Disclaimer: Vampire Knight no me pertenece.

Rating: Para mayores de 18 años. (Rated M)

Advertencias: Lemon. (Leer bajo aviso)

Pairing:Kaname/Yuuki


`El Sabor de los Pecados´

By: NatsumiK.

Chapter VII

"Lujuria"

[Miel]

Notas iniciales: Antes de comenzar, quiero decir que este capítulo fue hecho especialmente para mi querida amiga y lectora: Atori. ¡Espero que te guste senpai!


Al fin las luces estaban apagadas. Todo estaba en silencio. Reinaba la oscuridad.

Yuuki suspiró mientras cerraba la puerta de su dormitorio tras de si. Había sido un día sumamente agotador y solo le apetecía una buena cantidad de sueño tranquilo.

Su habitación estaba apenas iluminada por los rayos de luna que se colaban a través de los cortinajes de terciopelo. Todo estaba en desorden, pero no era del todo su culpa.

No del todo.

Lo que ocurría era que se estaba organizando el próximo festival de invierno y ella había sido invitada a participar de la organización debido a su status de hermana/prometida de Kaname, que pronto sería proclamado rey de los vampiros. Básicamente, Ruka la había coartado diciéndole que era su deber y debía honrar su posición supervisándolo todo. Yuuki no pudo negarse, al fin y al cabo, la chica Souen era su maestra en todo el asunto de la etiqueta, protocolo y esas cosas.

Había sido un ajetreo realmente agotador el estar pendiente de las telas, las sillas, las flores, la decoración, la música y lo peor…la distribución de los vampiros. ¡Por el Ancestro! La comunidad vampírica era igual de poco práctica que las cortes monárquicas medievales. Habían nobles, duques, condes, marqueses, caballeros, barones, cortesanos, chevalières, príncipes y todos los equivalentes femeninos…y lo peor ¡Tenían que ser puestos en las mesas respetando el rango, el país de origen y las alianzas!

Ruka de verdad que se había esforzado enseñándole los arboles genealógicos, las jerarquías y los organigramas familiares, pero Yuuki debía admitir que era un autentico fracaso. Al final, Ruka se había encargado de todo y había puesto a Kaname y Yuuki como príncipe heredero a la corona y princesa sanguínea-consorte.

Ahora lo único que faltaba era escoger los trajes para cada uno de los eventos protocolarios que darían lugar al legendario festival. Rima, su asesora personal, le había mencionado que serían más o menos seis vestidos distintos en un día y Yuuki casi se cae de espaldas.

Anticuados y complicados… ¡Así eran los vampiros!

Por lo demás, todo estaba listo y solo le quedaba darse una buena siesta de ocho horas mientras volvía a oscurecer, así que corrió los cortinajes para ocultarse de los primeros rayos del alba y se metió en su mullida cama esperando poder dormir al instante.

Sin embargo, no contó con que la puerta se abriría en ese momento y sentiría el aroma a madera fresca y sangre añejada que despertaba sus instintos sin mucho esfuerzo. Yuuki se mordió el labio con la cabeza oculta entre la almohada y se debatió entre pretender estar dormida o no.

—No seas tramposa —dijo la voz ronca de Kaname en su oreja, provocándole un escalofrío.

Yuuki suspiró derrotada y levantó la cabeza para encontrarse con los ojos color borgoña de Kaname que relucían en la oscuridad con un leve destello escarlata.

—Lo siento.

Kaname se hundió en su cuello y deslizó los labios por la delicada piel que cubría la palpitante yugular de la joven vampira. Yuuki suspiró.

—Nunca haré nada que no desees, princesa —dijo Kaname recostándose junto a ella y acariciándole el cabello.

—No se trata de eso —dijo Yuuki suavemente—. Es solo que estoy realmente agotada; sabes que no me disgusta que…juguemos…

Kaname soltó una risa baja.

—Es un buen término —comentó—. No quiero presionarte; si estás cansada, tan solo dormiremos.

Yuuki sonrió agradecida y se volteó hacia Kaname para rodearle el torso con un brazo y asirse a él. En pocos minutos, el sueño se apoderó de ambos jóvenes y durmieron plácidamente sin interrupciones.

Yuuki se despertó justo cuando el reloj marcaba las 5:30 de la tarde y vio a Kaname sentado en el diván, leyendo el periódico.

Se desperezó y dio un salto fuera de la cama. Kaname le sonrió y le indicó el espacio junto a él en el diván. Yuuki se sentó y se recostó en su hombro mientras él terminaba de leer.

—¿Dormiste bien? —preguntó después de algunos minutos de silencio.

—Como un lirón —contestó Yuuki alegremente. Kaname dobló el periódico y lo dejó en la mesilla a su lado.

—Me alegro —dijo y, simultáneamente, tomó a Yuuki de la cintura y la alzó en vilo hasta colocarla en su regazo, quedando frente a frente.

Yuuki ni siquiera tuvo oportunidad de procesar lo sucedido, cuando Kaname le selló los labios con un beso húmedo y cálido. No tenía caso resistirse a tales gestos; Kaname siempre lograba quebrar su autocontrol con el mínimo roce.

¿Lo único que podía hacer? Disfrutarlo.

El beso se profundizó en cierto momento, en el que Kaname apretó la cintura de Yuuki para pegarla a su torso y le introdujo la lengua en la boca, jugando y explorando cada recoveco.

Yuuki tenía que reconocer que, aunque Kaname era virgen, era todo un maestro en ese tipo de cosas. Quizá era inspiración de momento o una habilidad innata, en todo caso, la volvía loca. Los besos eran suaves al principio y al momento siguiente eran una llamarada de lava ardiente y abrasadora.

Se sentía como una lolita, enamorada de un hombre mayor, experto en el arte de hacer el amor. Kaname la encendía en llamas cuando deslizaba sus manos de largos dedos por la espalda, justo hasta el comienzo del trasero. Luego, apretaba los muslos subiendo con una cadencia exasperante que culminaba muy cerca de su entrepierna, pero que nunca osaba tocar al principio.

A veces le mordía los lóbulos de las orejas, otras, se dedicaba a tantear sus senos, apretando ligeramente sus pezones que se hinchaban y se erguían haciendo caso omiso a la gravedad.

Esa vez, sin embargo, fue diferente. Era domingo y la casa estaba casi vacía por que la mayoría estaban de compras por lo del festival y otros habían ido a entregar invitaciones a sus familiares. En la mansión Kuran solo estaban ellos dos y las criadas que nunca se acercaban mucho a esa ala.

Estaban, virtualmente, solos.

Kaname se levantó, cargando a Yuuki en volandas y la depositó en la cama con cuidado. Luego empezó a darle besos cortos en los parpados, en la frente, en las mejillas, en la nariz y en la boca mientras sus manos recorrían con despacio desde los hombros hasta la cintura sin olvidar ningún sitio a su alcance.

Yuuki se sentía en las nubes; estaba siendo tratada como una reina: con delicadeza, ternura y suavidad. Se dejó tocar por encima de la tela de su pijama por un buen rato, sin percatarse conscientemente que su calor corporal iba subiendo, produciéndole un cosquilleo en las encías y en la entrepierna.

Kaname besó a Yuuki con paciencia. Lamió, mordisqueó y succionó sus labios hasta que estos enrojecieron y luego metió de nuevo su lengua, batallando por someter la de Yuuki. Sin detenerse, iba desabotonando la blusa del pijama rosa hasta que los pechos turgentes de Yuuki quedaron al descubierto.

Yuuki se sonrojó hasta la raíz del pelo. Era la primera vez que llegaban tan lejos. Con cierta vergüenza, intentó ocultar su desnudez de la vista de Kaname pero este se lo impidió agarrando un pezón con su boca.

La joven dio un respingo ante la cantidad de descargas eléctricas que sintió de puro placer. Podía percibir, en medio de la neblina que estaba inundando su mente, los dientes de Kaname rasguñando sin hacer daño, lamiendo y chupando con avidez como si fuera un neonato hambriento.

Se sentía demasiado bien para su propia cordura.

—¡Ah! ¡K-Kaname! —alcanzó a proferir cuando una mano traviesa se deslizó muy cerca de su entrepierna, a penas rozando su intimidad. Los ojos de Kaname destellaron con ferocidad.

—¿Te gusta? —preguntó él sin detener su faena, enloqueciéndola en el proceso. Yuuki asintió descolocada.

Sin duda había perdido a esas alturas todo pudor que pudiese cohibirla. No existían los prejuicios o las absurdas moralidades. Después de todo ¿Quién acataba moralidades? ¡Eran vampiros, por todos los cielos! Pecadores por naturaleza, seres sin alma, homúnculos de oscuridad y quien sabe que cosas más se utilizaban para nombrar a su especie. Todo carecía de sentido en ese momento, con Kaname remontándole a los cirulos más elevados de placer físico.

Sin embargo, ella de ninguna manera se esperaba lo que estaba a punto de ocurrir y que formaría en su psiquis una nueva definición de placer inimaginable para un ser humano.

Llevaban ya un rato de un preámbulo que oscilaba entre lo dulce y lo pasional, que pasaba de manera inesperada de una caricia suave en la espalda al un mordisco enloquecedor en el lóbulo de la oreja, cuando Kaname, que ya no tenia sino los bóxer puestos, se levantó de la cama y se alejó súbitamente, dejando a Yuuki en un estado de desconcierto-poco consiente.

—¿Kaname? —llamó—. ¿Está todo bien?

El susodicho revolvió algo en su armario y volvió a ella ocultándolo tras la espalda. Yuuki se sonrojó nuevamente al ver su rostro sudado y sus ojos más rojos que nunca, velados por un halo sombrío de lujuria que lo hacía ver como un depredador sumamente atractivo, pero igual de peligroso.

A ver que tan pervertida eres, Yuuki, se recriminó mentalmente sin mucha convicción. No había nada de culpa en si misma por ver y desear a Kaname así. Él era suyo, le pertenecía. Podía mirarlo y pensar en el como se le diera la gana.

—Todo bien, cariño —dijo el con una sonrisa que Yuuki denominó como macabra. Algo oscuro y perverso que despertó en su pecho un ardor delicioso y desconocido—. Tan solo deseo hacer algo…diferente, si me lo permites.

Los ojos de Yuuki centellearon.

—Eres el rey, tú decides

Una sonrisa ladina surcó los labios del vampiro.

—Bien, entonces

Con la soltura de un felino, se recostó en la cama, justo encima de Yuuki y descubrió de su escondite, una bolsa que contenía alguna especie de líquido muy espeso color ámbar.

Yuuki puso cara interrogante, pero Kaname le dedicó una mirada cómplice y ella esperó.

Kaname, entonces, destapó la bolsa y derramó un poco del líquido en su dedo y lo acercó a la pequeña boca de Yuuki. Ella, extrañada, olió un aroma dulzón muy agradable y de un arranque, atrapó el dedo de Kaname con la boca y pasó su lengua puntuda por él, estremeciéndolos a ambos.

—Es miel —dijo ella, aún con el dedo de Kaname preso por su lengua ávida. Kaname ronroneó.

—Supongo que soy algo…creativo —dijo con la voz ronca. Yuuki se sacó el dedo de la boca y se acercó al oído de Kaname.

—Yo diría fetichista —murmuró, sintiendo como las palabras le salían solas. Normalmente, ella nunca jamás habría dicho algo semejante…pero algo sucedía en ella…algo que la controlaba y lo que era peor, le gustaba.

Kaname dejó escapar una risa grave.

—Supongo

El ambiente se tensó de nuevo, cuando Kaname derramo la miel sobre el cuello, los pechos y el abdomen de la joven. El liquido irremediablemente resbalo por su piel hasta perderse en su entrepierna. Yuuki abrió los ojos cuando Kaname dejó de prestar atención a sus pechos y bajó por su ombligo, y bajó más hasta el nacimiento del vello castaño que cubría su intimidad, lamiendo la miel que se escurría.

Ahí se detuvo para mirarla. Yuuki respiraba agitada, previendo lo que él iba a hacer. Su corazón, su entrepierna y sus encías latían hasta el punto de dolerle. Kaname le guiñó el ojo y se hundió en uno de sus sitios más sagrados.

Y no pudo reprimir el grito que emergió desde su pecho.

—¡Ah! ¡Kaname!

Una descarga eléctrica recorrió su espalda y la hizo arquearse mientras estrujaba con violencia la sabana a su alcance. La sensación de la lengua y la punta de los colmillos de Kaname paseándose por su clítoris y la virginidad de su entrada, literalmente, le hicieron perder el sentido.

Algo en ella, algo que desde siempre había estado escondido, se desató de las cadenas y emergió con violencia en medio de un orgasmo. Su primer orgasmo.

Kaname pudo ver con satisfacción evidente los ojos de Yuuki finalmente rojizos, sus colmillos agudos y prominentes, sus uñas crecidos y su olor desprendiéndose de cada poro.

Al fin, Yuuki había terminado de despertar su lado vampírico. El lado oscuro íntimamente ligado a lo sexual, que la convertía por competo en alguien de su especie.

—¿Qué…qué me sucede? —preguntó en medio de jadeos.

—Estás completa ahora —respondió él de manera enigmática.

Yuuki decidió que no estaba en sus cinco sentidos y que no podía ni quería insistir en el tema, al menos no es en ese momento. Ya se las arreglaría después para conseguir respuestas a otro interrogante más en su extraña existencia. Por el momento tenía que resolver sus instintos primarios de vampira recién descubiertos…instintos que la impulsaban a querer algo muy impío.

—Kaname…por favor

El susodicho detuvo su tarea de besar su cuello y la miró interrogante, haciendo acopio de su autocontrol, o al menos lo que quedaba de él. Yuuki lo miró suplicante y él comprendió al vuelo de que se trataba.

Sonrió.

—Que niña mas perversa, ¿Eh?

Yuuki gruñó impaciente.

—Hazlo. —Su voz tenía un tinte gutural impropio de ella.

Y Kaname procedió.

El ambiente estaba caliente y la atmosfera olía a sexo, inevitablemente. Yuuki estaba empapada en su entrepierna, preparada para recibir la virilidad de su amado en el instante y con la necesidad apremiante de ello, lo que la llevó a rozar deliberadamente sus caderas contra las de Kaname.

Kaname se posicionó correctamente sobre Yuuki, pasando ambas piernas entre las de ella para que se abriera más y cerniendo su boca en su cuello simultáneamente. Yuuki temblaba de anticipación, podía comprender lo que se avecinaba gracias a las señales de su instinto.

…Y de una sola estocada…precisa, dura y salvaje, Kaname entró hasta el fondo e hincó sin miramientos sus colmillos en la yugular de la castaña.

El tiempo se detuvo entonces para Yuuki. La explosión de placer fue tan extensa que quedó aturdida, medio ciega y sorda por completo. Con los sentidos obnubilados y la conciencia dormitando en algún lejano rincón de su mente, se dejó llevar por los dos puntos clave que la habían dejado así.

Había sido doblemente penetrada. Su sangre y sus fluidos derramaban desde las fuentes de vida femenina y vampírica. Estaba siendo poseída de todas las maneras imaginables para un ser como ella.

…Ese era el significado del placer absoluto, se dijo en medio del sopor mental. Nada podía ser mejor que aquella sensación mezcla de paz, desenfreno, saciedad y sed de más.

Estaba tocando el paraíso.

Kaname empezó a moverse en un vaivén frenético y agresivo mientras succionaba la sangre dulce de Yuuki que no sabía que hacer más que arquearse y gemir cada vez más alto.

El joven rey lo estaba disfrutando tanto como ella, pues el sentirla disfrutar en sus brazos era el más alto estimulante del universo. Hacia que su ego se elevara kilometro hacia el espacio.

Ella gemía, por él. Ella suspiraba, debido a él. Ella se retorcía de placer, en sus brazos. Ella era, completa y eternamente, suya.

—Gime, vamos. Lo estás disfrutando. —le dijo mientras le mordía el lóbulo de la oreja, arrancándole otro sonido gutural desde el fondo de la garganta.

Ya estaba sintiéndolo cerca. Estaba por llegar. El calambre de lava ardiendo subía por sus piernas, concentrándose en su pene erecto que parecía un volcán activo. Miró a Yuuki, que tenía el rostro transfigurado de expectativa y supo que ella también estaba cerca, así que incrementó la velocidad de las estocadas hasta que el mundo de ambos estalló por vez segunda.

—Oh, oh… ¡Por Dios Santo! —jadeó Yuuki ya con su aspecto normal mientras Kaname se recostaba a su lado—. Esto ha sido… ¡Oh! Ni siquiera puedo describirlo…

Kaname sintió su ego demasiado inflado.

—Esto es el placer para un vampiro, Yuuki —le explicó tomando una sábana y arropándolos a ambos con ella.

La castaña rodó sobre su costado, para quedar frente a él.

—Es lo mejor que experimentaré. Eres un gran amante, Kaname.

—Siento lo mismo. ¿Quién lo diría de una chica, aparentemente, tan inocente e ingenua, eh?

Yuuki se sonrojó, pero soltó una risilla traviesa.

—Eso es por que tú me pervertirse, querido hermano —murmuró—. A propósito… ¿A qué sabía mi sangre, Kaname?

El susodicho sonrió de manera seductora.

—A miel.

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Chicos y chicas, hemos llegado al final de este conjunto de Drabbles dedicados a mi serie preferida. Espero que os hayan gustado, los hice con toda el alma, especialmente este último, dedicado a mi Senpai: Atori.

Para saber sus últimas opiniones y si les gustó el lemon, ya saben que se dirigen a la barrita de 'Review this Chapter', un par de líneas y ya está. Hacen feliz a una escritora en el proceso.

Los quiero y agradezco a todos los que leyeron y dejaron sus opiniones, y a los que no las dejaron ¡También! Nos leeremos en una próxima oportunidad.

Atentamente.

Evelyn Fiedler

PD: Con respecto al cambio repentino y drástico de nombre…creo que dejaré una nota en mi profile, por si les interesa.

PD 2: Estén pendientes de mis próximas producciones los fans de Harry Potter.