Crepúsculo y sus personajes no me pertenecen (sobre todo pasajes de éste y otros capítulos que puedan recordar a la historia original), la trama de la fic, y todo lo que no reconozcan es mio.

Tres días, tres agonizantes y largos días. 72 horas, 4320 minutos esperando. Curioso era que después de haber vivido tantas décadas, más de un siglo, estos tres simples días se me hacían increíblemente eternos.

No me había movido ni un solo momento de la silla que se encontraba junto a la cama de Edward, esperaba mientras tomaba su mano, acariciándola y presenciando todos los cambios de su cuerpo. Una vez más agradecía que yo no fuese victima de las necesidades básicas de los humanos, como comer, dormir e ir al baño. No podía tolerar un segundo lejos de Edward.

Empezó sudando, su cuerpo aumentó increíblemente de temperatura, convulsionándose y gritando de dolor. Sabia lo que estaba viviendo, lo que sentía ; yo también había pasado por lo mismo, pero de alguna manera presenciar su dolor me hacia sufrir mil veces más.

Esme se había quedado todo el tiempo junto a nosotros, haciendo compañía a su hijo; de vez en cuando acariciaba sus mejillas y secaba el sudor de su cara. Carlisle hacia lo proprio, pero un par de ocasiones salió para ir al hospital para no levantar sospechas faltando a su trabajo. Sus hermanos pasaban cada hora para ver como se encontraba, pero de alguna manera no querían abrumar a Edward con tanta gente en la habitación, así que no se entretenían más de diez minutos.

Se me encogió el corazón cuando Esme me contó cómo sentía que Edward se le había vuelto otra vez un niño pequeño viéndolo sufrir en la cama. Compartía sus sentimientos, y sabia perfectamente por qué pensaba de esa manera. Ahora, más que nunca sentía que necesitaba proteger a Edward, que no toleraría jamás la idea de ver que alguien o algo pudiese hacerle daño. Se suponía que tenia que dejar de pensar así, dentro de poco Edward sería uno de nosotros, y seria por completo capaz de protegerse él solo. Pero no podía evitarlo, nunca dejaría de sentirme protectora con él.

Aprendí muchas cosas sobre Edward esos tres días, todas esas cosas sobre su vida y su infancia que desconocía y deseaba saber. Esme me contó tanta de esas historias : su primera palabra, sus primeros pasos, la primera canción que compuso a los seis años; todas las bromas que intentaban jugarle Emmett y Jasper, las cuales la mayor parte del tiempo terminaban en fracaso, excepto unas contadas veces. Los cumpleaños de Edward (sobre todo el séptimo que fue cuando descubrió el secreto de su familia).

Me mostró muchísimas fotos, habían seis álbumes, curadamente decorados por ella, que detallaban la vida de Edward. Casi una enciclopedia, porque al lado de cada foto, estaba la leyenda que explicaba el día y el lugar en el que había sido tomada, y lo que Edward estaba haciendo en ese momento.

De haber sido capaz, seguramente me habría echado a llorar como una cría, cuando Carlisle me contó del día que Edward encontró por error la manta y la letra de su madre biológica con la que había llegado al hospital ; ese descubrimiento no había sido tomado muy bien por él. Al parecer, a pesar de saber que era adoptado desde que tenia conciencia, Edward no conocía la verdadera historia que estaba detrás de su adopción. Quizás hasta entonces pensaba que los Cullen lo habían encontrado en un orfanato, y sus padres biológicos no se pudieron encargar de él, porque estaban muertos. No porque su padre no quisiera saber nada de él, y porque su madre encontró más fácil abandonarlo que luchar contra todos para estar con su hijo.

Para él fue como descubrir la verdad sobre su nacimiento, se sintió como un error, alguien que no tenia que haber nacido. No tenia que por que sentirse así, Edward era el ángel más perfecto que había pisado ésta tierra. Menos mal que al final los Cullen lograron hacerle ver las cosas con más claridad ; por él, ellos sentían un amor infinito, seguramente fue el niño más amado que había. Y sabia que darían su vida por Edward sin pensarlo ni un segundo.

A medida que las horas pasaban, la trasformación en el cuerpo de Edward se hizo más evidente. Ya había dejado de moverse y gritar, ahora por el contrario permanecía inmóvil y emitía solo uno que otro gemido de dolor. Sus facciones se acentuaban, para realzar su belleza ante el ojo humano (aunque para mi siempre seria mi Edward). Su temperatura disminuía y su tacto se endurecía; tomando su mano, ya no me parecía tan frágil, como si pudiese acabar con su vida en un solo segundo. Siendo humano, ya su piel era bastante pálida como tonalidad, pero ahora se estaba volviendo casi blanca, como al resto de nosotros. Ya estaba por despertar, pronto acabaría ésta agónica espera, y Edward volvería a estar junto a nosotros.

Cuando ya faltaban unos pocos minutos para el final de los tres días, todos nos reunimos en su habitación a esperar a que sus ojos se abriesen. Poco a poco los latidos del corazón disminuyeron hasta que de repente paró. Sin poder evitarlo, por un momento llegué a temer lo peor, eso fue hasta que su pecho se elevó, tomando una bocanada de aire ; algo que todos nosotros hacíamos. Sí era cierto que estar sin respirar nos resultaba bastante incomodo, pero era algo que en realidad no necesitábamos, pero continuábamos haciendo solo por simple costumbre.

Sujeté una vez más su mano con fuerza, y la apreté un par de veces para coaccionarle a despertar. Esme, mientras tanto, fue a colocarse al otro lado de la cama y empezó a acariciar una vez más las mejillas de Edward y le apartaba los cabellos de la frente.

-Edward, mi pequeño ángel, vamos cariño abre los ojos que todos te estamos esperando.

La comisura de los ojos de Edward empezaron a temblar como si intentara abrirlos, pero había algo que se lo impedía, tal vez era que tenia miedo de que si lo hacia, volvería a sentir dolor; volví a apretar su mano.

-Todo va bien, hijo – dijo Carlisle, que seguramente había pensado lo mismo que yo – Ya ha acabado, no pasará nada cuando abras los ojos.

Después de esas palabras de aliento, Edward frunció ligeramente el ceño y abrió sus ojos. Retuve inconscientemente el aliento por el asombro, las esmeraldas habían desaparecido, pero de alguna manera el rojo era tan hermoso y llamativo como el verde. Esos rubí parecían de la clase más única y especial.

Edward miraba sorprendido todo a su alrededor, sus ojos se agrandaban más con cada particular que percibía. Sabia cómo se sentía, ver el mundo por primera vez después de la trasformación era como darse cuenta de que hasta entonces, se había estado viendo todo a través de una ventana sucia, y ahora por primera vez estaba limpia. Se incorporó con la velocidad de vampiro, y sus facciones se asombraron incluso más, al darse cuenta de lo rápido que había conseguido sentarse. Fijó su mirada en todos nosotros por turno y su ceño se frunció más.

-¡Hola mi bello durmiente! - le dijo Emmett con su caracterizador humor, mientras apoyaba la mano sobre su espalda – Bienvenido al mundo de las tinieblas. Hasta hace tres días lo eras de manera oficiosa, pero ahora si podemos decir que eres oficialmente miembro del club de los no muertos. ¡Ay! Rosalie, ¿A qué ha venido eso? - le exclamó a su mujer, masajenadose el lugar en el que ella le había dado una colleja.

-Estúpido idiota – murmuró Rosalie, después se dirigió hacia Edward -¿Cómo te sientes?

-Bien, creo – contestó Edward distraído, mientras dirigía su mirada a nuestras manos entrelazadas y las observaba atentamente – Tu tacto es diferente – dijo más para si mismo, que para mi, levantando nuestras manos.

-No es su piel la que ha cambiado Edward, es la tuya – le dijo amablemente Carlisle.

Edward asintió y de repente se soltó de mi, para llevarse ambas manos a los oídos.

-Cállense por favor – pidió, casi gimió – solo un momento, que no puedo ni escuchar lo que pienso.

-Edward, no hemos dicho nada hijo – le dijo Carlisle – es tu don.

-¿Mi don? - preguntó Edward confundido, como si en ese momento recordara una fórmula matemática olvidada.

-Si, tu don. ¿Te acuerdas lo que te había dicho Eleazar? - Edward se lo pensó un momento antes de asentir – Son nuestros pensamientos los que escuchas.

-No pensaba que sería tan difícil – admitió Edward cerrando fuertemente los ojos.

-Dame un momento y enseguida desaparecerá todo – le aseguré tomando una vez más su mano y expandiendo mi escudo a todos los presentes en la habitación. Después de unos pocos segundos me miró asombrado - ¿mejor ahora? - pregunté sonriendo por su expresión. Él solo volvió a asentir.

-¿Cómo lo has hecho? - preguntó.

-De la misma manera que tú escuchas las mentes de los demás, con mi don.

-No sé como voy a hacer cuando me encuentre en un lugar con más personas – nos dijo a todos en la habitación – Me estaba por estallar la cabeza y eso que solo escuchaba siete voces.

-Seis – le aclaré suavemente – mi mente no la escuchas al menos que no baje mi escudo.

-¿Cómo lo soportas? - le preguntó a Jasper, quien le dirigió una sonrisa comprensiva. Me esperaba que se sorprendiera por las múltiples cicatrices de su rubio hermano. Pero parecía que Edward ni se fijaba en ellas, seguramente conocía la historia que estaba detrás. -¿Es así de agobiante sentir siempre las sensaciones de los demás?

-Con el tiempo se hace más fácil – le aseguró

-Si necesitas, puedo mantener el escudo levantando hasta que logres acostumbrarte.

-No, no va hacer falta.

-¿Estás seguro mi pequeño ángel? Quizás no sería mala idea tomar en consideración la sugerencia de Bella.

-Si mamá, estoy seguro. Si se supone que éste don hace parte de lo que yo soy, entonces se supone también que debería ser capaz de controlarlo. Antes me tomó desprevenido, eso es todo – cerró los ojos y respiró profundo antes de abrirlos una vez más – Estoy listo, Bella – me dijo – ya puedes bajarlo.

Hice lo que quería, y volví a dejar el escudo otra vez en su lugar, dejando cubierta solo mi mente. Edward permaneció callado e impasible unos minutos, y yo no tenia ni idea de como lo estaba asimilando ésta vez.

-¿Cómo lo llevas ahora? - le preguntó Carlisle.

-Podré soportarlo – aseguró Edward convencido, y su padre asintió complacido.

-Bueno, - empezó a decir Alice con entusiasmo, dando palmaditas y saltando en su lugar – ya que éste problema por el momento lo hemos resuelto. Vamos a ocuparnos de algo más importante que nos concierne. - Se acercó a la cama en dos largas zancadas, y tomó el brazo de Edward, tirando de él para que se levantara -¡Debes absolutamente mirarte en el espejo Edward! - lo empujó hasta el espejo apoyado en la pared – No creía posible que pudieras ser más guapo, pero estás divino cariño – No tenia por qué sentirme celosa, sabia que le hablaba con el amor de una hermana ; y viendo la sonrisa para nada perturbada en el rostro de Jasper, sabia que estaba en lo cierto.

-Gracias – dijo Edward apenado, y me hizo gracia pensar en que por primera vez no le veía sonrojarse por un cumplido recibido. Alice lo colocó por fin en frente del espejo, y cuando se pudo ver bien, parecía bastante sorprendido. No entendía por qué, siempre había sido perfecto a parecer mio.

-¿Éste soy yo? - preguntó incrédulo, nosotros solo le asentimos, o quizás su familia le respondió con la mente – Vaya... ¡Tengo los ojos rojos! - dijo asombrado.

-Es solo durante las primeras semanas – le aseguró Carlisle – No apenas te alimentes, empezaran a cambiar. Cuando salgas a cazar y estés por completo satisfecho. En unos meses serán como los nuestros.

Antes de que cualquiera de nosotros pudiese decir algo, escuchamos a Emmett soltando un bufido, y lo vi que trataba de sofocar una risita, como si se riese de algún chiste privado.

-¡Emmett, eso es repugnante! - exclamó Edward.

-Oh vamos- le dijo Emmett aun riendo – no te me hagas el santo ahora. Reconoce que en el fondo tú también lo pensaste.

-No tenia ni idea de que todas las palabras las interpretases de la misma manera – Continuó Edward con el mismo tono de voz - ¡Estás enfermo!

-No mi querido hermano, soy adulto y a nosotros se nos permite pensar en éstas cosas. Y ya va siendo hora de que tú también cumplas ese importante paso y sigas los consejos que acabas de "escuchar" - culminó guiñándole un ojo. Empecé a tener una vaga idea de qué había sido eso que pensó Emmett...

-¡Ese es precisamente el punto! - siguió Edward – Continua pensando todas esas cosas sobre Rosalie si quieres, después de todo es tu mujer, y ya bastante que ocupan tu mente esos pensamientos. Pero ni te atrevas a seguir pensando en Bella y en mi de esa manera – advirtió y puntualizó.

-Y ahora no solo hay que cuidar lo que se dice en ésta casa, sino también lo que se piensa – continuó Emmett fingiendo dramatismo - ¿Sabes?, esto me recuerda a cuando eras pequeño, tus primeros años. Teníamos que cuidar todo lo que hacíamos, porque no queríamos corrumpir una mentecilla tan joven e inocente. Carlisle y Esme no lo tomaban muy bien, cuando en las noches queríamos...

-¡Emmett! - interrumpió Edward, y toda la familia lo fulminó con la mirada por lo que estaba por decir.

De repente Edward se llevó la mano a la garganta, y la sujetó fuerte ; mientras por su rostro cruzó una expresión de dolor e incomodidad. Sabia lo que significaba de sobra, Edward necesitaba ir de caza YA.

-Bueno, yo creo que no podemos perder más tiempo – Carlisle me quitó las palabras de la boca -Edward, deberías ir de caza.

-De acuerdo – accedió Edward, reconociendo la necesidad que tenia - ¿Quién me va a acompañar? - nos preguntó a todos, recordando que en más de una ocasión le habíamos dicho que en sus primeras expediciones de caza, iría junto a alguien de nosotros.

-Todos estuvimos de acuerdo en que debería de ser Bella – dijo Esme, viéndome con su eterna sonrisa maternal – Es lo más justo.

-Gracias – les dije a todos honestamente – Entonces ¿vamos? - me dirigí a Edward y le tendí la mano, él me sonrió y la tomó. Después de eso salimos sin más de la casa.

Ese era un día de sol, así que no apenas pisamos pie fuera de la puerta mi piel brilló como era costumbre, con los millones de diamantes que parecían incrustados bajo la epidermis. Me giré hacia Edward, y por primera vez su piel también brillaba de la misma manera, era todo un espectáculo, se veía aun más divino, parecía un verdadero ángel en una visión, con ese brillo representando su aura. Sabia que yo no era objetiva cuando opinaba sobre Edward, pero siempre me sorprendía por su belleza, incluso cuando era humano.

Edward se veía la mano asombrado y curioso, como brillaba su piel. La giraba una y otra vez, observando atentamente la palma y el dorso. Hasta que se la llevó a la cara y empezó a palparse suavemente las mejillas – Siempre pensé que dolería – me confesó en un susurro. Yo solo le sonreí.

Apreté su otra mano y nos fuimos corriendo en dirección del bosque. Edward aceleraba y ralentizaba periódicamente, seguramente experimentando con su nueva velocidad.

Después de unos minutos de búsqueda, nos encontramos con una pareja de leones de montaña. Edward parecía desesperado e impaciente, la necesidad de la sangre ya se le estaba haciendo insoportable, así que cuando se me adelantó para capturar a sus presas, yo ni me molesté en detenerle, después de todo sabia perfectamente como se sentía.

Mientras él se alimentaba, yo me alejé un poco al oler una manada de ciervos que pasaba por allí, había ido a cazar un hace mucho, y la verdad es que no lo necesitaba del todo, pero ya que estaba no me haría ningún mal ir a por un ciervo. Cuando estaba terminando de drenar la sangre de mi presa, vi que Edward se acercaba a mi a paso humano, se veía apenado y la imagen me inspiraba una ternura increíble. Con la manga de la camisa se estaba limpiando la sangre que le colaba de la boca. Y unas cuantas gotas le habían caido sobre la tela del pecho y del estomago. Deseaba lograr no reírme, de verdad, pero no lo conseguí.

Me esperaba una reacción molesta por parte suya a causa de mi risa, pero lo que hizo fue unirse a mi, como si yo le hubiese contagiado ; y así estuvimos varios minutos antes de poder calmarnos.

-Te echo una carrera hasta el prado – me retó una vez que hubo parado de reír. Ni siquiera me dejó contestarle, que empezó a correr adelantándome.

Yo amaba a Edward, de verdad que lo quería, y hubiese dado mi vida por él sin pensarlo, Dios sabia que el 20 de Junio estaré dispuesta a protegerlo de los Volturi a costa de lo que fuese. Pero no podía evitar se competitiva, era algo más fuerte que yo, así que eché a correr detrás de él para alcanzarlo, y buscar superarle.

La fuerza y la velocidad mayor de los neófitos hicieron que Edward me ganara por poco. Odio reconocerlo, pero en el fondo no me importó. Edward paró en seco en cuanto llegó al centro del prado, y se giró a observarme con esa sonrisa que ya sabia pertenecía solo a él. Yo estaba a unos pocos pasos de distancia, así que él se acercó lentamente hacia mi, con las manos alzadas para acunar finalmente mi cara.

-Dios, eres hermosa... - me dijo en un susurro emocionado, acariciando mis pómulos con sus pulgares – te consideraba preciosa antes, de hecho creía que ni siquiera tu nombre podia hacerte justicia, pero me equivocaba. Ya entiendo lo que me decía siempre mi familia sobre la vista humana, no te había visto de verdad antes... no eres hermosa, no eres preciosa, ni siquiera eres bella , eres única y sencillamente perfecta.

Lo besé cuando terminó de hablar, de haber sido humana mi corazón estaría desbocado a éste punto y mis mejillas llenas de lágrimas.

Bajé mi escudo para que Edward pudiese escuchar mis pensamientos, "Te amo, te amo más de lo que puedes imaginar o pensar, nunca nadie ha amado más de lo que yo te amo", y una vez más se elevó protegiendo mi mente. Edward interrumpió el beso y me miró sorprendido y con los ojos brillantes.

-Me encanta como suena tu mente – me dijo, acercándose para darme un suave beso detrás de la oreja izquierda; hacia parte de la raza de los fríos desde hace mucho tiempo, y aun así sentí un escalofrío recorriendo toda mi espalda. - Pero eso no es cierto, sí que hay una persona que ama más que tú.

-Tu don es de verdad increíble – me cumplimenté, apartando suavemente los cabellos que le caían sobre la frente - ¿Sabes?, deberías practicar un poco con él. Estar más preparado para la batalla – La guardia y guerrera que había en mi, no pudo evitar decirlo.

Un lado de la comisura de los labios de Edward se elevó, y posó el dedo indice sobre mis labios para hacerme callar.

-Ésta noche olvidémonos de todo, no quiero pensar en nada más, ésta noche quiero hablar solo de amor.

-¿Y eso qué quiere decir? - pregunté fingiendo inocencia, cuando empecé a sospechar el significado de sus palabras.

-Quiere decir, que me acabo de dar cuenta que ya no nos detiene nada, ya no tenemos el problema de mi sangre o tu preocupación por mi seguridad.

Mientras él hablaba, mis manos viajaron a los botones de su camisa y empecé a soltarlos.

-No tienes ni idea de como me gustan tus palabras – le dije, quitandole la camisa.

-No necesito leer tu mente, para saber que ibas a pensar eso – me besó una vez más, y después de eso, durante un tiempo, no hubieron más palabras entre nosotros.

Continuará...

Lamento mucho la espera, de verdad que si. Pero la buena noticia es que ya he terminado con los exámenes y tengo todo el verano para mi y para escribir XD Muchas gracias a las personas que me desearon suerte en sus reviews y sus mensajes... he aprobado!

Éste capitulo lo escribí en dos horas, la inspiración llamó a mi puerta, y no podía mandarla a paseo :P... Sobre la forma de finalizar el capitulo, aclaro que si bien a mi me gusta leerlos, no soy muy buena escribiendo Lemmons, así que dejo todo a la imaginación del lector ;)

¿Quién ha visto ya Eclipse?, yo la fui e ver el día del estreno y tenia las entradas desde un mes :P... a mi me encantó, casi tanto como el libro... está muy bien hecha, y la actuación de los tres fue de verdad superba... y lo más probable es que vaya a verla nuevamente éste fin de semana :P...

Bueno, como siempre ya saben lo que viene, ¿creen que debería continua?, hacedme saber en un review ;) la próxima actualización será "El cuidador de tumbas"

Besos, Ros.