bien Kagome, estaba muy asustado
- Lo lamento, no quise asustarlos – Habló mirando a Inuyasha.
- Shippo…vamos con el abuelo - Instó Haku entrando de nuevo a la habitación para salir disparado con Shippo.
- ¿Cuándo voy a casa? – Suspiró, odiaba el hospital.
- No te impacientes – Se sentó en la cama y delineó el rostro de su esposa con una caricia.
- Odio estar en esta cama – Continuó Kagome - Quiero ir a la nuestra y…
- Yo se que quieres
- Quiero dormir – Le dijo ella riendo.
- Lo se…que pensaste que diría
- Eres un tonto
- Si tú lo dices, pero según me dijo el doctor te puedo llevar a casa hoy en la tarde - Informó Inuyasha - Así yo te consentiré personalmente
- Me gusta la idea
- ¿Qué no tienes sueño? - Abrazó a Kagome desde atrás.
- Dormía todo el día en el hospital – Se quejó Kagome - Ahora no tengo sueño
- Entonces quieres hablar – Bostezó Inuyasha.
- Si…hay algo de lo que quiero hablar – Se incorporó un poco para mirarlo.
- ¿De que?
- ¿Por qué estabas en esa actitud con Kikyo? – Le regañó, golpeándolo en el pecho.
- Ya…fue lo único que se me ocurrió para que me soltara y poder escapar- Explicó Inuyasha - ¿Y tu como llegaste allá?.
- Alguien me dijo que el hombre que te había sacado del agua te había llevado por ahí, así que vi la casa de Kikyo y se me ocurrió que hacer y luego ya…sucedió lo otro
- Kagome no debiste haber hecho esa tontería de meterte con Kikyo
- Ella te iba a matar – Susurró - No iba a dejar que te hiciera algo…
- Pero yo hubiera podido…
- Desde que regrese aquí de nuevo - Habló Kagome - A pesar de lo que dijiste de protegerme a mi y a Haku, sabía que yo también debía protegerte y aun ahora no me arrepiente de haberlo hecho, el proteger a las personas que quieres lo haces por amor, y esa es la explicación mas sencilla del porque lo hice…Porque te amo y no dejaría que nadie te hiciera nada…
- Te entiendo – Le dio un beso - Porque yo desde el primer momento en que te vi sabía que debía protegerte, pero ahora también se que tengo a alguien que lo hace por mi
- Te amo- Se acercó a él para besarlo, mientras el le correspondía, lentamente.
- Y eso es lo único que yo puedo hacer – Sonrió.
Que manera extraña de comenzar las cosas, se conocieron por medio de la persona que ahora estaba tras las rejas, y tan solo una mirada basto para enamorarse completamente el uno del otro, y un beso para jamás olvidarse pero así es el amor o quien dijo que era diferente, llega cuando menos lo esperas, en las condiciones mas insospechadas, en el lugar que menos piensas; no pone condición, no tiene clase social, ni edad, por que cuando llega no puedes detenerte a pensar ni el ¿Qué?, ¿Cuándo?, ¿Cómo?, ¿Dónde?, porque simplemente puedes pensar en proteger a esa persona, en cuidarla, en hacerla feliz, en compartir sus lágrimas y risas, porque tan solo puedes amar…
FIN.
¡Fin!, se me acabó el paseo por la época antigua, estoy llorando a mares y creo que ya voy a dañar la computadora por tanta lágrima.
Así que bueno, muchas gracias por el inmenso apoyo a lo largo de la historia, ojala le hubiera dado de ha martillazos en la cabeza a Kikyo o le hubiera lanzado un petardo, pero es que no soy tan sanguinaria…Pero hice lo que pude para que nuestra parejita fuera feliz, por lo que les reste de vida. La verdad pienso dejar la historia hasta ahí, no se me ocurre nada para un epilogo, así que espero que les haya gustado el final de la historia y espero sus comentarios y mensajitos…Un abrazo…Nos vemos en una nueva historia…Bye…