¡Hola!

Aclaraciones: el fic es mucho OOC y es AU. Todos son HUMANOS.

Disclaimer: Todo le pertenece a Stephenie Meyer, grandiosa autora de grandiosos libros. Lo único que nos pertenece a mí a mi amiga es la loca idea.


—Emmett, ¿sabías que estás rematadamente loco? —decía una entretenida Alice frente a la idea que le había planteado su hermano.

El hermano mayor de Alice Cullen, Emmett, siempre se caracterizó por ser el bromista de la familia... pero a veces sus bromas eran demasiado pesadas como para realizarlas.

—Sí, hermanita, lo sé y no me arrepiento —Dijo Emmett, sonriendo orgulloso.

—Todo genial pero... ¿Cuándo se supone que vamos a entrar? —Preguntó Edward intrigado.

—Hermanito, eso es un detalle menor, es obvio que en el recreo más largo. Así tenemos más tiempo para hacer lo más posible.— Le contestó Emmett en un tono sombrío que daba miedo. Hasta Alice se alejó un poco de su hermano.

—¿Campana? —Preguntó la única mujer en ese círculo y todas las miradas recayeron en una punta de la mesa.

—¡Y aquí entra nuestro querido Jasper! —Dijo Emmett gritando mientras se volteaba a ver a su hermano, tal y como Edward y Alice lo habían hecho.

El rubio levantó la vista hasta encontrarse con la de su hermano —¿Qué tengo que ver yo en todo esto?

—Eres un Cullen hermano. ¡No puedes no participar! —Casi gritó Emmett como si estuviera explicando lo obvio.

Jasper suspiró algo frustrado. No le serviría de nada el oponerse ante la idea de Emmett, ya que tarde o temprano, lo obligarían... así que se decidió por aceptar aquella propuesta por las buenas.

—Está bien, ¿Qué se supone que tengo que hacer? —Dijo al fin, luego de una larga pausa.

Emmett sólo sonrió con malicia, y se dedicó a contar detalladamente el resto del plan a sus hermanos, quienes escuchaban ansiosos.

Al otro día los Cullen se levantaron como era habitual y fueron al colegio en sus respectivos autos.

Al llegar, estacionaron el Volvo plateado de Edward, el Porsche amarillo de Alice, el Jeep de Emmett y el descapotable rojo de Rosalie en sus respectivos lugares. Segundos después, todos bajaron y se reunieron en un círculo. La primera en hablar fue Rosalie.

—Miren, sea lo que sea que están planeando, no quiero estar involucrada ¿Está bien? No me interesa si es una broma, un juego, lo que sea. Yo no quiero saber nada de todo eso. Los conozco lo suficiente para darme cuenta de que algo traen los cuatro juntos y puedo arriesgar que no es nada bueno. Así que, déjenme vivir mi vida alejada de ustedes que por desgracia son mis hermanos de alguna extraña forma—. Sin decir nada más, Rosalie se alejó dejando que sólo se escuchara el ruido que provocaban los tacos finos de sus Jimmy Choo nuevos.

Todos sus hermanos estaban helados y sin saber que decir, Rosalie siempre se caracterizó por arruinar todo tipo de momentos, y siempre que era invitada a participar de alguna que otra broma se negaba rotundamente, ya que decía que era algo estúpido e inmaduro. Y al fin, la que tuvo que romper el hielo, fue Alice.

—¡Bueno chicos... Que empiece la fiesta! —Dijo dando pequeñas palmadas, mientras una sonrisa diabólica se dibujaba en su angelical rostro. Segundos más tarde, miró a sus hermanos y los llevó a toda prisa dentro del instituto para comenzar las clases. Una vez adentro, los hermanos Cullen se separaron, ya que a no todos les tocaban las mismas clases.

-.-

Después de unas horas de clase, el timbre del segundo receso sonó y todos los Cullen se acercaron a Rosalie nuevamente.

—Rose, estamos a punto de hacer una grande, ¿Quieres participar? —Insistió Emmett, haciendo caras.

—Por segunda y última vez Emmett, no —Dijo con un tono amargo, la rubia mientras le dedicaba una mirada de reproche al chico.

—Vamos Rose. ¡Tienes el apellido Cullen! No puedes no ser parte de esto —Sonrió ahora intentando convencerla. Pero todas sus esperanzas se desvanecieron al ver como la rubia daba un suspiro forzado y lo enfrentaba, completamente malhumorada.

—¿Disculpa? ¿Una Cullen? No Emmett. Estás muy equivocado. Yo no soy una Cullen, pertenezco a los Hale ¿No lo recuerdas? Nunca fui una Cullen y jamás lo seré ¿Te quedó claro? —Alice y Edward se quedaron incrédulos ante la reacción de su 'hermana' y Alice vio claramente los ojos de Emmett, cristalizados, como si de verdad le hubiera dolido el comentario de la rubia.

Ninguno de ellos hizo mención a lo que había ocurrido anteriormente y solamente se dirigieron en silencio hasta llegar al lugar indicado.

—Bien, aquí es —Dijo Emmett deteniéndose de repente, frente a la oficina del director.

—No me digas. Esto es como mi segundo hogar —Mencionó Edward riendo, al ver el pequeño cartel que decía Director Mark Daemon.

—Bien basta de charla y más acción —Comentó Jasper parándose frente a la puerta, abriéndose paso entre sus hermanos. El rubio tomó el picaporte con algo de nervios y lo giró lentamente. La puerta se abrió y éste entró a toda prisa.

—Después de ti —Se hizo el caballero Emmett, dejando pasar a Alice primero, mientras sostenía la puerta. Una vez que todos los hermanos entraron, cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido alguno.

—No te queda —Rió ella una vez adentro de la oficina, volteándose a ver como Emmett cerraba la puerta.

—Vamos, apresúrense. No tenemos mucho tiempo —Los apuró Jasper, al ver que ya todos estaban dentro del lugar. El chico se encaminó hacia la puerta y la abrió. —Estaré vigilando— Murmuró más para sí mismo mientras atravesaba el umbral y salía de la oficina.

Cuando los tres Cullen escucharon el sonido de la puerta cerrarse, comenzaron a sacar toda su artillería pesada. Aerosoles de todos colores, papeles picados, aderezos de todos colores y orígenes dudosos mezclados en unas bolsas.

—¡Aquí vamos! —Gritó Alice sacudiendo un aerosol y pintando un cuadro que parecía importado y muy caro.

Sus otros dos hermanos estaban ocupados en esparcir por todo el lugar los aderezos mezclados. Mientras Alice terminaba con sus obras de arte (Aunque realmente ella nunca se había considerado una artista pero, a pesar de todo, esta vez estaba satisfecha con su trabajo), se escuchó un ruido potente y muy fuerte a espaldas de la más baja dentro de esa oficina.

—¡¿Pero qué demonios! —Gritó ella dándose vuelta para ver a Emmett sobre el escritorio del director hecho trizas bajo su gran espalda— ¿¡Qué hiciste! ¡Vamos a morir, hermano! —Seguía sorprendida por el daño cuando Jasper abrió la puerta de repente.

—¡Está viniendo gente chicos, salgan por la ventana que da al pasillo, rápido! —Dicho esto, cerró la puerta y corrió por los pasillos.

Emmett agarró la silla del director y la estrelló con la ventana, quebrándola en mil pedazos (Tratando de no lastimar mucho la silla aunque todo estaba casi destrozado).

—¡¿No crees que era más fácil abrirla! —Gritó Edward riendo mientras observaba el daño que su hermano había causado.

—¡No me di cuenta! —Contestó sonriendo al oír el reproche por parte de Edward, y luego se volteó y se acercó a Alice. Tomó a su hermanita en brazos y la pasó a través de la ventana destruida, con sumo cuidado.

—¡Emmett! ¡Puedo sola! —Pataleó Alice contra su hermano mientras la soltaba.

—¡Vamos Edward! tú sigues —Lo alzó, al igual que a su hermana, y lo lanzó fuera de la oficina, hacia el pasillo.

—Y ahora yo —Dijo él saltando por la ventana que daba al pasillo al mejor estilo Spider-Man.

Cuando los tres ya se encontraron del otro lado de la ventana destruida, se dieron vuelta para marcharse y no dejar evidencia alguna pero se encontraron con una chica mirándolos una expresión de pura sorpresa y confusión en el medio del corridor.

—¡Bella! —Medio gritó Alice sorprendida y un poco exaltada.

—¿Y ella? —Preguntó Emmett mirando a la chica, sonriente.

—Una compañera de curso, hermano —Explicó la morocha a su hermano. —¿Qué haces aquí?

—Estaba caminando hacia curso cuando los vi... —Se rió, haciendo una breve pausa—... Interesante la oficina del director—Finalizó mientras le echaba una mirada al lugar, a través de la ventana destrozada.

—Por favor, no digas nada —Rogó Edward, ahora captando toda la atención de Bella.

—No, no voy a decir nada, lo juro —Contestó ella, mirando fíjamente al chico. Estaba más que perdida en los ojos de Edward Cullen.

—Vamos, están comenzando a llegar —Advirtió Emmett al escuchar como muchas voces se acercaban. Unos segundos después, tomó de la mano a Bella, mientras Edward se acercaba a Alice y la alzaba.

—¡¿Qué pasa que hoy todos me llevan a cuestas! ¡Puedo caminar Edward, gracias! —Se quejó gritando, la más bajita de los cuatro pataleando, mientras su hermano la cargaba, en dirección al curso.

Corrieron a toda velocidad por los pasillos de la escuela, alejándose de la sala del dictor (en donde ahora se había formado una larga multitud de curiosos), llamando la atención de varios alumnos y profesores. Pero ellos simplemente se limitaban a pedir permiso y seguir su camino.

—Llegamos. —Apuntó Edward, quien bajó a Alice después de sufrir sus patadas por el camino. Dio un largo suspiro, cansado de tanto correr y de recibir los golpes y gritos de su hermanita.

—Bien, ¿Qué se les dio por hacer eso? —Preguntó Bella riendo, mientras se cruzaba de brazos, una vez que nadie los observaba ni los escuchaba.

—No lo sé, para cambiar la rutina, creo —Se dirigió Edward a Bella, regalándole su mejor sonrisa.

—Que cambio, chicos —Contestó ella con la mirada pegada en el chico. No podía sacarle la vista se encima.

—Bueno vamos a clase o nos van a castigar más de lo que podemos imaginar —La morocha interrumpió las miradas tomando del brazo a Bella.

Alice arrastró a Bella del brazo, hacia el curso correspondiente (ya que ahora ambas compartían su clase de Matemáticas) pero cuando llegaron allí, les comunicaron que juntarían un par de cursos, ya que algunos profesores habían faltado ese día. Alice y Bella se miraron mutuamente, algo confundidas. Ese hecho era algo muy extraño, pero al fin y al cabo sería divertido. Se juntarían con los demás Cullen en el aula cuando los mandaran a llamar.

Una vez que los Cullen estaban todos juntos, se sentaron en una punta del aula, y se pusieron a conversar entre risas acerca de su broma al director.

Esto no podía ser bueno... siempre que los juntaban a los cinco, algo malo iba a pasar. O cuando los juntaban, era en la sala del director por alguna broma que habían cometido y, como siempre, iban a parar directo allí. Alice se quedó pensando unos minutos acerca de lo que podría llegar a ocurrir en cuanto el director descubriera como había quedado su sala. Pero los pensamientos de Alice fueron interrumpidos cuando se escuchó un grito desde un piso inferior...

... Un grito del director.

—¡Cullen! —Se escuchó al director vociferar su apellido muy alto, mientras subía al aula a toda prisa.

Cuando llegó y abrió la puerta, estaba mayormente manchado en salsas de colores y algo desarreglado. Ni bien entró al lugar, la mayoría de los alumnos se rió disimuladamente, ya que esa escena no se veía todos los días. Hasta inclusive los profesores que estaban a cargo de los curos en el aula, no pudieron evitar soltar una leve carcajada, pero se callaron al escucharlo.

—Cullen. Arriba —Al haber dicho esto, los cinco hermanos se levantaron como soldados, pero riéndose entre ellos e intercambiando mirada cómplices.

—¿Sí, Mark? —Preguntó Edward, tuteándolo por la costumbre de verlo seguido, mientras se acercaba a paso lento al hombre, que lo observó con una mirada severa.

—Cullen, para usted soy director Daemon —Le corrigió, seguido de dirigirle una mirada helada.

—Bien, Mark —Siguió tuteándolo Edward, sonriendo. Algunos almunos volvieron a reir al ver que el chico no hacía caso al director, cosa que lo enfureció. Estaba tan rojo que parecía un tomate.

—Basta Ed —Lo frenó Alice al ver la mirada del director.

Va a explotar... Pensó, al ver como el hombre se ponía cada vez más rojo del enojo.

—¡Quiero que vengan a mí oficina... o lo que queda de ella! ¡Ahora mismo!, ¡los cinco! —Gritó el director desencajado, ahora completamente rojo de ira y se volteó para que los Cullen lo siguieran. Los chicos lo hicieron, riendo a carcajadas, por supuesto. La cara de Rosalie era inigualable, por primera vez estaba tranquila caminando, provocando el único ruido que se escuchaba, sí, sus zapatos de marca.

Caminaron unos segundos por los pasillos, de regreso a la sala (que se encontraba destrozada). Cuando llegaron a lo que quedaba de la oficina del director, Edward no pudo soportar la risa y se le escapó una gran risotada.

—¿Qué le resulta tan gracioso, Señor Cullen? —Dijo el director, ahora más tranquilo, dándose la vuelta para encontrarse cara a cara con los chicos.

—Nada Mark —Se calló Edward, de repente.

—Querida Rosalie, ¿Por qué estás aquí? —Preguntó el director al ver a la más rubia de los Cullen en su oficina.

Rosalie levantó la mirada lentamente y suspiró.

—Usted nos llamó a los cinco, señor —Contestó con tono suave, haciéndose la inocente.

—Pero no querida. Ve tranquila a tu clase.

El director le señaló amablemente la puerta, con la mano y la chica le sonrió y se dirigió hacia allí. Cuando Rosalie salió de la oficina del director, Alice se dedicó a protestar y a chillar.

—¡No es justo! Ella es una Cullen también, estaba al tanto de nuestro… —Comenzó a vociferar, pero se calló cuando recibió un codazo muy poco disimulado de parte de Emmett. La chica lo miró enfadada mientras colocaba su mano en donde había recibido el golpe. Al verla, Emmett susurró un "lo siento", pero la duende le sacó la lengua y dirigió su mirada hacia el director.

—Sí, ella estaba al tanto y por suerte me advirtió de sus planes... —Contestó el hombre sonriendo y, al decir aquello, recordó la situación a la cuál se estaba refiriendo.

Rosalie iba caminando por los pasillos de la escuela para dirigirse a su próxima clase cuando se cruzó al director.

No le dio importancia hasta que recordó que sus hermanos estaban planeando algo malo y decidió advertirle de ello.

—¡Señor director! —Lo llamó la rubia, provocando que éste se diera vuelta y se dirigiera hacia ella.

—¿Qué pasa, Señorita Cullen? —Preguntó una vez que se encontraba en frente a la chica.

—Primero que nada, es Hale y segundo, creo que mis hermanos están planeando hacer algo en su oficina y debo decirle que no es nada bueno —Le dijo fingiendo preocupación, la rubia.

—Gracias por la advertencia Señorita Cu… Hale. Me mantendré al tanto de sus hermanos —Se despidió el hombre y se fue rumbo a su oficina mientras que los hermanos Cullen salían por la ventana trasera, de la destrozada oficina.

Al ver que ninguno de sus hermanos rompería el silencio, Jasper se decidió por hacerlo él mismo, luego de un par de minutos de puro silencio.

—Bueno, pero no es necesario que nos castigue porque, al fin y al cabo, no hicimos nada malo —Comentó Jasper mientras recorría la habitación con la mirada —Sólo la decoramos con un poco de nuestros toques personales.

—Opino lo mismo —Apoyó Emmett, la idea de su hermano.

—Pero yo no pienso como ustedes, señores —Dijo el director y escuchó como Alice gruñía ante su comentario y se corrigió.— Y señorita. Esto se lo comunicaré a sus padres y supongo que ellos asumirán el control de la situación.

Los chicos resoplaron y se quejaron al oír aquello, pero el director ordenó silencio de inmediato. Cuando parecía que el sermón terminaba y todos estaban a punto de salir, el director los frenó en seco.

—¿A dónde van? —Preguntó, haciendo que los hermanos Cullen se congelaran en su lugar. —Tengo castigos para todos ustedes aquí mismo en el colegio, después de hora.

—¿Eh?, ¿Perdón?, ¿Castigos? No hicimos nada malo. Fue solo una decoración al estilo Cullen y no nos arrepentimos de haberla hecho así que, que la disfrutes Mark —Dicho esto, Jasper salió de la habitación seguido de Emmett y Edward, pero cuando Alice iba a salir, el director le entregó una hoja con cosas escritas, que ella aceptó luego de un suspiro forzado, ya que no le quedaba otra opción alguna.

—Muy bien, ahora estamos doblemente castigados. ¡Genial! —Se quejó la chica una vez que ya los cuatro se encontraban fuera del lugar.

—Pero fue divertido. Valió la pena, Alice —Lanzó Emmett de repente, chocando los cinco con Edward, quien rió ante el comentario de su hermano.

—¿Qué te dio el director, Alice? —Preguntó Jasper, agarrando el papel que ella tenía en manos, provocando que se estremeciera al contacto.

En eso, los chicos Cullen pusieron toda su atención en la hoja.

—Es el papel de nuestra muerte —Contestó riendo e hizo una pausa— Son las tareas que debemos hacer.

Jasper rodó los ojos, molesto. No tenía ganas de quedarse a hacer tareas extra para compensar el daño, pero se resignó y comenzó a leer el papel en voz alta para que todos sus hermanos escucharan.

Jasper Cullen:

Oficina del director

Pasillos del primer piso

Cafetería (Solo sector profesores)

Alice Cullen:

Oficina del director

Aulas del primer al segundo piso

Emmett Cullen:

Oficina del director

Baños del primer piso

Pasillos del segundo piso

Edward Cullen:

Oficina del director

Baños del segundo piso

Cafetería (Sector alumnos)

Jasper terminó de leer y bajó la hoja, aún en manos, esperando la reacción de alguno de sus hermanos.

—¡No pienso limpiar todo eso!, ¡Además Alice tiene menos que todos nosotros! —Se negó y quejó Emmett, siendo el primero en reaccionar.

—¿Y qué esperabas? Todavía soy una chica, no puedo limpiar tanto —Se rió ella mientras colocaba sus manos en su cintura.

—Pero, pero, pero… —Tartamudeó Edward al ver el papel, que práticamente se lo había arrancado a Jasper, de las manos. —¡No voy a limpiar los baños!

—Lo siento hermanito, lo que tocó, tocó.

—¿Esto es después de hora o entre clases? —Preguntó el rubio del grupo, con el ceño fruncido.

—Jazz… —Comenzó Emmett, perdiendo la paciencia. —¿Cómo se supone que vamos a limpiar todo lo que nos han dado con los alumnos en medio? ¡Es obvio que es después de hora!

—Bueno conmigo no te desquites porque esto lo hicimos todos juntos y además recién empieza. Así que vamos, tenemos clases —Interrumpió Jasper, ahora de mal humor. Se volteó en dirección opuesta y empezó a caminar, seguido de Alice.

Los otros dos tardaron un rato en reaccionar y luego los siguieron, para dirigirse a sus siguientes clases.

-.-

Cuando el timbre que marcaba el fin de las clases, todos los alumnos salieron de sus cursos para ir a almorzar a la cafetería de la escuela. Bella, que se había quedado con la duda de qué había ocurrido con los Cullen, buscó a Alice, luego del almuerzo, para saber en que había quedado todo.

—Alice —La llamó cuando la alcanzó. —¿Qué pasó con el director?

—Nada. Solamente nos dio mucho castigo para realizar justamente ahora —Respondió haciendo una mueca de disgusto y luego hizo una pausa— ¡Y yo que me había comprado una remera nueva para impresionar a Jasper! Y ahora va a quedar toda manchada —. Agregó con tristeza.

—Em, Alice… —Dudó Bella, algo extrañada ante la situación. —¿No es tu hermano?

—Sí pero no —Contestó la morocha de pelo corto riendo. —Es que somos adoptados. Sólo llevamos el apellido por cortesía —Explicó ella mientras se encogía de hombros.

—Ah entonces sí —Se rió Bella, asintiendo con la cabeza. —No tengo nada que hacer hoy ¿Puedo quedarme a acompañarlos mientras hacen lo que tienen que hacer?

—¿Segura? Va a ser aburrido— Le advirtió en tono serio.

—No si te ayudo —Sonrió con suma amabilidad.

—¡Está bien! Gracias Bella, eres genial —Aceptó Alice con el entusiasmo que la caracterizaba luego de dar un par de saltitos de alegría y se acercó y abrazó a su nueva amiga, que le correspondió el abrazo con una gran sonrisa.

Cuando terminaron de hablar, se dirigieron hacia el edificio. Allí adentro, se encontraron con los chicos en el lugar donde el director les había marcado para empezar. Al llegar vieron todos los baldes, trapos, escobas, envases y más artículos de limpieza para usar.

—Hermanita —Dijo Emmett mirando a Alice, con una expresión confusa— ¿Qué hace Bella aquí?

—Vino a ayudarme y a hacerme compañía.

—¿Qué?, ¡No es justo! ¿Tienes menos cosas para limpiar y encima Bella te ayudará? —Se quejó Emmett, de nuevo mientras agitaba los brazos como un niño pequeño. —Muy bien, ¿Qué te va a comprar? ¿Zapatos, carteras, blusas, pantalones? ¡Dilo ya!

Bella y Alice solo se limitaban a reír cada vez más alto al escuchar lo que Emmett decía.

—No le voy a comprar nada Emmett, o eso lo veremos después. Pero ella se ofreció y creo que es muy buena persona —Hizo una pausa mientras le dedicaba una mirada a su nueva amiga— Vamos a ser grandes amigas —Finalizó sonriendo, ahora tomando un balde y un trapo con asco.

—Vamos chicos, tenemos que hacer —Dijo Jasper con su humor habitual mientras que él, también tomaba algunos artículos de limpieza y se los llevaba.

Bella le ayudó a la duende a cargar unos baldes y unas cuantas cosas más. Cuando estuvieron alejadas de los muchachos, Alice y Bella empezaron a hablar animadamente, mientras se dirigían al primer aula para comenzar con la limpieza.

—Es tan lindo —Suspiró Alice mientras pensaba en Jasper. —Lástima que nunca me va a invitar a salir.

—¿Y por qué no lo invitas tú? —Preguntó Bella encogiéndose de hombros. —Creo que puede ser mejor que esperar y esperar a que él diga algo.

—Tienes razón Bella, lo voy a invitar al cine alguno de estos días, gracias —Agradeció la duende con una gran sonrisa.

Alice depositó toda su carga sobre uno de los pupitres del aula a la que acababan de entrar, seguida de Bella, que hizo lo mismo que su amiga. Mientras ambas comenzaban a tomar los elementos de limpieza comenzaron a charlar animadamente, entre risas y también, a conocerse mejor. Se pasaro hablando toda la tarde de chicos, compras (Aunque a Bella mucho no le interesaba), música, deportes, libros, películas y mucho más.

Bella, que se encontraba ahora limpiando uno de los últimos pupitres del aula, pensaba que se estaba haciendo una muy buena amiga. Nunca se había destacado mucho en su grupo de amigos, ya que consideraba que muy poca gente era honesta y sincera con ella. Por esa razón, no le interesaba mucho socializar, ni tener muchos amigos. Pero Alice Cullen era completamente diferente, era una amiga muy especial y se sentía agradecida por haberla conocido.

-.-

Después de más o menos seis horas limpiando y fregando sin parar, los chicos terminaron el trabajo que les habían asignado y se reunieron de nuevo en el estacionamiento, para irse a su casa.

—Muy bien, terminamos. Ahora por favor, vamos a casa. Necesito un baño urgente y mañana mismo ir a comprar un conjunto nuevo, porque éste ya está para irse a la basura —Bromeó Alice cuando se juntaron con los demás.

—¿Podemos irnos? No aguanto más el colegio —Cortó Edward cualquier tipo de conversación, con tono dramático.

—Bella, ¿Viniste con tu camioneta? —Preguntó Alice, dirigiéndose a su nueva amiga.

—No, pero puedo irme caminando. No hay problema —Sonrió ella sinceramente y saludó con la mano al grupo. —Adiós chicos —Agregó mientras se daba vuelta para irse.

—¡Ah, no! —Alice la tomó del brazo y la plantó a su lado —Yo te llevo —Terminó ella.

—No Alice, bastante que me aguantaste toda la tarde —Se negó Bella mientras intentaba soltarse del agarre de su amiga.

—No seas terca, quiero irme a casa. Así que te subes a ese auto y no se dice más —Ordenó Alice con tono severo, haciendo que Bella se dirija al auto, sin quejarse.

Cuando Alice entró a su auto, seguida de Bella, ella le dijo la dirección de su casa y ésta encendió el motor con rumbo a casa de los Swan. Durante el viaje se dedicaron a charlar acerca de todo lo que había ocurrido ese día en la escuela. De la broma que le hicieron al director, de todo lo que hablaron y bromearon en clase, ect.

Después de conducir unos cuantos minutos hasta la casa de Bella, Alice se detuvo a unos metros de la puerta.

—Gracias Alice —Le agradeció Bella mientras se bajaba.

—De nada. —Hizo una pausa y luego continuó. —Gracias por haberme acompañando y aconsejado hoy, amiga —Agregó y se quedó pensando por unos pocos segundos— ¿Por qué no vienes mañana al centro comercial conmigo? De paso te compro algo —Finalizó sonriendo, el pequeño duende.

—Muy bien Alice, pero no quiero nada de ropa, eh —Advirtió Bella. En ese instante, Alice iba a hablar pero Bella se adelantó, para interrumpirla. —No. Tampoco zapatos, ni carteras, si eso ibas a decir —Al oírla, la duende cerró su boca de golpe y se rió.

—Bien, Bella. Mañana hablaremos de eso. Paso por ti con mi auto. ¡Adiós! —Saludó ella, una vez que Bella cerró con sumo cuidado la puerta del Porsche, y arrancó el auto hacia su casa.

-.-

Alice llegó una hora más tarde, entre una cosa y otra. Al pisar la sala de estar, vio un cuadro que no le simpatizaba mucho. Sus cuatro hermanos con caras de pocos amigos, sentados en el sillón y a su madre, cruzada de brazos, con una mirada fría y severa. Su padre… bueno estaba igual que siempre. La misma cara, la misma mirada, como si no estuviera enojado para nada.

—¿Pasó algo? —Dijo Alice sonriendo con su mejor cara de inocente cuando se encontró con aquella escena.

—Por favor cariño, siéntate —Pidió Carlisle al verla entrar.

Alice asintió riendo suavemente. Se encaminó hacia el centro de la sala y se sentó en un síllón, al lado de Jasper. Una vez ya acomodada, se dedicó a escuchar a sus padres con suma atención.

—Por fin llegaron mis amores… —Comenzó Esme con pura calma, pero medio segundo después, su paciencia se agotó y explotó. —¡¿Cómo se les ocurre dejar así la oficina del director? ¿En qué pensaban? ¡Si es que pensaban en algo!

—Ouch mamá. Eso dolió —Comentó Emmett, tocándose el pecho como si lo hubiera lastimado, pero solo era una broma.

—Oh Emmett, ¿Te lastimé? ¡Que lástima!, ¡Porque sé que todo esto fue pura y exclusivamente tu idea! —Gritó Esme totalmente desencajada mientras señalaba a su hijo con el dedo.

—Pero mi amor, son chicos. Hay que comprenderlos —Trató de defenderlos, su padre.

—¿¡Qué los comprenda! No puedo comprenderlos Carlisle ¿¡Qué necesidad tienen para poner patas para arriba la oficina del director? ¿No te das cuenta de que todo el colegio piensa que los criamos mal por qué no paran de meterse en problemas!

—Oh… —Se limitó a decir Carlisle, luego de oír el discurso de Esme.

—Muy bien chicos… —Dijo su madre más calmada. Sí algo les sorprendía a los "niños" Cullen, eran los cambios de ánimo que podía llegar a tener, su madre. —Ahora vayan arriba, que debo hacer unas cosas —Una sonrisa maléfica apareció en el rostro de su madre y los chicos sin decir nada, subieron corriendo, cada uno a su cuarto, excepto Alice y Jasper.

Una vez ya en el piso superior, Jasper acompañó a Alice hasta la puerta de su cuarto.

—Creo que se enojó —Se rió Alice mientras se recargaba en el marco de la puerta de su habitación.

—No, creo que no. Está feliz de la vida —Bromeó Jasper sonriendo y luego continuaron riéndose los dos juntos hasta que Jasper hizo una pausa y se tensó repentinamente— Alice, sé que somos 'hermanos' pero… —Comenzó, algo dibutativo, pero la duende lo interrumpió.

—Sí, sí quiero —Sonrió ella, llena de emoción, mientras daba sus típicos saltitos.

—Pero no tienes idea de lo que iba a decir— Se explicó Jasper, algo extrañado por la reacción repentina que la duende había tenido.

—Oh… Bueno, adelante.

—¿Quieres ir a comer el domingo por la noche?—Preguntó tímidamente, con la vista baja.

—Sí, por supuesto Jazz. Me encantaría —Le sonrió ampliamente Alice, mientras colocaba una de sus pequeñas manos en el mentón del chico, levantándole la mirada. —¿Quieres pasar un rato?—Lo invitó y Jasper se sonrojó.

—Yo... —Comenzó dudando. —Eh, claro Alice —Contestó por fin, mientras trataba de deshacerse de todo atisbo de timidez.

Después de eso, ambos entraron en el cuarto de la chica y se quedaron hablando de muchas cosas hasta que tocaron el tema Bella, y a Alice se le iluminó la lamparita de duende.

—Jazz, espérame un segundo —Dijo ella mientras se dirigía hacia la puerta de su cuarto de un salto. Antes de salir, le sonrió a Jasper y salió en busca de Edward. —¡Hermanito! —Llamó Alice, al tocar la puerta del cuarto de su hermano.

—¿Qué pasa, Ali? —Se asomó Edward desde su puerta.

Su hermana empujó la puerta y se metió al cuarto muy rápido para que su madre no la viera y le diera el sermón de su vida.

—De nuevo, ¿Qué pasa Ali? —Preguntó su hermano, riendo, al verla entrar.

Pero Edward se llevó una sorpresa al ver la tan extraña actitud de su hermana, que sólo lo miraba de arriba abajo y de vez en cuando se detenía mirando sus ojos y simplemente movía la cabeza en señal de aprobación. Pasaron unos cuantos minutos, en los cuales ninguno de los dos dijo nada.

—Muy bien Alice, lograste asustarme. Ahora enserio ¿Qué pasa? —Cuestionó el chico, completamente incómodo al ver que su hermana no paraba de mirarlo de arriba abajo.

—Nada Ed, solo miraba si eres el adecuado —Rió ella, observando la expresión llena de frustración de su hermano.

—¿Adecuado... para qué?—La interrogó, completamente confundido, mientras miraba como ella lo estudiaba de arriba abajo.

—Para alguien especial —Contestó Alice y su hermano la miró confundido.

—Espero que no estés hablando de ti, porque me estoy asustando y mucho.

Al oírlo, Alice puso una mueca de asco y soltó una carcajada.

—No Edward. No seas tonto, ¿Qué te parece Bella? —Le lanzó Alice de la nada, luego de recuperarse de su ataque de risa.

—¿Qué Bella? ¿Bella, Bella? —Pensó Edward en voz alta, intentando recordar.

—¡Edward Cullen!— Lo retó Alice, completamente sorprendida. Habían pasado todo el día a su lado, y su hermano no era capaz de recordar ni siquiera un atisbo de la chica.— ¡Bella Swan!

—¿Y quién es Swan? —Preguntó él, despreocupado y sin darle mucha importancia, luego de un bufido.

—La hija de Charlie Swan, inútil —Se enfadó Alice mientras intentaba explicarse.

—Bueno y ¿Cómo se supone que voy a saberlo?

—¡No viene al punto…! —Le cortó Alice, ahora algo molesta por la poca seriedad que su hermano tenía ante la situación. —¿Qué te parece? —Volvió a preguntar.

—No sé, nunca la vi —Dijo Edward encogiéndose de hombros.

—Sí, está comprobado hermano. Eres un inútil —Le dijo ella luego de un suspiro forzado— La viste todo el día de hoy, ¿Y todavía no la reconoces?

—Emm, no —Le contestó su hermano, sonriendo.

—No hay caso contigo —Se rindió Alice, mientras negaba con la cabeza. —Otro día te cuento.

La chica se giró sobre sus talones, segundos después de murmurar unas cuantas palabras, las cuales fueron in entendibles para los oídos de su hermano, quien sólo se dedicó a observarla incrédulo, mientras ella se acercaba a la puerta del cuarto y la abría.

Alice se fue de la habitación dando un portazo, sin mirar atrás mientras pensaba "No vale la pena... Muy idiota para Bella'.


Por supuesto que continúa, voy a subir muy seguido, ya que el fic está bastante avanzado.

Espero lindos reviews, cualquier duda pónganla ahí.

Un beso grande a todos y espero que les guste mucho el fic,

Pau.