Título: Príncipe rana.
Fandom: Howl's Moving Castle.
Pareja: Howl/Sophie.
Palabras: 374.
Advertencias: es más bookverse que movieverse, a decir verdad. Y situado después del final.
Notas: escrito para Alastor Black en el meme de los besos ^_^. ¡Es la primera que escribo de HMC!
A Sophie le habían contado, de bien pequeña, las típicas historias de princesas enamoradas y príncipes convertidos en rana por el horrible maleficio de una bruja envidiosa. Cuentos y leyendas que la habían entretenido, pero que con el paso de los años (y dos hermanas y una sombrerería) había olvidado paulatinamente.
Y, para su sorpresa, estaba allí sentada delante del fuego de Calcifer, a escasos centímetros de una rana verde y húmeda que sujetaba entre sus manos. Howl había experimentado de más con algunas pócimas, hechizos y otras cosas que Sophie prefería no saber; y el resultado había sido ése: ¡se había transformado en una rana! Sophie recordó entonces aquellos cuentos y la solución pareció fácil. Lo de besar a una rana habría sido horrible tiempo atrás, pero vivir con Howl en su castillo la había acostumbrado a las aventuras y situaciones más insospechadas. Aunque no resultaba nada apetecible.
Howl no era un príncipe encantador; pero era el suyo particular, y Sophie hizo de tripas corazón y acercó los labios. Mantenía los ojos bien apretados, como si de esa forma todo fuese a suceder más rápido. Notó el tacto suave y resbaladizo de la piel, húmeda y casi viscosa. Sophie apretó aún más los párpados y cruzó los dedos para que funcionase. Para su sorpresa, unas manos conocidas tomaron su rostro y la acercaron aún más, hasta que la piel fría de la rana se convirtió en labios suaves que Sophie ya conocía. Howl no la dejó ir de inmediato, aprovechando su recuperado cuerpo y altura, que le daba ventaja ante la delgada y bajita Sophie.
Cuando se separó de ella, con parsimonia y sin soltar su cintura, Howl esbozó una sonrisa desvergonzada.
—No eres la princesa que esperaba, la verdad. ¿Dónde quedaron esos cuentos de hermosas damas que salvaban a los bellos príncipes con un beso de amor?
Sophie le propinó un golpecito en la frente y respondió con otra sonrisa.
—Y tú no eres ese bello príncipe encantador, desde luego.
—Ah, Sophie, Sophie, no sabes apreciar lo que tienes.
Ante las quejas de Calcifer, que escondía los ojos detrás de la escasa leña que le quedaba, Howl y Sophie decidieron seguir jugando a las princesas y los príncipes ranas un poquito más.
-fin-
Le tengo un cariño increíble a HMC, tanto al libro como a la película; y tenía la espinita porque nunca me había animado a escribir nada. Así que gracias a Alastor por darme la perfecta excusa para hacerlo. ¡Espero que os haya gustado!