Disclaimer: todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, yo sólo me adjudico la historia

NOTA: Chicos les aviso que este es el último capi, con todo y epílogo. Y este capítulo está dedicado a todos ustedes que se tomaron la molestia de leer y comentar. Y un agradecimiento especial a Alina Kristall, neni, siempre serás la mejor.


Emmett POV

Tortura. Esa era la única palabra con la que podría describir la espera que llevaba a cabo en ese momento. Mi esposa llevaba ya toda la mañana encerrada en su habitación con mi madre, su médico, o sea mi padre y Bella. ¿Y yo? Yo estaba afuera de la habitación dando vueltas por el salón como si me fuera la vida en ello. Rose había empezado a tener los dolores del parto poco después de que se levantara por la mañana e inmediatamente todos habíamos comenzado con los deberes que nos tocaban para iniciar con el proceso.

Pero al parecer mi padre había notado que los bebés no estaban bien acomodados y no podían hacer su entrada al mundo adecuadamente. En ese momento me pidieron que abandonara la habitación, pues no querían que mis nervios empeoraran el estado en el que Rose se encontraba. Y yo me estaba muriendo por no saber nada de lo que les ocurría a mi esposa y a mis hijos. Me pasé una mano por el cabello de nuevo y volví con mis andares.

–Emmett, basta, tesoro no puedes ponerte así, todo va a salir bien – Amice, la madre de Jasper se colocó detrás de mí y me puso una mano en el hombro antes de abrazarme.

–Estoy muy asustado, Amice, no puedo perder a ninguno de los tres…no puedo – le confesé a la que se había vuelto mi segunda madre, con un verdadero pesar

–Tranquilo, confía en tu padre, en el excelente médico que es, y confía en tu mujer, Rosalie es una mujer muy fuerte y ella ayudará a los bebés a que vengan a este mundo sanos y salvos – Amice me dijo mientras acariciaba mi cabello como mi madre suele hacerlo.

Yo me quedé abrazándola unos instantes más, en esos momentos de verdad necesitaba que alguien me consolara y sabía que ni mi madre ni mi padre podrían estar aquí conmigo porque ellos debían de ayudar a mi esposa. En ese momento Edward entró a la habitación con mi sobrina en brazos. Yo estaba que me moría de miedo en esos momentos y mi hermano inmediatamente entendió cómo me sentía, pues él había pasado por una angustia semejante cuando Elizabeth nació.

–¿Amice, te molestaría sostener a Lizzie un momento? – le pidió mi hermano a la mujer

–Para nada, será un placer – respondió ella acercándose y colocando cuidadosamente a la pequeña entre sus brazos mientras Edward se acercaba a mí.

–No te preguntaré cómo te sientes, me lo puedo imaginar, pero hermano, piensa en lo fuerte que es Rosalie, las mujeres de la familia Swan son las más fuertes que hay y créeme que mi cuñada no permitirá que nada le suceda, ni a ella ni a los bebés – mi hermano me dijo con gran convicción y yo creí que él tenía toda la razón del mundo

–¿Te quedarás conmigo?

–Por supuesto

Después de un rato, me sentía un poco menos asustado, pero mi preocupación por mi esposa y mis hijos seguía siendo la misma. Ahora me encontraba sentado en el sillón, sosteniendo a mi sobrinita, y su calidez y la paz que irradiaba, me contagiaba y me ayudaba a llevar mejor la espera. Le sonreí a la pequeña y ella me miró con sus bellos ojos verdes brillando mientras tomaba mi dedo en su manita. Y en ese momento me di cuenta de que no tendría que preocuparme tanto, porque mis hijos llevaban la sangre de las mismas familias que Elizabeth, y si mi sobrina ahora vivía y estaba sana. ¿Por qué mis hijos no habrían de estar igual?

Finalmente, Lizzie se quedó dormida en mis brazos y Amice la llevó a la habitación donde ahora estaban Edward y Bella para que se acostara en su cuna. Mi hermano no se había separado de mí en ningún momento y yo se lo agradecía infinitamente. Los minutos seguían transcurriendo con extremada lentitud y yo ya no podía más, nunca había sido un hombre paciente y en este caso mucho menos.

Alice y Jasper llegaron no mucho rato después, a mi cuñadita pequeña ya se le notaba un poco su embarazo y según lo que nos había contado Jasper, se ha puesto más hiperactiva que de costumbre, y él tiene que estar detrás de ella para mantenerla en paz. Ambos se quedaron con nosotros esperando hasta que, miles de horas después, por fin mi cuñada Bella salió de la habitación con una expresión que no supe interpretar.

–¿Y bien? – pregunté nada más verla, con la impaciencia a mil

–Puedes pasar, Emmett – Ella me respondió y yo no tuve que escuchar eso dos veces para apresurarme a entrar a la habitación.

Estaba algo nervioso, pues no sabía lo que me encontraría dentro de la habitación, pero nada más poner un pie ahí supe que mis miedos eran ridículos, mi padre estaba ahí con un bebé en los brazos, y mi madre tenía a otro, ambos sanos y salvos. Yo miré la cama y vi a mi esposa con los ojos medio abiertos y sus mejillas llenas de lágrimas. Sabiendo que mis hijos estaban bien, me acerqué a la cama y me hinqué al lado de Rosalie, tomando su mano entre las mías, ella me sonrió débilmente.

–Felicidades, papá – me dijo y yo no pude evitar reírme un poco para luego darle un beso en la frente.

–¿Cómo te sientes, mi amor?

–Pues, espero no tener gemelos en unos años – respondió, pero en sus ojos había un brillo que jamás había visto

–Lo hiciste increíble, Rose, eres una mujer muy fuerte – dijo mi padre acercándose a nosotros y tras mirarme con una sonrisa me acercó el bultito que tenía entre sus brazos.

Yo, temeroso, me levanté y formé con mis brazos una cuna, para que mi padre me pusiera al bebé en brazos.

–Es una niña – me informó él dándome una palmadita en el brazo.

Miré a mi hija en mis brazos y el mundo se tambaleó por la felicidad que sentía. Sus ojitos estaban cerrados y su carita estaba sonrosada mientras respiraba acompasadamente. El poco cabellito que tenía era de un color rubio platino como el de su madre y yo me imaginé que sería igual de bella que ella.

–Es bellísima, mi amor – le dije a Rosalie mientras me acercaba a ella y le enseñaba a la bebé que había en mis brazos.

Rosalie sonrió emocionada y yo le tendí a la niña para que la cargara. Ella la tomó y la acunó en su pecho mientras besaba su cabecita, yo miré a mis mujercitas sonriendo y entonces mamá se acercó con mi otro bebé. Era un niño de ensortijados cabellos negros. Me reí un poco y contemplé como él era un poco más inquieto que su hermanita.

–Este chico guapo nació primero y estoy segura que será tan apuesto como tú, hijo – mi madre sonrió con los ojos humedecidos y yo la miré agradecido.

–Gracias por todo mamá, eres la mejor

Ella y mi padre sonrieron por una última vez y salieron de ahí, dándome la oportunidad de estar con mi esposa y nuestros hijos a solas. Yo sonreí y besé a Rosalie en la frente, me sentía tan dichoso que no me salían las palabras para decirle cuán emocionado estaba, pero ella lo sabía, por su mirada sabía que ella se sentía del mismo modo que yo, y no había por qué decir nada más.

–¿Cómo van a llamarse? – le pregunté a mi esposa mientras acariciaba la mejilla de mi hijo.

–Yo, pensaba ponerle a ella Lilian como mi madre y a él Emmett Carlisle – ella me contestó y yo no pude más que asentir complacido mientras miraba a mi maravillosa familia, no podía pedir nada más.


–Pero ¿qué pasó con el bebé de Alice y Jasper?

–Fue un niño, un niño rubio y de ojos azules que se llamó Robin

–Ah…¿Y Jacob y Nessie?

–Ellos se regresaron a las colonias cuando la guerra terminó y ahora ellos son parte importante de la vida de todos pues sin Jacob, todos pudieron haber muerto – respondió la mujer a la pequeña niña que preguntaba.

–La historia de los collares ¿es verdad, mami?

–Sí, lo es, mi amor – otra voz respondió desde la entrada de la habitación.

La mujer sonrió al recién llegado y éste fue a colocarse detrás de ella para poner sus manos en los hombros de ella. Se sonrieron por una milésima de segundo, acompañada de una mirada llena de amor y luego volvieron la vista a la niña de espesos rizos que se negaba a quedarse dormida hasta ver satisfecha cada una de sus preguntas.

–¿Cómo lo sabes, papi?

–Porque, los collares existen y gracias a ellos, estamos aquí – respondió el hombre de ojos verdes mientras él y su mujer le enseñaban a su pequeña hija los collares que les colgaban del cuello.

–¿Entonces toda la historia es verdad? ¡Es la historia de ustedes y de mis tíos! – la niña miró a sus padres con los ojos abiertos como platos

–Así es, Lizzie y todo lo que te contó mamá es cierto – Edward se sentó al lado de su pequeña para darle un beso en la frente.

La niña miró a sus dos padres, sin poder creer que esa hermosa historia fuera de ellos. Elizabeth sonrió y abrazó a sus dos progenitores, feliz y éstos la acariciaron con infinita ternura y amor. Ya habían pasado años desde sus aventuras por el mar y ahora todos vivían una tranquila y pacífica vida en Londres. Jacob y Nessie los iban a visitar cada vez que iban a la isla y se mandaban cartas frecuentemente.

–Oye mami ¿y qué fue de tu madrastra y tus feas hermanastras? – preguntó Elizabeth mientras miraba a sus dos padres alternativamente.

–No lo sabemos, Lizzie, pero no te preocupes, por ellas. Nunca van a regresar a nuestras vidas – la tranquilizó su padre acariciando sus suaves mejillas – y ahora es tiempo de que esta linda princesita se vaya a dormir.

Lizzie ya no objetó nada y dejó que sus padres la arroparan y la besaran en la frente. La niña sonrió y buscó el lugar más mullido de su cama y pronto cerró sus ojitos. Edward y Bella se quedaron mirándola por unos instantes y luego salieron de su habitación silenciosamente.

Una vez fuera, Edward rodeó a su esposa con sus brazos y besó sus labios larga y profundamente, para luego pegar su frente a la de ella. Bella sonrió y dejó escapar un suspiro de pura dicha, mientras sus manos acariciaban la nuca de Edward.

–No más piratas, no más tesoros y no más guerras en los cuentos para dormir ¿de acuerdo? – él le pidió a ella con una sonrisa

–De acuerdo, pero te apuesto que querrá oír esa historia unas dos mil veces más antes de hartarse de ella – respondió ella con una sonrisa deslumbrante a lo que Edward la miró con una ceja levantada inquisitivamente.

–¿Por qué últimamente sonríes tanto?

–Porque nos espera otra nueva aventura, mi pirata favorito – Ella rodeó el cuello de Edward con los brazos antes de besarlo y de colocarle su mano en su vientre.

Edward sólo sonrió y mantuvo a su esposa acunada entre sus brazos mientras sus labios proseguían aquel beso que lo llevó a la gloria, como cada momento con ella. No sólo le había devuelto la vida, sino que le había dado paz, dicha y amor, tres cosas que pensó que nunca volvería a sentir. Y pensar en esa aventura de esperar y cuidar de otro bebé lo llenaba de expectativa.

La vida por fin le daba lo que había deseado y más. Edward por fin podría dejar los recuerdos y el dolor atrás, pero dudaba mucho que su esposa dejara de llamarlo su pirata. Y quizás siempre tendría un corazón pirata.

Fin


Y he aquí el final de otra historia...

Chicos de verdad espero que hayan disfrutado el leerla como yo el escribirla. Les agradezco todo su apoyo y de verdad que aprecio muchísimo el que hayan seguido leyendo, aún cuando yo demoré tanto actualizando. Gracias de todo corazón

Ahora no prometo subir el otro fic que tengo planeado, sino que me dedicaré a terminar AMOR EN EL LABORATORIO y luego les avisaré cuando subiré el otro.

Gracias a todos de nuevo...

Con todo mi cariño

Dayan